23/09/2015
Diana Krall, una reina de las baladas
No podía dejar pasar esta oportunidad en que Diana Krall da un concierto en Madrid, mi ciudad, para escribir un artículo sobre ella, una de las cantantes de jazz más internacionales, además, por supuesto, de asistir a su concierto. En la gira que Diana Krall está llevando a cabo para presentar su último disco, Wallflower, hay programados dos conciertos en sendas ciudades españolas. El 22 de septiembre en Madrid y el 26 del mismo mes en Barcelona, donde ya actuó en su anterior gira de hace tres años. Casualmente el día 26 tengo previsto estar en Barcelona, pero allí mi agenda será más apretada, así que me decanté por sacar entradas para el de Madrid, en el Palacio de Deportes (ahora Barclaycard Center, así es la vida). Por cierto, creo que el precio de las entradas es un pelín alto para la que está cayendo.
Diana Krall
Dentro del panorama actual de las vocalistas de jazz no son muchas las que puedan estar a la altura de Diana Krall, al menos en lo que a éxitos de ventas se refiere. En ese apartado quizá sólo la supere Norah Jones, cuyas ventas de discos se cuentan por decenas de millones. Otras divas actuales del jazz, como Patricia Barber, Madeleine Peyroux, Stacey Kent o Cassandra Wilson, sin que tenga intención de compararlas (que nunca lo haré), no creo que la superen en esa faceta ligada en parte a los aspectos comerciales. Pero no quiero seguir dando nombres de vocalistas porque son muchas las que hay y muchas las que me gustan. En España también tenemos un buen elenco de excelentes cantantes de jazz (algunas de ellas ya pasaron por este blog). Así que ahora me ceñiré a hablar de Diana Krall.
Diana Krall no es sólo una excelente cantante, sino también buena pianista y compositora. Como ocurre con muchos otros músicos que han llegado a lo más alto, la carrera musical de Diana comenzó en su infancia, a la edad de cuatro años, en la pequeña localidad canadiense de Nanaimo en la que nació y en la que tanto su padre como su madre eran pianistas. Para cerrar el ciclo de familia musical, en 2003 se casó con el músico británico Elvis Costello. A los 17 años obtuvo una beca para estudiar en el prestigioso Berklee College of Music de Boston, escuela de formación de la que tantos grandes músicos han salido. Tiene publicados 14 álbumes, desde el primero, Stepping Out, en 1993 hasta este último que se puso a la venta en febrero de este año 2015, Wallflower. Diana Krall ha obtenido cinco premios Grammy y como aún es joven (50 años no es nada) y le queda mucho por ofrecernos, a buen seguro que obtendrá varios premios más.
Los trece álbumes anteriores a este que ahora presenta están llenos de estándares de jazz. Muchos de ellos temas de los mejores compositores y que han sido cantados por las y los más grandes vocalistas y que en el caso de Diana cobran una sonoridad distinta. Y es que Diana tiene una clara y definida personalidad. No intenta imitar a ninguna de las grandes divas que le han precedido o que son sus contemporáneas en el mundo del jazz vocal. Sus interpretaciones tienen siempre el sello personal que ella les imprime basado en una cadencia y tempo lentos y una voz un punto grave y algo rasgada, pero muy melodiosa, lo que hace que sea considerada como una de las mejores cantantes de baladas de jazz, bossa nova o de la fusión de ambos. Tomemos un ejemplo: en 1927 George Gershwin compuso 'S Wonderful, con letra de su hermano Ira, un tema que han interpretado desde entonces los mejores cantantes, no solo de jazz. En los años setenta del pasado siglo Klaus Ogermann, que ya había trabajado con Antonio Carlos Jobim en varios temas de bossa nova, hizo unos arreglos de 'S Wonderful para adaptarlo a este ritmo -versión que popularizaría enormemente Joao Gilberto- y Diana Krall lo incluyó en su CD The Look of Love, editado en 2001. Las interpretaciones de una y otra versión han sido numerosas y muchas de ellas de una extraordinaria calidad, pero es posible que la versión grabada por Diana tenga un tempo distinto a las demás, más lento, sin que eso signifique que la prefiera a algunas otras, simplemente intento remarcar una de las características que definen a esta cantante y pianista. Y no es ese el único tema que puedo poner de ejemplo, porque hay muchos otros, en algunos de ellos llego a pensar que será difícil encontrar un metrónomo capaz de medir ese pulso.
Su último disco (hasta ahora) difiere de todos los anteriores en que en él no se incluye ninguna composición de las llamadas estándares de jazz. Hay temas de The Mamas & the Papas, Eagles, Leon Russell, Gilbert O'Sullivan, Bob Dylan, Paul McCartney, Elton John, Jim Croce, 10cc, Randy Newman y Neil Finn con los que Diana Krall ha confeccionado este álbum que ahora presenta. Un disco editado por Verve Records de una gran calidad y que también está disponible en plataformas como iTunes o Spotify. Pero esta selección de temas que ha hecho Diana para su nuevo disco ha supuesto que los críticos de jazz más puristas no lo consideren dentro de este género, pese a los arreglos que ha hecho David Foster, que si bien es cierto que no es un jazzman, es un afamado compositor y arreglista capaz de muchas cosas.
No son temas de jazz, sino casi todos clásicos del pop muy bien elegidos por Diana Krall y David Foster en la línea melodiosa de la cantante. El único tema que tiene un ritmo y un tempo algo más rápido es Operator, que compuso Jim Croce en el año 1972, aunque interpretado por debajo de los de su creador. Me parece un disco magnífico del que no sabría decir cuál de los temas me gusta más. Quizá si Diana lo ha titulado con el nombre de la composición de Bob Dylan, Wallflower, sea porque es su preferido (o quizá no). Es una canción preciosa. Creo que a Diana Krall no se la puede encasillar únicamente, ni ahora ni antes, en la categoría de jazz singer, porque ella ha abordado muchos estilos llevándolos siempre al terreno que le gusta y domina, que es el de la balada, y aunque haya intentado (y seguramente conseguido) acercar el jazz al gran público.
No considero que el Barclaycard Center (o Palacio de Deportes) de Madrid sea el mejor escenario para este tipo de conciertos. Ya sé que en los últimos años se han celebrado muchos -este mismo mes de septiembre varios de música pop y rock- y hasta alguno de música clásica -la osadía no conoce límites-, pero me hubiera gustado más un auditorio o teatro con mejor acústica para escuchar a Diana Krall y he de suponer que ha habido condicionantes de fecha, de aforo o de otra clase que han hecho decantarse por este lugar a los promotores del concierto (entre paréntesis diré que la organización dejó bastante que desear). En las demás ciudades europeas de esta gira el escenario es más adecuado para un concierto de estas características, salvo el MEO Arena de Lisboa que también es, como el de Madrid, un pabellón deportivo reconvertido para alojar eventos de todo tipo. Pero pese a lo inadecuado y desangelado del lugar disfruté del concierto de Diana Krall, de escucharla y verla en directo, algo que aún no había tenido la ocasión de hacer.
Dos momentos del concierto, Madrid 22 septiembre 2015
El de Madrid es el primer concierto de esta gira europea que finalizará el 27 de octubre en Estambul y cuyo objetivo principal, como ya he dicho, es la promoción de su disco Wallflower, pero no fue en el contenido de ese disco en lo que se centró principalmente el concierto. Diana estuvo acompañada en este concierto por Anthony Wilson (guitarra), Dennis Crouch (bajo), Stuart Duncan (violín), Karriem Riggins (batería) y Patrick Warren (teclado). Excelentes músicos todos ellos, que en algunos momentos del concierto nos dejaron unos solos para recordar, sobre todo la guitarra de Anthony Wilson y el violín de Stuart Duncan.
Y aquí se cambió el tercio. Diana Krall, que es veterana en estas lides, sabe que el directo es otra cosa y que si actúa para más de dos mil personas hay que meter caña y desmelenarse un poco y vaya si se movió ese pelo rubio. Y así comenzó el concierto, con el ritmo de We just coudn't say goodbye, que está incluido en su álbum anterior Glad Rag Doll, para seguir con un rítmico y sensacional On the Sunny Side Of the Street a mayor velocidad de la que se aprecia en su primer disco, Stepping out, uno de mis temas preferidos (son muchos) y que compusieron en los años treinta Jimmy McHugh y Dorothy Fields. Y los temas más melodiosos no llegaron hasta el cuarto en que la banda interpretó Just Like a Butterfly That's Caught in the Rain. Y más adelante empezaron los temas incluidos en Wallflower, empezando por el que da título al disco y siguiendo con California Dreamin' y Desperado. Y ya no hubo más temas del disco, porque Diana volvió al jazz más clásico. Tiene claro que no quiere que el público deje de identificarla con el jazz. Terminó el concierto, Diana y sus músicos se fueron del escenario pero el público no, insistiendo en que volvieran. Y se hicieron de rogar, porque tardaron lo suyo en volver a salir para interpretar otros tres temas, empezando por East Of The Sun (And West Of The Moon).
Me gustó el concierto y me sorprendió gratamente Diana Krall en directo con esos magníficos músicos. Vuelvo a insistir -ya lo he dicho muchas veces- que el directo es otra cosa. Pero la próxima vez que venga a Madrid, por favor, llevadla a otro sitio.