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Domingo 18 de Noviembre de 2012 22:03

EL ENVENENAMIENTO DE BURRO

por Justino García del Vello
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ANTECEDENTES

Sexto Afranio Burro (1) nació en el año 1 d.C. probablemente en la ciudad de Vasio Vocontiorum (actual Vaison-la-Romaine) de la Galia Narbonense. Murió el año 62 d.C. en Roma.

Poco se sabe de los 50 primeros años de su vida: enrolado en el ejército romano, se cree que llegó a servir como tribuno militar de una legión. Fue militar austero y esforzado y persona virtuosa. Recibió una herida en un brazo que le dejó lisiado de por vida.

Fue elegido prefecto del Pretorio en el año 51 por Agripina la Menor, que por entonces era la cuarta esposa del emperador Claudio. Además se le encargó la instrucción militar de Nerón, mientras que Séneca dirigía su formación académica.

A la muerte de Claudio (13 de octubre del año 54), Burro tuvo un importante papel para facilitar que la guardia pretoriana aclamara al joven Nerón como emperador.

Durante los ocho primeros años del principado de Nerón, Burro conservó su puesto de prefecto del Pretorio. Él y Séneca hicieron de asesores del joven príncipe con éxito, lo que permitió un gobierno estable. Durante este período ambos tuvieron un notable poder.

En el año 62 hubo de pedir lo que se podría llamar su jubilación, a causa de una grave enfermedad de garganta (que hoy se diagnosticaría como un proceso canceroso degenerativo de los tejidos de la garganta). Poco después murió.

Pues bien, una vez más, lo que simplemente fue una muerte natural (hoy lo sabemos con total seguridad), la implacable persecución que sufrió la memoria de Nerón tras su muerte la convirtió en un asesinato por envenenamiento con premeditación, alevosía y abuso de confianza.  Veamos los textos que nos han llegado de la Antigüedad.

LO QUE NOS CUENTA TÁCITO (2)

… y así abandonó esta vida Burro, sin que se sepa si por enfermedad o envenenado. Lo de la enfermedad se pensaba por el hecho de que la garganta se le hinchó por dentro poco a poco quitándole el aliento hasta impedirle respirar. Los más afirmaban que por orden de Nerón se le había untado el paladar con una pócima nociva, como si se le diera un remedio, y que Burro, percatándose del crimen, cuando el príncipe fue a visitarlo volvió la cara para no verlo y le dijo solamente: “Yo me encuentro bien.” En la ciudad dejó un gran vacío por el recuerdo de su virtud…

LO QUE NOS CUENTA SUETONIO (3)

A Burro, prefecto del pretorio, que padecía de la garganta, le dijo [Nerón] que le daría un remedio, y le envió un veneno.

LO QUE NOS CUENTA DIÓN CASIO (4)

Él [Nerón] hizo esto [divorciarse de Octavia] a pesar de la oposición de Burro, que procuró impedirle divorciarse de ella, y una vez le dijo, "Bien, entonces, devuélvele su dote," por la cual quiso decir la soberanía. Ciertamente, la franqueza en el discurso era característica de Burro y la empleó con tal audacia que una vez, por ejemplo, cuando el emperador le preguntó una segunda vez por su opinión sobre asuntos en los que él ya había declarado, contestó sin rodeos: "Cuando haya hablado una vez sobre algo, no me pregunte de nuevo."

Entonces Nerón lo eliminó envenenándole.

COMENTARIOS

1. Gracias a la descripción que nos da Tácito de la evolución de la enfermedad de Burro, hoy sabemos que la misma era un proceso canceroso degenerativo de los tejidos de la garganta, que de ninguna manera podría haber sido provocado por un veneno. No obstante, en lugar de dar argumentos para demostrar si fue o no un asesinato, Tácito recurre a los "mentideros" pues cuantifica a ojo el número de personas que opinaban de una u otra manera para inclinarse algo más a favor del asesinato. Además, nos describe la visita de Nerón a su viejo y fiel servidor: ¿Para qué iba a visitar Nerón a Burro si realmente deseara su muerte?  Y, por último, por si no fueran ya suficientes disparates, asume que el hecho de que Burro no dejara a Nerón verle la cara era una forma de acusarle del crimen; ¿y por qué no, una forma de evitar que su joven amigo y emperador le recordara en un estado tan deplorable?  

2. Suetonio acepta que Burro ya estaba previamente enfermo de la garganta, con gravedad puesto que el emperador ofrece su ayuda (lo que no tendría sentido si se tratara de una enfermedad leve), y de baja (dado que el emperador le "envía" la medicina, lo que sería absurdo en otro caso). Sin embargo, pretende hacernos creer que Nerón, graciosamente y sin motivo alguno, quería deshacerse de Burro, que ya estaba gravemente enfermo de la garganta, de una manera "disimulada". Si tal hubiera sido el deseo de Nerón, éste habría sencillamente esperado a que la enfermedad hubiera realizado el trabajo por sí misma. 

3. Dión Casio, jugando a ser él mismo un narrador infalible y omnisciente, directamente asume que Burro ha muerto envenenado y que ha sido Nerón quien lo ha ordenado. No da prueba alguna, tan solo ofrece un motivo harto insuficiente: la franqueza de Burro cuando Nerón le pedía su opinión. Obviamente, este argumento asume que Nerón era tan estúpido que no sabía apreciar positivamente la opinión sincera de sus colaboradores cuando ésta era solicitada.

4. El deseo de calumniar a cualquier precio y sin ningún rigor científico es descaradamente evidente en los escritos de los tres historiadores. En primer lugar, cada uno de ellos da una versión diferente de la de los otros dos, y eso significa, sin necesidad de conocer el diagnóstico actual de la enfermedad, que necesariamente es falso lo que afirmen al menos dos de ellos. Y, en segundo lugar, ninguno nos transmite prueba alguna que pudiera demostrar con seriedad que el fallecimiento de Burro fue un asesinato: ni se mencionan testigos, ni el tipo de veneno, ni certificados forenses de los médicos que hubieran atendido al enfermo, ni nada de nada.

5. Estos casos que estamos presentando son muy importantes pese a la aparente poca relevancia de su contenido. Pues demuestran irrefutablemente que realmente existía un clima de persecución a la memoria de Nerón tras su muerte, que no sólo buscaba destapar los posibles "trapos sucios" que hubiera podido tener el césar durante su gobierno, sino que tergiversaba completamente todo cuanto hubiera dicho o hecho hasta convertirlo en algo deleznable. 

NOTAS

(1) "Burrus" es un cognomen romano, forma latinizada del nombre griego "Πύρρος" (Pirros), que significa pelirrojo. Nada tiene que ver con el animal "burro" o con la persona estúpida, que en latín se dice "asinus, i" tanto en un sentido como en el otro. 

(2) Tácito, "Anales", XIV, 51.

(3) Suetonio, "Vida de los doce césares", Nerón, XXXV.

(4) Dión Casio, epítome de la "Historia de Roma", LXII.  

Ultima modificacion el Martes 16 de Abril de 2013 15:05
Justino García del Vello

Justino García del Vello

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