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Contemporáneamente a esta primera etapa primitiva del tango arrabalero, iniciada en la década de 1860, durante la segunda mitad del siglo XIX, se desencadenaba un nuevo impulso de progreso en los dos países rioplatenses.
Con el correr del siglo XIX, después de haber finalizado la Guerra Grande en la República del Uruguay, se inició una época de gran crecimiento, en particular, en su capital, Montevideo. Por ejemplo aparece el ferrocarril, los tranvías, el empleo de la electricidad, la edición de varios periódicos, el desarrollo de la enseñanza, y otros adelantos.
Figura 16. Zona del Puerto.
Siguiendo con la modernización del Estado, continúa la transformación y mejoramiento del país, en Montevideo, se inaugura el alumbrado público, así como la instalación del agua potable y el saneamiento.
A propósito, el nombre de Uruguay, en idioma indígena, el guaraní, significa “Río de Los Pájaros Pintados”. Así mismo, el nombre del departamento, Tacuarembó, quiere decir “la tierra de las tacuaras”. Se le decían “tacuaras” a unas cañas muy resistentes, que se doblaban, pero no se partían. Estas eran usadas por los indígenas, para construir viviendas y otros usos.
En cuanto a los cambios operados en el Uruguay, bajo la influencia del modernismo, hacia fines del siglo diecinueve, en el ámbito de lo rural, se introduce el ganado ovino, ya que el bovino siempre había existido; igualmente se empiezan a colocar alambrados en la campaña, para establecer los límites de la tierra de cada propietario, es así que aparecen las estancias y de esa manera se mejora la producción agrícola, se consolida al mismo tiempo la propiedad rural. Como consecuencia, se agrupan los propietarios rurales para formar La Asociación Rural del Uruguay.
Figura 17. Inauguración del Ferrocarril
Ese desarrollo finisecular trajo como secuela, que en esas condiciones se va marginando al gaucho que estaba hecho a la libertad, excelente jinete, acostumbrado, hasta ese momento, a recorrer la campaña a caballo, sin límites, ni trabas. El alambrado, ya mencionado, da lugar al surgimiento de otros problemas en cuanto a la tenencia de la tierra.
Por otra parte, fue fundado en 1886 el periódico El Día, desde el cual se difundían las ideas progresistas, por el Partido Colorado, se denominaba así y porque se identificaba con la ideología liberal; el otro partido tradicional era el Partido Blanco que se identificaba con la ideología conservadora.
Transcurriendo los últimos años del siglo XIX, arriba al Uruguay la corriente filosófica del Modernismo, procedente de Europa; fenómeno éste que da lugar a varios avatares en la política. En cuanto al tango, que no había salido aún de los arrabales, se operarán cambios paralelamente con el progreso y los adelantos que acompañaron el paso del siglo XIX al XX.
Por otro lado, es de destacar hechos tales como la construcción de una pista para las carreras de caballos como entretenimiento, en 1880, y a partir del año 1889, tendrá lugar la construcción del Hipódromo Nacional de Maroñas, el cual se mantiene aún, donde semanalmente corrían caballos de calidad reuniéndose mucho público aficionado.
En el nuevo siglo se va a iniciar una nueva etapa de la evolución del tango denominada “La Guardia Vieja”. Se señala el año 1900 como el comienzo, prolongándose hasta el año 1920.
El 18 de julio de 1901 se inician las obras para la construcción del Puerto de Montevideo. Y comienza el uso del teléfono. Se sustituyen en 1906 los tranvías de tracción a caballo, por los eléctricos. En 1907 se inauguró el "biógrafo" (en esa época se le llamaba así a las salas de cinematógrafo) denominado Biarritz, ubicado en la zona residencial de Pocitos; aún cuando ya existía algún otro en la zona del centro. En 1910 se abrió el almacén con bar, llamado El Expreso Pocitos, que pronto va a cumplir 100 años de fundado. En 1913, en el mundo, se inicia la era del vehículo motorizado y en Uruguay empezaron a circular automóviles para alquiler, para aquellos que no tenían carruaje, o se alquilaban para eventos sociales. En corto tiempo circulaban varios automóviles particulares.
Se emprende una remodelación urbana, se plantan árboles en las veredas o aceras, se delimitan los distintos barrios, como es el caso del barrio Reus, el cual se hizo famoso, por haber mucha afición al tango y abrirse varios sitios donde se disfrutaba este género musical. (Se le dió ese nombre porque fué fundado por el empresario Emilio Reus).Entre otros, también se delimitó el barrio Palermo, éste último conocido porque allí se interpretaba el género musical Candombe. Contemporáneamente se iban abriendo varios Cafés, donde se disfrutaba esa bebida y en algunos también se escuchaba música popular.
Se llega a una etapa de transición hacia el nuevo siglo veinte, es también la época, en que se construyen grandes edificios públicos, bancos, teatros, hospitales, hoteles, obras en las que colaboraron los emigrantes europeos con sus hábitos de trabajo. Todas construcciones que le marcaron un estilo europeo a la capital de Uruguay.
También, dentro del marco del positivismo filosófico que empezaba a predominar, continúan adelante tanto la Reforma Escolar de José Pedro Varela, iniciada a partir de 1870, -en esta segunda etapa, con relación a los métodos de enseñanza y en cuanto a la formación de los maestros- lo mismo ocurrió con la continuación de la renovación en la Universidad iniciada por Vázquez Acevedo. Igualmente, se adelantaron reformas en materia de códigos y de leyes que favorecían a los trabajadores.
Así mismo, en esta época se empezó a emplear el telégrafo, un medio de comunicación que permitía y facilitaba la comunicación del gobierno con los distintos departamentos. Y en cuanto a la historia patria, de igual manera se profundizaba, en su estudio, en esos años, empezando a exaltarse la figura del Héroe José Gervasio Artigas “Padre de la Patria”, como precursor y promotor de nuestra independencia[1].
En cuanto a la cultura, se puede afirmar que se iba afirmando la identidad uruguaya, con una generación de intelectuales, nombramos solamente algunos de ellos, por ejemplo, se contaba con la poesía y la prosa de Juan Zorrilla de San Martín (1855 -1931) y otros representantes del Romanticismo; igualmente “El Pintor de la Patria” Juan Manuel Blanes(1830-1901) otro pintor era Blanes Viale (1879-1926); el historiador Francisco Bauzá (1851-1899), obras como la novela de Eduardo Acevedo Díaz (1851-1921); la música de Giribaldi y Sambucetti y el autor de obras de teatro costumbristas, Florencio Sánchez.
En materia política, hacia 1880 existió la época del militarismo –en el gobierno, se sustituye el rol de los partidos políticos, por el rol de los militares - en la conducción del Estado.
El general Máximo Santos desempeñó la presidencia hasta el año de 1886, fecha en que renunció y entonces se terminó así la etapa del Militarismo y se inició la transición hacia el Civilismo, con el gobierno de Máximo Tajes, que corrió desde el año 1886 al 1890.
Durante su presidencia, Máximo Santos estaba muy cercano, era amigo y además compadre del coronel Carlos Escayola Medina, quien era Jefe Político y Militar en Tacuarembó. Este Coronel fue, nada menos, que el progenitor de Carlos Gardel y, como una coincidencia, entre los años 1883 o 1884, llegó al mundo el más grande cantante de tangos. Gardel nació en la localidad de Valle Edén y su madre era María Lelia Oliva, una menor de edad cuando lo procreó; ella era hermana de Blanca Oliva de Escayola, quien era la esposa del citado Coronel.
Ocurrió en el entorno de un bello paisaje bucólico, de ahí el nombre, Valle de Edén, localidad ubicada en el norte del departamento de Tacuarembó, uno de los 19 departamentos del Uruguay.
Eran salones o espacios grandes, con poca o ninguna decoración, donde se organizaban bailes y clases de bailar tango, sitios para todo público. A estos lugares concurrían una gran mayoría de hombres, para aprender los pasos del tango. En aquel ambiente y en ese entonces era de buen recibo y una muestra de hombría saber bailarlo. En Montevideo se abrieron varias academias de baile pero una de las más famosas era la Academia San Felipe y Santiago.
Se danzaba al ritmo de pequeñas orquestas, hacia 1890 y siguientes, hasta el año 1900, cuando desaparecieron las academias para dar lugar a la aparición de las pensiones.
Por otra parte, es pertinente resaltar la creatividad de músicos y bailarines, ya que en ese tiempo todavía no existían las partituras. Esos conjuntos u orquestas de cuatro o cinco integrantes hacían gala de la improvisación. Esta creatividad no solo era en la música, también en el baile, esta era una interesante característica a destacar en dichos establecimientos.
En realidad, los instrumentistas eran verdaderos artistas, pues las notas musicales no se escribían previamente y las piezas eran ejecutadas espontáneamente por músicos, que solían ser seis. En ocasiones, estos músicos eran analfabetos, pero tocaban ‘de oído’ instrumentos como el violín, la guitarra y la flauta.
Cuando una interpretación tenía mucho éxito, la repetían noche a noche y en distintos lugares, de tal forma que se convertía en una pieza conocida que adquiría fama.
Se dice que en ocasiones la música le imponía los pasos al bailarín, o viceversa, podía ocurrir que los bailarines, con sus pasos imponían el ritmo. Pero se puede considerar que lo importante era la música y la danza, ya que el canto, solo va a aparecer con posterioridad, hacia 1917.
Se buscaba seguir el ritmo de tal manera, que derivaba en la creatividad de los pasos, por eso en muchas ocasiones se le daban nombres como “La Sentadita” o “La Cepillada” o “El Cuatro”. En esa forma, los pasos podían llegar a sugerir el ritmo.
Así mismo, generalmente, los músicos, que gozaban de buena acogida, se sentían halagados, y eran receptivos a los pedidos, es así que cuando los asistentes proponían determinados temas para que fueran interpretados, lo hacían con agrado. Les enviaban a los músicos trozos de papel con nombres de tangos.
Igualmente, en estos ambientes, además del tango, se interpretaban y se improvisaban milongas. Asimismo se le daba el nombre de “milonga” a los sitios públicos donde se va a bailar, este término, se usa aún, en la actualidad. Una de las milongas o academias más conocidas en Montevideo, era, como ya se dijo, la Academia “San Felipe y Santiago”, ubicada cerca del puerto, funcionó hasta el año 1899, finalizando el siglo diecinueve.
Estas orquestas incipientes, solían tener seis integrantes, a veces analfabetos, pero con el mérito de que tocaban de “oído”, siendo los instrumentos la guitarra, el violín, la flauta, el flautín; en ocasiones el organito porque se prestaba por tener un sonido melancólico, traído por lo italianos. A veces, en lugar de la guitarra, el arpa y un bajo. Más adelante se va a introducir el piano.
Las academias de baile eran frecuentadas por mujeres, ellas no eran muchas, iban a bailar, se sentaban esperando que las sacaran a bailar, en cambio los hombres permanecían de pie, mientras no bailaban. Es allí donde se iniciaron los pasos llamados “cortes y quebradas”, que era una manera de “seguir” el compás. Ese mismo estilo surge en Buenos Aires y aparecen establecimientos similares que se denominaron los “Peringundines”.
A propósito, Daniel Vidart, en El tango y su mundo, menciona al escritor argentino Jorge Luis Borges, quien en su obra El idioma del los argentinos (1928) ha afirmado lo siguiente:
El tango sediciente argentino (según Rossi) es hijo de la milonga montevideana y nieto de la habanera. Nació en la Academia San Felipe, galpón montevideano de bailes públicos, entre compadritos y negros; emigró al bajo de Buenos Aires y guarangueó por los cuartos de Palermo (donde lo recibieron la negrada y las cuarteleras) y metió ruido en los peringundines del centro y en Monserrat, hasta que el teatro nacional lo exaltó. Es decir, el tango es ‘afromontevideano’, el tango tiene motas en la raíz. Ser de color humilde y ser oriental son condiciones criollas, pero los morenos argentinos (y hasta los no morenos) son tan criollos como los de enfrente y no hay razón para suponer que todo lo inventaron en la otra Banda […] [1]
Es muy curiosa la descripción de una academia, que hace el autor uruguayo, Vicente Rossi, en su obra Cosas de negros, refiriéndose a la “San Felipe”:
[…] la más típica y amplia, la más importante y famosa, la creadora del corte y la quebrada, la más clásica y la más cómoda, pues ofrecía al público amplia gradería de tablas, alta y baja. Ubicada en el mentado bajo montevideano, en la parte de atrás, acariciaba o batía furioso el oleaje del Plata. Era un galpón de madera y zinc, asentado sobre paredes bajas[2].
El mismo Vicente Rossi, en su artículo “La Academia” se ocupa de los “salones de bailes públicos”, que vienen a ser las academias, y nos cuenta algo referido a los instrumentos:
[…] tres violines, un arpa, una flauta, un bajo de metal y un armonio clásico de tres octavas, manejado por el director Lorenzo, un criollo que tocaba hábilmente, con una sola mano. En ella también se compuso, para el suburbio, especialmente milongas, teniendo este ritmo mucha acogida en la concurrencia, de allí que su demanda era continua y acrecentaba la fama y prosperidad del salón[3].
[1] Vidart Daniel, op. Cit. p. 14 , incluye la cita aludida.
17 Rossi, Vicente. “Cosas de negros”. Los orígenes del tango y otros aportes al folklore rioplatenses/ramificaciones históricas (ejemplar corregido por el autor para una segunda edición ). Montevideo: Librería Hachete S.A., 1954. pp. 151 y ss
[3] Carriego, E. Op. Cit., p. 151.
Con el paso del tiempo, el tango se va transformando, influye también el hecho de que con el crecimiento de las ciudades, y al empezar a desarrollarse la industrialización[1], aquellos sectores del Bajo, deben desocuparse para darle paso a la instalación de industrias; entonces los centros nocturnos se trasladaron de las orillas al centro.
Figura Hasta diciembre de 1978, el conventillo de Medio Mundo —ubicado en la calle Cuareim 1080, en pleno barrio Sur de Montevideo— fue uno de los núcleos más importantes de la cultura afrouruguaya.
Esta danza, que en un principio era propia de los burdeles y sitios cercanos del puerto, fue llegando poco a poco a los conventillos, edificios muy grandes, a veces de dos pisos, destinados al inquilinato, donde se alojaban tanto criollos como emigrantes.
Los conventillos eran unas construcciones donde mucha gente compartía un edificio, acá cada familia o cada persona tenía una sola una pieza, pero, al mismo tiempo había una solidaridad entre todos; de allí, que había, en el mismo edificio, zonas comunes, para todos los inquilinos, por ejemplo, un patio grande en el medio, que servía para lavar ropa o para desarrollar actividades en común, en este lugar también se hacían reuniones de trabajo o festejos, y, en ocasiones se organizaban bailes con música de tango.
Existió un conventillo muy famoso en Montevideo llamado “Medio Mundo”, que ya desapareció. Carlos Gardel vivió allí entre 1890-1892, en su niñez, después de haber llegado desde Tacuarembó, en compañía de Berta Gardes. En ese entonces el futuro artista, permaneció bajo el cuidado de María, una sobrina de Escayola que vivía en el conventillo y una francesa Anais Beaux con su compañero Francisco Muniz. En la época en que la francesa Berta Gardes viajó a Toulouse a tener un hijo suyo, quien se llamaría Charles Romualdo. Acompañada de su hijo volvió a Uruguay a reunirse con su amiga Anais, su esposo y Carlitos. De ello deriva que, más adelante se trataría de hacer pasar al francesito, como que fuera Carlitos, es decir se intentó hacer creer que era un solo niño.
Continuando con el tema de la trayectoria de esa danza, esta empezó a difundirse y se dio a conocer más allá de los arrabales. Aparecieron así en Montevideo las academias, lugares para todo tipo de público, similares a los galpones, donde se bailaba y se daban clases, para aprender esa danza con mujeres “profesionales“ que cobraban por ese trabajo. Había hombres encargados de vigilar esos sitios, que se llamaban “los bastoneros”. En algunos sitios, se podía beber alternando con las “coperas”.
[1] Se inició en Uruguay hacia fines del siglo XIX y comienzos del XX, lo cual contribuyó a un mayor desarrollo y crecimiento de la vida en la ciudad. Surge la clase trabajadora.
Esa añoranza, estos comportamientos, en las orillas, en cierta forma normales del ser humano en su desadaptación, se mezclan y van a derivar en que, tanto aquellos extranjeros, venidos de tan lejos, decididos a iniciar una nueva vida, así como también los criollos que fueron alejados de su medio, el campo; van a experimentar una remembranza o un sentir muy profundo que es la nostalgia que sentían los gauchos en la ciudad, al recordar el campo; así como aquellos inmigrantes radicados en América, quienes habían dejado atrás su patria lejana y a la que nunca volverían.
Figura 10: dicionario Lunfardo
Como consecuencia natural del proceso de comunicación y de integración, los criollos empiezan a incorporar expresiones italianas en su vocabulario coloquial, a veces palabras foráneas deformadas. De la misma manera, los extranjeros iban adoptando el lenguaje local mezclado con el suyo, lo cual resultó en una mezcla de los dos idiomas.
Se puede añadir que llegaron corrientes de españoles, preferentemente del norte de los Países Vascos y del sur, de Andalucía. Igualmente, italianos de muy al norte, de La Liguria, por ejemplo y también del sur de Italia. En menor cantidad, también hubo procedencia de Francia, de esta manera, se fue conformando el lunfardo.
En aquellos tiempos, hacia la mitad del siglo XIX las distintas culturas se iban mezclando, ya que las dos capitales rioplatenses, Montevideo y Buenos Aires, contaban con una población que era mitad criolla y mitad extranjera, y aun hubo épocas donde los extranjeros eran los más numerosos.
Como dice Daniel Vidart, en su excelente publicación El tango y su mundo:
[…] Toda cultura compleja está cosida, apuntalada con empréstitos […].
[…] El resultado de ese intercambio fue una fusión gradual, imperceptible. Los italianos se acriollaron y nosotros, sin quererlo y sin saberlo, nos italianizamos. Una idea colectiva, empero, sobrevivió al embate del acordeón, de la agricultura y de la polenta. No quisimos renunciar a la sangre charrúa […].
[…] La tan llevada y traída “sangre charrúa” es una idea-fuerza, un mito piadoso de nuestro orgullo nacional.
[…] Esta epopeya popular de la inmigración italiana, silenciada y escamoteada por la historia oficial, no ha tenido otro cancionero que el del tango”[1].
Hay que destacar otro factor, que influyó en la gestación de este ritmo, y es que los extranjeros eran muy dados a cantar al interpretar música con instrumentos, justamente el estilo del cantar enfático de los italianos influyó en el cantar del tango.
Como ya se dijo, al principio lo bailaban en las orillas, los hombres que se consideraban pesados o personajes, luego con mujeres de los bajos fondos. Pero con la presencia de los inmigrantes surgen otros bailarines, sus descendientes, hijos de españoles y de italianos, que se van integrando. Ellos conforman personajes, como son ‘los compadritos’, quienes, sin otras habilidades, bailan muy bien el tango, lo que se considera como un mérito, pues ellos carecen de la valentía que caracteriza al gaucho quien se vio desterrado de la campaña y llegó a la ciudad, sintiéndose desamparado.
El tango, surgido en los bajos fondos, es danza, y esta forma de esparcimiento también comienza poco a poco a ser igualmente, el esparcimiento de la gente honrada: los trabajadores de las fábricas, los conductores de los carros a caballo, los vendedores de productos varios, los obreros, los basureros, las yiras, las lavanderas y planchadoras de los conventillos, quienes en sus ratos de ocio concurrían a los sitios donde se escuchaba y se bailaba esta danza. Es decir, que también empezaban a participar de esa danza gente de los sectores de las capitales rioplatenses, habitados por una población trabajadora, los proletarios.
Sea lo que sea, el tango apareció para ser bailado. Sus compases se empezaron a oír en los suburbios del Bajo, donde se concentraba “la mala vida”. Lo bailaban los milicos, los trabajadores de mataderos, los carreros, los artesanos, los gauchos desterrados, los peones, marineros, los hombres que buscaban diversión.
De ahí que, cuando los militares tenían “día libre” se improvisaban reuniones con guitarras y enseguida se formaba el baile sobre los pisos de tierra que debía ser mojada, cada cierto tiempo para que no se desprendiera polvo. La iluminación era con velas de sebo o con faroles a kerosene.
[1] Vidart, Daniel. “Los italianos en el nuevo mundo”. El tango y su mundo. Montevideo: Ediciones Tauro, S.R.L. 1967, p. 114.
En virtud del clima de dificultades creadas en la adaptación de los extranjeros, aparece un aspecto curioso: un culto al coraje, es como hacer del coraje un valor, es la razón por la cual los compadres que frecuentaban o habitaban en los bajos fondos llevaban siempre un cuchillo consigo, se juegan la vida, hacen del coraje un ingrediente de la hombría, lo que deriva en intentar solucionar los problemas con el arma que llevaban bien guardada.
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En ese medio, incluso acostumbraban a batirse a duelo, algo muy difundido, de ahí que varias letras de tango hacen alusión al Duelo criollo -título de un tango-, lo cual era considerado como un ritual, con el cual se estaba cumpliendo con un código de lamoral.Los motivos más comunes que motivan el duelo son problemas de faldas o de rivalidad en cuanto a ideología política u otros temas.
Figura 9. Lenguaje en el Arrabal.
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En esos tiempos, las aceras, a manera de alumbrado público, estaban iluminadas con faroles, el encuentro para batirse a duelo tenía lugar allí, en general en horas de la noche.
Todo sucedía según estas costumbres: a la hora indicada, los personajes aparecen cada uno por su lado, caminando despacio, vestidos con elegancia; se encuentran bajo la tenue luz de la luna y de los faroles, al comenzar la acción, cada uno con una daga o con un cuchillo. En esa primera etapa, avanza, cada uno con compás de pies, dando pasos, hacia delante y alguno hacia atrás, haciendo movimientos que recuerdan a una danza, incluso con cierta cortesía, se ha dicho que de allí derivaron los pasos llamados cortes y quebradas en el tango. En determinado momento, se quedan quietos, frente a frente, es el momento de la definición, las cuchilladas son rápidas, de uno contra el otro, de repente uno de los dos cae, lentamente hasta el suelo. El vencedor queda inmóvil, limpia el cuchillo y se aleja. A veces llegan acompañados de alguien, como un padrino, que observa todo de lejos.
En ese mundo de los arrabales aparecen prototipos, como los compadres y los compadritos, en muchos casos, gauchos venidos del campo, quienes desplazados de la campaña y una vez en la ciudad, sin caballos que domar, sin las faenas del campo en que ocuparse, sin adquirir hábitos de trabajo en la ciudad, ante cualquier discrepancia reaccionan y con facilidad se muestran propicios a la pelea. Se dice que, aunque no son amenazantes como los guapos, coinciden con ellos en cuanto hacen del coraje, un valor. Hacia fines del siglo XIX, en ese entorno, empiezan a definirse los prototipos del arrabal, según el Glosario de Voces Lunfardas :
Figura 7. Compadres
Los tahures son los que lucraban con los juegos de azar.
· Los guapos eran hombres valentones, orilleros.
· La percanta era de ínfima categoría, mujer hampona.
· El compadre era el hombre valiente de las orillas, pesado arrabalero.
Figura 8. Gauchos
· Los compadritos, considerados menos guapos que un compadre, imitan a estos, pero no son agresivos ni peligrosos. No obstante, otra gran diferencia es que se trata de muchachos, a quienes les gusta la elegancia en el vestir, lucir su estampa varonil y usar en algunos casos una golilla alrededor del cuello, que recuerda una prenda del gaucho.
· Los malevos son individuos peligrosos y agresivos, traicioneros y castigan a las mujeres para obligarlas a la mala vida[1].
Estos prototipos estaban bien caracterizados, resultaban ser buenos bailarines de tango porque ese ritmo había nacido en ese ambiente. Para ellos, la danza era un motivo de lucimiento, se sentían protagonistas. En ocasiones, ante una rivalidad, optaban por batirse a duelo con el otro.
Viene al caso una cita de Jorge Luis Borges, quien ha dicho:
[…] hablar de tango pendenciero no basta; yo diría que el tango y las milongas expresan directamente algo que los poetas muchas veces han querido decir con palabras: la convicción de que pelear puede ser una fiesta[2].
Pero hay autores que van más allá y afirman que de la habilidad desarrollada en el duelo criollo aprendieron o tuvieron la fuente de inspiración para los pasos en el tango.
Figura 6. Milonga en el Conventillo. Obra de A. Hugo Puebla
Este ritmo y su danza constituyeron un factor que contribuyó al proceso de integración de culturas entre nativos, criollos y emigrantes europeos.
Como es de imaginar, de ese entramado social inicialmente brotan sentimientos encontrados, de rebeldía, resentimiento y rivalidad entre los criollos o nativos, por un lado, y los inmigrantes, por otro. Este fenómeno, paradójicamente, va abriendo paso a la integración de las dos culturas.
Este fenómeno se dio en la población de los suburbios, entre los diferentes grupos de criollos corridos del campo y los emigrantes europeos, quienes vinieron a echar raíces en América. La reacción de los criollos frente al arribo masivo del emigrante europeo fue de cierto rechazo, en ocasiones se burlaban de ellos; no obstante, con el tiempo empiezan a fraternizar, juegan a las cartas, conversan, comen en camaradería, y así van intercambiando sus costumbres y su cultura. Justamente en esa convivencia se va mezclando el lenguaje de los extranjeros con los criollos, y resulta el “Cocoliche” para los italianos del sur y el “Yacumino” para los italianos del norte. También va a aparecer el “Lunfardo”, que iba a derivar de los lenguajes citados, y después sería empleado en las letras de los tangos de la primera etapa.
En este entorno, los comportamientos de los pobladores y el trato entre ellos serán parte del ambiente donde surgen personajes como los ‘Guapos’, quienes pelean para demostrar su valía y coraje; en fin, esa vida en los arrabales, se considera la semilla del tango.
Con el transcurso del tiempo y superada la resistencia inicial entre los criollos y los foráneos, comienza a producirse en los suburbios de las ciudades un entendimiento. Es decir, un ambiente de tolerancia entre los criollos desclasados –de raza blanca y de raza negra– y los indígenas y gauchos. Estos últimos se alejaron del campo debido a que en la campaña se empezó a emplear el alambrado para cercar la propiedad, los pedazos de tierra de cada uno; con ello perdieron su libertad.
En las palabras de Daniel Vidart: “se mezcla la Europa latina con la América mestiza”[1].
Con la interrelación de los distintos grupos humanos ubicados en las capas sociales con menos recursos, los habitantes de los suburbios comienzan a integrarse y a compartir pobreza con los recién llegados. En muchos casos, vivían muchas familias en un mismo edificio, especialmente en las construcciones denominadas “conventillos”.
Quizá por este aspecto sociológico, por el ambiente donde transcurría y donde empezó, o por la forma como se bailaba el tango, este ritmo no era aceptado por las élites criollas.
Cuando se hacen aproximaciones a la historia del tango aparecen dos interrogantes que deben ser resueltos, con el fin de identificar claramente su evolución. El primero es ¿cuál es el origen del término ‘tango’?, y el segundo es ¿cuál es el origen de la música y de la danza?
4.1 Origen de su nombre
El vocablo “tango” se conocía desde la época de la Colonia y se le daba ese nombre a los instrumentos de percusión traídos por los esclavos africanos. En el idioma de estos esclavos, la palabra “tang” significaba “tocar”, en ese caso, el tambor. Esa palabra tenía para ellos muchas acepciones. En realidad, los “tangos de los negros” eran candombes, y cuando iban a candombear, decían ir a “Tocá Tangó”.
Otra raíz etimológica nos dice que viene del antiguo español, donde la palabra “tangir” significaba tocar un instrumento, que en español antiguo equivalía a “tañer”[1]. En la América indígena se conocía ese término. También en Andalucía se conocía la expresión “tanguillo”, para denominar a un ritmo de esa región.
4.2 Origen de la música y la danza
Cuando se habla de los orígenes del tango, se pueden hallar cuatro posibles raíces: el candombe -música y baile traídos por los esclavos-, la milonga, la habanera y el tango andaluz.
Figura 5. "Candombe", óleo sobre cartón Pedro Figari
El candombe: Al referirse al candombe, el musicólogo uruguayo Lauro Ayestarán cuenta que durante la Colonia, antes de la década de 1820, los esclavos celebraban ceremonias coreográficas, en las calles de Montevideo, como expresión cultural[2]. En ellas, los grupos de raza negra hacían contorsiones, vestían de colores fuertes y golpeaban los tambores, en danzas que simulaban pasajes de su vida, tareas agrícolas, guerras o romances. El tango tomó el ritmo machacón del candombe.
Milonga: Con relación a la milonga, el mencionado musicólogo nos dice que aparece en el folklore uruguayo a partir de 1870, y que sus notas son acompañadas por un incipiente baile de pareja, pero no hay mayor información al respecto.
De igual forma, se empleaba el término “milonga” para referirse a una forma melódica de la payada, razón por la cual, en algunos casos, el payador se iba transformando en milonguero. Por ello, varios autores dicen que el tango desciende de la milonga, y de allí tomó la coreografía.
La habanera: En cuanto a la habanera, danza aparecida en Cuba en la primera mitad del siglo XIX, el citado autor nos dice que entre 1860 y 1890 tenía mucho auge en los salones y en el teatro; un ejemplo de ello es la canción Me gustan todas. Se puede decir que la habanera tuvo influencia en los elementos melódicos y en la emotividad del tango.
El tango andaluz: Este ritmo fue popular entre 1857 y 1880. A propósito de este género, el escritor uruguayo Horacio A. Ferrer nos dice que el tango se fue gestando: “con unos acordes modulados sacados de la polka, o unos bajitos robados a una habanera, o unos adornos tomados de los tangos españoles […]”[3]
En cuanto al baile propiamente dicho existen versiones en el sentido de que este surgió como danza varonil, cuando los “compadritos” trataron de imitar la costumbre de los negros de bailar al son de los tambores.
De allí parece haberse tomado la improvisación en los pasos del tango, y cuando este ritmo llega a los prostíbulos, se incorporan las mujeres de ese ambiente al baile de los hombres. Quizá ese podría ser el origen del baile en pareja de hombre y mujer; es decir sobre este tema de la danza se ha escuchado una curiosa historia acerca de sus inicios, que tomaba como protagonistas a tres personas que representaban a aquella sociedad orillera: un italiano, a quien le llamaban ‘Tano’; un español de Galicia, a quien le llamaban ‘Gallego’, y un criollo apodado ‘El Negro’, por ser de raza negra, descendiente de esclavos. Los tres eran vecinos del barrio donde se empezó a conocer el tango, el barrio Goes, en Montevideo. Los tres amigos, mientras disfrutaba del descanso del domingo, recorrían los sitios nocturnos donde se bailaba y se bebía caña o vino.
Entre las muchas anécdotas que llegan gracias a la tradición oral, se ha escuchado la siguiente. Por esa zona donde reinaba el tango, vivía Leonardo Durante, un argentino que residía en la capital uruguaya. Cuenta Durante que en un domingo, como de costumbre, los tres amigos entraron a una sala de baile. Una vez adentro, el Tano, ya algo bebido, pidió en voz alta que interpretaran una habanera, y la orquesta accedió a la petición. Muy animado, El Tano sacó a bailar a una parroquiana, y en vez de posar la mano en la cintura de su compañera, la abrazó a la altura de la cintura con fuerza y así continuaron la danza. Resultó que los allí presentes los aplaudieron; la orquesta continuó interpretando la habanera, y los demás contertulios comenzaron a bailar imitando al Tano y su compañera.
Al cabo de un rato, un músico se acercó a los amigos y preguntó ¿A esto cómo lo llamamos?, y el Gallego, mirando a El Negro, contestó: “Llámenlo ‘Tango’”. El Tano dio la aprobación a ese nombre y, mientras miraba a El Negro dijo en forma jocosa: “Vamos ver si a éste lo prohíben igual que al tuyo”. De ahí en adelante, los domingos se daba a conocer una invitación: “A bailar tangos”.
Figura 4. Ritmo arraigado en una sociedad predominantemente masculina
Para establecer la época en que surgió este género, hay que remontarse a los tiempos de la Colonia en el territorio uruguayo. El musicólogo Lauro Ayestarán[1] relata que la gente de raza negra acostumbraba a celebrar candombes. Es el nombre que se le daba a los bailes que se realizaban, anticipándose a la abolición de la esclavitud, la cual fué decretada por un bando o reglamento, extendido por las fuerzas patrióticas en el año 1814, en los tiempos en que gobernaba el libertador José Gervasio Artigas. Posteriormente en enero de 1816, el Cabildo de Montevideo dictó un bando sobre orden público, mediante el cual prohibía dentro de la ciudad los candombes, baile conocido por el nombre de ‘Tangos’. La Policía, a pedido de los pobladores de Montevideo, prohibió el ritmo de los negros -música y baile al son de los tambores- en horas de la noche, con el argumento de que el ruido no dejaba dormir.
Las luchas por la independencia iban culminando, el día 25 de agosto de 1825, la ilustre Asamblea de Representantes reunida en el departamento de Florida proclamó en Uruguay el Grito de Independencia. El 7 de septiembre de 1825 se declaró la abolición de la esclavitud. Vinieron tiempos difíciles porque libraron batallas contra brasileños, por un lado, y contra argentinos, por otro, de las cuales salieron triunfantes los ejércitos uruguayos. Poco después, se dictó y se juró, el día 18 de Julio de 1830, la primera Constitución de la República. Fue elegido primer Presidente al general Fructuoso Rivera, y lo sucedió en la presidencia el general Manuel Oribe (1835-1838). Entonces se planteaban disputas por la tierra, entre los propietarios y los ocupantes. Rivera se sublevó contra Oribe y asumió Fructuoso Rivera como tercer Presidente.
En 1839, se desató la Guerra Grande, en esos combates se crearon las divisas Blanca y Colorada. Oribe dictó un decreto por el cual dispuso que los defensores del gobierno llevarían un cintillo blanco, como Defensores de las Leyes, y, por otro lado, Rivera adoptó la divisa colorada. De allí derivó la formación de los dos Partidos Políticos tradicionales, el Partido Colorado (Liberal) y el Partido Blanco (Conservador). Luego de muchas incidencias se firma la paz en octubre de 1851. Este hecho dió lugar al inicio de una época de desarrollo y progreso.
En este contexto y hacia la década del sesenta, se empieza a escuchar por primera vez, en la zona donde habitaban las capas sociales menos favorecidas, en los bajos fondos de Montevideo, una tonada llamada tango.
Por otra parte, hacia fines del siglo XIX, en el Viejo Continente, se va desarrollando la corriente filosófica del Modernismo[2], que llega muy pronto a Uruguay. Una de sus manifestaciones en el país fue la labor innovadora en la educación del reformador de la enseñanza José Pedro Varela, quien en 1870 promovió cambios revolucionarios, entre los que se cuenta el paso de la enseñanza básica primaria a ser pública, gratuita y obligatoria, régimen que se iría perfeccionando con el tiempo. Igualmente, hacia la mitad del siglo XIX, se inaugura la Universidad de la República, por iniciativa de un experto en la materia, Alfredo Vázquez Acevedo.
Hacia la década de 1860, surge en la región rioplatense, en los arrabales, un ritmo para ser bailado en sitios nocturnos donde se expenden bebidas alcohólicas y, en particular, en los prostíbulos, en las inmediaciones del puerto. A esos ambientes de los bajos fondos concurren hombres solos a beber, son marineros, peones, milicos, pequeños delincuentes, gente del hampa y también trabajadores honestos; se baila a la luz tenue de las velas o de faroles de kerosene gasolina, pues no había llegado la electricidad.
En ocasiones, se dice que lo bailaban entre hombres, pero en realidad era una forma empleada para el aprendizaje de esa danza y no tenía otra connotación. A esa época corresponden trozos musicales como el denominado Dame la lata. Este nombre alude al hecho de que para entrar a algunos sitios, se pagaba y se entregaba un trozo de lata como boleta de entrada. El tango nació así, en las orillas de las dos capitales Montevideo y Buenos Aires, por eso se le denominaba “música orillera”. En este punto es necesario resaltar que se trataba de una música que solamente se bailaba, era una danza con un ritmo rápido y con cierta picardía, muy arraigada en ese medio. Esta música era interpretada por pequeños grupos de tres o cuatro personas con instrumentos como la guitarra, el violín y la flauta.
Se puede anticipar que al hablar del género tango se destacan dos etapas bien diferenciadas, desde la perspectiva musical: la primera es cuando el tango era solamente música que se bailaba, y la segunda, a partir de 1917, cuando surge el tango cantado, que continúa hasta la actualidad.
[1] Ayestarán, Lauro. El folklore musical uruguayo. Montevideo: Editorial Arca. 1994, pp. 151 y ss.
[2] Término que deriva del nombre Edad Moderna. Se le llamó así por el movimiento ocurrido con la renovación de la Iglesia Católica, y que se adapta a las exigencias del nuevo pensamiento, que le atribuye más importancia a la racionalidad.