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Martes 14 de Febrero de 2017 07:28

4. Dos interrogantes planteados acerca de este género musical

por María Mirna Rugnon Paiva
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Cuando se hacen aproximaciones a la historia del tango aparecen dos interrogantes que deben ser resueltos, con el fin de identificar claramente su evolución. El primero es ¿cuál es el origen del término ‘tango’?, y el segundo es ¿cuál es el origen de la música y de la danza?

4.1 Origen de su nombre

El vocablo “tango” se conocía desde la época de la Colonia y se le daba ese nombre a los instrumentos de percusión traídos por los esclavos africanos. En el idioma de estos esclavos, la palabra “tang” significaba “tocar”, en ese caso, el tambor. Esa palabra tenía para ellos muchas acepciones. En realidad, los “tangos de los negros” eran candombes, y cuando iban a candombear, decían ir a “Tocá Tangó”.

Otra raíz etimológica nos dice que viene del antiguo español, donde la palabra “tangir” significaba tocar un instrumento, que en español antiguo equivalía a “tañer”[1]. En la América indígena se conocía ese término. También en Andalucía se conocía la expresión “tanguillo”, para denominar a un ritmo de esa región.

4.2 Origen de la música y la danza

Cuando se habla de los orígenes del tango, se pueden hallar cuatro posibles raíces: el candombe -música y baile traídos por los esclavos-, la milonga, la habanera y el tango andaluz.

Figura 5. "Candombe", óleo sobre cartón Pedro Figari

El candombe: Al referirse al candombe, el musicólogo uruguayo Lauro Ayestarán cuenta que durante la Colonia, antes de la década de 1820, los esclavos celebraban ceremonias coreográficas, en las calles de Montevideo, como expresión cultural[2]. En ellas, los grupos de raza negra hacían contorsiones, vestían de colores fuertes y golpeaban los tambores, en danzas que simulaban pasajes de su vida, tareas agrícolas, guerras o romances. El tango tomó el ritmo machacón del candombe.

Milonga: Con relación a la milonga, el mencionado musicólogo nos dice que aparece en el folklore uruguayo a partir de 1870, y que sus notas son acompañadas por un incipiente baile de pareja, pero no hay mayor información al respecto.

De igual forma, se empleaba el término “milonga” para referirse a una forma melódica de la payada, razón por la cual, en algunos casos, el payador se iba transformando en milonguero. Por ello, varios autores dicen que el tango desciende de la milonga, y de allí tomó la coreografía.

La habanera: En cuanto a la habanera, danza aparecida en Cuba en la primera mitad del siglo XIX, el citado autor nos dice que entre 1860 y 1890 tenía mucho auge en los salones y en el teatro; un ejemplo de ello es la canción Me gustan todas. Se puede decir que la habanera tuvo influencia en los elementos melódicos y en la emotividad del tango.

El tango andaluz: Este ritmo fue popular entre 1857 y 1880. A propósito de este género, el escritor uruguayo Horacio A. Ferrer nos dice que el tango se fue gestando: con unos acordes modulados sacados de la polka, o unos bajitos robados a una habanera, o unos adornos tomados de los tangos españoles […]”[3]

En cuanto al baile propiamente dicho existen versiones en el sentido de que este surgió como danza varonil, cuando los “compadritos” trataron de imitar la costumbre de los negros de bailar al son de los tambores.

De allí parece haberse tomado la improvisación en los pasos del tango, y cuando este ritmo llega a los prostíbulos, se incorporan las mujeres de ese ambiente al baile de los hombres. Quizá ese podría ser el origen del baile en pareja de hombre y mujer; es decir sobre este tema de la danza se ha escuchado una curiosa historia acerca de sus inicios, que tomaba como protagonistas a tres personas que representaban a aquella sociedad orillera: un italiano, a quien le llamaban ‘Tano’; un español de Galicia, a quien le llamaban ‘Gallego’, y un criollo apodado ‘El Negro’, por ser de raza negra, descendiente de esclavos. Los tres eran vecinos del barrio donde se empezó a conocer el tango, el barrio Goes, en Montevideo. Los tres amigos, mientras disfrutaba del descanso del domingo, recorrían los sitios nocturnos donde se bailaba y se bebía caña o vino.

Entre las muchas anécdotas que llegan gracias a la tradición oral, se ha escuchado la siguiente. Por esa zona donde reinaba el tango, vivía Leonardo Durante, un argentino que residía en la capital uruguaya. Cuenta Durante que en un domingo, como de costumbre, los tres amigos entraron a una sala de baile. Una vez adentro, el Tano, ya algo bebido, pidió en voz alta que interpretaran una habanera, y la orquesta accedió a la petición. Muy animado, El Tano sacó a bailar a una parroquiana, y en vez de posar la mano en la cintura de su compañera, la abrazó a la altura de la cintura con fuerza y así continuaron la danza. Resultó que los allí presentes los aplaudieron; la orquesta continuó interpretando la habanera, y los demás contertulios comenzaron a bailar imitando al Tano y su compañera.

Al cabo de un rato, un músico se acercó a los amigos y preguntó ¿A esto cómo lo llamamos?, y el Gallego, mirando a El Negro, contestó: “Llámenlo ‘Tango’”. El Tano dio la aprobación a ese nombre y, mientras miraba a El Negro dijo en forma jocosa: “Vamos ver si a éste lo prohíben igual que al tuyo”. De ahí en adelante, los domingos se daba a conocer una invitación: “A bailar tangos”.



[1] Ver: Vidart, Daniel. El tango y su mundo. Montevideo: Ediciones Tauro S.R.L. 1967.

[2] Ayestarán, Lauro, op. cit . “El candombe, la chica y la bambula, entre 1820 y 1888”, p. 151.

[3] Ferrer, Horacio Arturo. El libro del tango. Buenos Aires: Editorial Galerna. 1977.

María Mirna Rugnon Paiva

María Mirna Rugnon Paiva

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