76.LOS 2 REALES MACUQUINOS PENINSULARES DE FELIPE III Y FELIPE IV
En esta entrada nos ocuparemos de exponer los circuitos de distribución de la moneda americana una vez llegada a la Casa de Contratación de Sevilla y su posterior encaminamiento hacia los centros comerciales españoles y su utilización para satisfacer las deudas adquiridas tanto por la Monarquía como por los particulares sean éstos españoles o extranjeros. Posteriormente se pasará a terminar el recorrido iniciado en la entrada anterior sobre los Reales de a 2 castellanos de Felipe II, analizando tres ejemplares acuñados por Felipe III y dos piezas de Felipe IV, una de ellas emitida una vez efectuada la primera reducción de peso en el numerario castellano.
Suele asociarse la llegada del metal precioso americano a Sevilla, una vez atracados y descargados los galeones de la flota, a la recepción en las arcas reales de un conjunto de lingotes y monedas, abrumadoramente mayoritarias en plata que posteriormente eran todas ellas utilizadas por los reyes para materializar pagos en el extranjero a banqueros alemanes e italianos de cara a satisfacer las deudas que previamente habían adquirido para hacer frente a necesidades, fundamentalmente de carácter militar.
Sin embargo, esta impresión no es del todo correcta; en la realidad la cantidad de moneda o metal en barras recibida directamente para el Rey no alcanzaba, en término medio, mas que una cuarta parte aproximadamente. Así de acuerdo con los datos manejados por Hamilton de 1503 a 1660 las llegadas de metal en total ascienden a 447 millones de pesos, de los que 117 millones corresponden al Rey y 330 millones corresponden a los particulares. Esto no significa que la política real fuera ajena a la utilización y distribución de este volumen, gran parte de él en plata acuñada en Méjico y Potosí, sino que en un sistema político en el que la realeza lo impregnaba todo esta gran cantidad de numerario acababa, aunque no en forma directa financiando la política de expansión primero y defensa territorial del Imperio después.
En los momentos actuales, cuando los problemas de deuda pública y la cantidad de recursos necesarios para satisfacer siquiera sus intereses están situados a nivel de calle abiertos a la comprensión del gran público a través de los medios de comunicación, nos puede resultar no demasiado difícil de comprender la dinámica que en materia de deuda pública y bancarrotas impregnó la totalidad de la política imperial de todos los monarcas de la Casa de Austria.
Dado que la Monarquía Hispánica de Carlos I no era en su mente separable del concepto de Monarquía Universal asociado a su condición de regidor del Sacro Imperio Romano Germánico, los recursos demandados para la ejecución de su política procedían de la mayor parte de los países de Europa, no solamente España, sino también los Países Bajos, Alemania, Austria e Italia. Es por ello que la banca utilizada para la obtención rápida y segura de las cantidades de dinero necesarias para el pago de las tropas y la procuración del armamento, suministros y bagajes de los ejércitos debía obtenerse a partir de banqueros capaces de operar no en uno sino gran parte de estos países. Esta condición en aquel tiempo era solamente cumplida por banqueros alemanes, como el caso de los Fugger y los italianos, principalmente genoveses.
Tendemos a pensar que la moneda fiduciaria, los modernos billetes de banco, son un instrumento de comercio y de circulación monetaria que se generaliza solamente a partir de finales del siglo XVIII. Sin embargo la realidad es que la moneda metálica que los banqueros europeos, alguno de ellos también castellano, hacían llegar a los lugares de asentamiento de los ejércitos imperiales, era entregada a contrapartida de la expedición por parte de los rectores económicos del Imperio, en gran medida por el Consejo de Hacienda dependiente del Consejo de Castilla, de documentos de reconocimiento de deuda que no solamente estaban expresados en cantidades de moneda de cuenta (frecuentemente el ducado) sino también en títulos de renta consolidada los llamados “juros” que suponían a su poseedor la percepción de un interés fijo, bien a perpetuidad, bien hasta el momento en que fueran redimidos.
De esta manera, estos títulos eran negociados y utilizados como instrumentos de pago tanto en las mas renombradas ferias castellanas: Medina del Campo, Medina de Rioseco o Villalón, como en los centros económicos de la Europa Central como Ginebra, Amberes o Frankfurt, constituyendo en antecedente directo de la actual moneda fiduciaria. La relación entre los soberanos españoles y los banqueros se establecía también a través del sistema de “asientos”. Estos asientos suponían la concesión para la explotación de ciertos bienes pertenecientes a la Corona a cambio de la entrega de cantidades de dinero como fue el caso de las concesiones a los banqueros Welser en Venezuela o la explotación de las minas de Almadén por los Fugger.
La garantía para el pago de las deudas asumidas por la Monarquía era la previsible recepción de moneda metálica americana importada directamente en nombre del Rey, pero también, y en forma aun mas importante, los recursos fiscales procedentes de la recaudación impositiva que pesaba especialmente sobre el campesinado castellano. Este campesinado, especialmente los mayores propietarios, se benefició inicialmente de la recepción de la plata americana lo que permitió un aumento de su riqueza, lo cual a su vez posibilitó el aumento de los gravámenes reales que pesaban sobre ellos. Este esfuerzo fiscal acabaría siendo el que arruinara en los años finales del reinado de la Casa de Austria a la población castellana, redundando en una pérdida del predominio político y económico de España en Europa en los años finales del siglo XVII.
Así, durante el reinado de Carlos I se estima que el total de las sumas pagadas para satisfacer la deuda contraída se elevó a 38 millones de ducados, de los cuales 33 lo fueron a banqueros extranjeros básicamente italianos, flamencos y alemanes. El elevado montante de esta deuda total hizo que en gran parte de casos la Corona se viera forzada a retener moneda importada por particulares para hacer frente a los compromisos exteriores proporcionando a cambio juros o garantías diversas que no siempre fueron satisfechas como en el caso de las cuatro grandes bancarrotas del reinado de Felipe II.
Las remesas de los particulares procedían básicamente de las personas que habían intervenido directamente en la conquista o bien de sus descendientes que en gran medida actuaban como colonos en los territorios americanos. Estas remesas eran utilizadas en gran parte de los casos para satisfacer deudas contraídas por los particulares con los mismos banqueros que financiaban a los reyes. De esta forma también una parte importante de la moneda de oro y plata importada por los particulares seguía el mismo camino que el de los recursos reales, si bien una parte de este numerario era gastado por la nobleza y si atendemos a testimonios contemporáneos, se dirigía básicamente al consumo de lujo. No obstante no toda la plata de los particulares seguía camino hacia Europa, sino que el esplendor de determinadas ciudades extremeñas como Cáceres o Trujillo, alcanzado en la época de Carlos I, tiene su origen en la construcción de grandes palacios y casas solariegas edificados por los peninsulares al retornar a España tras el ejercicio de su función burocrática, comercial o agrícola en América.
La otra categoría de particulares que intervenían en el tráfico americano era la de los mercaderes que recibían oro y plata a cambio de las mercancías que debían de procurarse en los mercados europeos que naturalmente incluían en una parte importante los productos agrícolas o industriales procedentes de España adquiridos frecuentemente en las Ferias castellanas. Los beneficiarios de este comercio habían de ser necesariamente castellanos o en todo caso españoles, estando vedado en principio este tipo de operaciones a los extranjeros. El procedimiento de control para verificar esta circunstancia eran las prohibiciones de exportación al extranjero de la moneda de oro y plata. No obstante las prohibiciones el Estado acuciado por sus necesidades de numerario hubo de acabar concediendo las llamadas licencias de saca que eran concedidas a cambio de una prima del orden del 10% sobre el capital total exportado.
Frecuentemente el dinero metálico que necesitaban los banqueros europeos para satisfacer los pagos requeridos por el Estado eran obtenidos de los particulares a cambio del cual revendían los títulos de crédito o juros recibidos de los monarcas en pago de los asientos sobre los que en principio no había problema alguno de colocación puesto que gran parte de las clases intermedias y del mundo de la hidalguía tenían un interés desmesurado en vivir de las rentas que permitía evitar el trabajo manual considerado como deshonroso y propio de judíos y moriscos. Esta alta demanda hizo bajar sensiblemente el tipo de interés de estos títulos que cayó del 10 al 7% a lo largo de los dos primeros monarcas de la casa de Austria.
FIGURA 76.1
En la FIGURA 76.1 se muestra un 2 Reales acuñado en Toledo por Felipe III en el año 1601 con la sigla de Ensayador C. Esta pieza está circundada en anverso y reverso por la leyenda que venimos denominando tipo OMMNIVM que aparece en los dos últimos años 1597 y 1598 del reinado de Felipe II y se prolonga durante el de Felipe III desde 1599 hasta los primeros años de la segunda década del siglo XVII. La rareza de estas piezas toledanas radica en la dificultad de visualización de la fecha debida a su normal descentraje y a la circunstancia de tener menor tamaño que las de cuatro y las de ocho Reales por lo que el espacio reservado a la fecha es menor.
La fecha de 1601 no aparece en las ediciones de CALICO de 1981, 1988 y 1994 por lo qué tomando como referencia los precios de la fecha mas próxima como 1602 tenemos unos valores que van desde 10.000 a 12.000P. La edición 2008 ya si recoge la existencia de la pieza de 1601 con Ensayador C a la que fija un precio de 130€ en VF. CAYON por el contrario si incluye el 1601 en todas sus ediciones llegando hasta un precio de 28.000P en la de 1998. KRAUSE 2000 sigue como en otras ocasiones la estela de CALICO señalando una gama de precios que va de 35$ en VG a 200$ en XF. Por otra parte la subasta de AUREO mencionada en la entrada anterior no incluye en su importante colección de 2 Reales la fecha de 1601, pero sí la de 1603 y 1605 que con un precio de salida de 90€ y 200€ fueron adjudicadas en 100€ y 240€ en grado F.
Nosotros continuaremos considerando un precio base de 100€ para los 2 Reales de Felipe III de Sevilla y Toledo en grado F. La pieza mostrada tiene una excelente impronta de acuñación en la que se muestra todos los detalles del escudo y los castillos y leones del reverso, así como del escudete de Portugal, con exclusivo gastaje en sus partes más altas por lo que su grado será VF al que en principio correspondería un valor de 200€. La Ceca y el Ensayador son perfectamente visibles y están muy bien marcados ; no así la fecha de la que solo pueden apreciarse las partes bajas de los dos últimos números por lo que su precio de mercado se reduciría a la tercera parte del valor anterior, esto es 72€.
FIGURA 76.2
La FIGURA 76.2 representa la fotografía de un 2 Reales de Felipe III acuñado en Sevilla en el año 1601 con el Ensayador B. La Ceca de Sevilla en este tipo de piezas es algo mas rara que la de Toledo, aunque en ella la presión de acuñación de la mayor parte de sus piezas resultó algo inferior a la de las de Toledo, y la irregularidad de los cospeles es mayor, lo que redunda en una menor legibilidad usual de los datos identificativos,
En la edición 2007 de CALICO esta pieza alcanza un valor muy semejante a las de Toledo con 120€ en VF, precio coincidente con las 20.000P que asigna CAYON en su edición de 1998. Por el contrario KRAUSE 2000 fija para Sevilla unos valores inferiores a los de Toledo especialmente en las conservaciones inferiores. En la subasta de AUREO de 9 de abril de 2003 las piezas sevillanas de este tipo son adjudicadas en un entorno próximo a los 220€ en VF. La pieza analizada tiene una conservación que no rebasa el VG como consecuencia no solo de su flojedad de acuñación sino también del gastaje que ha hecho desaparecer león y castillo de la parte derecha del reverso y la parte baja del anverso, por lo qué en principio su precio sería de 50€. No obstante, la claridad con la que puede apreciarse los cuatro dígitos de la fecha y la marca de Ceca, nos hace subir su precio de mercado hasta los 80€.
FIGURA 76.3
La pieza de la FIGURA 76.3 corresponde a un 2 Reales de Felipe III acuñado en Valladolid en 1599 con el Ensayador D superada de una O. La fecha es perfectamente visible en sus dos primeros dígitos (15) mientras que los dos últimos solo son visibles en su parte baja, pero dada la curvatura de ésta solamente pueden ser atribuidos a 99. Las leyendas, del tipo OMMNIVM, al igual que en el caso de Toledo, están enmarcadas por sendas circunferencias en anverso y reverso, mostrando la marca de Ceca los tres girones horizontales habituales para identificar Valladolid.
La rareza de este tipo de piezas de Valladolid la estimamos doble de el de las de Toledo y Sevilla, por lo que su valor en F sería de 200$. La conservación de esta pieza sería F+ ya que aunque gran parte del escudete y de la leyenda del anverso presentan claros signos de gastaje, sin embargo los leones y castillos de anverso y reverso tienen el suficiente remanente de detalles en su interior. CALICO asigna un valor mucho mas alto, de 4 a 5 veces a estas piezas en relación a las de Toledo o Sevilla, partiendo de 30.000P en su edición de 1981 hasta 600€ en VF en la de 2008. Por el contrario CAYON las valora ligeramente por encima de el de Cecas anteriores. Nosotros estamos mas en línea en este caso, con la opinión de CALICO, si bien creemos que su valoración de 2008 es algo exagerada. La valoración de esta pieza en F sería por tanto de 200€, lo que nos daría en F+ un precio de mercado de 250€.
FIGURA 76.4
La pieza cuya fotografía mostramos en la FIGURA 76.4 es un 2 Reales de Madrid acuñado por Felipe IV en, probablemente, 1635, con el Ensayador, también probable M. Como puede apreciarse en la pieza no se muestra en modo alguno ni el más mínimo detalle ni de la fecha ni de la Ceca ni del Ensayador. Ello nos permite realizar su identificación a partir del arte del escudo del anverso y especialmente de las características de los castillos y leones del reverso. En efecto, este tipo de castillos y leones con muy acusadas líneas en la parte alta y baja de los castillos, así como el tipo de pelaje de los leones y el enroscamiento de la cola solamente se da en las piezas de Madrid acuñadas entre los años 1628 con el Ensayador V y las de 1638 con el Ensayador BI, como podemos comprobar examinando la pieza de 4 Reales mostrada en la FIGURA 67.4 acuñada en Madrid en 1633 con el Ensayador M.
Como puede comprobarse en este caso y en los de piezas de este tipo reproducidas por CALICO y CAYON correspondientes al período dentro de la Ceca de Madrid la forma de castillos y leones son idénticas, así como las de bandera de Austria y flores de lys en el anverso. Todo ello nos lleva a realizar la mencionada atribución aunque lógicamente el precio de esta pieza es radicalmente diferente del que presentaría si sus datos identificativos no fueran deducidos de su arte de acuñación, sino visibles. Nosotros en la línea de las estimación de CALICO, estimamos que el valor de esta pieza con datos visibles sería de 4 veces el de los 2 Reales de Sevilla y Toledo de Felipe III por lo que su precio en VF alcanzaría los 800€.
El grado de la pieza analizada es claramente VF en su reverso aunque lo reduciríamos a VF- como consecuencia de cierto gastaje general en su anverso especialmente en las partes altas del escudete de Portugal. Ello nos llevaría a un precio de mercado de 250€ en F+.
FIGURA 76.5
Por último en la FIGURA 76.5 tenemos un 2 Reales acuñado en Madrid a nombre de Felipe IV en 1643 con el Ensayador B. Esta pieza, junto con las correspondientes de 1 Real y Medio Real constituyen los únicos casos de moneda castellana de plata en la que se muestra el busto del Rey fuera del diseño habitual con escudo imperial en el anverso. Es también importante señalar que esta pieza se separa de la métrica habitual de los reales castellanos basados en el sistema establecido por la Pragmática de Medina del Campo de 1597. Así el Real con este diseño tiene un peso 2,75 gramos en lugar del habitual del Real castellano. En debida correspondencia los 8 Reales que hubieran podido acuñarse con este diseño tendrían un valor de 370 maravedís en lugar de los habituales 272. Esto supone una valoración de los clásicos 8 Reales de 10 Reales de la llamada “plata nueva” equivalentes a partir de ese momento a 10 reales de vellón. Todo ello supone un primer paso en la devaluación real de la moneda ante las catástrofes financieras derivadas de los conflictos de Portugal y Cataluña derivados del intento de Olivares de imponer la llamada Unión de Armas; paso que sería seguido por Carlos II en 1686 al ordenar la acuñación de las llamadas Marías con un peso de 22 gramos, un nominal expresado en reales (8) y un valor circulante de 12 reales de vellón, lo que suponía una importante revaluación de hecho del antiguo real de plata que continuó acuñándose en piezas según la métrica tradicional, en piezas de 8 a medio real.
Existe una gran diferencia de criterio entre CAYON y CALICO al valorar estas piezas que alcanzan un precio casi 5 veces superior en el segundo respecto al primero, si bien debemos tener en cuenta que CALICO en nuestra opinión en sus últimas ediciones está considerando una conservación para las monedas macuquinas un grado superior al que se tiene en cuenta para las últimas ediciones de CAYON; en la misma línea de CALICO, se sitúa también KRASE 2000. En la subasta de AUREO mencionada anteriormente esta pieza pasó de un precio de salida de 300€ en XF, a ser adjudicada en 380€. El ejemplar aquí mostrado se encuentra en nuestra opinión dos grados por debajo del mencionado anteriormente, aunque algún detalle es todavía visible en el rostro del Soberano y además aunque leones y castillos del reverso no retinen detalle alguno en su interior, la fecha por el contrario entre segundo y cuarto cuartel es completamente nítida.
El grado de rareza de esta pieza es similar al de los ocho Reales de Felipe III de Toledo Sevilla por lo que el precio de mercado de este ejemplar en F lo estimamos en 100€.
76.THE PENINSULAR 2 REALES COBS OF PHILIP III AND PHILIP IV
In this post, we will expose the distribution channels for the American coins after their arrival in the House of Seville and their subsequent routing to the Spanish commercial centres and their use to meet the debts incurred by both the monarchy and by individuals, whether they were Spanish or foreign. After that, it will be finished the tour started in the previous post about the Castilian 2 Reales of Philip II, analyzing 3 copies coined on behalf of Philip III and 2 pieces of Philip IV, one of them issued once the first reduction in weight of the Castilian coin.
It is often associated the arrival of the American precious metal to Seville, once docked and unloaded the galleons of the fleet, to the reception in the royal coffers of a set of bars and coins, the overwhelming part in silver which all were subsequently used by the kings to realize payments abroad German and Italian bankers in order to satisfy the debts that had previously purchased to meet needs, mainly military.
However, this impression is not entirely correct, in reality the amount of coin or bullion received directly by the King did not reach, on average, more than a quarter of it or so. So, according to the data handled by Hamilton from 1503 to 1660 the arrivals amounts of metal sum up 447 million pesos, of which 117 million belonged to the King and 330 million to individuals. This does not mean that the real policy was unrelated to the use and distribution of this volume, much of it in silver minted in Mexico and Poosí, but the political system in which the royalty was everywhere this large amount of cash had, although not directly, fund, in first place, the expansion policy and the territorial defence of the Empire afterwards.
At the present time, when the problems of public debt and the amount of resources needed to meet even their interests are opened to the public understanding through the media, it may be not too difficult for us to understand the dynamics of public debt and bankruptcy that permeated the whole of the imperial policy of all the monarchs of the House of Habsburg.
Since the Spanish Monarchy of Charles I in his mind was not separable from the concept of Universal Monarchy associated with his status as ruler of the Holy Roman Empire, the resources demanded for the execution of his policy came from the majority of European countries, not only Spain, but also the Netherlands, Germany, Austria and Italy. That is why banks used to quickly and safely obtain the amounts of money necessary to pay the troops and the procurement of weapons, supplies and baggage of the army should be obtained from bankers which can operate not just in one, but in many of these countries. This condition at the time was only accomplished by German bankers, as the case of the Fuggers and the Italians, chiefly Genoese.
We tend to think that trust funds, the modern bank notes, are an instrument of commerce and monetary circulation is generalized only from the late eighteenth century. However, the reality is that the coins that European bankers, some of them also Castilian, did reach the places of settlement of the imperial armies, was given to consideration of the issuance by economic governing of the Empire, much measured by the Council of Treasury under the Council of Castile, recognize documents of debt documents that were not only expressed in amounts of money of account (often thedicats), but also in the consolidated income securities called "juros" that accounted for his holder perceptions of a fixed interest rate, or in perpetuity, or until they were redeemed.
Thus, these securities were traded and used as payment instruments in both the most renowned Castilian fairs: Medina del Campo, Medina de Rioseco or Villalon, and in the economic centres of Central Europe: Geneva, Antwerp and Frankfurt, constituting the direct antecedent of the current fiduciary currency. The relationship between the Spanish sovereigns and bankers was also provided through the system of "seats". These seats assumed the concession for the exploitation of certain property belonging to the Crown in exchange for the delivery of amounts of money as it was the case of concessions to the Welser bankers in Venezuela or the exploitation of the mines of Almaden by the Fugger.
The guarantee for the payment of the debts assumed by the Monarchy was the expected reception of American coins imported directly on behalf of the King, but also, even more importantly, the tax revenue from tax collection which weighed especially on the Castilian peasantry. The peasantry, especially the largest owners, benefited initially from the reception of American silver what allowed an increase in their wealth, which in turn enabled the rise of real charges against them. This would be the fiscal effort that leaded to bankrupt in the final years of the reign of the House of Habsburg to the Castilian population, resulting in a loss of political and economic dominance of Spain in Europe in the late seventeenth century.
Thus, during the reign of Charles I, it is estimated that the total amounts paid to satisfy the debt rose to 38 millionducats, of which 33 for foreign bankers, they were basically Italian, Flemish and German. The high total amount of this debt was so that to a large part of the Crown case would be forced to retain currency imported by individuals to cope with external commitments, providing in exchange “juros” or different warranties that were not always satisfied in the case of the four major bankruptcies of the reign of Philip II.
Privateremittances came mostly from people who had intervened directly in the conquest or their descendants who largely acted as settlers in the American territories. These remittances were used in most of the cases to satisfy debts owed by individuals with the same bankers who financed the kings. So, also an important part of the gold and silver coin imported by individuals followed the same path as the royal resources, some of this cash spent by the nobility, if we look at contemporary testimonies, was heading basically luxury consumption. However, not all individual silver was way to Europe, but the splendour of some cities of Extremadura such as Caceres or Trujillo, reached at the time of Charles I, has its origin in the building of great palaces and ancestral houses built by the Castilians returning to Spain after the exercise of its bureaucratic, commercial or agricultural functions in America.
The other category of individuals who were involved in the American trade was the merchants who received gold and silver in exchange for the goods to be procured in the European markets which naturally included important agricultural and industrial products from Spain acquired frequently in CastilianFairs. The beneficiaries of this trade had to be necessarily Castilian or, in any case, Spanish, being forbidden in principle this type of operation to foreigners. The control procedure to verify this fact was the ban to export currency to gold and silver coins abroad. But the state bans beset by cash needs had to stop giving out calls licenses were granted in exchange for a premium of around 10% of the total capital exports.
Normally the cash needed by European bankers to meet the payments required by the State were obtained from individuals in exchange for which resold the debt securities or “juros” received from the monarchs in payment of the seats on which there was no problem in principle of placement, since much of the middle classes and the world of chivalry had an inordinate interest in living on the income making possible to avoid manual work considered as dishonourable and proper of Jews and Moorishs. This high demand significantly lowered the interest rate of these securities which fell from 10 to 7% during the first two monarchies of the House of Habsburg.
Figure 76.1 shows a 2 reales minted in Toledo by Philip III in 1601 with the initials of Assayer C. This piece is in the front and back surrounded by the legend that we have been calling OMMNIVM type that appears in the last two years, 1597 and 1598, of the reign of Philip II and continues for the Philip III, from 1599, to the early years of the second decade of seventeenth century. The rarity of these pieces of Toledo lies in the difficulty of the date visibility due to its normal decentring and the fact to be smaller than the 4 and 8 reales coins, so the space reserved for the date is smaller.
The date of 1601 does not appear in the editions of Calicó of 1981, 1988 and 1994, so taking as reference the price of the nearest date 1602, we have values ranging from 10,000 to 12.000P. His 2008 edition display the existence of the piece of 1601 with Assayer C, to which he sets a price of 130€ in VF. Cayón, instead, includes the 1601 coin in all his editions reaching a price of 28.000P in 1998. Krause 2000 continues as in the past in the line of Calicó, indicating a price range that goes from 35$ in VG to 200$ in XF. Moreover, the Aureo auction, mentioned in the previous post, does not include in his important collection of 2 reales the 1601 date, but the 1603 and 1605 with a starting price of 90€ and 200€, which were sold at 100€ and 240€ in degree F.
We will continue to consider a base price of 100€ for 2 reales of Philip III of Seville and Toledo in F degree. The piece shown has an excellent mark of coinage in which it shows all the details of the shield, the castles and lions on the back, as well as the shield of Portugal, with exclusive wear in their upper parts, so that its degree will be VF, to which, in principle, it corresponds a value of 200€. The Mint and Assayer are highly visible and very well marked, but not the date of which it can only be seen the lower parts of the last two numbers, so that their market price would be reduced to one third of the previous value, this is 72€.
Figure 76.2 is a photograph of a 2 reales of Philip III coined in Sevilla in 1601 with the Assayer B. The Mint of Seville in these pieces is somewhat more rare than that of Toledo, but its coining pressure in most of these pieces was somewhat lower than those of Toledo, and the irregularity of the blanks is greater , resulting in a lower usual readability of the identification data,
In the 2007 edition of Calicó, this piece reaches a value very similar to those of Toledo with 120€ in VF, price which coincides with the 20.000P assigned by Cayón in his 1998 edition. On the contrary, Krause 2000 sets lower values for Seville coins than for those of Toledo, especially in lower conservations. In the Aureo auction of April 9, 2003 pieces of Seville of this type are sold at about 220€ in VF. The analyzed piece has a conservation that does not exceed the VG, as a result not only of his dull coinage, but also due to the wear that has made disappear the lion and castle on the right side of the back and lower part of the front, so, in principle, its price would be 50€. However, the clarity with which you can see all four digits of the date and the mintmark which makes us rise the market price up to 80€.
The piece of Figure 76.3 corresponds to a 2 reales of Philip III coined in Valladolid in 1599 with the Assayer D overcame by an O. The date is clearly visible in the first two digits (15) while the last two are only visible on the bottom, but given the curvature of it can only be attributed to 99. The legends, of the OMMNIVM type, as in the case of Toledo, both are framed by circles in the front and back, showing the mintmark and the three horizontal ribbons common to identify Valladolid.
The rarity of this type of pieces of Valladolid is estimated twice of those of Toledo and Seville, so its value in F would be 200$. The conservation of this piece would be F+ because, although much of the shield and of the legend of the front present clear signs of wear, the lions and castles of the front and back have enough detail remaining inside them. Calicó assigns a much higher value for these pieces of 4 to 5 times in relation to those of Toledo and Seville, from 30.000P in his edition of 1981 to 600€ in VF in 2008. By contrast, Cayón values them slightly above of those of the previous Mints. We are more in line of the opinion of Calicó in this case, although we believe his assessment of 2008 is somewhat exaggerated. The valuation of this piece in F would therefore be 200€, giving us in F+ a market price of 250€.
The piece whose photograph is shown in the Figure 76.4 is a 2 reales of Madrid coined by Philip IV probably in 1635, with the Assayer, also likely M. As shown in the piece it is not shown in any way the smallest detail, or the date, the Mint, nor the Assayer. This allows us to make its identification by the art from the shield of the front and especially by the characteristics of the castles and lions on the back. In fact, this type of castles and lions with very sharp lines on the top and bottom of the castles, as well as the type of the fur of the lions and the curling of their tail only occurs in Madrid pieces minted between the years 1628 with the Assayer V and 1638 with the Assayer BI, as it can be seen by examining the 4 reales piece shown in Figure 67.4 minted in Madrid in 1633 with the Assayer M.
As it can be seen in this case and in the pieces of this type displayed by Calicó and Cayón corresponding to the period within the Madrid Mint the shape of castles and lions are identical, as well as the flag of Habsburg and the lys flowers in the front. This leads us to perform the assignment mentioned, but obviously the price of this piece were radically different than the one if it would present its identification data and they were not deducted from their art of coinage, but visible. We, in line with CALICÓ, we estimate that the value of this piece with visible data would be 4 times that of the 2 reales de Seville and Toledo of Philip III, so its price would reach the 800€ in VF.
The degree of the piece is clearly a VF in its back, but we would reduce it to VF- as a result of the general wear on the front, especially in the upper parts of the shield of Portugal. This would lead to a market price of 250€ in F+.
Finally, in Figure 76.5 we have a 2 reales minted in Madrid on behalf of Philip IV in 1643 with the Assayer B. This piece, along with the corresponding to 1 Real and half Real are the only cases of Spanish silver coin which shows the bust of the King, different from the usual imperial shield design on the front. It is also important to note that this piece is separated from the usual metric of Castilian reales based on the system established by the Decree of Medina del Campo, 1597. So the real with this design weighs 2.75 grams, instead of the usual of the Castilian Real. Thus, the 8 reales coins that could be coined with this design would have a value of 370 maravedis instead of the usual 272. This involves a valuation of the classic 8 reales of 10 reales of the so-called "new silver” equivalent from that time to 10 reales of billon. This is a first step in the real devaluation of the currency of the financial disaster derivative from the Portugal and Catalonia conflicts arise from efforts of Olivares to impose the called “Union de Armas”; step to be followed by Charles II in 1686 by ordering the so-called Marias coinage, weighing 22 grams, a nominal expressed in real (8) and a current value of 12 reales of billon, what represented in fact a significant revaluation of the old silver real which continued to be coined in pieces as traditional metrics, in pieces from 8 to half real.
There is a difference of opinion between Cayón and Calicó in the value of these pieces, reaching a price almost 5 times higher in the second compared to the first one, but we have to keep in mind that in our opinion Calicó in its later editions is considering a conservation a degree higher in cobs coins than the one taken into account by the latest editions of Cayón. In the same line of Calicó, it is also located Krause 2000. In the aforementioned Aureo auction, this piece went from a starting price of 300€ in XF to be sold at 380€. The copy shown here is, in our opinion, two degrees below the above, although some detail is still visible on the face of the Sovereign and also, although the lions and castles of the back do not retain any inside details, on the contrary the date between the second and fourth quarters is completely clear.
The degree of rarity of this piece is similar to that of the 8 reales of Philip III of Sevilla and Toledo, so the market price of this copy in F we will value at 100€.