Suscribirse

QUÉ NOS JUGAMOS EL 28 DE ABRIL.

El 28A elegiremos el Gobierno de España para los próximos cuatro años. Es mucho. Pero ¿sólo nos jugamos el Gobierno de España?.

A mi parecer nos jugamos mucho más que el Gobierno. Yo veo al menos dos enfoques que han polarizado la campaña electoral. El enfoque “territorio” y el enfoque “modelo de sociedad”. Para algunos lo más importante es el “territorio” y entorno a él han contruido el discurso político. Pero un “territorio” sin una sociedad que lo habite no es nada. Es un espacio vacío. Por eso para mí lo más importante es la sociedad y las personas que la forman. Es evidente que ambas realidades están relacionadas, pues toda sociedad necesita un territorio para asentarse y vivir. La cuestión que nos interpela es: ¿qué es lo más importante el territorio o la sociedad?. Yo lo tengo claro: La sociedad y las personas son lo más importante y trascendente. El territorio es sólo un medio para vivir.

Pero, ¿Qué sociedad queremos?. La pregunta nos impulsa a relativizar el “territorio” y a centrarnos en el “modelo de sociedad”. Cada persona tiene su “modelo de sociedad” en la cabeza y el sentimiento, pero hay algo en lo que creo que todos estamos de acuerdo. Es mejor una sociedad regida por la ley humana que por la ley de la selva. Es mejor una ley democrática que una ley dictatorial. Es mejor una sociedad igualitaria y solidaria donde la riqueza y el trabajo estén bien distribuidos, que una sociedad con grandes diferencias en la riqueza y el trabajo. Es mejor una sociedad en la que sus miembrosrespeten su diversidad de opiniones y convivan pacíficamente que una sociedad intolerante, agresiva y violenta.

Soy una persona anciana que ya ha recorrido la mayor parte de la vida. No soy para nada un revolucionario. Prefiero la evolución paso a paso. Pero la experiencia de la vida me ha enseñado que los hechos históricos son importantes. He analizado la revolución francesa del siglo XVIII, y aunque sin duda se cometieron excesos, su lema todavía me parece válido para nuestras sociedades modernas y pendiente de implantar: “legalidad, igualdad, fraternidad”. Lo que he explicado sobre la mejor sociedad posible me lleva a aplicar ese lema a mi modelo de sociedad. Insisto. Me parece mejor una sociedad regida por la ley democrática que por la arbitrariedad de unos pocos, una sociedad preocupada por la igualdad que una sociedad con diferenciasexcesivas, una sociedad respetuosa y tolerante que una sociedad excluyente y violenta.

Puede que sea un idealista utópico, pero sin los idealistas utópicos probablemente la sociedad humana nunca hubiera progresado. Espero y deseo que la bondad de las personas predomine sobre la maldad, y la buena política sobre la mala. La vida me ha enseñado que esos objetivos no son nada fáciles de alcanzar. Para lograrlos es necesario esforzarse. Los políticos por su parte y cada uno de nosotros por la nuestra.

A pesar de los buenos deseos e ideales utópicos, ¿qué hacer si una sociedad implantada en un territorio determinado se empeña en separarse del Estado del que forma parte?. En ese caso hay que consultar a las dos partes: a la sociedad que quiere separarse y a la que no quiere que se separen. Previamente a la consulta, los políticos y sus partidos tienen que acordar una mayoría cualificada de votantes y un nivel de abstención para dar por válida la consulta. Es evidente que para una cuestión de tanta importancia no basta una mayoría simple, ni un porcentaje bajo de participación. Por eso que no entiendo el énfasis del PSOE en rechazar la consulta salvo que se trate de una estrategia preestablecida para negociar el porcentaje de mayoría cualificada y el nivel de abstención.

La consulta es inevitable, porque la alternativa a la consulta es el uso de la fuerza y la violencia, y la sociedad que utiliza esos mecanismos es una sociedad enferma y poco democrática. ¿Y qué hacemos, si después de la consulta, la población del territorio que se quiere separar vota en un sentido y la población del territorio que no se quiere separaren el contrario?. Ese caso hay que preverlo con anterioridad y los políticos y sus partidos deben de acordar además de la mayoría cualificada y el nivel de participación cuáles son los porcentajes que prevalecerán, pues es casi imposible que todos los porcentajes coincidan.

 

José Ángel Suárez.

Alcobendas, 27 de abril de 2019

 

Canción Destacada

Opinion

Diseñado por:
Jaitek