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LAS PENSIONES Y EL SISTEMA FISCAL.

Las pensiones están de moda. Todos los agentes sociales y políticos dan por sentado el ataque de la derecha política española al sistema de pensiones públicas, del que las últimas y raquíticas subidas son un ejemplo. El sistema público español de pensiones está basado en la solidaridad intergeneracional (las cotizaciones de los trabajadores de hoy pagan las pensiones de hoy) y la derecha política quiere que emigre hacia los fondos de pensiones y la banca. Hace unos días hubo manifestaciones masivas en Barcelona y Madrid. Anteriormente en Bilbao y otras muchas ciudades españolas. Los políticos creen haber encontrado un boquete para hacer cambiar de idea a muchos votantes tradicionales del PP. El partido del Gobierno y el propio Gobierno están nerviosos. Los sindicatos mayoritarios y de clase también se han sumado al carro. Es evidente que los sindicatos de clase prefieren un Gobierno a la izquierda que a la derecha. Pero no todo son dolores de cabeza para el Gobierno.

El número dos del FMI, David Lipton, exasesor de Obama y alto cargo del Tesoro Americano con Clinton, ha pasado por España y ha hecho algunas alabanzas al Gobierno. Aunque el camino ha sido “doloroso”, se ha avanzado mucho. Pero se trata de un “proyecto inacabado”, ha dicho. En su opinión España debe concentrarse en dos tareas todavía incompletas. Una es la “consolidación fiscal”. La otra es crear un mercado laboral “lo suficientemente flexible…, mejorando la productividad”. “La fuerza laboral no se utiliza de la forma más eficiente. Todavía hay demasiados parados y abunda el empleo sumergido y temporal. Un mercado laboral flexible representa la mejor manera de responder a cambios tecnológicos, que traerán oportunidades pero también disrupciones”. Reducir el empleo “sumergido y temporal” es algo que agrada a los sindicatos, pero incrementar la “flexibilidad laboral” les enfurece. ¡El FMI y sus dirigentes siempre nadando entre dos aguas!. ¡Palo y zanahoria!

En cuanto a la “consolidación fiscal”, Lipton no explica en qué consiste. Sólo afirma que “España necesita más medidas fiscales para cumplir con sus compromisos, y el compromiso adquirido es bajar el déficit estructural a cero en unos pocos años, y debería cumplirlo”. ¿Significa eso más impuestos o más recortes sociales?. ¿Es éso lo que espera el FMI del Gobierno español, sea éste de izquierdas o derechas?. Si al problema de las pensiones añadimos el problema de la corrupción y el problema territorial en Cataluña, la situación se complica para el Gobierno. Sobre la corrupción, el escritor checo, Iván Klima, ha realizado un diagnóstico sorprendente. Considera que “un país que vive 40 años bajo una dictadura, tiene una pérdida colectiva de honestidad”. ¿Y si resultara cierto que estamos pagando hoy el pecado de 40 años de dictadura franquista?. En cuanto al problema territorial se ha enquistado y parece no tener salida ni judicial ni política. A los independentistas catalanes les viene bien el enquistamiento.

El problema de las pensiones tiene que ver con los ingresos y el sistema fiscal. David Lipton tiene razón cuando afirma que “nada es gratis. Si se hace peligrar la sostenibilidad del sistema, alguien tendrá que pagar”. Lipton está pensando en que lo pague la reducción de empleo y la pérdida de competitividad de la economía española. En su opinión, “tras las últimas reformas, el sistema es ahora sostenible a largo plazo. Pero eso no significa que todos estén contentos con él”. Obviamente los primeros que no lo están son los pensionistas españoles, que cuestionan la reforma del Gobierno y exigen blindar el sistema de pensiones en la Constitución y recuperar el poder adquisitivo perdido.

Ya lo dijo el Secretario de Estado de Presupuestos, Alberto Nadal, hace unos días: “Si la economía sigue creciendo volveremos a subir la pensiones”. El Gobierno del PP ha introducido un nuevo parámetro económico al que vincular las decisiones de política-económica: El crecimiento económico en forma de productividad. Hasta ahora el parámetro económico de referencia era la inflación. Las rentas de los ciudadanos se vinculaban a la evolución de los precios. En adelante y según el Gobierno, las rentas se deben vincular a la evolución del crecimiento de la producción y del PIB. El Gobierno está satisfecho con este descubrimiento, aunque hace muy poco para que cuando aumentemos nuestro crecimiento, todos se beneficien de él porque todo el mundo ha puesto su grano de arena. Eso significa reconocer el papel del Estado en la distribución del crecimiento y la riqueza. ¿Será verdad, este tipo de preocupación en un Gobierno español de derechas?.

Yo mantengo mis dudas tanto sobre el crecimiento como sobre la distribución. Respecto al crecimiento pienso que el crecimiento económico infinito no existe. Nada es infinito en este mundo finito y de recursos limitados. Nadie crece continua e indefinidamente. ¿Por qué han de hacerlo la economía y la productividad?. Respecto a la distribución de la riqueza, ese objetivo lo considero más propio de la izquierda política que de la derecha, pero no me molesta en absoluto que la derecha también se preocupe por la distribución, como tampoco me molesta que la izquierda se preocupe por el mercado. En mi opinión Mercado y Estado tienen virtudes que los humanos deberíamos aprovechar en beneficio de todos, en lugar de empeñarnos en enfrentarlos uno contra otro, como venimos haciendo durante los últimos siglos. Que la izquierda asuma la libertad de Mercado como el mejor instrumento para crear riqueza y que la derecha asuma el Estado como el mejor instrumento para distribuir la riqueza creada, es lo que llamo política mestiza. ¡Debería practicarse más!.

Pero volvamos a las pensiones y el sistema fiscal. El Secretario de Estado de Presupuestos lo tiene claro: “Lo que sostiene el sistema de pensiones son los millones de trabajadores que cotizan y las empresas que cotizan por ellos”. Pero debería tener igual de claro que si las bases de cotización disminuyen - salarios a la baja y masa salarial cada vez más reducida – no habrá ingresos suficientes para pagar las pensiones. ¿Qué hacer?. Los políticos más espabilados están proponiendo que las pensiones se paguen con impuestos, pero esa no es una solución sostenible sin reformar el sistema fiscal. ¿Por qué? Porque las bases impositivas de los impuestos actuales están avocadas a disminuir o incluso desaparecer.

Me explico. El sistema fiscal actual descansa en tres grandes impuestos: dos provenientes de las rentas (IRPF y sociedades) y uno proveniente del consumo (IVA). Los impuestos provenientes de las rentas están amenazados. Las rentas de trabajo están amenazadas por la tecnología. En poco tiempo las máquinas y la inteligencia artificial desplazarán al humano de la mayoría de los trabajos. Las rentas de las sociedades están amenazadas por los paraísos fiscales. ¿Por qué tener la sede en un país con impuestos, cuando puedes tenerla en cualquier paraíso fiscal?. Las grandes empresas tecnológicas ya están probando esta estrategia.

Si además de atender las pensiones, el sistema fiscal actual tiene que atender la educación, la sanidad, la ley de dependencia y la renta básica universal, ¿podrá hacerlo?. Me temo que no da para tanto. ¿Y si reformamos el sistema impositivo o sacrificamos algo?. La izquierda política prefiere la reforma fiscal mientras la derecha prefiere sacrificar los servicios públicos y liquidar las ayudas directas a los ciudadanos. ¿No existen posibilidades de entendimiento?. De nuevo aparece la necesidad de la política mestiza. Para mayor dificultad, los académicos y los economistas están divididos. El académico Julio Carabaña publica en El País del 9 de abril un artículo calificando a los pensionistas de egoístas y demagogos. Aporta un argumento poderoso: compara las rentas medias de los pensionistas (mayores de 64 años) con las rentas medias de los activos (entre 16 y 64 años). Utiliza las estadísticas de Eurostat y concluye que, por primera vez en 2015, la renta media de los pensionistas se ha situado por encima de la renta media del resto de la población activa. Para 2015 las cifras exactas son 16.086 euros por cada mayor de 64 años y 15.842 por cada persona entre 16 y 64 años.

Sólo tengo un reproche que hacer al académico Carabaña: en ningún lugar de su artículo manifiesta explícitamente que habla de los pensionistas europeos, aunque se puede colegir de las estadísticas que maneja. Pero puesto que califica a los pensionistas de egoístas y demagogos (se infiere que a los españoles que “llenan las grandes avenidas”), hubiera quedado mucho más elegante explicitar los colectivos a los que se refiere. Claro que si lo hace, alienta el localismo nacionalista y el antieuropeismo, pero puesto que yo me declaro abiertamente europeo, demando que la UE de Macron-Merkel se ocupe también de los pensionistas y de la Europa social.

Para hacerlo la UE tiene que tener un sistema fiscal armonizado. No puede ser que algunos territorios de la propia UE operen como paraísos fiscalescompitiendo por atraer sedes empresariales. Puesto que hay que armonizar debe aprovecharse la ocasión para hacer una reforma fiscal profunda y cambiar las bases impositivas. ¿Cuáles?. Hay que buscar entre aquellas que generan mayor productividad y plusvalías, que son precisamente las que amenazan las actuales bases de las rentas de las personas físicas y de los beneficios empresariales: máquinas, capitales financieros personales, paraísos fiscales y patrimonio. El político o grupo político europeo que se atreva a abordar una reforma fiscal de este calado, le costará la vida pero será venerado y recordado por los siglos de los siglos. Esto es más que la “consolidación fiscal” de la que habla David Lipton. Sería la “revolución fiscal” que espera la ciudadanía. ¿Alguien de la Política se atreve?.

José Ángel Suárez González.

Alcobendas, 17 de abril de 2018.

 

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