Está de moda decir que la culpa de todos los males la tiene el bipartidismo. Puede ser. De momento, los partidos que denuncian el bipartidismo han conseguido una gran victoria cargándose a los dos partidos más pequeños del arco parlamentario. Que a su vez denunciaban también el bipartidismo.
He conocido, de lejos o de cerca, países con diversos sistemas y no me ha parecido nunca que hubiera una correlación del tipo a menos partidos, más corrupción. La casuística es muy variada y da para todo. Si hay, lógicamente aunque con bastantes excepciones, una tendencia a que los sistemas electorales mayoritarios den lugar a grandes partidos (o coaliciones) y que los proporcionales permitan la floración de más partidos que al final tienen que entenderse en pactos post electorales.
Por otra parte, es claro que la calidad del sistema electoral (sea mayoritario o proporcional) determina la calidad de la democracia. No se trata sólo de que aspectos técnicos cómo el tamaño o distribución de las circunscripciones pueda beneficiar a unos u otros sino, sobre todo, de que, en función del mecanismo para ser candidato y eventualmente elegido, el diputado (u otro cargo electo) se sentirá responsable de sus actos ante el conjunto de los ciudadanos o únicamente ante la estructura del partido que lo colocó en la lista.
El sistema electoral español provoca la ilusión de que los ciudadanos eligen a sus representantes, lo cual no es totalmente cierto. En puridad, el ciudadano vota listas y elige cuantos escaños le tocarán a cada partido, pero es el partido quien determina a la hora de hacer las listas, quienes tienen prioridad para sentarse en esos escaños. Por supuesto, la presencia de determinados nombres puede atraer más o menos votos pero no necesariamente en beneficio de la persona atractiva.
Así las cosas, los elegidos se deberán a los aparatos que los han puesto en las listas más que a los ciudadanos que han votado a estas. Está claro que el sistema democrático queda muy resentido de la ausencia de eso que los anglófonos llaman accountability.
Tan resentido que ha llegado a ser obvio que algún tipo de remedio había que poner. Tiene el PSOE el mérito de haber sido el primero en importar el sistema de las primarias, que en los países que yo sé que se utiliza tiene otras funciones, y ahora lo utilizan muchos partidos. Lamentablemente no se ha ido más lejos. Hubiera sido preferible modificar el sistema electoral con fórmulas más adaptadas a la democracia (listas abiertas, circunscripciones uninominales u otras) pero para los partidos las primarias, dando satisfacción a la ilusión de democrática, tienen la ventaja de que no son obligatorias y, además, sus efectos son reversibles.
Este último aspecto lo conoce bien mi hermana Concha. Cómo, lógicamente, es un tema en el que no soy imparcial, me limitaré a los hechos más claros:
Luis Tudanca, secretario general del PSOE en Castilla y León, él mismo elegido en primarias, animó a todas las agrupaciones de la región a realizar procesos de primarias para escoger a los candidatos a las diversas elecciones. A su rueda, la agrupación de Béjar, en la que milita mi hermana, se puso a la tarea de hacer unas primarias para las candidaturas por Salamanca a las Cortes de Castilla y León. Lista en la que tradicionalmente Béjar ha llevado el segundo candidato. El propio Luis Tudanca estuvo en Béjar prometiendo que la voz de los militantes se tendría "muy en cuenta"
El caso es que mi hermana arrasó. Y al hacerlo, técnicamente, debía reemplazar a la actual procuradora de Béjar, candidata en anteriores ocasiones. El problema es que esta señora habría apoyado al secretario general regional cuando éste desbancó al anterior.
Así que de Béjar a Salamanca algún papel se traspapeló y mi hermana, con el ochenta por ciento de los votos de los militantes se cayó de la lista. Parece que Luis Tudanca, al final, tuvo que optar entre pagar favores o mantener su palabra. No sé si su elección tendrá algún efecto positivo para él mismo pero de paso se ha cargado la agrupación de Béjar y ha mostrado lo grande que le viene el sillón que en el pasado ocuparon hombres de la talla de Demetrio Madrid o Jaime Gonzalez.
Y una parte de la soberanía popular estará representada por una persona a la que sus propios compañeros han negado su apoyo. Supongo que, en su ingenuidad, se creerá que es una élue du peuple.
Así que ya va siendo hora de que el PSOE de un paso más y, más allá del parche de las primarias, se plantee una reforma electoral que profundice en la democracia y que impida estos esperpentos.