En las entradas precedentes hemos venido introduciendo los conceptos de moneda Macuquina, cuáles son las características que la definen, cuáles son los criterios que se pueden emplear para su valoración, cuál es la rareza relativa de las diferentes Cecas que acuñaron este tipo de moneda, cuáles fueron los Ensayadores mas caracterizados de cada una de las Cecas peninsulares, cuáles son las publicaciones de mayor interés donde podemos encontrar información sobre estas monedas, cuál ha sido la evolución de los precios de las Macuquinas a lo largo de los últimos 50 años y cuáles han sido las ventas públicas mas significativas en la que los 4 Reales peninsulares han sido ofrecidos.
Precisamente a la par que aportamos información sobre todos estos aspectos, hemos ido analizando un tipo particular de piezas Macuquinas como los 4 Reales peninsulares de mas fácil accesibilidad, en especial las emisiones de Sevilla y Toledo, para el coleccionista medio. De esta manera a través del estudio de piezas concretas hemos tenido ocasión de aplicar de forma práctica la información suministrada sobre los aspectos enumerados anteriormente.
Las monedas producidas en un país y una época determinada son producto de las circunstancias por las que atravesaba un país durante un cierto periodo de tiempo. Esto se refiere no solo a lo que los estudiosos llaman la metrología, ésto es el peso y la cantidad de metal precioso que viene asociada a la moneda, así como los diseños empleados, los procedimientos de fabricación y las disposiciones que regulaban la emisión y la admisión de las monedas con expresión de su valor liberatorio para efectuar pagos y consignar derechos y obligaciones en los contratos mercantiles.
Por ello, si tenemos como aspiración el llegar realmente a amar a las monedas, lo que nos retribuirá sobradamente el sacrificio de coleccionarla, debemos tener los elementos necesarios para apreciar las monedas en su contexto, lo que exige un conocimiento siguiera somero de los hechos mas significativos que tuvieron lugar en su país de emisión durante el tiempo en que éstas estuvieron circulando es decir entregadas y recibidas como medio de pago. Esta contextualización de las monedas la realizábamos en nuestro volumen sobre El Valor de los Sestercios a través de una breve síntesis de las circunstancias mas sobresalientes que jalonaron el reinado de cada emperador, haciendo especial hincapié en aquellas que tuvieron una influencia mas importante en la producción y en el diseño de los Sestercios.
La emisión de moneda Macuquina tiene lugar en España para las denominaciones superiores al Real, en los siglos XVI al XVIII, centrándose la producción por lo que respecta a las Cecas peninsulares en los reinados de Carlos I, Felipe II, Felipe III y Carlos II, ésto es durante el asiento de la Casa de Austria en la Monarquía Hispánica. Con posterioridad a Carlos II solo se acuñaron a martillo en tiempos de la Casa de Borbón contados ejemplares de Felipe V en Madrid y Sevilla en los primeros años del siglo XVIII, siendo el resto de las Macuquinas acuñadas por Fernando VI y Carlos III solamente en las Cecas Hispanoamericanas, principalmente Méjico hasta 1733, Lima hasta 1751 y Potosí hasta 1773.
De esta manera, el análisis del resto de las monedas Macuquinas divisionarias a las que pasaremos revista en estas páginas en las entradas 71 a 80, irá precedido de reflexiones sobre la evolución de las circunstancias por la que atravesó el Imperio Español en esta época, especialmente en los siglos XVI y XVII, haciendo especial hincapié mas que en los acontecimientos políticos de los cuáles podemos encontrar información exhaustiva en los libros de historia, en los fenómenos de carácter económico que influyeron en estos acontecimientos y a través de ellos en la abundante producción de instrumentos legislativos que regularon la producción y el curso de las monedas, en especial las de plata, y su expresión en unidades de cuenta cuyo elemento esencial tanto para el oro como la plata, continuó siendo el maravedí castellano.
Queramos verlo de una u otra manera, la realidad es que la unión de los Reinos de Castilla y de Aragón en las personas que conocemos como Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, tuvo un carácter personal, sin que en modo alguno se produjera una unificación de las instituciones de gobierno no solo ni de Castilla y Aragón, sino tampoco de cada uno de los Reinos que componían las llamadas Coronas de Castilla y de Aragón, conjunto cada una de ellas de los llamados reinos históricos como los de Galicia, León, Castilla y Granada dentro de la Monarquía Castellana, y de Aragón, Valencia, Mallorca, Nápoles y Principado de Cataluña de la Monarquía Aragonesa. Incorporaciones posteriores como la del Reino de Navarra y los virreinatos que se van creando en los países de América ya se enmarcaron en lo que podemos llamar Monarquía Hispánica, concepto que toma carta de naturaleza, aunque no institucional, con la subida al trono de Juana como hija Isabel y Fernando, y que se asienta definitivamente con las asociación al trono de su hijo Carlos I como “HISPANIARVM REX” es decir Rey de las Españas, título con el cual aparece reflejado junto con su madre ya en las monedas de 4,2,1 y medios Reales de Méjico, título que ya será distintivo de los reyes españoles desde de Felipe II hasta Isabel II.
Esta diversidad de instituciones de gobierno, muchas de ellas en el caso de los reinos de la Corona de Aragón, incorporando Cortes propias, tuvo un reflejo paralelo en las monedas, que continuaron siendo emitidas tanto en el sistema aragonés, con el Ducado, el Principat y el Croat catalanes, como el Florin mallorquín o valenciano, el Real navarro en las emisiones de oro y plata, y el Dobler catalán y el Cornado navarro en las de cobre. No obstante, el mayor peso económico y demográfico de Castilla determinó que la mayoría de las emisiones en plata fueran realizadas en Reales castellanos, especialmente a partir del momento en que el monopolio de Castilla en cuanto a la recepción de la plata americana tomo carta de naturaleza a través de la Casa de Contratación de Sevilla.
FIGURA 71.1
El desarrollo y el aumento del nivel de vida que se produjo en todos los reinos hispánicos en el tramo final del reinado de los Reyes Católicos, así como la bonanza económica que siguió a la recepción de las primeras llegadas de plata americana, y el creciente papel de España como potencia hegemónica en Europa hizo que a lo largo del siglo XVI, este pluralismo institucional no fuera visto como una rémora para el bienestar económico sino como un sistema de defensa de los derechos tradicionales de los habitantes de cada territorio que, en definitiva, habían experimentado una mejora general del bienestar en todos los reinos peninsulares. Sin embargo, al ir cambiando substancialmente las circunstancias económicas debido al empobrecimiento económico y demográfico de Castilla como consecuencia del mantenimiento casi permanente de un clima de conflicto bélico, lo que antes era mirado como una potencialidad, a lo largo del siglo XVII pasó a ser considerado como algo que tenía que ser uniformizado para restituir la riqueza al país, lo que en cierta medida una agotada Casa de Austria ya no se encontraba en condiciones de realizar, y que en cierta medida fue un papel que sería asumido por la dinastía borbónica a la muerte de Carlos II.
Realmente, el periodo 1500-1600 no fue en modo alguno un periodo uniforme en el que España se consolidaría como lo que hoy llamamos una Monarquía moderna con un ejército y una burocracia al servicio de los reyes. Es claro que la situación, optimista, al principio del siglo, y pesimista, a su final, eran claramente diferentes. Lo que ya no es tan claro para la mayor parte de los historiadores es en qué momento se da el punto de inflexión entre una u otra visión de la realidad nacional. Desde luego, este punto no tiene directamente que ver con el cambio de reinado, de Carlos I a Felipe II, que se da en 1556. Hay para unos u otros determinadas fechas, todas ellas en tiempo de Felipe II, que se consideran mas significativas para un cambio de tendencia, como 1559, 1567 o 1580. En todo caso, los testimonios de los autores contemporáneos coinciden en considerar que al final del reinado de Felipe II en 1598, ya que barruntaba la extrema dificultad de mantener el papel hegemónico de España entre las potencias europeas y de proporcionar a la población el incremento y aún el mantenimiento, de su nivel de vida.
FIGURA 71.2
En todo caso, es indudable que España constituye lo que hoy llamaríamos una experiencia de éxito en el denominado en la historia económica como capitalismo mercantil. En este modelo de crecimiento previo a la revolución industrial solo se divisaban dos procedimientos de incrementar la riqueza de una nación: la incorporación de nuevos territorios y la apropiación de recursos mediante la actividad militar. América sería el ámbito que permitiría que España se beneficiara de ambos procedimientos, aunque posteriormente, sobre todo en la segunda mitad del siglo XVII, ello acarreara finalmente el hundimiento de su economía.
La pieza de la FIGURA 71.1 es un 2 Reales acuñado en Sevilla a nombre de Fernando e Isabel sin marca de Ensayador. Esta moneda , como todo los múltiplos de Real acuñados a nombre de los Reyes Católicos, según la totalidad de las autoridades en materia de numismática española, no fueron emitidas en tiempo de su reinado, sino posteriormente desde mediados de los años 30 el siglo XV con Carlos I hasta 1566 con Felipe II, momento en que cambia el diseño de los Reales, pasando de escudo de los Reyes Católicos en anverso y yugo y flechas en reverso a escudo imperial de la Casa de Austria en anverso y leones y castillos en el reverso. Por tanto, la leyenda alusiva a Fernando e Isabel como Reyes de Castilla, León y Aragón es meramente figurativa, a imitación de la de las piezas de Real y divisores que se venían emitiendo con idénticas características, en virtud de la Pragmática de Medina del Campo de 1497.
Desde el punto de vista de su valoración, los precios de los Reales de a 2 y de a 4 de Sevilla con este diseño, depende fundamentalmente del tamaño de su módulo según éste permita o no la completa legibilidad de las leyendas de anverso y reverso. Así cabe entender que la valoración de este tipo de piezas en CALICÓ 2008 (130€) se refiere a ejemplares con legibilidad completa de su leyenda, como es éste el caso. La pieza es muy redonda y con una acuñación muy cuidada. La existencia o no de marcas de Ensayador y el tipo de éstas, en nuestra opinión, no altera excesivamente el valor comercial de estas piezas.
La conservación es VF, ya que el desgaste afecta exclusivamente a las partes altas de la moneda. En esta condiciones considerando que la pieza conserva gran parte de su pátina original, su precio de mercado sería de 159€.
La pieza cuya fotografía se muestra en la FIGURA 71.2 corresponde a un 2 Reales acuñado en Burgos a nombre de Isabel y Fernando emitido en el mismo periodo que la pieza anterior. El ejemplar presenta un módulo de menor tamaño que el de la FIGURA 71.1, pero aún así la leyenda puede ser leída en su integridad, aunque al ser mayor el tamaño relativo de sus caracteres no quedó espacio para la mención a Aragón en el reverso. La marca de Ceca es una B situada en el reverso junto a la punta de las flechas, mientras que la del Ensayador se encuentra a la derecha del escudo.
Estas piezas de Burgos son muy raras en comparación con las correspondientes de Sevilla como la mostrada anteriormente. Creemos, por tanto, que su valor es del orden de 4 veces el de las de Sevilla. En este sentido estimamos que su valoración en CALICÓ 2008 (600€ en VF) es acertada, habiendo permanecido claramente minusvalorada en las ediciones de 1994 (22.000 P) y 1988 (18.000 P) en la misma forma en que lo hace CAYON 1998(20.000 P en F) y CAYON 1980 (15.000 P, en VG según nuestra opinión).
FIGURA 71.3
La pieza está notablemente circulada pero mantiene aún la visibilidad de los elementos básicos de su diseño: castillos, leones, yugo y flechas, aunque sin detalle alguno. Ello nos conduce al grado VG+ con un valor algo superior en este grado, al que da CALICÓ 2008 en VF, que correspondería a un valor de 150€ en VG, por lo que fijaremos un precio de mercado de 180€.
La pieza de la FIGURA 71.3 es un 2 Reales de Granada acuñado a nombre de Isabel y Fernando emitido en las mismas circunstancias que las de las dos monedas anteriores, sin que puede apreciarse en ella marca de Ensayador. La pieza se encuentra en un grado XF sin que pueda reconocerse en ella, sin ayuda de lupa, desgaste alguno producido por su circulación. Además la pieza conserva prácticamente el apresto y el brillo mate original impreso en su acuñación. En estas condiciones, si la moneda tuviera un módulo de las misma características que las de la FIGURA 71.1, su precio sería del orden de 300€.
No obstante, la pieza presenta dos características que disminuyen su valor notablemente: lo recortado de su módulo y la existencia de doble acuñación en el escudo del anverso, lo que minora su precio de mercado hasta casi un tercio de su valor, ésto es 115€.
FIGURA 71.4
La FIGURA 71.4 muestra una difícil pieza de 2 Reales acuñada en Granada en 1597 a nombre de Felipe II con el Ensayador identificado con la letra C. Este mismo ejemplar, en concreto, ha supuesto a lo largo del tiempo una cierta dificultad para su clasificación, fundamentalmente debido a que no se conocían otros ejemplares de otras denominaciones de Granada con este Ensayador, en esta época.
Así, CALICÓ en sus ediciones de 1981 y 1988 consideraba esta pieza como acuñada en Cuenca con el Ensayador G y fecha invisible. Posteriormente, la importante subasta de Reales de a 2 rematada por AUREO el 9 de Abril de 2003 incluyó un ejemplar de este mismo tipo de 2 Reales de Granada de 1597 con el Ensayador M con un módulo muy grande que permitía la visibilidad de todos sus datos identificativos. Esta pieza tenía circunferencia entre leyenda y escudo en el anverso, pero no en el reverso. La pieza fue adjudicada en 420€.
Este tipo con fecha 1597 parece existir tanto con Ensayador M como con Ensayador G y tanto con circunferencia enmarcando la leyenda como sin ella, ya sea en anverso como en reverso o en ambos.
Esta misma pieza ya aparece fotografiada y clasificada correctamente tanto en CALICÓ 2008 (300€ en VF) como en CAYON 1980 (10.000 en F). Su conservación es F+ ya que presenta desgaste generalizado, pero no muy fuerte aunque la tosquedad de las acuñaciones de Granada de la época la haga parecer en peor conservación. Pese a la extrema rareza de la pieza de la que no conocemos otro ejemplar publicado, la falta de visibilidad de sus datos identificativos, limitados a la parte baja de los 4 dígitos (1597), aunque suficiente para su clasificación, reduce su precio de mercado a 200€.
FIGURA 71.5
La fotografía mostrada en la FIGURA 71.5 reproduce un 4 Reales de Felipe II o Felipe III acuñado en Potosí dentro de los periodos 1578-1586, o 1589-1602 con el Ensayador Juan de Ballesteros que de acuerdo con la investigaciones publicadas por PAOLETTI en su obra sobre los 4 Reales de Potosí (PAOLETTI 1999) ensayó en este Ceca durante estos periodos, marcando sus piezas con la sigla, B en este caso acuñada sobre la huella de otra inicial no completamente discernible.
Las piezas de Potosí de esta época con Ensayador B son las mas comunes, siendo imposibles distinguir si son de Felipe II o de Felipe III al no estar fechadas y caer fuera del cospel, en la mayor parte de los casos, el numeral del rey. Esta pieza es la mas corriente de todos los 4 Reales Macuquinos acuñados en Cecas americanas. Los precios de estas monedas señalados tanto por CALICÓ como por CAYON en sus últimas ediciones son básicamente coincidentes con los de las adjudicaciones en las subastas de los últimos años, con un valor en CALICÓ 2008 de 250€ (en VF según nuestra opinión) y en CAYON 1998 (16.000 P en F en nuestra opinión). La presente pieza se encuentra en un grado VG con desgaste sobre toda la moneda y zonas totalmente borradas en la parte central del anverso y del reverso. También la leyenda tiene pocos caracteres identificables, entre los que no se encuentra el numeral del rey. Por todo ello, estimamos un precio de mercado de 65€.