En el presente volumen como ya explicamos en su primera entrada se pretende dar pautas para la valoración de las monedas españolas que han sido antecedente del Dólar, de los Dólares propiamente dichos en los Estados Unidos y de las monedas emitidas por los países hispanoamericanos después de su independencia, tanto las denominadas en Reales como en Pesos, tomando como referencia la métrica tanto de los 8 Reales como de los Dólares americanos. Evidentemente, las monedas comprendidas directamente en este ámbito son los 8 Reales acuñados tanto en las cecas peninsulares españolas como en las americanas como: Méjico, Lima, Potosí, Santa Fe o Santiago, a las que hemos pasado revista en entradas anteriores.
Sin embargo, no podemos olvidar que existen otro tipo de monedas no denominadas en Reales, emitidas a nombre de los Reyes de España, que aunque tienen una métrica diferente también tenemos constancia de que han circulado por América, incluido el territorio de los Estados Unidos y por tanto son en cierto sentido antecedentes de Dólar del que no se separan tanto, en cuanto a su peso y a su composición metálica. Estas monedas, como los 8 Reales, también constituyen un medio de pago que fue aceptado como tal tanto, en porciones importantes de América (como la zona de Caribe) como en Asia (principalmente en el territorio de la actual Indonesia).
La generalidad de su circulación se debió al hecho de tener unas denominaciones y una métrica semejante a la de las piezas emitidas por los Reyes españoles en el territorio de Flandes (que inicialmente comprendía el actual territorio de Bélgica y Holanda) que tras la separación definitiva en 1580 de las llamadas Provincias Unidas (Países Bajos) quedó limitado a la actual Bélgica. Este último territorio continuó bajo la soberanía española hasta que como consecuencia de la Guerra de Sucesión (1700-1715) permaneció bajo el dominio de Austria.
Este conjunto de piezas también circuló en América como lo prueba el relativamente alto número de ejemplares que aparecen con resellos que habilitaron su curso en determinadas zonas, así como la existencia de piezas de 8 Reales emitidos en cecas hispanoamericanas que llevan resellos (como el de eslabones de la cadena de la Orden del Toisón de Oro) para habilitarlas para circular por los Países Bajos con un valor de 40 Stuivers. Por tanto, podemos afirmar que existe evidencia del curso simultaneo de estas monedas con las propiamente españolas de 8 Reales, por las que serian intercambiadas por su contenido en plata, teniendo en cuenta la diferencia de peso y ley entre ellas. Esta circulación siguió verificándose en los siglos XVII y XVIII una vez producida la independencia de Holanda, cuyas monedas basada en la métrica anterior continuaron siendo masivamente utilizadas para las necesidades del comercio holandés, especialmente activo con sus propias colonias como las Antillas o la Guayana holandesa.
Los Países Bajos, tierras situadas alrededor de la desembocadura del Rhin, entre Francia y Alemania, eran en el comienzo de la Edad Moderna, una zona de extraordinaria riqueza, siendo el primer lugar de Europa donde se consolidó una burguesía que a partir de los capitales acumulados por el cultivo de tierras irrigadas y feraces, habían llegado a desarrollar una industria textil competitiva que precisaba de mercados para la exportación y territorios de donde pudiera importar materia prima para sus telares, lana fundamentalmente.
Estos territorios habían venido pertenecido (a través de un complicado sistema de trasmisión de derechos feudales) a los Duques de Borgoña que aunque estaban bajo la teórica soberanía de los Reyes de Francia, ejercían a su vez la suya, en relación con condados, señoríos y obispados de los Países Bajos. Este país fue el heredado por Carlos I, como herencia de su abuela María de Borgoña, esposa del emperador Maximiliano del que también, como archiduque de Austria, recibió sus derechos de sucesión al Sacro Imperio Romano Germánico. Durante todo el reinado de Carlos I, la soberanía del Monarca sobre estos territorios no supuso lastre alguno para su pobladores, ya que Carlos, que había nacido en Gante, siempre se consideró como un flamenco, aunque progresivamente fue estableciendo una relación mas directa con Castilla, reino que había heredado de su abuela Isabel, y con Aragón, heredado a su vez de su otro abuelo Fernando.
Tras la abdicación y muerte de Carlos I, estos territorios, a diferencia de Alemania y Austria que pasaron a depender de su hermano Fernando, quedaron bajo la soberanía de su hijo Felipe II, que pronto encontró razones de peso para no abandonar estos países, pese a la cerrada vocación de independencia que éstos mostraron frente el centralismo de la política del Rey, materializada en la rebelión de las Provincias del Norte amparadas en la adopción de la Reforma religiosa de Lutero.
Este deseo de Felipe II de conservar los Países Bajos, en contra de lo que suele creerse, no solo obedecía al propósito del Rey de mantener la unidad religiosa en sus dominios, sino también al fuerte carácter de complementariedad que presentaban la economía flamenca y la castellana. En efecto, los puertos de Bilbao y Laredo, en el norte de España, mantenían un flujo continuo de intercambio de mercancías con los de Roterdam o Amberes en los Países Bajos. Es este sentido, inicialmente Flandes vio con buenos ojos el tener una relación política especial con España que le permitiera ventaja comparativa en relación con Francia e Inglaterra, países con los que arrastraba un déficit comercial de desfavorable.
Así se aseguró la recepción de la apreciada lana de la cabaña merina castellana a través de la Mesta y la disposición de un amplio mercado para sus telas y vestimenta a ser adquirida en España, no solo para su uso en la península, sino también en los países americanos que Castilla empezaba a colonizar. España, a través de la poderosa marina comercial flamenca, podía importar a coste razonable, grano de la Europa del Norte para suplir la ineficiencia de su agricultura, y exportar a las colonias americanas toda clase de productos manufacturados. Este equilibrio en la relación de Castilla con Flandes, acabó rompiéndose, por razones fundamentalmente fiscales. En 1542, Carlos I había llegado a un acuerdo con los Estados Provinciales (asambleas representativas de la burguesía de las principales ciudades flamencas) para consolidar un impuesto del 10% sobre la renta de los bienes raíces, y un porcentaje algo menor sobre los bienes personales y los salarios.
Mientras vivió Carlos I, la administración de los impuestos recaudados en base a este acuerdo, quedó en manos de los Estados Provinciales, pero tras su abdicación, Felipe II, agobiado por los gastos a los que le conducía su política de rivalidad con Inglaterra respectó al comercio americano, trató de recabar para la Hacienda Real, tanto el cobro como la disposición de las rentas resultantes de estos impuestos. Esto desembocó en una rebeldía, primero encabezada por los Condes de Egmont y Horn y después por Guillermo de Orange, que acabó en la independencia de las Provincias de Norte (la actual Holanda), pese a los esfuerzos militares realizados por España a través del envío como Gobernadores de prestigiosas figuras militares como el Duque de Alba o Juan de Austria.
De esta manera, quedaron agrupadas las provincias del sur, como: Flandes, Hainaut, Artois, Lieja y la parte sur del Bramante, en la llamada Unión de Arrás, reconocedora de la soberanía española, y las del norte: Holanda, Zelanda, Gueldres, Utrecht, Groninga y la parte norte del Bramante, en la Unión de Utrecht. Así a partir de 1580 quedó consolidad la división del país en dos zonas: la del norte del mayoría protestante de sustrato calvinista y la del sur de mayoría católica y fiel a Felipe II. Desatada la Guerra abierta entre ambas zonas, éxitos militares de Alejandro Farnesio permitieron a España la ocupación de las importantes ciudades flamencas de Brujas, Gante, Bruselas y finalmente, Amberes (conquistada el 17 de agosto de 1585). No obstante éste fue el límite del poder español.
Las amargas derrotas de los españoles en los Países Bajos llevaron a Felipe II a entregarlos como dote a su hija Isabel Clara Eugenia al casar con Alberto Archiduque de Austria, gobernador y después soberano de estos países. Alberto e Isabel emitieron Ducatones y Patagones en Flandes de acuerdo con la misma métrica que los acuñados por Felipe II, especialmente en Amberes y Bruselas. Tras su muerte sin sucesión, los Países Bajos pasaron nuevamente a manos de la Corona española en la persona de Felipe IV en 1621.
Los Ducatones con un peso de 34 a 32 gramos, son piezas relativamente comunes, especialmente los acuñados en Amberes. La tendencia actual del mercado fija para ellos un precio de 100€ en F, cantidades que de acuerdo con su amplia circulación, se multiplican por dos con cada cambio de grado, con: 200€ en VF, 400€ en XF y 800€ en AU, siempre que la acuñación no sea demasiado descuidada. Por su parte, los Patagones con un peso entre 29 y 28 gramos, son bastante mas corrientes, con unos `precios aproximadamente la mitad de los anteriores: 50€ en F, 100€ en VF, 200€ en XF y 400€ en AU. Los Ducatones muestran en el anverso el busto del soberano y los Patagones (de origen borgoñón) la cruz de San Andrés (emblema de Borgoña). La subasta de una importante colección de Duros españoles realizada por CAYÓN el 4 de febrero de 2012 presenta una gran variedad de piezas de este tipos, con Ducatones y Patagones, con unos precios de salida en la línea de los comentados.
Figura 135.1
La pieza de la FIGURA 135.1 es un Ducaton de Tournay acuñado en Mons en 1589 a nombre de Felipe II. En el anverso presenta el busto del Rey con los títulos de rey de Inglaterra y Zelanda, así como el de Señor de Tournay, y en el reverso el escudo imperial rodeado de la leyenda DOMINVS MIHI ADIVTOR. Esta pieza se valora en CAYÓN 1976 en 30.000P en conservación BC (que nosotros consideramos como equivalente a nuestro G), mientras que en 1980 se evalúa en 47.500P. También CAYÓN en su redición del HERRERA de 1992 valora esta pieza en 80.000P. Nosotros creemos que esta valoración, si trata de esta conservación es exagerada. Mas de acuerdo estamos con la valoración de DAVENPORT 1984: 275$ en VF. La presente pieza presenta un buen anverso gracias a la protección que le ha proporcionado su convexidad. No obstante su desgaste es generalizado afectando aproximadamente a un 50% de la barba del Rey. Por ello su grado será el de F+, lo que en una pieza común de este tipo supondría un valor de 130€. Como consecuencia de la rareza relativa de esta Ceca respecto a la de Amberes, elevaremos el valor al doble: 260€.
Figura 135.2
La pieza de la FIGURA 135.2 es un Ducatón de Gerlanda acuñado en Nimega en 1558 a nombre de Felipe II. Su diseño es semejante al anterior apareciendo Felipe II con los mismo títulos, si bien ahora se recoge el de Duque de Geldrés en lugar del anterior. La pieza presenta, a diferencia de la anterior, circunferencias rodeando a las leyendas. CAYÓN 1976 valora esta pieza mas razonablemente, con 15.000P, mientras que CAYÓN 1980 llega hasta 14.500P y en 1992, a 200.000P.Creemos razonables los dos primeros valores, pero en modo alguno el tercero. Nuevamente volvemos situarnos en línea con la valoración de DAVENPORT: 250$ en VF y 400$ en XF. Esta pieza presenta solo desgaste en sus partes mas altas con los detalles completos de la armadura del rey y del escudo, con un 60% de la barba y el pelo del monarca todavía visible. El valor de esta pieza en VF sería de 260€, valor que subiríamos hasta un precio de mercado de 300€, como consecuencia del brillo original que retiene la moneda.
Figura 135.3
La pieza de la FIGURA 135.3 es un Patagón de Felipe II acuñado en Utrecht en 1588. CAYÓN 1976 la valora en 19.000P y CAYÓN 1980 en 33.000P. DAVENPORT 1984 la valora en 200$ en VF. La presente pieza tiene una bella pátina irisada, pero presenta claro desgaste en la corona escudo y cadena del toisón de oro que le rodea. Por ello, su grado es F+ al que corresponde un valor de 65€, que duplicaremos por tratarse de un pieza de Felipe II, menos común que las posteriores, y presentar pátina intocada.
Figura 135.4
La pieza de la FIGURA 135.4 es un Ducatón de Alberto e Isabel como archiduques de Austria y Duques de Borgoña y Bramante, acuñado en Bruselas (cabeza de ángel) en 1619. El tiraje de esta pieza es solo de 14.430 ejemplares tal como se indica en el libro Las Monedas del Bramante de May y Keymeulen publicado en 1974, en el que se asigna a esta pieza un precio de 5.000FB en VF, 10.000FB en XF y 20.000FB en AU (un FB igual a 1,5P en 1974). CAYÓN 1976 valora esta pieza en 12.000P, CAYÓN 1960, en 19.000P y en la redición de HERREA aparece con 40.000P. DAVENPORT 1984 la valora en 250$ en VF y 450$ en XF. El presente ejemplar carece de barba, pero conserva un 75% del pelo y la armadura completa, merced a su anverso cóncavo, así como muy buena pátina. Por ello, su grado es VF y su valor: 200€, aunque su precio de mercado sería superior por rareza de la ceca y del soberano, así como por la pátina, llegando a 240€ en VF.
Figura 135.5
Por último, la pieza de la FIGURA 135.5 es un Patagón de Alberto e Isabel acuñado en Amberes sin fecha. Esta pieza de acuerdo con la obra citada anteriormente tiene un tiraje muy alto: 2.528.501, que contrasta con el de los ejemplares fechados posteriores de 1612 a 1620 que son del orden de la decima parte para cada año. La valoración en la obra citada es de 600FB en VF, 1.200FB en XF y 2.400FB en AU, en 1974. También la valoración de CAYÓN en 1976, 1980 y 1992 es claramente una de las mas bajas para este tipo de piezas: 6.000P, 9.500P y 25.000P, respectivamente. En la misma forma, opera DAVENPORT 1984, con 100$ en VF y 225 en XF. En grado F+ esta pieza tendría un valor de 65€ que elevaríamos hasta un precio de mercado de 90€ como consecuencia de su redondez y bella pátina
15. THE DUCATONS AND PATAGONS OF PHILIP II AND ALBERT AND ISABELLA IN THE NETHERLANDS In this volume, as we already explained in its first post, we intend to give guidelines for the assessment of the Spanish coins that have been the precedent for the dollar, the dollar of the United States strictly speaking and of the coins issued by the Latin American countries after their independence, denominated in both Reales and Pesos, taking as a reference the metric of not only the 8 reales, but also the American dollars. Obviously, the coins precisely within this scope are the 8 reales, minted in the Spanish Peninsular mints the American ones such as: Mexico, Lima, Potosí, Santa Fe or Santiago, to which we have reviewed in previous posts. However, we should not forget that there are other coins not denominated in reales, issued in the name of the Kings of Spain, which, although they have a different metric we have also proofs that had circulated in America, including the territory of the United States and therefore, they are, somehow, antecedents of the dollar, which are not far in terms of its weight and its metal composition. These currencies, such as the 8 reales, also constitute a means of payment that was accepted as such not only in a large territory of America (such as Caribbean), but also in Asia (mainly in the territory of the present Indonesia). Most part of its circulation was due to the fact of having denominations and a metric similar to the coins issued by the Spanish kings in the territory of Flanders (which initially included the current territory of Belgium and Holland) that after the definitive separation in 1580 of the so-called United provinces (Netherlands) was limited to the present Belgium. This last territory continued under the Spanish sovereignty until, as a result of the war of Spanish Succession (1700-1715), remained under the rule of Austria. This group of pieces also circulated in America, as evidenced by the relatively high number of copies appearing with the stamps that authorized their course in certain areas, as well as the existence of coins of 8 reales issued in Latin American mints that carry these stamps (like the links in the chain of the Order of the Golden Fleece) to enable them to circulate in the Netherlands with a value of 40 Stuivers. Therefore, we can say that there is evidence of the simultaneously course of these coins with the actual Spanish 8 Reales, that would be exchanged for its silver content, taking into account the difference in weight and fineness between them. This circulation continued to be confirmed in the 17th and 18th centuries, after the independence of the Holland, whose previous metric-based currencies continued being massively used by the Dutch, especially active for trade needs with its own colonies as the West Indies or Dutch Guiana. The Netherlands, land located around the mouth of the Rhine, between France and Germany, were at the beginning of the modern age, an area of extraordinary wealth, being the first place in Europe where a bourgeoisie consolidated who, from the capital accumulated by the cultivation of irrigated and fertile lands, had come to develop a competitive textile industry that needed markets for exporting and territories where it could import raw materials for its looms, mainly wool. These territories had belonged (through a complicated system of transmission of feudal rights) to the Dukes of Burgundy who, although they were under the theoretical sovereignty of the Kings of France, exercised in turn theirs in relation to counties, domain and bishoprics of the Netherlands. This country was inherited by Charles I, as a legacy of his grandmother Mary of Burgundy, wife of the Emperor Maximilian of who, as Archduke Austria, also received his succession rights to the Holy Roman Empire. During the reign of Charles I, the sovereignty of the monarch on these territories was not any burden for its inhabitants, because Charles I, who was born in Ghent, always considered himself as a Flemish, although he was progressively establishing a relationship more direct with Castile, the Kingdom he inherited from his grandmother Isabella, and with Aragón, inherited in turn from his other grandfather Ferdinand. After the abdication and death of Charles I, these territories, unlike Germany and Austria that came to rely on his brother Ferdinand, were under the sovereignty of his son Philip II, who soon found compelling reasons not to abandon these countries, despite the closed vocation of independence that they showed against the centralism of the policy of the King materialized in the rebellion of the northern provinces supported by the adoption of the reformation of Luther. This desire of Philip II in preserving the Netherlands, contrary to popular belief, was not only obeying the purpose of the King of maintaining the religious unity in his domains, but also because the strong character of complementarity that presented the Flemish economy and the Castilian. In fact, the ports of Bilbao and Laredo, in the North of Spain, maintained a steady exchange of goods with the Rotterdam or Antwerp in the Netherlands. It is in this sense that initially Flanders saw with good eyes to have a special political relationship with Spain which allowed comparative advantage in relation to France and England, countries with which it dragged a unfavourable trade deficit. Thus it ensured the receipt of the prized wool of the Castilian Merino hut through the Mesta and a broad market for its textile material and clothes to be purchased in Spain, not only for its use in the peninsula, but also in the American countries that Castile began to colonize. Spain, through the powerful Flemish commercial Navy, could import at a reasonable cost grain of the Northern Europe to make up for the inefficiency of its agriculture, and export all kinds of manufactured goods to the American colonies. This balance in the relationship of Castile with Flanders ended up breaking with the mainly fiscal reasons. In 1542, Charles I had reached an agreement with the provincial States (representative assemblies of the bourgeoisie of the major Flemish cities) to consolidate a 10% on income tax of the real state, and a little less percentage on the personal property and wages. While Charles I was alive, the administration of the taxes collected on the basis of this agreement, it was in the hands of the provincial States, but after his abdication, Philip II, burdened by the costs that his rivalry policy with England related to the American trade was leading to, he tried to seek for the Royal Hacienda, both the collection as the provision of the resulting income from these taxes. This led to a rebellion, first led by the counts of Egmont and Horn and later by William of Orange, which ended with the independence of the northern provinces (the current Holland), despite the military efforts made by Spain through the sending of prestigious military figures as governors such as the Duke of Alba and John Austria. In this way, the provinces of the South were grouped in: Flanders, Hainaut, Artois, Liège and the part South of Bramante, in the so-called Union of Arrás, which recognized the Spanish sovereignty, and in the North: Holland, Zealand, Gueldres, Utrecht, Groningen and the northern part of Bramante, in the Union of Utrecht. So, since 1580, the Division of the country was consolidated in two zones: the North one of Protestant majority of Calvinist substrate and the South one of Catholic majority and loyal to Philip II. Unleashed the opened war between the two areas, military successes of Alessandro Farnese allowed Spain to occupy the important Flemish cities of Bruges, Ghent, Brussels and finally, Antwerp (conquered on 17 August 1585). However this was the limit of the Spanish power. The bitter losses of the Spanish in the Netherlands led Philip II to give them his daughter Isabella Clara Eugenia as dowry to marry Archduke Albert of Austria, Governor and then ruler of these countries. Albert and Isabella issued Ducatons and Patagons in Flanders with the same metric as coined by Philip II, especially in Antwerp and Brussels. After his death without succession, the Netherlands went again at the hands of the Spanish Crown in the person of Philip IV in 1621. The Ducatons with a weight of 34 to 32 grams, are relatively common coins, especially those coined in Antwerp. The current trend of the market set for them a price of €100 in F, amounts which, according to its wide circulation, multiply by two with each change of grade, with: €200 in VF, €400 in XF and €800 in AU, provided that the coinage was not too careless. For its part, the Patagons weighing between 29 and 28 grams, are quite more common, with some prices about half of the previous ones: €50 in F, 100€ in VF, €200 in XF and €400 in AU. The Ducatons show in the front the bust of the sovereign and the Patagons (of Burgundian origin) the cross of St. Andrew (emblem of Burgundy). The auction of an important collection of Spanish Duros held by Cayón on 4 February 2012 presents a great variety of pieces of these types, with Ducatons and Patagons, with starting prices in the commented line. The coin of Figure 135.1 is a Ducaton of Tournay coined in Mons in 1589 in the name of Philip II. On the front, it features the bust of the King with the titles of King of England and Zeeland, as well as Sir of Tournay, and on the back the imperial coat of arms surrounded by the legend DOMINVS MIHI ADIVTOR. This piece is valued by Cayón 1976 at 30,000 pesetas in conservation BC (which we consider equivalent to G), while in 1980 it is valued at 47,500 pesetas. Also Cayón, in his re-issue of Herrera of 1992 value this coin at 80,000 pesetas. We believe that this assessment, if it is in this conservation is exaggerated. We agree more with the valuation of Davenport 1984: $275 in VF. This coin presents a good front, thanks to the protection provided by its convexity. However its wear is widespread affecting approximately 50% of the beard of the King. Therefore its grade is F+, what in a common coin of this type would be a value of €130. As a result of the relative rarity of this Mint compared to that of Antwerp, we would increase the value to the double: €260. The coin of Figure 135.2 is a Ducaton of Gerlanda coined in Nijmegen in 1558 in the name of Philip II. Its design is similar to the previous one appearing Philip II with the same titles, while now there is that of Duke of Geldrés instead of the previous one. Unlike the previous, this piece presents circles surrounding the legends. Cayón 1976 assess this piece more reasonably, with 15,000 pesetas while Cayón 1980 reaches 14,500 pesetas and in 1992, 200,000 pesetas. We believe that the first two values are reasonable, but in no way the third one. One more time, we return to situate ourselves in line with the assessment of Davenport: $250 in VF and $400 in XF. This piece only presents wear in its higher parts with full details of the King’s armour and the coat of arms, with 60% of the beard and hair of the monarch still visible. The value of this coin in VF would be €260, a value that we increase to a market price of €300 as a result of the original brightness that the coin retains. The coin of Figure 135.3 is a Patagon of Philip II coined in Utrecht in 1588. Cayón 1976 valued it at 19,000 pesetas and Cayón 1980 at 33,000 pesetas. Davenport 1984 valued it at $200 in VF. This coin has a beautiful iridescent patina, but it presents a clear wear in the Crown, coat of arms and chain of the Golden Fleece around it. Therefore its grade is F+ which has a value of €65, which we will double because it is a coin of Philip II, less common than the later ones, and it present an untouched patina. The coin of Figure 135.4 is a Ducaton of Albert and Isabella as Archdukes of Austria and Dukes of Burgundy and Bramante, coined in Brussels (head of Angel) in 1619. The production of this coin is only 14,430 copies such as the book The coins of the Bramante of May and Keymeulen stated which was published in 1974, which assigns to this coin a price of FB5.000 in VF, FB10.000 in XF and FB20.000 in AU (one FB was equal to 1,5 pesetas in 1974). Cayón 1976 asses this piece at 12,000 pesetas, Cayón 1960 at 19,000 pesetas and in the re-issued of Herrera appears with 40,000 pesetas. Davenport 1984 valued it at $250 in VF and $450 in XF. The present copy lacks beard, but it retains 75% of the hair and full armour, thanks to its concave front, as well as a very good patina. Therefore, its grade is VF and its value: €200, although its market price would be higher for the rarity of the Mint and of the sovereign, as well as the patina, reaching €240 in VF. Finally, the coin of Figure 135.5 is a Patagon of Albert and Isabella coined in Antwerp undated. This piece, according to the work cited above has a very high production: 2.528.501, which contrasts with the posterior dated copies from 1612 to 1620 which are about the tenth part for each year. The assessment in the work cited is FB600 in VF, FB1,200 in XF and FB2,400 in AU, in 1974. Also the assessment of Cayón in 1976, 1980 and 1992 is clearly one of the lower for this type of coins: 6,000 pesetas, 9.500 pesetas and 25,000 pesetas, respectively. Davenport 1984 operates in the same way with $100 in VF and $225 in XF. In grade F+, this piece would have a value of €65, which we increase up to a market price of €90 as a result of its roundness and beautiful patina.