Hace unas semanas (exactamente el pasado 26 de abril) se reunieron en la biblioteca de la Fundación Ortega-Marañón (calle Fortuny, 53) un grupo de personas “raras”, teniendo por tales a aquellas que en tiempos de degradación “ética y estética”, gustan del estudio y de la investigación, para rendir homenaje a la figura intelectual y humana de don Juan Marichal, uno de los grandes ensayistas españoles del siglo XX, fallecido en agosto de 2010.
El motivo era la presentación de un libro “Testimonio de un isleño. Juan Marichal”, editado por el Gobierno de Canarias y entre los “raros” reconocibles vimos a José Luis Abellán (“Historia crítica del pensamiento español”), José Varela Ortega (“Los amigos políticos”), Vicente Verdú (“El capitalismo funeral”), el catedrático de Derecho penal y ex juez del Tribunal Supremo, Enrique Bacigalupo y otros amigos y discípulos del autor de “El secreto de España”.
En la mesa, presidida por el director general de la Fundación Jesús Sánchez Lambás, estaban el periodista Juan Cruz, el catedrático e historiador Angel Viñas, la autora de la edición, biografía y cronología del libro presentado, Julia Cela, y la Consejera de Educación, Universidades, Cultura y Deporte, Milagros Luis Brito, que ha editado la obra y a quien desde aquí agradezco el obsequio de un ejemplar de este libro.
En el trascurso del acto, los oradores glosaron algunos rasgos definidores de la personalidad humana e intelectual de Marichal y contaron varias anécdotas de sus contactos con el maestro.
Jesus Sánchez Lambás se refirió, como rasgos de la personalidad del homnejeado, a su carácter discreto, prudente, fino y elegante y le situó como historiador a la altura de un Jover o de un Artola.
Juan Cruz, tinerfeño como Marichal, a quien conoció a finales de los 60, recordó como en los últimos años de su vida, ya con la mente sumida en sombras, se animaba repentinamente cuando le evocaba las arenas de la playa de El Médano en Granadilla y recordó que su lema en la vida fue aprender (“pasó la vida aprendiendo y trasmitiendo su saber”).
El profesor Viñas señaló su mutua admiración por la figura de Negrín y contó un detalle estremecedor: cuando Marichal volvió a España ya jubilado como catedrático en la Universidad de Harvard, Viñas, entonces director general de Universidades, intentó que alguna Universidad española le ofreciera una cátedra extraordinaria dotada por el Ministerio, pero ninguna se hizo eco de esta propuesta, ni para Marichal ni para Tuñón de Lara, otro ilustre catedrático proveniente del exilio.
Julia Cela, “alumna,admiradora y seguidora del maestro Marichal”, contó como había surgido la idea de escribir una biografía de Marichal, siendo este ya octogenario, tomando como base sus recuerdos desgranados en conversaciones grabadas en magnetofón en el salón de su domicilio madrileño de la calle Caracas nº 15.
Por última, la Consejera del Gobierno de Canarias, Milagros Luis Brito hizo alusión a los valores de tinerfeño universal del biografiado y al lugar que ocupa como primer historiador del ensayo español.
Con posterioridad al acto he leído con verdadero placer la biografía del maestro, escrita por Julia Cela. Destaca la biógrafa como rasgos de la personalidad de Marichal, su bondad, sencillez, buena educación, adquirida desde la infancia, su respeto hacia el otro y su elegancia de maneras en el trato diario con los demás, pareja a su elegancia en el vestir, rasgos todos ellos propios de un verdadero intelectual, destacando sobre los demás su ansia de saber, de aprender algo nuevo todos los días, lo que le llevó, desde muy joven, a plasmar todas esas inquietudes en una gran obra que como dijo la hispanista, de origen lituano, Biruté Ciplijuskaité “ha sabido unir la filosofía y la historia, aplicándolas a la literatura para conseguir una visión integral”.
No se si la biografía de Marichal, escrita desde el respeto (siempre le llama don Juan, lo mismo que algunos llamaban a Azaña don Manuel) y el cariño, será la definitiva o no. Abunda en informaciones de tipo académico y pasa rozando por aspectos mas personales e íntimos de su vida como corresponde a la personalidad discreta del biografiado. No obstante alguna cosa revela que al maestro quizás le hubiera gustado ocultar, como sus desvelos para que restituyeran a sus cátedras a los profesores expulsados por el el franquismo de la Universidad española, Tierno Galván o Aranguren1, utilizando sus contactos con catedráticos norteamericanos influyentes en los ambientes políticos. Creo que es una biografía suficiente (no una minibiografía, como la calificó Viñas), ilustrada, en el plano mas humano, con fotografías personales y familiares del fondo fotográfico de su hijo Carlos Marichal, en las que aparece Juan Marichal de niño y de joven, en escenas familiares con su mujer Solita Salinas con quien formó “una de las parejas mas compenetradas que hayamos conocido”, con sus hijos, Carlos y Miguel, su suegro, el poeta Pedro Salinas, ambos se profesaban mutua admiración que en el caso de don Juan era verdadera veneración, con su cuñado Jaime Salinas....
El libro se completa con una serie de textos de Marichal relacionados con Canarias, unos de carácter autobiográfico, otros sobre Canarias o acerca de personalidades canarias, algunos ya publicados en libros y revistas, otros inéditos. Entre estos últimos los que mas me han interesado son los dos siguientes: el titulado “Canarias y la universalización de la cultura hispánica”2 en el que alerta del riesgo para las autonomías “uno de los logros institucionales y políticos mas firmes de la restaurada democracia española”, de la particularización (descentralización) de la cultura y advierte sagazmente: “La universalización de la cultura española está todavía por completarse, y no se logrará mientras no haya españoles que dediquen sus vidas al estudio de otras culturas, como los hispanistas que trabajan sobre España”. El otro es un texto sobre Galdós “Para Canarias, Galdós hoy”3 en el que subraya la significación del Galdós liberal como antecesor de los escritores españoles que hicieron de sus vidas y de sus obras una lucha constante por la libertad política y espiritual.
Juan Marichal fue uno de los intelectuales que mas han contribuido al conocimiento del pensamiento de habla hispana. Los españoles que éramos jóvenes en los años 60 y 70 le debemos el descubrimiento de don Manuel Azaña, en los cuatro tomos de la Editorial Oasis “ya muy difíciles de localizar” que, afortunadamente en mi caso, poseo y ocupan lugar preferente en mi biblioteca, al igual que varias de las obras de don Juan con dedicatoria autógrafa, regaladas por una buena amiga.
No tuve el honor y la satisfacción de conocer personalmente a don Juan Marichal, pero he podido disfrutar, y sigo, del placer de la lectura de sus obras (los libros nunca mueren), escritas en un estilo claro y preciso, “con voluntad de estilo”, fundamentales para la historia del pensamiento español y e imprescindibles para entendernos entre nosotros en la complicada hora actual de España.
1La autora cita también a Morodo, pero debe tratarse de un error, pues si no estoy equivocado, Raúl Morodo no fue catedrático de Derecho político y Constitucional hasta 1976, ya muerto Franco.
2Conferencia pronunciada en el Congreso de Cultura de Canarias el 10 de noviembre de 1986.
3Conferencia leída en Las Palmas de Gran Canaria el 5 de marzo de 1990