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No hace mucho, la versión española del artículo "Nerón" de la popular enciclopedia Wikipedia fue sustancialmente modificada, dándonos la razón al posicionarse mucho más cerca de nuestra tesis de lo que estaba anteriormente.
Bien es cierto que Wikipedia no es una encliclopedia adecuada para el estudio de las investigaciones de vanguardia. Por su propia naturaleza, Wikipedia solamente publica el conocimiento que está asentado y es conocido y aceptado por una amplia comunidad de estudiosos. Este procedimiento garantiza que no se pueda "colar" cualquier elucubración de una minoría que poco después pueda ser desahuciada por falta de rigor o de coherencia. Pero, por otro lado, imposibilita a la popular enciclopedia ser un referente de las más recientes investigaciones, de las que a lo sumo sólo podrá presentar alguna pequeña mención. Por todo ello, Wikipedia es un excelente indicador del conocimiento aceptado y asumido en cada momento por la sociedad culta. De ahí nuestra jubilosa celebración por este cambio de posicionamiento de la enciclopedia, aunque todavía le quede otro buen trecho por recorrer hasta alcanzar las investigaciones dadas a conocer en numerosos artículos especializados en la materia.
El artículo que Wikipedia tenía anteriormente colgado, coincidiendo con el inicio de la publicación en Administración Digital del blog "Nerón, el personaje más calumniado de la Historia", consistía en una meritoria y sistemática exposición de muchas de las afirmaciones que se habían escrito en la Antigüedad sobre el célebre músico emperador, acompañando el texto de las citas oportunas, hecho todo de una manera razonablemente rigurosa. Se añadía solamente alguna pequeña referencia al actual debate que pone muy en duda la imparcialidad y el rigor de las fuentes originales. Este artículo incluso había recibido algunas menciones de reconocimiento por lo ordenado de la exposición realizada y la abundante documentación ofrecida.
La crítica que siempre hicimos a dicho artículo ya obsoleto de Wikipedia se basaba fundamentalmente no tanto en lo que ofrecía sino en lo que omitía: era una buena presentación de la visión histórica del "emperador maldito", pero dejaba completamente frustradas las expectativas de conocer con algún detalle el estado actual del arte. Era un artículo de completa sumisión a los escritores de la Antigüedad, y apenas presentaba dudas sobre las pintorescas y extravagantes historias que nos contaron. Se evidenciaba una completa ausencia de crítica sana y robusta, que cuestionara y analizara en profundidad los hechos narrados en busca de coherencia y verosimilitud.
La nueva versión del artículo "Nerón" de Wikipedia cambió sustancialmente el panorama ofrecido. Nerón "dejó de ser" el emperador maldito y degenerado que nos quisieron hacer creer sus detractores y que la humanidad se ha ido "tragando" durante casi dos milenios. Ahora, por ejemplo, algunos de los crímenes que antaño se le atribuían ya ni se mencionan en la nueva redacción (como los asesinatos de Burro y de Domicia); otros se presentan como muy dudosos (por ejemplo, los envenenamientos de Claudio y de Británico); el gran incendio de Roma del año 64 ahora se describe fundamentalmente como un accidente, algo frecuente en la época, aunque se mencionen adicionalmente para conocimiento del lector los rumores calumniosos de algunos contemporáneos, etc., etc.
¿Significa esto que ya se ha hecho justicia histórica a Nerón? De ninguna manera.
De momento, solamente se ha pasado de considerar a Nerón como un loco, degenerado y perverso personaje a estimar que Nerón, como emperador, fue uno más, con sus logros y sus fracasos, con sus luces y sus sombras. No es suficiente.
Es el hecho que, poco a poco y de una manera ineluctable, se va imponiendo la imagen de Nerón como uno de los grandes emperadores romanos. Recordaremos a los lectores desorientados en esta materia algunos datos. Durante su principado, Roma y la península itálica alcanzaron el pleno empleo, una gran actividad comercial y la máxima prosperidad que disfrutaron durante todo el imperio; intentó moderar la agresividad y rudeza romana importando las mejores aportaciones de la cultura griega; la literatura latina, prácticamente desaparecida tras Augusto, volvió a florecer en su período; fue uno de los tres únicos emperadores, junto a Augusto y Vespasiano, que logró cerrar las puertas del Templo de Jano (lo que significaba paz completa en todo el imperio, al menos durante unos años); sus relaciones internacionales tuvieron éxitos espectaculares; fue el más popular de los emperadores romanos, salvo entre la clase senatorial; cuando Otón destronó a Galba (el emperador que sucedió a Nerón), el pueblo aclamó al nuevo emperador llamándole "¡Nerón!, ¡Nerón!", de tal manera que, a continuación, adoptó el nombre de Otón Nerón; fue tal la frustración del imperio por la muerte de Nerón, sobre todo en Oriente, que se extendió la leyenda de que Nerón estaba escondido y pronto volvería a gobernar; poco después, aparecieron varios falsos "Nerones" dispuestos a aprovecharse de la leyenda y, ¡oh sorpresa!, todos eran excelentes músicos; Trajano, considerado por el Senado de Roma como el mejor emperador de todos los tiempos, declaró que correspondían a Nerón los cinco años más excelentes que se hubieran conocido ("Quinquennium Neronis"); etc, etc.
Por consiguiente, seguiremos publicando el blog "Nerón, el personaje más calumniado de la Historia" en la revista electrónica Administración Digital. El objetivo seguirá siendo ofrecer a nuestros lectores un profundo análisis de cada hecho relevante del principado de Nerón, de manera que nos podamos acercar, poco a poco, hacia la verdadera realidad de esta Historia.
ANTECEDENTES
Sexto Afranio Burro (1) nació en el año 1 d.C. probablemente en la ciudad de Vasio Vocontiorum (actual Vaison-la-Romaine) de la Galia Narbonense. Murió el año 62 d.C. en Roma.
Poco se sabe de los 50 primeros años de su vida: enrolado en el ejército romano, se cree que llegó a servir como tribuno militar de una legión. Fue militar austero y esforzado y persona virtuosa. Recibió una herida en un brazo que le dejó lisiado de por vida.
Fue elegido prefecto del Pretorio en el año 51 por Agripina la Menor, que por entonces era la cuarta esposa del emperador Claudio. Además se le encargó la instrucción militar de Nerón, mientras que Séneca dirigía su formación académica.
A la muerte de Claudio (13 de octubre del año 54), Burro tuvo un importante papel para facilitar que la guardia pretoriana aclamara al joven Nerón como emperador.
Durante los ocho primeros años del principado de Nerón, Burro conservó su puesto de prefecto del Pretorio. Él y Séneca hicieron de asesores del joven príncipe con éxito, lo que permitió un gobierno estable. Durante este período ambos tuvieron un notable poder.
En el año 62 hubo de pedir lo que se podría llamar su jubilación, a causa de una grave enfermedad de garganta (que hoy se diagnosticaría como un proceso canceroso degenerativo de los tejidos de la garganta). Poco después murió.
Pues bien, una vez más, lo que simplemente fue una muerte natural (hoy lo sabemos con total seguridad), la implacable persecución que sufrió la memoria de Nerón tras su muerte la convirtió en un asesinato por envenenamiento con premeditación, alevosía y abuso de confianza. Veamos los textos que nos han llegado de la Antigüedad.
LO QUE NOS CUENTA TÁCITO (2)
… y así abandonó esta vida Burro, sin que se sepa si por enfermedad o envenenado. Lo de la enfermedad se pensaba por el hecho de que la garganta se le hinchó por dentro poco a poco quitándole el aliento hasta impedirle respirar. Los más afirmaban que por orden de Nerón se le había untado el paladar con una pócima nociva, como si se le diera un remedio, y que Burro, percatándose del crimen, cuando el príncipe fue a visitarlo volvió la cara para no verlo y le dijo solamente: “Yo me encuentro bien.” En la ciudad dejó un gran vacío por el recuerdo de su virtud…
LO QUE NOS CUENTA SUETONIO (3)
A Burro, prefecto del pretorio, que padecía de la garganta, le dijo [Nerón] que le daría un remedio, y le envió un veneno.
LO QUE NOS CUENTA DIÓN CASIO (4)
Él [Nerón] hizo esto [divorciarse de Octavia] a pesar de la oposición de Burro, que procuró impedirle divorciarse de ella, y una vez le dijo, "Bien, entonces, devuélvele su dote," por la cual quiso decir la soberanía. Ciertamente, la franqueza en el discurso era característica de Burro y la empleó con tal audacia que una vez, por ejemplo, cuando el emperador le preguntó una segunda vez por su opinión sobre asuntos en los que él ya había declarado, contestó sin rodeos: "Cuando haya hablado una vez sobre algo, no me pregunte de nuevo."
Entonces Nerón lo eliminó envenenándole.
COMENTARIOS
1. Gracias a la descripción que nos da Tácito de la evolución de la enfermedad de Burro, hoy sabemos que la misma era un proceso canceroso degenerativo de los tejidos de la garganta, que de ninguna manera podría haber sido provocado por un veneno. No obstante, en lugar de dar argumentos para demostrar si fue o no un asesinato, Tácito recurre a los "mentideros" pues cuantifica a ojo el número de personas que opinaban de una u otra manera para inclinarse algo más a favor del asesinato. Además, nos describe la visita de Nerón a su viejo y fiel servidor: ¿Para qué iba a visitar Nerón a Burro si realmente deseara su muerte? Y, por último, por si no fueran ya suficientes disparates, asume que el hecho de que Burro no dejara a Nerón verle la cara era una forma de acusarle del crimen; ¿y por qué no, una forma de evitar que su joven amigo y emperador le recordara en un estado tan deplorable?
2. Suetonio acepta que Burro ya estaba previamente enfermo de la garganta, con gravedad puesto que el emperador ofrece su ayuda (lo que no tendría sentido si se tratara de una enfermedad leve), y de baja (dado que el emperador le "envía" la medicina, lo que sería absurdo en otro caso). Sin embargo, pretende hacernos creer que Nerón, graciosamente y sin motivo alguno, quería deshacerse de Burro, que ya estaba gravemente enfermo de la garganta, de una manera "disimulada". Si tal hubiera sido el deseo de Nerón, éste habría sencillamente esperado a que la enfermedad hubiera realizado el trabajo por sí misma.
3. Dión Casio, jugando a ser él mismo un narrador infalible y omnisciente, directamente asume que Burro ha muerto envenenado y que ha sido Nerón quien lo ha ordenado. No da prueba alguna, tan solo ofrece un motivo harto insuficiente: la franqueza de Burro cuando Nerón le pedía su opinión. Obviamente, este argumento asume que Nerón era tan estúpido que no sabía apreciar positivamente la opinión sincera de sus colaboradores cuando ésta era solicitada.
4. El deseo de calumniar a cualquier precio y sin ningún rigor científico es descaradamente evidente en los escritos de los tres historiadores. En primer lugar, cada uno de ellos da una versión diferente de la de los otros dos, y eso significa, sin necesidad de conocer el diagnóstico actual de la enfermedad, que necesariamente es falso lo que afirmen al menos dos de ellos. Y, en segundo lugar, ninguno nos transmite prueba alguna que pudiera demostrar con seriedad que el fallecimiento de Burro fue un asesinato: ni se mencionan testigos, ni el tipo de veneno, ni certificados forenses de los médicos que hubieran atendido al enfermo, ni nada de nada.
5. Estos casos que estamos presentando son muy importantes pese a la aparente poca relevancia de su contenido. Pues demuestran irrefutablemente que realmente existía un clima de persecución a la memoria de Nerón tras su muerte, que no sólo buscaba destapar los posibles "trapos sucios" que hubiera podido tener el césar durante su gobierno, sino que tergiversaba completamente todo cuanto hubiera dicho o hecho hasta convertirlo en algo deleznable.
NOTAS
(1) "Burrus" es un cognomen romano, forma latinizada del nombre griego "Πύρρος" (Pirros), que significa pelirrojo. Nada tiene que ver con el animal "burro" o con la persona estúpida, que en latín se dice "asinus, i" tanto en un sentido como en el otro.
(2) Tácito, "Anales", XIV, 51.
(3) Suetonio, "Vida de los doce césares", Nerón, XXXV.
(4) Dión Casio, epítome de la "Historia de Roma", LXII.
ANTECEDENTES
La familia paterna de Nerón (Domicia) tenía un gran abolengo y prestigio en Roma, tanto durante la República como durante el Principado. Sin contar al propio Nerón, sus antepasados acumularon siete consulados, un triunfo y dos censuras (1). Además, tuvieron estrecho parentesco con las familias Antonia y Julio-Claudia.
Así, el padre de Nerón, Gneo Domicio Ahenobarbo, nacido el 11 de diciembre del año 17 a.C., era nieto de Marco Antonio, sobrino nieto de Augusto y primo hermano de Germánico y del emperador Claudio. Aparece esculpido, siendo niño, en la procesión del lado meridional del Ara Pacis de Augusto, junto a su hermana mayor Domicia, a su madre Antonia la Mayor y a su padre Lucio Domicio.
Gneo Domicio gozó de una inmensa fortuna y, al igual que varios de sus antepasados, tuvo una brillante carrera política (2) que culminó al recibir el consulado en el año 32 d.C. Después actuó como comisionado del propio Tiberio. A principios del año 37, Tiberio, en plena decrepitud y muy próximo a su final, le acusó de traición, adulterio e incesto. La oportuna muerte del emperador el 16 de marzo del mismo año trajo consigo el sobreseimiento del proceso.
En el año 28 d.C., el emperador Tiberio organizó la boda de su sobrina nieta Agripina la Menor, hija de Germánico y biznieta de Augusto, que tenía 13 años, con Gneo Domicio, que contaba a la sazón 43 años. El único hijo del matrimonio, Nerón, nació el 15 de diciembre del 37 d.C., nueve meses después de la muerte de Tiberio. Esta circunstancia ha sido harto comentada por los eruditos, pues no parece ser mera consecuencia del azar.
Poco después, Gneo cayó enfermo de edema y murió en enero del año 40 d.C.
LA DIFAMACIÓN
Es Suetonio (3) quien más se recrea dando detalles para "demostrar" cómo el ilustrísimo linaje de la familia Domicia se degeneró bruscamente por alguna causa nefasta que hizo que ya el propio padre de Nerón tuviera una "vida de las más detestables". Y, por supuesto, estos hados fatales fueron inexorablemente heredados por el hijo, con lo que quedaría sobradamente explicado por qué Nerón se habría de convertir en un monstruo. Analicemos con detalle cada acusación de Suetonio contra el padre de Nerón.
1) [Lucio Domicio, el abuelo de Nerón...] tuvo de Antonia la Mayor [hija de Marco Antonio y de Octavia, la hermana de Augusto] un hijo que fue el padre [Gneo Domicio] de Nerón, y cuya vida fue de las más detestables.
Es un primer juicio de valor muy duro y arbitrario del historiador, que, sin embargo, todavía no ha demostrado absolutamente nada.
2) Acompañando al Oriente al joven C. César (4), mató a un liberto que se negó a beber la cantidad de licor que él le mandaba. Excluido por esta muerte de la sociedad de sus amigos, no se condujo con mayor moderación.
La verdadera razón por la que el liberto fue condenado a muerte fue por insubordinación durante una campaña militar. Ocurrió que el rey persa Phraates V pretendía quitarle a Roma la supremacía en Armenia. Augusto como respuesta envió un formidable ejército con la orden de invadir Persia. Mandaba el ejército su nieto y heredero Cayo, al que acompañaba su primo segundo Gneo Domicio. El rey persa se lo pensó dos veces cuando vio aparecer a las legiones romanas y se avino a firmar un tratado en el que aceptaba que Armenia estuviera bajo la influencia de Roma. Era el año 1 d.C.
Por consiguiente, era prácticamente irrelevante el motivo concreto que originó la insubordinación que acabó costándole la vida al liberto: en medio de una campaña militar, la desobediencia, y más si era pública y descarada, se pagaba con la muerte.
3) En la vía Apia arrolló a un niño, lanzando al galope su caballo expresamente para ello.
Que lanzara expresamente al galope su caballo para arrollar al niño es una arbitraria e inadmisible presunción de mala fe por parte del historiador. Por otro lado, la vía Apia no era precisamente el lugar más indicado para que los niños jugaran. Digamos, con lenguaje más actual, que el jinete cometió la falta de galopar imprudentemente a una velocidad excesiva por la vía Apia, y que el padre del niño tuvo la negligencia de dejar a su vástago jugar donde no debía. Además, debe suponerse que el niño no murió en el accidente pues, si así hubiera ocurrido, buen cuidado habría tenido el narrador de dejarlo muy claramente escrito (no olvidemos que pretende demostrar que Gneo Domicio tuvo una "vida de las más detestables").
4) En Roma, en pleno Foro, reventó un ojo a un caballero romano que discutía acaloradamente con él.
Si literalmente hubiera reventado un ojo a un caballero romano, Gneo necesariamente habría sufrido graves consecuencias que aquí ni se sugieren. Por otro lado, no existe la costumbre en Occidente, cuando se pierden las formas por acaloramiento, de pasar de las palabras a los hechos metiendo un dedo en el ojo. La única explicación posible es que al discutir apasionadamente, Gneo hiciera aspavientos con una amplia gesticulación de brazos y manos, y pegara involuntariamente un buen revés en la cara del caballero.
5) Era tal su mala fe, que no satisfacía a los vendedores el precio de lo que compraba y durante su pretura defraudó del premio a los aurigas vencedores, si bien las burlas de su hermana y las quejas de los jefes de los diferentes partidos le obligaron a proclamar que de allí en adelante los premios se pagarían en el acto.
Las calumnias y difamaciones se pueden desmontar tanto más fácilmente cuanto más largo y detallado sea el relato con que se exponen. En esta ocasión está Suetonio acusando a Gneo de defraudar el premio a los aurigas vencedores, y el asunto se cierra cuando Gneo, que es pretor (5), proclama que en adelante los premios se pagarían en el acto. Lo que estaba pasando es muy evidente: Gneo debía de haber introducido previamente la norma de no entregar la parte monetaria de los premios justo al finalizar la carrera de cuádrigas, sino posteriormente, en una oficina y con la tranquilidad deseable para cerrar las cuentas y los recibos. De alguna manera, ese es el procedimiento que hoy se utiliza por doquier: en el momento de terminarse una competición sólo se entrega un trofeo, y se deja el resto de la jornada para las celebraciones, para las fotos, para dar la vuelta al ruedo, para hacer el avión, etc. Y las compensaciones y los premios monetarios que el COI, la FIFA, la UEFA, la RFEF, etc., concedan a los participantes son gestionados en otro lugar y momento más convenientes. Y, hoy, a nadie en su sano juicio se le ocurre acusar por ello a dichos organismos de "querer defraudar los premios a los vencedores". Pero aquellos eran otros tiempos bien distintos.
6) Por último, recordaremos algo que oculta Suetonio arteramente para denigrar por omisión al padre de Nerón. Gneo Domicio tuvo una brillante carrera política (2) que culminó con el consulado del año 32 d.C., siendo el segundo cónsul Lucio Arruntio Camilo Escriboniano. Y en el año 55 d.C. su hijo, el emperador Nerón, exaltó póstumamente su memoria y el Senado de Roma levantó una estatua en su honor.
NOTAS
(1) Cargo del censor.
(2) Cursus honorum.
(3) "Vida de los doce césares", Nerón, I a VI.
(4) Se refiere a Cayo César, el malogrado nieto y heredero de Augusto, hijo de su hija Julia la Mayor y de Marco Vipsanio Agripa.
(5) El pretor era un alto magistrado romano que administraba la justicia y cuya dignidad iba inmediatamente por debajo de la del cónsul. Es sencillamente absurdo suponer que un pretor (y, encima, con una inmensa fortuna como era el caso de Gneo Domicio) fuera a defraudar los premios de las carreras celebradas y de una manera tan pública y notoria.
ANTECEDENTES
Durante su infancia y primera adolescencia, antes de ser adoptado por el emperador Claudio, el que luego fuera emperador Nerón tuvo por nombre Lucio Domicio Ahenobarbo. Su padre biológico, Gneo Domicio Ahenobarbo, era por parte de madre (Antonia la Mayor) nieto de Marco Antonio, sobrino nieto de Augusto y primo hermano del emperador Claudio. Gneo Domicio murió de edema cuando Nerón no había cumplido todavía los tres años de edad.
Gneo Domicio tenía dos hermanas: Domicia la Mayor (conocida como Domicia) y Domicia Lépida la Menor (o simplemente Lépida, que significa "Linda"). Estas dos tías de Nerón, mayormente Lépida, hubieron de cuidarle mientras su madre, Agripina la Menor, cumplía el destierro más que merecido que le impuso su hermano, el emperador Calígula.
Pues bien, este artículo se va a centrar en el fallecimiento de la tía Domicia ya que, de nuevo, el implacable acoso que sufrió la memoria de Nerón tras su muerte quiso, graciosamente, convertir un bello gesto de amor familiar en "otro de los monstruosos crímenes" que se atribuyeron al emperador citarista.
Este relato nos ha llegado a través de Suetonio y Dión Casio (1). La mayoría de los historiadores modernos lo omiten por el doble motivo de que la calumnia es muy evidente y de que nada aporta a la comprensión de la marcha del imperio.
LO QUE MUY POSIBLEMENTE OCURRIÓ
Era el año 59 de nuestra era. El césar Nerón fue a visitar a su querida y anciana tía Domicia porque se estaba muriendo a causa de una afección intestinal. Domicia recibió a su sobrino en la cama, pues no podía levantarse. Nerón intentó animarla diciéndole, delante de los presentes, que quería que asistiera a la ceremonia del corte de su primera barba, lo que era tradicional en la Roma de la época. Domicia le acarició la barba y le dijo cariñosamente: "Cuando haya visto caer esta barba, habré vivido suficiente." Tras esto, Nerón hizo llamar a los médicos, que ya habían desahuciado a Domicia, y les exhortó a que salieran de su pasividad y trataran de encontrar algún remedio. Los médicos decidieron probar a dar a la enferma una purga enérgica, con el fin de intentar a la desesperada que su vientre reaccionara. Nada se consiguió con ello y Domicia falleció poco después.
LO QUE NOS CUENTA SUETONIO (2)
... Añadió aún el asesinato de su tía, la cual estaba entonces enferma de una irritación de vientre; acudió a verla y con la familiaridad ordinaria de las personas de edad madura, le acarició la barba con la mano, y le dijo: "Cuando haya visto caer esta barba, habré vivido suficiente." Entonces, él dijo, como en broma, a los que estaban presentes que iba a hacérsela quitar en el acto, y ordenó a los médicos que administrasen a la enferma una purga violenta; apoderóse de sus bienes apenas expiró y, para no perder nada, mandó destruir su testamento.
LO QUE NOS CUENTA DIÓN CASIO (3)
… También envenenó a su tía Domicia, a quien igualmente manifestó reverenciarla como a una madre. No esperaría ni incluso unos días para que ella falleciera de una muerte natural por vejez, pues estaba impaciente por acabar con ella también. Su precipitación para hacer esto estaba motivada por las fincas que ella tenía en Baya y en la vecindad de Rávena, sobre las cuales puntualmente erigió magníficos gimnasios que prosperan todavía.
COMENTARIOS
Aparte de la ausencia de un móvil para tal asesinato (como emperador, Nerón disponía de recursos miles de veces superiores en valor a la herencia de la inofensiva y anciana Domicia), las contradicciones de Suetonio y de Dión son muy significativas.
Suetonio reconoce que Domicia estaba enferma de una irritación de vientre y que los médicos le administraron una purga violenta. Y, no obstante, califica el fallecimiento de asesinato, pese a que una purga es un medicamento que tiene como finalidad facilitar la evacuación el vientre y no la de causar la muerte del paciente.
Dión, por su parte, convierte graciosamente la purga en veneno, pues califica de "envenenamiento" la causa de la muerte de Domicia. Por otro lado, aunque no reconoce expresamente que Domicia estuviera enferma, sí admite la suma gravedad de su estado, puesto que afirma que solamente faltaban "unos días para que ella falleciera de una muerte natural por vejez". Con ello pretende hacer creer que el simple hecho de adelantar unos días el cobro de una herencia (en cualquier caso irrelevante para el emperador) era suficiente motivo para que Nerón mandara envenenar a su anciana tía.
NOTAS
(1) Posiblemente Suetonio y Dión Casio tomaron este infundio de la obra del historiador Fabio Rústico, hoy completamente perdida, de la que se sabe que fue muy agresiva con Nerón.
(2) "Vida de los doce césares", Nerón, cap. XXXIV.
(3) "Historia de Roma", epítome del libro LXII.
El historiador Suetonio, en su obra "Vida de los doce césares", escrita en latín, relata que, poco antes de morir, Nerón pronunció, con otras, la frase "Qualis artifex pereo!" Esta frase ha sido forzada históricamente para hacerle significar lo que de ninguna manera se propuso dar a entender su autor.
La difamación oficial ha traducido esta frase por "¡Qué gran artista muere conmigo!", "¡Vaya muerte para tan gran artista!" y otras traducciones equivalentes e injuriantes, que no tienen otro objeto que alimentar la idea de que Nerón sufría una especie de locura paranoica a causa de un desmedido aprecio por su propia capacidad artística.
Puede disculparse que la traducción de la lapidaria frase utilice un pequeño giro, pues en ocasiones el latín clásico presenta una concisión y flexibilidad inimitables. Pero, como puede advertirse, ni el adjetivo "gran" aparece en la polémica frase, ni hay ningún elemento que indique a priori que "artifex" haya de tener el sentido de "artista" y no cualquier otro de los posibles (1). Por consiguiente, dicha traducción está viciada y es arbitraria y tendenciosa.
Vamos a repasar con cierto detalle el último día de Nerón, y podremos entender con precisión lo que quiso decir (2). Preste el lector especial atención a las tres frases resaltadas en negrita.
Era la noche del 8 de junio del año 68 de nuestra era. El prefecto del pretorio, Ninfidio Sabino, por su propio interés se decidió a traicionar a Nerón e hizo creer a los guardias pretorianos que el césar había huido a Egipto. Y, prometiéndoles un donativo doble del habitual en estos casos, les ganó para la causa de Galba.
Cuando Nerón se despertó a la mañana siguiente, observó que todos los servidores de palacio lo habían abandonado. Tras muchas idas y venidas, localizó finalmente a su liberto Faón, que ofreció esconderlo en su casa de campo, situada a 4 millas de Roma. Estaba Nerón vestido con túnica y descalzo, y para evitar que lo reconocieran se envolvió en un manto viejo, se cubrió la cabeza y se tapó el rostro con un pañuelo. Luego montó a caballo e inició el camino acompañado por el propio Faón, su secretario Epafrodito, Sporo y alguien más cuyo nombre se ignora.
Tras sufrir varios incidentes menores, llegaron por fin a la proximidad de la casa de campo. Despidieron a los caballos para pasar desapercibidos y hubieron de atravesar un sendero cubierto de zarzas en el que Nerón no podía avanzar salvo haciendo tender ropas bajo sus pies. Llegaron a la tapia de la casa y, mientras esperaba a que abrieran alguna entrada, Nerón cogió en la mano agua nauseabunda de una charca, y antes de beberla dijo: “¡He aquí la famosa agua de Nerón!”
Finalmente, lo que pudieron abrir fue un agujero por debajo de la tapia. Nerón hubo de arrastrarse sobre las manos para poder pasar y llegó hasta el cuarto más próximo, en el que se acostó sobre un jergón cubierto con una vieja manta. Animábanle cuantos le acompañaban a que sin demora evitase los ultrajes que le esperaban. Entonces pidió que abriesen un foso delante de él, a la medida de su cuerpo, que lo rodeasen con algunos pedazos de mármol, si se encontraban, y que llevasen agua y leña para tributar los últimos honores a su cadáver; a cada orden que daba se ponía a llorar, y repetía: “Qualis artifex pereo!”
En medio de estos preparativos, llegó un correo a entregar una carta para Faón; la cogió y leyó en ella que el Senado le había declarado enemigo de la patria y le hacía buscar para castigarle de acuerdo con las leyes antiguas. Preguntó en qué consistía este tormento y le contestaron que en desnudar al criminal, sujetarle por el cuello con una horca y azotarlo con varas hasta la muerte. Aterrado, cogió entonces dos puñales que había llevado consigo, probó la punta y volvió a envainarlos, diciendo que no había llegado todavía el momento fatal. También a veces se decía en griego: “Esto no es propio de Nerón; es necesario decidirse; vamos, despierta.”
Se aproximaban ya los jinetes que tenían orden de cogerle vivo y, cuando los oyó, recitó el verso griego “Oigo el paso veloz de animosos corceles” y se clavó en seguida el puñal en la garganta, ayudado por su secretario, Epafrodito. Respiraba aún cuando entró el centurión; quiso vendarle la herida fingiendo que llegaba para socorrerle y Nerón le dijo: “Es tarde”; y añadió: “¡Cuánta fidelidad!” Al pronunciar estas palabras expiró.
Había recomendado con vivas instancias a sus compañeros de fuga que no abandonasen su cabeza a nadie y que, fuese como fuese, le quemasen entero. Icelo, liberto de Galba, que acababa de salir del encierro donde lo arrojaron al comenzar la insurrección, concedió la autorización para hacerlo.
Vamos a analizar las tres frases resaltadas en negrita.
En la primera frase, "¡He aquí la famosa agua de Nerón!", el emperador hace referencia a su bebida predilecta, también llamada "aqua Neronis" y "aqua decocta". Se preparaba con un procedimiento que permitía obtener higiénicamente agua muy fría, y que consistía en hervir el agua, filtrarla y depositarla en jarros de vidrio que se sumergían en nieve. Plinio el Viejo (3) escribe que fue Nerón el primero en utilizar este procedimiento para enfriar el agua, e hizo de ella su bebida favorita. Por consiguiente, es una fina ironía la que, desde su frustración, hace Nerón al referirse a ella cuando ha de beber el agua nauseabunda de una charca.
La tercera frase seleccionada, "¡Cuánta fidelidad!", se la dedica Nerón al centurión del que sabe con toda seguridad que viene a detenerle, aunque finja el deseo de ayudarle. Por consiguiente es una ironía pues, de nuevo, da a entender claramente lo contrario de lo que está expresando.
La segunda frase, "Qualis artifex pereo!", que hemos dejado para el final por motivos obvios, es usada por Nerón después de dar cada orden concreta para que le construyeran una sepultura improvisada (recordemos: que abriesen un foso delante de él; que fuera a la medida de su cuerpo; que lo rodeasen con algunos pedazos de mármol, si se encontraban; que llevasen agua y leña para tributar los últimos honores a su cadáver). Una sepultura que es una completa chapuza. De nuevo, la frase de Nerón es otra ironía, pues está dando a entender que va a morir haciendo de artesano de tres al cuarto. De ahí que mejor traducción sea algo así como "¡Vaya un artesano que se malogra!"
NOTAS
(1) Para ayudar a los lectores, recordaremos el significado de cada palabra aislada:
- qualis, quale es un pronombre relativo e interrogativo. Como relativo puede significar cual, tal cual, como; a veces forma pareja con talis (tal) si bien frecuentemente este último va sobreentendido. Como pronombre interrogativo puede traducirse por qué, cuál, qué clase de, de qué modo.
- artifex, artificis es un sustantivo masculino de la tercera declinación. Su significado puede ser: artífice, artesano, artista; maestro en un arte; creador, autor. Como adjetivo puede significar: hábil, diestro; hecho con arte.
- pereo, peris, perire, perii, peritum es verbo latino, irregular, de la cuarta conjugación, intransitivo. Su significado puede ser: irse, desaparecer; perecer, morir; consumirse, malograrse. La forma verbal pereo corresponde a la primera persona del singular del presente de indicativo activo. En otras palabras, podría significar: desaparezco, perezco, muero, me consumo, etc.
(2) El texto que presentamos a continuación es un resumen de los capítulos 47 a 50 del libro Nerón de la obra "Vida de los doce césares" de Suetonio, y del libro LXIII del epítome que se ha conservado de la "Historia de Roma" de Dión Casio. Para los últimos momentos de Nerón preferimos la narración de Suetonio porque es mucho más detallada. Tanto Dión como Suetonio tomaron esta información, muy probablemente, de la obra, hoy perdida, del historiador y político Cluvio Rufo, que llegó a ser cónsul en tiempos de Claudio y presentador de Nerón en sus actuaciones en juegos y concursos.
La obra "Anales" de Tácito no puede ayudarnos en esta ocasión porque está perdido el texto correspondiente a los dos últimos años del principado de Nerón.
(3) Plinio el Viejo, "Historia Natural", XXXVI, 40.
El tema que nos ocupa, la "defensa" de Nerón, es tremendamente denso y complejo. Para evitar una exposición rígida y agobiante, impropia de una web como la presente, preferimos seguir un orden más libre y espontáneo en apariencia y más amable con el lector que nos honre con su atención.
Por ello no comenzaremos presentando las fuentes directas e indirectas (increíblemente más abundantes de lo que pudiera parecer), ni la descripción de los tres únicos historiadores cuyas obras específicas sobre Nerón han llegado a nuestro tiempo (y que adelanto que será bien sabrosa), ni las causas del injusto maltrato de la Historia "oficial" a nuestro protagonista, ni los detalles de su nacimiento como haría una biografía cronológica al uso.
Vamos a empezar describiendo pequeños detalles de la vida de Nerón, tan intrascendentes e inocentes que hubieran debido haber pasado completamente desapercibidos por la Historia. Y, sin embargo, el implacable acoso y persecución que sufrió su memoria tras su muerte los quisieron convertir en elementos de difamación.
La mayoría de lectores a los que el rigor de la vida no les haya dado opciones para cultivar y recrearse con la Historia, meramente recordarán del emperador Nerón lo muy loco que estaba y lo malísimo que era, según nos contaban los libros de Historia elemental y de Religión de nuestra enseñanza secundaria.
Flavio Josefo, un historiador judío del siglo primero de nuestra era, nos transmitió en su obra “Antigüedades judías”, escrita unos 25 años después de la muerte de Nerón, un testimonio suyo directo del máximo interés. Nos dice que él había leído varias biografías de Nerón, y que unas le eran favorables, sin duda por las prebendas que habían recibido sus autores, y otras muy críticas, producto del odio que le hubieron de tener sus detractores. Ocurre que las tres únicas obras de la época que tratan específicamente de Nerón y han llegado a nuestros días son tremendamente duras y negativas con el emperador artista. ¿Qué decían aquellas obras favorables? ¿Qué ocurrió realmente en la época neroniana?
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días, se desarrolla con intensidad una revisión en profundidad de toda la historiografía antigua y, muy especialmente, de la romana. Y, dentro de ella, la del primer siglo de nuestra era. Emperadores como Tiberio y Domiciano hace tiempo que fueron "rehabilitados" y redimidos de tantos actos nefandos como se les atribuían; además, sabemos que dejaron al imperio romano mucho más poderoso y próspero de lo que era cuando fueron entronizados.
Nerón no es una excepción a este proceso. El emperador maldito, degenerado, asesino, carnicero, histrión, loco y, para algunos cristianos, el Anticristo, ya ha superado la parte más difícil de este proceso de rehabilitación, si se nos permite hablar así. Historiadores y escritores de Historia como Gérard Walter, Gilbert Charles-Picard, Eugen Cizek, Georges Roux, Edward Champlin, Alain Darne, Pilar Fernández Uriel, Pierre Grimal, Stephen Dando-Collins y Philipp Vandenberg, por citar a algunos, han allanado el camino con sus estudios y análisis en profundidad. También ha contribuido a ello notablemente la Sociedad Internacional de Estudios Neronianos, que periódicamente ha venido realizando congresos y publicando docenas de monografías centradas en este interesantísimo período histórico.
Es necesario recordar que, al margen de este proceso de revisión mencionado, hay algunos historiadores que, sea por ignorancia o por conveniencia, prefieren seguir publicando versiones cada vez más espectaculares y comerciales de la Historia de la Antigüedad y, en concreto, del período que nos interesa, sin preocuparse de actualizar la exposición de los hechos a la luz de los nuevos conocimientos; antes bien, procurando añadir más dolo, corrupción e intriga de la que disparatadamente nos ha transmitido la historiografía antigua, hoy puesta en evidencia. Citaremos, entre otros muchos, a Robert Graves, Jaques Robichon y Max Gallo.
Sin temor a equivocarnos, ahora se puede afirmar que si hay algo de monstruoso en la Historia de Nerón no es precisamente la conducta de este músico emperador, sino la completa falta de rigor metodológico con la que los tres únicos historiadores antiguos cuyas obras sobre este emperador han llegado a nuestros días (Tácito, Suetonio y Dión Casio) han seleccionado y filtrado los datos que consiguieron de fuentes diversas nada imparciales (entre ellas, los "mentideros" de Roma).