La adelantada de las acuñaciones a molino en el Nuevo Mundo fue, como no podría ser de otra manera, a Ceca de Méjico. Nueva España, el nombre oficial del territorio mejicano, siempre fue la zona colonial española no solamente mas prospera, sino también la mas vinculada a la metrópoli. Por ello, nada tiene de extrañar que la primera Casa de Moneda que emitiera moneda de cordoncillo en aplicación de la Ordenanza de 1728 de Felipe V, fuera la de Méjico. No obstante, así como la aplicación de la disposición en España tuvo un carácter inmediato para las cecas de Madrid y Sevilla, que ya en 1729 comienzan la labra de las nuevas monedas con el diseño tradicional de escudo imperial y leones y castillos en ambas caras, la aplicación de la Ordenanza en América no fue asunto fácil de llevar a cabo.
Por otra parte, la larga duración de la travesía del atlántico, de Sevilla a Vera Cruz, dificultaba el envió del material necesario para proceder a las nuevas acuñaciones. No solamente se trataba de cuños y troqueles, sino del transporte de las pesadas prensas de volante, necesarias para la acuñación, de acuerdo con los términos de la Ordenanza de 1728. Por otra parte, como sabemos, las cifras de producción de moneda de gran módulo en Méjico siempre habían sido del (del orden de 5 veces) muy superiores a las correspondientes a cualquier Ceca peninsular. Esto hacia necesario que se dispusiera de una maquinaria mucho mas productiva, por lo que se requería el uso simultaneo de un número muy alto de prensas. Como consecuencia de todo ello, se evidenciaba la necesidad de continuar la producción de moneda macuquina en la ubicación tradicional de la Casa de Moneda, para poder mantener la capacidad de emisión, del orden de mas de 5 millones de piezas de 8 Reales, en aquellos momentos.
Por tanto, fue necesario emprender la construcción de una nueva Casa de Moneda a ubicar en la misma calle que la anterior, llamada de la Moneda, decisión que fue tomada en 1731. Los hermanos CAYÓN han publicado un interesante artículo sobre los avatares por los que atravesó la Casa en sus primeros momentos, hasta la conclusión de su edificio en 1734. Este artículo, resultado de su trabajo de investigación sobre el tema, y de la extraordinaria documentación numismática acumulada durante muchos años por la familia CAYÓN, está publicada en el catálogo de la subasta de un importante colección de Duros españoles, organizada por CAYÓN en el Hotel Ritz de Madrid el 4 de febrero de 2012, en la que están incluidas 4 valiosas piezas emitidas en este periodo (1732-1733).
Las piezas columnarias de Méjico de 1732 y 1733 siempre han ejercido una gran atracción para los coleccionistas del Nuevo y del Viejo Mundo. Por un lado, son las primeras monedas de cordoncillo producidas en América, y por tanto, son un antecedente muy directo de la emisión de Dólares de plata por parte de los Estados Unidos y de 8 Reales y Pesos producidos con la misma métrica por los países hispanoamericanos después de la Emancipación. Y por otro lado, los ejemplares producidos en estos años, necesariamente tuvieron que ser acuñados en un número muy reducido (aunque desgraciadamente por el momento no se dispone de cifras de fabricación desglosadas, por referirse las estadísticas a totales de plata acuñada, incluyendo la de moneda macuquina) a juzgar por el escaso número de ejemplares conservados.
Además, parece evidente que estas monedas de 1732 y 1733 tenían un carácter de cuasi pruebas, ya que su objeto no era el de producir circulante (lo que se seguía llevando a cado con la emisión de monedas macuquinas en estos dos años), sino verificar el funcionamiento de la maquinaria importada desde España y comprobar la forma definitiva en que ésta debía quedar instalada en la nueva Casa de Moneda. Este carácter de cuasi prueba queda acreditado por la extraordinaria riqueza de detalles que presentan las monedas columnarias de estos dos años, que no llegará a ser superada por acuñaciones posteriores, sean de: Méjico, Lima o Potosí. Además no sabemos por qué circunstancias, la mayor parte de las piezas de estos dos años que han llegado hasta nosotros, procede del rescate del pecio del navío Hollandia, por lo que la mayor parte de los ejemplares supervivientes tienen grandes oxidaciones procedentes de su contacto con agua de mar, lo que hace aún mas deseables los ejemplares carentes en absoluto de estas oxidaciones.
PRADEAU ha publicado en su historia Numismática de Méjico las cifras de acuñación total de moneda de plata producida por esta Ceca, de 1733 a 1821, expresada en pesos. Estas cifras oscilan de 7 a 11 millones de pesos con Felipe V, de 11 a 13 con Fernando VI, de 10 a 23 con Carlos III, de 15 a 25 con Carlos IV y de 4 a 24 con Fernando VII. Repasando las cifras anuales, vemos que el comienzo de las acuñaciones de moneda de busto en 1772 durante el reinado de Carlos III, no representa un incremento en las cantidades de moneda producidas a partir de ese año, aunque sí se observa una tendencia creciente en las cantidades acuñadas desde 7 millones en 1735 (año de mínima producción con Felipe V) hasta casi 25 millones en 1809 (año de máxima producción con Fernando VII). Sin embargo, es evidente que la rareza actual de los 8 Reales de tipo columnario es muy superior a la de las piezas de busto, incluso si la comparamos con las mas escasas de éstas, como las de Carlos III.
En cuanto a precios, si dejamos apartada la cuestión de los de las piezas de 8 Reales de 1732y 1733 que comentaremos después, al igual que procedimos con los de las piezas peninsulares de 8 Reales de: Carlos III, Carlos IV, y Fernando VII, la fuente mas fiable que hemos podido utilizar, es la de los precios de adjudicación en subastas celebradas en los últimos años (entre 2000 y 2011) ya que al ser piezas que aparecen con frecuencia suficiente, sobre todo en España y Estados Unidos, resulta posible efectuar el análisis de correlación y calculo de medias y desviaciones, con bastante exactitud. Es basados en estos datos y en el conocimiento de las cifras de cantidades globales de plata acuñada año a año, hoy disponibles para las cecas de: Méjico, Lima y Potosí, por lo que hemos podido también formular hipótesis sobre la tirada anual de estas piezas para cada tipo diferente de monedas de 8 Reales, por reyes y cecas.
En las entradas dedicadas a los 8 Reales de cordoncillo hispanoamericanas iremos dando cuenta del resultado de estos análisis estadísticos. No obstante, ahora debemos adelantar algunas conclusiones respecto a los precios de los 8 Reales columnarios de Méjico, puesto que vamos a proceder a la valoración de varias de estas piezas en esta entrada. Con carácter general, podemos decir que nosotros consideramos que la rareza de las piezas comunes columnarias de 8 Reales de: Felipe V, Fernando VI, y Carlos III, es muy semejante, tanto por el número de ejemplares que aparece en subastas, como por el precio de adjudicación que alcanzan en ellas, para una determinada conservación. Ciertamente, las piezas de Felipe V han tenido un mayor uso que las de los reyes posteriores, por su mayor antigüedad. No obstante, al tratarse en general, de piezas acuñadas a mayor presión y por tanto con mayor relieve, la realidad es que la conservación media de las piezas subastadas es muy similar para las de cualquiera de estos reyes.
En cuanto a los precios alcanzados por los 8 Reales columnarios de Méjico, en sus distintas conservaciones, nuestra conclusión es que el salto de un grado equivale aproximadamente a multiplicar por vez y media el precio de la pieza, a igualdad de los demás factores. Así los precios de las piezas de 8 Reales columnarios comunes de: Felipe V, Fernando VII y Carlos III, sería: 100€ en VG, 200€ en F, 300€ en VF, 450€ en XF y 600€ en AU. En cuanto a los precios de las piezas acuñadas en Méjico en 1732 y 1733, ya no resulta posible el analisis estadísticos, ya que el número de ejemplares subastados en estos últimos años es muy escaso. Por ello, preferimos indicar nuestra estimación de valor para cada uno de los cinco tipos de piezas acuñadas en estos años y posteriormente facilitar las valoraciones de algunos catálogos de moneda española de muy reciente edición, y los de las últimas subasta significativas para este tipo de piezas.
Nuestra estimación de precios actuales para este tipos de piezas son los siguientes: 1732, 33.000€ en AU+, 1733MoF, 15.000€ en AU+, 1733MXF, 15.000€ en AU+, 1733MXMF, 15.000€ EN AU+ y 1733MoMF, 5.000€ en AU+. En CALICÓ 2008 los precios de estas piezas son los siguientes: 1732, 10.000€, 1733MoF, 8.000€ en VF, 1733MXF, 10.000€ en VF, 1733MXF, 15.000€ en VF, 1733MoF, 4.200€ en VF. Y en PEIRO 2007 los precios en VF son los siguientes: 1732, 9.000€, 1733F, 7.000€, 1733MXF, 9.000€, 1733MXF 10.000€, 1733MoMF 4.000€.
En la subasta celebrada por RENAISSANCE y CAYÓN de la colección de VON SCHUCKMANN celebrada en el hotel Ritz de Madrid el 13 de diciembre de 2001, la pieza de 1732 en AU+ tuvo un precio de adjudicación de 30.000€ incluidos gastos y la de 1733MXF, el de 5.000€ en UNC, con ciertas oxidaciones en sus bordes. En la subasta de ARS CLASICA celebrada en Zúrich el 18 de marzo de 2002 los precios de salida de las siguientes piezas, fueron: 1732, 20.000€ en UNC con cierta oxidación, 1733F, 6.000€ en UNC con ciertas oxidaciones, 1733MXF en VF, 8.000€, 1733MoMF, 7.000€ en XF. Los precios de salida de piezas subastadas por CAYÓN en Madrid el 4 de febrero de 2012, son los siguientes: 1732 (la misma pieza de la colección VON SCHUCKMANN), 33.000€ en AU+, 1733F, 2.5000€ en VF, 1733MXF, 10.000€ en XF con cierta oxidación y 1733MoMF, 3.000€ en VF.
FIGURA 138.1
La pieza que aparece en la FIGURA 138.1 es una medalla acuñada en 1958 en alpaca con ocasión de la primera exposición iberoamericana de numismática y medallistica celebrada en Barcelona,. La medalla reproduce en unas de sus caras el diseño del anverso de un columnario, en el que aparece la fecha de 1758 y como Ceca la de Barcelona: BA. En el reverso se reproduce el de una moneda de 640 Reis de Brasil acuñada en la Ceca de Bahía (B). La pieza tiene la inscripción de ANTONIVS RIBOT ME FECIT. La medalla ha sido rozada en su canto para comprobar si había sido acuñada en plata. La pieza, pese a no ser de plata, tiene un diseño muy atractivo y es unas de las primeras que conmemora una exposición numismática en España, por lo que estimamos su precio en 30€, en UNC.
FIGURA 138.2
La pieza mostrada en la FIGURA 138.2 es un 8 Reales acuñado en Méjico en 1733 a nombre de Felipe V con Manuel de León y Francisco de la Peña como Ensayadores. Como ya hemos indicado anteriormente, el valor de esta moneda en VF lo estimamos en 2.400€, ya que estimamos que la pieza tiene la condición de Rarísima, por lo que su precio es de ocho veces el de los columnarios comunes.
La pieza tiene forma ligeramente cóncava si la examinamos desde su anverso con las columnas de Hércules, debido a exceso de presión de acuñación en el centro del reverso, lo que ha producido poca impresión en ese punto y un exceso de desgaste por uso en la parte superior de los dos mundos. La pieza tiene la inscripción PLVS VLTRA casi completa, faltando únicamente la parte derecha de la R. También está completa la parte final de la banda en la que se inscribe la leyenda. En el reverso únicamente se aprecia gastaje en el florón central de la corona. Por tanto su valor seria de 4.400€ y su precio de mercado algo mas alto por su ligera pátina no removida, 3.000€ en VF.
Aprovechamos el análisis de esta pieza para indicar nuestra estimación de rareza para las restantes piezas de 1732 y 1733: 1732, de la mas alta rareza (RRRRR), 32 veces el precio de las piezas comunes, 1733F, 1733MXF y 1733MXF, extraordinariamente raras (RRRR) con un valor de 16 veces el de las piezas comunes.
FIGURA 138.3
La pieza de la FIGURA 138.3 es un 8 Reales de Felipe V acuñado en Méjico en 1741 con los mismos Ensayadores anteriores. Esta fecha es valorada por HARRIS 1968 en su obra PILLARS AND PORTRAITS en 40€ en F y 75$ en VF. VICENT la asigna un precio de 4.000P en 1968 y 10.000P en 1978 en F. CALICÓ fija un precio reducido para esta pieza en 1982 y 1994: 15.000P y 18.000P en VF, mientras que en 2008 eleva substancialmente este valor hasta 300€ en VF. CAYÓN 1976 la valora en 2.600P en VG, 4.500P en F y 7.500P en VF, mientras que en 1980 y 1998 fija un precio de 20.000P en VF y 30.000P en VF, no muy diferentes de los indicados por CALICÓ. Por su parte ALDEÓN 1984 la valora en 18.000P en VF y PEIRO 2007: 180€ en VF y 400€ en XF, lo que estimamos es algo bajo.
La presente pieza no está limpiada, el 75% del mapamundi es visible, los leones del escudo del reverso están completos, tiene algo de gastaje en la parte alta del segundo mundo, presenta desgaste en la parte alta de las columnas, en la parte central de la corona y en la R de la leyenda PLVS VLTRA. Por todo ello, su conservación en VF, con un valor y precio de mercado de 300€ (200€ en F y 450€ en XF).
FIGURA 138.4
La pieza de la FIGURA 138.4 es un 8 Reales acuñado en Méjico por Felipe V en 1743 con los mismos Ensayadores anteriores (MF). Esta pieza se encuentra en conservación XF ya que el gastaje no afecta prácticamente a ninguna línea de los detalles de su diseño. Así, la parte alta de las columnas tiene sus anillos prácticamente completos. Los contornos de los continentes de los dos mundos están completos al 90%. La roca sobre los mares tiene solo un ligero desgaste en su parte mas alta y la corona solo presenta un ligero gastaje en el florón extremo a la derecha, mientras que la leyenda PLVS VSTRA está completa en todas sus letras. En este grado, su valor sería de 450€, que disminuiremos hasta un precio de mercado de 400€ por presentar algunos achatamientos en su grafila, como defecto acuñación.
Los precios señalados para esta pieza en KRAUSE 2002 son: 65$ en VF, 100$ en F, 200$ en VF y 400$ en XF. Nosotros estimamos que estos precios son bajos especialmente para las conservaciones menores, creyendo que los saltos de grado deben valorarse a un precio 1,5 veces superior, en lugar de 2 veces superior tal como lo hace KRAUSE.
FIGURA 138.5
Por último, la pieza de FIGURA 138.5 es idéntica a la anterior, así como su grado: XF. Por tanto el valor de la pieza sería de 450€ en XF, que disminuiremos a 400€ como precio de mercado por disminuir aproximadamente un 10% por el fallo que acuñación que presenta en su canto en la parte superior derecha de su anverso. Las valoraciones de las diferentes fechas de los columnarios de Felipe V de Méjico posteriores a 1733 son similares, excepto los de 1734 y 1747 que suelen tratarse a un precio algo superior.
18. THE MEXICANS COLUMNARIOS OF PHILIP V
The advance of the mill coinages in the New World was, as it could not be otherwise, the one of the Mint of Mexico. New Spain, the official name of the Mexican territory, was always the Spanish colonial area not only more thrives, but also the more linked with the metropolis. This is why it has nothing surprising that the first mint which issued cord currency by the implementation of the Ordinance of 1728 of Philip V, without the one of Mexico. However, as well as the application of the provision in Spain had an immediate effect on the mints of Madrid and Seville, since in 1729 starting the work of the new coins with the traditional design of imperial shield and lions and castles on both sides, the application of the Ordinance in America was not easy to carry out affair.
On the other hand, the long duration of the crossing of the Atlantic, from Seville to Vera Cruz, made difficult the sent of the necessary material to proceed to the new coinages. It was not only about stamps and dies, but also the transport of the heavy steering wheel presses, necessary for the coinage, under the terms of the Ordinance of 1728. On the other hand, as we know, the production figures of the large diameter coins in Mexico always had been (in the order of 5 times) very superior to the corresponding to any peninsular mint. This created the need have available a much more productive machine, which is why the use was required simultaneous very high numbers of presses. As a result, it was obvious the need to continue the production of cob currency in the traditional location of the mint, to be able to maintain the ability to issue, in the order of over 5 million coins of 8 real, in those moments.
It was therefore necessary to undertake the construction of a new mint to be located in the same street as the previous, called of the Currency, a decision which was taken in 1731. The Cayón brothers have published an interesting article about the ups and downs that has undergone the mint in its early stages, until the conclusion of its building in 1734. This article, result of work of research about the subject, and the extraordinary numismatic documentation accumulated for many years by the Cayón family, is published in the catalogue of the auction of an important collection of Spanish 5 peseta coins, organized by Cayón in the Hotel Ritz in Madrid on February the 4th, 2012, which included 4 valuable coins issued in this period (1732-1733).
Columnarias coins of Mexico from 1732 and 1733 always have exerted a major attraction for collectors of the New and the Old World. On the one hand, they are the first cord coins produced in America, and are therefore a very direct antecedent of the issue of silver dollars from the United States and 8 real and pesos produced with the same metric by Latin American countries after the Emancipation. And on the other hand, the copies produced in these years, necessarily had to be minted in a very small number (although unfortunately at the moment are not available disaggregated figures for manufacturing, for statistics referring to total coined silver, including cob currency) judging by the limited number of preserved copies.
Moreover, it seems obvious that these coins in 1732 and 1733 had a character almost evident, that its purpose was not to produce circulating (which was still underway with the issuing of cob coins in these two years), but to check the functioning of the machinery imported from Spain and to check the final form in which it should be installed in the new mint. This characteristic of quasi evidence is accredited by the extraordinary wealth of details which are in the columnaria coins of these two years, that will not be overtaken by later coinages, are: Mexico, Lima and Potosí. Also we don't know in which circumstances, most of the coins in these two years that have come down to us, comes from the rescue of the wreck of the ship Holland, so most of the surviving copies have large oxidations from their contact with sea water, which makes it even more desirable copies lacking at all in these oxidations.
Pradeau has published in his Numismatics History of Mexico the figures of total mintage of silver coin produced by the mint, from 1733 to 1821, expressed in pesos. These figures range from 7 to 11 million pesos with Philip V, 11 to 13 with Ferdinand VI, from 10 to 23 with Charles III, 15 to 25 with Charles IV and 4 to 24 with Ferdinand VII. Reviewing the annual figures, we see that the beginning of the coinages of bust currency in 1772 during the reign of Charles III, does not represent an increase in the amounts of currency produced from that year, although it is note an increasing trend in the quantities minted from 7 million in 1735 (year of minimum production with Philip V) up to almost 25 million in 1809 (year of maximum production with Ferdinand VII). However, it is clear that the current rarity of the 8 real of columnar type is far superior to the bust coin, even when compared with the rarer of these, as those of Charles III.
As regarding the prices, if we leave separated the issue of the 8 real coins of 1732 and 1733 to discuss later, as we proceeded with the Peninsular coins of 8 real of: Charles III, Charles IV and Ferdinand VII, the more reliable source that we have been able to use, it is price of procurement auctions held in recent years (from 2000 to 2011) already to be coins that appear frequently enough, especially in Spain and in the United States, it is possible to carry out the analysis of correlation and calculation of averages and deviations, quite accurately. It is based on these data and the knowledge of the figures of global amounts of silver minted every year, now available for the mints of: Mexico, Lima and Potosí, for what we have been able to also formulate hypotheses about the annual circulation of these coins for each different type of 8 real coins, kings and mints.
In the posts dedicated to the Latin American 8 real of cord we will go realizing the results of this statistical analysis. However, we now anticipate some conclusions as regarding the prices of the columnar 8 real of Mexico, since we are going to proceed with the assessment of several of these coins in this post. In general, we can say that we consider that the rarity of the columnar common coins of 8 real of: Philip V, Ferdinand VI and Charles III, it is very similar, both for the number of copies that appears at auction, as for the price of award that reach them, for a particular conservation. Certainly, the coins of Philip V had greater use than subsequent kings, by its greater antiquity. However, as dealing with, in general, coins minted at a higher pressure and therefore with greater relief, the reality is that the average conservation of auctioned coins is very similar to any of these kings.
As for the prices achieved by the 8 columnar real of Mexico, in its different conservations, our conclusion is that the jump of a degree is roughly equal to multiplying by one and half the price of the coin, equal to other factors. So the prices of the common 8 columnar real coins of: Philip V, Ferdinand VII and Charles III, would be: €100 in VG, €200 in F, €300 in VF, €450 in XF and €600 in AU. As regarding the prices of the coins minted in Mexico in 1732 and 1733, it is no longer possible the statistical analysis, since the number of copies auctioned in recent years is very low. Therefore we prefer to indicate our estimation of value for each of the five types of coins minted in recent years and further facilitate the assessments of some catalogues of Spanish coin of very recent edition, and of the last significant auction for this type of coins.
Our estimation of current prices for these types of coins are the following: 1732, €33,000 in AU+, 1733MoF, €15,000 in AU+, 1733MXF, €15,000 in AU+, 1733MXMF, €15,000 in AU+ and 1733MoMF, €5,000 in AU+. In Calicó 2008 the prices of these coins are the following: 1732, €10,000, 1733MoF, €8,000 in VF, 1733MXF, €10,000 in VF, 1733MXF, €15,000 in VF, 1733MoF, €4,200 in VF. And in Peiro 2007 the prices in VF are the following: 1732, €9,000, 1733F, €7,000, 1733MXF, €9.000, 1733MXF €10,000, 1733MoMF €4,000.
In the auction held by Renaissance and Cayón in the collection of Von Schuckmann held at the Hotel Ritz in Madrid on December the 13th, 2001, the coin of 1732 in AU+ had a price for sale of €30,000 including the taxes and the one of 1733MXF, of €5,000 in UNC, with certain oxidations at its edges. In the auction of Ars Clasica held in Zurich on March the 18th, 2002 the output prices of the following coins, were: 1732, €20,000 in UNC with some oxidation, 1733F, €6,000 in UNC with certain oxidations, 1733MXF in VF, €8,000, 1733MoMF, €7,000 in XF. The output prices of the coins auctioned by Cayón in Madrid on February the 4th, 2012, are as follows: 1732 (the same coin of the Von Schuckmann collection), €33,000 in AU, 1733F, €2,500 in VF, 1733MXF, €10,000 in XF with some oxidation and 1733MoMF, €3,000 in VF.
The coin that appears in the figure 138.1 is a medal coined in 1958 in alpaca in the occasion of the first Ibero-American numismatics and medalist exhibition held in Barcelona. The medal reproduced in some of its faces the design of the front of a columnar, in which appears the date of 1758 and as mint the one of Barcelona: BA. On the back is reproduced the one of a 640 Brazil reis coin minted in the Mint of Bahia (B). The coin has the inscription of ANTONIVS RIBOT ME FECIT. The medal has been reddened in its edge to check if it had been minted in silver. The coin, although is not in silver, it has a very attractive design and is one of the first that commemorates a numismatic exhibition in Spain, which is why we think its price in €30 in UNC.
The coin shown in the figure 138.2 is an 8 real coined in Mexico in 1733 in the name of Philip V with Manuel de León and Francisco de la Peña as Assayers. As we have already indicated above, the value of this coin in VF so we believe is €2,400, that we believe that the coin has the status of Very Rare, so its price is eight times the common columnar coins.
The coin is slightly concave shaped if we look at it from its front with the columns of Hercules, due to excess pressure of coinage in the center of the back, which has been produced little impression at that point and an excess of wear for use at the top of the two worlds. The coin has the almost complete PLVS VLTRA inscription, missing only the right side of the R. The final part of the band in which fits in the legend is also complete. On the back there is only wear in the central rosette of the crown. Therefore its value would be €4,400 and its market price something higher by its light not removed patina, €3,000 in VF.
We take the analysis of this coin to indicate our estimation of rarity for the remaining pieces of 1732 and 1733: 1732, of the higher rarity (RRRRR), 32 times the price of the common coins, 1733F, 1733MXF and 1733MXF, extremely rare (RRRR) with a value of 16 times the common coins.
The coin of the figure 138.3 is an 8 real of Philip V coined in Mexico in 1741 with the same previous assayers. This date is valued by Harris 1968 in his work Pillars and Portraits for €40 in F and $75 in VF. Vicent assigns it a price of P4,000 in 1968 and P10,000 in 1978 in F. Calicó sets a reduced price for this coin in 1982 and 1994: P15,000 and P18,000 in VF, while in 2008 he substantially increases this value to €300 in VF. Cayón 1976 valued it to P2,600 in VG, P4,500 in F and P7,500 in VF, while in 1980 and 1998 he fixed a price of P20,000 in VF and P30,000 in VF, not very different from those displayed by Calicó. Meanwhile Aldeón 1984 valued it for P18,000 in VF and Peiro 2007: €180 in VF and 400€ in XF that, we think, is low.
This coin is not cleaned, 75% of the world map is visible, the lions of the shield of the back are complete, it has something of wear in the upper part of the second world, presents wear in the top of the columns, in the central part of the crown and the R of the legend PLVS VLTRA. Therefore, its conservation is VF, with a value and a market price of €300 (€200 in F and €450 in XF).
The coin of the figure 138.4 is an 8 real coined in Mexico by Philip V in 1743 with the same previous assayers (MF). This coin is in XF conservation since the wear does virtually not affect any line of its design details. Thus, the upper part of columns has its practically complete rings. The contours of the continents of both worlds are 90% complete. The rock on the seas has only slight wear in higher turn and the crown only presents a slight wear in the extreme right rosette, while the PLVS VSTRA legend is complete in all its letter. In this degree, its value would be €450, which we will decrease to a market price of €400 to present some flattener in its grafila as a coinage default.
The prices indicated for this coin in Krause 2002 are: $65 in VF, $100 in F, $200 in VF and $400 in XF. We believe that these prices are particularly low for the lower conservations, believing that the degree jumps should be measured to a 1.5 times higher price, rather than 2 times higher as does Krause.
Finally, the coin of the figure 138.5 is identical to the previous one, as well as its degree: XF. Therefore the value of the coin would be €450 in XF, which we will decrease to €400 as market price by reducing approximately 10% by the failure that coinage in its edge in the right upper part of the front. The values of the different subsequent dates to the columnarios of Philip V of Mexico after 1733 are similar, apart from those of 1734 and 1747 which are treated with a slightly higher price.
Una vez situados en su contexto monetario y histórico, los Ducatones y Patagones de: Felipe II, Alberto e Isabel, Felipe IV, Carlos II y Felipe V, emitidos en los Países Bajos españoles y analizadas varias piezas de este tipo, desde el punto de vista de su valor numismático, entramos de lleno en la parte central de este volumen dedicada a las monedas tipo Dólar y sus antecesoras, con entradas en las que pasaremos revista a las emisiones de 8 Reales de: Felipe V, Fernando VI, Carlos III, Carlos IV y Fernando VII, acuñadas con prensa de volantes, utilizando fuerza de molinos hidráulicos y con cordoncillo en el canto, mediante estampación a virola.
Ello nos permitirá llegar a las últimas entradas del volumen, dedicadas al estudio de las piezas de 8 Reales emitidas por los países americanos independientes, labradas con la misma métrica que las españolas, y las posteriores acuñaciones de Dólares o Pesos ya acuñadas con energía procedente de prensas movidas a vapor o eléctricas, que en gran parte de los casos también han continuado la antigua métrica de peso y ley española.
La emisión de 8 Reales de cordoncillo es consecuencia de la reforma monetaria emprendida por Felipe V, a través de la Ordenanza de 1728, que afectó tanto a las acuñaciones peninsulares de oro y plata, como a las americanas de: Méjico, Lima, Potosí, Guatemala y Santiago. La aplicación de esta Ordenanza acabó suponiendo la unificación monetaria en todo el imperio español, terminando con el uso de las denominaciones de plata antigua, plata nueva, plata americana y plata provincial, que entorpecían el comercio. Estas piezas están denominadas en reales de plata con piezas de: 8, 4, 2, 1 y medio reales de plata. Su denominación popular en América fue la de Pesos Fuertes, o simplemente Pesos, y en España, la de Duros. Su valor en moneda de cuenta, tras los vaivenes monetarios de la época de los Austrias, quedó estabilizado en 20 reales de vellón, estipulándose los contractos en una u otra moneda: maravedís (34 maravedís equivalían a 1 real de vellón), reales de plata o reales de vellón.
La reforma afectó también al oro, en el que se emitieron monedas de 8, 4, 2, 1 y medio escudos, con una equivalencia para el escudo, de 16 reales de plata, 320 de vellón y 1.088 maravedís. La ley de las piezas de oro y plata equivalía aproximadamente a 900 milésimas, con una relación de valor entre ambos metales de 1 a 1. Otra moneda de cuenta como el Ducado que databa de los tiempos medievales fue dejando de tener uso efectivo. El peso de las piezas de 8 Escudos (26,7 gramos) equivalía al de las de 8 Reales de plata, con un contenido de metal precioso de unos 24 gramos. En cuanto a tipos, en 1732 comienza la acuñación de columnarios en Méjico, en 1752 en Lima y en 1767 en Potosí. Estas emisiones, tras un periodo de transición en el que se emitían conjuntamente, acabaron reemplazando a las de monedas macuquinas cuyas divergencias de peso y ley y su facilidad de falsificación eran mucho mayores. A su vez, en 1752 comienzan las emisiones llamadas de busto, con el retrato del Rey con corona de laurel y coraza y manto a la manera romana, que substituyeron a las de los columnarios, en forma simultánea en todas las cecas americanas.
En esta entrada analizaremos las llamadas piezas de modulo grande de Potosí, emitidas a nombre de Carlos III y Carlos IV, en el periodo 1784-1793. Éstas son la únicas monedas de busto de estos dos reyes que ya ha primera vista podemos apreciar que tienen un aspecto diferente, por lo que es posible realizar su asignación a esta época en Potosí, contemplando solo el anverso de estas piezas. Este diferente aspecto se debe a dos circunstancias. Por una parte, el módulo de estas monedas es ligeramente mas grande, y por lo tanto, aunque esto no sea apreciable a primera vista, su espesor es menor. Y por otra parte, tanto el busto del rey como el escudo del anverso son ligeramente mas pequeños que en el resto de las acuñaciones americanas de busto. Esta doble circunstancia es la que proporciona un aspecto diferente a estas monedas hasta el punto de que a un coleccionista neófito le puede parecer que se trata de falsificaciones, por separarse de la vista habitual de este tipo de piezas.
La pequeñez del busto y la anchura del módulo hacen que estas piezas presenten, tanto en anverso como en reverso, un campo mas extenso de lo normal, lo que es el detalle que nos llama la atención al primer golpe de vista. Estas piezas suelen tener una impresión de los cuños algo mas floja que la habitual, posiblemente debido al aumento de la superficie de contacto entre cuño y cospel, lo que produce con frecuencia vanos de acuñación, corrientes en las macuquinas, pero que raramente aparecen en las otras monedas de cordoncillo. Por ello, ejemplares en los que la impresión es muy completa, que suelen corresponder a las operaciones realizadas con nuevos cuños (sin desgaste), tienen siempre un cierto sobreprecio. La anchura del módulo produce también un mayor descentraje de los diseños, generalmente superior al de las otras piezas de busto.
Las características comentadas corresponden tanto a los ejemplares de este periodo con busto de Carlos III (FIGURAS 137.1, 137.2 y 137.3) como a las de Carlos IV con busto de Carlos III (FIGURA 137.4) y a las de Carlos IV con busto propio (FIGURA 137.5). Las fechas de Carlos III van desde 1784 a 1789, siendo las de 1789 y de 1790, del llamado tipo de transición con la leyenda a nombre de Carlos IV, pero con el busto de Carlos III, debido a que los troqueles con el nuevo busto del sucesor no había llegado aún a América. Las de 1791 a 1793 ya tienen la leyenda y el busto de Carlos IV, siendo su módulo del mismo tamaño que el de las anteriores.
La emisión de la pieza de 1789 con busto y leyenda de Carlos III corresponde a las llamadas acuñaciones póstumas, en las que al no haberse recibido aún noticia de la muerte del Rey que tuvo lugar en 1788 (dada la gran duración de la travesía del Atlántico) se continuaban emitiendo a nombre de anterior monarca. Al repartirse la tirada de esta pieza en 1789, con las de las piezas transicionales (al conocerse la muerte del rey), normalmente la rareza de ambas es algo mayor que la de las últimas piezas de Carlos III y las primaras de Carlos IV. En 1794 ya se reanuda la acuñación de piezas de Carlos IV con el tipo usual, con el mismo módulo y tamaño de busto y escudo, de las primeras piezas de Carlos III.
También es de notar que en Potosí y en Lima, todas las piezas de transición llevan el numeral del rey expresado en forma de IV en lugar de IIII en la forma que será usual para las piezas de Carlos IV posteriores, tanto de Potosí como de las otras Cecas, mientras que en Méjico las piezas de transición tienen el numeral de rey, expresado en las dos formas: IV y IIII. Las piezas de Potosí con el módulo grande tradicionalmente han tenido un ligero sobreprecio (especialmente para el 1791 de Carlos IV) con relación al de las de módulo normal, lo que creemos no está justificado por una menor tirada, ya que las estadísticas muestran que se acuñaron cantidades semejantes de plata en estos años (1784-1793) que en los que rodean a este periodo, por lo que esta circunstancia parece deberse a la tendencia de los coleccionistas a considerar estas piezas como pertenecientes a un tipo distinto, siendo por tanto objeto de la atención de quienes coleccionan los 8 Reales por tipos y cecas, pero no por años diferentes.
En entradas posteriores estudiaremos la rareza relativa de las piezas Hispanoamericanas de cordoncillo, haciendo estimación de sus tirajes a partir de los datos estadísticos, así como de diferentes hipótesis sobre el número de ejemplares que han sobrevivido, tanto por rey (tipo de moneda), como por años (tipo de pieza). No obstante, para valorar las piezas que ya figuran en esta entrada, nos resulta imprescindible adelantar algunas conclusiones que iremos justificando en entradas sucesivas, respecto a cada tipo de moneda.
En el caso de las monedas de Potosí, disponemos de datos respecto a sus tiradas, individualizadas por año, para las piezas de cada una de las denominaciones, desde 1800. Estas cifras se publican en KRAUSE 2002 y junto con las de Santiago desde 1772, son las únicas que nos permiten conocer con precisión los ejemplares acuñados en cada año, ya que el resto de las estadísticas disponibles tanto las de Méjico publicadas por Pradeau, como las de Lima y Potosí publicadas por Manuel Moreyra Paz Soldán se refieren únicamente a cantidades de plata acuñada, expresadas en Pesos, por lo que no es posible conocer con exactitud las cifras de ejemplares acuñados para cada denominación.
Las tiradas de las piezas de 8 Reales de Carlos IV de Potosí, citadas por KRAUSE 2002, para el periodo 1800-1808, oscilan entre 2 y 4 millones de ejemplares. A falta de las justificaciones que posteriormente realizaremos, baste decir que los 8 Reales de Carlos IV y Fernando VII de Potosí los valoraremos un 50% por encima de los de Méjico (50€ en F) con 75€ en F, 150€ en VF, 300€ en XF y 600€ en AU, y los de Carlos III y los del tipo de transición, en: 150€ en F, 300€ en VF, 600€ en XF y 1.200€ en AU. Duplicamos pues el valor de cada pieza con cada cambio de grado e igualmente consideramos a las de Carlos III con un valor doble a las de Carlos IV.
FIGURA 137.1
La pieza de la FIGURA 137.1 es un 8 Reales acuñado en Potosí en 1787 a nombre de Carlos III con los Ensayadores Pedro de Mazondo y Raimundo de Iturriaga, representados por las siglas PR. La valoración de esta pieza por parte de CALICÓ aumenta ligeramente de 1982 a 1994, de 7.500P a 9.000P, pasando después en 2008 bruscamente a 100€, lo que de alguna manera refleja el bache que tanto en términos monetarios como reales experimentó la cotización de este tipo de piezas en los años centrales del periodo 1980-2010.
Por su parte CAYÓN 1976 valora esta pieza en 2.200P en VG, 4.400P en F y 7.000P en V, mientras que CAYÓN 1980 lo hace en 10.000P en VF, manteniéndose esta misma cotización en 1998. Para este tipo de piezas las conservaciones que hemos indicado para las distintas emisiones del catálogo de CAYÓN creemos que corresponden a las correspondencias aplicables. De la evolución del precio de este tipo de piezas, también nos da cuenta VICENTI, con 2.000P en F, en 1968 y 5.000P en F, en 1978. En forma semejante se manifiesta PEIRO 2007 con 110€ en VF y 180€ en XF.
La presente pieza tiene muy buen relieve por su alta presión de acuñación, mostrándose completo el dije del manto y los trazos del pelo sobre la frente del rey. Por ello, le correspondería un grado VF- y un valor de 250€ (300€ en VF). El precio de mercado sería un 40% inferior a este valor por las corrosiones limpiadas que aparecen encima de la cabeza del rey en el anverso, llegando solamente a 150€.
FIGURA 137.2
La pieza fotografiada en la FIGURA 137.2 es un 8 Reales acuñado en Potosí por Carlos III en 178, con los mismos Ensayadores PR. Las valoraciones de CALICÓ y CAYÓN para esta pieza son similares a las de la fecha anterior. En este mismo sentido se manifiestan otros autores como VICENTI y PEIRO. La conservación de esta pieza es claramente mejor que la anterior por mostrar una mayor definición en los detalles interiores de las figuras del escudo del reverso, así como en las líneas de pliegue del manto de rey.
Por tanto, en nuestra opinión la pieza llega al grado VF al que le correspondería un valor de 300€. No obstante, las grandes concreciones que presenta la pieza tanto en anverso como en reverso, cuya remoción creemos dejaría a la vista fuertes oxidaciones en la plata, dividen su precio de mercado hasta la tercera parte de este valor: 100€. Sierva esto de ejemplo para la estimación de defectos en las piezas que en nuestra opinión no deben influir en la fijación de su grado, pero sí en la estimación del precio de mercado.
FIGURA 137.3
La pieza que aparece en la FIGURA 137.3 es un 8 Reales de Carlos II acuñada en la misma fecha y Ceca que las de la moneda anterior. En este caso se evidencian vanos de acuñación tanto en anverso como el reverso que tal como hemos indicado anteriormente, suelen ser normales en este tipo de piezas, pero que disminuyen su valor cuando son excesivamente notorias. Habiendo ya indicado los precios esta pieza en distintas conservaciones para un cierto número de autores, diremos que los precios de esta fecha en KRAUSE 2002 son: 35 dólares en VG, 70$ en F, 100$ en VF y 175$ en XF. Estos precios nos parecen aceptables en las conservaciones inferiores (VF y F) pero en nuestra opinión, la realidad del mercado actual los hace superiores para el caso de las conservaciones mas altas (VF y XF).
La presenta pieza no presenta ningún detalle interior del dije del manto del rey, así como ninguna línea de pelo completa sobre la frente del rey, y desgaste en las cabezas de los leones y los pies de los castillos del escudo del reverso. En estas condiciones su grado es F, siendo su valor y precio de mercado de 150€.
FIGURA 137.4
La pieza cuya fotografía aparece en la FIGURA 137.4 es un 8 Reales acuñado en Potosí en 1790 con el busto de Carlos III, pero con la leyenda a nombre de Carlos IV, tratándose pues del tipo llamado de transición. Los Ensayadores son los mismos que los de las piezas anteriores. Este tipo transicional presenta un valor aproximadamente un 50% superior al de los tipos de Carlos III, tanto para CALICÓ como para CAYÓN, aunque en el caso de CALICÓ esta sobrevaloración solo se da en la emisión de 2008. VICENTI también apunta en este mismo sentido, con 3.000P en 1968 y 7.000P en 1978 en grado, mientras que PEIRO en VF asigna un sobreprecio muy pequeño: 120€ en VF, y algo mayor en XF: 275€. KRAUSE 2002 también sobreprecia este tipo muy ligeramente con relación al de Carlos III con leyenda propia. Para el 1790: 45$ en VF, 72,5$ en F, 120$ en VF y 200$ en XF. Nosotros volvemos a decir respecto a la adecuación de precio y grado, en el KRAUSE 2002, para esta pieza, lo que ya manifestamos para la pieza anterior.
Esta pieza presenta un grado de conservación muy diferente en su anverso y en el reverso debido básicamente a la flojedad de la acuñación del reverso. En principio correspondería XF para el anverso, mientras que resultaría difícil llegar mas allá de F, en el reverso, al resultar imposible diferenciar el gastaje debido a acuñación del debido a circulación. Promediando ambos grados, llegaríamos a VF para la pieza en su conjunto, por lo que su valor y precio de mercado sería de 300€.
FIGURA 137.5
Por último la pieza que aparece en la FIGURA 137.5 es un 8 Reales acuñado en 1792 en Potosí a nombre de Carlos IV con los mismos Ensayadores anteriores (PR). La valoración de esta pieza para CALICÓ en 1982 y 1994 es solo ligeramente inferior a las correspondientes de Carlos III, mientras que en la edición de su catálogo de 2008 la asigna el mismo precio que a aquellas. CAYÓN, sin embargo, aunque en 1976 fija un valor prácticamente de la mitad a esta pieza respecto a las correspondientes de Carlos III, sin embargo en las ediciones de 1980 y 1998 fija unos valores prácticamente equivalentes.
Tradicionalmente la pieza de Potosí de 1791 de Carlos IV se ha valorado bastante mas alta que las del resto de piezas de Potosí de este rey, llegando en subastas celebradas en los años 60 a unos precios de salida de 5.000P, frente a 1.000P de las otras piezas. Actualmente la pieza de 1791 conserva un cierto sobreprecio, aunque no tan acusado como anteriormente, respecto a la pieza de 1792 y 1793, aunque tenga el mismo módulo. No suelen presentarse diferencias en los precios de salida de ambas piezas en las subastas, respecto a las del resto de los años, aunque sí en los de adjudicación, con ligero sobreprecio sobre los de aquellas.
El presente ejemplar presenta un desgaste generalizado, pese a que conserva bastante relieve debido a su buena presión de acuñación. La pieza tiene algún brillo original así como el detalle interior completo del dije del manto del rey. En el reverso aparece borrada la V de la parte derecha de la leyenda sobre las columnas de Hércules (PLVS), así como el león del tercer cuartel del escudo del reverso. En estas condiciones su grado es F+ y su valor y precio de mercado 100€.
17. THE 8 REALES OF LARGE DIAMETER OF POTOSÍ
Once located in its monetary and historical context, the Ducatones and Patagones from: Philip II, Albert and Elizabeth, Philip IV, Charles II and Philip V, issued in the Spanish Netherlands and analyzed several coins of this kind, from the point of view of their numismatic value, we enter fully into the central part of this volume dedicated to the dollar type coins and its predecessors, with posts in which we will list the issues of 8 real of : Philip V, Ferdinand VI, Charles III, Charles IV and Ferdinand VII, minted with steering wheel press, using the force of hydraulic mills and with cord in the edge, by stamping to lettering.
This will allow us to get to the latest posts of the volume, dedicated to the study of the coins of 8 real issued by the American independent countries, carved with the same metric than the Spanish ones, and the subsequent coinages of dollars or pesos already minted with the energy from presses moved by steam or electricity, which in most of the cases have also continued with the old metric Spanish weight and assay value.
The issue of 8 real of cord is a consequence of the monetary reform undertaken by Philip V, through the Ordinance of 1728, which affected both the Peninsular coinages of gold and silver, as the American ones of: Mexico, Lima, Potosí, Guatemala and Santiago. The application of this Ordinance ended up assuming the monetary unification in the Spanish Empire, ending the use of appellations of old silver, new silver, American silver and provincial silver, which hindered the trade. These coins are denominated in real of silver coins of: 8, 4, 2, 1 and half real of silver. Its popular name in America was that of Strong Pesos, or simply pesos, and Spain, 5 peseta coin. Its value in currency account, after the currency swings of the time of the Habsburgs, became stabilized 20 reales of bullion coins, stipulating the contract in one or another currency: maravedís (34 maravedís for 1 bullion real), silver real or real of bullion.
The reform also affected the gold, in which coins of 8, 4, 2, 1 and half escudos, were issued with equivalence for the escudo, of 16 silver real, 320 of bullion coins and 1,088 maravedís. The coins of gold and silver assay value amounted approximately to 900 thousandths, with a relationship of value between the two metals from 1 to 1. Another currency account as the Ducat dating from medieval times was left for effective use. The weight of the coins of 8 escudo (26,7 grams) was equivalent to the one of the of 8 real of silver, with a content of precious metal of about 24 grams. As for the types, in 1732 began the coinage of the columnarios in Mexico, in 1752 in Lima and in 1767 in Potosí. These issues, after a period of transition in which they were coined together, they ended up replacing the cob coins whose differences in weight and assay value and its ease of forgery were much higher. At the same time, started in 1752 the so-called emissions of bust, with the portrait of the King with the laurel crown and the beastplate and the cloack as the Roman way, that replaced the ones of the columnarios, simultaneously in all the American mints.
In this post we will analyse the coins called large diameter of Potosí, issued in the name of Charles III and Charles IV, in the period 1784-1793. These are the unique bust coins of these two kings that already at first sight we can appreciate that they have a different aspect, so it is possible to make its allocation to the time of Potosí, contemplating only the front of these coins. This different aspect is due to two factors. On the one hand, the diameter of these coins is slightly bigger, and therefore, although this is not noticeable at first sight, its thickness is lower. And on the other hand, both the bust of the king and the front shield are slightly smaller than the rest of the American coinages of bust coins. This double circumstance is the one which gives a different look to these coins until the point that a neophyte collector may said that it is counterfeit, by being separated from the usual aspect of this kind of coins.
The smallness of the bust and the width of the diameter make that these coins shown, both on the front and on the back, a field more extensive than normal, what is the detail that attracts attention at the first view. These coins usually have an impression of the stamps something more loose that usual, possibly due to the increased surface contact between stamp and token, causing often openings of coinage, usual in the cob coins, but that rarely appear on other cord coins. Therefore, the copies in which the impression is very comprehensive, that often correspond to operations with new stamps (without wear), have always a certain overprice. The width of the diameter also produces a greater decentring of the designs, usually higher than the other bust coins.
The guided characteristics correspond both to the copies of this period with the bust of Charles III (figures 137.1, 137.2 and 137.3), as the ones of Charles IV with the bust of Charles III (figure 137.4) and the ones of Charles IV with own bust (figure 137.5). The dates of Charles III range from 1784 to 1789, the being of 1789 and 1790, of the so-called type of transition with the legend in the name of Charles IV, but with the bust of Charles III, because the stamp with the new bust of the successor had not even reached America. The ones from 1791 to 1793 already have the legend and the bust of Charles IV, still its same size as the previous diameter.
The issue of the coin of 1789 with bust and legend of Charles III corresponds to the so-called posthumous coinages, in which having not received yet the news of the death of the king which took place in 1788 (given the great length of the crossing of the Atlantic) was continued being emitted in the name of the previous monarch. Sharing the print run of this coin in 1789, with the transitional coins (upon the death of the king), usually the rarity of both is slightly higher than the last coins of Charles III and the first of Charles IV. In 1794 were minting again the coins of Charles IV with the same diameter, size of bust and shield, the first coins of Charles III.
It is also worth noting that in Potosí and Lima, the coins of transition have the numeral of the king expressed in the form of IV instead of IIII in the form that will be usual for the coins of Charles IV later, both of Potosí and the other mints, while in Mexico the transition coins have the numeral of the king expressed in two forms: IV and IIII. The coins of Potosí with the large diameter traditionally have had a slight surcharge (especially for the 1791 of Charles IV) with regard to the one of the of normal diameter, what we believe is not justified for a smaller print run, as the statistics show that similar quantities of silver were minted in these years (1784-1793) than those around this period which is why this circumstance appears due to the tendency of the collectors to consider these as belonging to a different type coins, being therefore subject of the attention of those who collect the 8 real types and mints, but not for different years.
In later posts, we will study the relative rarity of the Hispano-American cord coins, making estimation of its coinages from statistical data, as well as different assumptions about the number of copies that have survived, by king (type of currency), both by years (type of coin). However, to assess the coins already contained in this post, we find it imperative to bring forward some conclusions that we will be justifying in successive posts, with respect to each type of coin.
In the case of the coins of Potosí, we have data regarding their print run, identified by year, for the coins of each of the denominations, since 1800. These figures are published in Krause 2002, along with the ones of Santiago from 1772, are the only ones that allow us to know accurately the minted copies every year, because the rest of the available statistics both of Mexico published by Pradeau, as the ones of Lima and Potosí published by Manuel Moreyra Paz Soldán refer only to quantities of coined silver expressed in dollars, so it is not possible to know with accuracy the figures of the copies minted for each denomination.
The print runs of the coins of 8 real of Charles IV of Potosí, quoted by Krause 2002, for the period 1800-1808, range between 2 and 4 million copies. In the absence of the justifications we will subsequently make, it is enough to say that the 8 real of Charles IV and Ferdinand VII of Potosí evaluate them a 50% over the ones of Mexico (€50 in F) with €75 in F, €150 in VF, €300 in XF and €600 in AU, and those of Charles III and those of the transition type, for: €150 in F, €300 in VF, €600 in XF and €1,200 in AU. We therefore doubled the value of each coin with each change of degree and also consider those of Charles III with a double value than those of Charles IV.
The coin of the figure 137.1 is an 8 real coined in Potosí in 1787 in the name of Charles III with the assayers Pedro de Mazondo and Raymond de Iturriaga, represented by the abbreviations PR. The value of this coin by Calicó slightly increases from 1982 to 1994, from P7,500 to P9,000, turning later in 2008 sharply to €100, somehow reflecting the slump that both in monetary terms as real experienced the price of this type of coins in the central years of the period 1980-2010.
Meanwhile Cayón 1976 appreciated this coin for P2,200 in VG, P4,400 in F and P7,000 in V, while Cayón 1980 makes for P10,000 in VF, maintaining this same quote in 1998. For this type of coins the conservations that we have indicated for different issues of the catalogue of Cayón we believe that they correspond to the applicable correspondence. The evolution of the price of this kind of coin, also gives us Vicenti, with P2,000 in F, in 1968 and P5,000 in F, in 1978. In a similar way Peiro 2007 manifests with €110 in VF and €180 in XF.
This coin has very good relief for its high pressure of coinage, showing complete the charm of the cloak and the strokes of hair on the forehead of the king. Therefore, it would be a VF- degree and a value of €250 (€300 in VF). The market price would be 40% below this value by cleaned corrosions appearing on the top of the King's head on the front, only reaching €150.
The coin photographed in the figure 137.2 is an 8 real minted in Potosí by Charles III in 178, with the same Assayers PR. The valuations Calicó and Cayón for this coin are similar to the earlier date. Other authors such as Vicenti and Peiro manifested themselves in this same direction. The preservation of this coin is clearly better than the previous one to show a better definition of the interior of the figures in the shield of the front details, as well as the fold lines of the cloak of the king.
Therefore, in our view the coin reaches the VF degree so it would have a value of €300. However, the large concretions that presents the coin both on the front and on the back, whose clearance we believe would leave in the view a strong oxidation in the real, they divide its market price until the third part of this value: €100. This is an example for the estimation of the defects in coins which in our opinion must not influence in fixing their degree, but in the estimation of the market price.
The coin that appears in the figure 137.3 is an 8 real of Charles II minted in the same date and mint than the previous one. In this case openings of coinage are shown both in the front as in the back as we have indicated previously, it is often normal in this type of coins, but that decrease their value when they are excessively notorious. Having already indicated prices this coin in various conservations for a number of authors, we would say that the prices of this date in Krause 2002 are: $35 in VG, $70 in F, $100 in VF and $175 in XF. These prices seem acceptable in the lower conservations (VF and F) but in our opinion, the reality of market of today makes them higher in the case of the higher conservations (XF and VF).
The coin does not have any internal details of the charm of the cloak of the king, as well as any line complete of hair in the forehead of the king, and wear in the heads of the lions and the foot of the castles of the shield of the back. In these conditions the degree is F, its value and market price of €150.
The coin whose photograph appears on the figure 137.4 is an 8 real coined in Potosí in 1790 with the bust of Charles III, but with the legend in the name of Charles IV, being therefore the so-called transition type. The assayers are the same as the previous coins. This transition type has a value approximately 50% exceeding of the types of Charles III, both for Calicó and Cayón, although in the case of Calicó this overvaluation only occurs in the issue of 2008. Vicenti also points in this same sense, with P3,000 in 1968 and P7,000 in 1978 in degree, while Peiro in VF assigns a very small surcharge: €120 in VF, and somewhat higher in XF: €275. Krause 2002 also surchagred this type very slightly in relation to the one of Charles III with own legend. For the 1790: $45 in VF, $72,5 in F, $120 in VF, $200 in XF. We return to say with regard to the adequacy of price and degree, in the Krause 2002, for this coin, which we already have for the previous coin.
This coin shows a degree of a very different conservation on its front and on the back side basically due to the dull of the coinage of the back. In principle it would be corresponding to XF for the front, while it would be difficult to get more than F, on the back, to be impossible to differentiate wear due to due to the coinage than the one due to the circulation. Averaging both degrees, we would come to VF for the coin as a whole, so its value and market price would be €300.
Finally the coin that appears in the figure 137.5 is an 8 real coined in 1792 in Potosí in the name of Charles IV with the same previous assayers (PR). The value of this coin for Calicó in 1982 and 1994 is only slightly inferior to those of Charles III, while in the edition of his catalogue of 2008 assigns it the same price as those. Cayón, however, although in 1976 set worth almost half to this coin as for the corresponding of Charles III, however in the editions of 1980 and 1998 sets practically equivalent values.
Traditionally the coin of Potosí in 1791 of Charles IV has valued quite higher than the rest of the coins of Potosí of this king, reaching in auctions held in the 1960s some output prices of P5,000, to P1,000 of the other coins. Currently the coin of 1791 retains a true surcharge, but not so sharp as above, as for the coin of 1792 and 1793, although it has the same diameter. They do not show differences in output prices in both coins in auctions, with respect to the rest of the years, but it does in those of the sale, with a slight surcharge on those.
The copy shows a generalized wear, while it retains enough relief due to its good pressure of coinage. The coin has some original brightness as well as the complete interior detail of the said of the cloak of the king. In the back appears deleted the V of the right side of the legend on the columns of Hercules (PLVS), as well as the lion of the third quadrant of the shield of the back. In these conditions the degree is F and its value and market price, €100.
La política expansionista seguida por Felipe II en relación con Holanda e Inglaterra terminó con la muerte del monarca en 1598. La posibilidad de restaurar la Universalidad Cristiana, basada en la alianza entre el Sacro Imperio y su prolongación en la Monarquía Hispánica (ambas regidas por la Casa de Hagsburgo) y el Papado como rectores, temporal y espiritual, de la Cristiandad se había desvanecido completamente con la consolidación de la Reforma Protestante en Inglaterra, Holanda y los Países Nórdicos, por lo que el mantenimiento de la unidad católica de Europa, ya no era un objetivo alcanzable.
Este sentimiento de pesimismo responsable será el que impregne todo el reinado de Felipe II y del Duque de Lerma como ministro principal del monarca en quién quedaron depositados todos los instrumentos ejecutivos de gobierno, durante la mayor parte del reinado. Lerma, con independencia de la corrupción económica que a favor de su familia y clientela política introdujo en la hacienda real, comprendió pronto que si los delicados equilibrios entre los suministros de metales preciosos americanos y el coste de los ejércitos españoles en Italia y Flandes, no habían impedido cuatro bancarrotas sucesivas durante el reinado anterior, la situación ahora era mucho peor como consecuencia del decrecimiento del ritmo del sistema de arribada de los metales americanos, en la medida en que se hacía necesarios nuevos yacimientos y nuevas tecnologías para asegurar los suministros.
Por ello, necesariamente el gobierno de Felipe II ejercido a través de su ministro hubo de ser necesariamente conservador, con el reconocimiento de que ya no era posible mantener tres frentes abiertos, al mismo tiempo: Francia, los Países Bajos e Inglaterra. Así, en 1598 se llega a una paz con Francia que se prolongaría hasta la entrada de Richelieu, ya con Luis XIII, en la Guerra de los 30 Años, mientras que los enfrentamientos religiosos entre católicos y hugonotes ensangrentaban el país. En cuanto a los Países Bajos, la entrega de los mismos a Alberto de Austria, hijo del Emperador, como dote en su matrimonio con Isabel Clara Eugenia, hija del Rey Felipe II, fue un intento de orientar la política hacia una conciliación que limitara la rebeldía a los territorios del Norte y que permitiera conservar el sur de Flandes y el Bramante.
En este sentido se movió la actuación del Archiduque Alberto que en 1604 con el tratado de Londres suscrito con Jacobo I, que había sucedido a Isabel, que puso fin a las hostilidades con Inglaterra, y hasta cierta medida, al apoyo que ésta prestaba a los independentistas de las Provincias Unidas. En cuanto a los Países Bajos, la toma de Ostende por Ambrosio Spinola en 1604 y un aumento temporal en la remesas de plata americana (1602-1603) permitieron prolongar la ofensiva hasta el corazón de Holanda, llegando hasta Frisia, interrumpiendo la comunicación de ésta con Alemania. Pese a ello, la campaña de Yssel hubo de darse por terminada en 1606 ante la resistencia Holandesa y las dificultades para asegurar el pago de los salarios a los soldados del ejército multinacional que conformaban los Tercios españoles.
De esta manera el Archiduque Albero concluyó un arto al fuego con Holanda en marzo de 1607 que constituyó el prologo de la llamada Tregua de los 12 Años firmada con los Países Bajos en 1609, que constituyó un reconocimiento implícito de la independencia de las Provincias Unidas, dentro de las cuales, además, no fue posible garantizar la libertad de cultos para la población católica. No obstante, la paz las escaramuzas marítimas con la poderosa flota comercial holandesa prosiguieron, tanto en el Caribe, como en Indonesia.
En 1618 ya en los años finales de esta tregua, tuvo lugar en un obscuro lugar de Bohemia, la llamada defenestración de Praga, que supuso la chispa que avivó la Guerra de los 30 Años que, por espacio de ese tiempo, enfrentó a la Casa de Austria con los Príncipes protestantes alemanes, sucesivamente apoyados por los luteranos daneses y suecos, y finalmente, por Francia. Esta Guerra liquidada por la Paz de Westfalia en 1648, con el reconocimiento de la soberanía de los Príncipes protestantes alemanes en sus Estados, supuso el reconocimiento internacional de las Provincias Unidas y la liquidación de la hegemonía española en Europa.
Si bien el apoyo de España a los Hagsburgos Austriacos fue acordado por Felipe III en 1618, llevado por razones familiares y dinásticas, la implicación a fondo de la monarquía española en la Guerra de los 30 Años, se produjo principalmente por la decisión del Conde Duque de Olivares, ministro principal de Felipe IV, que al subir éste al trono tras la muerte de Felipe III en 1621, decidió poner fin a la tregua con Holanda mas por razones de Política comercial en América para defender el monopolio del intercambio con la colonias americanas, que por motivos de carácter religioso. En el comienzo de esta lucha, se consiguieron ciertos éxitos como la captura de la ciudad de Bahía en Brasil, ocupada por Holanda, que hubo de rendirse ante la acción de una potente escuadra hispanolusa, con 52 barcos de Guerra y una fuerza expedicionaria de mas de 12000 hombres.
También en Holanda, el ejército español consiguió importantes triunfos en el periodo 1624-1626, en el que logro la toma de Breda, estratégica plaza fuerte holandesa, inmortalizada por Velázquez en su famoso cuadro La Rendición de Breda. Sin embrago, el interés español en establecer una base naval y comercial en el Báltico bajo el control de la Casa de Austria, supuso el enfrentamiento, primero con Dinamarca, y luego con Suecia, lo que pese a la derrota de ésta en Nordlingen a manos del Cardenal Infante Fernando, supuso el germen de la entrada de la católica Francia en la guerra, a favor de los protestantes alemanes. Finalmente, la derrota de España a manos de Francia en Rocroi en 1643, supuso el fin de las esperanzas españolas en la recuperación de los Países Bajos.
A partir de ese momento, la soberanía española se extendió únicamente al territorio de las Provincias del Sur (la actual Bélgica), hasta el momento en que en el transcurso de la Guerra de Sucesión española (1700-1714), fueron invadidas por las tropas austriacas, defensoras del archiduque Carlos en su pugna con Felipe IV, candidato de Luis XIV, para la provisión del trono de España e Indias tras la muerte de Carlos II. El primer paso para el dominio de Flandes por los austriacos, fue la victoria de Margorongh en Ramilles tras la que se produjo la caída de Bruselas, y el 23 de junio la de Amberes, renunciando Felipe V en 1709 a todos sus derechos sobre los Países Bajos a favor de Maximiliano, Príncipe elector de Baviera, renuncia que quedó confirmada, otorgando a Austria la soberanía sobre estos territorios, en los tratados de Utrecht y Rastadt que liquidaron la Guerra de Sucesión.
Desde el punto de vista numismático, los reinados de: Felipe IV, Carlos II y Felipe V hasta 1706, supusieron la continuidad en la emisión de Ducatones y Patagones de plata, con un peso unos 32 gramos y 29 gramos respectivamente. Todas estas piezas continuaron siendo acuñadas a martillo en las Cecas de Amberes (FIGURAS 136.2 y 136.5) y Bruselas (FIGURAS 136.3 y 136.4), principalmente. Tanto Alberto y Isabel como Felipe IV acuñaron también Ducatones y Patagones (solo con Alberto e Isabel) en Tournai (FIGURA 136.1), algo mas escasos que los producidos en Amberes y Bruselas. La marca de la Ceca de Amberes (la mas prolífica) es una mano extendida con los dedos hacia arriba; la marca de Bruselas, una cabeza de ángel, y la marca de Tournai, una torre fortificada. La Ceca del Bramante que acuñó monedas mas raras fue la de Bois le Duc, utilizando un árbol como marca de Ceca.
A partir de 1687 se generalizó la acuñación de Ducatones y Patagones en prensa de volantes, con el retrato de Carlos II ya maduro. Las piezas a nombre de Felipe IV, del periodo 1702-1705 son todas ellas, en mayor o menor medida, Raras, por lo que las valoramos con un precio doble del de las piezas comunes de los restantes monarcas. También son Muy Raros lo Dobles Ducatones y Patagones con un peso doble (doble espesor) y un valor de cuatro veces el de los Ducatones y Patagones simples y Rarísimos los triples Ducatones con un valor de ocho veces el de las piezas simples. Los tirajes de las piezas del Bramante son citados por HERRERA 1914 en base a los datos investigados por De Witte. Estos datos no siempre se refieren a años completos, por lo que nosotros hemos tomado para el análisis de las piezas de este tipo, las cifras indicadas en el libro referido en la entrada anterior “Las Monedas del Bramante” (1600-1790) que correlacionan notablemente con las anteriores.
Figura 136.1
La pieza mostrada en la FIGURA 136.1 es un Patagón acuñado en Tournai a nombre de Alberto e Isabel no fechado. La marca de Ceca es una torre. Esta pieza, es citada por CAYÓN 1976 como acuñada en Mons, no incluyéndose piezas con la marca de Tournai. Para ellas el valor citado es aproximadamente el doble del de las piezas de las cecas mas comunes. Este valor se eleva a 24.000P en CAYÓN 1980, mientras que en la redición de CAYÓN del HERRERA 1914 (1992), se valora en 25.000P. DAVENPORT 1984, fija unos precios mas reducidos: 100$ en VF y 225$ en XF.
La presente pieza tiene un desgaste muy generalizado, no siendo visibles ninguno de los detalles interiores del escudo imperial en el reverso. Por ello, de acuerdo con la escala de precios que venimos manejando, su valor en F-, sería de 40€. No obstante, por su buena pátina y la rareza relativa de su Ceca, elevamos este valor hasta un precio de mercado de 60€.
Figura 136.2
La pieza cuya fotografía aparece en la FIGURA 136.2 es un Ducatón acuñado en Amberes en 1635 a nombre de Felipe IV. En ella, como en todas las emisiones de 1628-1636 se muestra al monarca con cuello almidonado. Los títulos del Rey además de los de España e Indias, son el de Duque de Borgoña, Bramante y Zelanda. El tiraje de esta pieza, común a los años 1634 y 1635, es de: 1.236.298 ejemplares, siendo los precios indicados en el libro citado anteriormente (1974): 1500FB en F, 3.000FB en VF y 6.000FB en XF (1 FB = 2,5 P en 1974).
Los precios en CAYÓN son algo mas elevados: 8.500P en 1976 y 16.000P en 1980. DAVENPORT 1984 valora este tipo, algo mas alto que el posterior (sin cuello almidonado) con: 200$ en VF y 375$ en XF. Esta pieza tiene una pátina completa intocada con gastaje solo en las partes mas altas del pelo del Rey. Tiene además la armadura completa, apreciándose solo gastaje en los castillos y leones del escudo imperial del reverso. En esta condiciones, su grado es VF+, por lo que su valor y precio de mercado, de acuerdo con la escala de precios que proponemos, es de 270€.
Figura 136.3
La pieza mostrada en la FIGURA 136.3 es un Ducatón acuñado en Bruselas a nombre de Felipe IV en 1662, correspondiendo al tipo sin cuello almidonado acuñado entre 1640 y 1665. El tiraje de esta pieza es de 285.361 ejemplares. Los precios según el libro indicado, para esta pieza serían: 1.300FB en F, 2.500FB en VF y 5.000FB en XF; CAYÓN, al tratarse de la Ceca de Bruselas, valora esta pieza aproximadamente en un 50% mas que la de Amberes: 12.000€ en 1976, 18.000€ en 1980 y 30.000€ en 1992; todo ello para piezas en conservación BC+ que consideraremos equivalente a F- en la escala que venimos manejando. DAVENPORT 1984 valora esta pieza en 175$ en VF y 350$ en XF.
El presente ejemplar presenta un extraordinario desgaste, no apreciándose detalle alguno ni del pelo ni de la barba del Rey. En el anverso solamente es visible una pequeña parte de la armadura, mientras que en el reverso el león de la derecha del escudo está completamente borrado. En estas condiciones, su conservación no sobrepasa el grado G+, por lo que su valor y precio de mercado es solamente de 40€ (50€ en VG y 25€ en G).
Figura 136.4
La pieza de la FIGURA 136.4 es un Patagón acuñado en Bruselas a nombre de Felipe IV en 1649, en el que aparece con los títulos de Rey de España e Indias, Duque de Borgoña y Conde de Flandes. El tiraje de este Patagón, correspondiente a este año, indicado en el libro citado es de: 72.348 ejemplares. Esta pieza fue emitida desde el año 1621 al de 1663. Los precios en el libro citado son: 1.500FB en F, 3.000FB en VF y 6.000FB en XF, todos ellos en 1974. Los precios para CAYÓN van elevándose proporcionalmente en el tiempo (en F-): 12.000P, 20.000P y 25.000P en 1976, 1980 y 1992, respectivamente. DAVENPORT 1984 valora esta pieza, como todos los Patagones, con valores aproximadamente mitad de los de los Ducatones: 100€ en VF y 225$ en XF.
La presente pieza presenta la corona sobre la cruz de San Andrés del anverso prácticamente sin desgaste. En el reverso el desgaste solo se puede apreciar en las partes mas altas de los castillos y leones del escudo imperial. Además esta pieza presenta todavía considerable cantidad de su brillo original, por lo que su grado es VF. En estas condiciones su valor y precio de mercado es de 100€.
Figura 136.5
Por último la FIGURA 136.5 reproduce un Ducatón de Felipe V, acuñado en Amberes en 1703, con la marca de esta Ceca (mano extendida) bajo el busto del Rey. Esta variedad corresponde a la del busto pequeño del monarca, algo mas corriente que la de busto algo mas ancho. El tiraje de esta pieza correspondiente al conjunto de los años 1703 y 1704, es de 427.920 ejemplares. No obstante esta tirada , este tipo de moneda es considerablemente mas raro que el de los Ducatones de los reyes anteriores, debido a que tras el paso de la soberanía de los Países al Pretendiente Carlos III, posteriormente Emperador de Austria como Carlos VI, la mayor parte de estas piezas fueron fundidas para emitir los siguientes Ducatones a nombre del Archiduque Carlos.
En este sentido se manifiesta la obra citada sobre las monedas del Bramante, con: 3.300FB en F, 6.500FB en VF y 13.000FB en XF. CAYÓN 1976 y CAYÓN 1980 valoran esta pieza, creemos que mas bajo que la tendencia del mercado. Por el contrario, en la valoración de CAYÓN de las piezas incluidas en la reedición de 1992 de HERRERA 1914, ya el valor de esta pieza se acerca a la estimación del mercado: 70.000P en F- en 1992. En este mismo sentido se manifiesta DAVENPORT 1984, con valores de mas del doble del de los Ducatones de Amberes de reyes anteriores: 500$ en VF y 1.000$ en XF.
El relieve que presenta la cabellera del Rey en este tipo de moneda es muy alto (prácticamente similar al usual en medallas) por lo que es extraordinariamente difícil encontrar ejemplares en los que no se aprecien signos de desgate. Esta pieza presenta evidente desgaste solamente en la parte mas alta del pelo del Rey en el anverso, mientras que su reverso se encuentra prácticamente en XF. En estas condiciones, graduaremos este ejemplar en VF+. Como ya hemos indicado, al considerar esta pieza como Rara, su valor y precio de mercado sería el doble del de los Ducatones comunes de reyes anteriores (260€ en VF+): 520€.
16. THE DUCATONS AND PATAGONS OF BRAMANTE OF PHILIP IV AND PHILIP V The expansionist policy pursued by Philip II with regards to Holland and England ended with the death of the monarch in 1598. The possibility of restoring the Christian universality, based on the Alliance between the Holy Roman Empire and its extension in the Spanish monarchy (both governed by the House of Hapsburg) and the Papacy as rectors, temporal and spiritual of the Christianity had vanished completely with the consolidation of the Protestant Reformation in England, Holland and the Nordic countries, which is why the maintenance of the Catholic unity in Europe, it was no longer an attainable goal.
This feeling of responsible pessimism will be the one that permeated throughout the reign of Philip II and the Duke of Lerma as Chief Minister of the monarch in who all executive instruments of Governmen were deposited during the greater part of the reign. Lerma, independently of the economic corruption that his family and political clientele introduced in the Royal Treasury, quickly understood that if the delicate balances between the supplies of American precious metals and the cost of the Spanish armies in Italy and Flanders had not prevented four successive bankruptcies during the previous reign, the situation now was much worse as a result of the decrease in the rate of the system of American metals arrival, that made necessary new deposits and new technologies to ensure supplies.
Therefore, necessarily the Government of Philip II exercised through his Minister had to be necessarily conservative, with the recognition that it was no longer possible to maintain three fronts opened, at the same time: France, the Netherlands and England. Thus, in 1598 he got to a peace with France, which lasted until Richelieu arrived and with Louis XIII, in The 30 Years War, while the religious clashes between Catholics and Huguenots stained the country with blood. As for the Netherlands, the surrender of them to Albert of Austria, the Emperor’s son, as a dowry in his marriage with Isabella Clara Eugenia, daughter of Philip II, was an attempt to guide policy towards a conciliation that would limit the rebellion to the territories of the North and that would preserve the South of Flanders and the Bramante.
The performance of Archduke Albert moved in this sense who in 1604 with the Treaty of London signed with James I, who had succeeded Isabel, who put an end to the hostilities with England, and to some extent, to the support that she lent to the independence of the United provinces. As for the Netherlands, the seizure of Ostend by Ambrosio Spinola in 1604 and a temporary increase in the shipments of American silver (1602-1603) made it possible to prolong the offensive into the heart of holland, reaching as far as Friesland, interrupting the communication between her and Germany. Despite this, Yssel campaign had to be terminated in 1606 because the Dutch resistance and the difficulties to ensure the payment of wages to soldiers in the multinational army that formed the Spanish thirds.
Thus, the Archduke Albert concluded a cease-fire with Holland in March 1607, which constituted the prologue of the so-called the Truce of the 12 years signed with the Netherlands in 1609, which constituted an implicit recognition of the independence of the United provinces, within which, moreover, it was not possible to guarantee the freedom of worship for Catholics. However, the peace and the skirmishes maritime with the powerful Dutch commercial fleet continued, both in the Caribbean and Indonesia.
In 1618, in the final years of this truce, it took place in a dark place of Bohemia, the so-called defenestration of Prague, which was the spark that fuelled the 30 years war which, for a period of that time, faced the House of Austria with the German Protestant princes successively supported by Lutheran, Danish and Swedish, and finally, by France. This war settled by the peace of Westphalia in 1648, with the recognition of the sovereignty of the German Protestant princes in their States, led to the international recognition of the United provinces and the liquidation of Spanish hegemony in Europe.
While the support of Spain for the Austrians Habsburgs was agreed by Philip III in 1618, led by dynastic and familiar reasons, the deeply involvement of the King of Spain in the 30 Years War took place mainly by the decision of the Count Duke of Olivares, Chief Minister of Philip IV, who, when the last came to the throne after the death of Philip III in 1621, decided to put an end to the truce with Holland, more for reasons of commercial policy in America for defending the monopoly of trade with the American colonies, than for reasons of a religious nature. At the beginning of this struggle, certain successes were achieved as the capture of the city of Bahia in Brazil, occupied by Holland, which had to surrender to the action of the Spanish and Portuguese powerful Squadron, with 52 warships and an expeditionary force of more than 12,000 men.
Also in Holland, the Spanish army achieved important triumphs in the period 1624-1626, when it achieved the seizure of Breda, strategic Dutch stronghold square, immortalized by Velázquez in his famous painting The surrender of Breda. However, the Spanish interest in establishing a naval and commercial base in the Baltic under the control of the House of Habsburg, meant the confrontation, first with Denmark, and then with Sweden, what, despite the defeat of this in Nordlingen at the hands of the Cardinal Infante Ferdinand, was the germ of the entry of the Catholic France in the war, in favour of the German Protestants. Finally, the defeat of Spain at the hands of France in Rocroi in 1643 marked the end of the Spanish hopes in the recovery of the Netherlands.
Thereafter, the Spanish sovereignty was extended only to the territory of the provinces of the South (current Belgium), until the moment when, during the War of the Spanish Succession (1700-1714), they were invaded by the Austrian troops of Archduke Charles in his conflict with Philip IV, candidate of Louis XIV for the provision of the Spain and Indian throne after the death of Charles II. The first step in the domain of Flanders by the Austrians was the victory of Margorongh in Ramillies after which the fall of Brussels occurred, and on 23 June that of Antwerp, giving Philip V in 1709 up all his rights on the Netherlands in favour of Maximilian, Prince-elector of Bavaria, resignation which was confirmed, giving Austria sovereignty over these territories in the treaties of Utrecht and Rastadt which settled the War of succession.
From a numismatic point of view, the reigns of: Philip IV, Charles II and Philip V until 1706, assumed the continuity in the issuance of Ducatons and Patagons of silver weighing about 32 grams and 29 grams respectively. All these coins continued to be minted by hammering in the Mints of Antwerp ( Figures 136.2 and 136.5) and Brussels (Figures 136.3 and 136.4), mainly. Both Albert and Isabella as Philip IV minted also Ducatons and Patagons (only with Albert and Isabella) in Tournai (Figure 136.1), a little scarcer are those produced in Antwerp and Brussels. The mintmark of Antwerp (the most prolific) is a hand with the fingers extended upward; the mark of Brussels is a head of angel, and that of Tournai, a fortified tower. The Mint of Bramante that minted rarer coins was that of Bois le Duc, using a tree as mintmark.
From 1687 the coinage of Ducatons and Patagons spread in flywheel press, with the portrait of Charles II already mature. The coins on behalf of Philip IV, of the period 1702-1705 are all of them, to a greater or lesser extent, rare, so we value with a double price of common coins of the other monarchs. Also the Double Ducatons and Patagons are very rare wth a double weight (double thickness) and with a value of four times the simple Ducatons and Patagons and the triple Ducatons are quite rare with a value of eight times the simple coins. The production of the coins of the Bramante are cited by Herrera 1914 based on the data investigated by De Witte. These data do not always refer to full years, so we have taken for the analysis of the coins of this type, the figures indicated in the referred book at the previous post The coins of the Bramante (1600-1790) that correlate significantly with the previous ones.
The piece shown in Figure 136.1 is a Patagon coined in Tournai on behalf of Albert and Isabella not dated. The mintmark is a tower. This coin is cited by Cayón 1976 as coined in Mons, not including coins with the mark of Tournai. For these the quoted value is approximately twice the coins of the more common mints. This value rises to 24,000 pesetas in Cayón 1980, while in the re-issue of Cayón of the Herrera 1914 (1992), is valued at 25,000 pesetas. Davenport 1984, fixed more reduced prices: $100 in VF and $225 in XF.
This piece has a very widespread wear, not being visible none of the interior details of the imperial coat of arms on the back. Therefore, according to the scale of prices that we have been using, its value in F- would be €40. However, by its good patina and the relative rarity of its Mint, we raise this value to a market price of €60.
The coin whose photograph appears in Figure 136.2 is a Ducaton coined in Antwerp in 1635 in the name of Philip IV. Therein, as in all issues of 1628-1636, shows the monarch with starched collar. The titles of the King, apart from Spain and Indian, were Duke of Burgundy, Bramante and Zealand. The production of this coin, which was common in the years 1634 and 1635, is: 1,236,298 copies, being the prices quoted in the book cited above (1974): FB1,500 in F, FB3,000 in VF and FB6,000 in XF (1 FB= 2.5 pesetas in 1974).
The prices of Cayón are a little higher: 8,500 pesetas in 1976 and 16,000 pesetas in 1980. Davenport 1984 values this type a little higher than the later (not starched neck) with: $200 in VF and $375 in XF. This coin has a full untouched patina just with wear in the higher parts of the hair of the King. It also has the armour full, just appreciating wear in the castles and lions of the imperial coat of arms of the back. In this conditions, its grade is VF+, so its value and market price, according to the scale of prices which we are proposing, is €270.
The coin shown in Figure 136.3 is a Ducaton coined in Brussels in the name of Philip IV in 1662, corresponding to the type without starched neck coined between 1640 and 1665. The production of this coin is 285,361 copies. Prices according to the indicated book, for this coin would be: FB1,300 in F, FB2,500 in VF and FB5,000 in XF; Cayón, considering that it is from the Mint of Brussels, values this coin approximately at 50% more than that of Antwerp: €12,000 in 1976, €18,000 in 1980 and €30,000 in 1992, for coins in conservation BC+, which we will consider equivalent to F- in the scale that we have been using. Davenport 1984 values this coin in VF at $175 and at $350 in XF.
This copy presents a special wear, not appreciating any detail of the hair or the beard of the King. In the front, just a small part of the armour is visible, while in the back, the lion on the right of the shield is completely deleted. In these circumstances, its conservation does not exceed the G+ grade, so its value and market price is only €40 (€50 in VG and €25 in G).
The piece of Figure 136.4 is a Patagon coined in Brussels in the name of Philip IV in 1649, with the titles of King of Spain and Indies, Duke of Burgundy and count of Flanders appears in it. The production of this Patagon, of this year, indicated in the cited book is: 72,348 copies. This coin was cast from the year 1621 to the 1663. The prices in this book are: FB1,500 in F, FB3,000 in VF and FB6000 in XF, all of them in 1974. For Cayón, prices rises according to the time (in F-): 12,000 pesetas, 20,000 pesetas and 25,000 pesetas in 1976, 1980 and 1992, respectively. Davenport 1984 valued this piece, as all the Patagons, with values of approximately half of the Ducatons: €100 in VF and $225 in XF.
This coin presents the Crown on the cross of St. Andrew of the front almost with no wear. In the back, the wear only can be seen in the higher parts of the castles and lions of the imperial coat of arms. Also, this piece also presents a considerable amount of its original brightness, so its grade is VF. In these circumstances, its value and market price is €100.
Finally, the Figure 136.5 reproduces a Ducaton of Philip V, coined in Antwerp in 1703, with the mark of this Mint (outstretched hand) under the bust of the King. This variant corresponds to that with the small bust of the monarch, something more common compared with the one with a wider bust. The production of this coin corresponding to the whole of the years 1703 and 1704, is 427,920 copies. Despite this production, this type of coin is considerably rarer than the Ducatons of the earlier Kings, because after the passage of the sovereignty of the countries to pretender Charles III, later Austria Emperor as Charles VI, most of these coins were melted to issue the following Ducatons on behalf of the Archduke Charles.
The cited work about the coins of Bramante declare in this sense, with: FB3,300 in F, FB6,500 in VF and FB13,000 in XF. Cayón 1976 and Cayón 1980 value this coin, we believe that, lower than the market trend. On the contrary, the value of this piece in the valuation of Cayón of the coins included in the re-issue of Herrera 1914 1992, is closer to the estimation of the market: 70,000 pesetas in F- in 1992. Davenport 1984 manifest in this sense, with values of more than the double of that of the Ducatons in Antwerp of earlier Kings: $500 in VF and $1,000 in XF.
The relief that presents the hair of the King in this coin is very high (almost similar to the usual in medals) so it is extraordinarily difficult to find copies in which we do not appreciate signs of wear. This piece presents obvious wear just inthe higher part of the hair of the King in the front Davenport 1984, whileits back is practically in XF. In these circumstances, we will value this copy in VF+. As we have already indicated, considering this coin as rare, its value and market price would be the double of the common Ducatons of previous Kings (€260 in VF+): €520.
En el presente volumen como ya explicamos en su primera entrada se pretende dar pautas para la valoración de las monedas españolas que han sido antecedente del Dólar, de los Dólares propiamente dichos en los Estados Unidos y de las monedas emitidas por los países hispanoamericanos después de su independencia, tanto las denominadas en Reales como en Pesos, tomando como referencia la métrica tanto de los 8 Reales como de los Dólares americanos. Evidentemente, las monedas comprendidas directamente en este ámbito son los 8 Reales acuñados tanto en las cecas peninsulares españolas como en las americanas como: Méjico, Lima, Potosí, Santa Fe o Santiago, a las que hemos pasado revista en entradas anteriores.
Sin embargo, no podemos olvidar que existen otro tipo de monedas no denominadas en Reales, emitidas a nombre de los Reyes de España, que aunque tienen una métrica diferente también tenemos constancia de que han circulado por América, incluido el territorio de los Estados Unidos y por tanto son en cierto sentido antecedentes de Dólar del que no se separan tanto, en cuanto a su peso y a su composición metálica. Estas monedas, como los 8 Reales, también constituyen un medio de pago que fue aceptado como tal tanto, en porciones importantes de América (como la zona de Caribe) como en Asia (principalmente en el territorio de la actual Indonesia).
La generalidad de su circulación se debió al hecho de tener unas denominaciones y una métrica semejante a la de las piezas emitidas por los Reyes españoles en el territorio de Flandes (que inicialmente comprendía el actual territorio de Bélgica y Holanda) que tras la separación definitiva en 1580 de las llamadas Provincias Unidas (Países Bajos) quedó limitado a la actual Bélgica. Este último territorio continuó bajo la soberanía española hasta que como consecuencia de la Guerra de Sucesión (1700-1715) permaneció bajo el dominio de Austria.
Este conjunto de piezas también circuló en América como lo prueba el relativamente alto número de ejemplares que aparecen con resellos que habilitaron su curso en determinadas zonas, así como la existencia de piezas de 8 Reales emitidos en cecas hispanoamericanas que llevan resellos (como el de eslabones de la cadena de la Orden del Toisón de Oro) para habilitarlas para circular por los Países Bajos con un valor de 40 Stuivers. Por tanto, podemos afirmar que existe evidencia del curso simultaneo de estas monedas con las propiamente españolas de 8 Reales, por las que serian intercambiadas por su contenido en plata, teniendo en cuenta la diferencia de peso y ley entre ellas. Esta circulación siguió verificándose en los siglos XVII y XVIII una vez producida la independencia de Holanda, cuyas monedas basada en la métrica anterior continuaron siendo masivamente utilizadas para las necesidades del comercio holandés, especialmente activo con sus propias colonias como las Antillas o la Guayana holandesa.
Los Países Bajos, tierras situadas alrededor de la desembocadura del Rhin, entre Francia y Alemania, eran en el comienzo de la Edad Moderna, una zona de extraordinaria riqueza, siendo el primer lugar de Europa donde se consolidó una burguesía que a partir de los capitales acumulados por el cultivo de tierras irrigadas y feraces, habían llegado a desarrollar una industria textil competitiva que precisaba de mercados para la exportación y territorios de donde pudiera importar materia prima para sus telares, lana fundamentalmente.
Estos territorios habían venido pertenecido (a través de un complicado sistema de trasmisión de derechos feudales) a los Duques de Borgoña que aunque estaban bajo la teórica soberanía de los Reyes de Francia, ejercían a su vez la suya, en relación con condados, señoríos y obispados de los Países Bajos. Este país fue el heredado por Carlos I, como herencia de su abuela María de Borgoña, esposa del emperador Maximiliano del que también, como archiduque de Austria, recibió sus derechos de sucesión al Sacro Imperio Romano Germánico. Durante todo el reinado de Carlos I, la soberanía del Monarca sobre estos territorios no supuso lastre alguno para su pobladores, ya que Carlos, que había nacido en Gante, siempre se consideró como un flamenco, aunque progresivamente fue estableciendo una relación mas directa con Castilla, reino que había heredado de su abuela Isabel, y con Aragón, heredado a su vez de su otro abuelo Fernando.
Tras la abdicación y muerte de Carlos I, estos territorios, a diferencia de Alemania y Austria que pasaron a depender de su hermano Fernando, quedaron bajo la soberanía de su hijo Felipe II, que pronto encontró razones de peso para no abandonar estos países, pese a la cerrada vocación de independencia que éstos mostraron frente el centralismo de la política del Rey, materializada en la rebelión de las Provincias del Norte amparadas en la adopción de la Reforma religiosa de Lutero.
Este deseo de Felipe II de conservar los Países Bajos, en contra de lo que suele creerse, no solo obedecía al propósito del Rey de mantener la unidad religiosa en sus dominios, sino también al fuerte carácter de complementariedad que presentaban la economía flamenca y la castellana. En efecto, los puertos de Bilbao y Laredo, en el norte de España, mantenían un flujo continuo de intercambio de mercancías con los de Roterdam o Amberes en los Países Bajos. Es este sentido, inicialmente Flandes vio con buenos ojos el tener una relación política especial con España que le permitiera ventaja comparativa en relación con Francia e Inglaterra, países con los que arrastraba un déficit comercial de desfavorable.
Así se aseguró la recepción de la apreciada lana de la cabaña merina castellana a través de la Mesta y la disposición de un amplio mercado para sus telas y vestimenta a ser adquirida en España, no solo para su uso en la península, sino también en los países americanos que Castilla empezaba a colonizar. España, a través de la poderosa marina comercial flamenca, podía importar a coste razonable, grano de la Europa del Norte para suplir la ineficiencia de su agricultura, y exportar a las colonias americanas toda clase de productos manufacturados. Este equilibrio en la relación de Castilla con Flandes, acabó rompiéndose, por razones fundamentalmente fiscales. En 1542, Carlos I había llegado a un acuerdo con los Estados Provinciales (asambleas representativas de la burguesía de las principales ciudades flamencas) para consolidar un impuesto del 10% sobre la renta de los bienes raíces, y un porcentaje algo menor sobre los bienes personales y los salarios.
Mientras vivió Carlos I, la administración de los impuestos recaudados en base a este acuerdo, quedó en manos de los Estados Provinciales, pero tras su abdicación, Felipe II, agobiado por los gastos a los que le conducía su política de rivalidad con Inglaterra respectó al comercio americano, trató de recabar para la Hacienda Real, tanto el cobro como la disposición de las rentas resultantes de estos impuestos. Esto desembocó en una rebeldía, primero encabezada por los Condes de Egmont y Horn y después por Guillermo de Orange, que acabó en la independencia de las Provincias de Norte (la actual Holanda), pese a los esfuerzos militares realizados por España a través del envío como Gobernadores de prestigiosas figuras militares como el Duque de Alba o Juan de Austria.
De esta manera, quedaron agrupadas las provincias del sur, como: Flandes, Hainaut, Artois, Lieja y la parte sur del Bramante, en la llamada Unión de Arrás, reconocedora de la soberanía española, y las del norte: Holanda, Zelanda, Gueldres, Utrecht, Groninga y la parte norte del Bramante, en la Unión de Utrecht. Así a partir de 1580 quedó consolidad la división del país en dos zonas: la del norte del mayoría protestante de sustrato calvinista y la del sur de mayoría católica y fiel a Felipe II. Desatada la Guerra abierta entre ambas zonas, éxitos militares de Alejandro Farnesio permitieron a España la ocupación de las importantes ciudades flamencas de Brujas, Gante, Bruselas y finalmente, Amberes (conquistada el 17 de agosto de 1585). No obstante éste fue el límite del poder español.
Las amargas derrotas de los españoles en los Países Bajos llevaron a Felipe II a entregarlos como dote a su hija Isabel Clara Eugenia al casar con Alberto Archiduque de Austria, gobernador y después soberano de estos países. Alberto e Isabel emitieron Ducatones y Patagones en Flandes de acuerdo con la misma métrica que los acuñados por Felipe II, especialmente en Amberes y Bruselas. Tras su muerte sin sucesión, los Países Bajos pasaron nuevamente a manos de la Corona española en la persona de Felipe IV en 1621.
Los Ducatones con un peso de 34 a 32 gramos, son piezas relativamente comunes, especialmente los acuñados en Amberes. La tendencia actual del mercado fija para ellos un precio de 100€ en F, cantidades que de acuerdo con su amplia circulación, se multiplican por dos con cada cambio de grado, con: 200€ en VF, 400€ en XF y 800€ en AU, siempre que la acuñación no sea demasiado descuidada. Por su parte, los Patagones con un peso entre 29 y 28 gramos, son bastante mas corrientes, con unos `precios aproximadamente la mitad de los anteriores: 50€ en F, 100€ en VF, 200€ en XF y 400€ en AU. Los Ducatones muestran en el anverso el busto del soberano y los Patagones (de origen borgoñón) la cruz de San Andrés (emblema de Borgoña). La subasta de una importante colección de Duros españoles realizada por CAYÓN el 4 de febrero de 2012 presenta una gran variedad de piezas de este tipos, con Ducatones y Patagones, con unos precios de salida en la línea de los comentados.
Figura 135.1
La pieza de la FIGURA 135.1 es un Ducaton de Tournay acuñado en Mons en 1589 a nombre de Felipe II. En el anverso presenta el busto del Rey con los títulos de rey de Inglaterra y Zelanda, así como el de Señor de Tournay, y en el reverso el escudo imperial rodeado de la leyenda DOMINVS MIHI ADIVTOR. Esta pieza se valora en CAYÓN 1976 en 30.000P en conservación BC (que nosotros consideramos como equivalente a nuestro G), mientras que en 1980 se evalúa en 47.500P. También CAYÓN en su redición del HERRERA de 1992 valora esta pieza en 80.000P. Nosotros creemos que esta valoración, si trata de esta conservación es exagerada. Mas de acuerdo estamos con la valoración de DAVENPORT 1984: 275$ en VF. La presente pieza presenta un buen anverso gracias a la protección que le ha proporcionado su convexidad. No obstante su desgaste es generalizado afectando aproximadamente a un 50% de la barba del Rey. Por ello su grado será el de F+, lo que en una pieza común de este tipo supondría un valor de 130€. Como consecuencia de la rareza relativa de esta Ceca respecto a la de Amberes, elevaremos el valor al doble: 260€.
Figura 135.2
La pieza de la FIGURA 135.2 es un Ducatón de Gerlanda acuñado en Nimega en 1558 a nombre de Felipe II. Su diseño es semejante al anterior apareciendo Felipe II con los mismo títulos, si bien ahora se recoge el de Duque de Geldrés en lugar del anterior. La pieza presenta, a diferencia de la anterior, circunferencias rodeando a las leyendas. CAYÓN 1976 valora esta pieza mas razonablemente, con 15.000P, mientras que CAYÓN 1980 llega hasta 14.500P y en 1992, a 200.000P.Creemos razonables los dos primeros valores, pero en modo alguno el tercero. Nuevamente volvemos situarnos en línea con la valoración de DAVENPORT: 250$ en VF y 400$ en XF. Esta pieza presenta solo desgaste en sus partes mas altas con los detalles completos de la armadura del rey y del escudo, con un 60% de la barba y el pelo del monarca todavía visible. El valor de esta pieza en VF sería de 260€, valor que subiríamos hasta un precio de mercado de 300€, como consecuencia del brillo original que retiene la moneda.
Figura 135.3
La pieza de la FIGURA 135.3 es un Patagón de Felipe II acuñado en Utrecht en 1588. CAYÓN 1976 la valora en 19.000P y CAYÓN 1980 en 33.000P. DAVENPORT 1984 la valora en 200$ en VF. La presente pieza tiene una bella pátina irisada, pero presenta claro desgaste en la corona escudo y cadena del toisón de oro que le rodea. Por ello, su grado es F+ al que corresponde un valor de 65€, que duplicaremos por tratarse de un pieza de Felipe II, menos común que las posteriores, y presentar pátina intocada.
Figura 135.4
La pieza de la FIGURA 135.4 es un Ducatón de Alberto e Isabel como archiduques de Austria y Duques de Borgoña y Bramante, acuñado en Bruselas (cabeza de ángel) en 1619. El tiraje de esta pieza es solo de 14.430 ejemplares tal como se indica en el libro Las Monedas del Bramante de May y Keymeulen publicado en 1974, en el que se asigna a esta pieza un precio de 5.000FB en VF, 10.000FB en XF y 20.000FB en AU (un FB igual a 1,5P en 1974). CAYÓN 1976 valora esta pieza en 12.000P, CAYÓN 1960, en 19.000P y en la redición de HERREA aparece con 40.000P. DAVENPORT 1984 la valora en 250$ en VF y 450$ en XF. El presente ejemplar carece de barba, pero conserva un 75% del pelo y la armadura completa, merced a su anverso cóncavo, así como muy buena pátina. Por ello, su grado es VF y su valor: 200€, aunque su precio de mercado sería superior por rareza de la ceca y del soberano, así como por la pátina, llegando a 240€ en VF.
Figura 135.5
Por último, la pieza de la FIGURA 135.5 es un Patagón de Alberto e Isabel acuñado en Amberes sin fecha. Esta pieza de acuerdo con la obra citada anteriormente tiene un tiraje muy alto: 2.528.501, que contrasta con el de los ejemplares fechados posteriores de 1612 a 1620 que son del orden de la decima parte para cada año. La valoración en la obra citada es de 600FB en VF, 1.200FB en XF y 2.400FB en AU, en 1974. También la valoración de CAYÓN en 1976, 1980 y 1992 es claramente una de las mas bajas para este tipo de piezas: 6.000P, 9.500P y 25.000P, respectivamente. En la misma forma, opera DAVENPORT 1984, con 100$ en VF y 225 en XF. En grado F+ esta pieza tendría un valor de 65€ que elevaríamos hasta un precio de mercado de 90€ como consecuencia de su redondez y bella pátina
15. THE DUCATONS AND PATAGONS OF PHILIP II AND ALBERT AND ISABELLA IN THE NETHERLANDS In this volume, as we already explained in its first post, we intend to give guidelines for the assessment of the Spanish coins that have been the precedent for the dollar, the dollar of the United States strictly speaking and of the coins issued by the Latin American countries after their independence, denominated in both Reales and Pesos, taking as a reference the metric of not only the 8 reales, but also the American dollars. Obviously, the coins precisely within this scope are the 8 reales, minted in the Spanish Peninsular mints the American ones such as: Mexico, Lima, Potosí, Santa Fe or Santiago, to which we have reviewed in previous posts. However, we should not forget that there are other coins not denominated in reales, issued in the name of the Kings of Spain, which, although they have a different metric we have also proofs that had circulated in America, including the territory of the United States and therefore, they are, somehow, antecedents of the dollar, which are not far in terms of its weight and its metal composition. These currencies, such as the 8 reales, also constitute a means of payment that was accepted as such not only in a large territory of America (such as Caribbean), but also in Asia (mainly in the territory of the present Indonesia). Most part of its circulation was due to the fact of having denominations and a metric similar to the coins issued by the Spanish kings in the territory of Flanders (which initially included the current territory of Belgium and Holland) that after the definitive separation in 1580 of the so-called United provinces (Netherlands) was limited to the present Belgium. This last territory continued under the Spanish sovereignty until, as a result of the war of Spanish Succession (1700-1715), remained under the rule of Austria. This group of pieces also circulated in America, as evidenced by the relatively high number of copies appearing with the stamps that authorized their course in certain areas, as well as the existence of coins of 8 reales issued in Latin American mints that carry these stamps (like the links in the chain of the Order of the Golden Fleece) to enable them to circulate in the Netherlands with a value of 40 Stuivers. Therefore, we can say that there is evidence of the simultaneously course of these coins with the actual Spanish 8 Reales, that would be exchanged for its silver content, taking into account the difference in weight and fineness between them. This circulation continued to be confirmed in the 17th and 18th centuries, after the independence of the Holland, whose previous metric-based currencies continued being massively used by the Dutch, especially active for trade needs with its own colonies as the West Indies or Dutch Guiana. The Netherlands, land located around the mouth of the Rhine, between France and Germany, were at the beginning of the modern age, an area of extraordinary wealth, being the first place in Europe where a bourgeoisie consolidated who, from the capital accumulated by the cultivation of irrigated and fertile lands, had come to develop a competitive textile industry that needed markets for exporting and territories where it could import raw materials for its looms, mainly wool. These territories had belonged (through a complicated system of transmission of feudal rights) to the Dukes of Burgundy who, although they were under the theoretical sovereignty of the Kings of France, exercised in turn theirs in relation to counties, domain and bishoprics of the Netherlands. This country was inherited by Charles I, as a legacy of his grandmother Mary of Burgundy, wife of the Emperor Maximilian of who, as Archduke Austria, also received his succession rights to the Holy Roman Empire. During the reign of Charles I, the sovereignty of the monarch on these territories was not any burden for its inhabitants, because Charles I, who was born in Ghent, always considered himself as a Flemish, although he was progressively establishing a relationship more direct with Castile, the Kingdom he inherited from his grandmother Isabella, and with Aragón, inherited in turn from his other grandfather Ferdinand. After the abdication and death of Charles I, these territories, unlike Germany and Austria that came to rely on his brother Ferdinand, were under the sovereignty of his son Philip II, who soon found compelling reasons not to abandon these countries, despite the closed vocation of independence that they showed against the centralism of the policy of the King materialized in the rebellion of the northern provinces supported by the adoption of the reformation of Luther. This desire of Philip II in preserving the Netherlands, contrary to popular belief, was not only obeying the purpose of the King of maintaining the religious unity in his domains, but also because the strong character of complementarity that presented the Flemish economy and the Castilian. In fact, the ports of Bilbao and Laredo, in the North of Spain, maintained a steady exchange of goods with the Rotterdam or Antwerp in the Netherlands. It is in this sense that initially Flanders saw with good eyes to have a special political relationship with Spain which allowed comparative advantage in relation to France and England, countries with which it dragged a unfavourable trade deficit. Thus it ensured the receipt of the prized wool of the Castilian Merino hut through the Mesta and a broad market for its textile material and clothes to be purchased in Spain, not only for its use in the peninsula, but also in the American countries that Castile began to colonize. Spain, through the powerful Flemish commercial Navy, could import at a reasonable cost grain of the Northern Europe to make up for the inefficiency of its agriculture, and export all kinds of manufactured goods to the American colonies. This balance in the relationship of Castile with Flanders ended up breaking with the mainly fiscal reasons. In 1542, Charles I had reached an agreement with the provincial States (representative assemblies of the bourgeoisie of the major Flemish cities) to consolidate a 10% on income tax of the real state, and a little less percentage on the personal property and wages. While Charles I was alive, the administration of the taxes collected on the basis of this agreement, it was in the hands of the provincial States, but after his abdication, Philip II, burdened by the costs that his rivalry policy with England related to the American trade was leading to, he tried to seek for the Royal Hacienda, both the collection as the provision of the resulting income from these taxes. This led to a rebellion, first led by the counts of Egmont and Horn and later by William of Orange, which ended with the independence of the northern provinces (the current Holland), despite the military efforts made by Spain through the sending of prestigious military figures as governors such as the Duke of Alba and John Austria. In this way, the provinces of the South were grouped in: Flanders, Hainaut, Artois, Liège and the part South of Bramante, in the so-called Union of Arrás, which recognized the Spanish sovereignty, and in the North: Holland, Zealand, Gueldres, Utrecht, Groningen and the northern part of Bramante, in the Union of Utrecht. So, since 1580, the Division of the country was consolidated in two zones: the North one of Protestant majority of Calvinist substrate and the South one of Catholic majority and loyal to Philip II. Unleashed the opened war between the two areas, military successes of Alessandro Farnese allowed Spain to occupy the important Flemish cities of Bruges, Ghent, Brussels and finally, Antwerp (conquered on 17 August 1585). However this was the limit of the Spanish power. The bitter losses of the Spanish in the Netherlands led Philip II to give them his daughter Isabella Clara Eugenia as dowry to marry Archduke Albert of Austria, Governor and then ruler of these countries. Albert and Isabella issued Ducatons and Patagons in Flanders with the same metric as coined by Philip II, especially in Antwerp and Brussels. After his death without succession, the Netherlands went again at the hands of the Spanish Crown in the person of Philip IV in 1621. The Ducatons with a weight of 34 to 32 grams, are relatively common coins, especially those coined in Antwerp. The current trend of the market set for them a price of €100 in F, amounts which, according to its wide circulation, multiply by two with each change of grade, with: €200 in VF, €400 in XF and €800 in AU, provided that the coinage was not too careless. For its part, the Patagons weighing between 29 and 28 grams, are quite more common, with some prices about half of the previous ones: €50 in F, 100€ in VF, €200 in XF and €400 in AU. The Ducatons show in the front the bust of the sovereign and the Patagons (of Burgundian origin) the cross of St. Andrew (emblem of Burgundy). The auction of an important collection of Spanish Duros held by Cayón on 4 February 2012 presents a great variety of pieces of these types, with Ducatons and Patagons, with starting prices in the commented line. The coin of Figure 135.1 is a Ducaton of Tournay coined in Mons in 1589 in the name of Philip II. On the front, it features the bust of the King with the titles of King of England and Zeeland, as well as Sir of Tournay, and on the back the imperial coat of arms surrounded by the legend DOMINVS MIHI ADIVTOR. This piece is valued by Cayón 1976 at 30,000 pesetas in conservation BC (which we consider equivalent to G), while in 1980 it is valued at 47,500 pesetas. Also Cayón, in his re-issue of Herrera of 1992 value this coin at 80,000 pesetas. We believe that this assessment, if it is in this conservation is exaggerated. We agree more with the valuation of Davenport 1984: $275 in VF. This coin presents a good front, thanks to the protection provided by its convexity. However its wear is widespread affecting approximately 50% of the beard of the King. Therefore its grade is F+, what in a common coin of this type would be a value of €130. As a result of the relative rarity of this Mint compared to that of Antwerp, we would increase the value to the double: €260. The coin of Figure 135.2 is a Ducaton of Gerlanda coined in Nijmegen in 1558 in the name of Philip II. Its design is similar to the previous one appearing Philip II with the same titles, while now there is that of Duke of Geldrés instead of the previous one. Unlike the previous, this piece presents circles surrounding the legends. Cayón 1976 assess this piece more reasonably, with 15,000 pesetas while Cayón 1980 reaches 14,500 pesetas and in 1992, 200,000 pesetas. We believe that the first two values are reasonable, but in no way the third one. One more time, we return to situate ourselves in line with the assessment of Davenport: $250 in VF and $400 in XF. This piece only presents wear in its higher parts with full details of the King’s armour and the coat of arms, with 60% of the beard and hair of the monarch still visible. The value of this coin in VF would be €260, a value that we increase to a market price of €300 as a result of the original brightness that the coin retains. The coin of Figure 135.3 is a Patagon of Philip II coined in Utrecht in 1588. Cayón 1976 valued it at 19,000 pesetas and Cayón 1980 at 33,000 pesetas. Davenport 1984 valued it at $200 in VF. This coin has a beautiful iridescent patina, but it presents a clear wear in the Crown, coat of arms and chain of the Golden Fleece around it. Therefore its grade is F+ which has a value of €65, which we will double because it is a coin of Philip II, less common than the later ones, and it present an untouched patina. The coin of Figure 135.4 is a Ducaton of Albert and Isabella as Archdukes of Austria and Dukes of Burgundy and Bramante, coined in Brussels (head of Angel) in 1619. The production of this coin is only 14,430 copies such as the book The coins of the Bramante of May and Keymeulen stated which was published in 1974, which assigns to this coin a price of FB5.000 in VF, FB10.000 in XF and FB20.000 in AU (one FB was equal to 1,5 pesetas in 1974). Cayón 1976 asses this piece at 12,000 pesetas, Cayón 1960 at 19,000 pesetas and in the re-issued of Herrera appears with 40,000 pesetas. Davenport 1984 valued it at $250 in VF and $450 in XF. The present copy lacks beard, but it retains 75% of the hair and full armour, thanks to its concave front, as well as a very good patina. Therefore, its grade is VF and its value: €200, although its market price would be higher for the rarity of the Mint and of the sovereign, as well as the patina, reaching €240 in VF. Finally, the coin of Figure 135.5 is a Patagon of Albert and Isabella coined in Antwerp undated. This piece, according to the work cited above has a very high production: 2.528.501, which contrasts with the posterior dated copies from 1612 to 1620 which are about the tenth part for each year. The assessment in the work cited is FB600 in VF, FB1,200 in XF and FB2,400 in AU, in 1974. Also the assessment of Cayón in 1976, 1980 and 1992 is clearly one of the lower for this type of coins: 6,000 pesetas, 9.500 pesetas and 25,000 pesetas, respectively. Davenport 1984 operates in the same way with $100 in VF and $225 in XF. In grade F+, this piece would have a value of €65, which we increase up to a market price of €90 as a result of its roundness and beautiful patina.
Todo conflicto bélico lleva consigo una notable alteración de las condiciones en las que se desenvuelve la actividad económica. Esta alteración se caracteriza por su brusquedad, en relación con las variaciones que las crisis periódicas de las economías producen en la actividad de este tipo, las que pese a la intensidad que alcance, llegan y se van, en forma mas o menos gradual. Si ésto es cierto para todas las guerras, lo es mas aún, para el caso de las guerras civiles. Pensemos en los casos de la Guerra de Secesión Americana o la Guerra Civil española (1936-1939). En estos conflictos, por una parte la moneda circulante, especialmente cuando está constituida por metales preciosos, tiende a ser acaparada desapareciendo de su curso ordinario, y por otra parte el aislamiento en el que se encuentran determinadas zonas determina que, en algún caso, no la pueden recibir de los centros emisores piezas suficientes con las que atender a las necesidades del comercio.
Esta disminución del circulante, viene agravada en muchos casos por una mayor necesidad de numerario en circunstancias de guerra, para: afrontar el pago de haberes a los soldados, garantizar los suministros y adquirir el material necesario para hacer frentes a los requerimientos militares. Estas necesidades han sido históricamente afrontadas mediante la emisiones de las llamadas monedas obsidionales o de necesidad, acuñadas generalmente bajo Autoridades locales cuyo ámbito de actuación se limitaba a una provincia o a un municipio, como es el caso de las emisiones municipales realizadas por muchos ayuntamientos de pequeñas poblaciones ubicadas en ambas zonas durante la Guerra Civil española, siempre realizadas en metales viles y en pequeñas denominaciones.
Este tipo de emisiones de moneda, en realidad, fiduciaria, era muy problemático en los tiempos anteriores al siglo XX, cuando 25 siglos de circulación de moneda emitida con cantidades razonables de oro y plata habían acostumbrado a la población a no aceptar la moneda como un medio de pago alejado substancialmente de su valor intrínseco. Por ello, históricamente, las monedas de necesidad emitidas en ese tiempo, tenían necesariamente una alta proporción de metal precioso, aunque éste hubiera de ser obtenido mediante requisa de objetos preciosos a los particulares. Un ejemplo muy generalizado de ello lo constituyen las monedas de necesidad emitidas por las tropas de Carlos I de Inglaterra y por las del Parlamento, enfrentadas en la Guerra Civil inglesa que tuvo lugar durante los años centrales del siglo XVII, que convivieron con las acuñaciones de moneda con denominaciones, peso y ley regulares emitidas en las cecas provinciales como: Exeter o Oxford.
Las emisiones de necesidad obedecen también a este doble requerimiento. Por una parte, se emitieron piezas de 8 Reales que pudiéramos llamar convencionales a nombre de Fernando VII en Cecas como: Reus, Valencia o Cádiz, con tipos mas o menos semejantes a los de las emisiones regulares de Sevilla y Madrid, cecas que venían operando al menos desde Felipe III, siempre acuñando piezas denominadas en Reales de Plata, con el peso y ley acostumbrados (26,7 gramos y aproximadamente 900 milésimas), y por otra parte, en aquellos lugares en los que no era posible la disposición de las compleja maquinaria necesaria para la producción de este tipo de acuñaciones, se emitieron piezas labradas en base a punzones con los que se abren los cuños, cuidando mas el peso y la ley de las monedas que lo esmerado de sus diseños. Éste sería el caso de las cecas catalanas de Gerona, Lérida, Tarragona y quizá, Tortosa, así como de la de Palma de Mallorca.
Ejemplos de las monedas del primer tipo se encuentran en las FIGURAS 134.1 (con el 8 Reales de 1811GS de Valencia) y 134.2 (con el 8 Reales de 1813 de Cádiz), mientras que en las FIGURAS 134.3 (con el 5 Pesetas de Tarragona de 1809) y 134.4 (con el 30 Sous de Mallorca de 1808) tenemos dos ejemplos de monedas propiamente de necesidad. Por último, en la FIGURA 134.5 tenemos una medalla de Sevilla de 1823 de Fernando VII que, aunque no es propiamente moneda de necesidad, muestra signos de haber circulado (suponemos que ha instancia de los partidarios del absolutismo, dada las características de sus leyendas como REPUESTO EN LA INTEGRIDAD DE SU SOBERANÍA) suponemos que con suficiente aceptación, dadas sus características de buena ley y peso algo superior al de las monedas de 8 Reales (28 gramos frente a los usuales 26,7 gramos del reto de las piezas).
En cuanto a las emisiones de Cádiz, éstas fueron autorizadas por la Junta Central Suprema Gubernativa del Reino que establecida en Sevilla, hizo trasladar a Cádiz parte de los útiles necesarios para la fabricación de moneda, ante la posibilidad de que Sevilla fuera ocupada por los franceses,. Éste fue el caso, por lo que de 1809 a 1814 se interrumpió la acuñación de moneda a nombre de Fernando VII en Sevilla, donde solo se batieron monedas de 8 Reales a nombre de José Bonaparte en 1812. En ese mismo año, Cádiz recibió un segundo lote de maquinas de acuñación procedentes de la Ceca de Madrid cuando esa ciudad hubo de ser nuevamente evacuada por el ejército español. Toda la infraestructura de acuñación empleada en Cádiz de 1810 a 1815 fue devuelta a las Casas de Moneda de Madrid y Sevilla en 1815.
En Cádiz actuó siempre como Ensayador principal Carlos Tiburcio cuya inicial (C) aparece siempre en primer lugar, a la derecha del escudo del reverso. Como segundo Ensayador actuó primero, desde 1810 a 1812, Idelfonso Urquiza, señalado por la letra I tras la C de Carlos Tiburcio; y después de 1812 a 1815, Joaquín Delgado, identificado por la letra J en ese mismo lugar. La rareza de las piezas de Cádiz es muy variable, dependiendo tanto de la fecha como de las siglas del segundo Ensayador. Las piezas de: 1813 y 1814, todas ellas con CJ son bastante corrientes, por lo que las valoramos al mismo precio que el de las piezas comunes de Fernando VII de Madrid o Sevilla del periodo 1814 y 1820. Las piezas de: 1811CI y 1812CJ, las consideramos como Raras, con un valor doble del de las piezas comunes; las de: 1810CI y 1811CJ, como Muy Raras, con un valor cuádruple, la de; 1814 como Rarísima, con un valor de 8 veces; y la de 1812CI como Extremadamente Rara, con un valor de dieciséis veces el de las piezas comunes.
La emisión de Tarragona de 1809 se realizó después de la expulsión de los franceses de esta ciudad, tras el desastre del Bruch, primera derrota de las tropas napoleónicas en España, 44 días antes de la batalla de Bailén. Esta presencia de las tropas españolas en Tarragona se prolongó hasta la toma de la ciudad por lo franceses el 28 de junio de 1811. Las monedas de necesidad de Tarragona tienen el mismo peso y ley que los 8 Reales ordinarios, aunque su denominación es de 5 Pesetas, en la misma forma de la empleada en las piezas grandes de José Napoleón acuñadas en Barcelona, lo que expresa que el término “Peseta” (pequeño peso) se encontraba mas generalizada en Cataluña que la de Real, fuera éste de Plata o de Vellón. El diseño de estas piezas es casi idéntico al de las 5 Pesetas de Lérida, siendo una cuestión debatible cual de los dos se acuñó primero, y por tanto inspiró el diseño de la otra. Otra denominación de estas piezas, también popular en Cataluña, era la de Duro, nombre asignado como denominación a la moneda grande de necesidad de Gerona que aparece en esa moneda junto con el anagrama del nombre de la ciudad (GNA).
El procedimiento de grabación de cuños en base a punzones facilitó la acuñación de cantidades significativas de estas monedas (Bofarul evalúa que se emitieron un 80.000 ejemplares), lo que unido a la libertad con la que continuaron circulando hasta, al menos, el final del reinado de Fernando VII, hace que estas monedas no sean raras. Nosotros la evaluamos con un precio semejante al del resto de las piezas comunes de 8 Reales de Fernando VII, acuñadas en Madrid o Sevilla. El método de fabricación de carácter artesanal de estas monedas, hace que el número de variantes sea muy alto. Francesc Padró en su artículo sobre esta moneda, publicado en el número 39 de las Gaceta Numismática editado en Barcelona correspondiente a diciembre re de 1975, distingue hasta 12 grandes variedades que cataloga cuidadosamente.
También recomendamos a los interesados específicamente en este tipo de monedas que examinen cuidadosamente la curva de incremento de precio de esta pieza en el mercado publicada en este articulo( a través de sus apariciones en subasta) desde 1965 a 1975, con: 800P en 1965, 2.260P en 1971, 4.070P en 1973 y 8.780P en 1975, que es ilustrativa del extraordinario incremento de precio que experimentaron estas piezas (que se multiplicaron por 10 en 10 años) en ese periodo, al que no fueron tampoco ajenas las otras piezas de 8 Reales peninsulares no macuquinas. Cuestión polémica también fue, en su momento, si el escudo mostrado en esta moneda, era el de Cataluña o el de Aragón, puesto que hubo autores que llegaron a atribuir este Duro a Zaragoza. E. Goig en la obra citada en entradas anteriores, aclaró completamente esta cuestión, estableciendo que el emblema del escudo es sin lugar a dudas, el de Cataluña, en base tanto a su diseño como a la intencionalidad de la Orden que aprobó su emisión.
La emisión de monedas de módulo de 8 Reales en Mallorca (FIGURA 134.4) se realizó en 1808, denominándola en Sous (30 Sous) pieza de origen francés que era utilizada como moneda de cuenta en las Islas Baleares. Su diseño es similar al de la moneda anterior, si bien en su anverso, la denominación y el año se encuentran intercambiados, mientras que en su reverso, aparece el escudo del Reino de Mallorca, en lugar del de Cataluña. Su rareza es similar a la de las piezas comunes de 8 Reales de Fernando VII. Una emisión de este mismo tipo con la misma denominación, pero con fecha y denominación intercambiadas, fue realizada en 1821. También, en 1823 se emiten monedas de necesidad de este módulo en Palma de Mallorca con punzón circular en su centro, en el que primero se inscribe la expresión de Rey Constitucional y después del restablecimiento del absolutismo en ese mismo año, el de Rey de España, con referencia a Fernando VII.
Figura 134.1
La pieza mostrada en la FIGURA 134.1 es un 8 Reales acuñado a nombre de Fernando VII en Valencia con las siglas de Ensayador G, correspondientes a Gregorio Lázaro y Sixto Giber. Este último Ensayador ya había actuado como único Ensayador en la emisión de las piezas de Valencia marcadas con SG. CALICÓ evalúa esta pieza en 2008 en 1.000€ en lugar de los 600€ asignados a la variante con GS. CAYÓN acorta la distancia entre ambas variantes con 250.000P, en este caso en 1998, frente a las 170.000P de la variante con SG, valoración que en ambos casos aunque se trate de piezas en conservación VF, creemos exagerada en relación con la cotización actual de estas piezas. Para hacernos idea de la caída del valor de estas piezas, como la de la mayoría de las semejantes, diremos que la cotización de ellas en VICENTI 1968 era de 35.000P el SG y 25.000P el GS, mientras que PEIRO 2007 los evalúa en VF en 1.000€ e y 1.400€ respectivamente, siendo el IPC de unas 20 veces menor que el actual.
Esta pieza tiene un gastaje bastante generalizado, aunque conserva restos de brillo, especialmente entre las letras de la leyenda. Igual que en la mayoría de estas piezas, este ejemplar tiene grandes vanos de acuñación en anverso y reverso. Consideramos que su grado es F. En F, el grado de la variante con SG sería de cuatro veces el de las piezas comunes de Fernando VII, ésto es 600€. En este caso al tratarse de la variante GS consideramos que su valor sería doble, 1.200€. El precio de mercado sería prácticamente la mitad, como consecuencia de la debilidad de la acuñación, lo que empobrece notablemente su aspecto, 650€ en F.
Figura 134.2
La pieza mostrada en la fotografía de la FIGURA 134.2 es un 8 Reales de Fernando VII acuñado en Cádiz en 1813 con los Ensayadores Carlos Tiburcio y Joaquín Delgado (CJ). Esta pieza se evalúa en CALICÓ 2008 en 250€. CAYÓN 1998 la evalúa en conservación que consideramos como el mismo VF del CALICÓ, en 40.000P. VICENTI hace pasar a esta pieza de un precio de 3.000P en 1968 al de 25.000P en 1978; como vemos, un incremento muy notable, similar al de la pieza de Tarragona que antes hemos comentado.
El presente ejemplar se encuentra en conservación VF+ ya que tiene las hojas de la corona de laurel casi completas mostrando mas de la mitad de sus nervios. También en el reverso puede apreciarse una parte importante de la melena de los leones del escudo. Al tratarse de una pieza corriente de Cádiz la graduaremos en la misma forma que la de los 8 Reales comunes de Fernando VII, con un valor y precio de mercado de 200€ en VF+ (185€ en VF y 250€ en XF).
Figura 134.3
La pieza de la FIGURA 134.3 es un 5 Pesetas acuñado en Tarragona en 1809 a nombre de Fernando VII. Esta moneda alcanza un valor equivalente en las ediciones de 2008 de CALICÓ (150€ en VF) y de CAYÓN 1898 (20.000P en lo que suponemos VF). Igual que la pieza anterior VICENTI refleja un cambio muy importante de su precio entre 1968 a 1978, pasando de 2.500P a 17.500P. PEIRO 2007 expresa la estabilización del valor de esta pieza en los últimos años, con 240€ en VF y 320€ en XF. La presente pieza presenta un gastaje muy generalizado, evidenciado principalmente en las flores de la corona y en la parte alta de la denominación. Por ello, su grado de conservación es F, con un valor y precio de mercado como el de las piezas comunes de este Rey: 150€ en F.
Figura 134.4
La pieza fotografiada en la FIGURA 134.4 es un 30 Sous acuñado en Palma de Mallorca en 1808 a nombre de Fernando VII. Nuevamente CALICÓ y CAYÓN coinciden en asignar un valor semejante en VF a esta pieza en las últimas ediciones de sus catálogos: 200€ y 30.000P respectivamente. VICENTI fijaba un valor comparativamente alto a esta pieza en 1968: 5.000P, pasando a 25.000P en 1978; PEIRO 2007, por el contrario fija esta pieza un valor prácticamente mitad del de la pieza equivalente de Tarragona: 120€ en VF y 170€ en XF. La presente pieza se encuentra en XF, distinguiéndose los detalles del castillos y las palmeras del escudo de Mallorca, así como los florones de las corona sobre este escudo. Nosotros consideramos que esta pieza tiene una rareza equivalente a la de Tarragona, siendo el mismo que el de las piezas comunes de 8 Reales de Fernando VII, con un valor y precio de mercado de 250€ en XF.
Figura 134.5
Por último la FIGURA 134.5 muestra una medalla de Fernando VII acuñada en 1823 en la Casa de Moneda de Sevilla con ocasión del restablecimiento del poder absoluto de Rey tras la entrada en España de los llamados Cien Mil hijos de San Luis como consecuencia de la petición formulada por el Monarca a la Santa Alianza que agrupaba a las potencias absolutistas de Europa. La medalla se encuentra en excelente conservación aunque muestra algún desgaste en la patilla y la mecha central del cabello del Rey, así como en el nervio central de las flores de lis del escudo de los Borbones, en el reverso, lo que evidencia que llegó a circular como moneda. Por tanto, su conservación será XF y su precio, lo asignaremos, convencionalmente, como de 150€.
134, THE PENINSULAR 8 REALES FOR FERDINAND VII’S NEED All conflict carries with it a noticeable change of the conditions in which economic activity unfolds. This alteration is characterized by its bluntly, compared with the variations that the regular economic crisis caused in this type of activity, which despite the intensity they reach, they come and go, more or less gradually. If this is a fact for every war, it is even more in the case of the civil wars. We can consider the case of the American Civil War or of the Spanish Civil War (1936-1939). In these conflicts, on the one hand the circulating currency, especially when it is composed of precious metals, it tends to be hoarded, disappearing from its ordinary course, and on the other hand the isolation in which certain areas are that, in some cases, they cannot receive from the issuing centres enough coins that meet the needs of the trade. This decline of the current asset is aggravated in many cases by a greater need for cash in circumstances of war, to: deal with the payment of wages to soldiers, ensuring supplies and acquiring the necessary equipment to face the military requirements. These needs have been historically faced thanks to the issue of the so-called obsidional coins or in need, usually minted under Local Authorities whose scope was limited to a province or a municipality, as it is the case of municipal issues carried out by many Councils in villages located in both areas during the Spanish Civil War, always made of base metals and low denominations. This type of issues of coins, in fact, fiduciary, was especially problematic in the times previous to the 20th century, when 25 centuries of circulation of currency issued with reasonable amounts of gold and silver made the population get used not to accept as a means of payment currency substantially away from its intrinsic value. Therefore, historically, the coins in need issued in that time had necessarily a high proportion of precious metal, although it had to be obtained through requisition of individuals’ precious objects. A well-known example of this are coins in need issued by the troops of Charles I of England and by those of the Parliament, confronted in the English Civil War that took place during the middle of the 17th century, when they lived with the coinages of coin with the regular denominations, weight and fineness cast in the provincial mints as: Exeter or Oxford. The issues in need were also attributable to this double requirement. On the one hand, coins of 8 reales were issued which we can call conventional on behalf of Ferdinand VII in mints of: Reus, Valencia and Cadiz, with types more or less similar to the regular issues of Seville and Madrid. These mints were operating at least since Philip III, they always minted coins called Reales of silver with the usual weight and fineness (26.7 grams and approximately 900 thousandths). On the other hand, in those places where it was not possible the arrangement of the complex equipment for the production of this type of coinages, they minted coins carved out on the basis of hallmarks with which the stamps are opened, caring more about the weight and the fineness of the coins than about the careful of their designs. This would be the case of the Catalan mints of Girona, Lleida, Tarragona and maybe Tortosa, as well as Palma de Mallorca. They are examples of the first type coins in the Figure 134.1 (with the 8 reales of 1811GS of Valencia) and in Figure 134.2 (with the 8 reales of 1813 of Cádiz), while in Figure 134.3 (with the 5 pesetas of Tarragona of 1809) and in Figure 134.4 (with the 30 Sous of Mallorca of 1808) we actually have two examples of coins in need. Finally, in Figure 134.5 we have a medal of Seville of 1823 of Ferdinand VII which, although it is not strictly coins in need, shows signs of having circulated (we assume that at the instance of the supporters of the absolutism, given the characteristics of its legend like REPLACEMENT IN THE INTEGRITY OF ITS SOVEREIGNTY) we assume that with enough acceptance, given its characteristics of good fineness and weighing slightly more than those of the eight-real coins (28 grams versus the usual 26.7 grams of the rest of the coins). As regards the issues of Cádiz, these were authorized by the Supreme Central and Governmental Junta of Spain and the Indies which established in Seville move to Cádiz part of the necessary tools for the manufacture of currency, given the possibility that Seville was occupied by the French. This was the reason why from 1809 to 1814 the coinage in the name of Ferdinand VII in Seville stopped, where only eight-real coins were struck in the name of Joseph Bonaparte in 1812. In that same year, Cadiz received a second lot of machines for coinage from the Mint of Madrid, when that city had to be evacuated one more time by the Spanish army. The entire infrastructure of coinage used in Cadiz from 1810 to 1815 was returned to the Mints of Madrid and Seville in 1815. In Cádiz who always worked as main Assayer was Carlos Tiburcio whose initial (C) always appears in the first place, on the right of the coat of arms of the back. In first place, from 1810 to 1812, Idelfonso Urquiza, worked as the second Assayer, identify by the letter I and after him, Carlos Tiburcio, C; and then, from 1812 to 1815, Joaquín Delgado, identified by the letter J in the same place. The rarity of the coins of Cádiz is especially variable, depending on both, the date and abbreviations of the second assayer. The coins of 1813 and 1814, all of them with CJ are quite common, so we value them at the same price as the common coins of Ferdinand VII of Madrid or Seville of the period 1814 and 1820. The coins of 1811CI and 1812CJ, we consider them as rare, with a double value of common coins; those of 1810CI and 1811CJ as very rare, with a quadruple value; the one of 1814, as quite rare, with a value of eight times; and that of 1812CI as extremely rare, with a value of sixteen times that of common coins. The issue of Tarragona of 1809 was carried out after the expulsion of the French from this city, after the disaster of the Bruch, first defeat of the Napoleonic troops in Spain, 44 days before the Battle of Bailén. The presence of the Spanish troops in Tarragona lasted until the capture of the city by the French on 28 June 1811. The coins in need of Tarragona have the same weight and fineness than the common eight-real coins, although its denomination is of 5 pesetas, in the same way used in the large coins of Joseph Napoleon minted in Barcelona, what means that the term "Peseta" (small peso) was more generalized in Catalonia than the Real, whenever they were in silver or billon. The design of these pieces is almost identical to the one of 5 pesetas of Lleida, being a debatable issue which of them was coined first and therefore inspired the design of the other. Another denomination of these coins, also popular in Catalonia, was Duro, name assigned as denomination of the coins in need of Girona that appears in that coin with the anagram of the name of the city (GNA). The procedure for engraving of stamps based on hallmarks provided significant amounts of these coins coinage (Bofarul evaluates that 80,000 copies were issued), what together with the freedom with which continued to circulate until at least the end of the reign of Ferdinand VII, makes these coins not to be rare. We evaluate it with a similar price to that of the rest of the common coins of 8 reales of Ferdinand VII, minted in Madrid or Seville. The method of manufacture of artisanal nature of these coins makes the number of variants to be high. Francesc Padró in his article about this coin, published in the number 39 of the Gaceta Numismática published in Barcelona corresponding to December 1975, distinguishes up to 12 large varieties which he catalogues carefully. We also recommend to those interested specifically in this type of coins to examine carefully the curve of increase in price of this coins in the market published in this article (through its appearances at auction) from 1965 to 1975, at 800 pesetas, in 1965, at 2,260 pesetas, in 1971, at 4,070 pesetas, in 1973 and at 8,780 pesetas in 1975. This is illustrative of the extraordinary increase in price that experienced these coins (that they multiplied by 10 in 10 years) in that period, when peninsular coins of 8 reales, nor cobs, were not absent. A controversial issue also was, at the time, if the coat of arms shown in this coin was of Catalonia or of Aragón, since there were authors who came to attribute this Duro to Zaragoza. E Goig, in the work cited in previous posts, clarified completely this issue, stating that the coat of arms is without any doubt the one of Catalonia, given its design and the intention of the order which approved its issuance. The issuing of coins of module of 8 reales of Mallorca (Figure 134.4) was cast in 1808, denominating it in Sous (30 Sous) coin of French origin which was used as currency account in the Balearic Islands. Its design is similar to the previous coin, although on its front, the denomination and the year are exchanged, while on its back appears the coat of arms of the Kingdom of Majorca, rather than the one of Catalonia. Its rarity is similar to the common coins of 8 reales of Ferdinand VII. An issue of the same type with the same denomination, but with the date and denomination exchanged, was made in 1821. Also, in 1823 this coins are issued with module of Palma de Mallorca, with circular hallmark in its centre, in which first there is the expression of constitutional King and then the restoration of absolutism in the same year, the King of Spain, with reference to Ferdinand VII. The coin shown in Figure 134.1 is an 8 reales coined in the name of Ferdinand VII in Valencia with the acronym of the Assayer G, corresponding to Gregorio Lázaro and Sixto Giber. This last Assayer had already acted as sole Assayer in the issue of the Valencia coins marked with SG. Calicó evaluates this piece in 2008 at €1,000 rather than the €600 assigned to the variant with GS. Cayón shortens the distance between both variants with 250,000 pesetas in this case in 1998, compared with the 170,000 pesetas for the variant with SG, assessment that in both cases although being pieces in VF conservation, we believe exaggerated in relation to the current prices of these coins. To get an idea of the fall of the value of these coins, like that of most of the similar ones, we will say that the price of them in Vicenti 1968 was 35,000 pesetas for the SG and 25,000 pesetas for the GS, while Peiro 2007 evaluate them in VF at €1,000 and €1,400 respectively, being the CPI about 20 times lower than the current one. This piece has a fairly widespread wear, although it retains remains of brightness, especially between the letters of the legend. In the same way of much of these coins, this copy has large openings of coinage in the front and back. We believe that its grade is F. In F, the grade of the variant with SG would be four times of the common coins of Ferdinand VII, this is €600. In this case, being the variant GS we believe that its value would be the double, €1,200. The market price would be almost the half, as a result of the weakness of the coinage, what impoverishes notably its appearance, €650 in F. The coin shown in the photograph of Figure 134.2 is an 8 reales of Ferdinand VII coined in Cadiz in 1813 with the Assayers Carlos Tiburcio and Joaquín Delgado (CJ). This piece is evaluated in Calicó 2008 at €250. Cayón 1998 evaluates it in conservation that we consider the same as the VF of Calicó, at 40,000 pesetas. Vicenti pretends this piece pass from a price of 3,000 pesetas in 1968 to 25,000 pesetas in 1978; as we see, a very substantial increase, similar to the one of the coin of Tarragona as we mentioned before. The present copy is in conservation VF+, it has almost complete the Crown of laurel leaves showing more than half of their nerves. An important part of the mane of the lions of the coat of arms can also be seen on the back. Considering that it is a current coin of Cádiz we give it the same grade as the common 8 reales of Ferdinand VII, with a value and market price of €200 in VF+ (€185 in VF and €250 in XF). The coin of Figure 134.3 is a 5 pesetas coined in Tarragona in 1809 on behalf of Ferdinand VII. This coin reaches an equivalent value in the editions of 2008 of Calicó (€150 in VF) and Cayón 1898 (20,000 pesetas in, what we assume, VF). As in the previous coin, Vicenti reflects a major change in its price between 1968 and 1978, going from 2,500 pesetas to 17.500 pesetas. Peiro 2007 expresses the stabilisation of the value of this coin in recent years, with €240 in VF and €320 in XF. This coin presents a very widespread wear, mainly evidenced in the flowers of the Crown and in the upper part of the denomination. Therefore, its grade of conservation is F, with a value and market price as the common coins of this King: €150 in F. The coin photographed in Figure 134.4 is a 30 Sous coined in Palma de Mallorca in 1808 o behalf of Ferdinand VII. Again Calicó and Cayón agree to give it a similar value in VF to this coin in the latest editions of their catalogues: €200 and 30,000 pesetas respectively. Vicenti set a comparatively high value for this coin in 1968: 5,000 pesetas, passing to 25,000 pesetas in 1978. On the other hand, Peiro 2007 sets to this coin almost half of the value of the equivalent coin of Tarragona: €120 in VF and €170in XF. The present coin is in XF, distinguishing the details of the castles and the palms of the coat of arms of Mallorca, as well as the rosettes of the Crown over this coat. We consider that this piece has an equivalent rarity to the Tarragona one, being the same as the common coins of 8 reales of Ferdinand VII, with a value and market price of €250 in XF. Finally, the Figure 134.5 shows a Ferdinand VII medal struck in 1823 in the MInt of Seville on the occasion of the re-establishment of the absolute power of the King after the entry in Spain of the so-called one hundred thousand sons of Saint Louis as a result of the request made by the monarch to the Holy Alliance which grouped the absolutist powers of Europe. The medal is in excellent conservation, but it shows some wear in the sideburn and the central lock of the King, as well as in the central nerve of the flowers of lis of the coat of the Bourbons on the back, what proves that it came to circulate as currency. Therefore, its conservation is XF and its price, we assign, conventionally, at €150.
Las emisiones de 8 Reales en Madrid y Sevilla de Fernando VII, incluso las que fueron realizadas durante el periodo de la Guerra de la Independencia (1808-1814) obedecen a la lógica normal de la acuñación monetaria española. Estas Cecas eran las que producían la totalidad de las emisiones en plata durante los reinados de Carlos III y Carlos IV, y por tanto en la medida en que las ciudades donde estaban enclavadas se encontraban en poder de Autoridades que reconocían la soberanía de Fernando VII, continuaron emitiendo en nombre de este Rey. Ciertamente, los tipos de 1809-1809, de Sevilla y de 1812-1814 de Madrid no obedecían al tipo oficial del retrato del Rey que a partir de 1810 se acuñaría en Indias y en Cádiz; pero en los primeros años de la Guerra no puede aún hablarse de un tipo oficial ya que incluso en Madrid durante todo 1808, año en el que además de reinar Carlos IV, reinaron también Fernando VII (brevemente) y José Napoleón, se continuaron acuñando monedas de 8 Reales a nombre de Carlos IV.
Esta práctica de continuar emitiendo moneda a nombre de un rey que ya no lo era, ha sido una práctica común, tanto en España e Indias como en otros países. Ello obedece a que el proceso de grabación de matrices y apertura de cuños con nuevos diseños no es una cuestión baladí, por lo que las Casas de Moneda tienden a continuar emitiendo con los troqueles anteriores hasta que se ha efectuado el proceso de selección de bajorrelieves y preparación de las matrices. De esta manera al quedar descentralizado el Estado como consecuencia de la pérdida de la capital controlada por los franceses, y asumido el poder por Juntas Locales en las provincias, nada tiene de extraño que en las de otras ciudades que ya anteriormente habían alojado Casas de Moneda, como Barcelona en el Principado de Cataluña y Valencia en el Reino de su nombre, bajo la autoridad de sus Juntas Superiores emitieran moneda adaptando sus tipos cuyo diseño en cuanto al retrato del Rey se basaba en las pautas seguida para las emisiones peninsulares de Carlos III y Carlos IV, ésto es busto revestido por túnica condecorada, con cabeza desnuda, mientras que el reverso continua con la misma disposición anterior. Ciertamente en las piezas de Carlos III y Carlos IV, la cabeza del Rey aparece con peluca y coleta, lo que no ocurre en las de Fernando VII, pero la razón es que las modas habían cambiado, y después de la Revolución, primero en Francia y después en los otros países europeos, el pelo empieza a peinarse en forma natural, y no a cubrirse con una peluca.
Este tipo de composición es la que se da en los 8 Reales de Cataluña de 1809 y 1810, así como en el 8 Reales de Valencia de 1811 (muy semejante en cuanto al retrato del rey) y en los 8 Reales de Sevilla de 1808 y 1809 (ya con un retrato mas diferenciado). Estos diseños, los de Cataluña y Sevilla, acaban desembocando en la utilización del busto coronado del monarca usado ya en Cádiz desde 1810, a partir de la instalación de la Ceca de Cataluña en Palma de Mallorca en 1812 por vicisitudes de la Guerra y de la definitiva expulsión de Sevilla de los francceses, lo que permitió reanudar las emisiones en 1814, ya con el diseño normal del busto de Fernando VII.
Hemos de hacer notar que estas emisiones, las de Cataluña, Valencia y Sevilla, no se realizan con una vocación local, a la manera de las monedas punzonadas catalanas, sino con la intención de que pasaran a integrarse en el circulante nacional, al menos en las zonas que reconocían la soberanía de Fernando VII, ya que fueron acuñadas en unos momentos en los que estas ciudades no estaban sometidas a sitio, lo que permitía a los particulares la entrega de plata para su labra y la posterior dispersión de las monedas acuñadas.
Con respecto a la Ceca de Cataluña, establecida primero en Reus donde acuñó en 1809 y 1810 y luego trasladada alternativamente a Tarragona, donde acuñó cobre principalmente, y posteriormente a Palma de Mallorca, por los Balances de sus Cuentas, publicados por su director Juan Amat en Palma de Mallorca en 1813 y en Barcelona en 1816, conocemos el número total de ejemplares emitidos de 1809 a 1814, para cada denominación. Estas cifras, citadas en el libro de E. Goig, La Moneda Catalana de la Guerra de la Independencia, en cuanto a moneda de plata son las siguientes: 8 Reales, 445.946 ejemplares; 4 Reales, 205.015 ejemplares; 2 Reales: 1.511.738 ejemplares; 1 Real 82.560 ejemplares; medio Real, 26.650 ejemplares.
Llama la atención que con un número de ejemplares de casi medio millón, los 8 Reales con la C de Cataluña como marca de Ceca, sean tan raros hoy en día, con una diferencia de precio de casi 10 a 1 con respecto a las piezas punzonadas de Gerona o Tarragona, con un tiraje unas 10 veces inferior. La hipótesis formulada por E. Goig es que al tratarse de piezas emitidas con la intención de circular por toda España, fueron fundidas, por una parte en la misma proporción que el resto de las monedas de 8 Reales de los Borbones (nosotros en entradas anteriores ya supusimos que estas habían sido fundidas en una proporción de 100 a 1) cuando se verificó el cambio de sistema monetario con Isabel II, y por otra parte, al incorporar el retrato del Rey, fueron también objeto de intensa requisa y fundición en las zonas del Principado dominadas por José Napoleón, como Barcelona y su comarca.
Las monedas de la Ceca de Cataluña de 1809 y 1810 fueron emitidas en Reus (Tarragona) con busto imaginario, a la manera de los de los reyes anteriores al no disponerse de troqueles oficiales para su utilización en las cecas peninsulares. Las primeras monedas acuñadas en 1809 tienen la peculiaridad de incorporar en su reverso la sigla del grabador Manual Pelequer (MP) en lugar de las de ensayador o ensayadores. Iniciada ya la acuñación, se corrigió esta anomalía, pasando ya todas las monedas de oro o plata, de la Ceca Catalana a incorporar las siglas de los Ensayadores: Pablo Sala y Juan Bautista Ferrando (SF). Las piezas de 1809 con marca MP son algo mas escasas que las que llevan la marca SF. Por su parte, las piezas datadas en 1810 son también algo mas escasas que las de 1809 marcadas con SF.
El 9 de mayo de 1811 se inician los trabajos para el traslado de la Casa de Moneda de Tarragona, donde se había instalado provisionalmente al ocupar Reus los franceses, a Palma de Mallorca, en busca de una mayor seguridad (haciendo bueno el nombre de ceca itinerante, como también se denomina el lugar de acuñación de las monedas marcadas con C. Finalmente el 2 de junio de 1811 llegó todo el material de acuñación a Palma y se comenzó a labrar moneda en agosto de ese año. El fin de los trabajos de acuñación esta ciudad tuvo lugar el 30 de junio de 1814. El detalle con el que podemos conocer estas fechas, se debe a la minuciosidad del trabajo mencionado de José Amat, obra que echamos de menos en cuanto a la descripción de la forma de operar de otras cecas, incluso en tiempos menos azarosos.
DASÍ 1950 recoge la existencia de un 8 Reales de 1811C con la figura coronada del Rey, cuya fotografía publica, pero sin indicar la procedencia de la pieza reproducida. Ya HERRERA 1914 había señalado en la existencia de la fecha de 1811C con el mismo busto de 1809-1810, pero sin incluir fotografía, por lo que hoy en día se duda de la existencia de esta pieza. DASÍ 1950 recoge además de la pieza señalada anteriormente también la moneda señalada por HERRERA. Posteriormente, tanto YRIARTE 1965 como CALBETÓ 1970 vuelven a reproducir la misma fotografía de poca calidad de la pieza coronada de 1811C publicada por DASÍ. También la obra mencionada de E. Goig admite la existencia de esta pieza, aunque no la de cabeza desnuda de 1811 citada por HERRERA. Como vemos, la existencia o no de la fecha de 1811 de esta Ceca, es cuestión debatible ya que al ser la foto de DASÍ de poca calidad y no citarse la procedencia del ejemplar pudiera tratarse de una pieza no autentica. Aún hoy, CAYÓN 1998 admite la existencia de la pieza, lo que no hace CALICÓ en las distintas emisiones de su Catálogo.
Ya en 1812 se emiten en Palma dos variedades de la pieza de 8 Reales de 1812C de este tipo, ya con el busto coronado normal. Una de ellas tienen el busto algo mas grande y presenta una separación claramente mayor entre los grupos de caracteres FERDÍN y VII, mientras que en la otra con el busto mas pequeño (FIGURA 133.2), estos grupos de caracteres están mucho mas juntos, separados únicamente por un punto. Este será el tipo que prevalezca en las emisiones en Palma de Mallorca durante los dos años siguientes: el 1813C y el 1814C. La variante de 1812C con cabeza pequeña es algo mas rara que la que presenta cabeza grande y leyenda partida.
Esta última variante, a nuestro juicio, tiene una rareza similar a la de la fecha de 1813C, mientras que la de 1814C es bastante mas escasa, ya que se batió solo durante los primeros meses de 1814 hasta la clausura de la Ceca. En nuestra opinión, el 1814C es difícil pero no extraordinariamente difícil, como lo prueba sus relativamente frecuentes apariciones en subastas en colecciones de cierta importancia, generalmente en altas conservaciones, que no alcanzan precios de adjudicación superiores en mas del doble a las de las otras piezas de Cataluña (ejemplares de esta Ceca se muestran en las FIGURAS 113.1, 133.2 y 133.3).
En cuanto a las piezas de 8 Reales de 1811 de Valencia, se muestran dos ejemplares con las siglas SG propias del Ensayador Sixto Gisbert Polo en las FIGURAS 133.4 y 133.5, mientras que en la FIGURA 134.1 de la próxima entrada, tenemos este mismo ejemplar con las siglas GS, bastante mas raro, acuñado con los Ensayadores: Gregorio Lázaro Labrandero y Sixto Gisbert Polo. DASÍ 1950 nos indica que la designación de este segundo ensayador fue el resultado de una petición de la Casa de la Moneda en la que se solicitaba su nombramiento a la Juta Superior de Gobierno de Valencia fechada el 23 de abril de 1811, por lo que debemos suponer que las monedas emitidas con las siglas SG y GS son anteriores y posteriores, respectivamente a esa fecha.
A diferencia de las piezas de Cataluña, todas de excelente factura, especialmente las de 1809 y 1810, las valencianas presentan, casi en su totalidad, grandes vanos en anverso y reverso, a consecuencia de haberse acuñado con una presión del cuño muy baja. Pese a ello, ejemplares casi perfectos acuñados con los cuños recién abiertos al comienzo de cada lote de producción, aparecen con mas frecuencia que en la Ceca de Cataluña, para la que los ejemplares con la patilla del Rey completa, son casi inexistentes.
En cuanto a la rareza relativa de los 8 Reales de Cataluña y Valencia de Fernando VII respecto a las piezas comunes de 8 Reales de Sevilla y Madrid emitidas después de 1814, basándonos en los precios alcanzados en subastas de los últimos años, estimamos que su valor es aproximadamente de 8 a 1 para las de Barcelona y de 4 a 1 para la de Valencia. En cuanto al aumento de precio en relación con el grado de conservación, creemos que la proporción es la misma para ambas cecas, que la que se da en el caso de las piezas comunes de este Rey: un aumento del 25% del valor con cada cambio de grado, a partir de 1.200€ en F para las de Cataluña y de 600€ en F para las de Valencia, siendo de 200€ en F, el de las piezas de 8 Reales comunes de Fernando VII.
Figura 133.1
La pieza de la FIGURA 133.1 es un 8 Reales de Fernando VII acuñado en Reus en 1809 con cuños grabados por Manuel Pelequer, identificado por sus iniciales MP en el reverso de la moneda. Esta pieza es valorada muy alta en CALICÓ 2008: 2.500€, mientras que la que lleva las siglas SF aparece con un precio mucho mas bajo: 1.500€, mismo precio que asigna a la pieza de 1810 con este mismo diseño. CAYÓN 1998, sin embargo, asigna unos valores mas cercanos a ambas piezas: 275.000P a la MP y 200.000P a la SF. Para las piezas con retrato atípico de Fernando VII creemos que hay que interpretar las cifras de CAYÓN 1998 como referidas a un grado no F sino VF, en la misma forma que procede CALICÓ, ya que de lo contrario si seguimos interpretando sus precios como referidos a piezas en grado F (como ocurre con las macuquinas y las piezas del Ingenio) los precios serian excesivamente altos con relación a los del mercado actual.
En la subasta celebrada por Soler y Llach y Martí Hervera en Madrid en 21 de octubre de 2011, una pieza de este tipo fechada en 1810 en XF con un precio de mercado de 1.800€, fue adjudicada en 1.800€ mas gastos. Por otra parte en la subasta de la colección CALBETÓ celebrada en Ginebra el 14 de diciembre de 1974, la pieza de 1809 MP en XF salió en 8.500FS (en 1974, un FS igual a 40P), un 1809 SF en AU salió en 10.000FS y un 1810 SF en VF salió en 7.000VS.
La presente pieza tiene un excelente aspecto, buena acuñación y parte del brillo original. No obstante el gastaje mostrado en la patilla del rey y el pie derecho del castillo del primer cuartel del escudo del reverso nos obliga a no clasificarla mas allá de un grado XF-, lo que supondría un precio de 1.800€ si se tratara de la pieza con las siglas SF. Al tratarse de una pieza con las siglas MP, la asignaremos un valor y precio de mercado un 25% superior: 2.250€.
Figura 133.2
La pieza fotografíada en la FIGURA 133.2 es un 8 Reales de Fernando VII acuñado ya en Palma de Mallorca en 1812, con C como marca de Ceca y SF como siglas de los Ensayadores: Sala y Ferrando. La pieza pertenece a la variante mas escasa, con el busto pequeño del rey y los grupos de caracteres de la parte izquierda del anverso mas juntos. Esta variante se valora en CALICÓ 2008 EN 2.000€, mientras que la variante con el busto grande de 1812 lo hace en 1.000€, diferencia que juzgamos muy exagerada (grado VF). Por el contrario CAYÓN 1998 fija entre ambas variantes unos precios mas próximos: 325.000P para el busto pequeño y 280.000P para el busto grande.
En la mencionada subasta de la colección CALBETÓ esta misma variante del 1812C en VF salió en 8.500FS. En la subasta del circulo filatélico y numismático de Barcelona celebrada el 29 de marzo de 2000 de una colección muy completa de Fernando VII, la pieza de 1809 SF en AU salió en 200.000P, la de 1810 SF en XF salió en 165.000P, la de 1812 en F en 165.000P, la de 1813 en AU en 275.000P y la de 1814 en XF- en 600.000P.
La presente pieza muestra gastaje claro en la corona de laurel del Rey en la que no son visibles algunas hojas, así como los nervios de todas ellas; por tanto consideramos a este ejemplar como con desgaste generalizado y lo graduamos como F. Por tanto su valor sería de 1.200€, y su precio de mercado, la mitad de ese valor, 600€, como consecuencia de las rayas que presenta tanto sobre su anverso como sobre su reverso.
Figura 133.3
La pieza que aparece en la FIGURA 133.3 es un 8 Reales acuñado a nombre de Fernando VII en Palma de Mallorca con la marca de Ceca C y SF como siglas de los Ensayadores. Esta pieza esta acuñada con el mismo diseño que la variante de 1812 con el busto pequeño. CALICÓ 2008 valora esta pieza en 2.000€ y CAYÓN 1998 en 325.000P, como vemos con precios prácticamente idénticos, con los que nos encontramos en completo acuerdo, si atribuimos estos precios a una pieza en conservación VF. En la subasta de la colección CALBETÓ, el 1813C en VF- salió en un precio de 6.000FS.
En la presente pieza no son visibles gran parte de las hijas de la corona de laurel así como ningún nervio de ellas. También el dije y los pliegues del manto del rey no son en absoluto visibles. También en el reverso falta la mayoría de los detalles de la melena de los leones de los cuarteles segundo y cuarto de escudo, por lo que la conservación de la pieza es F-. En estas condiciones su valor es de 1.000€, mientras que su precio de mercado sería un 10% inferior: 900€ debido a que la pieza tiene un ligero fallo de acuñación en la parte inferior izquierda del anverso.
Figura 133.4
La pieza de la FIGURA 133.4 es un 8 Reales de Fernando VII acuñado el 1811 en Valencia con la sigla SG propias del Ensayador Sixto Gibert Polo. Esta pieza aparece valorada en CALICÓ 2008 EN 600€, mientras que la variante con las siglas GS (Gregorio Lázaro y Sixto Gibert) se valora casi al doble: 1.000€. Nuevamente las valoraciones de CAYÓN 1998 son mas próximas entre ambas variantes: 170.000P para el SG y 250.000P para el GS, precios que consideramos excesivamente altos para el mercado actual que tiende a menos valorar este tipos de piezas, salo que presenten buena acuñación. En la subasta del circulo filatélico numismático de Barcelona aludida un ejemplar SG en XF salió en 100.000P, y en la subasta de la colección CALBETÓ, el FG en VF-, salió en 2.750FS y el GS en VG+, en 5.000FS.
La presente pieza presenta bastante brillo original aunque ha sido producida con una presión de acuñación bastante baja. La pieza no está limpiada aunque presenta evidente gastaje en el pelo del rey, por lo que su grado es VF-. En esta conservación su precio de mercado y su valor son cuatro veces los de las piezas comunes de Fernando VII, 700€ en VF-.
Figura 133.5
La pieza mostrada en la FIGURA 133.5 es exactamente igual que la anterior aunque que con una conservación superior. La pieza presenta mucho mas brillo que la anterior pero ha sido sometida a limpieza en alguna medida abrasiva. Presenta un número mayor de líneas de pelo visibles aunque sobre la mayor parte de ellas se observa cierto gastaje, por tanto su conservación es VF+ a lo que correspondería un valor de 800€ (200€ el de las piezas comunes en VF+). Su precio de mercado lo disminuiríamos un 25% con consecuencia de la presencia de gran vano de acuñación en el reverso, llegando por tanto a 600€.
13. THE 8 REALES COINS OF FERDINAND VII OF CATALONIA AND VALENCIA The issues of 8 reales in Madrid and Seville of Ferdinand VII, including those that were made during the period of the War of Independence (1808-1814) obey the normal logic of the Spanish monetary coinage. These mints were the ones that produced the entirety of issues in silver during the reigns of Charles III and Charles IV, and given that the cities, where they were located, were held by authorities that have recognized the sovereignty of Ferdinand VII, they continued issuing on behalf of this King. Certainly, the types of 1809 – 1809 of Seville and of 1812-1814 of Madrid did not obeying the official type of the portrait of the King which was coined from 1810 in India and Cádiz; but in the early years of the war we still cannot talk about an official type because even in Madrid throughout 1808, year in which apart from the reign of Charles IV, Ferdinand VII also reigned (briefly) and Joseph Napoleon too, eight-real coins in the name of Charles IV continued to be coined. This practice, to continue issuing currency in the name of a King who was no longer so, has been a common practice, both in Spain and India and in other countries. This is due to the fact that the process of engraving of moulds and to the beginning of stamps with new designs is not a trivial issue, so the Mints tend to continue issuing with the previous dies until the process of selection of bas-reliefs and the preparation of moulds has been made. In this way, after being decentralized the State as a result of the loss of the capital controlled by the French, and assumed the power by local councils in the provinces, it is not strange at all that in other cities where Mints had already been hosted before, as Barcelona in the Principality of Catalonia and Valencia into the Kingdom of its name, under the authority of their Superiors Juntas, they issued coins adapting their types whose design of the King’s portrait was based on the guidelines followed for peninsular issues of Charles III and Charles IV, this is bust covered by a decorated tunic, with bare head, while in the back it is maintained the same previous layout. Certainly in the coins of Charles III and Charles IV, the King's head appears wig with ponytail, what does not occur in the coins of Ferdinand VII, but the reason is that the fashion had changed, and after the Revolution, first in France and then in other European countries, the hair style changed into more naturally, and not covered with a wig. This type of composition is the one used in the 8 reales of Catalonia in 1809 and 1810, as well as in the 8 reales of Valencia in 1811 (very similar with regard to the portrait of the King) and in the 8 reales of Seville in 1808 and 1809 (now with a portrait more differentiated). These designs of Catalonia and Seville just ended flowing into the use of the crowned bust of the monarch used in Cádiz from 1810, since the installation of the Mint of Catalonia in Palma de Mallorca in 1812 because of vicissitudes of the War and the final expulsion of the French of Seville, allowing to resume the issues in 1814, now with the normal design of the bust of Ferdinand VII. We must note that these issues of Catalonia, Valencia and Seville are not carried out with a local vocation, in the manner of the Catalan hallmarked coins, but with the intention to pass into the national current asset, at least in areas that have recognized the sovereignty of Ferdinand VII, because they were minted at a time in which these cities were not subject to siege, what allowed individuals the delivery of silver for itscoinage and subsequent distribution of minted coins. With regard to the Mint of Catalonia, first established in Reus where it coined in 1809 and 1810 and then transferred alternately to Tarragona, where it mainly minted copper and later to Palma de Mallorca, as for the balance of its accounts, published by its director Juan Amat in Palma de Mallorca in 1813 and in Barcelona in 1816, we know the total number of copies issued from 1809 to 1814, for each denomination. These figures registered in the book of E. Goig, La Moneda Catalana de la Guerra de la Independencia (The Catalan currency of the War of Independence), as regards the silver coins are as follows: 8 reales, 445,946 copies; 4 reales, 205,015 copies; 2 reales, 1,511,738 copies; 1 real, 82,560 copies; half real, 26,650 copies. It draws attention that a number of copies of almost half a million, the 8 reales with the C of Catalonia as the mintmark, are so rare today, with a price difference of almost 10 to 1 with regard to pieces hallmarked in Gerona and Tarragona, with a production of approximately 10 times lower. The hypothesis formulated by E. Goig is, as these coins were issued with the intention of circulate in the whole Spain, they were melted, on the one hand at the same rate as the rest of the coins of 8 reales of the Bourbons (in previous posts we have already assumed that they had been cast in a relation of 100 to 1) when checked the monetary system changing with Isabella II, and on the other hand, when the portrait of the King was incorporated, they were also object of an intense requisition and cast in the Principality areas dominated by Joseph Napoleon, such as Barcelona and its region. The coins of the Mint of Catalonia of 1809 and 1810 were issued in Reus (Tarragona) with an imaginary bust, in the manner of the previous Kings in the absence of official dies for using in the Peninsular mints. The first coins minted in 1809 are unusual in incorporating in its back the acronym of the Engraver Manual Pelequer (MP) rather than the assayer or assayers. After started the minting, they corrected this anomaly, passing all coins of gold or silver of the Catalan Mint to incorporate the assayer’s abbreviations: Pablo Sala and Juan Bautista Ferrando (SF). The coins of 1809 with the mark MP are a little scarcer than those with the mark SF. For its part, the coins dated in 1810 are also a little scarcer than those of 1809 marked with SF. On 9 May 1811, it began the works for the transfer of the Mint of Tarragona, where it had been installed temporarily because the French occupation of Reus, to Palma de Mallorca, Looking for a better security (doing justice to the name of itinerant Mint, as it is also called the place of minting the coins marked with C). Finally, on 2 June 1811, all the coinage material arrived to Palma and they began to cast currancy in August of that year. The end of the work of minting in this city took place on 30 June 1814. We can know these dates in detail due to the thoroughness of the mentioned work of José Amat, work in which we miss the description of how they operated in other mints, even in less eventful times. Dasí 1950 shows the existence of an 8 reales of 1811C with the crowned figure of the King, whose photograph he published, but without indicating the source of the reproduced coin. Herrera 1914 had already indicated the existence on the date 1811C with the same bust of 1809-1810, but he did not include any photography, so nowadays it is uncertain the existence of this coin. Dasí 1950 also contains, apart from the coin indicated above the coin indicated by Herrera. Afterwards, both Yriarte 1965 and Calbetó 1970 reproduce again the same picture of low-quality of the crowned coin of 1811C published by Dasí. Also the above-mentioned work of E. Goig supports the existence of this coin, though not that of the bare head of 1811 cited by Herrera. As we can see, the existence or not of the date of 1811 of this Mint is a debatable issue as the Dasí’s photo is of poor quality and without citing the source of the copy it could be an not authentic coin. Even today, Cayón 1998 admits the existence of this coin, what Calicó does not do in the different issues of his catalogue. In 1812, two varieties of the coin of 8 reales of 1812C of this type, with the normal crowned bust are issued in Palma. One of them has the bust a little larger and it presents a clearly bigger separation between the groups of characters FERDÍN and VII, while in the other one, with a smaller bust (Figure 133.2), these groups of characters are much more jointly, separated only by a dot. This will be the type that prevails in the issues of Palma de Mallorca during the following two years: the 1813C and the 1814C. The variant of 1812C with small head is a little rarer than the one that presents a large head and split legend. This last variant, in our view, has a rarity that is similar to the one with the date 1813C, while the one of 1814C is quite scarcer, as it was cast only during the early months of 1814 until the closure of the Mint. In our opinion, the 1814C is difficult but not extraordinarily difficult, as evidenced by its relatively frequent appearances in auctions in collections of some importance, generally in high conservations which do not reach higher sale prices in more than the double of the other coins of Catalonia (copies of this Mint are shown in Figures 113.1, 133.2 and 133.3). As for the coins of 8 Reales of 1811 of Valencia, we show two copies with the initials SG bellowing to the Assayer Sixto Gisbert Polo in Figures 133.4 and 133.5, while in the Figure 134.1 of the next post, we have this same copy with the acronym GS, rather rarer, coined with the Assayers: Gregorio Lázaro Labrandero and Sixto Gisbert Polo. Dasí 1950 points out that the designation of this second Assayer was the result of a request of the Mint that ask for his appointment to the Superior Junta of the Government of Valencia dated on 23 April 1811, so we must assume that coins issued with the initials SG and GS are previous and posterior, respectively to this date. Unlike coins of Catalonia, all of excellent coinage, especially those of 1809 and 1810, the ones coined in Valencia present, almost in their entirety, large openings in the front and back, as a result of having coined them with a very low stamp pressure. Despite this, almost perfect copies minted with the stamps newly opened at the beginning of each production lot appear with more frequency than in the Mint of Catalonia, for which the copies with the sideburn of the King complete, are almost non-existent. As for the relative rarity of the 8 reales of Catalonia and Valencia of Ferdinand VII with respect to the common coins of 8 reales of Seville and Madrid issued after 1814, based on prices achieved at auction held in recent years, we believe that its value is approximately 8 to 1 for those of Barcelona, and 4 to 1 for those of Valencia. With regard to the increase in price in relation to the grade of conservation, we believe that the proportion is the same for both mints, which occurs in the case of the common coins of this King: an increase of 25% of the value in each change of grade, from €1,200 in F for those of Catalonia and €600 in F for those of Valencia, being €200 in F, for the common coins of 8 reales of Ferdinand VII. The piece of Figure 133.1 is an 8 reales of Ferdinand VII coined in Reus in 1809 with stamps engraved by Manuel Pelequer, identified by his initials MP in the back of the coin. This coin is valued very high in Calicó 2008: €2500, while that which has the initials SF appears with a price much lower: €1,500, the same price he gives to the coin of 1810 with the same design. However, Cayón 1998 assigns closer values to both coins: 275,000 pesetas to the MP and 200,000 pesetas to the SF. For the coins with unusual portrait of Ferdinand VII, we believe that we must interpret the values of Cayón 1998 as referring to a grade, not F, but VF, in the same way that comes with Calicó, otherwise, if we continue considering their prices as referring to coins in grade F (as it happens with the cobs and coins of the Ingenio) their prices would be extremely high with regard to the nowadays market prices. In the auction held by Soler and Llach and Martí Hervera in Madrid on 21 October 2011, a coin of this type dated in 1810 in XF with a market price of €1,800, was sold at €1,800 plus expenses. On the other hand, in the auction of the collection Calbetó held in Geneva on 14 December 1974, the coin of 1809MP in XF was sold at FS8,500 (in 1974, a FS was equivalent to 40 pesetas), a 1809SF in AU was sold at FS10,000 and a 1810SF in VF was sold at VS7.000. This coin has an excellent appearance, good coinage and part of its original brightness. However, the wear shown in the sideburn of the King and in the right foot of the castle of the first quadrant of the coat of arms of the back obliges us to classify it not beyond a grade XF-, which would mean a price of €1,800 if it were a coin with the initials SF. It is of a piece with MP acronym, we assign it a value and market price of 25% superior: €2,250. The picture of Figure 133.2 piece shows an eight-real coin of Ferdinand VII coined in Palma de Mallorca in 1812, with C as mintmark and SF as abbreviation of the Assayers: Sala and Ferrando. The piece belongs to the scarcest variant, with the small bust of the King and the groups of characters of the left side of the front closer. This variant is valued in Calicó 2008 at €2,000, while the variant with the big bust of 1812 does at €1,000, a difference which we consider much exaggerated (grade VF). On the contrary, Cayón 1998 fixed closer prices between the two variants: 325,000 pesetas for the small bust and 280,000 pesetas for big bust. In the aforementioned auction of the collection Calbetó this same variant of the 1812C in VF was sold at FS8,500. At the auction of the Círculo Filatelico y Numismatico of Barcelona held on 29 March 2000 of a very complete collection of Ferdinand VII, the coin of 1809SF in AU was sold at 200,000 pesetas, the one of 1810SF in XF was at 165,000 pesetas, the one of 1812 in F at 165,000 pesetas, the one of 1813 in AU at 275,000 pesetas and the one of 1814 in XF-, at 600,000 pesetas. This coin shows clear wear in the King’s laurel wreath in which some leaves aren't visible, like in all the nerves of them; so, we consider this copy with widespread wear and so we graduate it in F. Therefore, its value would be €1,200, and its market price, half of that value, €600, as a result of the stripes that presents both in its front and back. The coin that appears in Figure 133.3 is an 8 reales coined in the name of Ferdinand VII in Palma de Mallorca with the mintmark C and SF as abbreviations of the Assayers. This coin is minted with the same design as the variant of 1812 with small bust. Calicó 2008 values this coin at €2,000 and Cayón 1998 at 325,000 pesetas, as we can see with almost equal prices, with whom we are in complete agreement, if one attributes these prices to a piece in conservation VF. At the auction of the Calbetó’s collection, the 1813C coin in VF- was sold at a price of FS6,000. In this coin, much of the leaves of the laurel wreath, like the nerves are not visible. Also the hanging trinket and the folds of the cloak of the King are not at all visible. Also in the back lack most of the details of the mane of the lions in the second and fourth quadrant of the coat, so the conservation of the coin is F-. In these circumstances, its value is €1,000, while its market price would be a 10% lower: €900 due to the fact that the coin has a slight failure of coinage in the left bottom of the front. The coin of Figure 133.4 is an 8 reales of Ferdinand VII coined in 1811 in Valencia with the acronym SG belonging to the Assayer Sixto Gibert Polo. This coin appears valued in Calicó 2008 at €600, while the variant with the acronym GS (Gregorio Lázaro and Sixto Gibert) is valued almost in double: €1,000. Again the valuations of Cayón 1998 are closer between the two variants: 170,000 pesetas for the SG and 250,000 pesetas for the GS, prices that we consider too high for the current market which tends to undervalue these types of coins, apart from having a good coinage. At the auction of the Circulo Filatélico Numismático of Barcelona, a copy SG in XF was sold at 100,000 pesetas, and in the auction of the Calbetó’s collection, the FG in VF-, was sold at FS2.750 and the GS in VG+, at FS5,000. This coin presents quite original brightness, although it has been cast with a pressure of fairly low coinage. The coin is not cleaned, though it presents clear wear in the hair of the King, so its grade is VF-. In this conservation, its market price and its value is four times those of the common coins of Ferdinand VII, €700 in VF-. The coin shown in the Figure 133.5 is exactly the same as the previous, but with a higher conservation. The piece presents much more brightness than the one above, although it has been subject to some abrasive cleaning. It presents a greater number of visible hair lines, but in most of them we can see a relative wear, so its conservation is VF+, what would be a value of €800 (€200 of the common coins in VF+). Its market price would decrease 25% as consequence of the presence of a great opening of coinage on the back, therefore reaching €600.
El reinado de Fernando VII fue uno de los mas azarosos, y en la opinión de la mayoría de los historiadores, nefasto, reinado de la Historia de España. Cuando Fernando es aclamado como Rey por la población de Madrid en marzo de 1808 tras el motín de Aranjuez, el derrocamiento del ministro Manual Godoy y la abdicación de su padre, Carlos IV, ningún español pensaba que en los siguientes 25 años la monarquía hispánica fuera a atravesar por tal cúmulo de vicisitudes, alternativas y calamidades que la iban a hacer pasar de ser uno de los Estados mas prósperos y respetados de Europa, a una suerte de territorio desdichado que viviría una situación de guerra declarada, contra Francia, o latente, entre las distintas facciones que se disputaban el gobierno, lo que terminaría liquidando sus colonias americanas, empobreciendo la vida de los ciudadanos, despertando la animosidad entre éstos y perdiendo el papel de potencia mundial que venía desempeñando desde el tiempo de los Reyes Católicos.
El primer avatar a afrontar fue la llamada Guerra de la Independencia, en la que España fue uno de los países que se enfrentó abiertamente con los ejércitos napoleónicos para, ciertamente, defender sus instituciones tradicionales, pero también para muchos españoles, para asegurarse la garantía de que sus intereses quedaran amparados por estas instituciones, no solo por la benevolencia de los reyes, que al comenzar estas crisis no habían dudado en poner por delante sus intereses personales y dinásticos relegando los de sus súbitos, haciendo de la Corona una parte mas de su patrimonio familiar, como se evidenció por las posiciones tomadas por Carlos IV y Fernando VII frente al poder de Napoleón.
Esta Guerra de Independencia, no fue un conflicto al uso de los que venían enfrentando a las potencias europeas desde el Renacimiento o de los que mantuvieron: Inglaterra, Austria o Rusia, frente al Imperio Napoleónico, reducido a algunas batallas campales entre ejércitos profesionalizados liquidado con concesiones territoriales en un tratado de paz, sino que fue una lucha a ras de tierra donde se combatía por el poder en cada ciudad o ayuntamiento y en el que los derrotados de un bando o de otro sufrían atroces represalias con fusilamiento de los que no estaba excluida la población civil, con saqueo de ciudades, demolición de viviendas y destrucción de cultivos.
A lo largo de la Guerra se va desarrollando tanto en el ejército, como en las guerrillas y en la población civil en general que combatía contra José Bonaparte, un sentimiento de reivindicación de la soberanía que va dejando de ser atribuida a los reyes, para ser considerada como un atributo del pueblo, la soberanía nacional, que podría ser delegada en sus representantes, en línea con la doctrina liberal formulada por los enciclopedistas franceses y especialmente por Juan Jacobo Roseau en su obra El Contrato Social. A este sentimiento contribuyen factores tan aparentemente opuestos como el contacto de los españoles con las tropas de Inglaterra, que ya había asumido su revolución liberal en 1688, que ayudaron decisivamente a España contra Napoleón, como los soldados franceses que también, como el propio Emperador, eran hijos de la Revolución Francesa, cuyos principios contribuyeron a extender por Europa.
Desgraciadamente, el triunfo sobre Francia y la expulsión de sus ejércitos de España en 1814 no fue aprovechada por un restaurado Fernando VII para consolidar el régimen al que debía el trono, expresado por la Constitución de 1812 elaborada en Cádiz por Cortes elegidas por sufragio universal, sino que en línea con lo que estaba ocurriendo en Europa, supuso el restablecimiento en su integridad del llamado Antiguo Régimen, la derogación de un Parlamento representativo, la vuelta de la Inquisición, el fortalecimiento del poder real absoluto, y una represión que impulso la ejecución de todos aquellos que apoyaban un régimen liberal.
Esta etapa del reinado de Fernando VII quedó interrumpida ante el pronunciamiento en Cabezas de San Juan del ejército que, al mando del general, Riego, debía partir para América en 1820 para sofocar la rebelión de las colonias americanas. Ésto daría lugar a un paréntesis, el llamado trienio liberal (1821-1823), en el que el rey hubo de restablecer la Constitución de 1812 y nombrar un gobierno representativo.
La intervención de la llamada Santa Alianza, coalición de las potencias absolutistas de Europa, con la entrada en España de tropas francesas, los llamados cien mil hijos de San Luis, permitió a Fernando VII la restauración del régimen absolutista durante la llamada “década ominosa” (1823-1833) que solo concluiría con la muerte del Rey en 1833, dejando en el trono a una menor de edad: Isabel II, bajo la regencia de su esposa: María Cristina, ante la cual quedaban alineadas las fuerzas políticas: los llamados “apostólicos” partidarios de la sucesión en la persona de Carlos, hermano del rey, y los liberales, partidarios de Isabel II, cuya lucha armada ensangrentó a España a través de tres guerras civiles consecutivas, a lo largo del siglo XIX.
Estas vicisitudes políticas que hemos brevemente sumarizado, tuvieron un directo reflejo en las emisiones numismáticas de este reinado, especialmente en las peninsulares, ya que en los territorios americanos de la corona española, el conflicto fue entre realistas e independentistas. Particularmente, las emisiones de piezas de 8 Reales en Madrid, ya asentada en 1814 como capital de la nación, emitió uno u otro tipo de moneda, dependiendo del tipo de régimen: absolutista, liberal y nuevamente absolutista. Así, la pieza de la FIGURA 132.5 es representativa del tipo de moneda emitida a nombre de Fernando VII por las Juntas que en diferentes ciudades se pronunciaron a favor de los derechos del Rey y en contra de Napoleón. En este caso, la pieza fue emitida por la llamada Junta Suprema del Reino durante su estancia en Sevilla (1808-1810) antes de tener que trasladarse a Cádiz, ante la ocupación de esta ciudad por el ejército francés.
Figura 132.1
La pieza de la FIGURA 132.1, por el contrario, está emitida bajo el gobierno absolutista de Fernando VII, en Madrid en 1816, ya abolida Constitución de Cádiz de 1812. El régimen liberal que gobernó España de 1820 a 1823, bajo la advocación de Fernando VII una vez recortados sus poderes, está representada en esta entrada, por dos piezas: la de la FIGURA 132.2, emitida en Madrid en 1822 y la de la FIGURA 132.3, emitida en Barcelona en 1823. Debemos notar que así como la pieza de 1816 porta la leyenda tradicional en latín con el título de Rey de las Españas por la Gracia de Dios, en estas dos últimas monedas, la leyenda atribuye los títulos del rey, no solo a la Gracia de Dios, sino también a la Constitución, en la manera que se continuaría procediendo con la hija de Fernando: Isabel II. Esta mención a la Constitución, en este caso la de 1876, que restauró a los Borbones tras el derrocamiento de Isabel en 1868, continuará apareciendo, si bien atemperada, en las monedas de su hijo: Alfonso XII, y de su nieto: Alfonso XIII, bajo el título de Por la Gracia de Dios Rey Constitucional de España. Por último, la moneda de la FIGURA 132.2, acuñada en 1824, vuelve al tipo de retrato tradicional del Rey con corona de laurel, con exclusión del nombre de la Constitución en la leyenda, así como a la denominación en Reales de Plata (8 Reales) en lugar de Reales de Vellón (20 Reales) como se había dado durante el reinado de José Bonaparte a partir de 1809. La tirada de las piezas de 8 Reales de Fernando VII de Madrid nos son dadas, para la mayoría de los años, por HERRERA en El Duro en 1914, por lo que podemos observar un cierto incremento en las cantidades emitidas respecto a la de las piezas de 8 Reales de Madrid de Carlos IV, que merced a su identidad de contenido metálico, continuaron circulando hasta bien entrado el reinado de Isabel II. Para Fernando VII, desde 1814 a 1820 se emitieron una media de 1.050.000 ejemplares de 8 Reales en Madrid, aproximadamente un 50% mas de piezas que las de Carlos IV (700.000) y un 300% respecto a las de Carlos III (350.000). Esto hace que las piezas de Fernando VII de 8 Reales del periodo de 1814 a 1820, así como las de Sevilla, sean mas escasas que las de Carlos IV, acuñadas en estas dos ciudades. En cuanto a su precio, estimamos que en grado Fine (F) son la tercera parte de los precios de las piezas comunes de Carlos III (450€), ésto es 150€ en F, y un tercio mas que las de Carlos IV (225€). Mucho mas difíciles son las piezas de 8 Reales emitidas por Fernando VII después del trienio constitucional (1820-1823). Así, la de 1823 con un tiraje de 10.984 ejemplares la valoramos como entre Muy Rara (RR) y Rarísima (RRR), con un precio de 6 veces el de las piezas comunes (1814-1820); la de 1824, con un tiraje de 55.984, entre Rara y Muy Rara con un precio de tres veces el de los ejemplares comunes; la de 1825, con 22.305 ejemplares, como Muy Rara, con un precio de cuatro veces el de las piezas comunes; y la de 1830, con 652 ejemplares, como extraordinariamente Rara (RRRR) , con un precio de 16 veces el de los ejemplares comunes. En cuanto a las piezas emitidas por Fernando VII durante el trienio constitucional, todas ellas son mas difíciles de conseguir que las del periodo de 1814 a 1820. La de 1823 de Madrid tiene la condición de Rarísima (8 veces el precio de las piezas comunes), y la de 1822 de Barcelona, la de Muy Rara (4 veces el precio de las piezas comunes), siendo las de: 1822 y 1823 de Madrid, 1823 de Barcelona y 1822 y 1823 de Sevilla, la de Raras (con un precio de 2 veces el de las piezas comunes). La pieza que aparece en la FIGURA 132.1 es un 8 Reales de Fernando VII acuñado en Madrid en 1816 con los Ensayadores Gregorio Lázaro y José Sánchez (GJ). Esta pieza es valorada en CALICÓ 2008 en 150€ en VF, estimación que consideramos muy ajustada a su valor real de mercado. CAYÓN 1998, por el contrario, la valora también en 25.000P pero si por coherencia, con lo que estamos suponiendo para el resto de las piezas, este precio es para un ejemplar en F, este precio sería alto. Por su interés en relación con las piezas de Fernando VII citaremos los precios de salida de los tipo de piezas que figuran en esta entrada en las subasta organizada por el Círculo Cilatelico y Numismático en Barcelona en el 29 de marzo de 2000 con prácticamente todos los tipos y fechas de monedas de este Rey. Pues bien, la pieza de 1816 de Madrid en XF- se valora en 20.000P. El presente ejemplar tiene gastaje en las partes mas elevadas como la patilla del rey y la mitad de los nervios de la corona, por lo que la graduaremos como VF+. En estas condiciones su valor y precio de mercado, de acuerdo con el criterio que anteriormente hemos expuesto será de 200€ (185€ en VF y 250€ en XF).
Figura 132.2 La pieza fotografiada en la FIGURA 132.2 es un 8 Reales acuñado a nombre de Fernando VII en 1824 en Madrid, con los Ensayadores Antonio Rafael Narvaez y José Garcés (AJ). Esta pieza está valorada en CALICÓ 2008 en 500€. CAYÓN 1998 valora esta pieza, a nuestro juicio exageradamente, en 200.000P; si asumimos igual que en el caso anterior que la conservación es F, por el contrario, este precio no sería excesivo si nos atemos a la indicación que figura en el comienzo del catálogo en el sentido que los precios indicados, lo son para conservaciones en EBC; no obstante, creemos que ello es así, para las piezas del Centenario, pero no para las anteriores, ya que de lo contrario, la mayoría de esas piezas estarían claramente minusvaloradas. En la subasta referida el ejemplar de 1824 en VF salió en 50.000P, mientras que el Extraordinariamente Raro 1830 en F+ salió en 400.000P. Esta pieza se encuentra en F+ ya que su desgaste es generalizado, viéndose el contorno de las hojas de laurel de la corona, pero no sus nervios, ni tampoco parte alguna de la corona del león del segundo cuartel del escudo del reverso. En estas condiciones, su valor y precio de mercado es algo mas que tres veces el de los 160€ en F+ de las piezas de 8 Reales comunes de Fernando VII, ésto es 500€.
Figura 132.3
La pieza que aparece en la fotografía de la FIGURA 132.3 es un 20 Reales de Vellón de Fernando VII acuñado en Madrid en 1822 con los Ensayadores José Sánchez y Isidoro Ramos (SR). Esta pieza se valora en CALICÓ 2008 en 500€, precio que consideramos excesivo en conservación VF. En este caso creemos que es mas ajustada la valoración de CAYON 1998: 25.000P en lo que suponemos grado F. En la subasta mencionada el ejemplar de 1822 de este tipo, en VF, salió en 15.000P, mientras que el Rarísimo 1821 de Madrid salió en XF en 250.000P.
Pese al buen aspecto de esta pieza, atribuido fundamentalmente al brillo original que rodea a sus leyendas, no podemos llegar a graduarla mas allá de VF+ debido al gastaje evidente que presenta en sus partes mas altas como son la patilla del Rey y la mecha central del pelo, así como en la melena del león del segundo cuartal del escudo del reverso. En estas condiciones, el valor y el precio de mercado de esta pieza, que consideramos como Rara, será el doble de el de las piezas comunes de Fernando VII en VF+ (200€), ésto es 400€.
Figura 132.4
La pieza de la FIGURA 132.4 es un 20 Reales de Vellón de Fernando VII acuñada en Barcelona en 1823 con los Ensayadores Simeón Sola Roca y Francisco Paradaltas (SP). A nuestro juicio, esta fecha de Barcelona está sobrevalorada tanto en CALICÓ 2008, como en CAYÓN 1998, con 500€ en VF y 800.000P en F, respectivamente, como creemos que queda acreditado por el precio de 30.000P de salida, que se fijó en la subasta mencionada para un ejemplar de esta misma fecha y Ceca en XF. La presente pieza muestra gastaje solo en una pequeña parte de la patilla y parte de la melena del león del segundo cuartel del escudo del reverso; también mantiene un brillo completo a lo largo de toda la superficie de anverso y reverso, por lo que la pieza tiene la apariencia de nueva. En estas condiciones, podemos asignarla el grado XF. Dada la condición de Rara que ya hemos comentado, su precio sería el doble del de las comunes de 8 Reales de Plata de Fernando VII (250€ en XF), por lo que su valor y precio de mercado sería de 500€ en XF.
Figura 132.5
Por último la pieza de la FIGURA 132.5 es un 8 Reales de Fernando VII acuñado en Sevilla en 1809 con un tipo específico de busto del Rey que solo se utilizó en Sevilla durante los años 1908 y 1809. Los Ensayadores son Carlos Tiburcio de Roxas y Nicolás Lamas (CN). Creemos que tanto CALICÓ 2008, como CAYÓN 1998 sobrevaloran este tipo de pieza, con 300€ en VF y 30.000P en F, respectivamente. Nosotros creemos que este tipo es solo ligeramente mas escaso que el tipo normal empleado en Madrid y Sevilla desde 1814. En la subasta mencionada, la pieza de 1809 de Sevilla en XF, tuvo un precio de salida de 20.000P.
La presente pieza tiene buen aspecto, así como gran parte de su apresto original, con desgaste solo en las partes mas altas como son la zona central del pelo, las melenas de los leones y los pies de los castillos del escudo del reverso. Pese a ello, no podemos llegar al grado XF, quedándonos con el de VF+. En estas condiciones su valor y precio de mercado es el de las piezas comunes de Fernando VII: 200€ en VF+.
12. THE ISSUES OF MADRID OF 8 REALES DE FERDINAND VII
The reign of Ferdinand VII was one of the most eventful, and in the opinion of most historians, the most disastrous reign of the history of Spain. When Fernando is proclaimed King by the population of Madrid in March 1808 after the Mutiny of Aranjuez, the overthrow of the Minister Manuel Godoy and the abdication of his father, Charles IV, any Spanish thought that in the next 25 years the Hispanic monarchy would go through such cluster of vicissitudes, alternatives and calamities that will make one of the most prosperous and respected States in Europe, a fate of unfortunate territory that would live a State of war declared against France, or latent, between the various factions which were vying for the Government, what would end liquidating its American colonies, impoverishing the lives of its citizens, arousing the animosity between them and losing the role of world power that came to play from the time of the Catholic Monarchs.
The first avatar to face was the so-called War of Independence, in which Spain was one of the countries clashed openly with the Napoleonic armies certainly for defending their traditional institutions, but also for many Spanish, to ensure the guarantee that their interests were covered by these institutions, not only by the benevolence of the Kings, who at the beginning of these crises had not hesitated to put their personal and dynastic interests ahead relegating those of their subjects, making the Crown become a part of their family wealth, as evidenced by the positions taken by Charles IV and Ferdinand VII against the power of Napoleon.
This War of Independence was not a conflict as those they came to face the European powers since the Renaissance or as those which England, Austria or Russia held against the Napoleonic Empire, reduced to some pitched battles between professional armies paid with territorial concessions in a peace treaty, but it was a fight at ground level where they fought for the power of every city or town hall and in which the defeated of a side or another suffered atrocious reprisal execution of which the civilian population was not excluded, with plundering of cities, demolition of houses and destruction of crops.
Throughout the War it grows in the army, as well as in the guerrillas and civilians in general that fought against Joseph Bonaparte, a sense of vindication of sovereignty which stopped being attributed to the Kings, and start to be considered as an attribute of the people, national sovereignty, which could be delegated to their representatives according to the liberal doctrine formulated by the French Encyclopaedists and especially by Juan Jacobo Roseau in his work The Social Contract. Factors so apparently opposed as the Spanish contact with troops from England, which had already assumed his liberal revolution in 1688, which decisively helped Spain against Napoleon, as the French soldiers who, as the emperor himself, were also sons of the French Revolution, whose principles contributed to expand it over Europe contribute to this feeling.
Unfortunately, the triumph over France and the expulsion of its armies of Spain in 1814 was not used by the restored Ferdinand VII to consolidate the regime to which he owed the throne, expressed by the Constitution of 1812 drawn up in Cádiz by courts elected by universal suffrage, but in line with what was happening in Europe, there was the restoration in its entirety of the so-called Old Regime, the repeal of a representative Parliament, the return of the Inquisition, the strengthening of The absolute royal power and repression that boosted the execution of the ones who supported a liberal regime.
This stage of the reign of Ferdinand VII was interrupted by the pronouncement in Cabezas de San Juan of the army which, under the command of the General Riego, should depart for America in 1820 to stifle the rebellion of the American colonies. This led to a parenthesis, the so-called Liberal Triennium (1821-1823), in which the King had to restore the Constitution of 1812 and appoint a representative Government.
The intervention of the so-called Holy Alliance, coalition of the absolutist powers of Europe, together with the entrance in Spain of French troops, the so-called one hundred thousand sons of Saint Louis, allowed Ferdinand VII the restoration of the absolutist regime during the so-called "Ominous Decade" (1823-1833) which would only end with the King's death in 1833, leaving the throne to a minor: Isabella II of Spain, under the Regency of his wife: Maria Cristina, to which political forces were aligned: the so-called "Apostolic" supporters of the succession in the person of Charles, the King's brother, and the Liberals, supporters of Isabella II, whose armed struggle stained Spain with blood through the three consecutive civil wars, during the 19th century.
These political vicissitudes, that we have briefly summarized, had a direct reflection on the numismatic issues of this reign, especially in the peninsular ones, because in the American territories of the Spanish Crown, the conflict was between independentists and royalists. In particular, issues of coins of 8 reales in Madrid, already based in 1814 as capital of the nation, were minted with one or another type of coin, depending on the type of regime: absolutist, liberal and absolutist again. Thus, the coin of Figure 132.5 is representative of the type of currency issued in the name of Ferdinand VII by the Juntas which voted in favour of the rights of the King and against Napoleon in different cities. In this case, the piece was issued by the so-called Supreme Junta of the Kingdom during his stay in Seville (1808-1810) before being moved to Cadiz, because of the occupation of this city by the French army.
The coin of Figure 132.1, on the other hand, is issued under the absolutist Government of Fernando VII, in Madrid in 1816, after being abolished the Constitution of Cadiz of 1812. The liberal regime which ruled Spain from 1820 to 1823, under the appealing of Ferdinand VII once his powers were reduced, is represented in this post, by two pieces: Figure 132.2, issued in Madrid in 1822 and Figure 132.3, issued in Barcelona in 1823. We should note that as well as the coin of 1816 has the traditional legend in Latin with the title of King of the two Spains by the grace of God, in these last two coins, the legend attributes the titles of the King, not only to the grace of God, but also to the Constitution, in the way which would continue proceeding with the daughter of Ferdinand: Isabella II.
This mention of the Constitution, in this case that of 1876, which restored the Bourbons after the overthrow of Isabella in 1868, will continue to appear, although attenuated, in the coins of his son: Alfonso XII, and his grandson: Alfonso XIII, under the title of the grace of the constitutional God King of Spain. Finally, the coin of Figure 132.2, coined in 1824, used again the type of traditional Portrait of the King with the crown of laurel, with the exclusion of the name of the Constitution in the legend, as well as the denomination in Reales of silver (8 Reales) rather than Reales of billon (20 Reales) as it had been during the reign of Joseph Bonaparte from 1809.
The production of coins of 8 reales of Ferdinand VII in Madrid are given, for most of the years, by HERRERA on El Duro in 1914, which is why we can observe some increase in quantities issued on the coins of 8 reales in Madrid of Charles IV, that thanks to its identification of metal content, they continued to circulate until well into the reign of Isabella II. For Ferdinand VII, from 1814 to 1820, an average of 1.050.000 copies of 8 reales in Madrid were issued, approximately 50% more coins than for Charles IV (700,000) and a 300%more than for Charles III (350,000). This makes that coins of Ferdinand VII of 8 reales of the period from 1814 to 1820, as well as those of Seville, are scarcer than those of Charles IV, minted in these two cities. In terms of price, we estimate that, in grade Fine (F), they are the third part of a common coin of Charles III (€450) prices, this is €150 in F, and a third more than those of Charles IV (€225).
In terms of price increases with each grade of conservation, for these pieces of Ferdinand VII, we believe that the increase is of 25%, while Charles III was of 100% and Charles IV of 50%. This is due to the time of circulation of these coins, which was much inferior, since as we have indicated, they were being withdrawn in the early years of the reign of Isabella II. On the other hand, coins of four and two reales of Ferdinand VII of this period, especially those of Seville, continued its circulation for a long time, so although they were issued in large quantities, today is much more difficult to find them in conservation VF or more than coins of eight reales of this king.
It is much more difficult to find coins of 8 reales issued by Ferdinand VII after the Liberal triennium (1820-1823). Thus, the coins of 1823, with a production of 10.984 copies, we value them between very rare (RR) and extremely rare (RRR), with a price of 6 times that of common coins (1814-1820); coins of 1824, with a production of 55.984, between rare and very rare with a price of three times of the common copies; those of 1825, with 22.305 copies, as very rare, with a price of four times that of common coins; and those of 1830, with 652 copies, as extremely rare (RRRR), with a price of 16 times that of the common copies.
As regard the coins issued by Fernando VII during the Liberal Triennium, all of them are more difficult to obtain than those of the period from 1814 to 1820. Those of 1823 of Madrid have the status of extremely rare (8 times the price of the common ones), and those of 1822 of Barcelona, very rare (4 times the price of common coins), being those of 1822 and 1823 of Madrid, those of 1823 of Barcelona and 1822 and 1823 of Seville, rare (with a price of 2 times of common coins).
The coin that appears in Figure 132.1 is an eight-real coin of Ferdinand VII coined in Madrid in 1816 with the Assayers Gregorio Lázaro and José Sánchez (GJ). This piece is valued by Calicó 2008 at €150 in VF, a value that we consider very close to its actual market value. On the other hand, Cayón 1998 also valued it at 25,000 pesetas but being consistent with what we are assuming for the rest of the coins, this price for one copy in the F would be high. For its interest in relation to coins of Ferdinand VII, we will mention the starting prices of the types of coins contained in this post in the auction organised by the Círculo Cilatelico y Numismatico in Barcelona on 29 March 2000, with practically all types and dates of coins of this King.
Thus, the coin of 1816 of Madrid in XF- is valued at 20,000 pesetas. The present copy has wear in the higher parts as the King’s sideburn and half of the nerves of the crown, which is why we give it a grade of VF+. In these circumstances, its value and market price, according to the criteria which we have previously outlined will be €200 (€185 in VF and €250 in XF).
The coin photographed in Figure 132.2 is a coin of 8 reales minted in the name of Ferdinand VII in 1824 in Madrid, with the Assayers Antonio Rafael Narvaez and José Garcés (AJ). This piece is valued in Calicó 2008 at €500. Cayón 1998 values this coin in our view overly, at 200,000 pesetas; if we assume as well as in the previous case that its conservation is F, on the contrary, this price would not be excessive if we abide to the indication contained in the beginning of the catalogue in the sense that the indicated prices are for a conservations EBC; however, we believe that this is so, for coins of the centenary, but not for the previous ones, since otherwise, the majority of these coins would be clearly undervalued.
In the aforementioned auction, the copy of 1824 in VF was sold at 50,000 pesetas, while the extremely rare of 1830 in F+ was sold at 400,000 pesetas. This piece is in F+, because its wear is widespread, being able to see the outline of the leaves of the crown of laurel, but not its nerves, nor any part of the crown of the lion of the second quadrant of the coat of arms of the back. In these circumstances, its value and market price is a little more than three times the price of €160 in F+ of common coins of 8 reales of Ferdinand VII, this is €500.
The coin that appears in the picture of Figure 132.3 is a 20 reales of billon of Ferdinand VII coined in Madrid in 1822 with the Assayers José Sánchez and Isidoro Ramos (SR). This coin is valued in Calicó 2008 at €500, price that we consider excessive in a conservation VF. In this case, we believe is more adjusted the valuation of Cayón 1998: 25,000 pesetas in, what we assume, grade F. In the aforementioned auction, the copy of this type of 1822, in VF, was sold at 15,000 pesetas, while the extremely rare of 1821 of Madrid in XF was sold at 250,000 pesetas.
Despite the good aspect of this piece, mainly attributed to the original sparkle that surrounds its legends, we cannot come to graduate it more beyond VF+ due to the obvious wear that presents in its highest parts as the King’s sideburn and the central lock of hair, as well as the mane of the lion of the second quadrant of the coat of arms in the black. In these circumstances, the value and the market price of this piece, which we consider as rare, will be twice of the common coins of Ferdinand VII in VF+ (€200), this is €400.
The piece of Figure 132.4 is a 20 reales of billon of Ferdinand VII minted in Barcelona in 1823 with the Assayers Simeón Sola Roca and Francisco Paradaltas (SP). In our view, this date of Barcelona is overestimated by both Calicó 2008 and Cayón 1998, with €500 in VF and 800,000 pesetas in F, respectively, as we believe that there is already credited by the starting price of 30,000 pesetas, which was set at the auction referred to a copy of this same date and mint in XF.
This coin shows wear only in a small part of the sideburn and in a part of the mane of the lion of the second quadrant of the coat of arms of the back; It also maintains a full brightness over the entire surface of front and back, so that the coin has the appearance of new. In these circumstances, we can assign it the XF grade. Given the status of rare that we have already discussed, its price would be the double of the common coins of 8 reales of silver of Ferdinand VII (€250 in XF), so its value and market price would be €500 in XF.
Finally, the coin of Figure 132.5 is an 8 reales of Ferdinand VII coined in Seville in 1809 with a specific type of the bust of the King solo used in Seville during the years 1908 and 1809. The Assayers are Carlos Tiburcio de Roxas and Nicolás Lamas (CN). We believe that both, Calicó 2008 and Cayón 1998 over-value this type of coin, with €300 in VF and 30,000 pesetas in F, respectively. We believe that this type is only slightly scarcer than the normal type used in Madrid and Seville from 1814. In the aforementioned auction, the coin of 1809 of Seville in XF had a starting price of 20,000 pesetas.
This piece has good appearance, as well as much of its original finishing with wear only in the higher parts as the central area of the hair, the manes of lions and the foot of the castles of the coat of arms of the back. Despite this, we cannot reach the XF grade, giving it the VF grade. In these circumstances, its value and market price is that of the common pieces of Ferdinand VII: €200 in VF+.
Las emisiones de 8 Reales de Carlos III y Carlos IV por lo que respecta a la península, se habían efectuado solamente en las Cecas de Madrid y Sevilla, siempre con el mismo diseño para cada rey, con retrato del monarca en el anverso con peluca y coleta al estilo de la época sobre un busto revestido de túnica, y escudo con las armas alternadas de Castilla y León en el reverso, enmarcado por la leyenda HISPANIARUM Rex. Este diseño difiere fundamentalmente del empleado en las monedas emitidas en las Cecas hispanoamericanas como: Méjico, Lima y Potosí, en el que la cabeza del rey aparece con corona de laurel sobre un busto con coroza al uso de la moneda romana, mientras que el escudo, aunque también con las armas de Castilla y León alternadas, tiene forma rectangular y no curvilínea apareciendo flanqueado por las columnas de Hércules con la inscripción PLVS VLTRA, sobre banda que rodea a éstas. Estas piezas peninsulares y americanas tienen exactamente la misma métrica de peso y ley, con unos 27 gramos de peso y 900 milésimas de ley.
Este tipo de piezas son las que se continúan acuñando en las cecas americanas, una vez que Fernando VII es reconocido en estos países como rey de los territorios hispánicos, una vez producida la abdicación de Carlos IV en 1808 y rechazada en la totalidad de las colonias americanas la asunción del trono por José Napoleón, en ese mismo año. Sin embargo, el diseño dual de las monedas anteriores respecto a las monedas peninsulares y americanas, no se dará en el caso de Fernando VII respecto a los anversos de las piezas. En principio, a partir de 1812 se estandarizará el busto del rey a emplear en todas las cecas tanto peninsulares como americanas, con busto con corona de laurel revestido a la manera romana (FIGURAS 131.4 y 131.5), mientras que en los reversos se continuó operando con tipos de escudo y leyenda diferentes (HISPAN ET IND REX), para los anversos, y HISPANIARUM REX, para las peninsulares. Monedas con este diseño se baten en Madrid de 1814 a 1830, con el paréntesis del trienio constitucional (1820-1823) y en Sevilla, de 1814 a 1820.
Sin embargo, durante el periodo de la Guerra de la Independencia (1808-1814) hasta quedar asegurada la soberanía de Fernando VII sobre todo el territorio peninsular, no serán solamente las Cecas de Madrid y Sevilla las que emitan moneda. Con la dilución de poder que significó la guerra, diferentes territorios emitieron moneda, de una manera u otra a nombre de Fernando VII, en algún caso con la característica de busto del monarca según modelos propios pero con un reverso idéntico al de las emisiones peninsulares de Carlos III y Carlos IV, como es el caso de Madrid (de 1812 a 1814), Sevilla (de 1808 a 1810), Valencia (en 1811) y la zona de Cataluña no ocupada por los franceses (desde 1809 en Reus y hasta 1814 en Palma de Mallorca).
En otras zonas como: Gerona, Lérida, Palma de Mallorca, Tarragona y puede que Tortosa, se batieron piezas con la métrica de los 8 Reales pero denominadas en Duros o 5 Pesetas, a nombre de Fernando VII, pero sin el busto del Rey y con un tipo simplificado de grabado en base a punzones independientes, lo que da a estas monedas un carácter obsidional por haberse emitido en la mayoría de los casos en situación de extrema necesidad, fundamentalmente para el pago de las tropas, en ciudades sometidas al acoso o asedio del ejército francés. Por último en la ciudad de Cádiz, asiento de la Junta de Regencia durante gran parte de la guerra, se acuñaron también 8 Reales del tipo que se emplearía en Madrid y Sevilla desde 1814, durante el periodo 1819-1814, utilizando como marca de Ceca una C (Cádiz) coronada, representativa de ser la sede del poder soberano (las Cortes Constituyentes en ausencia y representación del Rey.
Esta variedad de tipos de emisiones en diferentes zonas del país, se dio también el caso del territorio dominado por los franceses. La emisión de 8 Reales de Plata y 20 Reales de Vellón de José Napoleón, comentadas en las entradas anteriores, se efectuaron solamente en las ciudades de Madrid (1808-1813) y Sevilla (1812) y únicamente en los momentos en que estas ciudades estuvieron en poder de las tropas francesas, los que ocurrió con ciertas alternancias, lo que explica que en los años 1812 y 1813 se emitieran piezas en Madrid, tanto a nombre de José Napoleón como del de Fernando VII. Esta simultaneidad de emisiones no se dio, sin embargo, en la ciudad de Barcelona que en poder de las tropas francesas desde el 12 de febrero de 1808, permaneció bajo su dominación hasta el principio de 1814. Ello posibilitó la continuidad de las emisiones de moneda en la Ceca de Barcelona desde su apertura, decretada el 21 de agosto de 1808, hasta su cierre el 30 de mayo de 1814.
Las emisiones de Duros y medios Duros en Barcelona durante el dominio francés se atienen estrictamente a la misma métrica (peso y ley) que las emisiones de 8 y 4 Reales de los Borbones, por lo que aunque no se encontraban denominadas en reales, las trataremos en este volumen como antecedente de los dólares americanos, aunque de hecho, nunca tuvieron una circulación significativa en América en ningún momento. Hemos de advertir que, sin embargo, el menor divisor del Duro era una moneda que no equivalía a su cuarta parte, sino a su quinta parte (probablemente para asemejarla al Franco francés de la época), dando en ser denominado como Peseta (Peso pequeño, en idioma catalán) coincidiendo su métrica con la de la pieza de cuatro Reales de Vellón emitidas por José Napoleón en Madrid y Sevilla, en lugar de a las de 2 Reales de los Bobones.
Completan las emisiones de Barcelona, la acuñación de 20 Pesetas en oro de 1812 a 1814 y la de: 4, 2, 1 y medio Cuarto en bronce con un diseño equivalente al de los Duros. Estas piezas (Duro) estaban denominadas como de 5 Pesetas, con un anverso en el que rodea a la denominación una orla, tras la que se inscribe la leyenda EN BARCELONA y el año de emisión flaqueado por dos estrellas de 8 puntas que constituirán la marca de la Ceca de Barcelona durante los reinado de Isabel II y Alfonso XII (para la emisión en bronce de 10 y 5 céntimos de peseta, apareciendo en la parte central del reverso el escudo de Barcelona en forma de rombo con cuarteles alternados con la bandera de la ciudad (cruz) y la de Cataluña (barras verticales) rodeada de corona completa de hojas de roble.
El mas completo estudio sobre esta emisión (de la que mostramos dos ejemplares de 5 Pesetas de 1808 y 1811 en las Figuras 131.1 y 131.2) es el efectuado por E. GOIG en su libro La Moneda Catalana de la Guerra de la Independencia, cuya segunda emisión se publicó en 1977 en Barcelona, en la que se cita pormenorizadamente todas las disposiciones que regularon la reapertura de la Ceca de Barcelona, así como sus normas de funcionamiento. Cuestión central del capítulo de su obra sobre las Acuñaciones de Barcelona, es para el autor, la razón del empleo de un diseño tan radicalmente diferente del de la serie castellana de José Napoleón, sin el retrato ni la inclusión del nombre del rey, llegando la conclusión de que esta cuestión no había obedecido a un impulso aleatorio sino que obedeció mas bien, a un móvil político, dada la probable previsión francesa de anexionar a ese territorio a Francia como se había procedido con el Bramante y los Piases Bajos, a diferencia del resto de territorio español sobre el que se pretendía asentar la monarquía del Rey José, Hermano de Napoleón.
El acontecimiento que mas rotundamente confirma esta hipótesis, es que, de hecho, la anexión de Cataluña al Imperio Francés llegó a ser decretada por Napoleón el 26 de febrero de 1812, si bien ésto no significó ni un cambio de diseño ni de métrica, en la emisión de Duros en Barcelona, en la forma que había tenido lugar en Holanda, con la substitución de la emisión de la moneda anterior (los 40 Stuivers de Luis Napoleón, emitidos en 1807 y 1808) por la de 5 Francos con diseño idéntico a la francesa (cabeza coronada de Napoleón I) , acuñada en la Ceca de Utrecht.
Las piezas de 5 Pesetas se acuñaron en todos los años de 1808 a 1814, citando el Repertorio de las Monedas Napoleonidas de Mey y Poindessault, la cifra de 1.000.146 piezas, producidas durante los 7 años. Cuatro de estos años (los de 1809 1812) no son raros, por lo que aunque su tiraje medio anual es del orden de la tercera parte del de las piezas de 8 Reales de Plata o 20 Reales de Vellón de Carlos IV y José Bonaparte, su frecuencia de aparición en todas las conservaciones hace que las consideraremos equivalentes a las de las piezas comunes de gran módulo en plata, de estos monarcas. El hecho de que la frecuencia de aparición en estas piezas en subasta y el precio que alcanzan en ellas sea asimilable al de las piezas comunes correspondientes de Carlos IV y José Napoleón, siendo su tirada global del orden de tres veces inferior, solo puede ser explicado por una menor proporción de piezas fundidas que en el caso de las piezas de los Borbones estimábamos de 1 ejemplar superviviente por 100 acuñados, y que en este caso pudiera ser de 1 por cada 30, probablemente porque el diseño es mas llamativo, lo que a igualdad de contenido metálico suele conducir a un mayor acaparamiento.
Los medios Duros de Barcelona acuñados fundamentalmente en 1808 y 1809, en cantidades muy pequeñas en 1810, e ínfimas en 1814, con un tiraje global 154.640 ejemplares, son lógicamente mucho mas raros que los Duros. En cuanto a los Duros, la fecha de 1808 que debió de acuñarse en menor cantidad, al empezar el funcionamiento de la Ceca bien entrado el año, la consideraremos como Rara, con un valor doble del de las piezas comunes (1809-1812), mientras que la de 1813 producida ya en el momento de declive del poder francés en España, la consideraremos como Muy Rara con un valor de cuatro veces el de las piezas comunes, y la de 1814 como Rarísima, ya que solo se acuñaron en los comienzos del año hasta que se suspendió la acuñación en Barcelona el 30 de mayo de 1814, con un valor de ocho veces el de las piezas comunes. En cuanto al incremento del valor de esta moneda con la conservación, consideraremos que el incremento de un grado supondrá multiplicar por vez y media su precio, ya que su patrón de gastaje por circulación, se asemeja al del de las piezas de 8 Reales de Carlos IV y del 8 Reales de Plata y 20 Reales de Vellón de José Bonaparte.
Figura 131.1
La pieza de la FIGURA 131.1 es un 5 Pesetas de José Napoleón acuñada en Barcelona en 1808. En nuestra opinión esta pieza aparece sobrevalorada en Cayón 1998 con un valor de 125.000P en F. Mas ajustada es la estimación de CALICÓ 2008 que solamente llega a 600€ en VF. La presenta pieza tiene un desgaste generalizado que afecta prácticamente tanto como anverso como reverso, aunque el cuidado diseño de la pieza hace que no haya perdido todavía gran parte de su relieve. En estas condiciones su grado es F. La fecha ya hemos indicado que la consideraremos como Rara por lo que su valor y precio de mercado de este ejemplar sería el doble del de las piezas comunes (225€ en F) siendo por tanto de 450€ en F.
Figura 131.2
La pieza de la FIGURA 131.2 es también un 5 Pesetas de José Napoleón acuñado en Barcelona en 1811. En nuestra opinión esta pieza continua estando sobrevalorada en CAYÓN 1998, con 80.000P en F. Por su parte CALICÓ 2008 fija un valor en VF, mitad del de la pieza de 1808: 300€. En la subasta aludida en entradas anteriores de 25 de octubre de 2011, una pieza de esta fecha en VF con un precio de salida de 350€ no recibió oferta. Por su parte una pieza de 1808 en VF sí fue adjudicada en 550€. El presente ejemplar se encuentra en muy buena conservación con brillo original y pátina, llegando al grado XF-. Al tratarse de una pieza común de Barcelona, su valor y precio de mercado en XF- sería de 450€, el mismo que correspondería en esta conservación a una pieza equivalente de Madrid de Carlos IV o José Napoleón.
Figura 131.3
La pieza de la FIGURA 131.3 es un 8 Reales acuñado en Madrid en 1813 a nombre de Fernando VII con los Ensayadores Isidoro Ramos y José Sánchez (IJ). Esta pieza, como todas las llamadas “cabeza de loco” de Madrid está también en nuestra opinión sobrevalorada en CAYÓN 1998 con 140.000P en F. Nuevamente vuelve a estar mas ajustada la valoración de CALICÓ 2008 con 600€ en VF, en la línea de los precios alcanzados en la subasta mencionada de 2011, donde una pieza de este mismo tipo con fecha 1812 (algo mas escasa) en F se pagaron 480€ mas gastos. Este ejemplar tiene un desgaste que afecta a la tercera parte del relieve del pelo, al dije de sujeción del manto y a la melena de los leones y el pie de los castillos, por lo que su conservación solamente alcanza el grado F-. Este tipo de pieza lo consideramos como Muy Raro, con un valor de 4 veces el de las piezas comunes de Madrid de 8 Reales de Fernando VII (130€ en F-) por lo que su valor y precio de mercado sería de 520€ (600€ en F).
Figura 131.4
La pieza de la FIGURA 131.4 es un 8 Reales del tipo usual acuñado a nombre de Fernando VII en Madrid de 1814 con los ensayadores Gregorio Lázaro y José Sánchez (GJ). La valoración de esta pieza en CAYÓN en 1998 vuelve a ser alta con 30.000€ en F, mientras que CALICÓ 2008 la asigna un precio de 200€ en VF. En la subasta mencionada de 2011 un ejemplar de 1814 en VF no recibió ofertas, teniendo un precio de salida de 200€. La presente pieza tiene los contornos de las hojas de la corona de laurel completos aunque solamente la mitad de los nervios es visible. Parte de la melena de los leones y del pie de los castillos es todavía visible, por lo que la graduaremos como VF, conservación que para una pieza común de Madrid de Fernando VII nos daría un valor y precio de mercado de 185€ (150€ en F).
Figura 131.5
La pieza de la FIGURA 131.5 es del mismo tipo que la anterior, pero con fecha de 1815, algo menos escasa que la de 1814. En este caso la valoración de CAYÓN 1998 es ya algo mas ajustada: 25.000P en F. CALICÓ 2008 asigna esta pieza un valor de 200€ en VF. En la subasta mencionada un ejemplar de 1815 F+ fue adjudicado en 140€. En este caso el desgaste llega afectar a dos tercios de las hojas de la corona y la melena de los leones y los pies de los castillos aparecen totalmente desgastados, no siendo visible de alguna del dije de sujeción del manto. En estas condiciones el grado es F- con un valor y precio de mercado de 120€, el correspondiente a las piezas de 8 Reales comunes de Madrid de Fernando VII (150€ en F).
131. THE ISSUES OF JOSEPH NAPALEON IN CATALONIA The isues of 8 Reales of Charles III and Charles IV, as regards to the peninsula, had been made only in the Mints of Madrid and Seville, always with the same design for each King, with the portrait of the monarch on the front with wig and ponytail in the style of that time, on a bust covered with tunic and shield with the alternate arms of Castile and León in the back, framed by the legend HISPANIARUM Rex. This design is fundamentally different from the one used in coins issued in the Latin American Mints as: Mexico, Lima and Potosí, in which the King's head appears with laurel wreath on a bust with breastplate as in Roman coins, while the shield, even with the alternate arms of Castile and León, has rectangular shape and no curvilinear appearing flanked by the columns of Hercules with the PLVS VLTRA inscription, on a band that surrounds them. These Peninsular and American pieces have exactly the same metric of weight and fineness, with about 27 grams of weight and 900 thousandths of fine metal content. This type of pieces is the one that continue to be coined in the American mints once Ferdinand VII is recognized in these countries as King of the Hispanic territories, after taking place the abdication of Charles IV in 1808 and rejected the assumption of the throne by José Napoleon in the whole of the American colonies, in the same year. However, the dual design of previous coins as regard Peninsular and American coins will not be employed in the case of Ferdinand VII on the front of the pieces. In principle, from 1812 the bust of the King will standardize in both Peninsular and American mints with bust with laurel wreath covered in the Roman way (Figures 131.4 and 131.5), while in the back they continued operating with different types of coat and legend (HISPAN ET IND REX), for the front and HISPANIARUM REX, for the Peninsular. Coins bearing this design were minted in Madrid from 1814 to 1830, with the parenthesis of the Liberal Triennium (1820-1823) and in Seville, from 1814 to 1820. However, during the period of the War of Independence (1808-1814) until the sovereignty of Ferdinand VII over the Iberian Peninsula was guaranteed, the mints of Madrid and Seville will not be only which issue currency. With the dilution of power that lead to war, different territories issued currency, in one way or another in the name of Ferdinand VII, in some cases with the characteristic of the bust of the monarch according to own models but with the back identical to those of the peninsular issues of Charles III and Charles IV, as in the case of Madrid (from 1812 to 1814), Seville (from 1808 to 1810), Valencia (in 1811) and the area of Catalonia not occupied by the French (from 1809 in Reus to 1814 in Palma de Mallorca). In other areas such as: Gerona, Lérida, Palma de Mallorca, Tarragona and maybe Tortosa, coins were minted with the metric of the 8 Reales but denominated in Duros or 5 Pesetas, in the name of Ferdinand VII, but without the bust of the King and with a simplified type of engraving based on independent hallmarks, which gives these coins a character obsidional for being issued in most of cases with extreme need, primarily for the payment of the troops which were in cities subjected to harassment or siege of the French army. Finally, in the city of Cadiz, settlement of the Junta of Regency during much of the war, eight-real coins were also minted with the type employed in Madrid and Seville from 1814, during the period 1819 - 1814, using as mintmark a C (Cadiz) crowned, known as being the seat of the sovereign power (The Constituent Assembly in the absence and representation of the King). This variety of types of issues in different parts of the country was also the case of the territory dominated by the French. The issuance of 8 Reales of Silver and 20 Reales of bullion of Joseph Napoleon, discussed in previous entries, were made only in the cities of Madrid (1808-1813) and Seville (1812) and only in the moments when these cities were under the power of the French troops, what occurred with certain alternations, this explains that in the years 1812 and 1813 coins were issued in Madrid both on behalf of Joseph Napoleon and Ferdinand VII. However, this simultaneity of issues did not happen in the city of Barcelona, which hold by French troops since 12 February 1808, remained under their rule until the beginning of 1814. This enabled the continuity of issuance of currency in the Mint of Barcelona since its opening, enacted on 21 August 1808, until its closure on 30 May 1814. The issues of Duros and half Duros in Barcelona during the French rule adhere strictly to the same metric (weight and fineness) as the issues of 8 and 4 reales of the Bourbons, so although they were not denominated in Real, we will consider them in this volume as antecedent of American dollars, although in fact, they never had a significant circulation in America at any time. However, we must note that the lower divider of the Duro was a coin that was not equivalent to its fourth part, but to its fifth part (probably to resemble to the French Franco of that time), so being denominated Peseta (low weight, in Catalan language) with the same metric of the coin of 4 reales of bullion issued by Joseph Napoleon in Madrid and Seville, in the place of the coins of 2 reales of the Bourbons. To complete the issues of Barcelona, we have the 20 pesetas coinage in gold from 1812 to 1814 and of: four, two, one and half fourth in bronze with an equivalent design to the Duro. These coins (Duro) were so-called 5 pesetas, with a front where a border surrounded the denomination, after which fits the legend EN BARCELONA and the year of issue flanked by two stars of 8 tips that will constitute the mark of the Mint of Barcelona during the reign of Elizabeth II and Alfonso XII (for the issuances in bronze of 5 and 10 cents of peseta) appearing in the central part of the back the coat of arms of Barcelona in rhombus shape with quarters alternating with the flag of the city (cross) and that of Catalonia (vertical bars) surrounded by a full Crown of oak leaves. The most comprehensive study on this issue (of which we show two copies of 5 pesetas of 1808 and 1811 in Figures 131.1 and 131.2) is made by E. Goig in his book La moneda catalana de la Guerra de la Independencia (The Catalan Coin of the War of Independence), whose second edition was published in 1977 in Barcelona, where all the provisions that regulated the reopening of the Mint of Barcelona as well as its rules of operation are cited in detail. A central matter of the chapter of his work about the coinages of Barcelona, is for the author, the reason for the use of a design so radically different from the one of the Castilian series of Joseph Napoleon, without the portrait or the inclusion of the name of the King, reaching the conclusion that this fact had not obeyed a arbitrary impulse, but it was rather due, a politician motive, given the likely French prediction of annexing that territory to France as it had happened with the Bramante and the Netherlands, unlike the rest of the Spanish territory where it was intended to settle the monarchy of King Joseph, brother of Napoleon. The event which strongly confirms this hypothesis is that, in fact, the annexation of Catalonia to the French Empire came to be decreed by Napoleon on 26 February 1812, even though it meant nor a change of design or metric in the issuance of Duros in Barcelona, in the same way as it had taken place in Holland, with the substitution of the issuance of the previous coin (the 40 stuivers of Louis Napoleon, cast in 1807 and 1808) by the 5 francs with design identical to the French one (Napoleon I crowned head), coined at the Mint of Utrecht. The coins of 5 Pesetas were minted in every year from 1808 to 1814, citing The Repertoir of Napoleonidas coins of Mey and Poindessault, the figure of 1.000.146 pieces, produced during the 7 years. Four of these years (from 1809 to 1812) are not considered uncommon because, even the annueal average of circulation is of the order of the third part of the pieces of 8 Reales of silver or 20 Reales of bullion of Charles IV and Joseph Bonaparte, its appearance frequency in all the conservations makes that we consider them equivalent to the common coins of large module in silver of these monarchs. The fact that the frequency of appearance of these coins at auction and the price that they reach is equivalent to the common coins of Charles IV and Joseph Napoleon, being its overall coinage of about three times less, only can be explained by a lower proportion of castings which in the case of the coins of the Bourbons we estimate one surviving copy for 100 minted, and in this case, it could be of one copy for 30, probably because their design is more striking, what in the same way as its metallic proportion use to lead to a higher hoarding. The half duros of Barcelona minted mainly in 1808 and 1809, in very small quantities in 1810, and in insignificant quantities in 1814, with a global production of 154.640 copies, are logically much rarer than the duros. As for the duros, the date of 1808 when they were minted in smaller amounts, because the operation of the Mint started well entered the year, we will consider it as rare, with a value of the double of the common coins (1809-1812), while those of 1813 produced at the time of decline of the French power in Spain, we will consider it as very rare with a value of four times that of the common coins, and that of 1814 as extremely rare, as they only coined them at the beginning of the year till its minting was suspended in Barcelona on 30 May 1814, with a value of eight times of the common coins. As regards the increase of the value of this coin according to its conservation, we will consider that the increase of a grade will multiply by time and half the price, because its wear pattern caused by circulation resembles that of the coins of 8 reales of Charles IV and the 8 reales of silver and 20 reales of billon of Joseph Bonaparte. Figure 131.1 is a 5 pesetas coin of Joseph Napoleon minted in Barcelona in 1808. In our opinion, this piece appears overestimated in Cayón 1998 with a value of 125,000 pesetas in F. More adjusted is the estimation of Calicó 2008 that only reaches €600 in VF. This coin has a widespread wear that affects almost both, the front and the back, although the careful design of the coin makes that it has not lost much of its relief yet. In these conditions the grade is F. We have already indicated that we will consider the date as rare so the value and market price of this copy would be the double of the common coins (€225 in F) therefore being €450 in F. The coin of Figure 131.2 is also a 5 Pesetas of Joseph Napoleon coined in Barcelona in 1811. In our opinion, this piece continues to be overestimated in Cayón 1998 with 80,000 pesetas in F. For his part, Calicó 2008 sets a value in VF of half of the coin of 1808: €300. In the auction alluded to in previous posts on 25 October 2011, a coin of this date in VF with a starting price of €350 had not any offer. Meanwhile, a coin of 1808 in VF was sold for €550. This copy is in very good conservation with original brightness and patina, reaching the grade XF-. Being a common coin of Barcelona, its value and market price in XF- would be €450, the same that would correspond in this conservation to an equivalent coin of Madrid of Charles IV or Joseph Napoleon. The coin of Figure 131.3 is an 8 Reales coined in Madrid in 1813 in the name of Ferdinand VII with the Assayers Isidoro Ramos and José Sánchez (IJ). This coin, as all so-called "crazy head" of Madrid is also, in our opinion, overestimated in Cayón 1998 with 140,000 pesetas in F. Again, the valuation of Calicó 2008 is more adjusted with €600 in VF, in line with the prices achieved in the above-mentioned auction of 2011, where a coin of the same type with date 1812 (a little scarcer) in F was sold for €480 plus expenses. This copy has a wear that affects the third part of the relief of the hair, to the hanging trinket of the mantle, the mane of the lion and the foot of the castles, so that its conservation only achieves the F- grade. This type of piece regard as very rare, with a value of 4 times that of the common coins of Madrid of 8 reales of Ferdinand VII (€130 in F-), so its value and market price would be €520 (€600 in F). The coin of Figure 131.4 is an 8 reales of the usual type coined in the name of Ferdinand VII in Madrid in 1814 Madrid with the Assayers Gregorio Lázaro and José Sánchez (GJ). The valuation of this coin in Cayón 1998 is again high with €30,000 in F, while Calicó 2008 assigns it a price of €200 in VF. In the auction referred of 2011 a copy of 1814 in VF did not receive offers, with a starting price of €200. This coin has the contours of the leaves of the laurel wreath complete, even though only half of the nerves are visible. Part of the mane of the lions and the foot of the castle is still visible, so its grade would be VF, a conservation that for a common coin of Madrid of Ferdinand VII would give us a value and market price of €185 (€150 in F). The coin of Figure 131.5 is of the same type as above, but with date of 1815, a little less scarce than the one of 1814. In this case, the assessment of Cayón 1998 is a little bit more adjusted: 25,000 pesetas in F. Calicó 2008 assigns to this piece a value of €200 in VF. In the aforementioned auction, a copy of 1815 in F+ was sold at €140. In this case, its wear comes to affect two thirds of the leaves of the crown and the mane of the lion and the feet of the castles appear completely worn-out, not being visible at all the hanging trinket of the mantle. In these conditions its grade is F- with a value and market price of €120, the corresponding to the common coins of 8 reales of Madrid of Ferdinand VII (€150 in F).
A partir del momento de asunción del trono de España por parte de Felipe V, descendiente en línea directa del rey de Francia Luis XIV, la Casa de Borbón pasa a regir los designios de dos de las grandes potencias europeas del momento: España y Francia. Estos dos países, aunque los tratados de Utrecht y Rastatt que liquidaron la Guerra de Sucesión reconociendo los derechos de Felipe V al trono de España disminuyendo su ámbito territorial en Europa (con la perdida de Milán y Bramante), prohibieron la unión dinástica de ambos cetros en una misma persona, sostuvieron a lo largo del siglo una política de alianzas; los llamados Pactos de Familia, que les llevó a sucesivos enfrentamientos con las otras potencias como: Austria, Inglaterra y Rusia.
Esta política de acercamiento a Francia (antaño su tradicional enemigo) solo quebró con ocasión de la entrada de España en la coalición de países europeos que trató de asaltar Francia tras la ejecución de Luis XVI, dando ocasión a la invasión francesa, del País Vasco y Cataluña, que los tratados de paz que liquidaron la coalición volvieron a quedar dentro de sus anteriores fronteras. A partir de ahí, Godoy como ministro de Estado de Carlos IV siguió una política de amistad con Francia, dentro de la cual el 27 de octubre de 1807 quedo suscrito un tratado secreto con Napoleón en virtud del cual España se comprometía a permitir el paso del ejército francés de general Junot a través de su territorio para ir a combatir a Portugal que en línea con su tradicional amistad con Inglaterra se había negado a unirse al llamado bloqueo continental contra ese país.
Paralelamente se fue desarrollando una pugna entre Carlos IV y su primogénito Fernando con relación al apoyo o no, a Godoy, cuya expresión fue el estallido del llamado motín de Aranjuez en los primeros meses de 1808 y la renuncia de Carlos IV a favor de su hijo. Ante esos hechos, Napoleón llamó a ambos a Bayona, (Francia) donde el 5 de mayo de ese año ambos acabaron renunciando la corona española en favor de Napoleón o persona que él designara. Entretanto, había estallado la rebelión frente a los franceses que pretendían el control total del territorio español, materializada en la sublevación del 2 de mayo en Madrid, seguida levantamientos semejantes en otras regiones impulsados por Juntas Locales que reconocían la soberanía de Fernando VII y exigían la retirada de los franceses.
Una vez sofocadas las revueltas en Madrid por Murat, mariscal de Napoleón, nombrado Lugarteniente General del Reino, el 6 de junio de 1809 Napoleón procedió a designar a su hermano José Bonaparte como Rey de España. Gran parte de los poderes tradicionales españoles aceptaron este nombramiento, aunque una parte del ejército y la mayoría de la población civil, con ayuda de las tropas británicas comandadas por Wellington se rebeló contra estos poderes, iniciando la llamada Guerra de la Independencia que se prolongó hasta 1813 con la salida del Rey José y de las últimas tropas francesas de territorio español.
De esta manera, durante este periodo tanto José Bonaparte en las zonas dominadas militarmente por Francia, como las Juntas Locales que reconocían a Fernando VII en las áreas que dominaban, recababan su soberanía para la emisión de monedas que, merced a su contenido metálico, circularon indistintamente por ambas zonas y posteriormente continuaron su curso durante el resto del reinado de Fernando VII y los primeros años del de su hija y sucesora Isabel II, en tanto eran substituidas por un nuevo tipo numerario acuñado en las Cecas de: Madrid, Sevilla y Barcelona, con los nuevos métodos basados en el empleo de la fuerza de vapor.
La emisión de moneda a nombre de José Napoleón comienza durante los primeros meses de 1809, una vez asentado el poder francés en Madrid tras la intervención personal de Napoleón que hubo de venir en socorro de su hermano, obligado a abandonar la capital, tras la derrota del ejército de Andalucía, comandado por Dupont, a manos del general español Castaños, en Bailén. Estas emisiones se caracterizan por la continuidad en tipos y denominaciones con los que venían siendo empleados desde la entronización de los Borbones en España. En este periodo, las únicas monedas acuñadas por José Napoleón son Reales de a 8 producidos en la Ceca de Madrid, por los Ensayadores: Idelfonso Urquiza y Gregorio Lázaro (IG) con el mismo peso y ley que los de Carlos III y Carlos IV (FIGURAS 129.2, 129.3 y 129.4).
Sin embargo a partir del Decreto de 19 de abril de 1809, aunque se continuó acuñando esta moneda con las mismas características de peso y ley, se cambió su denominación a la de 20 Reales de Vellón, denominación que ya venía usándose, llamándose Real de Vellón a la moneda de cuanta castellana desde el reinado de los Reyes Católicos con una equivalencia de 34 maravedís. En aquel momento los 34 maravedís equivalían también a un Real de Plata. Sin embargo, las sucesivas elevaciones del llamado premio de la plata, consecuencia de las masivas emisiones de moneda de vellón o cobre que habían tenido lugar en los reinados de: Felipe II, Felipe III y Felipe IV, llevó a que este Real de Plata dejara de valer 34 maravedís, valor que acabará teniendo el llamado Real de Vellón que, sin llegar a ser acuñado, representaba 34 maravedís, con lo que el Real de Vellón y el Maravedí pasaron a desempañar el papel de monedas de cuenta, en la que se expresaban los precios y la mayor parte de las obligaciones de los contratos.
De esta manera, aunque las monedas de: 8, 4, 2, 1 y medio Reales de Plata continuaron acuñándose durante toda la época de los Austrias y, con ligera variación de precio y ley, durante la de los Borbones, su curso real se establecería mediante una determinada equivalencia en reales de vellón en maravedís (en una proporción de 1 real de vellón por 34 maravedís). El sistema tiende a complicarse con la Pragmática de 1686 de Carlos II en la que se ordena la acuñación de la llamada Plata Nueva (las Marías) que aunque mantienen su denominación en reales, tienen un 20% menos de plata, por lo que el Real de a 8 de Plata Antigua pasa a correr por 10 Reales de Plata Nueva (las Marías). Estos Reales de Plata Nueva son el origen de los llamados en tiempo de Felipe IV, Reales de Plata provincial con un peso reducido en relación con los antiguos Reales de Plata que continuaron acuñándose en las Cecas americanas.
A partir de 16 de mayo de 1737 el Real de a 8, tanto el acuñado en España como en América, pasa a valer 20 Reales de Vellón, y por tanto 680 maravedís (recordemos que las primeras monedas de 8 Reales de Plata del tiempo de Carlos I, se cotizaban a 272 maravedís). Esta relación será la que se ha se estabilizará hasta el cambio del sistema monetario español en 1833 en el comienzo del reinado de Isabel II, cuando el Real de Vellón llega a acuñarse , abandonándose la emisión de los Reales de Plata producidos de acuerdo con la antigua métrica. Pues bien, este cambio que en nuestra época llamaríamos “estructural” tuvo su origen durante el breve reinado de José Napoleón bajo el impulso de acercar la regulación legal a planteamientos racionales demandados por la realidad de las cosas, ya que dejaba de tener sentido mantener la denominación de 8 Reales sobre las piezas grandes de plata, cuando eran tomadas en el comercio, y así nombradas, con un valor de 20 reales de vellón de 34 maravedís, que es lo que todo el mundo entendía cuando, entonces, se hablaba de 20 reales.
Como consecuencia de ellos los divisores emitidos por José Napoleón de las monedas de 20 reales, ya no siguieron el sistema tradicional de estar constituidos por denominaciones de: medios, cuartos, octavos y dieciseisavos de los 20 reales, sino que se adoptaron denominaciones de 10 reales de vellón, 4 reales de vellón, 2 reales de vellón y 1 real de vellón. De esta manera, las populares monedas de 4 reales (inferiores en un 20%, aproximadamente, del peso de las antiguas de 2 Reales) pasaron a ser la quinta parte de las denominadas como de 20 reales. Esta moneda de 4 Reales de Vellón será la que en el lenguaje popular ( y en el oficial, en Cataluña) reciba el nombre de “Peseta”, origen de la nueva unidad monetaria nacional a partir de 1868, acuñándose con un peso y ley semejante a las adoptadas como unidades monetarias desde aproximadamente la mitad del siglo, por los países que suscribieron la Unión Monetaria Latina.
Esta moneda de 4 Reales de Vellón tendrá un contenido metálico semejante a las antiguas monedas de 2 Reales de la llamada Plata provincial, y un 20% aproximadamente menos de peso que los Reales de Plata antigua que, en forma de pesos (8 Reales) y sus divisores, continuaron emitiéndose en América, tanto en la época colonial como en los primeros tiempos de los países hispanoamericanos, una vez independizados. También estas monedas, los 8 Reales de la llamada Plata antigua, constituyen, en forma de Dólar, la unidad monetaria de los Estados Unidos y de los países americanos de su área. Por otra parte, el nombre de real (de vellón) continuó perviviendo en la época de la peseta, desde 1868 a 2002, recibiendo tradicionalmente la moneda de 50 Céntimos de peseta, el nombre de 2 Reales y la de 5 pesetas, el de 10 Reales o el de Duro.
Las piezas de 8 Reales de Plata o de 20 Reales de Vellón, en métrica equivalente, se acuñaron en cantidades bastantes semejantes a la de 8 Reales de Madrid de Carlos IV, con cifras del orden de 700.000 ejemplares de media anual, de 1809 a 1812, siendo emitidos en cantidades claramente menores los 20 Reales de 1808, 1813 en Madrid y el 1812 de Sevilla, así como todos los de 8 Reales. Por tanto, aunque hayan sobrevivido en un número algo menor de ejemplares, los consideraremos como con una rareza y precios equivalentes a los de las piezas de 8 Reales de Carlos IV, cuando se trata de tipos de piezas comunes, como los de 20 Reales de Madrid de: 1809AI, 1810AI, 1811AI y 1812AI.
Consideraremos como Raros, con un precio del orden del doble, a los 8 Reales de 1809IG, 20 Reales de 1808 y 1813 de Madrid, y 1812 de Sevilla. Por último consideraremos como Muy Raro, con un valor cuádruple del de las piezas comunes, al 1810IA (con los Ensayadores Idelfonso Urquiza y Antonio Rafael Narváez), y como Rarísima con un valor de 8 veces el de las pieza comunes, el 8 Reales de 1810IG que debió de tratarse de una prueba por cuanto a partir de 18 de abril de 1809, ya no se debían de haber vuelto a emitir piezas denominadas en Reales de Plata. Para el conocimiento pormenorizado de las tiradas de estas piezas, recomendamos la consulta del libro: Repertorio de las Monedas Napoleonidas de Jean de Mey y Bernard Poindessault.
Las monedas que aparecen en las FIGURAS 130.1, 130.2 y 130.3 son todas ellas 20 Reales emitidos en Madrid a nombre de José Napoleón en los años: 1810, 1811 y 1812, todos ellas con los Ensayadores Antonio Rafael Narváez e Isidoro Ramos. Todas estas piezas tienen una rareza no muy diferente equivaliendo la de las dos primeras a la de 1809 de Madrid de 20 reales, siendo la de 1812 algo mas escasa, aunque sin llegar a merecer un sensible sobreprecio. La pieza de la FIGURA 130.1 tiene solamente gastaje (como las dos siguientes) en las partes mas elevadas de su diseño, concretamente en este caso, en el pelo del rey, la melena del león del escudo del reverso y la pechuga del águila imperial en el centro de este escudo. Concretamente esta pieza retiene gran parte de su brillo original aunque ha sufrido una ligera limpieza; por tanto su grado sería VF+, sin llegar a XF-, por lo que le correspondería un valor y un precio de mercado de 400€ (350€ en VF).
La pieza de la FIGURA 130.2 es idéntica a la anterior, si bien su fecha de emisión es 1811. Esta pieza tiene algo mas de relieve que la anterior, aunque su brillo es algo mas apagado con consecuencia de haber sido limpiada en forma no tan cuidadosa como la anterior, por lo cual con lupa de fuerte aumento se observan líneas paralelas de erosión a lo largo de los campos de anverso y reverso. Compensando el mayor relieve con lo menos cuidadoso de su limpieza, su grado de conservación sería equivalente: VF+, por lo que su valor y precio de mercado volvería a ser 400€, el mismo que el que tendría una pieza de 8 Reales de Carlos IV de los tipos de piezas comunes de Madrid.
La pieza de la FIGURA 130.4 es un 20 Reales acuñado a nombre de José Napoleón en Madrid de 1813 con los Ensayadores Isidoro Ramos y Antonio Rafael Narváez (RN). Esta pieza tiene un tiraje notablemente inferior al de las anteriores, ya que José Napoleón tuvo de abandonar Madrid mucho antes de terminar 1813. Esta pieza tiene un diseño ligeramente diferente de las anteriores con un relieve algo mayor en el pelo que muestra mayores líneas de detalle, cuando la conservación es alta. El grado de esta pieza es menor que el de las anteriores por cuanto además del desgaste en los puntos que ya hemos señalado en las otras piezas, aparecen gastadas un número significativo de líneas del pelo del rey, así como los castillos y leones del escudo del reverso, pese a que aun éstos conservan un cierto número de detalles interiores. Ya hemos indicado que esta fecha la consideramos como Rara, por lo que su valor en VF- sería el doble que el de las piezas comunes (300€ en F, en esta conservación). Por tanto su valor y precio de mercado de 600€ en VF-.
Por último la pieza de la FIGURA 130.5 es un 20 Reales de José Napoleón acuñado en Sevilla en 1812 con los Ensayadores Isidoro Ramos y José Sanchez Delgado, representados por las siglas RS. Esta es la única pieza de este tipo de moneda acuñada en la Ceca de Sevilla, aprovechando el breve tiempo en ese año en que ésta ciudad estuvo en poder de las tropas francesas, por lo que su tirada es claramente inferior a la de las piezas anteriores. En general estas piezas suelen encontrarse en conservaciones menores que la de las piezas anteriores. En este caso solamente es visible el 50% del pelo del rey y el gastaje de la pechuga del águila se extiende a la práctica totalidad de las plumas de sus alas. No obstante el aspecto de la pieza no es malo, por conservar su pátina original, sin haber sido limpiada. Su grado de conservación, por tanto, es F+. En estas condiciones, al tratarse de una pieza que ya hemos indicado que consideramos como Rara será el doble del de las piezas comunes de José Napoleón (260€ en F+), llegando por tanto a un valor y precio de mercado de 520€.
10. CHARACTERISTICS OF THE CASTILIANS ISSUES OF JOSEPH NAPOLEON
El siglo XVIII fue en Europa una época de estabilidad monetaria en sus líneas generales. A lo largo del siglo XVI se habían ido asentando en los diferentes países europeos, en especial en los occidentales, sistemas monetarios basados en la concesión por parte de los estados nacionales de privilegios de emisión de moneda a diferentes establecimientos radicados en las ciudades de mayor importancia de cada país. Estos establecimientos o Casas de Moneda generalmente marcaban con alguna inicial las monedas que emitían, así como empleaban signos específicos para que pudieran ser identificados los responsables de ensayar la aleación metálica cuando está tenia contenido en metal precioso: oro o plata. Los sistemas monetarios eran, casi sin excepción, bimetálicos, reservándose en oro para la acuñación de las mayores denominaciones, la plata para las intermedias, y el cobre, puro o aleado con el estaño (bronce) para las menores, dirigidas a soportar las pequeñas transacciones.
El diseño de las monedas era impuesto mediante disposiciones legales emanadas de la autoridad central, que en el absolutismo de la época radicaba en el monarca, aunque la ejerciera a través de sus secretarios o jefes de su burocracia. También, el peso y la ley de las aleaciones a emplear en las monedas, se fijaba con medida escrupulosidad, en estas mismas disposiciones. Operaran bajo directa administración real o en régimen de concesión a un particular, las Casas de Moneda aceptaban la entrega de metal precioso en forma de objetos de plata u oro (usualmente vajillas) en lingotes o en moneda fuera de circulación, para una vez fundido todo el metal, calculada la proporción en oro y plata por los ensayadores, y vuelta a acuñar de acuerdo con las regulaciones legales, devolverla en forma de moneda con los diseños, peso y ley autorizados, a quienes habían entregado la plata, reteniendo una cantidad proporcional al metal manejado, para sufragar los gastos de emisión, fijados por los reyes, normalmente regulada por las ordenanzas que gobernaban el funcionamiento de las Casas de Moneda.
El siglo XVII es un periodo en el que este sistema se consolida, generalizándose la emisión de moneda gruesa de plata (con peso de 30 a 25 gramos y ley de 850 a 950 milésimas) y sus divisores, siendo éste el tipo de moneda emitida en mayor cantidad en países como Francia (Ecus) o España (8 Reales), mientras que en otros como Inglaterra, la emisión de moneda gruesa (Coronas) era la excepción, cediendo el paso a la utilización de moneda pequeña de plata, reservándose al oro, el papel de medio de pago para las transacciones de cierta importancia. Estas prácticas, con una autoridad central que regulaba y múltiples Cecas que emitían la moneda no se llegó a generalizar en territorios como Alemania, Italia o Flandes, que carecían de un poder centralizado, quedando la soberanía dispersa entre diversos principados, ducados o ciudades episcopales que se regían en el aspecto monetario por sus propias disposiciones, aunque desde el punto de vista político existiera un cierto reconocimiento a poderes supranacionales como pudieran ser el Sacro Imperio Romano Germánico o el Papado.
En este sentido el siglo siguiente, el XVIII, fue una continuación de los dos anteriores, incorporándose a los mencionados métodos de emisión monetaria otros países europeos de gran significación por su población y territorio, como Rusia e incluso Turquía, que en este siglo aún retenía bajo su control una parte importante del área europea, como eran los Balcanes. Así en Rusia desde el comienzo del siglo se comenzaron a emitir Rublos bajo Pedro I, de acuerdo como patrones semejantes a los seguidos por los países mas occidentales. También en el Imperio Turco se emitieron las piastras, grandes piezas de plata reflejando siempre frases del Corán y datadas en función de los años transcurridos desde que había empezado el reinado de cada Califa. También los estados italianos y alemanes se sumaron al movimiento internacional de circulación de las monedas, a través de diferentes acuerdos de unión aduanera, y en alguno caso monetaria, que simplificaron en alguna medida, el gran problema de los cambios, lo que entorpecía el comercio y dificultaba el desarrollo.
Es de todos conocido el impacto que tuvo en nuestra vida social y cultura política el súbito estallido de la llamada Revolución Francesa en 1789 que con su secuela del Régimen Napoleónico, en un espacio de 25 años llegó a transformar totalmente el “modus vivendi” europeo e iberoamericano, con el prologo que había supuesto la revolución inglesa de 1688 con el derrocamiento de los Estuardos y la independencia de los Estados Unidos, y el epílogo constituido por las revoluciones liberales de 1830 y 1848 en Europa. La sociedad estamental, basada en el privilegio de la sangre, surgida en la Edad Media con el Feudalismo, había perdurado dentro de unos estados nacionales que consolidaron el estatus de la nobleza y del clero, hasta que fue derrumbada a instancias de una nueva clase social, la burguesía, primero en Francia y luego en casi toda Europa, que impondría en el siglo XIX los regímenes liberales, hoy consustanciales con todas las democracias occidentales.
El impacto de este brusco vuelco de las estructuras políticas, económicas y sociales en Europa, tuvo unas consecuencias significativas y perdurables en los sistemas monetarios de los distintos países y, a través de ellos, en la numismática europea. El punto focal de este impacto fue la creación del llamado Franco de Germinal (en alusión al mes del año IV de la Revolución, en el que nació). Esta unidad monetaria rompió con todo los patrones que había seguido Francia en los dos siglos anteriores, en cuanto al peso y ley a emplear en la emisión de sus monedas. El Franco se definió como una moneda de plata con 900 milésimas de ley y un peso de 5 gramos. Proporcionalmente, tal como se había procedido con la implantación del llamado Sistema Métrico Decimal, para los pesos y medidas, se estableció el curso de monedas de múltiplos del Franco en forma de monedas de plata de 2 y 5 Francos (con la misma ley y peso incrementado proporcionalmente) y de oro 5,20, 50 y 100 Francos, así como submúltiplos de 50 y 25 céntimos de Franco, mientras que en bronce, deberían acuñarse monedas de 1, 2, 5 y 10 céntimos de Franco.
Los convulsos tiempos que siguieron al triunfo de la Revolución, con prácticamente toda Europa enfrentada a Francia tratando de restaurar a los Borbones en el trono, impidieron que se materializaran todas las previsiones respecto a la implantación del sistema monetario decimal. Así, la única moneda acuñada denominada en francos, fue la de 5 Francos, con 25 gramos de peso y ley de 900 milésimas de plata, con el trío representativo de la divisa revolucionaria de Libertad Igualdad y Fraternidad, según diseño de Dupré en el anverso, bajo la leyenda Unión et Force, que se emitió desde el año IV de la Revolución hasta el año XI. Paralelamente, en los territorios que comenzaban a ser ocupados por las triunfantes tropas francesas mas allá de la metrópoli, bajo el mando, primero, del Directorio y después, del de Napoleón como Primer Cónsul de la Revolución, se comenzó a acuñar moneda con las mismas características de las francesas de 5 Francos, en la línea de los operado en la llamada República Cisalpina en el norte de Italia de donde habían sido expulsados los austriacos.
Será en los años posteriores, cuando bajo el dominio de Napoleón, primero como Primer Cónsul, y después como Emperador de los Franceses, cuando el sistema monetario diseñado por la Revolución se implantó no solo en Francia, sino también en todo el territorio Europeo sometido por sus tropas. Esta influencia francesa en los sistemas monetarios europeos no operó únicamente en una dirección sino que se desarrolló en dos sentidos diferentes. En algunos países como Holanda (donde se acuñaron monedas de 5 Francos en Utrecht) o Italia (donde se procedió de igual manera en la Ceca de Roma) se utilizaron las existentes Casas de Moneda para emitir piezas idénticas a las francesas (sistema del Franco) en la misma forma en que los hacían las Cecas provinciales metropolitanas (todas ellas con la efigie de Napoleón, coronado o no coronado). Sin embargo, en otros países como en las emisiones del Reino de Italia, se acuñaron monedas con la métrica francesa, pero denominadas en la unidad monetaria de cada país: en este caso la Lira. También, en los momentos en que la dominación francesa quedó asentada en gran parte de Europa, y Napoleón comenzó el reparto de Reinos hacia los miembros de su familia, las iniciales emisiones con la efigie de éstos, denominadas en Francos, cedieron paso a emisiones con estas mismas características, pero denominadas en la moneda nacional, como fue el caso de las monedas de Luis Napoleón de 40 Stuivers en Holanda, de 5 Francos de Jerónimo de Napoleón en Westfalia, de 5 Liras de Murat en Nápoles después de 1812, o de Elisa Bonaparte y su marido en Lucca.
En otros países dominados, total o parcialmente, por Francia, durante la época napoleónica se continuó emitiendo el mismo tipo de piezas tradicionales en las denominaciones acostumbradas, con la misma métrica anterior, si bien reflejando en el anverso de las monedas, la efigie de los nuevos soberanos (normalmente miembros de la familia del emperador). Éste fue el caso de José Napoleón que primero como rey de Nápoles emitió moneda con su efigie con Piastras de 120 Grani y después como Rey de España desde 1808, acuñó moneda de 8 Reales de Plata o de 20 Reales de Vellón con el mismo peso y ley que los de las monedas de 8 Reales de los anteriores reyes de la Casa de Borbón. Esta situación se mantuvo, con diferentes avatares, debido al cambiante curso de la llamada Guerra de la Independencia por los españoles y Guerra Peninsular por los británicos, hasta 1813, año en el que las derrotadas tropas francesas hubieron de abandonar el territorio nacional tras la firma del tratado de Valencay el 13 de diciembre de ese año.
Así, las monedas españolas a nombre de José Napoleón, como las que se muestran en ésta y en la próxima entrada, no constituyen un paréntesis en la historia numismática española, sino que siguen una línea de continuidad, en cuanto a su métrica, con la emisiones anteriores a nombre de Carlos III y Carlos IV, y las coetáneas y posteriores acuñadas a nombre de Fernando VII bajo cuyo auspicio y efigie se continuó emitiendo moneda en la zona peninsular dominada por ejercito hispano británico, así como en las colonias americanas. Las emisiones de moneda a nombre de José Napoleón se limitaron a las efectuadas a las Cecas de Madrid y Sevilla en cuanto a la plata, a la de Madrid para las de oro y a la de Segovia para los 8 Maravedís de bronce; aunque en Barcelona, como veremos posteriormente, también se emitieron monedas de 5, 2´5 y 1 Pesetas y 4, 2, 1 y medio cuartos en Barcelona, bajo la dominación francesa, pero sin la efigie de José Napoleón.
FIGURA 129.1
La pieza que aparece en a FIGURA 129.1 es un 20 Reales de José Napoleón acuñado en Madrid en 1809 con los Ensayadores Antonio Goicoechea y Idelfonso de Urquiza, representados por las siglas AI. La disposición de José Napoleón de 18 de abril de 1809 ordenó el cambio de denominación para las monedas emitidas a nombre de este rey pasando de la de Reales de Plata a la de Reales de Vellón. Por tanto a partir de este momento las monedas pasaron a denominarse en la nueva unidad, con una equivalencia de 20 Reales de Plata por 8 Reales de Vellón. Por tanto, llama la atención que esta moneda fechada en 1808 esté denominada en Reales de Vellón. HERRERA en su obra El Duro nos señala que esta moneda fue acuñada con posterioridad a la citada disposición, y por tanto fue denominada en Reales de Vellón. Pero siguiendo una costumbre ya vigente en reinados anteriores, para señalar que el reinado de José Napoleón había ya comenzado el año anterior, la moneda fue fechada en 1808.
La tirada de esta moneda es una de las mas bajas de todas la de José Napoleón: 16.830 ejemplares. Sin embargo, su rareza no es excesiva ya que al estar datada en el primer año del reinado tendió a ser retenida como curiosidad por los particulares, por lo que ha sobrevivido una proporción mas alta de ejemplares que en el caso de las piezas datadas en años posteriores. Por ello la consideraremos Rara, pero no Muy Rara, con un precio doble del de los tipos de piezas comunes de 8 Reales de José Napoleón.
El presente ejemplar tiene un desgaste generalizado en anverso y reverso aunque acredita una buena pátina no alterada, por lo que lo consideraremos en un grado F-. Con objeto de proporcionar una referencia lo mas reciente posible respecto a los precios de estas monedas diremos en la subasta organizada por Martí Hervera, Soler y Llach y Sagarra el 25 de octubre de 2011, un ejemplar de esta fecha en XF- alcanzó el precio de 900€ y otro en F, el de 500€. En nuestro caso el presente ejemplar si fuera de fecha común tendría un precio de 175€ en F- (como el de las piezas comunes de Carlos IV). Al tratarse de un pieza considerada como Rara, su valor seria el doble de la cifra anterior, ésto es 360€, lo que coincidiría con su precio de mercado.
Las tres piezas siguientes corresponden a monedas de José Napoleón emitidas en 1809 antes del decreto de 18 de abril al que hemos hecho referencia. Por tanto están denominadas en Reales de Vellón, en la misma forma que los de los dos reyes anteriores. Las tres piezas tienen como siglas de los Ensayadores: IG.
FIGURA 129.2
La pieza de la FIGURA 129.2 presenta un león en el anverso con un gran gastaje, no distinguiéndose ninguno de los pelos de su melena. Menor gastaje se observa en el pelo del rey en el anverso. La pieza está limpiada aunque con el tiempo ha recuperado cierta pátina. En la subasta mencionada un ejemplar en XF- alcanzó en precio de 850€. La rareza de esta pieza es similar a la de la anterior (1808) por lo que la consideraremos como Rara y la asignaremos un precio doble al de las piezas comunes de José Napoleón. En nuestro caso el ejemplar se encuentra en grado F, por lo que su valor si fuera un tipo de pieza denominada en Reales de Vellón, le correspondería un precio de 225€. Al tratarse de un ejemplar de 1809 denominado en Reales de Plata, su valor y precio de mercado sería el doble de esta cantidad: 450€.
FIGURA 129.3
La pieza de la FIGURA 129.3 es en todo similar a la anterior, no variando en ella mas que la conservación. En este caso la melena de los leones del escudo del reverso está tan gastada como en el caso anterior, aunque el pelo de rey se encuentra mas resaltado que en aquella y así mismo la pieza conserva parte de su brillo original entre las letras de la leyenda, y fuera de ellas, cierta pátina original. En este caso su conservación es algo superior, por lo que asignaremos el grado F+, lo que significaría un valor y precio de mercado doble del de las piezas comunes de este rey: 500€ (260€ en F+, si fuera del tipo y fechas comunes de las de José Napoleón.
FIGURA 129.4
La pieza de la FIGURA 129.4 es igual que las anteriores, si bien su conservación es claramente superior. El ejemplar solo presenta gastaje en las líneas mas altas de pelo del rey, en el león y el pecho de águila imperial, en el reverso. El anverso conserva parte de su brillo original puesto que la pieza ha circulado muy poco. No obstante, se evidencian unas claras corrosiones limpiadas a la derecha del retrato del rey que disminuye notablemente su precio. Una pieza con estas mismas características en VF fue adjudicada en la subasta mencionada en 186€, si bien su conservación era VF, ciertamente inferior al de la presente pieza.
En nuestro caso la conservación de la pieza haciendo abstracción de las corrosiones, llega a XF-, por lo que si tratara de un tipo y fecha común su precio sería de 450€ en esta conservación. Al tratarse de una moneda de 1809 denominada en Reales de Plata la consideraremos como Rara y por tanto su precio sería doble del que correspondería para una pieza común (450€ en XF-). No obstante, aunque su valor si careciera de los defectos mencionados sería doble de esta cantidad: 900€, las corrosiones estimamos que divide por dos su precio de mercado, llegando solo a 450€.
FIGURA 129.5
Por último la pieza de la FIGURA 129.5 es un 20 Reales de José Napoleón acuñado en Madrid en 1810 con las siglas de Ensayadores AI. Esta pieza es la mas corriente de todas las de esta denominación acuñadas a nombre de José Napoleón. Su estado de conservación es notoriamente mas bajo que el de las cuatro piezas anteriores. En ella el pelo del rey, el león, el águila y los castillos del escudo se encuentran totalmente empastados sin poderse distinguir ningunas de sus líneas interiores. Pese a ello se conserva todo el dibujo de borde de la pieza. Con este desgaste el grado que le corresponde es VG.
En la subasta de 2011 mencionada un ejemplar de esta misma fecha en XF+ se adjudicó en 600€, cantidad que no llegó a pagarse como precio de salida por un ejemplar XF. El valor y precio de mercado de esta pieza en VG sería el mismo que correspondería a una pieza de Carlos IV en esta misma conservación: 100€ (250€ en F).
9. THE NAPOLEONIC COINS AND THEIR EXPRESSION IN SPAIN In Europe, the 18th century was a time of monetary stability in its general lines. During the 16th century, they had been settling in different European countries, especially in the West, monetary systems based on the grant of privileges of coin issuing given by the national States to various centre establishments in the cities of greater importance in each country. These establishments or Mints generally marked with some initial the coins they minted, as well as they employed specific signs by which the responsible for testing the metal alloy could be identified when it contained precious metal in it: gold or silver. Monetary systems were, almost without exception, bimetallic, reserving gold for the coinage of the highest denominations, silver for the intermediate, and the copper, pure or alloyed with tin (bronze) for the minors, aimed at supporting small transactions. The design of the coins was imposed by legal provisions arising from the central authority that, in the absolutism of that period, was in the monarch’s hands, although he exercised it through his Secretaries or Heads of the bureaucracy. Also, the weight and the fineness of the alloys to be used in coins were set with measure conscientiousness, in these same provisions. They worked under the direct Royal administration or under concession to an individual regime, the Mints accepted the delivery of precious metal objects of silver or gold (usually crockery), ingots or currency out of circulation, for once the metal was molten and calculated the proportion of gold and silver by the assayers, they minted again in accordance with legal regulations, returning it in the form of coin with their designs, authorized weight and fineness to who had handed the silver, retaining a proportional amount of the minted metal, to cover the costs of issuing, set by the Kings, usually regulated by ordinances governing the operation of the Mints. The 17th century is a period when this system was consolidated, generalizing the issue of thick coin of silver (with 30 to 25 grams weight and law of 850 to 950 thousandths) and its divisors, becoming this the type of currency issued in most of the countries as France (Ecus) or Spain (8 Reales), while in others such as England the issue of thick currency (Crown) was the exception, giving way to the use of small silver coin, reserving to the gold, the role of means of payment for transactions of some importance. These practices, with a central authority which regulated and multiple Mints that issued the currency did not generalize in territories such as Germany, Italy or Flanders, which lacked a centralized power, leaving the sovereignty dispersed between various Principalities, Duchies or Episcopal cities governed in terms of currency by its own provisions, although from the political point of view, there was a true recognition of supranational powers such as the Holy Roman Empire, or the Papacy. In this regard, the following century, 18th, was a continuation of the previous two, incorporating into the above-mentioned methods of monetary issue other European countries of great significance because its population and territory, such as Russia and even Turkey, which in this century it still retained under its control an important part of the European area, such as the Balkans. So, in Russia, since the beginning of this century, it began issuing roubles under Peter I, according to the patterns resembling those followed by more Western countries. Also, in the Turkish Empire, it issued the piastras, large pieces of silver that always reflected phrases from the Koran and dated according to the years gone by since the year when the reign of each Caliph began. Also, the Italian and German States joined to the international movement of circulation coins, through different Customs Union, and in some cases monetary, agreements, what simplified somewhat, the great problem of the exchange, which hampers trade and made development dificult. We all know the impact in our social life and political culture of the sudden outbreak of the French revolution in 1789 which with its sequel of the Napoleonic Regime, in 25 years came to completely transform the European and Ibero-American "modus vivendi", with the prologue that had resulted in the English revolution of 1688 with the overthrow of the Stewarts and the independence of the United States, and the epilogue constituting by the Liberal revolutions of 1830 and 1848 in Europe. The Estates of the realm, based on the privilege of the blood, that has emerged in the Middle Ages with Feudalism had survived in a some Nation-States that consolidated the status of the nobility and the clergy, until it was overthrown at the behest of a new social class, the bourgeoisie, first in France and then in almost the whole Europe, that would impose in the 19th century liberal regimes, nowadays inherent in all Western democracies. The impact of this sudden turnaround of the political, economic and social structures in Europe, had a significant and enduring impact in the monetary systems of different countries and, through them, in the European numismatics. The focal point of this impact was the creation of the so-called French Franc (in allusion to the month of the 4th year of the revolution, in which the Revolution was born). This monetary unit broke with all the patterns that France had followed in the two previous centuries, for its weight and fineness to use in the issue of its currencies. The franc was defined as a silver coin with 900 thousandths of fineness and a weight of 5 grams. Proportionately, as it had been with the introduction of the so-called Metric Decimal system for weights and measures, it was established the circulation of multiples of the Franc in the form of silver-coins of 2 and 5 francs (with the same fineness and weight proportionally increased) and gold-coins of 5.20, 50 and 100 francs, as well as submultiples of 50 and 25 cents of franc, while in bronze coins of 1, 2, 5 and 10 cent of Franc should be minted. The turbulent times following the triumph of the Revolution, with virtually the whole Europe faced with France trying to restore the Bourbons on the throne, prevented all forecasts with regard to the introduction of decimal coinage to materialize. Thus, the only coined currency denominated in francs, was the 5 francs, with 25 grams of weight and fineness of 900 thousandths of silver, with the trio representative of the revolutionary motto of liberty, equality and fraternity, according to Dupré's design on the front, under the Union et Force legend, which was issued from the 4th year of the Revolution until the 11th year. At the same time, in the territories which started to be occupied by the triumphant French troops beyond the metropolis, under the command, firstly, of the French Directory and then of Napoleon as first consul of the Revolution, coins with the same characteristics of the French 5 francs began to be minted, in line with those operated in the so-called Cisalpine Republic in the North of Italy, from where the Austrians had been expelled. It was in later years, when under the rule of Napoleon, first as First Consul, and later as Emperor of the French, when the monetary system designed by the Revolution had been introduced not only France, but also throughout the whole European territory subjected by his troops. This French influence in the European monetary system did not operate only in one direction it was developed in two different directions. In some countries such as Holland (where 5 franc-coins were minted in Utrecht) or Italy (where they proceeded similarly in the Mint of Rome) the existing Mints were used to issue identical coins to the French ones (the Franc system) in the same way that the Metropolitan provincial mints made them (all of them with the effigy of Napoleon, crowned or not crowned). However, in other countries as with the issues in the Kingdom of Italy, coins were minted with the French metric, but with the denomination of the currency of each country: as in the case of the Lira. Also, at a time when French rule was settled in much of Europe and Napoleon became kingdom-sharing towards the members of his family, the initial issues with the effigy of these, with denominations in francs, gave way to issues with these same characteristics, but with the denominations in the national currency, as it was the case with the currencies of Louis Napoleon of 40 Stuivers in Holland, of 5 francs of Jerome Napoleon's in Westphalia, of 5 lire of Murat in Naples after 1812, and of Elisa Bonaparte and her husband in Lucca. In other dominated countries, total or partially, by France, during the Napoleonic era the same kind of traditional pieces in the usual denominations was continued to issue, with the same previous metric, while reflecting on the front of the coins, the effigy of the new sovereigns (usually members of the family of the Emperor). This was the case of Joseph Napoleon who coined firstly as King of Naples currency with his effigy with Piastras of 120 Grani and later as King Spain from 1808, he issued 8 real-coins of silver or 20 real bullion coins with the same weight and fineness as the coins of 8 Reales of the previous Kings of the House of Bourbon. This situation remained, with different avatars, due to the changing course of the so-called War of Independence by the Spanish and Peninsular War by the British until 1813, the year when the defeated French troops had to leave the national territory after the signing of the Treaty of Valencay on December 13th of that year. In this sense, the Spanish coins on behalf of Joseph Napoleon, as those shown in this and the next post, do not constitute a break in Spanish Numismatic history, but they follow a line of continuity, as in their metric, with previous issues on behalf of Charles III and Charles IV, and the contemporary and subsequent minted in the name of Ferdinand VII bass whose sponsorship and effigy they continued issuing currency in the Peninsular area dominated by British Hispano Army, as well as in the American colonies. The coins issued on behalf of Joseph Napoleon were limited to those carried out at the Mints of Madrid and Seville regarding silver, at Madrid for those in gold and at Segovia for the 8 Maravedís of bronze; while in Barcelona, as we shall see later, they also issued coins of 5, 2´5 and 1 Pesetas and 4, 2, 1 and half fourth in Barcelona, under French rule, but without the effigy of Joseph Napoleon. The coin that appears on Figure 129.1 is a 20 real coin of Joseph Napoleon coined in Madrid in 1809 with the Assayers Antonio Goicoechea y Idelfonso de Urquiza, represented by the acronym AI. The provision of Joseph Napoleon of April, 18th 1809 ordered the change in the denomination of coins issued in the name of this King from Reales of silver to the Reales of bullion. Therefore, from this point coins became renamed in the new unit, at a rate of 20 reales of silver for 8 Reales of bullion. Therefore, it is striking that this coin dated in 1808 is denominated in Reales of bullion. Herrera, in his work The Duro, tells us that this coin was coined after the abovementioned provision, so it was denominated in real of bullion. But following an already existing custom in previous reigns, to point out that the reign of Joseph Napoleon had already begun in the previous year, the coin was dated in 1808. The production of this coin is one of the lower of all of Joseph Napoleon: 16,830 copies. However, its rarity is not excessive, as being dating in the first year of the reign people tended to retain it as a curiosity, so a higher proportion of copies have survived than in the case of the coins dated in later years. Therefore, we will consider it rare, but not very rare, with double prize of the types of common pieces of 8 reales of Joseph Napoleon. This copy has widespread wear on the front and back although it has a no altered good patina, so that we will consider it in a grade F-. In order to provide a reference the most recent as possible with respect to the price of these coins we can say that in the auction organized by Martí Hervera, Soler and Llach and Sagarra on October 25th, 2011, a copy of this date in XF- reached the price of €900 and another in F, €500. In our case, if this copy were of a common date would be priced at €175 in F-(such as the common coins of Charles IV). Considering it is a rare coin, its value would be double of the previous amount, this is €360, which would coincide with its market price. The three following pieces correspond to Joseph Napoleon’s coin issued in 1809 before the Decree of April 18th to which we have referred. Consequently, they are denominated in Reales of bullion in the same way as the two previous Kings. The three pieces have the Assayers’ initials: IG. The piece of Figure 129.2 presents a lion on the front with a great wear, not distinguishing any of the mane hairs. There is lower wear in the hair of the King on the front. The piece is cleaned, although with time passed it has regained some patina. In the aforementioned auction, a copy in XF- reached the price of €850. The rarity of this piece is similar to the previous (1808) so we will consider it as rare and we will assign the double price of the common coins of Joseph Napoleon. In this case, the copy is in grade F, which is why its value if it were a type of piece denominated in Reales of bullion, would be €225. As it is a copy of 1809 denominated in Reales of silver, its value and market price would be the double of this amount: €450. The coin of Figure 129.3 is completely similar to the previous one, varying in it only its conservation. In this case, the mane of the lions of the coat of arms of the back is so worn as in the previous case, although the hair of the King is clearer than in the other and the piece also retains part of its original brightness between the letters of the legend, and outside them, some original patina. In this case its conservation is a little higher, so we assign the grade F+, what will mean a value and a market price of the double of the common pieces of this King: €500 (€260 in F+, if it would be of the common type and dates of Joseph Napoleon). The piece of Figure 129.4 is the same as the previous ones, while its conservation is clearly superior. The copy only presents wear in the higher lines of the hair of the King, in the lion and in the chest of the imperial eagle on the back. The front retains part of its original brightness since the piece has not much circulated. However, a few clear cleaned corrosions on the right of the portrait of the King are evident which decreases significantly its price. A piece with these same characteristics in VF was sold in the mentioned auction at €186, but its conservation was VF, certainly less than the one of the present piece. In our case, the conservation of the piece, ignoring the corrosions, reaches XF- so if it were a common type and date its price would be €450 in this conservation. Being a 1809 coin denominated in Reales of silver we consider it as rare and therefore its price would be the double that correspond to a common piece (€450 in XF-). However, although its value, if it lacks the above-mentioned defects, would be the double of this amount: €900, we believe that corrosions divide by two the market price, reaching only €450. Finally, the piece of Figure 129.5 is a 20 real coin of Joseph Napoleon coined in Madrid in 1810 with the initials of the Assayers AI. This piece is the most common of all of this denomination minted in the name of Joseph Napoleon. Its conservation status is significantly lower than the previous four coins. In it, the hair of the King, the lion, the eagle and the castles of the shield are totally pasted without being able of distinguishing none of its internal lines. Despite this, the drawing of the edge around the piece is preserved. The grade that corresponds with this wear is VG. In the auction of 2011 referred to, a copy of the same date in XF+ was sold at €600, amount which failed to pay as starting price for a copy in XF. The value and market price of this piece in VG would be the same that would correspond to a piece of Charles IV in this same conservation: €100 (€250 in F).