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21/12/2021
Hace poco más de un año publiqué un artículo sobre el violín en el jazz y Maureen Choi, una violinista excelente. En la primera parte de ese artículo hacía una referencia y un breve comentario de varios de los violinistas de jazz actuales sin incluir a la protagonista de este artículo y no porque yo no conociera aún su música y su trayectoria, sino porque no la había escuchado lo bastante ni la conocía lo suficiente para escribir sobre ella. Ahora llevo varios meses escuchando las grabaciones de Èlia Bastida y creo que tiene unas condiciones enormes para llegar a ser una figura en el jazz como violinista (su instrumento principal), pero también como saxo tenor y vocalista. Una figura más que emerge de la Sant Andreu Jazz Band que dirige Joan Chamorro, una iniciativa y escuela de formación musical que está causando sensación en todo el mundo.
Èlia Bastida (fotografía de Adrià Porta)
Quise ver a Èlia en mi último viaje a Barcelona, pero no pudimos coincidir, y ahora, aprovechando una actuación suya en Madrid, contacté de nuevo con ella para concertar un encuentro en el que pudiéramos hablar de su trayectoria, proyectos y otros temas relacionados con su música y el jazz en general. Y como su estancia en Madrid fue de dos días y Èlia es una persona de una gran amabilidad, no fue difícil encontrar un tiempo para vernos y charlar. No era mi pretensión que fuera un formato de entrevista, sino simplemente una conversación para conocer algo más sobre ella y su música. Y así fue y desde estas líneas quiero agradecérselo.
Èlia Bastida nació en Barcelona y a los cuatro años comenzó a tocar el violín. El sonido de este instrumento la cautivó de tal manera que fue como un flechazo, un amor a primera vista (u oído). Su madre es pianista y profesora de lenguaje musical, lo que pudo contribuir a que Èlia salvara las trabas que en principio le pusieron y consiguiera convencer a sus padres de su afición por el violín. Estudió violín clásico con Pablo Cortés, un referente en la enseñanza de este instrumento, a los doce años ingresó en el IEA Oriol Martorell de Barcelona, institución en la obtuvo el grado medio de violín clásico seis años después. A los diecisiete años entró en la Sant Andreu Jazz Band, así que no es alguien que se ha formado en la SAJB desde los ocho años como muchos de los niños y niñas que entraron a esa edad. Fue entonces cuando descubrió verdaderamente el jazz y decidió dedicarse a esta música, que, sin dejar de lado la clásica, ha marcado su carrera y sigue marcándola. Fue así, en una big band, como empezó Èlia a tocar jazz. Y es también en la SAJB donde comenzó a tocar el saxo tenor, que ahora lleva a todos sus conciertos junto a su violín y a su preciosa voz.
Ha participado en más de 30 discos y ha grabado cuatro propios, el primero de ellos editado en 2017, Joan Chamorro presenta Èlia Bastida, uno más de la serie en que Joan Chamorro va presentando a quienes han formado parte de la SAJB y ya empezaron a volar por su cuenta. El segundo en 2019, The Magic Sound of the Violin, el tercero con Carolina Alabau en septiembre de 2021, coincidiendo con el Jazzing Festival de Sant Andreu, y éste, que hace el cuarto, que están presentando ahora, Èlia Bastida meets Scott Hamilton & Joan Chamorro Trio, grabado también en 2021. Cuatro discos propios, sin añadir el titulado Joan Chamorro New Quartet & Scott Hamilton, en el que Èlia, además del violín, también toca el saxo tenor y canta, y junto a Joan Chamorro (contrabajo y saxo barítono) y al saxo tenor de Scott Hamilton, se unen Alba Armengou (saxo alto, trompeta y voz) y Carla Motis (guitarra y voz). En este enlace podéis ver un vídeo de Èlia Bastida interpretando Rabo de nube, el tema que cierra su segundo disco.
Hablé con Èlia de sus referentes en el violín; todos los músicos tienen su personalidad propia, pero también sus influencias. Èlia ha escuchado a todos los principales violinistas y de los clásicos en el jazz se queda con Stéphane Grappelli y Stuff Smith, no son malos ejemplos. También de su amor por la música. Es su afición y la profesión que ha escogido, pero también su pasión desde niña, la música significa mucho para ella y disfruta estudiando y tocando. La vida da muchas vueltas y nunca sabemos lo que nos deparará el destino, pero a mí me da que el futuro de Èlia va a ser de grandes éxitos, tiene unas condiciones enormes para lograr lo que se proponga y ya, actualmente, está consiguiendo un reconocimiento que traspasa los límites de su país; sus giras ya son de ámbito internacional.
Otra de sus dedicaciones es la de formación musical. Èlia tiene un plantel de alumnos particulares y a su vez es profesora de violín en el Aula de Música 7, adscrita al Conservatorio Superior de Música de Barcelona. Ha creado su propia metodología con material de violín jazz (vídeos, tutoriales, transcripciones de solos, ideas, conceptos, etc.). Una metodología que irá enriqueciendo poco a poco y cuya primera versión formal tiene previsto publicar en abril de 2022. Al margen de estos proyectos, con discos, conciertos y grabaciones con Joan Chamorro y la SAJB, Èlia tiene como propio el que ha iniciado con Carolina Alabau y participa en el de HalliGalli Quartet, un cuarteto de cuerda formado por dos violines, chelo y guitarra, aunque ocasionalmente también incorporan otros instrumentos. Estaré pendiente de todos esos proyectos.
Ya he dicho que contacté con Èlia con motivo de su actuación en Madrid, tenía muchas ganas de verla en directo, que ya he comentado en muchas ocasiones lo que el directo me atrae. Así que voy a ello.
El concierto fue en el salón de actos del Ateneo de Madrid y a Èlia la acompañaron en el escenario Scott Hamilton (saxo tenor), Joan Chamorro (contrabajo), Joan Monné (piano) y Arnau Julià (batería). A los dos Joan (Chamorro y Monné) los he visto en varias ocasiones y me agradó volver a verlos. Pero no había visto nunca en directo al resto del grupo. Fueron cuatro los conciertos que ofrecieron, dos pases el 18 de diciembre de 2021 y otros dos pases el día 19. Yo asistí al primero de ellos. El concierto estaba organizado por Candlelight, música a la luz de las velas. Bueno. Igor Stravinsky decía que "No basta con oír la música; es necesario verla". Ya sé que esa frase del maestro ruso no se refiere al acto visual de contemplar a los intérpretes, sino a la representación en imágenes que la música puede producir en el intelecto de cada uno (más o menos). Pero yo aprovecho esta frase del insigne compositor para decir que a mí también me gusta ver a los intérpretes que estoy escuchando y en este concierto la visibilidad fue prácticamente nula. En un escenario en negro, apenas se adivinaba las figuras de Èlia o de Scott cuando se acercaban más sobre las velas que supuestamente lo iluminaban. Sé que es el formato que Candlelight da a sus conciertos, pero en otros suyos no hay tanta oscuridad.
Parece que yo no fui el único al que le incomodó la iluminación, porque según me cuentan, a partir del segundo pase se modificó, mejorando considerablemente la visibilidad. Lástima que para mí llegara tarde. En esas condiciones no pude hacer fotos del concierto, pero un alma caritativa me ha enviado algunas de las del concierto que se celebró unos días antes en el Conservatori del Liceu en la presentación del disco en Barcelona.
Èlia Bastida con Scott Hamilton y Joan Chamorro Trio
Conservatori del Liceu, Barcelona, 3 dic 2021 (Fotografía de Lili Bonmatí)
Pese a lo dicho sobre la iluminación y a su brevedad (¡ay! los dos pases), el concierto fue un verdadero éxito, con el salón de actos del Ateneo lleno. El disco que están presentando, con Scott Hamilton y Joan Chamorro Trío, tiene 14 temas, la mayoría de línea melódica, incluye algunas sambas, dos de ellas cantadas por Èlia y un único tema más rítmico. El concierto se basó principalmente en los temas del disco, aunque evidentemente no tuvieron cabida varios de ellos por la brevedad del concierto. También incluyó algún tema que no está en el disco, como el primero en el que Èlia apareció por uno de los pasillos de la platea tocando e improvisando con su violín hasta llegar al escenario en el que ya se unió el grupo en un precioso Luiza. Èlia hizo una propuesta muy equilibrada, con el protagonismo principal de su violín y el saxo tenor de Hamilton, escuchamos su voz en una de las sambas y tomó el saxo tenor para uno de los temas, el clásico For Sentimental Reasons, precioso los dos saxos tocando este tema. También hubo espacio o tiempo para la oscarizada Moon River o para que disfrutáramos de ese tema más rítmico al que me refería, que no es otro que Tin Tin Deo, que compuso Chano Pozo y que popularizó enormemente Dizzy Gillespie. Magnífica su versión de este tema de jazz latino. La propina, que la hubo, fue un tema que ya va siendo habitual en los grupos que dirige Joan Chamorro, Bésame mucho.
Èlia Bastida y Scott Hamilton
Conservatori del Liceu, Barcelona, 3 dic 2021 (Fotografía de Lili Bonmatí)
Èlia Bastida tiene un presente musical ya consolidado y un futuro prometedor, pero yo aún mantengo las ganas de verla en directo en más ocasiones, con menos velas y un poquito (no pido mucho) más de iluminación. Al menos pude verla cuando estuve hablando con ella un buen rato antes de los ensayos, eso sí, con mascarilla. Todo llegará.
20/10/2021
Hace ya varios años que Melissa Aldana está entre la élite del saxo tenor en el mundo del jazz. Nacida en Santiago de Chile en 1988, hija y nieta de saxofonistas, fue su padre, Marcos Aldana, quien la inició en el saxofón cuando Melissa tenía seis años (cuántos grandes instrumentistas han empezado a esa edad o incluso antes; de nuevo la importancia de los inicios tempranos). Comenzó tocando el saxo alto y se pasó al tenor siendo aún adolescente, empezando a tocar en clubs de Santiago. En 2005 participó en el festival de jazz de Panamá y se trasladó a Estados Unidos para continuar con sus estudios musicales, ya en el Berklee College of Music en Boston, graduándose en el año 2009. Luego se trasladó a Nueva York, iniciando una carrera que la ha llevado a ser una de las saxofonistas de mayor éxito en el jazz actual. Con 24 años (en 2013) ganó el Concurso Internacional de Saxofón de Jazz Thelonious Monk. Su primer disco, Free Fall, lo grabó en 2010 y el hasta ahora último, Visions, que hace el quinto suyo, en 2019. Este año 2021 ha firmado contrato con Blue Note, sello con el que grabará su próximo disco, anunciado para principio de 2022. Son varios los saxofonistas en los que se ha fijado, pero en alguna entrevista la he oído decir que Sonny Rollins y Mark Turner son dos de los que mayor influencia han tenido en su música. Ahora, a sus 33 años, Melissa ya está considerada como referente del saxo tenor y una excelente compositora.
Melissa Aldana (de su disco Melissa Aldana & Crash Trio)
He oído hablar tanto de Melissa Aldana que hace ya tiempo que me propuse profundizar en el conocimiento de su música viendo sus vídeos y escuchando sus discos mientras esperaba que se me presentara la ocasión de verla en directo. Melissa Aldana es bastante habitual de las giras, aunque en este último año las limitaciones han supuesto un parón en todas ellas. Me he detenido principalmente en su último disco editado, Visions, una suite inspirada en la pintura de Frida Kahlo, de quien Melissa se declara admiradora. Visions contiene once temas, de los que nueve de ellos son composiciones de la propia Melissa Aldana, y la cubierta del disco es obra de una de sus amigas, una extraordinaria cantante de la que soy un profundo admirador, Cécile McLorin Salvant, a la que he visto en un par de conciertos. Fueron compañeras en el grupo femenino Artemis y con Cécile colaboró en uno de los temas de su disco The Window, el único tema (The Peacocks) en el que hay un segundo instrumento (el saxo tenor de Melissa), además del piano.
Se habla mucho de la evolución del jazz, comparando el actual con el que se hacía en épocas anteriores y hay opiniones de todo tipo. No me interesa mucho ese debate, ha habido, hay y habrá música buena y mala (o menos buena), pero evolucionar es imparable, además de necesario, en todos los ámbitos de la vida y así debe de ser. Me gusta seguir escuchando las composiciones y a los intérpretes de las décadas más exitosas del jazz, como también los temas de nuevos compositores y ya opinaremos cada uno sobre lo que nos gusta y lo que no. En este sentido, Melissa Aldana es una de las compositoras e intérpretes que hace un jazz más actual sin que haya renunciado a los aspectos más tradicionales de esa música, quizá porque le venía de familia. Pues bien, un ejemplo claro de esto es el disco Visions al que me he referido antes. Sólo uno (Never Let Me Go) de los once temas del disco no es una composición actual, y en ese disco Melissa Aldana demuestra su capacidad como compositora e intérprete. Enormemente disciplinada -también eso le viene de sus progenitores, aunque ahora esté algo alejada de ellos-, Melissa Aldana dedica cinco o seis horas al día a tocar el saxofón y alguna más al piano y al estudio.
En este disco, Visions, acompañan a Melissa Aldana Sam Harris (piano), Pablo Menares (bajo), Joel Ross (vibráfono) y Tommy Crane (batería). Es el segundo disco en el que incorpora un piano, hasta ahora sólo lo había hecho en el primero de ellos, los otros tres discos y muchos de sus conciertos han sido con la formación de trío, saxo, contrabajo y batería (aunque en su segundo disco incorporó al trompetista Gordon Au en algunos temas), y parece que en Harris ha encontrado al pianista que andaba buscando para futuras grabaciones. Toda la paleta de colores de Frida Kahlo y todos los temas que están en su obra, la belleza, el amor, la pasión, la soledad, el sufrimiento, la muerte, es lo que quiere trasladar Melissa a su música y lo logra con unas composiciones variadas y con la sonoridad que ya la caracteriza. El disco comienza con el tema que le da título, en el que Melissa, con el apoyo del piano de Sam Harris, presenta las sensaciones que le provocan la obra de la pintora, con solos de saxo rápidos y llenos de colorido, como también en Elsewhere, que le valió la nominación como “mejor solo de jazz improvisado” en los Grammy de 2020. El vibráfono de Joel Ross está presente en varios de los temas, sobre todo en The Search y El Castillo de Velenje. Pero yo destacaría sobre todos los temas del disco -y esta es evidentemente una opinión personal- La Madrina, una bonita y sugerente melodía para una historia sobre ofrecimientos y disyuntivas.
Lo que sobre todo yo deseaba era ver a Melissa Aldana en directo y se me presentó la ocasión cuando me enteré de que en su gira europea de este año iba a actuar dos días en la Sala Clamores de Madrid. Así que en cuanto lo supe adquirí una entrada para uno de los días y allí fui, el 19 de octubre de 2021, para ver a Melissa Aldana, en este caso con la formación de cuarteto, acompañada por Mike Moreno (guitarra), Pablo Menares (contrabajo) y Kush Abadey (batería), tres excelentes músicos. En el último año he asistido a algunos conciertos, no demasiados para lo que era habitual en mí, pero han sido en otra clase de espacios. Llevaba casi dos años sin pisar un club de jazz (la pandemia es la culpable) y mi reencuentro con el club no podía tener unos mejores protagonistas que Melissa Aldana y el trío de músicos que la acompañaron esa noche.
Melissa Aldana Quartet en Sala Clamores (Madrid, 19 octubre 2021)
Algo más que una magnífica saxofonista, Melissa Aldana se ha convertido en una líder de banda. En formato de trío, cuarteto o quinteto su dominio de la situación es fácilmente perceptible. Su manera de tocar el saxo, con tonos breves y cambios de timbre rápidos que acompaña con movimientos e impulsos corporales forman parte de su identidad y personalidad musical. En el concierto de Clamores nos brindó unos solos magistrales (ahora también entra en el terreno de la enseñanza y en el Festival de Jazz de Barcelona tiene previsto dar una clase magistral, además de un concierto), pero no fueron únicamente los solos de Melissa, también los hubo del resto de la banda y principalmente de Mike Moreno.
Melissa Aldana en Sala Clamores (Madrid, 19 octubre 2021)
El concierto comenzó con un tema que me dejó un tanto sorprendido porque me pareció que el grupo aún no había calentado motores. Es mi impresión de aficionado, que no de crítico, que no lo soy ni pretendo serlo. A partir de ahí el concierto fue a más hasta finalizar con uno de los temas más escuchados de su último disco, Elsewhere, y por supuesto que se cumplieron con creces las expectativas (y las ganas) que tenía yo de ver en directo a Melissa Aldana. Creo que una de las saxofonistas tenor con mayor proyección de la actualidad.
Melissa Aldana en Sala Clamores (Madrid, 19 octubre 2021)
Melissa continúa con su gira europea de este otoño, que finalizará el 20 de noviembre en la ciudad portuguesa de Guimarães. Después regreso a Nueva York y supongo que también a sus clases en el New England Conservatory, institución a la que Melissa se incorporó este año como profesora de saxofón.
Ya estamos impacientes por conocer el nuevo trabajo discográfico de Melissa, que será con el sello Blue Note y que se anuncia para el primer trimestre de 2022. No hay mucha información sobre ello, pero estoy seguro de que ambos, Blue Note y Melissa Aldana, saben lo que han hecho firmando ese contrato.
5/07/2021
Me aficioné al jazz, y sobre todo descubrí su fuerza, a la edad de dieciséis años. Y fue a través de la televisión como se inició en mí esa afición. Era el año 1964 (restad y veréis de qué "añada" soy) y en mi casa era habitual escuchar otros estilos musicales, pero en ese año comenzó a emitirse en TVE un programa dedicado al jazz, dirigido por Pepe Palau y presentado por él mismo y José Luis Barcelona, creo que desde los estudios Miramar de Barcelona. Discorama era su título y se emitía los domingos a una hora en que la comida solía estar ya en la mesa, lo que a veces hacía difícil que lo pudiera ver. Discorama sólo se emitió una temporada, 1964-65, una lástima, pero el tiempo suficiente para que pudiera descubrir a Duke Ellington, Ella Fitzgerald, Louis Armstrong, Errol Garner y a otros grandes intérpretes de jazz. Pepe Palau -con su mostacho a lo Groucho Marx- contagiaba su entusiasmo por el jazz, como también lo hizo, pocos años más tarde, Juan Claudio Cifuentes, Cifu. A ello voy.
Juan Claudio Cifuentes ha sido el mayor divulgador (así se definía él), comentarista y crítico de jazz que ha habido en España. Nació en Paris el 20 de abril de 1941 -sus padres se trasladaron a vivir a Paris en 1939- y allí se aficionó al jazz y hasta llegó a tocar la batería en su juventud. Afincado ya definitivamente en España desde 1961, comenzó a escribir en una revista especializada, Aria Jazz, y trabajó en varias compañías discográficas. Cifu llegó a la radio en 1971 dirigiendo y presentando el programa Jazz Porque Sí, al que añadió años más tarde A Todo Jazz. En TVE dirigió y presentó el programa semanal Jazz Entre Amigos durante más de siete años (1984-1991), un excelente programa por el que pasaron los mejores intérpretes de jazz. Toda esa trayectoria ha supuesto que Cifu haya sido considerado como uno de los mejores conocedores de esta música, además de una persona querida en el mundo del jazz, y se le hayan otorgado varios premios.
Cifu falleció repentinamente el 17 de marzo de 2015 tras sufrir un ictus y ahí comenzó su legado. Se le rindieron varios homenajes, la sala Bogui Jazz de Madrid -allí conocí a Cifu en persona y tuve ocasión de intercambiar opiniones, siempre aprendiendo de él- programó cada año hasta su cierre un concierto en recuerdo de Cifu. En abril de 2017, previo al concierto homenaje a Cifu, se presentó en Bogui el libro “Juan Claudio Cifuentes, una vida de jazz, una vida con swing”, de Antoni Juan Pastor, un libro biográfico sobre Cifu lleno de comentarios y anécdotas. En la localidad alavesa de Elciego, de la que Cifu era vecino, se celebra todos los años, durante la semana del vino y de la música, en el mes de julio, un ciclo de conciertos de jazz (Jornadas Juan Claudio Cifuentes "Cifu"). Lamentablemente el pasado año 2020, que debieron haberse celebrado las V Jornadas, fueron suspendidas, como tantas otras actividades, debido a la pandemia provocada por COVID-19. El legado que dejó Cifu en forma de discos, artículos, libros, fotografías y otros objetos es tan extenso que un grupo de familiares y amigos creó la Asociación CifuJazz con el fin de mantenerlo. El Ayuntamiento de Elciego cedió un espacio en la Oficina de Turismo, edificio "Casa de los Maestros", para alojar el legado de Cifu. En la web que creó la Asociación CifuJazz (http://cifujazz.org/) puede verse información sobre el propio Cifu, su colección, noticias y actividades.
Una imagen de la web cifujazz.org
Ya tenía yo ganas de conocer el Espacio CifuJazz y empaparme bien de todo lo relacionado con el legado de Cifu, y para visitarlo y hablar de todo ello me puse en contacto con la Asociación. Quien contestó a mi interés en visitar el Espacio CifuJazz fue Laura Cifuentes, la hija menor de Cifu, con quien intercambié algunos correos electrónicos para convenir una fecha válida para ambos, ya que Laura no reside en Elciego (aunque allí tiene casa) y también tiene que desplazarse. Llevaba yo más de un año detrás de esta idea (maldita pandemia), así que no tuve inconveniente alguno en esperar a que Laura pudiera y me propusiera una fecha. Quién mejor que una de sus hijas para hablar de Cifu, de la Asociación y del Espacio. Y esa fecha fue el viernes 2 de julio de este año 2021.
Entrada de la Casa de los Maestros en Elciego, donde se encuentra el Espacio CifuJazz
Creo que hay pocos lugares a los que haya viajado o visitado que no me gusten o a los que no encuentre atractivo, pero La Rioja -y Elciego pertenece a Rioja Alavesa- es una de las zonas de España que más me han atraído desde siempre y que he recorrido en varias ocasiones. Esta vez mi visita tenía un objetivo muy concreto, al margen de que aproveché este viaje para recorrer de nuevo parte de esa preciosa región. La Rioja y Álava son dos auténticas maravillas. La relación de Cifu con Elciego viene de lejos. Cifu se instaló en España en 1961, pero ya diez años antes sus padres comenzaron a pasar sus vacaciones de verano primero en San Sebastián y más tarde en Elciego, población en la que, a través de un amigo, terminaron comprando una casa.
El mismo año del fallecimiento de Cifu, 2015, se celebró en Elciego el primer concierto de jazz en homenaje a él y allí se comenzó a gestar la creación de la Asociación para conservar el legado cultural de Cifu. Su mujer, Isabel, sus hijas, Mónica (que redactó los estatutos de la Asociación) y Laura y un amigo y gran conocedor del jazz, Mario Benso, -seguramente con ayuda de otros familiares y amigos- se pusieron manos a la obra, hablaron con el alcalde de Elciego para que el Ayuntamiento cediera un local al que trasladar desde Madrid todos los objetos que conforman ese legado y ahí empezó la aventura de la Asociación y el Espacio CifuJazz. No fue mala elección la de situar en Elciego el tributo permanente a Cifu, el cariño entre ambos era recíproco. En 2016 la Asociación ya estaba creada y se había realizado el traslado, pero quedaba aún mucho por hacer. De la web se encargó Laura y del inventario y catalogación todos ellos bajo la supervisión de Mario Benso.
Parte de la colección de vinilos y CD
El resultado es que ya están todos los objetos catalogados (discos, libros, fotos, premios, muebles y otros objetos). Un trabajo arduo que han conseguido realizar en no mucho tiempo, teniendo en cuenta que cada una de las personas que se han dedicado a ello tienen sus propios trabajos y obligaciones. El número de referencias supera las 10.000. Sólo en discos, que representa el mayor volumen, hay catalogados 9.679, entre vinilos y CD. Y ahí están, en Elciego, en las mismas estanterías en las que los tenía Cifu en Madrid. Además, hay varias decenas de libros de jazz (aún repartidos entre Elciego y Madrid), fotos, otros objetos y varios premios, aquí la lista es amplia y todos importantes para Cifu, aunque los de más renombre sean la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes (2014), el Premio Ondas (2010) y el Donostiako Jazzaldia (2013).
Otra de las cosas que han conseguido los familiares y amigos de Cifu, a través de una recogida de firmas, es que RTVE haya recuperado los programas de Jazz entre amigos, que ya pueden verse en https://www.rtve.es/alacarta/videos/jazz-entre-amigos/
Reproducción de la mesa de grabación de Cifu en RNE
Del mantenimiento del Espacio se hace cargo la propia Asociación en colaboración con el Ayuntamiento, ya que se encuentra en el mismo edificio de la Oficina de Turismo. La Asociación cuenta actualmente con unos 400 miembros, sin que exista una cuota de ningún tipo. Quien lo desee puede solicitar ser miembro de la Asociación CifuJazz desde el apartado “Contacto” de la web. También existe un apartado “Cómo Colaborar” a través del que se puede hacer alguna aportación económica, bien periódica o puntual, para ayudar a mantener el proyecto.
Este año (estoy escribiendo esto el 5 de julio de 2021), tras el parón de 2020, se celebrarán las V Jornadas Juan Claudio Cifuentes “Cifu” durante la Semana del Vino y de la Música, del 13 al 17 de julio, con un homenaje a Billie Holiday a cargo de Mario Benso y la actuación de Dan Barrett & Enric Peidro Quintet. Puede verse el programa en el apartado “Noticias” de la web cifujazz.
Laura Cifuentes en la reproducción del set de grabación de Jazz entre amigos
Laura fue una perfecta cicerone, mostrándonos el Espacio y hablándonos de su padre y desde estas líneas quiero trasladarle mi agradecimiento por su paciencia y amabilidad. Hicimos un repaso hablando de la calidad humana de Cifu, de su pasión por el jazz, de sus amigos músicos y no músicos, de conciertos, de clubs de jazz, de la Asociación y del cariño recíproco que siempre ha habido entre él y Elciego, del que es una muestra esta última imagen.
Placa a Cifu en la Plaza de la Música de Elciego
10/02/2021
En dos artículos anteriores publicados en este mismo blog he escrito sobre Sheila Blanco, pero en ninguno de los dos como única protagonista de los mismos. El primero es el que dediqué a Larry Martin Band (18/09/2011), grupo al que se había incorporado Sheila como vocalista unos meses antes. El segundo, ya con un mayor protagonismo de Sheila, el dedicado a Puro Gershwin (21/04/2018), un proyecto musical de Federico Lechner y Sheila. Ahora quiero completar aquellos artículos con éste, dedicado exclusivamente a esta excelente vocalista y a todos los proyectos en que está inmersa, aunque algunos de ellos no sean de jazz.
Sheila Blanco con Larry Martin Band (Café Populart, Madrid, 14-sept- 2011)
Sheila Blanco nació en Salamanca y allí estudió piano y canto. Después de estudiar Comunicación Audiovisual y obtener la licenciatura se trasladó a Madrid y empezó a trabajar en la Cadena SER. Durante unos años simultaneó su trabajo en la radio con actuaciones como vocalista en algunos grupos, hasta que en 2009 decidió dedicarse en exclusiva a la música uniéndose al grupo Toch. Poco después grabó su primer disco, Duette, a dúo con el pianista Pablo Ruiz, y un segundo disco, Sheila Down, con once composiciones suyas. A finales de 2010 se incorporó como vocalista de Larry Martin Band, grupo con el que se mantuvo hasta el fallecimiento de Larry en noviembre de 2013, aunque el grupo, ya sin Larry y cambiando de nombre (Speak Jazzy), continuó un par de años más. Con estos dos grupos grabó otros dos discos. Son datos biográficos que podrían ampliarse, pero no es ese el objeto de este post. Lo que me lleva a escribirlo es mostrar la calidad musical de Sheila, los diferentes estilos musicales en que se mueve y los proyectos en que está inmersa y que la están haciendo cada día más conocida dentro y fuera de su país.
Vi por primera vez a Sheila en junio de 2011, como vocalista de Larry Martin Band, en el Café Populart de la calle Huertas de Madrid. Un club que yo solía frecuentar, con un buen ambiente y una programación cien por cien jazz en vivo, dirigida y seleccionada por Arturo González. Hace ya tres años que Populart cambió el jazz por otras músicas y ya no está Arturo. Desde aquella noche he visto a Sheila en bastantes ocasiones, alguna más en el mismo Populart y otras en diferentes clubs y salas de concierto.
Sheila Blanco en Sala Clamores (Madrid, 12-12-2012)
Compositora, pianista y cantante, Sheila tiene una formación musical muy sólida y de su origen salmantino, de sus estudios universitarios de comunicación audiovisual y puede que también de sus trabajos en radio le viene esa dicción y vocalización tan perfecta que posee. No sé de dónde saca tanto tiempo, porque al margen de sus actuaciones y grabaciones musicales sigue colaborando en programas de radio y también como preparadora (o coach, que esta palabra ya está aprobada por la RAE) de concursantes de programas musicales de televisión. Parece que Sheila siga fielmente lo que dijo Ortega y Gasset sobre que "vivir es siempre, siempre, sin pausa ni descanso, hacer". He visto a Sheila como cantante en grupos de jazz y no sólo de los dos que he citado anteriormente, sino también de otros como Patax y Mad Sax Big Band, al mismo tiempo continúa con otras actuaciones de jazz y con Federico Lechner y su Puro Gershwin, que han llevado a varias ciudades, pero como sobre este proyecto ya publiqué un artículo, no me extiendo en él. Además de su clara y preciosa voz y de sus cualidades interpretativas creo que Sheila sabe muy bien como conectar con el público y eso es fundamental en el directo. Me interesa mucho su trayectoria en el jazz y me consta que sigue con sus actuaciones y grabaciones en este terreno, pero no es el jazz el único estilo musical con el que se siente cómoda. En los últimos años ha puesto en marcha dos proyectos musicales que le están suponiendo un verdadero éxito.
El primero de ellos es el de Cantando a las poetas del 27. Hace algunos años, tras asistir a la presentación del libro y documental Las Sinsombrero -un proyecto de Tània Balló, Manuel Jiménez y Serrana Torres-, Sheila comenzó a investigar las obras de las poetas de la Generación del 27 -Generación que forma parte de la llamada Edad de Plata de la cultura española-, poetas injustamente olvidadas en la historia de la literatura española, y ahí descubrió a un grupo de mujeres cuyas obras se dispuso a reivindicar. Hizo una selección de algunas de ellas y decidió musicalizar sus poemas. El resultado ha sido el de diez composiciones realizadas por Sheila para otros tantos poemas, incluyendo uno de Rosalía de Castro, que no pertenece a esa generación, y uno suyo propio (Pájaros negros). Sheila, con su piano y su voz, ha presentado este proyecto en numerosos escenarios, empezando por el primero de ellos que fue el Instituto Cervantes en Nueva York en abril de 2018. A finales del año 2019 grabó un disco con estos diez poemas. Fui a ver su concierto en el Auditorio Conde Duque de Madrid. Yo, que amo el directo y no quiero prescindir de él, no podía conformarme sólo con el disco. Si escuchar estas grabaciones es una delicia, vivir el directo de estas composiciones poéticas y que Sheila vaya contando la historia de cada una de ellas fue algo mágico que espero poder repetir. Creo que fue una gran idea de Sheila poner música a Las Sinsombrero. Como he dicho en alguna otra ocasión, la vida se compone de instantes y algunos hay que gozarlos al máximo.
Sheila Blanco Cantando a las poetas del 27 (Auditorio Conde Duque, Madrid 15-oct-2020)
(Fotografía de Ferdí Pérez)
El segundo proyecto de los dos que citaba es el de los Bioclassics. Algo muy curioso y sorprendente, porque empezó como un divertimento de Sheila para homenajear a uno de los más grandes músicos de la historia, Johann Sebastian Bach. En enero de 2020 Sheila grabó un vídeo de poco más de minuto y medio en el que con la música de la Badinerie de la Suite Nº 2 en Si menor de Johann Sebastian Bach, Sheila cantaba algunos datos biográficos del genial músico. Ese vídeo circuló por las redes sociales con tal éxito que, pese a que no naciera con la pretensión de tener continuidad en otros, Sheila se ha visto requerida para grabar algunos más dedicados a músicos insignes. En la fecha que escribo esto ya son once los bioclassics que ha puesto en circulación Sheila, desde el primero de Bach al de Maurice Ravel y su Bolero. Y a buen seguro que seguirán otros. Este proyecto, que puede parecer menor, ha hecho que muchos centros de enseñanza primaria y secundaria se interesen por él como manera de fomentar la música clásica en sus alumnos. En este enlace puede verse el bioclassic dedicado a Beethoven.
La interpretación musical, la composición, la radio, la televisión y seguro que otros proyectos que esté madurando llenan la vida de esta salmantina que cada día que pasa es más conocida y querida. Espero que cuando acabe esta locura de pandemia que tenemos encima podamos verla con mayor frecuencia en los escenarios musicales, porque eso es lo mejor que tiene la música, el directo, y ya nos va haciendo mucha falta. Le deseo lo mejor en todo lo que acometa, porque además Sheila sabe que mi aprecio por ella es muy grande.
8/11/2020
El violín no es de los instrumentos más habituales en el jazz, estamos más acostumbrados a asociarlo con la música clásica, las orquestas sinfónicas y los grupos de cámara y así es y sin embargo sí que podemos encontrar un buen número de grandes violinistas de jazz, muchos de ellos formados en la clásica. Siendo Estados Unidos el país que vio nacer el jazz es lógico que los primeros violinistas de jazz sean de allí. Algunos de los más conocidos, ya desaparecidos, fueron John Robichaux, Stuff Smith, Eddie South, Joe Venuti o Guy Lombardo, este último nacido en Canadá aunque la mayor parte de su carrera musical la realizó en Estados Unidos. En Europa el primer referente internacional del violín en el jazz lo podemos encontrar en el francés Stéphane Grappelli, uno de los más importantes e influyentes violinistas de jazz, que, junto al guitarrista Jean Baptiste ‘Django’ Reinhardt, creó en 1934 el Quintette du Hot Club de France, una de las agrupaciones europeas de jazz más importantes de la época. Grappelli falleció en 1997 a la edad de 89 años.
Y claro que hay más. Pero vayamos a los actuales, que de la actualidad del jazz va esta serie de artículos. Y ya que he finalizado el párrafo anterior nombrando a Grappelli, veamos algunos otros violinistas europeos y el primero que se me viene a la cabeza es Jean Luc Ponty, discípulo de Grappelli, que introdujo el violín eléctrico en el jazz y el rock y ha tenido una clara influencia en muchos de los violinistas posteriores. El húngaro Csaba Deseő ha simultaneado sus intervenciones como miembro de la Orquesta Filarmónica Nacional de Hungría con sus actuaciones en grupos de jazz durante gran parte de su trayectoria musical. Algo similar puede decirse de Adam Taubitz, nacido en Polonia y nacionalizado alemán, miembro de la Orquesta Filarmónica de Berlín. Otro violinista polaco, aunque afincado en Nueva York, es Michał Urbaniak, posiblemente el de mayor reconocimiento internacional entre los violinistas actuales, además de ser saxofonista y compositor. Urbaniak ha tocado con los mejores músicos y agrupaciones de jazz y creado sus propios proyectos. Y llegamos a un caso muy especial como es el de Philipp Wachsmann, músico absolutamente vanguardista que gusta sobremanera de la experimentación y la improvisación. Resulta curioso, al menos para mí, que a partir de ser alumno de la prestigiosa Nadia Boulanger, su carrera derivara hacia un estilo tan distante del tradicional. Finalizo este bloque con un violinista nacido en Beirut y nacionalizado español, Ara Malikian, que, no siendo un violinista de jazz, ha tocado tantos estilos que no podía faltar el jazz entre ellos. De hecho, fue uno de los músicos que participó en la I edición de Jazz Palacio Real que se celebró en Madrid durante los meses de julio y agosto de 2020, desastroso año de la pandemia provocada por un detestable coronavirus.
Doy un salto a Estados Unidos para mencionar a dos extraordinarias violinistas. Se trata de Karen Briggs y Regina Carter. Karen Briggs está considerada por muchos críticos como la violinista más importante de la actualidad. Ha actuado como solista, con pianistas, grupos o acompañando a cantantes, como es el caso de Diana Ross con quien ha actuado en varias ocasiones. Regina Carter es otra maravillosa violinista, posiblemente la más ecléctica de todas, pues practica una gran variedad de estilos musicales, desde el jazz al pop pasando por clásica, latina, country, blues,..., poseedora de un enorme sentido del ritmo y del swing y tiene, como Briggs, un buen número de premios. Ha actuado en España en varias ocasiones, la última en el Festival de Jazz de Vitoria en 2019. Mark Feldman es un violinista estadounidense de música clásica, jazz y country. En el terreno de jazz ha colaborado con varios músicos y estuvo durante años formando parte del cuarteto de John Abercrombie. Y no siendo una violinista de jazz, pero sí excelente, incluyo aquí a Lucia Micarelli aunque sólo sea por el hecho de que interpretó el papel de Annie Talarico en la serie de televisión Treme, magnífica serie que relata los meses posteriores al huracán Katrina que asoló Nueva Orleans (siempre busco, y en este caso encuentro, alguna justificación para hablar de esta serie). Clicando aquí podéis ver una secuencia del capítulo 4 de la primera temporada de Treme.
De todos los violinistas que he mencionado hasta aquí, aunque haya escuchado grabaciones de ellos (seguramente del que más, Grappelli, entre otras cosas porque su versión de As Time Goes By la he escuchado decenas de veces), únicamente he visto en directo a Ara Malikian, un par de veces (en el teatro Bellas Artes y en Sala Clamores, ambos en Madrid). Pero ahora toca hablar de una violinista a la que sí he visto en directo y llevo siguiendo algún tiempo porque me parece realmente buena. Se trata de Maureen Choi.
Maureen Choi (foto cedida por M.C.)
Nació en Michigan, hija de padres coreanos -ambos músicos- que le infundieron su amor por la música. Maureen forma parte de ese número reducido de personas poseedoras de un oído absoluto. Empezó de muy niña, con tres años, a tocar el violín y ya en su adolescencia y juventud estudió en Michigan State University, donde se graduó en violín clásico, y después en Minneapolis y en el Berklee College of Music de Boston. En este último centro empezó a interesarse aún más por la música latina y española, interés que ya le había inculcado su padre, guitarrista de clásica y aficionado a este estilo musical. Finalizando sus estudios en Boston, Maureen ya se puso a pensar en formar su propio grupo, un cuarteto con piano, bajo y batería acompañando a su violín, Maureen Choi Quartet, grabando su primer disco en 2011. En el Berklee College coincidió con un alumno de contrabajo, Mario Carrillo, español, con el que estableció una relación que terminó en boda, fijando su residencia en Nueva York. Tras dos años actuando en Estados Unidos, en 2012 decidieron trasladarse a Madrid. Su primer éxito les llegó poco después, en Julio de 2013, con el 1er Premio en el I Certamen Internacional de Jóvenes Músicos de Jazz «Ciudad de Talavera». El cuarteto ya lo componían Maureen Choi, Mario Carrillo, Daniel García (con quien también había coincidido en Boston) y Michael Olivera. A partir de 2014 han ido alternando giras por Estados Unidos, Asia (China, Corea, Japón y Taiwán) y España y han presentado dos nuevos discos, Ida y Vuelta (2015) y Theia (2019). Maureen es también profesora de violín en el Centro Superior de la Escuela de Música Creativa de Madrid y lo fue también durante tres años en el Campus valenciano del Berklee College. Y precisamente al finalizar un día sus clases en la Escuela de Música Creativa, me cité con Maureen en un café próximo para que me contara algunas cosas sobre ella y su música. Si algo de lo que he dicho aquí no se ajusta a la realidad es porque yo no escuché bien lo que me dijo o porque tomé mal mis notas. Desde estas líneas quiero agradecer a Maureen la amabilidad que tuvo al dedicarme esa hora larga en que estuvimos hablando. Una fantástica violinista y compositora y una mujer encantadora.
Dos españoles, un cubano y una estadounidense de ascendencia coreana forman un cuarteto que enfoca su principal estilo hacia la música de raíces latinas, sin dejar de lado otros géneros. En los tres discos que han grabado se percibe la evolución de su música. En el primero de ellos, que lleva por título Maureen Choi Quartet, todavía en Estados Unidos, el cuarteto tenía otros integrantes, con Rick Roe (piano), Sean Dobbins (batería) y Rodney Whitaker (contrabajo). Whitaker era el director de jazz en la Michigan State University y fue fundamental en los inicios de la carrera musical de Maureen, convirtiéndose prácticamente en su mentor. En este disco predominan los temas clásicos de jazz, composiciones de Ellington, Monk, Davis y algunos otros, pero ya con algún guiño a la música latina incluyendo No More Blues y Alegría, este último tema -precioso- compuesto por la propia Maureen. El segundo disco, Ida y Vuelta, contiene seis temas compuestos por Maureen y está esencialmente dedicado a la música latina e incorpora la colaboración de Javier Colina (Alfonsina y el Mar) y de Pepe Rivero (Valentía, Dama de Noche y Bilongo). Comienza con el tema que le da título al disco y que podéis escuchar y ver con la coreografía que se montó en el Centro Cultural Conde Duque en el siguiente enlace. Y ya en el tercer disco, Theia, también con seis temas de Maureen de los diez que contiene y con los arreglos a cargo de Mario Carrillo, como en el anterior, introduce la fusión con el flamenco en varios de ellos. Es el caso de Phoenix Borealis, Dance of the Fallen, Dear Paco o Sinner's Prayer.
Maureen Choi Quartet (foto cedida por M.C.)
Theia es un disco muy equilibrado que comienza con el mencionado Phoenix Borealis, en el que las iniciales notas suaves del piano de Daniel García dan paso a la estructura musical de seguiriya que tiene el tema y en el que hay un lucimiento especial de Mario Carrillo con el contrabajo. El disco lo cierra una versión de la Danza Ritual del Fuego, de Manuel de Falla (se añade una pequeña sorpresa al finalizar este tema, unos compases de Scheherazade, de Rimsky-Korsakov). Y entre el inicial y el final otras ocho composiciones de una gran belleza y muy bien interpretadas. Pero si he de mostrar mi preferencia por alguno de los temas del disco, diría que September, the First me ha resultado especial por esa sugerente emotividad que contiene. Pero repito, todo el disco me parece excelente. En el párrafo anterior he utilizado la expresión "fusión con el flamenco", pero Maureen no quiere denominar así su música ni decir que su grupo toca flamenco jazz, sino que utiliza los ritmos flamencos para llevarlos a su música. Le gusta la música española y recurre a un término curioso para referirse a ella, dice que es música guapa.
Ya he hablado en otras ocasiones del asunto de las fusiones, que tan de moda están ahora, pero cuando se hace desde el respeto a los diferentes estilos y con calidad en los arreglos y composiciones, nada que objetar. Y Maureen Choi lo hace así. Empezó con música clásica, se interesó por el jazz, le gusta la música latina, le gusta la música española y el flamenco y se siente cómoda con todo ello. La relación del jazz con el flamenco comenzó en los años 60 del siglo pasado (a buen seguro que hay antecedentes) con las primeras investigaciones e interpretaciones de Pedro Iturralde y las grabaciones que al final de esa década y principio de la siguiente hizo con Paco de Lucía. Por cierto, Iturralde también tocaba el violín. Y digo tocaba, porque Don Pedro Iturralde nos ha dejado hace tan solo unos días. Un grande del jazz. Es cierto que ya antes se había hablado de lo que vino a denominarse como tercera corriente, cuyo trabajo más representativo pudiera ser el álbum Sketches of Spain, de Miles Davis, pero no creo que a ese álbum pueda aplicarse el término de fusión de jazz y flamenco. Bueno, es igual, que los eruditos digan, el caso es que ahora hay grandes músicos que van por este camino, y que también ha despertado interés entre muchos aficionados. En las últimas semanas he conocido a una persona que se declara "loca del flamenco" y que está descubriendo el jazz y la conexión de ambos estilos y está encantada escuchándolo. Espero que incorpore también a Maureen Choi Quartet entre sus audiciones.
He visto al cuarteto un par de veces, la primera de ellas en Café Central de Madrid en 2017 y hace tan solo dos días en el Festival de Jazz de Madrid, en la Caja de Música de CentroCentro, en este caso con Borja Barrueta en la batería sustituyendo a Michael Olivera. Estamos en un momento complicado con motivo de la dichosa COVID-19 y hasta el último momento temí que se cancelara el concierto, pero no fue así, creo que estos eventos se están celebrando con responsabilidad y con todas las medidas sanitarias y de seguridad necesarias. Control de entrada, mascarillas, distancia de seguridad y aforo reducido. Sigamos así mientras dure el virus.
Maureen Choi Quartet (Festival de Jazz de Madrid, 6-nov-2020)
Desde luego, los organizadores del festival acertaron de pleno con el concierto que lo inauguró, porque me pareció brutal (como sinónimo de maravilloso). El concierto tuvo un repertorio basado casi todo en su último disco, Theia. Comenzó con la fuerza enorme de Danza Ritual del Fuego, magnífica interpretación del cuarteto, que ya nos indicó que el concierto sería de auténtico disfrute. Continuó con un homenaje a su madre (de Maureen) y a todas las madres luchadoras con Dance of the Fallen y otros tres temas más del disco, Canto Salamanchino, con lucimiento de Daniel García al piano, Phoenix Borealis y Sinner's Prayer. Y yo estaba esperando September, the First, que llegó. Esa composición me parece de una extraordinaria belleza y en grado superlativo, sublime, fue la interpretación. Maureen compuso este tema tras pasar un momento difícil y ahora se ha convertido en un canto a un nuevo amor. Cerró el concierto la versión que del Capricho Español ha hecho el cuarteto, que no está en este último disco, sino en el anterior, Ida y Vuelta. Y ya no hubo más, ni tan siquiera la tan deseada propina, porque el compromiso era el de finalizar a una determinada hora, que no está la situación para prolongaciones. Maldita pandemia. Aun así, fue una hora y media (larga) de verdadero disfrute.
Maureen Choi (Festival de Jazz de Madrid, 6-nov-2020)
He hablado de sus tres discos, diferentes y los tres de una gran calidad, pero ver y oír a este cuarteto en directo supera a la audición que podamos hacer de aquellos. La fuerza interpretativa que tienen es algo que te envuelve y te abstrae de cualquier otra cosa que no sea escuchar su música. En mi opinión, Maureen Choi está entre las grandes figuras del violín en el jazz actual. Sin llegar a "Fernando Galindo, un admirador, un esclavo, un amigo, un siervo" (Atraco a las tres), Maureen me ha ganado como fan suyo.
16/05/2020
En el mes de julio de 2018 asistí a un concierto de Brad Mehldau en Noches del Botánico (Madrid), sobre el que publiqué un artículo en este blog. Aquel concierto fue doble, porque tras Brad Mehldau hubo otra actuación, y ese artículo lo finalicé haciendo mención a esa segunda parte diciendo "... en la que pudimos admirar a Cécile McLorin Salvant y escuchar su voz prodigiosa ...". Ahora ha llegado el momento de escribir sobre ella, tenía ganas de hacerlo.
Cécile McLorin Salvant. Madrid, 9 julio 2018. Fotografía © Laura Palacio, https://bit.ly/2Z9sRYM
Cécile McLorin Salvant nació en Miami, donde pasó su infancia y primeros años de juventud. Allí, a los cinco años, comenzó a estudiar piano y a los ocho años canto clásico, lo que le permitió incorporarse a un coro infantil. Su madre es de nacionalidad francesa, nacida en la isla de Guadalupe, y fundadora y presidenta de una escuela francesa en Miami, lo que propició que Cécile aprendiera inglés y francés simultáneamente. Eso fue una ventaja para Cécile cuando en 2007 se trasladó a la ciudad francesa de Aix-en-Provence para estudiar Derecho y continuar con sus estudios de música. Tenía entonces dieciocho años. Y allí, en Francia, fue donde consolidó su carrera como vocalista, grabando su primer disco con el quinteto de Jean-François Bonnel en 2009. Un año después, en 2010, obtuvo el primer premio en el Concurso Internacional de Jazz Thelonious Monk. Cécile tenía entonces tan sólo 21 años y desde ese momento su carrera musical experimentó un ascenso enorme, convirtiéndose en una de las cantantes de jazz más solicitadas.
La primera cantante de jazz por la que Cécile sintió una gran admiración fue Sarah Vaughan. Cuando Cécile era tan solo una adolescente quería cantar como ella, luego se dio cuenta de que pretender eso no tenía sentido, que no debía imitar a nadie, sino tener su propio estilo y eso fue lo que ha hecho, pese a que las influencias siempre existan. Hay quienes dicen de ella que es la nueva Billie Holiday, pero, a mi juicio, creo que hay una obsesión por comparar a muchas cantantes con quien fue apodada Lady Day, lo he visto escrito y hacerlo con varias de las cantantes actuales, cuando en mi opinión la voz y estilo de Billie Holiday son demasiado personales como para buscar sucesoras de ambas cosas. Dejemos a Billie Holiday en el lugar que le corresponde, que es muy alto, y centrémonos en Cécile McLorin, que su categoría musical da para mucho.
Ya lo creo que da. Pese a que aún es Joven, nació en 1989, Cécile ya es poseedora de tres premios Grammy al mejor álbum vocal de jazz (2016, 2018 y 2019) y también nominada en el de 2014, al margen de otros muchos premios que ha conseguido y que estoy seguro seguirá coleccionando. Tan sólo con ver que ha grabado cinco discos y con cuatro de ellos ha conseguido tres Grammy y una nominación uno se hace una idea de su excelente nivel musical y de la enorme proyección que puede tener en un futuro. Tanto en sus discos como en sus actuaciones en directo suele alternar estándares de jazz con composiciones nuevas. Yo, particularmente, agradezco esa combinación. Me gusta seguir escuchando en directo, cuando la interpretación es así de buena, los temas que inmortalizaron Bessie Smith, Sarah Vaughan, Billie Holiday, Ella Fitzgerald o Nat King Cole o de compositores como Richard Rodgers, Cole Porter o Irving Berlin, por poner algunos ejemplos. Cécile McLorin siempre echa mano en sus conciertos de temas de los musicales de mayor éxito de la época dorada de Broadway.
Su voz es de una claridad exquisita y con una sonoridad en la línea de las grandes vocalistas del bues y jazz. La he oído cantar en inglés (normalmente), francés y español y su dicción es perfecta, como lo es también su sentido musical y completo el rango que alcanzan sus tonos. Cécile McLorin no quiere ceñir sus actuaciones a un único estilo y es por eso que sus conciertos son siempre variados intercalando temas de distintas épocas y estilos, clásicos y nuevos. Además, procura incluir al menos un tema en la lengua del país en el que actúa. Por ejemplo, en el concierto de Noches del Botánico de 2018, al que me he referido al principio, hizo una magnífica interpretación de Gracias a la Vida, de Violeta Parra, que nos puso los vellos de punta ("gallina en piel", decía aquel).
Y ahora debería continuar este post con una breve reseña de un concierto de Cécile McLorin en directo, que hace meses que adquirí un par de entradas para el que estaba programado para el 10 de mayo de 2020 en el teatro auditorio de Alcobendas (Madrid). No quería perdérmelo, pero el maldito coronavirus y la enfermedad que ha provocado, COVID-19, ha hecho tantos estragos -lo peor los fallecimientos- que ha sido causa de la cancelación de muchos eventos y entre ellos el de ese concierto. También estaba anunciada su actuación para la V edición de Noches del Botánico y para el festival de San Sebastián, igualmente cancelados ambos. Así que, ya que no puedo verla en directo, me limitaré a continuar el artículo comentando algo más sobre ella y sobre su nuevo disco, The Window, con el que ha logrado el Grammy al mejor álbum vocal de jazz 2019.
Cécile McLorin Salvant
Uno de sus grandes valedores, que lo fue desde que la conoció, es el afamado trompetista Wynton Marsalis, que ha dicho de Cécile: «Una cantante como ella aparece sólo en una generación o en dos». Cécile McLorin ha actuado en varias ocasiones con la orquesta de Wynton Marsalis y con su quinteto. Y supongo que lo seguirán haciendo, al menos eso espero yo para poder verlos en directo en alguna ocasión. Mientras tanto podemos disfrutar de algunos vídeos de actuaciones conjuntas, como aquí, en la que interpretan Just a Gigolo en el festival de jazz de Marciac (Francia). En este vídeo, además de escuchar la voz de Cécile McLorin, podemos disfrutar del Quinteto de Marsalis y apreciar las improvisaciones que, sobre la melodía principal de este tema, hacen el propio Wynton Marsalis y el saxofonista Walter Blanding. Y hay más vídeos de ella que pueden verse en Internet.
El quinto disco de Cécile McLorin Salvant, The Window, salió a la venta en otoño de 2018 y es un disco a dúo con el pianista Sullivan Fortner, con quien también iba a actuar en el concierto de Alcobendas. Sólo hay un tema en el que interviene un segundo instrumento, que es el saxo tenor de Melissa Aldana, y es que The Peacocks -que de ese tema se trata- parece que lo requiere, quizá porque su compositor, que fue Jimmie Rowles, contó con Stan Getz para la primera grabación (incluso hay quien dice que lo compusieron conjuntamente). El disco contiene 17 temas, muy variados como es habitual en Cécile McLorin. Comienza con Visions, de Stevie Wonder y cierra con el mencionado The Peacocks, a los que hay que añadir varios temas clásicos del jazz de los años 30 a 60 del siglo pasado (aunque ninguno de ellos sea de los considerados estándares de jazz si exceptuamos The Peacocks), una canción popular francesa, J'ai le Cafard, una composición suya, A' Clef, cantada también en francés y Somewhere, compuesta por Leonard Bersntein para el musical West Side Story.
En este disco, de sólo su voz y piano, Cécile McLorin nos muestra todos los matices, tonos y modulaciones de que es capaz. Ha elegido cuidadosamente los temas para transitar por los diferentes estilos que componen el disco. Aunque la mayoría de ellos son baladas románticas, el elenco de compositores es muy variado. En muchos de los temas del disco, Cécile McLorin exhibe una de las características que la están definiendo como una diva del jazz vocal y es la manera en que hace los cambios tonales. Lo podemos apreciar en bastantes de las canciones, pero me quedo con una como muestra. La interpretación que hace McLorin de Ever Since the One I Love's Been Gone, una composición de Buddy Johnson, es un claro ejemplo del dominio que tiene para moverse entre distintos registros.
Teniendo en cuenta su juventud -cuando escribo esto tiene 30 años-, Cécile McLorin Salvant posee las condiciones para ser una de las vocalistas de jazz más importantes de las próximas décadas. Y bien que siento que, siendo yo un apasionado de la música en directo, no haya podido verla más que una vez y a saber cuándo podré tener alguna otra ocasión.
1/03/2020
Ahmad Jamal, a unos meses de cumplir 90 años, es considerado por muchos como un gran maestro para la generación de pianistas actuales, pues no son pocos sobre los que ha tenido una gran influencia y muchos de ellos tienen a gala y como mérito haber podido tocar con él.
Ahmad Jamal (Paris 2017)
Nació en Pittsburgh, en julio de 1930, y empezó a tocar el piano a los tres años. A los 10 años ya interpretaba la música clásica europea, componía y empezó a interesarse por la música de los mejores pianistas de jazz del momento, Duke Ellington, Art Tatum o Erroll Garner, de los que reconoce una cierta influencia. Le gusta definir el jazz como la música clásica americana. Con 18 años ingresó en la orquesta de George Hudson tocando en un gran número de ciudades y salas de Estados Unidos. En 1951 creó su propio grupo con contrabajo y guitarra (que más tarde sustituyó por batería) y un par de años después se convirtió al Islam cambiando su nombre de nacimiento, Frederick Russell Jones (Fritz Jones como nombre artístico), por el de Ahmad Jamal, con el que todo el mundo lo conoce. No fueron fáciles sus inicios como líder de su grupo. Su música innovadora y su manera de interpretar no cuadraba demasiado con los estándares de la época y recibió algunas críticas un tanto duras, que poco a poco fueron convirtiéndose en elogios y más aún cuando un músico como Miles Davis salió en su defensa, Davis llegó a decir de él, "Jamal me dejó inconsciente con su concepto de espacio, su ligereza de tacto, su moderación y la manera en que introduce notas, acordes y pasajes".
Jamal tiene grabados más de 70 discos y en el cuarto de ellos (creo), Ahmad Jamal Trio, de 1955, incluyó por primera vez uno de sus mayores éxitos, Poinciana -un tema compuesto por Nat Simon y Henry Bernier, que también formó parte de varios de sus discos posteriores-, y en 1958 grabó uno de sus discos más vendidos, At the Pershing: But Not for Me (que incluía una nueva versión de Poinciana), grabado en directo en el hotel Pershing de Chicago y que le lanzó definitivamente al estrellato y a formar parte de los grandes músicos de jazz. En esa época ya formaba su trío con Israel Crosby (contrabajo) y Vernel Fournier (batería) con quienes estaría tocando cuatro años más, hasta el fallecimiento de Crosby en 1962. También por decenas pueden contarse los premios que le han sido otorgados. Durante algunos años, finales de los 60 y principio de los 70, se apartó algo de sus actuaciones en directo y grabaciones para dedicarse a producir a otros intérpretes.
El virtuosismo de Ahmad Jamal ha cautivado al mundo del jazz y han sido muchos los pianistas que se han acercado a él para absorber su manera de interpretar y de entender la música, independientemente del estilo de unos u otros. El estilo de Jamal se aproxima al cool, de línea melódica y a veces intimista, con un manejo de los tiempos y los espacios que ha llegado a ser una de sus características más resaltadas. Manos de pianista, dedos largos que recuerdan a los de otro gran pianista, coetáneo suyo -tan solo los separan seis meses-, Barry Harris, de un estilo bien diferente y sobre el que ya escribí en este mismo blog (Barry Harris. Manteniendo viva la llama del bebop). Ahmad Jamal nunca ha sido muy viajero y ha salido poco de Estados Unidos, aunque haya actuado en varias ocasiones en ciudades europeas, Paris la que más. Ahora, con casi 90 años, Jamal ha reducido sus giras y no es fácil verlo en directo fuera de su país, sus últimas salidas fueron a Paris, así que los que estamos lejos de allí hemos de conformarnos con sus discos y vídeos.
En 2019 Ahmad Jamal publicó un nuevo disco, Ballades. Ahora los espacia más en el tiempo, el anterior, Marseille, es de 2017. A diferencia de Marseille, en el que todos los temas son composiciones suyas excepto el clásico Autumn Leaves, en Ballades sólo tres están compuestos por Jamal. En este disco, Ahmad Jamal abandona el formato de trío para grabar a piano solo, con el único acompañamiento del contrabajo de James Cammack en tres de los temas. Diez composiciones muy bien escogidas, temas clásicos, para que Jamal nos demuestre su maestría con el piano y podamos apreciar su personalísimo estilo y todos los matices que tiene su música, llena de extensas improvisaciones. Un disco que ha entrado en varias de las listas internacionales de los mejores discos de 2019.
Contraportada y portada del disco Ballades
Como no creo que me sea fácil ver a Ahmad Jamal en directo, he escuchado este disco (también está en Spotify y Deezer) varias veces y en tranquilidad para tener más reciente su música. Su título, Ballades, ya nos indica de qué va. Música relajada para oír sin prisas. Los siete temas no compuestos por Jamal son estándares de jazz de los años de mayor auge y desarrollo de esta música (son temas que van desde 1936 a 1964) y que han interpretado los mejores músicos de jazz. Algunos de los temas ya están incluidos en otros discos de Jamal, como Poinciana. El caso de Poinciana es especialmente curioso, porque no siendo Jamal su autor ya no hay nadie que este tema no lo asocie con él. Lo ha hecho suyo y lo ha tocado en numerosas ocasiones e incorporado a más de uno de sus discos. Hasta una de sus grabaciones de Poinciana la utilizó Clint Eastwood como música de fondo para una de las escenas de su película Los puentes de Madison. Pero quizá el tema más interpretado de cuantos incluye este disco sea I Should Care, escrito en 1944 y que han interpretado desde Frank Sinatra a Amy Winehouse, pasando por pianistas tan de primera fila como Bud Powell, Thelonious Monk, Bill Evans o McCoy Tyner. Y ahora lo hace Ahmad Jamal. Esto me lleva a reforzar mi opinión de que podemos y queremos seguir escuchando en directo grandes temas clásicos por intérpretes actuales y no sólo por aquellos que los crearon o por aquellos para los que los crearon. Una cuestión que surgió en una conversación con un pianista español al que admiro y considero entre los mejores.
Los arreglos que hace Ahmad Jamal de las composiciones que toca y la manera en que aborda sus improvisaciones tienen siempre su sello personal basado en un fraseo reposado. Ballades es el último disco que ha grabado Ahmad Jamal, pero su carrera musical es tan extensa y sus grabaciones tan numerosas que merece la pena seguir y escuchar su trayectoria musical. Siempre emociona.
18/11/2019
"Eliane Elias es la elegancia en el jazz latino". Estas palabras de Fernando Trueba acompañan a las primeras imágenes dedicadas a Eliane Elias en la película Calle 54. Luego, un par de frases más ya dan paso a algo más de cinco minutos de esta película con el sonido de su piano.
Eliane Elias tocando Samba Triste. Fotograma de la película Calle 54
Pianista, cantante, compositora, arreglista y hasta productora, Eliane Elias es una de las figuras más importantes del jazz latino actual y de la música brasileña. Nació en Sao Paulo, ciudad en la que comenzó sus estudios de piano a los seis años. Su madre era pianista de clásico, lo que indudablemente tuvo una clara influencia en el hecho de que Eliane estudiara piano. Con doce años hizo sus primeras composiciones y transcripciones de varios pianistas, dejando claro por dónde iba a encaminar sus pasos. Poco después, con diecisiete años, empezó a actuar en clubs de jazz y otros locales con músicos brasileños como Toquinho y Vinicius de Moraes, con los que siguió tocando y lo ha hecho en numerosas ocasiones, y su carrera musical se afianzó cuando en 1981 se unió al grupo Steps Ahead en Nueva York. Creó su primer trío en 1986, con Eddie Gómez y Jack DeJohnette, y a partir de ahí fueron sucediéndose los éxitos de Eliane hasta ser una de las intérpretes más solicitadas en la actualidad. En sus inicios, con Toquinho, Vinicius de Moraes y Steps Ahead, se limitaba a tocar el piano hasta que poco a poco fue introduciendo su voz y ahora es impensable escuchar un disco suyo o asistir a uno de sus conciertos sin oír sus dotes de excelente vocalista. Su voz cálida y envolvente se ha convertido en parte importante en sus actuaciones. Ha sido nominada en varias ocasiones a los premios Grammy, que ha obtenido en dos de ellas (2016 y 2017). Considerada como una de las grandes intérpretes de la música de Antonio Carlos Jobim y de la fusión del jazz con la bossa nova, su música, de línea melódica, abarca diferentes estilos y contiene siempre ingredientes extraídos de sus raíces brasileñas.
Son varios los pianistas por los que Eliane Elias siente admiración, Art Tatum, Bud Powell, Oscar Peterson, Herbie Hancock (con estos dos últimos ha tocado y grabado) y algunos otros, pero si hay uno que haya tenido una mayor influencia sobre ella, ese es Bill Evans. Desde su primera juventud Eliane escuchaba los discos de Evans descubriendo en ellos un sonido especial. Ese estilo melódico de Evans es el que prevalece en la música de Eliane Elias. Cuando Marc Johnson, su actual esposo y que fue bajista con Bill Evans, le propuso grabar un disco con temas de unas cintas de Evans, que éste le había dado poco antes de morir, Eliane Elias no se lo pensó demasiado y se pusieron a ello. Y así surgió uno de sus discos más apreciados (salvo para algún "intruso"), Something for You: Eliane Elias Sings & Plays Bill Evans, editado en 2008. Un disco con 17 temas, la mayor parte de ellos compuestos por Bill Evans, grabado como tributo y homenaje a Evans. Ese es uno de los más de cincuenta discos, entre propios y colaboraciones, que ha grabado Eliane Elias, desde el primero, Amanda, que grabó en 1985 con el trompetista Randy Brecker (su primer marido) hasta el que ha lanzado en el mes de agosto de este año 2019, Love Stories, un disco que responde claramente al estilo melódico, romántico y sensual de Eliane Elias. Ella misma lo define como el álbum más romántico de cuantos ha grabado. Un disco orquestal que contiene tres temas compuestos por Eliane Elias y seis arreglos suyos de otros tantos temas tradicionales.
Eliane Elias. © 2019 ELIANE ELIAS.
Eliane Elias ha actuado con diferentes formatos de grupo, pero su preferido y más habitual es el que está utilizando últimamente, añadiendo a su piano y voz un contrabajo y batería. El bajista está claro que viene siendo Marc Johnson y hay un par de bateristas que están alternándose en acompañarles en sus últimos conciertos, Rafael Barata y Satoshi Takeshi. Este formato de trío -piano, bajo y batería- es uno de los más utilizados por los pianistas contemporáneos de jazz, como es el caso de Keith Jarrett, Brad Mehldau o Michel Petrucciani (ya fallecido) y cuya precedencia podemos encontrar en Bill Evans, que formó su primer trío con Scott LaFaro (contrabajo) y Paul Motian (batería). Pues con este formato de trío, Eliane Elias está realizando su gira actual por diversos países presentando su último disco. Entre las ciudades en que ha actuado recientemente o va a actuar próximamente está Madrid y yo, que resido en ella, fui a ver su actuación en el teatro Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa el 17 de noviembre, dentro del ciclo de conciertos del Festival Internacional de Jazz de Madrid 2019. Eliane Elias (piano y voz), Marc Johnson (contrabajo) y Rafael Barata (batería) fueron los músicos que durante algo más de hora y media (se acortan los conciertos) deleitaron al público que llenó este auditorio. Y ahora algo sobre este concierto.
Eliane Elias Trío. Madrid, 17 noviembre 2019
Comenzó el concierto con el primer tema de su disco Man of La Mancha, To Each His Dulcinea, que estaban en España y había que homenajear a Don Quijote. Y ahí ya nos demostró su excelente capacidad de pianista consagrada. Uno de los premios Grammy que ha obtenido Eliane Elias fue con su disco Made in Brazil y de este disco sacó los dos siguientes temas que interpretaron, Brasil (Aquarela do Brasil), una canción popular brasileña, y Vocé, que compusieron Roberto Menescal y Ronaldo Bôscoli. De Menescal nos habló Eliane -que habla un español bastante aceptable-, con él ha compartido muchas actuaciones. Y llegó el turno de su nuevo disco, Love Stories, con un tema que popularizó Frank Sinatra, Come Fly With Me. Creo haber leído en alguna entrevista a Eliane Elias, que Frank Sinatra y Joao Gilberto son sus dos cantantes predilectos (y ambos no tienen mucho en común). Lo que fue una sorpresa para mí es que este tema fuera el único de su nuevo disco que interpretara. Como son suaves y románticas historias de amor, las de su disco Love Stories, quizá no den tan bien en el directo, pero el disco merece la pena escucharlo.
Eliane nos recordó que estaba lloviendo en Madrid interpretando al piano Esta tarde vi llover, de Armando Manzanero, no se lo había oído nunca, pero parece que la tarde lo pedía. Un tema que enlazó con el primero que tocó de Bill Evans. Nunca puede faltar en un concierto de Eliane Elias un recuerdo homenaje a Bill Evans, además estaba Marc Johnson, que fue su contrabajista hasta que falleció Evans, y de él fue también el siguiente tema, para luego volver a su Brasil natal con Sambou Sambou. Y si Bill Evans está siempre presente en los conciertos de Eliane Elias, también es fijo Antonio Carlos Jobim. Dice Elias que le gusta cerrar sus conciertos con este tema de Jobim, Desafinado, así que con él lo cerró, a falta de la propina, que la hubo.
Veamos, concierto magnífico, aunque corto, auditorio lleno, público entregado y repertorio muy ceñido a la música brasileña. Yo eché en falta algún guiño más a un jazz más tradicional, que salvo en el homenaje a Bill Evans, no hubo. Claro que para eso el concierto tendría que haberse alargado algo más (porque no sobró ninguno de los temas que interpretaron), aproximándose a las dos horas de duración, que no hubiera estado mal y que creo que la mayor parte del público habría agradecido. Un cierto desencanto que cuando llega una figura internacional como Eliane Elias a tu ciudad, no puedas disfrutar de un repertorio más amplio. Nos gusta el directo. Excelentes los componentes del trío. Eliane Elias tiene un dominio absoluto del piano, sus improvisaciones son magníficas, además de una interesante voz. Dos grandes músicos son también Marc Johnson y Rafael Barata, perfectos en su cometido y brillantes en sendos solos que ofrecieron. Y el Festival Internacional de Jazz de Madrid creciendo en su calidad.
10/09/2019
- ¿Vas a escribir un post sobre el Bogui, ahora que ha cerrado? En un blog que se llama Jazz actual escribir sobre algo que ya no existe ¿no es una contradicción?
- Ya, pero es que allí he pasado muy buenos momentos y he visto y conocido a mucha gente interesante. Además, ha cerrado hace pocos días, su última programación fue el 31 de agosto, hace 10 días apenas. Imagina que lo hubiera escrito hace un par de semanas, entonces sí valdría ¿no? y aún tengo la esperanza de que alguien lo reflote; en su web han puesto Bogui Jazz Club llegó al final de su actividad en la actual ubicación el pasado 31 de agosto.
- Bueno, allá tú.
- Pues eso, allá yo.
Y me pongo a ello. Breve reseña del cierre de Bogui Jazz.
En el número 29 de la calle del Barquillo de Madrid, esquina con la de Piamonte, a finales de los 80 y principio de los 90 del siglo pasado, hubo un restaurante, Casablanca, que luego dio paso a un local de música hip hop, que se llamó Kingston's, para convertirse en julio de 2005 en Bogui Jazz, un club que ha sido referencia del jazz en directo durante los 14 años de su existencia. Todos estos locales, Casablanca, Kingston's y Bogui, gerenciados por Dick Angstadt, un intrépido panameño enormemente conocedor de esta música y enamorado de ella. Bogui ha sido referencia del jazz en directo y uno de los mejores clubs de jazz no solo de Madrid o España, sino de todo el mundo. Y esto lo demuestra el hecho de que la prestigiosa revista Downbeat, en su número de febrero 2018, lo incluyera en la relación que elaboró de los mejores locales de jazz del mundo.
Escenario de Bogui Jazz
Algo más de tres años después de su apertura como club de jazz, el Ayuntamiento de Madrid clausuró el local debido a las quejas de algunos vecinos. Tras las reformas necesarias para mejorar la insonorización, con el apoyo y recogida de firmas de muchos ciudadanos y después de un burocrático papeleo para obtener los permisos correspondientes, Bogui reabrió sus puertas a principio del año 2011. Dos años cerrado, pero no es fácil vencer la obstinación de este panameño, que el pasado mes de agosto de 2018 acometió de nuevo una reforma del local para mejorar aún más la insonorización, lo que supuso una reducción de su aforo, que no supera las 130 personas (50 sentados más unas 80 de pie).
Una vista de Bogui Jazz (fotografía de Borja Suárez)
Ahora, Dick Angstadt ha decidido poner punto final a esta trayectoria. A Dick se le podía ver en el Bogui cada noche o tarde en que había concierto, no faltaba nunca, salvo aquellas ausencias motivadas por problemas de salud o porque el concierto coincidiera con un partido importante de su querido Atleti, otra de sus pasiones. Dick ya ha cumplido 82 años y le parece que tiene algo abandonado a su entorno familiar, esposa, hijos y nietos, a los que quiere dedicar más tiempo. Por cierto, que la esposa de Dick, Nobuko, ha sido un pilar fundamental en la trayectoria de esta sala. Esa, la de tener más tiempo para dedicar a la familia,. es una de las causas del cierre. Pero también supongo que mantener una sala como Bogui, de escaso aforo y con el nivel de los músicos que contrata debe de ser bastante complicado.
Durante los años de su existencia, Bogui ha sido una de las salas madrileñas que mejor programación de jazz ha ofrecido. Por su escenario han pasado los mejores músicos de jazz internacionales. No voy a mencionar a ninguno porque son cientos, si no miles, y siempre me faltaría alguno, pero Bogui se ha ganado a pulso la consideración de ser uno de los mejores clubs de jazz del mundo. Yo compraba las entradas y hacía la reserva siempre con antelación porque era habitual ver el cartel de sold out días antes de cada concierto. Entre su público era frecuente ver a músicos que acudían allí para ver las actuaciones. Y por supuesto, en muchas ocasiones a Cifu, que consideraba a Bogui como su segunda casa. Tras su fallecimiento en marzo de 2015, Bogui premiaría esa fidelidad programando conciertos de homenaje a Cifu anualmente.
Actuaciones en Bogui Jazz (fotografías de Borja Suárez)
Yo soy muy de club de jazz (creo que ya lo he dicho en algún otro artículo), me gustan estos locales por el ambiente que se respira en ellos. Y también de la música en directo (eso sí que lo he repetido muchísimas veces). Así que siempre que puedo me escapo a uno de estos clubs a escuchar y ver música en directo. No sólo en Madrid, donde vivo, sino en las ciudades que visito y puedo asegurar que Bogui es uno de los clubs de jazz en los que me he sentido más a gusto. En Madrid todavía quedan otros, además también se está programando jazz en locales no habituales (cuidado con la calidad del sonido, porque no todos los espacios valen). Echaré de menos Bogui, pero seguiré asistiendo a estos locales. ¿Y eso de "... llegó al final de su actividad en la actual ubicación ..."? Alguien lo tendría que aclarar.
27/07/2019
Si en el jazz hablamos de pianistas actuales no podemos dejar fuera a Chick Corea (Armando Anthony Corea), que sigue siendo, a sus 78 años, uno de los grandes. Comenzó a tocar el piano a los cuatro años en Chelsea, en el Estado de Massachusetts, ciudad en la que nació en junio de 1941. Fue su padre, trompetista y compositor, quien le inició en la música y le inculcó el amor por ella. Sus primeros años de formación en clásica le han conferido una gran solidez como intérprete y como compositor y ya en los años finales de su formación académica, escuchando el jazz que se hacía en esos años, se decantó por este estilo y a los 19 años decidió trasladarse a Nueva York para iniciar su carrera como músico de jazz. A partir de ese momento comienza el eclecticismo musical de Chick Corea que le hace pasar por diferentes estilos.
Chick Corea (Festival de Jazz de San Sebastián, 29/07/2018)
Sus primeros trabajos le llevaron al jazz latino, primero en la orquesta del cubano Phil Barboza y después con Mongo Santamaría. Acompañó en muchas ocasiones a Sarah Vaughan y posteriormente se unió al grupo de uno de los más importantes saxos tenores de la historia del jazz, Stan Getz. En 1968 Miles Davis lo incorporó a su grupo para sustituir a Herbie Hancock -otro pianista excepcional, con una carrera paralela a la de Corea y con quien años después realizaría varios conciertos de dúo de pianos-, lo que le hizo ser aún más conocido. Davis no sólo ha sido una influencia para muchos de los trompetistas que le han seguido, sino que ha catapultado a la fama a un gran número de intérpretes que actuaron con él. Es el caso de Chick Corea; su paso por el grupo de Davis le supuso un mayor reconocimiento además de adentrarse en el estilo de jazz fusión que por esos años practicaba Miles Davis. Para Chick Corea fue un salto definitivo, tanto es así que, una vez que dejó el grupo de Davis un par de años después, creó su propio grupo, Circle, con el que grabó varios discos y en 1972 Return to Forever, posiblemente su grupo de mayor éxito.
No resulta fácil encuadrar a Chick Corea en un determinado estilo, porque es un músico polifacético, de los denominados eclécticos, que ha combinado diferentes estilos y transitado por ellos. Ha dicho en más de una ocasión que sus gustos son muy variados, pero exceptuando algunos periodos de su trayectoria como el tiempo que estuvo con Miles Davis y algunos otros con predominio del jazz fusión y el jazz rock, la influencia de la música latina ha sido una constante en su carrera. En 1974 el guitarrista Al Di Meola se incorporó a Return to Forever, remarcando aún más el acercamiento del grupo a la música latina. Di Meola tocó en varias ocasiones con el guitarrista español Paco de Lucía y eso hizo que también Chick Corea actuara con él, y trabara una gran amistad con el guitarrista de Algeciras. También compartió y continúa compartiendo algunos conciertos con Jorge Pardo y Niño Josele, entre otros músicos españoles. Y es que Chick Corea siempre ha estado interesado por determinada música española. Ya en 1971 compuso uno de los temas que más ha tocado y no sólo él, porque también lo han interpretado otros muchos músicos; me refiero a Spain, un tema que se inicia con las notas del segundo movimiento del Concierto de Aranjuez, de Joaquín Rodrigo.
Desde esa época -estoy hablando de la década de 1970- la música latina siempre ha estado presente en la mayoría de los conciertos de Chick Corea con los diferentes grupos que ha ido creando. Pero no sólo la música latina, porque ya he dicho que ha interpretado estilos diferentes y aunque es uno de los más de 300 músicos que Nat Chediak incluye en su Diccionario de Jazz Latino (ya hablé de ese libro en el artículo "Jazz Latino"), Chick Corea transciende esa clasificación y así lo atestiguan sus más de 90 discos grabados y que es uno de los músicos en activo que más nominaciones y premios Grammy posee. Su penúltimo disco, Chinese Butterfly, lo ha grabado junto al baterista Steve Gadd, la colaboración entre ambos músicos viene de lejos, y en ese álbum, compuesto por dos CD con un total de ocho temas, Corea ha querido plasmar la variedad de estilos por los que se ha movido a lo largo de su carrera. Hay algo nuevo, como el tema que da título al álbum, también fusión y temas clásicos de su repertorio, como Return to Forever, y no falta lo latino con A Spanish Song. Lo grabaron a finales de 2017 y lo han estado presentando durante el año 2018. Pero enseguida se puso manos a la obra con el siguiente disco, que acaba de salir a la venta a finales del pasado mes de junio, Antidote es su título, con el que Corea profundiza en la música latina, más específicamente de origen español, y en el que a su grupo habitual añadió la participación de Jorge Pardo, Niño Josele y Luisito Quintero más las voces de Rubén Blades, Gaile Moran y María Bianca. De nuevo Chick Corea quiere compendiar en un disco todas sus vivencias musicales.
Chick Corea es un habitual de los mejores festivales internacionales de jazz y este verano he tenido la ocasión de verlo en directo en Madrid con la banda que le acompaña en muchas ocasiones, The Spanish Heart Band, en Noches del Botánico (https://www.nochesdelbotanico.com/). Aprovecho la ocasión ("que el futuro es muy oscuro", dice el tanguillo) para decir que en esta cuarta edición de este festival (estupendo, por otra parte) los directores del mismo se han "pasao" un pelín en la subida del precio de las entradas, aproximadamente un 100% más que en el de 2018. Llevan cuatro años y ya han puesto los precios de las entradas al nivel de festivales tan prestigiosos y veteranos como los de Newport o Montreux. Quizás ese sea uno de los motivos por lo que este año no se han agotado las entradas en varios conciertos y se han visto bastantes huecos, seguramente más de los que sus organizadores habrían estimado en principio. Ya veremos en 2020.
Pero sigo con Chick Corea y ahora hablando del concierto en el escenario del Jardín Botánico de la Universidad Complutense de Madrid. Fue un concierto doble, como algunos otros que ha programado Noches del Botánico, porque al grupo de Chick Corea antecedió Paco de Lucía Project, un grupo compuesto por los miembros de la banda que solía acompañar al famoso guitarrista y que está llevando el espíritu de Paco de Lucía por todo el mundo. Y es que el recuerdo a Paco de Lucía fue el hilo conductor de toda la noche y Chick Corea lo nombró en más de una ocasión. Chick Corea se presentó con The Spanish Heart Band, formada por Michael Rodríguez (trompeta), Steve Davis (trombón), Carlitos del Puerto (bajo) y Marcus Gllmore (batería), a los que se unieron Jorge Pardo (saxo y flauta), Niño Josele (guitarra), Luisito Quintero (percusión) y Nino de los Reyes (baile), que ya han tocado y grabado en numerosas ocasiones con Corea.
Chick Corea y The Spanish Heart Band. Madrid, 26 julio 2019
Nada de intimismo en esta ocasión, porque fue un espectáculo musical por todo lo alto y casi exclusivamente basado en los temas que componen el disco Antidote que acababa de publicarse. En esta gira Chick Corea está dispuesto a darlo todo. Lo primero que hizo Corea cuando salieron él y sus músicos fue agradecer la asistencia del público y presentar a los miembros de su banda. A Corea le gusta España, su música y visita con frecuencia este país, pero lo de su idioma se ve que lo ha dejado para cuando sea mayor, así que todo fue en inglés, salvo cuando le pidió a Jorge Pardo que presentara Duende.
Chick Corea en Noches del Botánico. Madrid, 26 julio 2019
Comenzó con Pas de deux, tema inspirado en un ballet de Igor Stravinsky, para enlazar con el que da título al álbum, Antidote, "vacúnate" (dice su letra) contra la inhumanidad. Con The Yellow Nimbus Corea hizo su primer homenaje a Paco de Lucía, hablando de la aureola que rodeaba al guitarrista. Fuimos escuchando los solos de Pardo, Rodríguez y Davis y viendo (y también oyendo) el baile de Nino mientras llegaba la suavidad de Duende. Y la guinda de la noche fue Zyryab, una composición de Paco de Lucía que ya grabaron juntos en 1990. Una maravilla de interpretación, que comenzó con la guitarra de Niño Josele, sólo ese tema superó la media hora de duración, y en el que el lucimiento de Corea y de todos sus músicos fue total. No sé, he leído algún comentario sobre cierta falta de calor del disco. Quien eso afirma es un excelente crítico musical al que admiro, pero desde luego en directo no da la impresión de que le falte fuerza o calor y es que la música además de oírla hay que verla (eso decía Igor Stravinsky).
Tres genios. Chick Corea entre Niño Josele y Jorge Pardo. Madrid, 26 julio 2019
Con Zyryab finalizó el concierto entre continuos aplausos y más ganas del público para seguir escuchando a Corea y a los músicos que le acompañaban. Así que obligado fue que salieran de nuevo, esta vez para tocar uno de los temas más emblemáticos de Chick Corea, Spain, que yo ya oí mientras me alejaba del Jardín Botánico camino del metro, que era tarde y me lo podía encontrar cerrado. Espectáculo de los grandes, buen concierto y buena programación la que está haciendo año tras año Noches del Botánico.