Jueves 01 de Noviembre de 2018 10:41

La dirección de un Organismo Autónomo Comercial : el Parque Móvil Ministerial

por Juan Alarcón Montoya
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A finales del año 1993, cuando estaba de Subdirector de Administración y Personal en el Consejo de Seguridad Nuclear, una tarde me llamó Enrique Martínez Robles, que estaba de Subsecretario del Ministerio de Economía y Hacienda con Carlos Solchaga, y me invitó a ir a su despacho a verle. Yo acababa de terminar el Curso del Programa de Directores Generales del I.E.S.E. de la Universidad de Navarra en su sede de Somosaguas, al lado de la Casa de Campo, y estaba deseando aplicar los nuevos conocimientos de gestión del sector privado en una empresa del Sector Público y pensé que esta llamada era para ofrecerme la dirección de una empresa pública. Enrique era el hombre clave del sector empresarial público tanto de las empresas del INI como de las de Patrimonio del Estado. Llegué a su despacho y me recibió inmediatamente.

Lo primero que hizo fue preguntarme por la familia y me sentó enfrente de su mesa de trabajo y me planteó asumir la dirección del Parque Móvil Ministerial con la intención de hacer todo lo necesario para suprimirlo, porque tanto él, como Carlos Solchaga, estaban hasta el gorro de la conflictividad que generaba el Parque Móvil y por el hecho de que esta se había incrementado como consecuencia del proceso de venta de las viviendas propiedad del Parque y arrendadas a los trabajadores, llegándose a manifestaciones continuas en años anteriores, con un incremento constante de la conflictividad, que había llevado a que se plantearan la supresión del Organismo y su reparto entre los distintos Ministerios y Organismos o Entidades a las que prestaba servicios.

Cuando escuche la propuesta rápidamente le dije que no, que no aceptaba el puesto, que yo estaba preparado para gestionar una empresa con dificultades, pero lo que me estaba ofreciendo era el peor organismo de la Administración y con difícil gestión empresarial. Por consiguiente, no podía aceptar. Por segunda vez me insistió que para hacer el cierre necesitaban una persona de confianza y que yo lo era y que me necesitaban. Volví a decirle que no, con lo que el objeto de la visita estaba ya dilucidado.

Ante eso, como eran las 5,30 o 6 de la tarde, me planteó si quería un café, le dije que bueno que cómo no iba a aceptar un café. Nos desplazamos a la mesa de reuniones y la secretaria nos trajo unos cafés y estuvimos hablando mientras tanto de la familia. Cuando ya habíamos tomado el café, me dijo que porqué no les echaba una mano, ante eso repuse que si querían que les echara una mano, tanto él como el Ministro, por mi parte no podía negarme, unicamente que hacía una observación y era que yo intuía o pensaba que el Parque podía haber estado mal gestionado y que la consecuencia de esa mala gestión era ese exceso de conflictividad, y que me permitieran comprobar si era posible salvarlo haciendo un plan operativo y mantener el Parque. A eso me dijo que de acuerdo, que evaluase si era viable y si no habría que suprimirlo. Que ellos pensaban que no era viable, que era una situación irreversible, pero si yo veía la posibilidad de mantenerlo, por su parte de acuerdo. Yo le dije que yo no era un enterrador, que yo creía en el servicio público y que iba a hacer todo lo posible para intentar salvarlo y no suprimirlo. En eso quedamos y efectivamente, el viernes siguiente, el Consejo de Ministro aprobó el Real Decreto 1352/1992, de 6 de noviembre, por el que se me nombraba Director General del Parque Móvil Ministerial.

Cuando tomé posesión, el lunes 9 de noviembre, no hubo acto en el Ministerio y de hecho me puse a trabajar, llegué a Cea Bermudez, 5 , sede del Parque Móvil y despaché con los Subdirectores y rápidamente me dí cuenta de que habían dos, que desempeñaban los puestos de Personal y de Servicios Técnicos, que había que cambiar inmediatamente y así se lo dije y que los otros dos se podían mantener, que eran el Subdirector de Régimen Económico, José Cabañas y el Secretario general, que lo ocupaba un Técnico del Parque palentino procedente del Movimiento que era Pablo Prieto y rápidamente realicé gestiones para ocupar las dos Subdirecciones que quedaban vacantes con José Vicente Nuño Ruiz, que iba a ser cesado como Subdirector de Personal del Ministerio de Sanidad, y con Demetrio de Ramón Hernández, que había sido cesado ya como Oficial Mayor del mismo Ministerio. Con ello podía acometer las actuaciones que había que hacer con carácter inmediato en personal y, por consiguiente, también en materia de servicios.

No me resisto a contar un hecho que me aconteció el primer día que llegue al Parque: este contaba con un ascensor de los antiguos que no tenía puertas y no paraba en los pisos, era de tornavuelta, por lo que te tenías que bajar en marcha, tenía forma de confesionario y por eso le llamaban “el paternoster”. La primera vez que subí en él iba acompañado y me dijeron que bajara y lo hice sin problemas, pero al regresar por la tarde después de comer y subir sólo a mi despacho, que estaba en el último piso, vi que iban pasando los pisos y leí un cartel que decía : “hay peligro” y al ver que estaba en el último piso y seguía subiendo, e ignorar que la caja daba la vuelta por detrás, me tiré en marcha desde lo alto y me lesioné el pié derecho. Salí del ascensor cojeando pero sin decir nada y le dije al médico que guardara el secreto y disimulé ante mis subordinados, que creo que lo sabían, pero nadie se atrevió a decir nada. Al parecer alguién había tachado el “no” en el cartel. Poco después, y sin contar conmigo, cambiaron el ascensor por razones de seguridad, y así nadie pudo repetir mi experiencia con el histórico ascensor.

Uno de los grandes problemas del Parque eran los Sindicatos: los mayoritarios eran CCOO y UGT y después estaba la USO y un pequeño grupo escindido de UGT : la GPT que me iba a dar grandes quebraderos de cabeza por sus desproporcionadas pretensiones.

Me reuní inmediatamente con los Sindicatos y les expuse claramente que me habían nombrado para suprimir el Parque, pero que yo había planteado estudiar si era posible su viabilidad con un ajuste dramático, que sólo sería posible con la colaboración de los Sindicatos. No había alternativa, o se ajustaba a tope o se suprimía. Yo me proponía diseñar y ejecutar un plan de ajuste, pero este sólo sería factible si contaba con la colaboración de los Sindicatos. Y por supuesto se había acabado cualquier tipo de conflictividad, pues lo contrario sería ir a la supresión.

A esto Emilio Fernández de UGT me contestó que el Parque era su casa, que ellos eran una familia y los trabajadores del Parque eran padres, hijos, nietos y por consiguiente un intento de supresión sería la guerra, porque el Parque era su vida.

Yo les repliqué que la situación actual del PMM era insostenible, que no podía haber 1.500 personas sin ninguna actividad y que era imprescindible hacer un ajuste drástico y eso sólo se podía hacer con el apoyo de los Sindicatos. Sin ese apoyo no cabía mas que la supresión.

A continuación, reuní al nuevo equipo directivo y les planteé la situación y les dije que esta era tan complicada que había que empezar a realizar el ajuste ya, y que no disponíamos de un plazo para hacerlo, que no teníamos meses sino sólo días para empezar a ver resultados ya que la confianza política era limitada y estaba a la espera de resultados y eso mientras no hubiese conflictividad. Que teníamos que tomar medidas que no gustarían a los Sindicatos pero teníamos que tomarlas ya y que fuesen de modo que ellos pudieran asumirlas. El nuevo Subdirector de Personal José Vicente Nuño dijo: “bueno si lo llego a saber no vengo, aquí habrá que tomar medidas duras y nos van a hostilizar, pero en fín habrá que hacerlo”.

Efectivamente, nos pusimos manos a la obra y después de tres años el balance puedo decir fue enormemente positivo, es cierto que financieramente hubo que incrementar la subvención para poder hacer frente al pago de la nómina pero también lo es que al despachar con el Subsecretario y contarle la marcha de la gestión, Enrique me decía : “Juan, no es necesario que me lo cuentes todo en detalle, tu eres el Director y sabrás lo que tienes que hacer, para continuar saneando el Organismo como lo estas haciendo”.

Con esa confianza se pudo hacer esa difícil gestión de ajuste del Organismo y se pudieron tomar medidas tales como activar la venta de las viviendas para eliminar ese foco de conflictividad.

¿ Cual era la situación del P.M.M. a finales de 1992 ?

El P.M.M., que era un Organismo Autónomo de carácter Comercial, contaba con un Presupuesto para 1993 de 12.322 millones de pesetas, de los que el Capítulo I suponían 10.633 millones, el II 545 millones, y el IV 1.137 millones y se financiaba con 8.764 millones de pesetas de subvención con cargo a la partida Otros Ministerios de los Presupuestos Generales del Estado y el resto con ingresos procedentes de la prestación de servicios de automovilismo a la Administración General del Estado, incluida la Administración de Justicia, a Correos y, en menor medida a las Comunidades Autónomas.

La caída de los servicios, motivada en parte por el proceso de transferencias a la Comunidades Autónomas, y el retraso en los pagos de los servicios facturados, especialmente por parte del Ministerio de Justicia y por Correos, provocaban tensiones de tesorería y una morosidad de 5.747 millones de pesetas. Al mismo tiempo, la no actualización de la tarifa por servicios prestados suponía una pérdida del 30 % por servicio realizado.

El personal del P.M.M. a ppios. de 1993 era de unos 3.526 efectivos de los que 1.973 prestaban sus servicios en el Parque Central de Madrid y los restantes 1.553 en los servicios periféricos. Del total, 2.659 eran conductores, que disponían de 2.358 vehículos para prestar sus servicios.

El principal problema del P.M.M. era la existencia de personal ocioso, por falta de carga de trabajo, en concreto en los servicios periféricos, como consecuencia del proceso de transferencias a las Comunidades Autónomas y de la retirada de servicios a Correos. El personal sobrante y sin carga de trabajo permanente se estimaba en torno a los mil.

Dado que, en esa época no cabía realizar jubilaciones anticipadas, y menos en la Administración, se optó por realizar transferencias voluntarias a Organismos de la Administración que necesitaban personal: Juntas de Obras de Puertos, Policia, Instituciones Penitenciarias, Protección Civil, …. Además se procedió a fomentar los traslados voluntarios de personal a los Servicios Centrales de Madrid, donde no existía exceso de personal.

La reducción de efectivos realizada con estas actuaciones en los años 93, 94 y 95 fue de 694 efectivos, paliando así de un modo parcial la gravísima situación de falta de carga de trabajo existente en los servicios periféricos y mejorando considerablemente la situación financiera y de clima laboral del Organismo.

Una adecuada gestión económico-financiera nos permitió pasar de un déficit de 322 millones de pesetas en 1992 a un superávit de 606 millones de pesetas en 1995 y a unas reservas en Cuenta corriente de 3.000 millones de pesetas, de cara a la renovación de la flota de vehículos.

En resumen, en casi 4 años la situación del P.M.M. había variado de un modo radical. Se había llevado a cabo, con la colaboración de los Sindicatos, el ajuste necesario en el terreno de los Recursos Humanos, disminuyendo el personal sin carga de trabajo de los servicios periféricos y recuperando el clima de normalidad laboral, se había reducido el nivel de morosidad de los clientes y saneado las deudas pendientes, se había culminado el conflictivo y costoso proceso de venta de las viviendas propiedad del Parque a sus inquilinos, y se estaba llevando a cabo la modernización de la gestión, vía aplicación del Plan Informático, tanto de los propios RRHH como de la económica y, especialmente, de la prestación de servicios automovilísticos.

Con los hechos, se había demostrado que el Parque Móvil no tenía que ser suprimido, porque con una gestión adecuada era viable y que si se ajustaba a la prestación de servicios de alta representación, donde además de los factores de rentabilidad económica cuentan otros tan relevantes como los de confidencialidad y seguridad, no sólo era viable sino además necesario.

A lo largo de los casi cuatro años que duró mi gestión del P.M.M. hubo momentos difíciles,en los que tuve que tomar decisiones a veces drásticas.

Una de ellas fue una tarde en la que el jefe de seguridad, un inspector de policia, entró en mi despacho y me dijo que los de GPT iban a entrar a ocupar mi despacho, dado que no accedía a sus peticiones. Salí con él al antedespacho y allí me enfrenté con el Secretario de GPT y le dije que para entrar tendrían que empujarme, dado que me puse en el quicio de la puerta, y efectivamente lo intentó con la mala fortuna de que en el forcejeo piso una mancha de agua del suelo y cayó y se fracturó el brazo. Ahí se acabó la intentona de ocupación. A continuación, le eché la bronca al jefe de seguridad diciéndole que yo tuve que hacer lo que debería haber hecho él.

En otra ocasión, en mis reuniones con el Comité de Empresa, venía en representación de CC.OO. un conductor que tenía una voz tonante y que alardeaba de sindicalismo, hasta que un día me cansé y le dije que a mí no me podía dar ninguna clase de sindicalismo por que cuando él ni pensaba en ello yo ya había fundado la USTA ( Unión Sindical de Trabajadores de la Administración de USO) y, por otra parte, lo primero que se tenía que ser era un profesional y él no lo era, pues lo habían denunciado por conducir un blindado a más de 130 Km/h sin estar justificado por necesidades del servicio. Le pedí a CC.OO. que no lo enviara nunca más como representante porque no lo recibiría.

Uno de los miembros del Consejo Rector, Jose María Sobrino, Interventor, al cesar como consejero por pasar al Consejo de otro Organismo me remitió una carta, que conservo, en la que me animaba a continuar con mi estilo autoritario, en bien del Organismo.

En lo relativo a mis relaciones con las empresas proveedoras de servicios al P.M.M. voy a referir tan solo una que tuvo una singular relevancia:

Cuando me hice cargo del Organismo una de las primeras visitas que recibí fue la del Director General de Mercedes Benz, Juan Antonio Sánchez Torres, que además de felicitarme por el nombramiento me recordó que, como resultas de la celebración de la Expo de Sevilla, se le debían por el Parque unos 70 millones de pesetas por la utilización de vehículos blindados, microbuses y minibuses. A lo que yo agobiado por los problemas de caja que padecía el Organismo le respondí que tan pronto se pudiera se le abonarían, pero que había tenido conocimiento de que personal del Parque estaba interesado en comprar estos coches de segunda mano a precios interesantes y si me enteraba que algo así se producía que se atuviese a las consecuencias. A lo que me dijo “ Bueno, ya veo que Ud. tan sólo aceptara una felicitación de Navidad”. Respondiéndole que efectivamente. Tardamos más de un año en recuperar una cierta relación y a esas alturas ya se le había abonado la deuda.

Al final de este periodo he tenido periodos de estrés muy fuertes, provocados no por las dificultades de gestión del Organismo, ni por los enfrentamientos con los representantes sindicales, sino más bien por las diferencias de criterio con mi compañero y entonces Subsecretario Juan Antonio Blanco-Magadán, que había sustituido a Enrique Martínez Robles.

Como consecuencia de este estrés, en un desplazamiento a San Sebastián para reunirme con Odón Elorza me dió un mareo en su despacho de Ayuntamiento, que motivó que me hicieran un chequeo completo en el Hospital Donostia, que no dió ningún resultado alarmante y me permitió comer con el Gobernador Civil de Guipúzcoa Juan Maria Jauregui, posteriormente asesinado por ETA en el 2000.

En otra ocasión, estando una tarde despachando con Demetrio de Ramón me dió un mareo, con una falta de fijación de la visión que hizo que me acompañaran a casa mi Secretaria Charo Rodríguez Balmaseda y Demetrio de Ramón, y allí estuve así todo el fin de semana hasta el lunes que me pude reincorporar con la visión normal.

No todo fueron tensiones en el PMM, también me ha dado algunas satisfacciones y me ha permitido contribuir a arreglar problemas en algunos casos concretos. Por ejemplo, en Jaén, donde la cesión del edificio del PMM a la Policia permitió utilizar el solar que ocupaba esta para dar salida a la Gran Vía de esa ciudad. O el caso de Las Palmas donde, igualmente, las instalaciones del PMM bloqueaban la remodelación urbana de la Playa de Las Canteras y con su cambio de ubicación se posibilitó llevarla a cabo.

Al final de mi gestión del PMM se nos sometió a una Auditoría de Tribunal de Cuentas en la que se ponía en cuestión la ausencia de documentación de unos 99 vehículos, situación puesta de manifiesto en el Inventario que, encargado por mi, se acababa de realizar por primera vez en la historia del PMM. Se fueron reconstruyendo los informes sobre esos vehículos que o bien se habían desguazado, tras accidentes, para reutilizar sus piezas o eran blindados que se habían cedido a Exteriores o a la Policia para su uso en Embajadas sin la documentación adecuada. Al final, creo que se aceptaron las explicaciones facilitadas al Tribunal. Igualmente ocurrió con algunas de las aparentes irregularidades observadas en el proceso de venta de viviendas.

Tras las Elecciones, y la formación del Gobierno por Jose María Aznar, el nuevo Subsecretario Fernando Díaz Moreno, Abogado del Estado, de ideología falangista y militante del PP, me llamó a despacho y me dijo que le gustaría que continuara en mi puesto ya que tenía muy buenas referencias de mí. A lo que le respondí que yo era militante de PSOE y él me dijo : “y a mi que me importa, yo también soy militante del PP, pero lo que importa es esta gestión”. Le dije que era un puesto difícil que necesitaba el pleno apoyo del Subsecretario y me dijo que contaría con él. Le contesté que en esas condiciones aceptaba seguir.

No tuve ningún problema con él en los dos meses que permanecí en el puesto, que aproveché para que los conductores se reacomodaran con las menores repercusiones en sus retribuciones, pero sí empecé a tener problemas con algunos Delegados del Gobierno del PP que querían cosas no posibles: el de Aragón que pretendía llevarse a una funcionaria a toda costa, el de Galicia meter sus muebles particulares en los locales del Parque, etc. Esto y otras cosas me estaban haciendo muy difícil el continuar en el puesto, y me estaba planteando la dimisión cuando un día el Subsecretario me llamó y me dijo que, como consecuencia de una instrucción de Alvarez Cascos de que se cesaran a todos los altos cargos heredados del PSOE, se veía en la obligación, en contra de su opinión, de producir mi cese y que estaba dispuesto a acudir a la próxima reunión del Comité Rector de Organismo, cosa que hizo, para decir allí públicamente que mi cese no era consecuencia de una mala gestión sino de una necesidad de relevo político. Mi cese, con agradecimiento de los servicios prestados, se produjo el 31 de junio de 1996.

Ultima modificacion el Jueves 01 de Noviembre de 2018 11:16
Juan Alarcón Montoya

Juan Alarcón Montoya

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