Domingo 07 de Julio de 2013 19:32

Golpe de Estado

por Juan Pedro Escanilla
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Dejadme que haga una serie de comparaciones irreverentes: Como al depuesto presidente Mursi, a Rajoy lo eligió la mayoría de los electores. Igual que él, ha tenido que dejar de lado algunas de sus promesas electorales; Como Mursi, Rajoy o sus ministros han modificado o pretenden modificar leyes de cierta importancia y, como en el caso de Mursi, estas modificaciones siguen a veces criterios religiosos o son concesiones a la jerarquía eclesiástica. Como Mursi, Rajoy no ha podido impedir el descalabro económico, ni el aumento del paro y la pobreza. Como Mursi, ha visto descender su popularidad en picado y, como a él, le piden cambios e incluso la dimisión multitudinarias manifestaciones populares.
 ¿Justificaría todo esto que el ejército diera un ultimátum a Rajoy, lo detuviera y se lanzara a la caza de los cabecillas de su partido? Entonces, ¿porqué en Egipto sí?
 Un golpe de estado es un golpe de estado. Sólo desde la acomodaticia política a que nos vienen acostumbrando las potencias occidentales puede verse de otra manera. Y es un error. Por varias razones:
 La primera, porque ya ha pasado: En Argelia, en los 90, se anularon unas elecciones que daban el poder a los islamistas. Los países occidentales respiraron aliviados, pero se generó en Argelia una oleada de terrorismo que aun dura. Se mantiene un régimen autoritario y la economía argelina se salva solo gracias al gas.
 La segunda, porque este relativismo moral nos lleva a ponernos de parte de unos en Egipto y de sus contrarios en Siria. ¿Quizás porque en ambos casos hay que estar del lado de los rebeldes, sean quienes sean? Un poco infantil como argumento. Tal vez porque se quiera ganar un poco de presencia en la zona gracias al derrocamiento del poder actual. No sé si es infantil pero al menos es ingenuo.
 La tercera, porque existe un país que está en circunstancias muy similares a las de Egipto: Turquía tiene un gobierno de inspiración islamista, salido de las urnas pero sometido a una fuerte presión popular en su contra. También tiene un fuerte ejercito mas bien laico. ¿Qué pasaría si el ejercito turco, a la vista de la amable reacción ante el golpe de Estado en Egipto, se decidera a dar el paso? ¿Se aceptaría un golpe de estado en un país candidato a entrar en la Unión Europea?
 La cuarta es más de fondo: Siempre ha sido un problema saber que hacer con los ejércitos en tiempo de paz. Por eso los mandamos a Kosovo, Afganistán y otros sitios lejanos en misiones “humanitarias”. Los romanos lo tenían claro: Las legiones no podían entrar en Roma. Pero en España, durante casi dos siglos el ejercito se acostumbró a ejercer de arbitro y se sucedieron los pronunciamientos de uno y otro signo que a menudo se saldaban con pelotones de fusilamiento y que desembocaron en una dictadura militar de cuarenta años. Creo que todos sabemos lo que ha costado, con aquellas bases y prácticamente sin más depuraciones que el propio escalafón, construir un ejercito profesional y respetuoso de la democracia. No es bueno que vean en los periódicos reacciones tan tibias a fenómenos que no son ni tan distantes, ni tan distintos.
 Se puede comprender que los actores políticos, cuando vean difícil alcanzar sus objetivos por medios democráticos, sientan la tentación de llamar al primo del Zumosol. Pero un golpe de estado es siempre malo, por buena que sea la intención de los golpistas, por bueno que parezca el resultado.
 Si llamamos al flautista para que nos libre de los ratones, no nos quejemos el día que empiece a llevarse a nuestros niños.

Ultima modificacion el Lunes 08 de Julio de 2013 10:59
Juan Pedro Escanilla

Juan Pedro Escanilla

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