En este tiempo de despidos, recortes, cierres y EREs , el hecho de que una institución, aunque sea eclesiástica, reclute mano de obra, aunque sea para hacer exorcismos, es una noticia que hay que mirar con un enfoque positivo: puestos a trabajar cualquier cosa vale y si uno es capaz de superar el asco al vómito verde y poner una voz de autoridad, parece que el resto es fácil.
Además, creo que ya era hora: Después de muchos años de placidez espiritual, mezcla de descreimiento colectivo y de ganas de no complicarnos la vida condenando herejes, y en los que las únicas posesiones celebradas eran las de los partidos de baloncesto, parece que el maligno, aburrido, vuelve a apuntar las orejas.
Menos mal que la jerarquía eclesiástica, tan fina siempre detectando los cambios sociales, ha sido sensible a las primeras señales: Todos sabemos, por el cine y los libros, que un síntoma importante de la posesión demoniaca es un habla ininteligible y sincopada, talmente como les ocurre a determinados portavoces cuando les preguntan por los casos de corrupción en su partido.
Ya es bastante obvio que algún íncubo hiperactivo debe haber poseído a Luis Bárcenas, quien pudiendo disfrutar de su pasta en un paraíso tropical drinking rhum and Coca Cola, prefiere arrastrar su humanidad de juzgado en juzgado sembrando minas de papel rayado que pueden explotarle a cualquiera en cualquier momento.
Otro demonio adicto del gota a gota, esta vez virtual, es el que se ha encarnado en Diego Torres, otrora intimo del infante consorte, quien va soltando mails como confeti, cada uno de un tono más ruborizante.
Hasta el mismísimo Belcebú, no puede ser otro, se ha puesto a la tarea y llevando a Jose Mari Aznar a un monte le ha enseñado la Moncloa y le ha dicho: Todo esto será tuyo si postrándote ante mí haces unas declaraciones de esas que dan titulares durante un par de meses.
Claro, que el demonio de las rotativas y los focos no es privativo de un partido, porque no pasa un día sin que un militante más o menos conocido del PSOE salga a decirnos que no descarta, pero solo si es necesario, por supuesto, presentarse a esas primarias que todos piensan ganar. Ignorando que si no cambiamos el modelo cambiar las personas no sirve para nada.
Hablando con unos amigos de estos temas me decían que los que en realidad necesitaban un exorcista eran los banqueros, porque hay que estar realmente poseído por el demonio para venderle preferentes y participativas a viejecitas y jubilados sin ningún conocimiento financiero.
Es una opinión, pero yo creo que podemos ahorrarnos esos sueldos. Basta con llevarlos a la cárcel. En cuanto pisaran el patio de los “comunes” les iban a sacar los demonios por las orejas en un plis plas.
Y es que nada como el sacramento de la comunión para arreglar a algunos.