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Dee Dee Bridgewater, gran diva del jazz actual
Cuando se habla de las grandes divas del jazz siempre nos vienen a la memoria los nombres de Bessie Smith, Ella Fitzgerald, Sarah Vaughan, Billie Holiday, Carmen McRae y algunas otras que lo fueron todo en el mundo del jazz vocal de su época, pero tras ellas han seguido apareciendo otras vocalistas de renombre que han ido tomando el relevo. Algunas ya nos dejaron también, como Dinah Washington o Nina Simone, otras ya se han retirado o anunciado su alejamiento de los escenarios, como Aretha Franklin, y las hay que siguen estando activas y llevando a nuestros oídos lo mejor de esa música. Y de entre estas últimas hay una que me parece sorprendente por su voz, su fuerza arrolladora, porque se ha convertido en ídolo internacional y porque de alguna manera recuerda a las primeras. Y no es otra que Dee Dee Bridgewater, estadounidense como todas las que he citado más arriba.
Dee Dee Bridgewater (Denise Eileen Garrett, el apellido Bridgewater lo tomó de su primer marido, el trompetista Cecil Bridgewater) es hija de un trompetista y de una cantante de jazz y ha recorrido medio mundo cantando con los mejores músicos y actualmente reside entre Las Vegas y Paris con su tercer marido, aunque en el caso de Dee Dee lo de residir es mucho decir porque se pasa más de medio año de gira. Nació en Memphis, pero aún niña su familia se trasladó a Flint (Michigan) donde estudió y comenzó a cantar en bandas escolares. Más tarde se incorporó a la banda de jazz de la Universidad de Illinois con la que comenzó a hacer giras por todo el país y desde entonces no ha parado de moverse por todo el mundo. Tiene dos premios Grammy y un premio Tony. Sus dos Grammy son por sendos discos (Dear Ella y Eleanora Fagan) tributo a dos de las más grandes vocalistas que ha dado el jazz, Ella Fitzgerald y Billie Holiday. En 1999 Dee Dee Bridgewater fue nombrada Embajadora de Buena Voluntad de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Lo curioso en Dee Dee Bridgewater es que el verdadero reconocimiento internacional no le llegó en su primera etapa estadounidense, sino después de trasladarse y fijar su residencia en Paris en el año 1986. Dos años antes, en 1984, intervino en el único largometraje (creo) en el que ha aparecido, The brother from another planet, -aunque sí lo había hecho en series de TV y musicales de Broadway- una película que pasó un tanto desapercibida y en la que se ve a una joven Dee Dee cantando uno de los temas de la película, Gateway. Haciendo clic en la imagen podéis ver algunas secuencias de Dee Dee Bridgewater en esta película.
Cuando llegó a Paris ya había grabado cuatro discos, pero allí grabó el que la lanzó definitivamente a la fama, Live in Paris, y con el que obtuvo en 1989 su primera nominación a los Grammy de las ocho que posee. Ahora, ya no tan joven y con una imagen diferente, pero con la experiencia de tantos años recorriendo los escenarios internacionales, ir a ver un concierto de Dee Dee Bridgewater es algo altamente recomendable. Sus directos están llenos de energía, una energía que transmite al público que va a verla. Así que hice caso de mi propia recomendación y me fui a ver a Dee Dee Bridgewater & The Memphis Soulphony el 14 de noviembre al teatro Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa. Su actuación se enmarcaba dentro del Festival Internacional de Jazz de Madrid de 2017, un festival que año tras año mejora su programación. Quienes no tenemos muchas posibilidades de viajar agradecemos sobremanera que los promotores de los locales de música (ya sean auditorios, teatros o clubs) y de los festivales traigan a nuestras ciudades a estas estrellas de primera fila. Los organizadores del festival de Madrid han traído a un buen plantel de ellas para esta edición de 2017.
Ahora vayamos al concierto del día 14. Las entradas se agotaron con varias semanas de antelación. Afortunadamente a veces uno es previsor y las adquirí a los pocos días de que la organización publicara la programación del festival, más de un mes antes del concierto. Y es que Dee Dee tiene mucho tirón en todo el mundo. Su último disco, Memphis ... Yes, I'm Ready, de este mismo año 2017, es un auténtico homenaje a la música soul, con canciones que han hecho célebres un buen número de grandes intérpretes y eso es uno de los riesgos que asume Dee Dee, que comparen sus versiones con las de aquellos que las crearon o las hicieron famosas, pero que no tiene ningún reparo en asumirlo, porque Dee Dee también es muy grande y hace su propia versión de estos temas. Tiene mucho mérito atreverse con Take My Hand, Precious Lord (el tema que cierra el disco) que hemos escuchado en la voz de la reina del Gospel que fue Mahalia Jackson o bien es cierto que cuando hemos escuchado a B.B. King en The Thrill is Gone es difícil creer que puede haber una versión mejor. Y hablando de ello, Dee Dee Bridgewater me va a permitir que en un artículo dedicado a ella haga mención de la versión que de este tema hizo B.B. King en el Madison Square Garden de NYC durante el Crossroads Guitar Festival de 2010, rodeado de excelentes músicos, entre los que se encontraba Eric Clapton. Pero sobre este tema diré algo más adelante.
Una de las cualidades importantes en cualquier persona dedicada al arte y en este caso a la música, es tener un estilo propio y no cabe duda que Dee Dee lo tiene. He mencionado este disco, además de por ser el último que hasta ahora ha grabado, porque casi todos los temas que lo componen nos los ofreció Dee Dee en el concierto de Madrid. Faltó el ya mencionado Take My Hand, Precious Lord y uno que popularizó Elvis Presley, aunque hiciera una breve imitación de él. Creo que todos los demás temas estuvieron presentes en el concierto. Dee Dee es brutal (en el buen sentido de la palabra) en el directo, donde contagia su energía y su alegría al público y lo hace partícipe con sus extendidas explicaciones sobre los temas que está interpretando o sobre lo que se le ocurre en cada momento. También hay algo de su vocación teatral en sus actuaciones que hace que aún se disfrute más de ellas.
Dee Dee Bridgewater en dos momentos del concierto (Madrid, 14 nov 2017)
Comenzó el concierto con Giving Up, de Van McCoy, hizo un repaso por todo el disco, me parece que su versión de Yes, I'm Ready es genial además de que es un tema precioso, y lo finalizó con The Thrill Is Gone, que ya he mencionado antes pero del que me quedaba algo por decir. Y es que es cierto que la versión de B.B. King es difícil de superar, pero en el directo, que no en el disco, Dee Dee se crece en este tema, lo hace suyo, lo interpreta de maravilla y consigue que todo el aforo del recinto (en este caso los 682 espectadores que caben en la sala Guirau del Fernán Gómez, que estaba llena) se levanten de sus asientos para corear y bailar este bellísimo blues. Y ahí finalizaba el concierto, con un público absolutamente entusiasmado por lo que había visto y escuchado y que no paraba de aplaudir, así que salieron de nuevo para ofrecernos la propina que faltaba, que fue Try a Little Tenderness (también en el disco) y es que el soul de Otis Redding aún no había estado presente en el concierto.
Dee Dee Bridgewater & The Memphis Soulphony (Madrid, 14 nov 2017)
Para finalizar este post es justo resaltar la enorme categoría y la excelencia de los músicos (seis instrumentistas y dos vocalistas) que componen The Memphis Soulphony, que acompaña a la reina del blues, soul y gospel que es Dee Dee Bridgewater en esta gira que está llevando a cabo por varios países para presentar este nuevo espectáculo. Porque espectacular es su actuación. Varios vídeos de Dee Dee Bridgewater circulan por Internet, aquí sólo algunas fotos del maravilloso concierto al que asistí.
Dee Dee Bridgewater & The Memphis Soulphony (Madrid, 14 nov 2017)
Natalia Dicenta, actriz y cantante
O cantante y actriz, porque es difícil saber qué fue primero si queremos escribirlo en el orden cronológico en que aparecieron sus aficiones. Pero es igual, porque tan bien hace lo uno como lo otro. El caso es que Natalia Dicenta ha nacido, crecido y vivido en un ambiente impregnado de arte y en una familia en la que se vivía con pasión cualquier manifestación artística. Arte es Vida, Vida es Arte, decía Wolf Vostell. Hija y nieta de actores, es cierto que profesionalmente Natalia empezó como actriz (en 1974 cuando aún era una niña) mucho antes que como cantante (1998), pero quién sabe si en su primera infancia ya su voz no era pura melodía. Así que se lo pregunto a ella (muchas gracias Natalia por atenderme tan amablemente) y me dice que así es, pero que en su casa siempre se estaba escuchando música. Ya sus abuelos maternos, Lola y Eugenio, la entretenían con canciones, ella zarzuela y él tangos, que Natalia hacía suyas con su buen oído musical. Después descubrió los muchos discos que tenían sus padres, bastantes de ellos de jazz, y comenzó su afición por esta música. Así que podemos concluir que ambas vocaciones o aficiones comenzaron en su infancia. Pero como lo que aquí interesa es hablar de jazz, pasaré de puntillas por toda su maravillosa carrera como actriz, sus trabajos en programas de televisión y los numerosos premios conseguidos en el terreno de la interpretación para centrarme en su faceta de cantante.
No son muchas las carreras similares a la de Natalia, en la que su lado de cantante tiene ahora tanto peso como el de actriz. Sí que ha habido grandes vocalistas de jazz que han protagonizado películas u obras de teatro, pero en la mayoría de los casos como reclamo de las mismas dada la categoría de aquellas y la fama alcanzada en el mundo de la música. No voy a nombrarlas aquí, pero sí diré que la mayoría de las grandes divas del jazz han aparecido en alguna película. El caso de Natalia es distinto, porque creció como actriz de teatro y cine, también la hemos visto en televisión, presentando el programa Lo tuyo es puro teatro, con su aparición en algunos capítulos de La Mandrágora, ambos programas dedicados al teatro, y participando en varios capítulos de diferentes series. Y fue más tarde, en 1998, cuando le propusieron realizar una serie de conciertos en el Café Central de Madrid -dos semanas completas- en los que estuvo acompañada por el pianista Vicente Borland, que ya había trabajado con ella en Lo tuyo es puro teatro. Desde aquel debut como cantante, Natalia Dicenta ha participado en varios festivales de jazz y actuado en los clubs españoles más importantes. Yo la vi por primera vez en directo en la sala Clamores de Madrid, en noviembre de 2011, con José Manuel Villacañas, Reinier Elizalde "Negrón" y Antonio Calero. Pero Natalia no se prodiga mucho en los clubs de jazz, quizá en parte porque su faceta de actriz ocupa mucho de su tiempo. Un ejemplo de esto es su trabajo en el musical Al final del arco iris, que entre preparación, ensayos y representaciones estuvo más de tres años dedicada casi en exclusividad a él. Este musical, centrado en la vida de la actriz y cantante Judy Garland, ha sido uno de los últimos éxitos de Natalia Dicenta haciendo el doble papel de actriz y cantante.
Pero volvamos a la cantante de jazz. Natalia tiene una voz muy clara y una perfecta dicción tanto en castellano como en inglés. Le gusta interpretar los temas más clásicos de entre los estándares de jazz y a la vez mezclar diferentes estilos (blues, swing, latin, ...) a los que incorpora su particular y personal interpretación y con 12 de esos temas Natalia ha confeccionado su primer disco, Colours. Un disco producido por la propia Natalia y Vicente Borland, muy variado y agradable de escuchar, que incluye no solo temas de jazz y que Natalia ha grabado con un plantel de excelentes músicos y en el que ha querido "plasmar todos sus cariños". Es comprensible que no muestre preferencia por alguno de los temas del disco frente al resto, los ha elegido y grabado todos con una enorme ilusión, y así contesta a una pregunta mía, pero me cuenta que hay uno que incorporó al final, cuando ya estaba casi cerrado y acordado el contenido del disco, que quiso incluir porque le parece un tema de una belleza musical inmensa. Se trata de Just For A Thrill, un precioso blues compuesto por Lillian Hardin (excelente pianista y compositora y que fue la segunda esposa de Louis Armstrong) y Don Raye y que popularizaron la propia Lillian, Ray Charles y Aretha Franklin entre otros. Mientras compráis y escucháis el disco y vais a ver a Natalia en directo (recomendado para quienes no lo hayan hecho aún), podéis oír esta bonita balada, interpretada por Natalia, pinchando en este enlace. Siguiendo con Colours, me pareció muy arriesgado el arreglo que ha hecho Vicente Borland para un tema tan versionado como Summertime, pero la verdad es que el resultado es muy bueno y Natalia hace una estupenda y muy personal versión de este tema.
Contraportada y portada del disco Colours
Natalia admira a todas las grandes divas del jazz, especialmente a Ella Fitzgerald, Sarah Vaughan y Carmen McRae y de las actuales considera que Dee Dee Bridgewater es un auténtico prodigio, sobre todo en sus actuaciones en directo, en las que transmite toda su energía. Y ahora me interesa resaltar las características de Natalia como intérprete en directo (en un artículo anterior dije que ya no iba a insistir más en la importancia del directo, no interpretéis esta frase como un incumplimiento de mi palabra). En sus conciertos se hace muy presente su "otra" profesión/vocación, la de actriz, porque Natalia no sólo canta, y lo hace muy bien, sino que interpreta las canciones. Natalia disfruta en el escenario, en directo, donde puede transmitir sus emociones y donde canta y cuenta cada una de las historias de los temas que interpreta. Además, como por deformación (o formación) profesional (y en su condición de mujer) le gusta hablar, entretiene sus conciertos introduciendo algunas disertaciones, bien para explicarnos de qué va el siguiente tema o el precedente o para contar alguna anécdota que tenga relación con lo que estamos viendo y escuchando. Desde luego tablas no le faltan.
Pese a que, como ya he dicho, sus directos son menos frecuentes de lo que algunos desearíamos, me propuse ver de nuevo una actuación suya antes de escribir este post sobre ella, lo que pude hacer realidad el pasado día 6 de octubre en Café Central de Madrid, local que ya ha aparecido en más de una ocasión en esta serie de artículos y uno de los que mejor programación de jazz tiene de entre los que existen en Madrid. Ya son 35 los años (abrió en el verano de 1982) que Café Central nos ofrece la oportunidad de escuchar un buen jazz en directo. Además, fue en esta sala donde inició sus actuaciones musicales. Los músicos que acompañaron a Natalia en estos tres conciertos en Café Central (6, 7 y 8 de octubre) fueron José Manuel Villacañas (piano), Richie Ferrer (contrabajo) y Antonio Calero (batería), tres excelentes músicos a los que he visto innumerables veces.
En esta ocasión, Natalia no incluyó en su repertorio demasiados temas de Colours, sólo tres (La gloria eres tú, For once in my life y Summertime), pero sí varios de los estándares de jazz que a ella le gustan y que el público sigue solicitando ¿quizá pensando en un segundo disco? parece que está en ello. No fue tan parlanchina como en alguna otra ocasión que la he visto, pero sí hubo de todo, muy variado, como suelen ser sus conciertos. No podían faltar los temas de los hermanos Gershwin, Vernon Duke, Kurt Weill, Jerome Kern, Duke Ellington, Miles Davis, McCoy Tyner, Harold Arlen, alguno propio de J.M. Villacañas y un par de boleros, que siempre incluye algunos y el público le solicita. No tiene descartado grabar un disco exclusivo de boleros, que así se lo han propuesto.
Natalia Dicenta en Café Central, Madrid, 6 octubre 2017
El concierto comenzó con los tres músicos en el escenario, sin Natalia, interpretando un tema del maestro Villacañas. Luego apareció Natalia (vestida de blanco, que eran días para ello) para iniciar su actuación con una preciosa balada de Vernon Duke, I can't get started, a la que siguió el muy versionado Speak low, de Kurt Weill, me gusta mucho ese tema que he escuchado por numerosos intérpretes. Y llegó, para mí, una de las mejores interpretaciones de la noche con la que Natalia demostró su fuerza en el directo y el punto de inflexión a partir del cual el concierto tomó una trayectoria ascendente, con una mayor interacción entre músicos y público; se trata de Devil May Care, que no es un tema tan conocido como otros de los que escuchamos esa noche, pero del que Natalia hizo una estupenda versión que nos encandiló a todos. Antes de finalizar la primera parte del concierto nos introdujo en los musicales de Broadway y en el cine con I want to be with you y Pick yourself up, y nos contó la historia de la escena de la película Swing time en la que Fred Astaire y Ginger Rogers interpretan esta canción.
Natalia Dicenta con José Manuel Villacañas trío en Café Central, 6 octubre 2017
La segunda parte se inició como la primera, con Villacañas, Ferrer y Calero interpretando un tema compuesto por el primero. Llegaron los boleros La gloria eres tú, de José Antonio Méndez y que cierra su disco, y Como fue, una composición del cubano Ernesto Duarte. Y volvió al jazz más puro con Seven Steps to Heaven, de Victor Feldman y Miles Davis, para seguir con McCoy Tyner y You taught my heart to sing; su primer tema del disco Colours, For once in my life y Sophisticated Lady, de Ellington. Para despedirse, su personalísima versión de Summertime, que el público disfrutó y aplaudió sobremanera. Me da a mí que este tema va a convertirse en un fijo en su repertorio. Pero claro, en estos conciertos y cuando los asistentes están entregados, siempre se hace necesaria, se solicita y se concede una propina, que en este caso no podía ser otra que Over the rainbow, de Harold Arlen, que Natalia ha llevado por todos los escenarios españoles durante varios años con el musical Al final del Arco Iris.
Su entrega fue total en las más de dos horas que duró el concierto, pese a que la temperatura de la sala era bastante elevada en esta prolongación del verano madrileño. En situaciones como esta siempre queda el recurso al abanico y se vieron muchos intentando mover el aire. Creo que Natalia Dicenta está entre las mejores vocalistas españolas (y mira que las hay buenas), a la que nos gustaría ver con más frecuencia en los escenarios. El concierto que nos ofreció en Café Central llega tras ocho años de ausencia de Natalia de esta sala, referente del jazz en Madrid y en la que se inició como cantante. No sé si me equivoco mucho si digo que desde la presentación que hizo de su disco en el Teatro Bellas Artes de Madrid, en noviembre de 2013, son contadas las ocasiones en que se ha podido ver a Natalia en directo, quizá la última fuera la del concierto homenaje a Cifu de este verano en Elciego. Esperemos que entre grabaciones, interpretaciones teatrales, programas de televisión y otras ocupaciones, todavía le quede tiempo para que podamos ir a verla cantar. Que iremos.
Barry Harris. Manteniendo viva la llama del bebop
Cronológicamente el estilo bebop sucede (que no sustituye) al swing (es bueno que los diferentes estilos convivan juntos). Ya comenté en el artículo que dediqué al swing (muy breve, por cierto) que muchas de las big bands que surgieron en la era del swing se disolvieron en los primeros años de la segunda guerra mundial, al ser más difícil el mantenimiento de grandes agrupaciones. La desintegración de las big bands propició la aparición de grupos más pequeños, al mismo tiempo que llegaron al jazz músicos jóvenes con ideas renovadoras, que, algo cansados del sonido comercial del swing, se empeñaron en buscar nuevas formas de hacer jazz. Fue entonces, al inicio de la década de 1940, cuando comenzaron a aparecer los primeros indicios del bebop. Se pasaba de las big bands a grupos más reducidos (cuarteto, quinteto, sexteto) y empezaba el jazz moderno. Algunos de los músicos que emergieron en aquellos años han escrito varias de las mejores páginas de la historia del jazz. Hablo de Dizzy Gillespie, Charlie Parker, Bud Powell, Thelonious Monk y algunos otros que revolucionaron el jazz. Art Tatum, Tadd Dameron, Powell y Monk han sido sus principales referentes en el piano (que de un pianista va este artículo). El bebop se caracteriza principalmente por un fraseo rápido y poco espaciado, una mayor utilización de los solos instrumentales improvisando sobre la melodía principal y un mayor protagonismo de la sección rítmica de lo que había sido en los años anteriores. Ese periodo fue también el del auge de las jam session, porque aun habiendo empezado antes, en los años 30, es en la década de los 40 cuando realmente se generalizan e incluso llega a haber clubs que las programan, como fue el caso de las célebres del Minton's, en Harlem (NYC). Hay un magnífico cortometraje de 1944, Jammin' the Blues, nominado a los premios Oscar de aquel año, sobre una jam session con excelentes músicos. Lo podéis ver aquí. Una verdadera delicia ver y escuchar este corto.
Los músicos que he citado (y otros) son tan grandes que su música y el estilo que crearon perdurarán en el tiempo. Porque además han tenido muchos continuadores y algunos de sus contemporáneos todavía están en activo para mantener viva la llama del bebop. Y este es el caso del protagonista de este artículo, Barry Harris, un excelente pianista y compositor que tocó con ellos y que aún hoy, a sus 87 años, se pasea por el mundo para enseñarnos y deleitarnos con todo lo que sabe hacer con su piano. Reside en Nueva York, pero todos los años realiza una gira por diferentes países, la mayoría europeos (en España ha estado en más de 30 ocasiones y siempre ha dicho que le gusta y que es un país en el que se hace y toca un buen jazz), en los que actúa en conciertos y pone en marcha sus talleres de formación intensiva (workshops). Porque esa, la de formación y educación musical, es una de las facetas que más le interesan y a la que dedica gran parte de su tiempo. Aprovecho que este mes de abril está en Madrid, en el Bogui Jazz durante una semana, para escribir sobre él.
Barry Harris nació en Detroit en diciembre de 1929, allí estudió piano y allí estuvo hasta que se trasladó a Nueva York en 1960. En los años 40 y 50 Detroit fue uno de los centros neurálgicos del jazz en Estados Unidos (que es como decir en el mundo). Por allí pasaron los mejores músicos de la época y con la mayoría de ellos tocó Harris. Después, en Nueva York, empezó tocando en el grupo del baterista Max Roach y más tarde en el quinteto del saxofonista Julian "Cannonball" Adderley. En Nueva York conoció a Thelonious Monk, con quien hizo una gran amistad y compartieron durante años un apartamento que la baronesa Pannonica de Koenigswarter, protectora y amiga de Monk y de otros músicos de jazz, tenía en Nueva Jersey. Además de tocar con la práctica totalidad de los mejores músicos de jazz de la época, Barry Harris comenzó su etapa de educador que aún hoy sigue ejerciendo. La enseñanza es una de sus pasiones, quiere y necesita transmitir sus conocimientos, además de que fuera lo que le permitió vivir y mantener un cierto reconocimiento en unos años en los que hubo una clara marginación de los músicos dedicados al bebop. En 1982 abrió un centro de enseñanza e investigación de jazz en Nueva York, el Jazz Cultural Center, que hubo de cerrar cinco años más tarde (en 2012 un buen pianista y ex-alumno de Harris abrió un centro de formación similar en Bilbao, el Jazz Cultural Theatre) aunque Harris continuó con sus talleres de formación en diferentes lugares. Por sus clases han pasado infinidad de músicos. En su página web, http://www.barryharris.com/, tenéis información sobre sus workshops y tutoriales. Pero lo más curioso es que Harris es profesor y también alumno, porque sigue tomando clases de piano con una profesora de clásico. Nunca se acaba de aprender.
Jazz Entre Amigos, el programa de televisión española que dirigió durante varios años Juan Claudio Cifuentes "Cifu" le dedicó uno de sus capítulos. El programa sobre Harris se emitió el 29 de agosto de 1988, cuando Harris tenía 58 años y ya llevaba más de 40 tocando jazz. Sesenta minutos de programa con la buena música de Barry Harris y con la sabiduría y conocimientos de Cifu.
Hay varias películas sobre jazz o dedicadas al jazz o en las que predomina la música de jazz (mejor me olvido de la última, La la land), pero son dos las que destacan sobre todas las demás, al menos en mi opinión. Round Midnight (ganadora del premio Oscar a la mejor banda sonora en 1986), dirigida por Bertrand Tavernier e interpretada por Dexter Gordon en su papel principal, y Bird (ganadora del Oscar al mejor sonido y del premio BAFTA a la mejor banda sonora en 1988), dirigida por Clint Eastwood y con Forest Whitaker en el papel de Charlie Parker, porque es una película sobre la vida de este gran saxo alto. En esta segunda, en Bird, Barry Harris es uno de los músicos que interpreta al piano gran parte de los temas de su banda sonora. Creo que junto a su participación en el documental sobre Thelonious Monk, Straight, no Chaser, son sus únicas incursiones en el mundo cinematográfico.
Y tras esta introducción sobre el estilo bebop y de algunos datos biográficos de Barry Harris entro de lleno en su presencia de este año en Madrid. La sala Bogui Jazz programó una semana completa con Barry Harris, del lunes 24 al domingo 30 de abril. Los cinco primeros días con un taller o seminario con Barry Harrys y esos mismos días, en sesión de noche, una jam session con pianistas de auténtica categoría: Richard Clements (lunes), Luciano Fabris (martes), Ignasi Terraza (miércoles) y Joshua Edelman (jueves) (Edelman es a quien me refería al hablar del Jazz Cultural Theatre de Bilbao), porque el viernes se lo reservó el propio Harris para un concierto con su trío, al igual que sábado y domingo. Es admirable que con 87 años Barry Harris complete una semana como ésta, con cinco workshops y tres conciertos.
Dos momentos del workshop de Barry Harris en Bogui (26/04/2017)
Yo asistí al primero de los tres conciertos que ofreció Harris en Bogui, el viernes 28 de abril, y lo que cuento a continuación es lo que yo viví esa noche. Empiezo por decir quiénes fueron los músicos que le acompañaron en estos tres conciertos. Barry Harris suele acompañarse, siempre que puede, de músicos del país que visita y en esta ocasión los anunciados eran Richie Ferrer al contrabajo y Jimmi Castro en la batería. A Richie Ferrer lo he visto en no pocas ocasiones, varias veces con Larry Martin Band y con el grupo que le sucedió tras el fallecimiento de Larry, Speak Jazzy, otras con Pedro Iturralde y también con alguna otra agrupación. Ha colaborado en otras ocasiones con Barry Harris y no me cabe duda de que es uno de los mejores contrabajistas españoles de la actualidad, al margen de que es una enciclopedia de jazz; Larry Martin (Manuel Martín Arriaga) decía de él que era la "Richipedia". A Jimmi Castro no lo había visto nunca, aunque lleva muchos años dándole a la percusión y haya sido uno de los bateristas que han tocado con Harris en sus visitas a España. Pero además de Richie y Jimmi también estuvo el gran bonguero cubano Ramón González "El León" y cuando vi los bongos en el escenario y la aparición de Ramón González me di cuenta de que en el concierto iba a tener un protagonismo especial el jazz latino.
Sólo con ver las manos de Barry Harris uno se da cuenta de que son manos de pianista. Dedos largos, ágiles, flexibles, siempre en movimiento, son dedos que llevan más de 80 años tocando y acariciando las teclas de un piano. Y es que una de las características de Barry Harris es que toca el piano sin estridencia, con suavidad, como si sus manos se deslizaran por las teclas. También puede uno acercarse al bebop de esa manera.
Y empezó el concierto. Sabíamos que íbamos a disfrutar y escuchar los temas que inmortalizaron él mismo, Thelonious Monk, Bud Powell, Tadd Dameron, ... y así fue. Y es que pese a su edad y a que una enfermedad le tuvo algún tiempo apartado de los escenarios (de eso hace ya más de diez años), Barry Harris tiene una enorme vitalidad y ganas de transmitir todo lo que sabe y ha vivido. Se divierte tocando y divierte a sus músicos y al público que le escucha. Para abrir y dejar claro de qué iba la cosa, el grupo acometió un tema latino al que siguió She, una composición de Charles Aznavour y Herbert Kretzmer, que dedicó a todas las mujeres presentes. Después, a piano solo, Love is a Blossom, de Duke Ellington. Un paseo por la música brasileña y cubana, algo de Powell, A Little Crazy, vuelta a Monk con Ruby, My Dear, y para finalizar el tema que suele cerrar sus conciertos, Nascimento, con todos los asistentes coreando y bailando. Y es que Barry Harris no solo provoca y dirige a sus músicos (es increíble ver el divertimento que existe entre ellos) sino que también lo hace con el público que asiste a sus conciertos. Pero no se cerró con Nascimento, porque hubo propina ante la insistencia de los que allí estábamos. Un magnífico concierto que nos hizo vibrar, reír, cantar, bailar y sobre todo en el que escuchamos jazz del bueno interpretado por un músico irrepetible que ama el jazz y todo lo que la música representa.
Barry Harris en Bogui Jazz (28 abril 2017)
Richie Ferrer, Ramón González y Jimmi Castro en Bogui Jazz (28 abril 2017)
La compenetración de Harris con los músicos que le acompañaron fue total y su humor y vitalidad contagian a quienes le rodean. Es absolutamente admirable que a sus 87 años haya firmado una semana como ésta. Todas las mañanas estaba en Bogui a las 10:30, terminaba el workshop entrre las 6 y las 7 pm y 2 ó 3 horas más tarde la jam o el concierto. Además, cercano y asequible para todos los que deseaban hablar con él, simplemente saludarle o hacerse una foto con él para el recuerdo. Reconocimiento y agradecimiento también para la sala Bogui Jazz, Dick Angstadt, alma del Bogui, y AIE Sociedad de Artistas Intérpretes o Ejecutantes de España, que entre todos han colaborado para hacer realidad la presencia de esta leyenda del jazz en una sala madrileña.
Ángela Cervantes, de Santa Eulalia a Santa Clara
Aquí tenemos otra voz femenina española que lleva varios años cosechando grandes éxitos. Ángela Cervantes nació en Ibiza -no hace mucho tiempo, porque es joven- y allí, en el término municipal de Santa Eulalia, pasó sus primeros años y realizó sus primeros estudios musicales y ya con 15 años formó parte del coro Ciutat d'Eivissa. A los 19 años se trasladó a Barcelona para continuar sus estudios en el Aula de Música Moderna y Jazz del Conservatorio del Liceo. El Aula forma parte de la red internacional de escuelas del Berklee College of Music de Boston. En Barcelona Ángela estudió armonía, interpretación, danza y otras materias y ya en esa época se decantó claramente por el jazz y empezó a cantar en grupos de jazz y gospel, actuando en festivales de varias ciudades europeas.
En 2005 se trasladó a Madrid, donde actuó como corista de varios intérpretes y grupos y fijó su residencia o al menos su base de operaciones, porque Ángela siguió y sigue circulando por el mundo. Varios países europeos y americanos han tenido el privilegio de verla actuar. Además, forma parte de los grupos Pink Tones (español) y Brit Floyd (británico), ambos son grupos tributo a Pink Floyd. Con el grupo Brit Floyd ha realizado giras durante los años 2014, 15 y 16 por Norteamérica, Europa y Latinoamérica, totalizando más de 300 conciertos.
Ángela Cervantes. “Great Gig in the Sky” con Brit Floyd en Red Rocks, Colorado (11-jul-2016)
Tiene grabados tres discos. El primero de ellos en 2012, En esta orilla del Drexler, un homenaje al cantautor uruguayo Jorge Drexler. Su segundo disco, editado en 2014, también es un homenaje, en este caso recordando a Ella Fitzgerald & Joe Pass, disco grabado con el guitarrista madrileño Chema Saiz, magníficas interpretaciones de algunos de los temas que inmortalizaron Ella & Joe. Pero si me parecen excelentes estos dos discos, qué decir del tercero, que grabó hace pocos meses, en 2016, y que ha titulado Camino a Santa Clara ... Por 50 años más con Los Fakires, una maravilla. Escuchando esos tres discos se percibe la cantidad de matices y registros que tiene su voz, porque son discos con ritmos muy diferentes en los que el eclecticismo musical de Ángela se hace patente. Y esa es una de sus grandes virtudes, la de ser capaz de interpretar estilos muy distintos y siempre bien. Pero si además de escuchar sus discos ves sus actuaciones, es cuando te das verdaderamente cuenta de la cualidades artísticas que tiene Ángela Cervantes. Y es lo que hice yo, ir a ver una de las presentaciones de su disco Camino a Santa Clara ... (no sé si resulto pesado y reiterativo si vuelvo a insistir, una vez más, en la importancia de escuchar y ver música en directo, pero si es que sí, ya no lo digo más).
Para quien no lo sepa (supongo que pocos) Los Fakires es un grupo cubano que se formó en 1964 en la ciudad de Santa Clara, lo que indica que llevan más de cinco décadas tocando, principalmente música cubana, son, bolero-son, bolero, guaracha (aunque en sus inicios también incluían rock en sus actuaciones). Genuinos representantes de la Vieja Trova Cubana y una auténtica institución en la isla, Los Fakires han llevado la tradicional música cubana por medio mundo. Pues bien, Ángela Cervantes se fue a Santa Clara a grabar con ellos su último (hasta ahora) disco y anda presentándolo, primero en Cuba y ahora en varias ciudades españolas, empezando por su Ibiza natal. Ese disco no tiene desperdicio. Catorce temas excelentemente interpretados. Es evidente que no son temas clásicos de jazz, sino de la más pura música afro-cubana, con arreglos que ha realizado Ariel Brínguez.
Portada y contraportada del disco Camino a Santa Clara ... por 50 años más con Los Fakires
Como he dicho, me fui una noche a verla. Fue en el Bogui Jazz de Madrid. Ya he hablado en algún otro artículo de esta sala madrileña como una de las que mejor programación tiene. Su propietario, Dick Angstadt, es un gran entusiasta del jazz y los amantes de esta música le agradecemos los esfuerzos que hace por mantener ese nivel. Como muchas otras noches, el Bogui estaba totalmente lleno, el programa era muy atrayente y los músicos que acompañaron a Ángela Cervantes fueron Pepe Rivero (piano), Ariel Brínguez (saxo). Reiner Elizalde "Negrón" (contrabajo), Chema Saiz (guitarra) y Michael Olivera (batería). Todos, menos Chema, cubanos. A todos ellos los he visto en numerosas ocasiones y con distintas agrupaciones y no me cabe duda de que son músicos de primera fila. No todas sus interpretaciones fueron del disco Camino a Santa Clara ..., porque también incluyeron otras composiciones, como un par de temas compuestos por Ariel y que forman parte de su disco Nostalgia Cubana. Ariel Brínguez es nieto de Juan José Brínguez (en la portada del disco junto a Ángela), actual director de Los Fakires, y supongo que ha tenido mucho que ver en este proyecto. Abuelo y nieto son magníficos saxofonistas. No sé mucho sobre Juan José, a quien únicamente he escuchado en grabaciones, pero mantener un grupo como el suyo tantos años tiene mucho mérito. A Ariel lo he visto varias veces en directo y tengo más elementos de juicio para opinar sobre sus grandes cualidades de saxofonista. Ariel toca los saxos tenor, alto y soprano, además de ser compositor y arreglista, y es un habitual de los escenarios de jazz españoles, liderando su propio grupo o acompañando a otros músicos, principalmente en Madrid, que es la ciudad en la que reside desde 2007 y donde es profesor de saxofón en la Escuela de Música Creativa. También forma parte de la orquesta Irakere de Chucho Valdés (Chucho vuelve a estar nominado para los premios Grammy de este año 2017 -ya ha ganado ocho- al mejor álbum de Latin Jazz). Pero no restrinjamos la música de Ariel Brínguez a los ritmos cubanos, porque Ariel es un gran saxofonista capaz de interpretar magistralmente la música del jazz más clásico, como Body and Soul o Georgia on my Mind, por poner dos ejemplos de los varios estándares que le he escuchado yo en directo. Pero volvamos a Ángela y al concierto del Bogui Jazz.
Ángela Cervantes en Bogui Jazz, 29-12-2016 (Foto de Borja T. Suárez)
Fue una gran noche en el Bogui. Ángela tiene una voz prodigiosa que modula como quiere y que se adapta perfectamente a cualquier estilo. En este caso, la música típica de la Vieja Trova, son, bolero-son y boleros. Hasta recitó un poema, Hermosa Habana, de la poetisa santaclareña Isamara Hernández, musicado por Ariel. Lo he escuchado también en la voz de la propia Isamara, que es también una excelente compositora y pianista, pero con permiso de la poetisa cubana, me quedo con la versión recitada de Ángela. El concierto fue un recorrido por Cuba, por todo el disco, con canciones preciosas, como Ausencia, Pensamiento, La rosa roja y otras que completan el disco, para finalizar con el tema que se ha convertido en el distintivo de este proyecto, Ojos malignos, un bolero-son compuesto por Juan Francisco Pichardo, que Ángela y los músicos que la acompañaron alargaron cuanto quisieron para goce y disfrute de los que allí estábamos. Muchos pies y manos del público llevando el ritmo y hasta hubo un par de atractivas damas que se atrevieron a bailarlo junto al escenario, algo poco frecuente en las salas españolas, no así en las de otros países. Un perfecto broche para un gran concierto.
Ángela Cervantes y su grupo en Bogui Jazz, 29-12-2016 (Foto de Borja T. Suárez)
Tras la actuación de Bogui y otra siguiente en la sala BBK de Bilbao, Ángela y Ariel partieron a Santa Clara para reunirse de nuevo con Los Fakires y cantar y tocar con ellos un par de domingos en el Parque Vidal de esa ciudad y también actuar en otros conciertos en La Habana. Cuba y su música tiran mucho. Pronto comenzará su gira internacional de 2017 con Brit Floyd, otros ciento y pico conciertos por distintos países, espero que le quede tiempo para que podamos seguir viéndola con su Camino a Santa Clara y otros proyectos que acometa.
Christian Scott, innovación y tradición
En los últimos días del mes de agosto de 2005 el huracán Katrina sumió a la ciudad de Nueva Orleans en una de sus mayores desgracias, si no la mayor. El sistema de diques falló, estos cedieron y la ciudad quedó casi totalmente anegada y destruida. Los fallecidos y desaparecidos superaron el millar -pese a que el 28 de agosto, un día antes de la gran catástrofe, se ordenó la evacuación de la ciudad- y los daños materiales fueron enormemente cuantiosos. Unas semanas después la gente comenzó a volver a la ciudad, encontrándose con un panorama desolador. Ese periodo, el de los meses posteriores al Katrina, ha sido recogido por David Simon y Eric Overmyer en una excelente serie de televisión, Treme, que refleja el retorno de sus ciudadanos, la reconstrucción de la ciudad y la reivindicación de su cultura musical. ¿Por qué esta introducción para hablar de Christian Scott? Pues por varias razones. La primera porque Christian Scott nació en Nueva Orleans y es un afamado trompetista, compositor y productor. La segunda porque aparece en algún capítulo de la serie en su segunda temporada. La tercera porque es nieto de Donald Harrison Sr. y sobrino de Donald Harrison Jr. (que también aparece en la serie, como muchos otros músicos famosos), ambos fueron Big Chief Indian, participando durante años en el Mardi Gras de Nueva Orleans e inspiraron los personajes de Albert y Delmond Lambreaux. Y también porque Treme me parece una serie magnífica -me la regaló un amigo, gracias Manolo-, llena de jazz en todos sus capítulos (principalmente en los de la primera temporada), y me apetecía meterla por algún sitio en esta sucesión de artículos.
Christian Scott tocando la trompeta en el capítulo 1 de la segunda temporada de Treme
(a la derecha el personaje de Delmond Lambreaux, interpretado por el actor Rob Brown)
Pero dejo de hablar de la serie -lo que hay que hacer es verla- y ahora me centro en Christian Scott, a quien también incluí en el artículo sobre los trompetistas actuales. Nació en Nueva Orleans (ya lo he dicho) en el año 1983, lo que significa que aún es joven y que a sus 33 años tiene toda una carrera por delante. Comenzó su formación musical con su tío Donald Harrison Jr. para luego graduarse en el New Orleans Center for Creative Arts, de Nueva Orleans, y más tarde en el Berklee College of Music de Boston, dos importantes instituciones norteamericanas de formación musical. Scott tiene en su haber dos premios Edison y ha sido nominado al premio Grammy como trompetista, compositor y productor. Ha grabado diez discos y ha participado en varios más.
Su intención es hacer un jazz moderno que recuerde al sonido de Nueva Orleans, innovación y tradición Su último trabajo discográfico, Stretch Music, es toda una declaración de intenciones. Scott tiene una formación musical muy anclada en la tradición del jazz de Nueva Orleans. No en vano aprendió a tocar con su tío Donald Harrison Jr., también de Nueva Orleans, y es descendiente de un Gran Jefe de la tribu india de Los Guardianes de la Llama (Guardians of the Flame), pero al mismo tiempo cree que el jazz debe innovarse, estirarse. De ahí el título del álbum, Stretch Music, música elástica, extensible, estirada, que evidentemente no se queda en el título, sino que se refleja en los temas que en él aparecen. Además, ha diseñado una aplicación, Stretch Music App, que permite personalizar el audio, de manera que se pueda silenciar o escuchar sólo cualquier instrumento elegido (https://itunes.apple.com/us/app/stretch-music/id1020746962?mt=8). Scott también es un innovador en el diseño de la trompeta y el fliscorno, que los ha transformado en los tres que más utiliza y que les ha dado el nombre de Siren, Sirenette y Reverse Flugelhorn. En su página web pueden verse los instrumentos que ha diseñado (http://christianscott.tv/stretchmusicendorsements/). Decía George Brake que "el artista no acaba nunca de agotar sus sueños" y así es en el caso de Christian Scott, que a buen seguro seguirá haciendo realidad sus sueños y sus ideas y que por el momento está enfrascado en componer y tocar un jazz moderno sin abandonar el sonido de Nueva Orleans.
Con su agrupación, generalmente quinteto, ha recorrido la mayoría de países en los que hay clubs, auditorios o festivales donde escuchar jazz, convirtiéndose en uno de los trompetistas más solicitados actualmente. A sus años no le cuesta mucho trabajo viajar. En España, país al que suele acudir todos los años (y que es el mío) ha actuado en Madrid, Barcelona, San Sebastián, Vitoria, Cartagena, Tenerife, Las Palmas y seguramente en algunas ciudades más (habría que preguntarle a él o a su representante). El pasado mes de noviembre (2016) tocó tres días seguidos 25, 26 y 27 en los festivales de Madrid, Cartagena y Barcelona respectivamente. Y antes, en julio, lo había hecho en el de San Sebastián y en el de las Islas Canarias. Siempre con un gran éxito.
Christian Scott en el festival Jazzaldía de San Sebastián (2010)
La programación del Festival Internacional de Jazz de Madrid 2016 incluyó la actuación de Christian Scott Quintet el día 25 de noviembre en la Sala Guirau del Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa, un buen auditorio y buen día para escuchar en directo a este genial trompetista. Así que me decidí a ir a verle. Acompañaron a Christian Scott en este concierto los músicos Lawrence Fields (piano y teclados), Logan Richardson (saxofón), Max Mucha (bajo), Corey Fonville (batería) y la jovencísima Elena Pinderhughes (flauta) -un sexteto con la incorporación de Elena, que no un quinteto-, todos ellos virtuosos de sus instrumentos, pero a mí me sorprendieron especialmente el bajista Max Mucha, que me pareció excelente marcando el ritmo durante todo el concierto y Elena Pinderhughes, que a sus 21 años ya es una magnífica flautista, además de vocalista, aunque esa noche no pudiéramos escuchar su preciosa voz. Christian Scott utilizó durante todo el concierto la trompeta que él mismo ha diseñado y que denomina Siren, salvo en uno de los temas en que utilizó su Reverse Flugelhorn (fliscorno invertido) que proporciona un sonido más apagado que el fliscorno (puede verse a los pies de Scott en alguna de las fotos).
Christian Scott y su grupo en el Festival Internacional de Jazz de Madrid (25-noviembre-2016)
Decía yo que innovación y tradición, aunque creo que hay más de lo primero que de los segundo. Y en varios de los temas el sonido de Nueva Orleans se adivina más que sentirse. Pero eso no quiere decir que su jazz no sea de primera línea, que lo es, además de corroborar que Scott es un trompetista y compositor que tiene bien ganado el puesto que ocupa como uno de los mejores jazzistas actuales. Aunque no hubiera intermedio o descanso en el concierto del Fernán Gómez -fue todo seguido como es habitual en este tipo de conciertos- yo distinguiría dos partes, porque además en mitad del concierto Christian Scott hizo la presentación de sus músicos, que eran cinco, y a cada uno de ellos le dedicó un mínimo de cuatro minutos (5x4=20) -Scott sabe enrollarse bien-, lo que puede considerarse como un descanso (al menos para ellos). En la "primera parte" el grupo tocó varios de los temas que están incluidos en su último disco, Stretch Music, como The Last Chieftair o Sunrise in Beijing con el protagonismo de la flauta de Elena Pinderhughes. Y en el repertorio de la "segunda" tuvieron cabida un par de temas con alguna influencia afro-cubana, Brown Belle Blues y Ñengueleru, que están recogidos en su álbum Ninety Miles que grabó junto a David Sánchez y Stefon Harris. Buen concierto el que nos ofreció el grupo de Christian Scott, con una propina final trepidante, Jihad Joe.
Christian Scott en el Festival Internacional de Jazz de Madrid (25-noviembre-2016)
Con figuras como Christian Scott y otros el nivel artístico del Festival Internacional de Jazz de Madrid sigue creciendo año tras año. Este año 2016, en más de un mes, desde que se inició con la actuación de Hiromi Uehara el 25 de octubre y finalizó con Laurent Cugny el 30 de noviembre, han pasado por el festival verdaderas figuras de la actualidad del jazz. Excelente labor la que está haciendo su director artístico, Luis Martín, el Ayuntamiento de Madrid y los patrocinadores. Esperemos que siga así.
Eva Fernández irrumpe con fuerza en los escenarios
A quienes nos gusta la música y disfrutamos escuchando las composiciones y a los intérpretes que han alcanzado la gloria, también nos apasiona descubrir nuevos valores o figuras emergentes que aporten frescura al panorama musical y valoramos enormemente -al menos yo- el esfuerzo que supone abrirse paso en un mundo a veces demasiado constreñido, en el que muchos de los intentos por triunfar acaban en fracaso o en el rincón de los recuerdos de juventud. He escrito en este blog de jazz actual sobre algunos de los músicos más consolidados y reconocidos (sin ir más lejos, el anterior artículo fue sobre la familia Marsalis y no creo que haya muchos músicos que sean más famosos que ellos), también sobre intérpretes o grupos que, aunque sean habituales de las discográficas y escenarios, triunfan o lo están haciendo más en el ámbito local que internacional. Y ahora me complace dedicar este post a una nueva figura que está irrumpiendo con fuerza en los escenarios españoles.
En el artículo que publiqué en este mismo blog sobre la Sant Andreu Jazz Band que dirige Joan Chamorro (diciembre 2012), decía que "Hay un potencial enorme en los miembros que componen esta banda y estoy convencido de que, si quieren, pronto veremos a muchos de ellos triunfando en los escenarios y en el mundo discográfico.". Ya lo han hecho algunos de ellos, como es el caso de Andrea Motis, que ha actuado y triunfado ya en varios países, y ahora aparece con fuerza otra integrante de la SAJB, Eva Fernández, que está recorriendo España con su grupo y coleccionando éxitos. Y a buen seguro que seguirán saliendo talentos de la SAJB que pronto dejarán, por edad, la banda, para volar en solitario o incorporados a otros grupos. Ya han dado ese salto o están a punto de hacerlo varios de ellos: Magalí Datzira, Iscle Datzira,, Rita Payés, Marçal Perramón, Joan Mar Sauqué o Carla Motis están actuando y grabando al margen de la SAJB.
Eva Fernández es una joven (22 años en el momento que se publica este post) saxofonista y vocalista, nacida en Barcelona, que comenzó a estudiar saxo con Joan Chamorro a la edad de 8 años y a los 12 se incorporó a la SAJB el mismo año de su creación, 2006. Eva toca los saxos alto y soprano y también el clarinete y la trompeta. La vi por primera vez en octubre de 2012, cuando entonces contaba 18 años, en el Jamboree Jazz Club de Barcelona en uno de los conciertos que prepara Joan Chamorro con algunos integrantes de su banda. En aquella ocasión su participación fue escasa porque se trataba de la presentación de Magalí, que fue la estrella del concierto. Más tarde, en 2013, le tocó a Eva su presentación en la serie de "Joan Chamorro presenta ...", grabando su primer disco con 13 temas, la mayoría de ellos estándares de jazz. Volví a verla, segunda vez, con la SAJB en el hotel Havana de Barcelona, un concierto en el que se me erizaba el vello y no por frío, sino por emoción o admiración al ver a tantos niños y adolescentes tocar tan bien. En aquella ocasión, escuchar a Eva un solo con el saxo y cantar me hizo ver que estábamos ante una potencial nueva estrella del jazz. Sólo faltaba que ella se lo propusiera.
Eva Fernández con la Sant Andreu Jazz Band en el hotel Havana de Barcelona (26 oct 2014)
Y parece que se lo ha propuesto, porque ya se ha lanzado definitivamente a los escenarios españoles (por el momento) y a la grabación discográfica. Ahora tiene un segundo disco, That Darkness, con 8 temas que ha grabado con David Pastor (trompeta), Josep Lluis Guart (piano), Miguel Ángel Cordero (contrabajo) y Toni Pagés (batería). David Pastor es un magnífico trompetista, al que incluí como representante español en mi artículo sobre los trompetistas actuales y uno de los más grandes continuadores, como el cubano Arturo Sandoval, del estilo bebop que inició Dizzy Gillespie entre otros. Eva lleva más de un año tocando con ellos y con esa agrupación, que han denominado Eva Fernández Group, están recorriendo España y presentando su disco en la séptima edición del Circuito de Músicas Populares "Girando Por Salas" (http://www.girandoporsalas.com/). La primera actuación en esta gira fue en Sala Clamores, de Madrid, el 27 de octubre de 2016, concierto al que asistí para ver a Eva en directo por cuarta vez. Y digo cuarta porque ya este mismo año 2016, en agosto, la había visto de nuevo en el Jamboree en el espectáculo que Joan Chamorro denominó "La màgia de la veu" como homenaje a cuatro grandes cantantes: Billie Holiday, Dinah Washington, Sarah Vaughan y Ella Fitzgerald, en las voces de Magalí Datzira, Eva Fernández, Andrea Motis y Rita Payés.
La magia de la voz, en el Jamboree (Joan, Rita, Eva, Magalí y Andrea)
A veces pensamos que todos los artistas han de tener un referente a quien más admiran y en quien mirarse, seguro que Eva tiene varios, pero cuando le pones en esa tesitura Eva dice que su cantante preferida es Dinah Washington, una de las grandes voces del jazz y el blues. Pero ha escuchado grabaciones de todos los grandes saxofonistas, a quienes también admira y de los que también ha aprendido, Johnny Hodges, Cannonball Adderley, Stan Getz ... y a las mejores vocalistas, Billie Holiday, Sarah Vaughan, Ella Fitzgerald ... y le fascinan voces más actuales como la de Amy Winehouse o la de Silvia Pérez Cruz, completamente diferente. Además ha tenido la suerte de conocer a músicos actuales que también son referentes para muchos, como Jessie Davis, Perico Sambeat, Scott Hamilton, Dick Oatts... con los que ha podido tocar en algunas ocasiones. Pero volvamos al concierto de Clamores.
Eva Fernández Group. Sala Clamores, Madrid, 27 oct 2016
Eva toca el saxo maravillosamente bien, con un sonido muy limpio, aunque dice que aún tiene mucho que aprender y mejorar -nunca se acaba de aprender- y además lo trata con mucho mimo y cariño, tanto que a veces lo recoge entre sus brazos como si fuera un bebé. Su voz es muy melodiosa, expresiva, con una entonación perfecta y algo más grave que las de Andrea Motis o Magalí Datzira, dos de sus compañeras que también han surgido de la SAJB y que ya están triunfando en el jazz, y si al talento y la técnica que posee Eva unimos su trabajo y dedicación y la ilusión que tiene, que es mucha, estoy seguro de que su progresión y éxito en el mundo de la música serán rápidos. Le atrae la composición y quiere seguir tocando, cantando y componiendo. Esperemos que continúe haciendo las tres cosas.
Eva Fernández. Sala Clamores, Madrid, 27 oct 2016
Su formación musical no se ha ceñido sólo a la SAJB, sino que Eva ha estudiado también en el Taller de Musics de Barcelona, donde amplió sus estudios de saxo (y continúa haciéndolo) con Marcel lí Bayer, Vicent Macián y Santi de la Rubia. Está acostumbrada a interpretar temas clásicos de jazz, que son la mayoría de los que incluye en sus actuaciones, pero ya está incorporando algunos otros más recientes e incluso alguna composición propia como That Darkness, que da título a su segundo disco, que también incluye la versión que han hecho de Love Is A Losing Game de Amy Winehouse. Tres estándares de jazz, un tango, una samba y una composición de David Pastor completan el disco. Sólo ocho temas, pero muy variados para comprobar que esta catalana se desenvuelve muy bien cualquiera que sea el estilo y ritmo que acomete. El jazz es una música de evolución constante, Eva lo sabe y por eso en sus actuaciones quiere recorrer gran parte de lo que esa música nos ha ofrecido desde su nacimiento y no ceñirse a un único estilo. En el concierto de Clamores así fue y Eva y los músicos que la acompañaron nos ofrecieron un repertorio muy variado que yo particularmente agradezco. Ya está teniendo éxito y buenas críticas, pero me da que en breve será una figura muy solicitada. En este enlace podéis ver un vídeo en el que Eva interpreta como vocalista uno de los temas estándar más antiguos del jazz, After You've Gone.
10/09/2016
La familia Marsalis
Muchos son los intérpretes que han llegado a ser grandes figuras de la música gracias en parte a que la han vivido desde casi su nacimiento. Han crecido en un ambiente musical en el que sus progenitores u otros familiares les han transmitido su saber y hasta puede que sus capacidades tengan una explicación basada en la genética. En el jazz actual hay un caso que me parece especial ─no digo que único─, que es el de la familia Marsalis. El padre y cuatro de sus hijos son excelentes músicos de jazz. Mundialmente conocidos, además han alcanzado la fama con instrumentos diferentes. Y se podría ampliar a una generación anterior, porque ya el padre de Ellis Marsalis, que es el patriarca de este clan familiar, también tocaba el piano. Y estos son los cuatro hijos músicos de Ellis Marsalis: Branford Marsalis (saxo), Wynton Marsalis (trompeta), Delfeayo Marsalis (trombón) y Jason Marsalis (percusión). Y aún quedan otros dos que no se han dedicado a la música, Ellis Marsalis III, que es un famoso fotógrafo, y Mboya Kenyatta Marsalis, afectado de autismo.
¿De dónde es originaria esta familia? Pues de la ciudad que más músicos de jazz ha proporcionado al mundo y que vive el jazz como ninguna otra: Nueva Orleans.
Ellis Marsalis.
El patriarca. Pianista. New Orleans 14-11-1934. Hijo de Ellis Marsalis Sr. Ellis Marsalis es un genio de la música y un auténtico formador de músicos, porque sigue dirigiendo el Ellis Marsalis Center for Music, en Nueva Orleans, por el que han pasado muchos de los que ahora triunfan en el mundo del jazz. Empezó tocando el clarinete y el saxo para luego pasarse al piano, que es el instrumento con el que se le conoce mundialmente. Pronto se identificó con los sonidos de Charlie Parker y Dizzy Gillespie y empezó a tocar en su ciudad con el American Jazz Quintet. Su recorrido en el jazz es uno de los más extensos, desde sus primeras actuaciones en los años 50 hasta hoy son más de sesenta años dedicados a tocar y enseñar jazz. Este año (2016) se le concedió el premio Heineken Jazzaldia del Festival de Jazz de San Sebastián y el 22 de julio estuvo tocando allí con su cuarteto y con su hijo Branford. Yo, que vivo a 400 km de esa bella ciudad, no pude ir ese día, pero sí pude ir tan solo seis días después a Barcelona, la otra ciudad en la que actuó en su minigira por España. Tenía que verle y escucharle en directo ─no es frecuente que se desplace a Europa a su edad─, así que compré una entrada para el Jamboree (me gusta ese club sobre el que ya escribí un artículo en este blog), un billete de tren y allí me presenté el 28 de julio dispuesto a escuchar auténtico jazz de Nueva Orleans. Acompañaron a Ellis Marsalis tres músicos prodigiosos. Jesse Davis con el saxo alto, Darryl Hall con el contrabajo y Mario Gonzi en la batería. Fue un concierto magnífico en el que Ellis Marsalis nos demostró que, a sus 82 años y con algún problema de movilidad que mitiga ayudándose con un bastón, aún puede maravillar al público que le escucha. Yo, que tenía verdaderas ganas de escucharle en directo, disfruté del concierto que nos ofreció, pese a que su duración fuera demasiado corta, poco más de una hora, pero así es la programación de Jamboree Jazz Club.
Ellis Marsalis. Jamboree Jazz Club, 28 julio 2016
Y si Marsalis nos encandiló, qué decir de los otros tres componentes del cuarteto y sobre todo de Jesse Davis, que fue discípulo de Marsalis, y que con su saxo nos trasladó al mundo del jazz más tradicional, el que sigue tocándose en su ciudad de origen, que, como la de su mentor, es Nueva Orleans.
Ellis Marsalis Quartet. Jamboree Jazz Club, 28 julio 2016
Branford Marsalis
Saxo. Breaux Bridge, Louisiana 26-08-1960. Es el único de esta saga familiar que no nació en Nueva Orleans ─pero sí se ha criado en ella─ porque sus padres, tras su boda, estuvieron tres años viviendo fuera de su ciudad. Branford es uno de los saxofonistas más famosos de la actualidad. Empezó tocando el clarinete, pero pronto pasó al saxo, instrumento que domina en todas sus modalidades: barítono, tenor, alto y soprano (aunque hay otras su uso es minoritario). Empezó tocando con su hermano Wynton, pero pronto creó su propio cuarteto, Branford Marsalis Quartet, con el que actúa habitualmente, compaginándolo con la colaboración con otros músicos. Pero Branford no se limita a tocar jazz. La música clásica tiene también un papel importante en su vida y ha tocado en varias orquestas sinfónicas, incluyendo las Filarmónicas de Nueva York y Chicago.
Branford Marsalis (foto y © de Roger Thomas)
Wynton Marsalis
Trompeta. New Orleans 18-10-1961. Wynton es posiblemente el más conocido de esta familia. Un prestigioso trompetista, quizá el más famoso de los actuales, influenciado en su primera etapa por Miles Davis (como muchos otros trompetistas) y que más tarde encontró su propio sonido tras alejarse del jazz fusión y free jazz, y tocar un jazz más tradicional. Quizá a partir de la publicación de uno de sus discos de mayor éxito, Tune in Tomorrow, en 1989, y sobre el que gran parte de la crítica coincide en que es el primero que le identifica con un sonido más propio. Actualmente es el director musical de la Lincoln Center Jazz Orchestra, una de las big band de mayor prestigio, con sede en Nueva York (Trompetistas actuales (herederos de los grandes) en este mismo blog). Tiene fama de estricto y muy metódico en sus conciertos, pero quizá por eso un gran número de músicos de jazz actuales han triunfado gracias a haber tocado en su orquesta y no cabe duda de que ha tenido una gran influencia en muchos de los trompetistas de hoy. Wynton ha tocado en los festivales más importantes, ha sido galardonado en nueve ocasiones con los Premios Grammy y una con el premio Pulitzer de Música (1997) y al igual que su hermano Branford también ha tocado en orquestas sinfónicas. Ha sido protagonista de varios libros y autor de dos de ellos, uno con el escritor y periodista Carl Vigeland, titulado Jazz In the Bittersweet Blues of Life, y un segundo junto al escritor e historiador Geoffrey C. Ward, Moving to higher ground: How jazz can change your life; en este libro Wynton Marsalis nos muestra cómo escuchar jazz y cómo esta música puede influir en la manera de pensar y de comportarse. El jazz como un arte capaz de trasladarnos hacia nuevos horizontes.
Wynton Marsalis
Delfeayo Marsalis
Trombón. New Orleans 28-07-1965. Es un magnífico trombonista que además se ha convertido en uno de los productores más activos en los Estados Unidos. Aparte de su formación en la Escuela de Artes Creativas de Nueva Orleans, fueron su padre y sus hermanos Branford y Wynton los que más influyeron en su formación musical. Delfeayo ha dedicado también gran parte de su tiempo al trabajo de educador. En el año 2000 fundó el Uptown Music Theatre (UMT) en Nueva Orleans para la formación de niños y adolescentes en teatro, danza y música. El UMT mantiene varios programas formativos, además de tener su propia orquesta de jazz y promover festivales.
Delfeayo Marsalis
Jason Marsalis
Batería y vibráfono. New Orleans 4-03-1977. Estudió percusión en Nueva Orleans y empezó tocando con su padre. Ha tocado con sus hermanos, ha creado su propio cuarteto con el que toca habitualmente y suele acompañar al pianista Marcus Roberts. Cuando tenía tres años, sus padres le compraron su primera batería de juguete y se ve que eso ya condicionó su futuro musical como percusionista. Jason se formó también en la Escuela de Artes Creativas de Nueva Orleans y en la Universidad Loyola de Nueva Orleans, donde estudió composición. En la actualidad alterna la batería en el trío de Marcus Roberts o en otros grupos con su propia banda en el que él toca el vibráfono y con la que ha ganado varios premios.
Jason Marsalis
Venía a decir al principio del artículo que un ambiente familiar propicio puede condicionar enormemente la formación de sus miembros y este caso es un ejemplo claro de influencia familiar en el que la música ha inundado siempre la casa de los Marsalis. Si a esto unimos que Nueva Orleans y jazz son casi sinónimos y que los cinco músicos de esta familia tienen unas fantásticas condiciones como instrumentistas, el resultado no puede ser otro que el de reconocer que estamos ante uno de los grupos familiares más importantes de la música actual, no sólo del mundo del jazz. En el año 2011 se concedió a la familia Marsalis el NEA Jazz Masters, posiblemente el premio más prestigioso de cuantos se conceden en el jazz. Unos músicos que nos ofrecen el jazz más tradicional, el sonido de su ciudad, Nueva Orleans, pero que al mismo tiempo son capaces de brindarnos un recorrido por todos los estilos que en el jazz ha habido. Los Marsalis son jazz en estado puro.
De estándares de jazz y nuevas composiciones
Ese es el propósito de este artículo, hablar algo acerca de cómo conviven los llamados estándares de jazz con los temas que nos proporcionan nuevos compositores. Y es que el jazz no ha de estancarse en la música que se creó en las décadas gloriosas, que evidentemente ahí está y seguirá estando e interpretándose siempre, pero tan estimulante y gratificante puede ser escuchar un disco de alguno de los grandes compositores e intérpretes de los años 30 a 60 -o nuevas versiones- como escuchar algunas composiciones nuevas, que las hay muy buenas. La idea de escribir sobre este tema me vino tras una charla que mantuvieron un pianista y una vocalista, ambos compositores, con parte del público asistente a uno de sus conciertos. Más adelante saldrán sus nombres.
La verdad es que es raro asistir a un concierto de jazz en el que no se incluya algún estándar o que estos sean la mayoría de los temas o incluso exclusivos. Me parece bien, porque esos temas nunca desaparecerán y las versiones que hacen de ellos algunos de los intérpretes actuales son realmente magníficas. Pero el jazz, como toda manifestación artística, evoluciona y aparecen nuevas composiciones y hasta nuevas maneras de componer. Quizás, antes de seguir, lo primero que debería hacer es precisar lo que se entiende por estándar de jazz, tarea que me parece imposible o al menos yo me siento incapaz de hacerlo, de manera que remito al lector al libro del músico y crítico de jazz Ted Gioia, The Jazz Standards. A Guide to the Repertoire, en el que se recogen 252 estándares de jazz, temas clásicos en la historia del jazz con una estructura similar (estándar). Seguramente todos los aficionados ampliaríamos la lista de Ted Gioia con más temas, pero el suyo es un libro muy completo, con la historia de cada uno de las composiciones y con sus recomendaciones de las mejores versiones, que creo que sirve para el propósito de aclarar qué se entiende por estándar de jazz.
Actualmente hay bandas o grupos de jazz que basan casi exclusivamente su repertorio en la interpretación de los temas más clásicos de jazz, aunque en muchos casos con arreglos propios ¿por qué hemos de limitarnos a escuchar esos temas solamente en disco porque hayan desaparecido sus creadores?; los hay, la mayoría, que intercalan, casi a partes iguales, estándares de jazz con temas nuevos y también existen aquellos músicos que gustan preferentemente de interpretar sus propias composiciones. Cualquiera de los tres escenarios me parece correcto siempre que la composición e interpretación tengan calidad. He escuchado en disco -no he tenido la suerte de hacerlo en directo en la mayoría de los casos- a prácticamente todos los grandes intérpretes de jazz, pero cuando hoy escucho el saxo de Ravi Coltrane o Branford Marsalis tocar algunos de los temas que crearon Ornette Coleman o John Coltrane se reafirma más en mí la idea de que es bueno y también necesario que las nuevas generaciones de músicos sigan tocando y cantando esos temas clásicos. Y eso que en el ejemplo que he puesto, Ravi no suele tocar muchas composiciones de su padre y sí creaciones propias. Lo mismo puedo decir de otros muchos temas. El famoso Round Midnight de Thelonious Monk interpretado por Herbie Hancock o, por citar a personas que tengo más cercanas, las interpretaciones que han hecho Laura Simó o Carme Canela de Our Love Is Here To Stay y Speak Low respectivamente o los muchos temas clásicos que he escuchado a Joan Chamorro y Andrea Motis. Y así podría seguir poniendo ejemplos.
La música evoluciona y hay que dar paso a nuevas composiciones y si bien es cierto que la mayoría de los compositores-intérpretes de jazz actuales siempre incluyen algún estándar en sus actuaciones, me parece lógico que quieran potenciar sus propios temas. He escuchado en directo a algunos de ellos interpretar sus composiciones. Michel Camilo, Hiromi Uehara, Gonzalo Rubalcaba, Ron Carter, Jorge Pardo, Perico Sambeat, Pablo Martín Caminero, Verónica Ferreiro son sólo algunos ejemplos. A otros muchos los he escuchado a través de sus discos, películas o vídeos, como es el caso de Jacob Collier, que además de poseer un enorme talento musical es uno de los intérpretes que mejor saben aprovechar lo que ofrecen las nuevas tecnologías y las redes sociales. He nombrado a Ravi Coltrane y Branford Marsalis, pero hay otros muchos, Miguel Zenón, Patricia Barber, Esperanza Spalding, Arturo, Sandoval, Eliane Elias, Sarah Lancman, ..., son tantos que no tiene sentido seguir relacionándolos. Pero por situar en alguien concreto el asunto de aquellos que buscan su propia identidad como compositores e intérpretes voy a referirme ahora a dos músicos españoles que comparten algún proyecto común, aunque sigan manteniendo carreras musicales independientes. Y hablo de ellos porque los he visto y los admiro y pueden servir de ejemplo para lo que intento transmitir. Se trata del pianista y la vocalista a que hacía mención al principio del artículo, Moisés P. Sánchez y Cristina Mora.
Sobre Moisés ya escribí un artículo en este mismo blog y lo he mencionado en algunos otros. Es un pianista madrileño de sobra conocido en el jazz español y un excelente compositor, que ha grabado varios discos con diferentes agrupaciones y uno de piano solo, Soliloquio, con composiciones suyas. Cristina Mora es una joven cantante, compositora y profesora de música y canto, que gusta de fusionar el jazz con otros estilos. Los dos han tenido sus propios grupos y han actuado y grabado con varias formaciones. En el año 2014 comenzaron a colaborar en algunas actuaciones y fruto de esas colaboraciones surgió un proyecto en el que ahora están inmersos. Para ambos innovar, crear y componer es fundamental, pues, como ellos dicen, les resulta necesario ir más allá de interpretar la música que compusieron otros. "Cuando toco algo de Monk o de McCoy Tyner sé que no lo voy a hacer mejor que ellos y entonces me digo que debo hacer algo nuevo", dice Moisés. Aunque también se puede crear partiendo de obras ya compuestas, como nos recordó el maestro Cifu en su conferencia sobre los elementos del jazz -y la improvisación, el swing, el fraseo y la sonoridad serán distintos en cada intérprete-, la creación pura seguro que tiene una mayor dosis de enriquecimiento cultural. Esa inquietud musical es lo que ha llevado a Cristina y Moisés a plantearse este proyecto que están presentando por varios escenarios españoles.
Cristina le ha puesto nombre al proyecto, Heart Landscapes, que contiene casi exclusivamente composiciones y arreglos de la propia Cristina y de Moisés. Ocho temas propios y dos versiones en los que predominan la suavidad y sutileza que imprime Cristina a sus composiciones, desde Lets Wind hasta Free Your Mind, sólo alteradas en el más rítmico I Want Dance. Lo están presentando por estas fechas de primavera y verano de 2016 y el disco aún está en proceso de grabación. Los he visto en directo en un par de ocasiones, la primera con la formación de cuarteto (piano, bajo, batería y vocalista), con Ander García al bajo y Alberto Brenes en la batería, aunque suele ser Borja Barrueta el baterista que les acompaña.
Moisés P. Sánchez y Cristina Mora en Bogui Jazz de Madrid
La segunda vez ha sido a dúo, Moisés y Cristina, en el Olivar de Castillejo, un espectacular jardín con más de cien olivos centenarios en pleno casco urbano de Madrid, declarado de interés y con una interesante y bonita historia que invito a conocer a quienes no lo hayan hecho aún. Y digo yo: más de una hectárea de olivar, con su bendito silencio y tranquilidad, en pleno bullicio del centro de una gran ciudad ¿puede considerarse un oxímoron? Un excelente escenario para un excelente concierto. La Fundación Olivar de Castillejo programa algunos actos culturales, principalmente de teatro, cine y música, que en verano se presentan en su espléndido jardín repleto de olivos y otros árboles y plantas y que tiene un aforo de 300 personas. Se llenó para ver y escuchar a Cristina Mora (voz y loops) y Moisés Sánchez (piano) interpretar los temas de Hearts Landscapes. Hace tiempo que Moisés incorpora la técnica de loops en algunos de sus conciertos, bucles grabados y reproducidos en directo sobre los que se añaden otras capas de sonido, y Cristina la viene utilizando en sus últimos conciertos, lo que da un punto de originalidad y una agradable sonoridad. Al ser el concierto al aire libre y no disponer de un equipo de sonido tan completo como en otras ocasiones, Cristina restringió el uso del looper a un par de temas.
Moisés P. Sánchez y Cristina Mora en el Olivar de Castillejo (30-junio-2016)
El concierto se basó principalmente en los temas de Heart Landscapes, tan solo introdujeron dos que no están en el proyecto, el famoso Come As You Are, de Nirvana y Un Gran Futuro a Tus Espaldas, de Moisés, a piano solo. Es posible que se echara en falta la inclusión de alguno de los temas clásicos del jazz para dar una mayor variedad al concierto. Hay mucho donde elegir y los dos, Moisés y Cristina, saben interpretarlos de maravilla y como decía al principio de este post pueden convivir perfectamente. Pero es su proyecto y se trataba de promocionarlo y potenciarlo lo más posible.
Moisés y Cristina entre olivos centenarios
Esperemos al disco, que tiene muy buena pinta, y en el que están participando varios intérpretes y mientras tanto os aconsejo que asistáis a alguno de sus conciertos, porque son dos intérpretes y compositores con mucho talento y calidad.
2/04/2016
Verónica Ferreiro: una voz muy personal
Hace algunos años alguien me habló de una joven cantante que empezaba a aparecer por los escenarios de jazz en España. Mi interlocutora estuvo escuchándola en directo una noche y le pareció que tenía una voz asombrosa y un futuro muy prometedor y así me lo transmitió. Yo había oído y visto su nombre, Verónica Ferreiro, en algunas emisoras y publicaciones, pero no sabía nada acerca de ella y creí que sería interesante ver qué ofrecía de novedoso al panorama del jazz y al catálogo de tan excelentes vocalistas de jazz que hay en el mundo y más concretamente en España. Así que empecé a conocer su música. Para mí, descubrir la voz y toda la musicalidad que hay en Verónica Ferreiro ha sido un verdadero hallazgo, porque su estilo, su voz y su manera de interpretar la hacen especial. Después de varios años, después de escuchar sus discos, después de verla en directo, después de adentrarme en su música, intento reflejar en este artículo lo que, en mi opinión, Verónica Ferreiro está aportando al jazz y a la música en general.
Verónica Ferreiro
(Foto de Tony Madrid, https://www.flickr.com/photos/tonymadrid/)
Y empiezo por un breve resumen de sus inicios. Verónica Ferreiro nació en A Coruña en el seno de una familia de músicos. Su abuelo paterno era saxofonista y clarinetista, y su tío Xavier Ferreiro percusionista del grupo gallego Luar Na Lubre. En su casa siempre sonó la música de jazz, sobre todo el latin jazz que le encantaba a su padre, y hasta la gaita que tocaba su madre, y ese vivir la música desde la infancia ha sido en muchos casos determinante para la carrera musical de grandes intérpretes y así fue en el caso de Verónica. Comenzó estudiando ballet clásico (tiene figura de bailarina) y tras graduarse en Danza Clásica dio clases como profesora de Baile Moderno en varios centros de A Coruña, estudió solfeo y piano en el Conservatorio Superior de Música de A Coruña, pero lo que le gustaba era cantar y ya en la adolescencia comenzó a decantarse por el jazz, el blues y el folk. Cuando tenía 16 años se abrió una escuela de música moderna en A Coruña en la que daba clases Carmen Rey y allí se fue Verónica de cabeza a estudiar Técnica Vocal e Improvisación con Carmen, que fue su profesora, mentora y ahora gran amiga. En el año 2003 ganó el concurso Certame Galego da Canción que organizaba la Xunta de Galicia, que incluía también una beca para estudiar en una escuela de música de España. Verónica eligió la Escuela de Música Creativa de Madrid y ahí estudió canto, con Carita Boronska, piano, con Mónica Menéndez y Andy Phillips, solfeo, con Miguel Blanco, y otras materias musicales .Durante sus estudios, y como parte de ellos, actuó como corista y bailarina en las giras de algunos de los mejores cantantes españoles y también en grupos de jazz, como el del pianista Pepe Rivero y la Big Band de Bob Sands. En 2008 creó, junto con Sergio Fernández, a quien conoció en la Escuela de Música Creativa, su propia banda de jazz con la que comenzaron a recorrer los pueblos y ciudades españolas actuando en salas y festivales. En pocos años Verónica Ferreiro se ha convertido en una de las vocalistas más importantes de España y ya planea su salto a escenarios internacionales. Ahora, además de las actuaciones y grabaciones con su grupo, también colabora habitualmente con Aurora García y el grupo The Betrayers.
Verónica Ferreiro ha grabado dos discos; pueden parecer pocos, pero teniendo en cuenta su juventud y que en los dos la mayoría de las composiciones son suyas no lo considero yo así. Además creo que la calidad de ambos es muy alta. El primero lo grabó en diciembre de 2010 y marzo de 2011 y se editó en octubre de 2011. Laio (lamento, en castellano), contiene 10 temas, de los que todos son composiciones de Verónica y Sergio, excepto uno (Non quero crer) que es de Carmen Rey. Laio es un disco que marca el camino musical que ha decidido tomar Verónica Ferreiro. No abandona su Galicia natal (hasta en el título se ve), mantiene esa nostalgia gallega al mismo tiempo que se adentra en el soul y el jazz y algo de folk. Laio es un disco técnicamente muy bueno y se nota que muy trabajado en el que Verónica demuestra sus dotes de compositora y de excelente cantante con esa voz tan especial y personal que la identifica claramente. Aquí podéis ver y escuchar una grabación suya del tema Stop Your Step grabado en la sala Clamores de Madrid https://www.youtube.com/watch?v=IT_s3Dh-2pE y más vídeos suyos podéis encontrar en YouTube.
Nese Tempo, su segundo disco (EP), se ha editado en 2015 y contiene sólo cinco temas. Dos compuestos por Verónica y Sergio (Voando y Noso Tempo), otro por ellos dos y Rubén García (Ti E Máis Eu), uno por Antonio Vega (Lucha de Gigantes) y Lela, que es una canción tradicional gallega con ritmo de fado y letra de Alfonso Rodríguez Castelao y con arreglos y adaptación de Verónica y Sergio. Cuando escuché Nese Tempo por primera vez, en Spotify en junio 2015, me pareció percibir una evolución importante y positiva en su música y en su manera de interpretar. Porque en este disco la voz de Verónica es aún más sugerente que en el anterior, parece más suelta y se acerca más a lo que nos ofrece Verónica en sus actuaciones en directo y eso que en ninguno de los temas del disco hace uso de esos scats que domina tan bien. En Voando, Noso Tempo y Ti E Máis Eu, que son sus tres composiciones, escuchamos la personalísima voz de Verónica con todos sus matices y registros y hasta casi podemos ver su expresividad. Lucha de Gigantes es un homenaje más de los muchos que se han hecho al desaparecido líder de Nacha Pop. Y Verónica hace también una bonita y personal versión de Lela.
Quien me conoce sabe que el directo me gusta más que comer con los dedos (como se suele decir). Así que hace bien poco me fui a ver a Verónica a Bogui Jazz de Madrid, una de las salas madrileñas que mejor programación de jazz tiene. Esa noche, con la sala al completo, a Verónica la acompañaban Moisés P. Sánchez (piano), Javier Sánchez (guitarra), Ander García (bajo y contrabajo) y Georvis Pico (batería). No estuvo Rubén García, el pianista habitual del grupo, pero me agradó ver de nuevo a Moisés, al que sigo desde hace años y considero uno de los mejores pianistas españoles del momento. Moisés Sánchez ya ha tocado con Verónica en varias ocasiones y el resto de los componentes son los que habitualmente tocan con ella en sus conciertos y en sus grabaciones. Músicos excelentes todos ellos. Cuántas horas de trabajo habrá detrás de estos virtuosos. Verónica utilizó el término "excelso" para referirse a ellos y la verdad es que resulta un verdadero deleite asistir a conciertos de este nivel. Y es que en música no hay nada comparable al directo. Salid de vuestras casas y acudid a los locales de música en vivo, es ahí donde comienza la magia.
Verónica Ferreiro (Madrid, Bogui Jazz, 31 marzo 2016)
Verónica Ferreiro siempre se ha declarado admiradora de Rachelle Ferrell y sin llegar a los exagerados sonidos y gestos que son tan propios en la norteamericana, su voz se transforma a veces en un instrumento más del grupo. En el concierto al que asistí en Bogui, utilizó en algunos momentos esa técnica vocal-instrumental que es tan característica en ella. La voz de Verónica es tan personal y tan versátil que la ha convertido en una de las cantantes con mayor proyección en el jazz en España y a buen seguro que pronto podrán disfrutar su directo en otros países en los que ya circulan sus grabaciones.
Comenzó Verónica el concierto cantando Lela, un tema que está incluido en Nese Tempo. Sabíamos que el concierto iba a girar principal y lógicamente en torno a los temas de sus dos discos. De hecho sólo incluyó dos temas ajenos, Don't Waste Your Time, que también suele incluir en sus conciertos Rachelle Ferrell, y Holding Back The Years. Y si no los años, el tiempo parece detenerse cuando escuchas cantar a esta gallega. Después de Lela vino Voando, Riverside, en el que lució la guitarra de Javier Sánchez, y con Noso Tempo finalizó el primer pase del concierto. En Noso Tempo Verónica hizo cantar al público el estribillo, e noso tempo nunca pasará, y debía de haber en la sala bastantes profesionales de la música o al menos con buen oído porque la verdad es que la entonación de los coros fue realmente buena.
Javier Sánchez y Ander García (Madrid, Bogui Jazz, 31 marzo 2016)
Moisés Sánchez y Georvis Pico (Madrid, Bogui Jazz, 31 marzo 2016)
Y con el segundo pase continuó el disfrute. Con el público ya entregado y Verónica dominando el escenario (esta chica vale mucho), tuvimos la ocasión de escuchar Lucha de Gigantes, del grandísimo Antonio Vega, en la versión y arreglos que hicieron Verónica y Sergio. No podía faltar Laio (creo que a Verónica le gusta mucho este tema) y 20, ambos temas de su primer disco, que empezaron con el contrabajo de Ander y donde Moisés nos hizo vibrar a todos con un solo de piano para recordar. Lo de Moisés es espectacular, ya publiqué un artículo sobre él en este mismo blog, uno de los primeros. Faltaba Ti E Máis Eu, con el público acompañando a Verónica, para cerrar el concierto. Más la propina, que la hubo con Stop Your Step. Hay que seguir a esta talentosa cantante y compositora porque el concierto fueron dos horas de auténtico deleite que supieron a poco.
26/12/2015
Perico Sambeat
La primera vez que vi a Perico Sambeat en directo fue en noviembre de 2011, en el teatro Fernán Gómez de Madrid, en un concierto en que acompañó en un par de temas a Javier Colina y Silvia Pérez Cruz y en el que completaban el grupo Albert Sanz (piano) y Marc Miralta (batería) (publiqué un artículo en este blog sobre Javier Colina y aquella actuación). Por descontado que ya conocía su trayectoria y había escuchado grabaciones suyas, porque Perico Sambeat es uno de los mejores saxofonistas españoles, reconocido internacionalmente. De nuevo un músico surgido del Levante español, que tantos buenos intérpretes ha dado.
Perico Sambeat
Perico Sambeat nació en Godella, Valencia, en 1962, donde, aún niño, empezó a estudiar piano y flauta travesera. A los 18 años pensó que sólo la flauta era poco y comenzó a tocar saxo y con 20 años se trasladó a Barcelona para estudiar en el Taller de Musics y posteriormente, en 1991, a Nueva York ingresando en la New School for Jazz and Contemporary Music, una escuela de música que pocos años antes había fundado la Universidad neoyorkina The New School. En Nueva York, donde compartió piso con otros dos grandes saxofonistas actuales, Mark Turner y Joshua Redman, además de completar sus estudios de saxo, tuvo la oportunidad de tocar con grandes músicos, entre ellos el gran saxofonista alto Lee Konitz, que tuvo una gran influencia sobre él en su acercamiento al cool y al bebop. Sambeat toca principalmente los saxos alto y soprano, ha grabado 24 discos con las diferentes agrupaciones que ha tenido y son más de un centenar en los que ha participado como acompañante. Su faceta de compositor es tan importante como la de intérprete y en ambas ha recibido numerosos premios nacionales e internacionales y ha actuado en salas de concierto, clubs y auditorios de medio mundo y sigue haciéndolo cuando su tiempo ahora se lo permite, porque Perico es profesor en el Campus de Valencia del Berklee College of Music desde su inauguración en el año 2012, un trabajo que le absorbe gran parte del tiempo. Perico es profesor en el Master of Music in Contemporary Performance, impartiendo clases de improvisación y un ensemble de músicas mediterráneas, además de dar clases particulares de improvisación (performance) a masters y undergraduates del Berklee en Valencia. Uno de sus alumnos de los últimos años, un muy buen clarinetista con el que mantengo contacto y que ahora lidera un grupo de jazz, Miguel Ruiz Santos, me habla de Perico en estos términos: "podría decir un montón de virtudes de Perico, pero por destacar alguna, diría que además de excelente músico es una buenísima persona y muy educado, lo que a la hora de dar clase lo convierte en un profesor muy respetuoso y que intenta enseñar todo lo que sabe, nunca se da por vencido con ningún alumno y tiene mucha paciencia. Además es de los que no para de tocar en clase, que toca con los alumnos, a mí me encantaba porque aprovechaba para escucharlo y copiar su forma de articular, sus licks y motivos… Sus clases son calmadas, como él, lo que crea un ambiente muy propicio para la enseñanza". Desde que está en el Berklee valenciano es más difícil ver en directo a Perico Sambeat, pero aún así procura no desatender esta faceta. Para los valencianos es más asequible verlo, él vive allí y cuando puede está en el Jimmy Glass Club o en algún concierto que se organice en la zona, aunque tampoco abandona sus giras nacionales e internacionales.
Dos han sido los discos de Perico Sambeat editados en el año 2015. El que grabó a finales de 2014 con Javier Colina y Marc Miralta, que forman el CMS Trío (Colina, Miralta, Sambeat), con el título de Danza Guaná y el último, grabado con su big band y que lleva por título Voces. Con CMS Trío es el tercero que graba, después del que dio nombre al trío, en 2007 y Andando en 2009. Y cuando tres músicos prodigiosos se juntan el resultado ha de ser forzosamente excelente. Y es que este trío es de lo mejor que hay en el jazz español. Y como este artículo va de Perico diré que en este disco Perico Sambeat demuestra su fuerza interpretativa y sus grandes dotes como compositor. Danza Guaná es un disco con temas que tienen su origen en la música de África y de América Latina. Nueve temas, de los que seis son composiciones de Perico Sambeat, una de Marc Miralta y dos estándares que dan el contrapunto clásico al disco, uno de Gene de Paul, You Don't Know What Love Is, y otro de Miguel Matamoros, Juramento, un bolero fascinante del que el trío hace una magnífica y seductora versión. A mí, personalmente, me parece un temazo, como dicen ahora los jóvenes. En este álbum podemos escuchar al Perico más rítmico en temas como Una Cana al Aire, Danza Guaná o Apocalypso y al más melódico en You Don't Know What Love Is o Juramento. Y escucharle tocar, además del saxo, la flauta (en Dos Mundos) y la Kalimba.
CMS Trío, Sant Feliu de Llobregat, septiembre 2014
En el último disco, hasta ahora, de Perico Sambeat, Voces, Perico vuelve a la agrupación de big band, que había utilizado ya en uno de sus discos más exitosos, Flamenco Big Band. En Voces Perico se aleja de la fusión del jazz con el flamenco y presenta ocho temas compuestos por él, dos de ellos en colaboración con Berna Díaz y Carles Alberola, en una línea más melódica, con temas nuevos y alguno rescatado y con nuevos arreglos para big band, como Matilda, que ya estaba en su disco Friendship con la voz de Carme Canela y en éste la voz la pone Silvia Pérez Cruz. Para esta grabación Perico ha reunido a un plantel de verdaderas estrellas de la música y del jazz en España, incorporando también a dos magníficas vocalistas. No voy a citar aquí la lista completa de músicos que componen esta big band, que por otra parte puede verse en el propio disco o en la web de Perico, http://pericosambeat.com/perico-sambeat-big-band/, pero conozco suficientemente a muchos de ellos para afirmar que son músicos de primer nivel.
Perico Sambeat es un saxofonista con una técnica muy depurada, de un gran academicismo, muy versátil, con un gran conocimiento de la tradición musical y un músico muy minucioso en su trabajo y muy serio en el escenario, poco dado a salirse de la norma. Pero sabe que aunque se posea una buena técnica eso no basta en el jazz, que es necesario transmitir al público tus propios sentimientos y eso ya es otra historia que a Perico no le falla. Perico Sambeat ha transitado, y sigue haciéndolo, por varios estilos y tendencias y ha compuesto desde baladas hasta flamenco, género con el que se siente muy a gusto tanto interpretando como componiendo, ahí quedan sus colaboraciones con Gerardo Núñez o Enrique Morente, pero siempre con el jazz como fuente de inspiración, para él "el jazz es universal y puede enriquecer cualquier música con la que se asocie". Bueno, estamos en la era de las fusiones. En la música, en la cocina, ... y hasta en política hay fusiones, pero tampoco hay que abusar. Lo que ocurre es que a Perico le gusta tanto la música, sabe tanto y disfruta tanto que creo que todo se le queda pequeño. Sin considerarle un vanguardista, le gusta innovar. Puro eclecticismo musical.