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El Bicentenario del Grito de Dolores se conmemoró la noche del 15 de septiembre: Justino García del Vello

  La noche del 15 de septiembre se celebró el Bicentenario del Grito de Dolores lanzado por el cura Miguel Hidalgo, formalmente considerado el punto de comienzo de la Guerra de Independencia de Los Estados Unidos Mexicanos. 

El Grito de Dolores y el proceso que llevó a la segregación del Virreinato de Nueva España de la corona hispana es una singular e interesante lección de la Historia Contemporánea que nunca debería ser olvidada y más en los tiempos que vivimos.        

El conflicto iniciado por Miguel Hidalgo con el Grito de Dolores la madrugada del 16 de septiembre de 1810 duró once años y distó mucho de ser un movimiento homogéneo. El Virreinato de Nueva España era el único virreinato fronterizo con los ya independizados Estados Unidos de América y su proceso de independencia fue de los más duraderos y crueles de Hispanoamérica.  En la primera etapa de la Guerra de Independencia, en muy pocas semanas los insurgentes radicalizaron drásticamente su planteamiento y reivindicaciones: Se pasó del “¡Viva Fernando VII! (pues estaba retenido en Francia), ¡Abajo el mal gobierno!” a demandar una independencia completa de la metrópoli, un gobierno republicano y una revolución social.  Además, es difícil de entender  que estando  el movimiento emancipador en esta etapa liderado por un sacerdote culto y con prestigio (Hidalgo), los insurgentes cometieran las mayores e innecesarias atrocidades. 

Con todo, aún más sorprendente, desconcertante y didáctico resultó el final del conflicto. Estando virtualmente derrotados los insurgentes, se presentó un planteamiento que, en buena medida, era casi opuesto al de Hidalgo y, sin embargo, consiguió la independencia con relativa facilidad. Si Hidalgo luchó en 1810 por acabar con el absolutismo conservador borbónico, Iturbide actuó por miedo a la revolución liberal que se acababa de producir en España en 1820 tras el levantamiento de Riego. Si aquél irrumpió con violencia e intransigencia, éste lo hizo negociando y conciliando pacíficamente con las diferentes partes e intereses del conflicto para crear la unión entre posiciones anteriormente enemigas irreconciliables. 


DOCUMENTACIÓN
CONMEMORACIÓN TRADICIONAL DEL GRITO DE DOLORES

La memoria de Miguel Hidalgo como Padre de la Patria fue especialmente ensalzada a partir del emperador Maximiliano I de México (1863-1867), que estableció oficialmente la ceremonia anual del Grito de Dolores a cargo del Presidente de la República. Y, de hecho, fue en una ocasión a celebrarla en la misma Dolores.

Durante el siglo XIX el Grito de Dolores era conmemorado el día 16 de septiembre, aunque la noche anterior se celebraba una verbena popular. Fue Porfirio Díaz, el Presidente, el que cambió la conmemoración a la víspera (15 de septiembre, por la noche), fecha en la que Hidalgo no lanzó ninguna proclama popular. Argumentos utilizados para este cambio han sido la mejor convocatoria para el pueblo a las 23:00 horas del día 15, que a las 5:00 del 16 de septiembre.  Otro motivo histórico fue hacer coincidir esta celebración con la fecha del cumpleaños de Porfirio Díaz (que buscaba una identificación entre su persona y la República).

La celebración más triste (y desde luego, no oficial) acaeció en 1847, pues la ciudad de México acababa de ser tomada por las tropas estadounidenses y en el Palacio Nacional ondeaba la bandera de las barras y estrellas.

Actualmente, la célebre Campana de Dolores se encuentra en un nicho de la alta cornisa, encima del balcón presidencial del Palacio Nacional en la Ciudad de México.  Cada 15 de septiembre, hacia las 11 de la noche,  el presidente de turno la hace sonar, en conmemoración del aniversario del inicio del proceso independentista mexicano, proclamando vivas a la patria inspiradas lejanamente en las de Hidalgo y que varían de año en año, aunque con partes casi invariables: por ejemplo, el viva a los héroes independentistas y, al final de la alocución, un triple ¡Viva México!

A causa de que se desconoce en qué consistió exactamente la proclama de Hidalgo y de que no existe un protocolo del Estado que exija al presidente de la República utilizar un texto concreto, el Grito varía de año en año.

El tiempo ha pasado y el festejo se ha vuelto parte integrante de la tradición cultural mexicana. Además del Presidente de la República, el Grito lo da cada gobernador de estado, alcalde y embajador en sus respectivas sedes. Incluso en todos los colegios el día 15 de septiembre, día lectivo, se iza la bandera y el director hace un discurso patriótico.

El año 2006 marcó un punto de inflexión. El presidente de México, Vicente Fox, decidió no encabezar la celebración del Día de la Independencia en la plaza capitalina del Zócalo porque los servicios secretos descubrieron un plan de izquierdistas radicales para "causar violencia, incluyendo muertes".  El derrotado candidato de la izquierda a la presidencia, López Obrador, del Partido Radical Democrático, había amenazado con pronunciar junto a sus seguidores su propio 'Grito' como supuesto presidente electo por lo que Fox decidió trasladar la ceremonia a la localidad de Dolores Hidalgo, cuna de la Independencia, situada en el estado central de Guanajuato.  Días antes el Senado le había exhortado para que lo hiciera así para evitar confrontaciones políticas con el partido que encabeza López Obrador.

Fue finalmente el alcalde de Ciudad de México, Alejandro Encinas (del PRD, el partido de López Obrador), quien se hizo cargo del Grito de la Independencia en el Zócalo, desde el Antiguo Palacio del Ayuntamiento.  Durante 48 días, los simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador han ocupado la plaza del Zócalo, como forma de protesta contra el resultado electoral del dos de julio, donde ganó la Presidencia Felipe Calderón.

Vicente Fox lanzó el siguiente grito en Dolores, Guanajuato: ''Mexicanas y mexicanos: ¡Viva nuestra Independencia! ¡Vivan los héroes que nos dieron patria y libertad! ¡Viva Hidalgo! ¡Viva Morelos! ¡Viva Allende! ¡Viva Josefa Ortiz de Domínguez! ¡Viva Leona Vicario! ¡Viva nuestra democracia! ¡Vivan nuestras instituciones! ¡Viva la unidad de las y los mexicanos! ¡Viva México!''

Mientras que Alejandro Encinas prefirió decir: "¡Vivan los héroes que nos dieron Patria y Libertad!, ¡Viva Hidalgo!, ¡Viva Morelos!, ¡Viva Allende!, ¡Viva Josefa Ortiz de Domínguez!, ¡Viva Guerrero!, ¡Viva Juárez!, ¡Viva Nuestra Independencia!, ¡Viva la Soberanía Popular!"

En el año 2007, Felipe Calderón, dio por primera vez el Grito. A diferencia de sus antecesores, el presidente Felipe Calderón apareció en el balcón central de Palacio Nacional acompañado sólo por su esposa Margarita Zavala. Solamente mencionó a los héroes de la Independencia.

Además se negoció la organización de otra ceremonia a la que se ha denominado “el Grito de los Libres”, celebrada a las 21:45 horas en la plaza del Zócalo. La senadora Rosario Ibarra de Piedra (del Partido del Trabajo) encabezó la ceremonia de la Convención Nacional Democrática y gritó: “¡Viva Hidalgo, la Corregidora, Allende y Leona Vicario, la soberanía popular, los presos y desaparecidos políticos y héroes que a lo largo de la historia han luchado por cambiar las condiciones de miseria!”, “¡Muera el mal gobierno!” y “¡Viva nuestra Presidencia Legítima!”, en clara referencia a Andrés Manuel López Obrador, del PRD.  Después, la senadora consultó a los congregados y decidieron marcharse sin esperar el grito del presidente de la república Felipe Calderón.

Por su parte, Marcelo Ebrard, alcalde de Ciudad de México y miembro del PRD, hizo su ceremonia. No dio el grito ni dijo “¡Viva México!”, pero lanzó un mensaje que proclamó libertad e igualdad para la capital del país.

No hubo incidentes de orden público, como en un principio se había temido, entre otras cosas, gracias al despliegue de 1.500 policías 

En 2008, se mantuvo la Ceremonia en tres fiestas distintas, y en cada una de ellas, se condicionó el derecho de admisión a la militancia partidista. El jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, el líder opositor Andrés Manuel López Obrador, y el presidente Felipe Calderón realizaron sus respectivas ceremonias del Grito de Independencia, pero en horarios diferentes.

Por primera vez en la historia del país, Andrés Manuel López Obrador, sin cargo público formal, dio el “Verdadero Grito de Independencia, el grito legítimo de los libres y los pobres, al nivel del pueblo, en la plancha del zócalo capitalino”.

En el año 2009, el presidente Felipe Calderón cumplió con el tradicional Grito de independencia, frente a una multitud reunida en el Zócalo capitalino.  Calderón encabezó la ceremonia desde Palacio Nacional, en la cual además de mencionar a los héroes de esa gesta, lanzó vivas al Bicentenario de la Independencia y al Centenario de la Revolución.  En la celebración por el 199 Aniversario del inicio de la Independencia, el mandatario tocó cuatro veces la Campana de Dolores

En esta ocasión, el llamado Grito de los Libres, abandonó la plaza del Zócalo y se dio en el conocido monumento de la capital mexicana, ‘Hemiciclo a Juárez’. La ceremonia estuvo encabezada por Andrés Manuel López Obrador y se convirtió en un acto de apoyo a Clara Brugada (PRD) y de exigencia a Rafael Acosta, Juanito, del PT, elegido delegado de Iztapalapa, en el Distrito Federal de México, para que entregue esa delegación a Clara Brugada, cosa que hizo efectiva el día 11 de diciembre de 2009.  El grito que estuvo a cargo de esta última quien tomó la bandera, lanzó vivas a los héroes que nos dieron Patria y grito un “¡Abajo el gobierno usurpador!”


UNA FIESTA QUE YA NO LO ES Y QUIZÁS VUELVA A SERLO

Antaño, el día de la Independencia Nacional Mexicana se celebraba el 27 de septiembre, pues en dicha fecha de 1821 entró en la Ciudad de México el Ejército Trigarante de Agustín de Iturbide. Sólo entonces terminó la Guerra de Independencia, y sólo entonces el país asumió oficialmente el nombre de México y empezó a utilizar la bandera tricolor como símbolo nacional.

En un principio se celebraban como fiestas tanto el día 16 (Grito de Dolores) como el 27 de septiembre (Independencia). Después se politizaron dichas fechas. Los conservadores prefirieron el 27, pues el final de la guerra fue consecuencia de la habilidad negociadora, la sensatez, la armonía y el consenso.  Los liberales asumieron el 16, por lo que tuvo de bravura,  insurgencia innegociable ante la Independencia y preludio de una revolución (que tardó más de un siglo en llegar). Cuando los liberales se impusieron a los conservadores a mediados del s. XIX, la fiesta del 27 de septiembre fue suprimida. Posteriormente, en tiempos de Porfirio Díaz, la conmemoración del Grito de Dolores fue adelantada a la noche 15 de septiembre (aunque el día 16 siguió siendo fiesta) por el doble motivo de comodidad horaria y para hacerla coincidir con el cumpleaños del dictador.


ANTECEDENTES HISTÓRICOS DEL GRITO DE DOLORES

Como es bien conocido por todos, el tratado de Fontainebleau permitió la presencia de tropas napoleónicas en España con el objetivo de controlar a Portugal, aliado de Inglaterra. Para facilitar la huida de los reyes a América en caso de necesidad, Godoy trasladó la corte a Aranjuez. El Motín de Aranjuez (18 de marzo de 1808) trajo consigo la detención de Godoy y la coronación de Fernando VII tras la abdicación obligada y precipitada de Carlos IV. Tras ello llegaron las bochornosas abdicaciones de Bayona, por las cuales Carlos IV y Fernando VII cedieron la corona hispana a Napoleón y éste, a su vez, a su hermano José Bonaparte. La familia real española fue internada en Francia.

Como consecuencia, en cada región de España se constituyó una Junta (acto justificado en la época por la teoría escolástica del jesuita Francisco Suárez sobre la soberanía, que revierte al pueblo en caso de que el rey no pueda hacer uso legítimo de la misma). Pero cuando estas Juntas fueron sustituidas por una Junta Central, la reacción de los españoles americanos fue diferente de la de los peninsulares, pues asumieron que esta nueva Junta no tenía poder legítimo al no estar representados los intereses de las colonias. Finalmente, la crisis se generalizó en América en 1810, motivada por la noticia de la ocupación de toda la Península por Napoleón: el miedo a que los franceses se adueñaran de Hispanoamérica hizo crecer el sentimiento separatista. 

El Virreinato de Nueva España no fue la excepción.  El deseo de crear una Junta que gobernara el Virreinato en ausencia de Fernando VII provocó varios intentos frustrados, como el del Ayuntamiento de México y la Conjura de Valladolid (actual Morelia).


CÓMO SE REALIZÓ EL GRITO DE DOLORES

La Conspiración de Querétaro fue más efectiva que las anteriores. Estaba organizada por el corregidor de la ciudad, Miguel Domínguez, por su esposa, Josefa Ortiz de Domínguez, y por los capitanes Ignacio Allende y Juan Aldama, entre otros. Allende convenció a Miguel Hidalgo, sacerdote del poblado de Dolores (Guanajuato), que contaba con influyentes amistades, para que dirigiera el movimiento.

A primeros de septiembre de 1810 arribó a Veracruz el nuevo virrey, que recibió información acerca de dicha conspiración. Inmediatamente ordenó una investigación y el 11 de septiembre se realizó una redada en Querétaro que logró arrestar a algunos implicados. La corregidora, alarmada, consiguió enviar un mensaje a Hidalgo.

En la noche del 15 de septiembre, Ignacio Allende y, algo después, Juan Aldama arribaron a la casa sacerdotal del poblado de Dolores, donde Miguel Hidalgo se hallaba con otras personas. Se reunieron y, mientras tomaban chocolate, conocieron las nuevas noticias. Allí decidieron lanzarse a la lucha armada antes de que los “gachupines” (españoles peninsulares) destruyeran sus planes. Hidalgo ordenó a varios de los presentes que, de inmediato, detuvieran y llevaran a la cárcel a todos los gachupines que hubiera en el poblado. Eran casi las cinco de la mañana cuando Hidalgo y Allende salieron a la calle y observaron que ya todo estaba tranquilo.

Al amanecer el siguiente día, domingo 16 de septiembre, tal y como era costumbre empezó a llegar la gente a la iglesia para escuchar la primera misa de la mañana. Como pasara un gran rato sin llamada, empezó la gente a preguntarse el motivo de aquella tardanza. No faltó quien les informara de que pudiera ser que no hubiera misa, porque Miguel Hidalgo había mandado aprehender a todos los gachupines la noche anterior. En este estado de incertidumbre se acercaron al frente de la casa del sacerdote. Salió éste al zaguán y dijo: “Mis amigos y compatriotas…”

Si bien no podemos estar seguros del texto exacto de la alocución de Hidalgo (porque fue improvisado y porque es difícil recordar con precisión tal información cuando se escriben los recuerdos muchos años después), sí conocemos con rigor el que llevaban sus banderas poco después. Así, nos indica el historiador Lucas Alamán: “La religión pues hacía el papel principal, y como la imagen de Guadalupe es el objeto preferente del culto de los mejicanos,  la inscripción que se puso en las banderas de la revolución fue: Viva la religión. Viva nuestra madre santísima de Guadalupe. Viva Fernando VII. Viva la América y muera el mal gobierno.”

Es, pues, muy de destacar, que el primer mensaje de los sublevados no fue una demanda de independencia de la corona hispana, sino el rechazo a la cautividad del soberano legítimo, el rechazo a la invasión francesa de la metrópoli y al desgobierno que provocaba, y la manifestación de la profunda catolicidad religiosa del Virreinato, que la veían amenazada por el laicismo de la Revolución Francesa. No obstante, si bien al principio reivindicó la soberanía de Fernando VII sobre España y sus colonias, con el paso del tiempo fue adquiriendo matices independentistas, republicanos y de reforma social.


LA CAMPAÑA MILITAR DE MIGUEL HIDALGO TRAS EL GRITO DE DOLORES

La campaña militar de Hidalgo tuvo un comienzo arrollador, pero pronto perdió su empuje cuando, superada la sorpresa inicial, las tropas virreinales se reorganizaron. Miguel Hidalgo, que tantas virtudes tenía como líder carismático y como orador, se mostró carente de dotes militares. Muchas de sus victorias, conseguidas meramente por disponer de aplastante superioridad numérica, fueron seguidas por matanzas innecesarias de peninsulares que resultaron contraproducentes para su causa. Tras renunciar a conquistar la ciudad de México, por motivos no bien aclarados, empezó a perder rápidamente todo el territorio conquistado.

Tras la pérdida de Guadalajara, sus propios capitanes le quitaron el mando militar. Y, poco después, traicionado por un doble agente (febrero de 1811), fue hecho prisionero y llevado a la intendencia de Chihuahua, donde fue juzgado, degradado de su condición sacerdotal y fusilado. Su cabeza, introducida en una pequeña jaula, fue exhibida públicamente durante diez años en la Alhóndiga de Granaditas (Guanajuato), lugar de la primera matanza. Desde 1925, el cuerpo de Miguel Hidalgo reposa en el Ángel de la Independencia, en Ciudad de México. En 1868 fue creado en su honor el Estado de Hidalgo.


EVOLUCIÓN DE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA MEXICANA TRAS LA MUERTE DE HIDALGO

Tras la muerte de Hidalgo fue José María Morelos, también sacerdote, quien continuó el levantamiento. En el Congreso de Chilpancingo declaró la independencia de la América Mexicana, si bien su derrota en 1815 redujo el movimiento a una guerra de guerrillas. Hacia 1820, sólo quedaban algunos núcleos rebeldes, sobre todo en la sierra Madre del Sur y en Veracruz. A causa de la instauración en la Península de un gobierno liberal en 1820 (tras el levantamiento de Riego), fue precisamente la sociedad conservadora mexicana la que, temerosa de las consecuencias que pudiera traer la revolución liberal peninsular, presionó a Agustín de Iturbide, responsable hasta entonces del mando victorioso del ejército monárquico en el Virreinato de Nueva España, para que favoreciera una independencia que respetara la forma de vida tradicional del país. Iturbide pactó alianzas con casi todas las facciones (incluyendo al gobierno virreinal, con los Tratados de Córdoba) y, con la entrada en la capital de su Ejército Trigarante (religión católica, independencia, unión de todos), consumó la independencia de México el 27 de septiembre de 1821. España no la reconoció formalmente hasta diciembre de 1836 y, de hecho, intentó reconquistar el país sin éxito.

México pasó a ser una efímera monarquía constitucional católica llamada Imperio Mexicano. Finalmente fue disuelto en 1823, cuando después de varios enfrentamientos internos y la separación de Centroamérica, se convirtió en una república federal. La revolución política y social, que de alguna manera también era reivindicada por Hidalgo, hubo de esperar casi cien años para triunfar.


LA CAMPANA DE DOLORES O CAMPANA DE LA INDEPENDENCIA

La célebre Campana de Dolores, aquélla que según la tradición hubo tañido Miguel Hidalgo la madrugada del domingo 16 de septiembre de 1810, fue fundida el 22 de julio de 1768 y está dedicada a San Joseph (ambos datos están grabados en la campana). Por tal motivo, se la conocía como el “Esquilón de San José”. Es preciso recordar que San José era en aquella época el patrono del virreinato de Nueva España.

En la fundición de la Campana de Dolores fue empleada una aleación de 90% de cobre, 9,7% de estaño y 0,3% de plata con huellas de oro. Pesa 150 kilogramos. El Bronce tiene 106 centímetros en el diámetro mayor y 77 centímetros de altura. El anillo inferior, llamado pata o reborde, que es donde golpea el badajo (de hierro forjado), mide 11 centímetros de espesor. El motivo decorativo de la Campana consiste en varias flores en realce colocadas en su mayoría en forma rombal y que provocan una cruz.

La Campana, como se aprecia desde hace casi un siglo por los testimonios gráficos que existen, conserva hasta la fecha un contrapeso de madera de encino que era empleado para echarla al vuelo a la vez que le sirve de sostén. Se desconoce el año en que fue adaptado al Esquilón, ya que en el arco donde estuvo colocada aún existe una viga de madera de mezquite para ser suspendida directamente.

Las conmemoraciones del Aniversario del Grito de Dolores se celebraron de manera oficial hasta 1886 en escenarios cerrados en la Capital de la República. En 1887, el regidor de festividades del Ayuntamiento tuvo la idea de celebrar por primera vez tal acto en el balcón central del Palacio Nacional y así integrar al pueblo a la celebración en la Plaza de la Constitución, lo que se hizo el 15 de septiembre del año referido, con la intervención del Presidente Porfirio Díaz. Precisamente para este acontecimiento se requería la Campana de Dolores, pero no pudo llegar por una razón importante: desde Dolores Hidalgo se comunicó que la Campana de la Independencia ya no existía porque se había fundido varias veces.

Comprobado que todo era un ardid para evitar el traslado, éste finalmente se realizó en 1896. El trayecto fue insólito ya que miles de personas de todas las clases sociales se reunieron para presenciar este hecho histórico. (Por aquellos años, el vecino país del norte estaba exhibiendo en diversas ciudades la “Liberty Bell”, y se dice que tuvo una influencia decisiva en esta exaltación mexicana de su propia Campana de la Independencia.)  El 14 de septiembre quedó instalada en un nicho especial situado encima del balcón central del Palacio Nacional de la Ciudad de México.

El Presidente Porfirio Díaz, a quien se debió la decisión de trasladar el Esquilón, aceptó el cargo de cuidar la preciada reliquia de la Campana, que cada año sería tocada para recordar el Grito de Dolores y la Independencia de México. Al día siguiente, 15 de septiembre, le correspondió la gran distinción de tocar por primera vez la Campana de Dolores en el Zócalo capitalino.

En palabras de José Ortiz Monasterio; “Es bonito pensar que cuando a las 11 de la noche de cada 15 de septiembre, el señor Presidente en tuno toca esa Campana oímos el mismo sonido que oyó Hidalgo y los que le siguieron en la aventura que fue la Independencia de México."  No obstante, es preciso recordar que, aunque la tradición quiere creer que Miguel Hidalgo convocó al pueblo de Dolores la madrugada del 16 de septiembre de 1810 tocando el “esquilón de San José”, Pedro García y Pedro José Sotelo, que fueron soldados de Miguel Hidalgo, indican en sus memorias que no hubo tañido alguno aquel domingo 16 de septiembre, y que la gente acudió allí sencillamente porque iba a la primera misa de la mañana por costumbre, como lo hacía todas las semanas. 

 

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