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76.LOS 2 REALES MACUQUINOS PENINSULARES DE FELIPE III Y FELIPE IV

En esta entrada nos ocuparemos de exponer los circuitos de distribución de la moneda americana una vez llegada a la Casa de Contratación de Sevilla y su posterior encaminamiento hacia los centros comerciales españoles y su utilización para satisfacer las deudas adquiridas tanto por la Monarquía como por los particulares sean éstos españoles o extranjeros. Posteriormente se pasará a terminar el recorrido iniciado en la entrada anterior sobre los Reales de a 2 castellanos de Felipe II, analizando tres ejemplares acuñados por Felipe III y dos piezas de Felipe IV, una de ellas emitida una vez efectuada la primera reducción de peso en el numerario castellano.
Suele asociarse la llegada del metal precioso americano a Sevilla, una vez atracados y descargados los galeones de la flota, a la recepción en las arcas reales de un conjunto de lingotes y monedas, abrumadoramente mayoritarias en plata que posteriormente eran todas ellas utilizadas por los reyes para materializar pagos en el extranjero a banqueros alemanes e italianos de cara a satisfacer las deudas que previamente habían adquirido para hacer frente a necesidades, fundamentalmente de carácter militar.
Sin embargo, esta impresión no es del todo correcta; en la realidad la cantidad de moneda o metal en barras recibida directamente para el Rey no alcanzaba, en término medio, mas que una cuarta parte aproximadamente. Así de acuerdo con los datos manejados por Hamilton de 1503 a 1660 las llegadas de metal en total ascienden a 447 millones de pesos, de los que 117 millones corresponden al Rey y 330 millones corresponden a los particulares. Esto no significa que la política real fuera ajena a la utilización y distribución de este volumen, gran parte de él en plata acuñada en Méjico y Potosí, sino que en un sistema político en el que la realeza lo impregnaba todo esta gran cantidad de numerario acababa, aunque no en forma directa financiando la política de expansión primero y defensa territorial del Imperio después.
En los momentos actuales, cuando los problemas de deuda pública y la cantidad de recursos necesarios para satisfacer siquiera sus intereses están situados a nivel de calle abiertos a la comprensión del gran público a través de los medios de comunicación, nos puede resultar no demasiado difícil de comprender la dinámica que en materia de deuda pública y bancarrotas impregnó la totalidad de la política imperial de todos los monarcas de la Casa de Austria.
Dado que la Monarquía Hispánica de Carlos I no era en su mente separable del concepto de Monarquía Universal asociado a su condición de regidor del Sacro Imperio Romano Germánico, los recursos demandados para la ejecución de su política procedían de la mayor parte de los países de Europa, no solamente España, sino también los Países Bajos, Alemania, Austria e Italia. Es por ello que la banca utilizada para la obtención rápida y segura de las cantidades de dinero necesarias para el pago de las tropas y la procuración del armamento, suministros y bagajes de los ejércitos debía obtenerse a partir de banqueros capaces de operar no en uno sino gran parte de estos países. Esta condición en aquel tiempo era solamente cumplida por banqueros alemanes, como el caso de los Fugger y los italianos, principalmente genoveses.
Tendemos a pensar que la moneda fiduciaria, los modernos billetes de banco, son un instrumento de comercio y de circulación monetaria que se generaliza solamente a partir de finales del siglo XVIII. Sin embargo la realidad es que la moneda metálica que los banqueros europeos, alguno de ellos también castellano, hacían llegar a los lugares de asentamiento de los ejércitos imperiales, era entregada a contrapartida de la expedición por parte de los rectores económicos del Imperio, en gran medida por el Consejo de Hacienda dependiente del Consejo de Castilla, de documentos de reconocimiento de deuda que no solamente estaban expresados en cantidades de moneda de cuenta (frecuentemente el ducado) sino también en títulos de renta consolidada los llamados “juros” que suponían a su poseedor la percepción de un interés fijo, bien a perpetuidad, bien hasta el momento en que fueran redimidos.
De esta manera, estos títulos eran negociados y utilizados como instrumentos de pago tanto en las mas renombradas ferias castellanas: Medina del Campo, Medina de Rioseco o Villalón, como en los centros económicos de la Europa Central como Ginebra, Amberes o Frankfurt, constituyendo en antecedente directo de la actual moneda fiduciaria. La relación entre los soberanos españoles y los banqueros se establecía también a través del sistema de “asientos”.  Estos asientos suponían la concesión para la explotación de ciertos bienes pertenecientes a la Corona a cambio de la entrega de cantidades de dinero como fue el caso de las concesiones a los banqueros Welser en Venezuela o la explotación de las minas de Almadén por los Fugger.
La garantía para el pago de las deudas asumidas por la Monarquía era la previsible recepción de moneda metálica americana importada directamente en nombre del Rey, pero también, y en forma aun mas importante, los recursos fiscales procedentes de la recaudación impositiva que pesaba especialmente sobre el campesinado castellano. Este campesinado, especialmente los mayores propietarios, se benefició inicialmente de la recepción de la plata americana lo que permitió un aumento de su riqueza, lo cual a su vez posibilitó el aumento de los gravámenes reales que pesaban sobre ellos. Este esfuerzo fiscal acabaría siendo el que arruinara en los años finales del reinado de la Casa de Austria a la población castellana, redundando en una pérdida del predominio político y económico de España en Europa en los años finales del siglo XVII.
Así, durante el reinado de Carlos I se estima que el total de las sumas pagadas para satisfacer la deuda contraída se elevó a 38 millones de ducados, de los cuales 33 lo fueron a banqueros extranjeros básicamente italianos, flamencos y alemanes. El elevado montante de esta deuda total hizo que en gran parte de casos la Corona se viera forzada a retener moneda importada por particulares para hacer frente a los compromisos exteriores proporcionando a cambio juros o garantías diversas que no siempre fueron satisfechas como en el caso de las cuatro grandes bancarrotas del reinado de Felipe II.
Las remesas de los particulares procedían básicamente de las personas que habían intervenido directamente en la conquista o bien de sus descendientes que en gran medida actuaban como colonos en los territorios americanos. Estas remesas eran utilizadas en gran parte de los casos para satisfacer deudas contraídas por los particulares con los mismos banqueros que financiaban a los reyes. De esta forma también una parte importante de la moneda de oro y plata importada por los particulares seguía el mismo camino que el de los recursos reales, si bien una parte de este numerario era gastado por la nobleza y si atendemos a testimonios contemporáneos, se dirigía básicamente al consumo de lujo. No obstante no toda la plata de los particulares seguía camino hacia Europa, sino que el esplendor de determinadas ciudades extremeñas como Cáceres o Trujillo, alcanzado en la época de Carlos I, tiene su origen en la construcción de grandes palacios y casas solariegas edificados por los peninsulares al retornar a España tras el ejercicio de su función burocrática, comercial o agrícola en América.
La otra categoría de particulares que intervenían en el tráfico americano era la de los mercaderes que recibían oro y plata a cambio de las mercancías que debían de procurarse en los mercados europeos que naturalmente incluían en una parte importante los productos agrícolas o industriales procedentes de España adquiridos frecuentemente en las Ferias castellanas. Los beneficiarios de este comercio habían de ser necesariamente castellanos o en todo caso españoles, estando vedado en principio este tipo de operaciones a los extranjeros. El procedimiento de control para verificar esta circunstancia eran las prohibiciones de exportación al extranjero de la moneda de oro y plata. No obstante las prohibiciones el Estado acuciado por sus necesidades de numerario hubo de acabar concediendo las llamadas licencias de saca que eran concedidas a cambio de una prima del orden del 10% sobre el capital total exportado.
Frecuentemente el dinero metálico que necesitaban los banqueros europeos para satisfacer los pagos requeridos por el Estado eran obtenidos de los particulares a cambio del cual revendían los títulos de crédito o juros recibidos de los monarcas en pago de los asientos sobre los que en principio no había problema alguno de colocación puesto que gran parte de las clases intermedias y del mundo de la hidalguía tenían un interés desmesurado en vivir de las rentas que permitía evitar el trabajo manual considerado como deshonroso y propio de judíos y moriscos. Esta alta demanda hizo bajar sensiblemente el tipo de interés de estos títulos que cayó del 10 al 7% a lo largo de los dos primeros monarcas de la casa de Austria.

                                                                       

                                                                                        FIGURA  76.1
En la FIGURA 76.1 se muestra un 2 Reales acuñado en Toledo por Felipe III en el año 1601 con la sigla de Ensayador C. Esta pieza está circundada en anverso y reverso por la leyenda que venimos denominando tipo OMMNIVM que aparece en los dos últimos años 1597 y 1598 del reinado de Felipe II y se prolonga durante el de Felipe III desde 1599 hasta los primeros años de la segunda década del siglo XVII. La rareza de estas piezas toledanas radica en la dificultad de visualización de la fecha debida a su normal descentraje y a la circunstancia de tener menor tamaño que las de cuatro y las de ocho Reales por lo que el espacio reservado a la fecha es menor.
La fecha de 1601 no aparece en las ediciones de CALICO de 1981, 1988 y 1994 por lo qué tomando como referencia los precios de la fecha mas próxima como 1602 tenemos unos valores que van desde 10.000 a 12.000P. La edición 2008 ya si recoge la existencia de la pieza de 1601 con Ensayador C a la que fija un precio de 130€ en VF. CAYON por el contrario si incluye el 1601 en todas sus ediciones llegando hasta un precio de 28.000P en la de 1998. KRAUSE 2000 sigue como en otras ocasiones la estela de CALICO señalando una gama de precios que va de 35$ en VG a 200$ en XF. Por otra parte la subasta de AUREO mencionada en la entrada anterior no incluye en su importante colección de 2 Reales la fecha de 1601, pero sí la de 1603 y 1605 que con un precio de salida de 90€ y 200€ fueron adjudicadas en 100€ y 240€ en grado F.
Nosotros continuaremos considerando un precio base de 100€ para los 2 Reales de Felipe III de Sevilla y Toledo en grado F. La pieza mostrada tiene una excelente impronta de acuñación en la que se muestra todos los detalles del escudo y los castillos y leones del reverso, así como del escudete de Portugal, con exclusivo gastaje en sus partes más altas por lo que su grado será VF al que en principio correspondería un valor de 200€. La Ceca y el Ensayador son perfectamente visibles y están muy bien marcados ; no así la fecha de la que solo pueden apreciarse las partes bajas de los dos últimos números por lo que su precio de mercado se reduciría a la tercera parte del valor anterior, esto es 72€.

                                                                           

FIGURA 76.2

 
La FIGURA 76.2 representa la fotografía de un 2 Reales de Felipe III acuñado en Sevilla en el año 1601 con el Ensayador B. La Ceca de Sevilla en este tipo de piezas es algo mas rara que la de Toledo, aunque en ella la presión de acuñación de la mayor parte de sus piezas resultó algo inferior a la de las de Toledo, y la irregularidad de los cospeles es mayor, lo que redunda en una menor legibilidad usual de los datos identificativos,
En la edición 2007 de CALICO esta pieza alcanza un valor muy semejante a las de Toledo con 120€ en VF, precio coincidente con las 20.000P que asigna CAYON en su edición de 1998. Por el contrario KRAUSE 2000 fija para Sevilla unos valores inferiores a los de Toledo especialmente en las conservaciones inferiores. En la subasta de AUREO de 9 de abril de 2003 las piezas sevillanas de este tipo son adjudicadas en un entorno próximo a los 220€ en VF. La pieza analizada tiene una conservación que no rebasa el VG como consecuencia no solo de su flojedad de acuñación sino también del gastaje que ha hecho desaparecer león y castillo de la parte derecha del reverso y la parte baja del anverso, por lo qué en principio su precio sería de 50€. No obstante, la claridad con la que puede apreciarse los cuatro dígitos de la fecha y la marca de Ceca, nos hace subir su precio de mercado hasta los 80€.

                                                                          

FIGURA 76.3


La pieza de la FIGURA 76.3 corresponde a un 2 Reales de Felipe III acuñado en Valladolid en 1599 con el Ensayador D superada de una O. La fecha es perfectamente visible en sus dos primeros dígitos (15) mientras que los dos últimos solo son visibles en su parte baja, pero dada la curvatura de ésta solamente pueden ser atribuidos a 99. Las leyendas, del tipo OMMNIVM, al igual que en el caso de Toledo, están enmarcadas por sendas circunferencias en anverso y reverso, mostrando la marca de Ceca los tres girones horizontales habituales para identificar Valladolid.
La rareza de este tipo de piezas de Valladolid la estimamos doble de el de las de Toledo y Sevilla, por lo que su valor en F sería de 200$. La conservación de esta pieza sería F+ ya que aunque gran parte del escudete y de la leyenda del anverso presentan claros signos de gastaje, sin embargo los leones y castillos de anverso y reverso tienen el suficiente remanente de detalles en su interior. CALICO asigna un valor mucho mas alto, de 4 a 5 veces a estas piezas en relación a las de Toledo o Sevilla, partiendo de 30.000P en su edición de 1981 hasta 600€ en VF en la de 2008. Por el contrario CAYON las valora ligeramente por encima de el de Cecas anteriores. Nosotros estamos mas en línea en este caso, con la opinión de CALICO, si bien creemos que su valoración de 2008 es algo exagerada. La valoración de esta pieza en F sería por tanto de 200€, lo que nos daría en F+ un precio de mercado de 250€.

 

                                                                        

FIGURA 76.4


La pieza cuya fotografía mostramos en la FIGURA 76.4 es un 2 Reales de Madrid acuñado por Felipe IV en, probablemente, 1635, con el Ensayador, también probable M. Como puede apreciarse en la pieza no se muestra en modo alguno ni el más mínimo detalle ni de la fecha ni de la Ceca ni del Ensayador. Ello nos permite realizar su identificación a partir del arte del escudo del anverso y especialmente de las características de los castillos y leones del reverso. En efecto, este tipo de castillos y leones con muy acusadas líneas en la parte alta y baja de los castillos, así como el tipo de pelaje de los leones y el enroscamiento de la cola solamente se da en las piezas de Madrid acuñadas entre los años 1628 con el Ensayador V y las de 1638 con el Ensayador BI, como podemos comprobar examinando la pieza de 4 Reales mostrada en la FIGURA 67.4 acuñada en Madrid en 1633 con el Ensayador M.
Como puede comprobarse en este caso y en los de piezas de este tipo reproducidas por CALICO y CAYON correspondientes al período dentro de la Ceca de Madrid la forma de castillos y leones son idénticas, así como las de bandera de Austria y flores de lys en el anverso. Todo ello nos lleva a realizar la mencionada atribución aunque lógicamente el precio de esta pieza es radicalmente diferente del que presentaría si sus datos identificativos no fueran deducidos de su arte de acuñación, sino visibles. Nosotros en la línea de las estimación de CALICO, estimamos que el valor de esta pieza con datos visibles sería de 4 veces el de los 2 Reales de Sevilla y Toledo de Felipe III por lo que su precio en VF alcanzaría los 800€.
El grado de la pieza analizada es claramente VF en su reverso aunque lo reduciríamos a VF- como consecuencia de cierto gastaje general en su anverso especialmente en las partes altas del escudete de Portugal. Ello nos llevaría a un precio de mercado de 250€ en F+.

                                                                   

FIGURA 76.5


Por último en la FIGURA 76.5 tenemos un 2 Reales acuñado en Madrid a nombre de Felipe IV en 1643 con el Ensayador B. Esta pieza, junto con las correspondientes de 1 Real y Medio Real constituyen los únicos casos de moneda castellana de plata en la que se muestra el busto del Rey fuera del diseño habitual con escudo imperial en el anverso. Es también importante señalar que esta pieza se separa de la  métrica habitual de los reales castellanos basados en el sistema establecido por la Pragmática de Medina del Campo de 1597. Así el Real con este diseño tiene un peso 2,75 gramos en lugar del habitual del Real castellano. En debida correspondencia los 8 Reales que hubieran podido acuñarse con este diseño tendrían un valor de 370 maravedís en lugar de los habituales 272. Esto supone una valoración de los clásicos 8 Reales de 10 Reales de la llamada “plata nueva” equivalentes a partir de ese momento a 10 reales de vellón. Todo ello supone un primer paso en la devaluación real de la moneda ante las catástrofes financieras derivadas de los conflictos de Portugal y Cataluña derivados del intento de Olivares de imponer la llamada Unión de Armas; paso que sería seguido por Carlos II en 1686 al ordenar la acuñación de las llamadas Marías con un peso de 22 gramos, un nominal expresado en reales (8) y un valor circulante de 12 reales de vellón, lo que suponía una importante revaluación de hecho del antiguo real de plata que continuó acuñándose en piezas según la métrica tradicional, en piezas de 8 a medio real.
Existe una gran diferencia de criterio entre CAYON y CALICO al valorar estas piezas que alcanzan un precio casi 5 veces superior en el segundo respecto al primero, si bien debemos tener en cuenta que CALICO en nuestra opinión en sus últimas ediciones está considerando una conservación para las monedas macuquinas un grado superior al que se tiene en cuenta para las últimas ediciones de CAYON; en la misma línea de CALICO,  se sitúa también KRASE 2000. En la subasta de AUREO mencionada anteriormente esta pieza pasó de un precio de salida de 300€ en XF, a ser adjudicada en 380€. El ejemplar aquí mostrado se encuentra en nuestra opinión dos grados por debajo del mencionado anteriormente, aunque algún detalle es todavía visible en el rostro del Soberano y además aunque leones y castillos del reverso no retinen detalle alguno en su interior, la fecha por el contrario entre segundo y cuarto cuartel es completamente nítida.
El grado de rareza de esta pieza es similar al de los ocho Reales de Felipe III de Toledo Sevilla por lo que el precio de mercado de este ejemplar en F lo estimamos en 100€.

76.THE PENINSULAR 2 REALES COBS OF PHILIP III AND PHILIP IV

In this post, we will expose the distribution channels for the American coins after their arrival in the House of Seville and their subsequent routing to the Spanish commercial centres and their use to meet the debts incurred by both the monarchy and by individuals, whether they were Spanish or foreign. After that, it will be finished the tour started in the previous post about the Castilian 2 Reales of Philip II, analyzing 3 copies coined on behalf of Philip III and 2 pieces of Philip IV, one of them issued once the first reduction in weight of the Castilian coin.
It is often associated the arrival of the American precious metal to Seville, once docked and unloaded the galleons of the fleet, to the reception in the royal coffers of a set of bars and coins, the overwhelming part in silver which all were subsequently used by the kings to realize payments abroad German and Italian bankers in order to satisfy the debts that had previously purchased to meet needs, mainly military.
However, this impression is not entirely correct, in reality the amount of coin or bullion received directly by the King did not reach, on average, more than a quarter of it or so. So, according to the data handled by Hamilton from 1503 to 1660 the arrivals amounts of metal sum up 447 million pesos, of which 117 million belonged to the King and 330 million to individuals. This does not mean that the real policy was unrelated to the use and distribution of this volume, much of it in silver minted in Mexico and Poosí, but the political system in which the royalty was everywhere this large amount of cash had, although not directly, fund, in first place, the expansion policy and the territorial defence of the Empire afterwards.
At the present time, when the problems of public debt and the amount of resources needed to meet even their interests are opened to the public understanding through the media, it may be not too difficult for us to understand the dynamics of public debt and bankruptcy that permeated the whole of the imperial policy of all the monarchs of the House of Habsburg.
Since the Spanish Monarchy of Charles I in his mind was not separable from the concept of Universal Monarchy associated with his status as ruler of the Holy Roman Empire, the resources demanded for the execution of his policy came from the majority of European countries, not only Spain, but also the Netherlands, Germany, Austria and Italy. That is why banks used to quickly and safely obtain the amounts of money necessary to pay the troops and the procurement of weapons, supplies and baggage of the army should be obtained from bankers which can operate not just in one, but in many of these countries. This condition at the time was only accomplished by German bankers, as the case of the Fuggers and the Italians, chiefly Genoese.
We tend to think that trust funds, the modern bank notes, are an instrument of commerce and monetary circulation is generalized only from the late eighteenth century. However, the reality is that the coins that European bankers, some of them also Castilian, did reach the places of settlement of the imperial armies, was given to consideration of the issuance by economic governing of the Empire, much measured by the Council of Treasury under the Council of Castile, recognize documents of debt documents that were not only expressed in amounts of money of account (often thedicats), but also in the consolidated income securities called "juros" that accounted for his holder perceptions of a fixed interest rate, or in perpetuity, or until they were redeemed.
Thus, these securities were traded and used as payment instruments in both the most renowned Castilian fairs: Medina del Campo, Medina de Rioseco or Villalon, and in the economic centres of Central Europe: Geneva, Antwerp and Frankfurt, constituting the direct antecedent of the current fiduciary currency. The relationship between the Spanish sovereigns and bankers was also provided through the system of "seats". These seats assumed the concession for the exploitation of certain property belonging to the Crown in exchange for the delivery of amounts of money as it was the case of concessions to the Welser bankers in Venezuela or the exploitation of the mines of Almaden by the Fugger.
The guarantee for the payment of the debts assumed by the Monarchy was the expected reception of American coins imported directly on behalf of the King, but also, even more importantly, the tax revenue from tax collection which weighed especially on the Castilian peasantry. The peasantry, especially the largest owners, benefited initially from the reception of American silver what allowed an increase in their wealth, which in turn enabled the rise of real charges against them. This would be the fiscal effort that leaded to bankrupt in the final years of the reign of the House of Habsburg to the Castilian population, resulting in a loss of political and economic dominance of Spain in Europe in the late seventeenth century.
Thus, during the reign of Charles I, it is estimated that the total amounts paid to satisfy the debt rose to 38 millionducats, of which 33 for foreign bankers, they were basically Italian, Flemish and German. The high total amount of this debt was so that to a large part of the Crown case would be forced to retain currency imported by individuals to cope with external commitments, providing in exchange “juros” or different warranties that were not always satisfied in the case of the four major bankruptcies of the reign of Philip II.
Privateremittances came mostly from people who had intervened directly in the conquest or their descendants who largely acted as settlers in the American territories. These remittances were used in most of the cases to satisfy debts owed by individuals with the same bankers who financed the kings. So, also an important part of the gold and silver coin imported by individuals followed the same path as the royal resources, some of this cash spent by the nobility, if we look at contemporary testimonies, was heading basically luxury consumption. However, not all individual silver was way to Europe, but the splendour of some cities of Extremadura such as Caceres or Trujillo, reached at the time of Charles I, has its origin in the building of great palaces and ancestral houses built by the Castilians returning to Spain after the exercise of its bureaucratic, commercial or agricultural functions in America.
The other category of individuals who were involved in the American trade was the merchants who received gold and silver in exchange for the goods to be procured in the European markets which naturally included important agricultural and industrial products from Spain acquired frequently in CastilianFairs. The beneficiaries of this trade had to be necessarily Castilian or, in any case, Spanish, being forbidden in principle this type of operation to foreigners. The control procedure to verify this fact was the ban to export currency to gold and silver coins abroad. But the state bans beset by cash needs had to stop giving out calls licenses were granted in exchange for a premium of around 10% of the total capital exports.
Normally the cash needed by European bankers to meet the payments required by the State were obtained from individuals in exchange for which resold the debt securities or “juros” received from the monarchs in payment of the seats on which there was no problem in principle of placement, since much of the middle classes and the world of chivalry had an inordinate interest in living on the income making possible to avoid manual work considered as dishonourable and proper of Jews and Moorishs. This high demand significantly lowered the interest rate of these securities which fell from 10 to 7% during the first two monarchies of the House of Habsburg.
Figure 76.1 shows a 2 reales minted in Toledo by Philip III in 1601 with the initials of Assayer C. This piece is in the front and back surrounded by the legend that we have been calling OMMNIVM type that appears in the last two years, 1597 and 1598, of the reign of Philip II and continues for the Philip III, from 1599, to the early years of the second decade of seventeenth century. The rarity of these pieces of Toledo lies in the difficulty of the date visibility due to its normal decentring and the fact to be smaller than the 4 and 8 reales coins, so the space reserved for the date is smaller.
The date of 1601 does not appear in the editions of Calicó of 1981, 1988 and 1994, so taking as reference the price of the nearest date 1602, we have values ranging from 10,000 to 12.000P. His 2008 edition display the existence of the piece of 1601 with Assayer C, to which he sets a price of 130€ in VF. Cayón, instead, includes the 1601 coin in all his editions reaching a price of  28.000P in 1998. Krause 2000 continues as in the past in the line of Calicó, indicating a price range that goes from 35$  in VG to 200$ in XF. Moreover, the Aureo auction, mentioned in the previous post, does not include in his important collection of 2 reales the 1601 date, but the 1603 and 1605 with a starting price of 90€ and 200€, which were sold at 100€ and 240€ in  degree F.
We will continue to consider a base price of 100€ for 2 reales of Philip III of Seville and Toledo in F degree. The piece shown has an excellent mark of coinage in which it shows all the details of the shield, the castles and lions on the back, as well as the shield of Portugal, with exclusive wear in their upper parts, so that its degree will be VF, to which, in principle, it corresponds a value of 200€. The Mint and Assayer are highly visible and very well marked, but not the date of which it can only  be seen the lower parts of the last two numbers, so that their market price would be reduced to one third of the previous value, this is 72€.
Figure 76.2 is a photograph of a 2 reales of Philip III coined in Sevilla in 1601 with the Assayer B. The Mint of Seville in these pieces is somewhat more rare than that of Toledo, but its coining pressure in most of these pieces was somewhat lower than those of Toledo, and the irregularity of the blanks is greater , resulting in a lower usual readability of the identification data,
In the 2007 edition of Calicó, this piece reaches a value very similar to those of Toledo with 120€ in VF, price which coincides with the 20.000P assigned by Cayón in his 1998 edition. On the contrary, Krause 2000 sets lower values for Seville coins than for those of Toledo, especially in lower conservations. In the Aureo auction of April 9, 2003 pieces of Seville of this type are sold at about 220€ in VF. The analyzed piece has a conservation that does not exceed the VG, as a result not only of his dull coinage, but also due to the wear that has made disappear the lion and castle on the right side of the back and lower part of the front, so, in principle, its price would be 50€. However, the clarity with which you can see all four digits of the date and the mintmark which makes us rise the market price up to 80€.
The piece of Figure 76.3 corresponds to a 2 reales of Philip III coined in Valladolid in 1599 with the Assayer D overcame by an O. The date is clearly visible in the first two digits (15) while the last two are only visible on the bottom, but given the curvature of it can only be attributed to 99. The legends, of the OMMNIVM type, as in the case of Toledo, both are framed by circles in the front and back, showing the mintmark and the three horizontal ribbons common to identify Valladolid.
The rarity of this type of pieces of Valladolid is estimated twice of those of Toledo and Seville, so its value in F would be 200$. The conservation of this piece would be F+ because, although much of the shield and of the legend of the front present clear signs of wear, the lions and castles of the front and back have enough detail remaining inside them. Calicó assigns a much higher value for these pieces of 4 to 5 times in relation to those of Toledo and Seville, from 30.000P in his edition of 1981 to 600€ in VF in 2008. By contrast, Cayón values them slightly above of those of the previous Mints. We are more in line of the opinion of Calicó in this case, although we believe his assessment of 2008 is somewhat exaggerated. The valuation of this piece in F would therefore be 200€, giving us in F+ a market price of 250€.

The piece whose photograph is shown in the Figure 76.4 is a 2 reales of Madrid coined by Philip IV probably in 1635, with the Assayer, also likely M. As shown in the piece it is not shown in any way the smallest detail, or the date, the Mint, nor the Assayer. This allows us to make its identification by the art from the shield of the front and especially by the characteristics of the castles and lions on the back. In fact, this type of castles and lions with very sharp lines on the top and bottom of the castles, as well as the type of the fur of the lions and the curling of their tail only occurs in Madrid pieces minted between the years 1628 with the Assayer V and 1638 with the Assayer BI, as it can be seen by examining the 4 reales piece shown in Figure 67.4 minted in Madrid in 1633 with the Assayer M.
As it can be seen in this case and in the pieces of this type displayed by Calicó and Cayón corresponding to the period within the Madrid Mint the shape of castles and lions are identical, as well as the flag of Habsburg and the lys flowers in the front. This leads us to perform the assignment mentioned, but obviously the price of this piece were radically different than the one if it would present its identification data and they were not deducted from their art of coinage, but visible. We, in line with CALICÓ, we estimate that the value of this piece with visible data would be 4 times that of the 2 reales de Seville and Toledo of Philip III, so its price would reach the 800€ in VF.
The degree of the piece is clearly a VF in its back, but we would reduce it to VF- as a result of the general wear on the front, especially in the upper parts of the shield of Portugal. This would lead to a market price of 250€ in F+.
Finally, in Figure 76.5 we have a 2 reales minted in Madrid on behalf of Philip IV in 1643 with the Assayer B. This piece, along with the corresponding to 1 Real and half Real are the only cases of Spanish silver coin which shows the bust of the King, different from the usual imperial shield design on the front. It is also important to note that this piece is separated from the usual metric of Castilian reales based on the system established by the Decree of Medina del Campo, 1597. So the real with this design weighs 2.75 grams, instead of the usual of the Castilian Real. Thus, the 8 reales coins that could be coined with this design would have a value of 370 maravedis instead of the usual 272. This involves a valuation of the classic 8 reales of 10 reales of the so-called "new silver” equivalent from that time to 10 reales of billon. This is a first step in the real devaluation of the currency of the financial disaster derivative from the Portugal and Catalonia conflicts arise from efforts of Olivares to impose the called “Union de Armas”; step to be followed by Charles II in 1686 by ordering the so-called Marias coinage, weighing 22 grams, a nominal expressed in real (8) and a current value of 12 reales of billon, what represented in fact a significant revaluation of the old silver real which continued to be coined in pieces as traditional metrics, in pieces from 8 to half real.
There is a difference of opinion between Cayón and Calicó in the value of these pieces, reaching a price almost 5 times higher in the second compared to the first one, but we have to keep in mind that in our opinion Calicó in its later editions is considering a conservation a degree higher in cobs coins than the one taken into account by the latest editions of Cayón. In the same line of Calicó, it is also located Krause 2000. In the aforementioned Aureo auction, this piece went from a starting price of 300€ in XF to be sold at 380€. The copy shown here is, in our opinion, two degrees below the above, although some detail is still visible on the face of the Sovereign and also, although the lions and castles of the back do not retain any inside details, on the contrary the date between the second and fourth quarters is completely clear.
The degree of rarity of this piece is similar to that of the 8 reales of Philip III of Sevilla and Toledo, so the market price of this copy in F we will value at 100€.

 

Jueves 12 de Enero de 2012 19:13

Los 2 reales sevillanos de FelipeII

75.LOS 2 REALES SEVILLANOS DE FELIPE II

Esta entrada va a dedicarse al estudio de las piezas de 2 Reales acuñadas en Sevilla durante el reinado de Felipe II. Estas acuñaciones sevillanas de esa época, al igual que ocurre con las de 4 Reales son bastante abundantes ya que como hemos indicado en entradas anteriores resultaba lógico que la plata americana que ya comienza a llegar a la península en cantidades importantes al empezar el reinado de Felipe II quedara en una Casa de Moneda situada en el lugar más próximo posible a la arrivada del metal.
En todo el proceso de recepción del metal, su registro y posterior entrega en la Ceca sevillana desempeñaba un papel central la Casa de Contratación que venía a asumir desde el punto de vista económico el papel que en lo político representaba el Consejo de Castilla. Aunque inicialmente en 1495 Cádiz fue designado como puerto de salida y regreso para las expediciones americanas, muy pronto la Ordenanza de 14 de febrero de 1503 organiza en Sevilla la Casa de Contratación que establece el monopolio de Sevilla en todas las relaciones comerciales con el nuevo continente, así como el derecho exclusivo de Castilla en relación con los nuevos descubrimientos. Esta circunstancia reviste particular importancia en un momento en que la unión entre las Coronas de Castilla y Aragón era solo de carácter personal siendo privativo de cada uno de los dos monarcas, Isabel y Fernando, el ejercicio de la soberanía en sus territorios hereditarios. Este monopolio castellano tuvo una influencia decisiva en la evolución política y económica de los nuevos territorios siendo factor decisivo de que fuera precisamente el sistema monetario castellano, basado en el Real de plata el que fuera implantado en América.
El hecho de que Sevilla controlara en exclusiva el comercio americano no significó que la totalidad del tráfico marítimo se ejerciera a través de su puerto fluvial situado aguas arriba del río Guadalquivir. Aunque para el calado de los buques de la época la profundidad de éste fuera suficiente los medios de atraque y los atalajes del puerto de Sevilla no eran suficientes para asegurar la carga y descarga de las mercancías en forma rápida. Es por ello que los puertos de Cádiz y Sanlúcar compartieron con Sevilla la materialidad de la recepción y expedición de mercancías. El hecho del establecimiento precisamente en Sevilla del centro administrativo del control del comercio se debió al hecho de existir ya en esta ciudad una burocracia suficientemente consolidada a través de la cual los reyes controlaban los mecanismos impositivos y de producción de Andalucía, especialmente de su parte occidental.
El hecho de que Valencia, Barcelona, La Coruña y Bilbao que eran puertos importantes ya en esa época, quedaran excluidos de este comercio no solo se debió a motivaciones de carácter político, sino que fueron condicionantes de carácter geográfico los que tuvieron un papel más preponderante para la elección de los puertos de la Andalucía occidental. En efecto la travesía de los convoyes americanos ya era suficientemente larga y arriesgada como para no complicarla con el cruce del estrecho de Gibraltar que a sus corrientes frecuentemente contrarias sumaba la acción, intensa en la época, de los piratas berberiscos a la sombra del poder creciente del Imperio Turco. Esta circunstancia no se daba en el caso de los puertos del norte pero sin embargo las fuertes galernas cantábricas complicaban el acceso a ellos.
También los productos castellanos que eran exportados a través del comercio con América se producían en su mayor parte en los feraces entonces campos andaluces, como era el caso del trigo, vino y aceite. En todo caso el interés del Corona era que fuera un solo puerto el que controlara el comercio con objeto de asegurar la viabilidad del control administrativo a través de los medios de la época. Así aunque un edicto de Carlos V promulgado en 1529 abrió la posibilidad de comerciar con América a través de otros puertos peninsulares, en la práctica el monopolio de la Casa de Contratación fue efectivo prácticamente hasta el fin del dominio español en estos territorios.
El hecho del monopolio de Sevilla no quiere decir que otras ciudades españolas no se beneficiaran en forma directa del comercio americano. Así, los territorios norteños de la Corona de Castilla que ya tenían una importante tradición en materia de construcción naval fueron los encargados de la fabricación masiva de navíos que formaban parte de los convoyes. Teniendo en cuenta el incremento sustancial del comercio con América a lo largo del siglo XVI y las frecuentes pérdidas de buques a causa de los ataques de piratería francesa e inglesa, la producción naval se incrementó extraordinariamente en ciudades como Ferrol, Coruña y los puertos de Vizcaya, especialmente Bilbao.
Los mecanismos de control administrativo se basaban en el riguroso registro de la totalidad de las mercancías recibidas y expedidas así como de la compañía que realizaba los fletes y los datos correspondientes a los barcos y a los mandos de su tripulación. Ello no quiere decir que no existiera una parte considerable de fraude en la estimación de los impuestos a satisfacer en función del tipo de material estibado ya que los cálculos tributarios obligadamente habían de efectuarse en forma aproximada por ser excesivamente complicado el peso exacto de todas las mercancías especialmente las de menos precio. No obstante en el caso del comercio con los metales preciosos, base fundamental de las exportaciones, la posibilidad de control era mayor por lo que las cooperaciones de conteo y pesaje se llevaban a cabo con una mayor escrupulosidad.
Los ataques de la piratería en las travesías atlánticas suponían una pérdida aproximada de unos cincuenta barcos al año. A partir de los años 80 del siglo XVI las pérdidas habían alcanzado tal calibre que fue necesario realizar una fortificación extensa de las costas y puertos americanos, especialmente en el área caribeña lo que llegó a un gasto que abarcaba una parte sustancial del presupuesto de defensa que suponía unos cinco millones de ducados por lo que se refiere a las Indias. En los años centrales del siglo la mayor parte de los piratas eran de nacionalidad francesa y recibían patentes de corso de este país, enfrentado en conflictos bélicos con España durante todo el reinado de Calos V. A partir de 1557 la piratería de origen británico sustituyó a la francesa con una efectividad mayor, ya que los ataques no se limitaban al área caribeña sino que se producían también con frecuencia en las proximidades de los puertos occidentales andaluces.
En la misma forma en que tuvo lugar en la Segunda Guerra Mundial, el sistema de protección del tráfico en el Atlántico tuvo que realizarse a través del sistema de convoyes mediante el cual un conjunto de buques era escoltado por navíos de guerra, normalmente galeones fuertemente artillados en tal manera que los ataques piratas ya no resultaban tan gratuitos, salvo en los casos de buques extraviados como consecuencia de tempestades. A partir de 1550 el tráfico se centró fundamentalmente, especialmente por lo que se refiere a los metales preciosos, en dos grandes flotas que partían de los puertos caribeños a los cuales se había desplazado la plata peruana mediante navegación de cabotaje a lo largo de las cortas del Pacífico y de tráfico terrestre a través del istmo de Panamá. El volumen de metales preciosos que ya se había incrementado sustancialmente a través del refino de la plata por el procedimiento de amalgamación con el mercurio de las minas de Almadén se expandíó definitivamente desde el descubrimiento de la mina de mercurio de Huancavalica que desde 1576 comenzó a suministrar este material a los talleres de Potosí. De esta manera el número de barcos, del orden de 100 dedicados al comercio anteriores a esta fecha habían pasado prácticamente a duplicarse diez años después con un incremento del orden del 50% del volumen de negocio según refiere Chaunú en su obra sobre Sevilla y el Atlántico.
Este tráfico resultó extraordinariamente perjudicado por las pérdidas de tonelaje sufridas como consecuencia de la catástrofe de la Armada Invencible materializada en 1588. No obstante el esfuerzo para recuperar la fluidez del comercio americano fue muy importante a lo largo de la década de los 90. Esto pudo llevarse a cabo a través de la adquisición o la contrata de buques extranjeros de países norteños y de la progresiva sustitución de los viejos galeones por fragatas mucho más rápidas que tenían la posibilidad de eludir la acción de sus perseguidores.
La práctica totalidad de la plata acuñada trasportada de América a la península lo era en forma de “pesos” o monedas de 8 Reales ya que de esta forma se minimizaba el coste de producción y almacenaje. Sin embargo gran parte de la plata transportada en lingotes era acuñada en las Cecas españolas en forma de pequeñas denominaciones en tal forma que fueran más fácilmente utilizable por el comercio minorista. Así, tanto las monedas de 4 Reales y 2 Reales circulantes en Castilla eran de origen peninsular y rara vez eran acompañadas en los cambios por monedas de estas denominaciones acuñadas en Cecas americanas. En esta entrada analizaremos cinco ejemplares de Reales de a 2 acuñados tres de ellos en Sevilla y otros dos ejemplares en Granada y Segovia respectivamente.

    

FIGURA 75.1


La pieza de la FIGURA 75.1 es un 2 Reales de Felipe II acuñado en Sevilla, sin fecha en el período que media entre 1566 y 1588 con el Ensayador representado por una P tumbada con el clásico escudo imperial en el anverso y castillos y leones cuartelados en el reverso. Esta pieza es, con mucho, la mas común de todas las acuñaciones macuquinas peninsulares de 2 Reales siendo encontrada con una frecuencia semejante a la totalidad del resto de piezas fechadas o no de otras Cecas.
La pieza, en consecuencia, recibe la valoración mínima para esta denominación tanto en CALICO como en CAYON. En CALICO 1988 y 1994 recibe una valoración de 4000 P y 5000 P que en conservación VF puede resultar adecuada, aunque en la edición de 2007 es valorada en 90€ lo que creemos ciertamente algo exagerada. Inferiores son las valoraciones en CAYON que en 1976 la valora en 800 P en 1980 en 1650 P y en 1998 en 5000 P, si bien debemos recordar que estos precios se refieren a conservaciones G, VG y F respectivamente, por lo que pueden producir una engañosa sensación de apreciación que como en el caso de las piezas de 4 REALES de este tipo sólo tuvo lugar en la primera década de los 2000. Este tipo de pieza no es difícil de encontrar en subastas en conservaciones que alcanzan el XF a precios no desproporcionados. Así en la subasta de FONDO CULTURAL NUMISMÁTICO de mayo de 1967 se publicitó un ejemplar en esta conservación en 1000 P que no encontró comprador, mientras que en la subasta de una importante colección de 2 Reales llevada a cabo por AUREO el 9 de abril de 2003 un ejemplar en esta conservación completamente redondo desde un precio de salida de 200€ llegó a adjudicarse en 320€.
El ejemplar aquí fotografiado presenta solamente gastaje en las partes altas del reverso y aunque el reverso es algo inferior podríamos clasificarlo como VF-. El precio de un ejemplar no fechado podemos considerarlo como aproximadamente la mitad del de los fechados de esta misma Ceca, por lo que estimaríamos un precio de una pieza en F de unos 50€. Por ello el valor de esta pieza sería de 65€ que reducimos hasta un precio de mercado ded 40€ por el descentraje y la flojedad de acuñación del anverso que impide la visibilidad de parte alguna de la corona.

    

FIGURA 75.2  


La pieza de la FIGURA 75.2 es un 2 Reales de Felipe II acuñado en Sevilla en el año 1589 con el ensayador P tumbada. La pieza tiene unas características similares a la anterior excepto en la fecha que aparece en este tipo de emisiones a la derecha del escudo a partir de 1588. La rareza de estas piezas fechadas como ya hemos indicado, para el caso de Sevilla tienen un valor aproximadamente doble de el de las no fechadas a igualdad de conservación. CALICO en sus sucesivas emisiones abunda también en esta idea con unos precios que duplican aproximadamente a los de la pieza anterior, mientras que CAYON en su edición de 1998 se aparta de esta línea fiando un valor de 5000 P en F que creemos que está algo por debajo del valor de mercado aun en ese momento.
En la subasta de AUREO antes mencionada una pieza de esta misma fecha en conservación VF- con un precio de salida de 150€ fue adjudicada en 180€ lo que confirma lo establecido anteriormente. La pieza presente no alcanza la graduación de F ya que además de su desgaste generalizado no podemos encontrar detalle alguno en castillos y leones ni del anverso ni del reverso, sin que ello pueda ser exclusivamente atribuido a flojedad de acuñación. Llegaríamos así al grado VG+ al que para un valor tipo en F de 100€, nos daría un valor estimado de 85€ que la falta de legibilidad de la Ceca, aunque su atribución a Sevilla es indudable, nos daría un valor de mercado de 72€.

     

FIGURA 75.3


En la FIGURA 75.3 tenemos un 2 Reales de Felipe II acuñado en Sevilla en 1595 con el ensayador Ballesteros (B). La rareza de esta pieza es similar a la correspondiente a 1591, encontrándose con la misma frecuencia presente en listas de venta y catálogos de subasta. La cotización de esta pieza en CAYON 1998 nos vuelve a parecer excesivamente baja dado que consideramos que en esta edición la conservación a la que se refiere el precio es F (MBC). En la mencionada subasta de AUREO de 9 de abril de 2003 una pieza similar en conservación VF- con precio inicial de 200€ fue adjudicada en 240€.
El ejemplar fotografiado tiene la totalidad de sus datos visibles estando gastadas solamente las partes mas altas de anverso y reverso con casi completo detalle en castillos y leones del reverso, debiéndose las partes empastadas del reverso y zona baja del anverso a poca presión de acuñación. En especial resalta la legibilidad de los cuatro dígitos de la fecha en los que se observa un acusado relieve, también presente en las franjas horizontales de la bandera de Austria y de los puntos que enmarcan las flores de lys del escudo imperial. La conservación por tanto sería VF- a la que correspondería un valor de 130€ que reduciríamos a un precio de mercado de 80€ por poca presión de acuñación en las zonas derecha e izquierda del reverso que afecta a la lectura de la leyenda pero no a los castillos y leones cuartelados.

           

FIGURA 75.4


La pieza fotografiada en la FIGURA 75.4 corresponde a un 2 Reales de Felipe II acuñado en Granada en el año 1591 con la sigla del ensayador F. Esta pieza es considerablemente mas rara que las acuñadas en Sevilla en una proporción mayor que la que se da en las piezas de 4 Reales entre ambas Cecas. No obstante esta circunstancia es recogida quizá con exceso en CALICO que en sus ediciones de 1988 y 1994 la valora en 20.000 P y 25.000 P respectivamente, llegando en la edición de 2007 a 300€, mientras que CAYON la valora algo mas alta que en el caso de Sevilla pero no excesivamente con 5000 P en 1976 en G y 9000 P en 1998. La rareza de Granada frente a Sevilla en piezas de 2 Reales la estimamos en el doble para cualquiera de las fechas desde 1591 a 1597, si bien en el tipo OMMIVM puede ser algo superior.
En la subasta de 9 de abril de 2003 de AUREO mencionada las piezas de 2 Reales de Granada de 1595 y 1596 salieron a 300€ y 350€ en F adjudicándose la primera en 345€. La pieza presente se encuentra en F con desgaste generalizado pero suficiente cantidad de detalles en el interior de las figuras del reverso, merced a la concavidad que ha protegido esta cara en detrimento del anverso que no obstante permite una suficiente legibilidad de fecha, en este caso a la izquierda del escudo, Ceca y Ensayador. Por tanto consideramos el valor de la pieza en F como 200€, aunque la debilidad de las partes externas de los datos identificativos reducirían su valor a 72€.

     

FIGURA 75.5


Por último la FIGURA 75.5 muestra un 2 Reales de Felipe II acuñado en Segovia en 1597 con el Ensayador representado por un castillete alargado situado a la izquierda del escudo. La característica mas llamativa de esta pieza es que sin poder determinar con exactitud de si se trata o no del tipo OMMIVM por falta de legibilidad de la leyenda, la fecha se encuentra al final de la leyenda del reverso en lugar de a la derecha del escudo del anverso.
La tosquedad de acuñación y el gran tamaño de la fecha en la que se distinguen sus cuatro dígitos nos hace dudar de la procedencia de la acuñación de esta moneda que pudo ser obra de la Casa Vieja o por el contrario de algún otro taller local. CALICO en sus dos últimas ediciones publica un ejemplar similar en cuanto al arte de castillos y leones en el reverso como pieza que incorpora esta misma fecha al final de la leyenda del reverso, por lo que creemos que esta moneda fue realmente acuñada en la Casa Vieja, si bien con un arte mas degenerado que en las primeras acuñaciones fechadas de Felipe II.
La conservación de la pieza permite la visualización de suficientes detalles, aunque su desgaste sea evidente, para graduar la pieza como F. Su rareza la estimamos similar a la de las piezas de 2 Reales de Granada por lo que su precio en F sería de 200€ que en este caso por visibilidad de fecha elevaríamos a un precio de mercado de 215€

THE 2 REALES OF SEVILLE OF PHILIP II

This post is going to be about the study of pieces of 2 reales minted in Seville during the reign of Philip II. These coinages of Seville at that time, as is the case with those of 4 reales, are quite abundant, as we have indicated in previous posts it was logical that the American silver was starting to reach the peninsula in large quantities at the beginning of the reign of Philip II stayed in a mint at a location as close as possible to the arrival of the metal.
Throughout the process of the reception of the metal, its registration and subsequent delivery to the Seville Mint, the House of de Commerce played a central role coming to take, from the economic point of view, the role that politically the Council of Castile represented. Although initially, in 1495, Cadiz was appointed as the port of departure and return for American expeditions, soon the Ordinance of February 14, 1503 organized in Seville the House of de Commerce, establishing a monopoly of Seville in all business dealings with the new continent and of Castile the exclusive right in relation with new discoveries. This circumstance is particularly important at a time when the union between the crowns of Castile and Aragon was personal only to be unique to each of the two monarchs, Ferdinand and Isabella, the exercise of their sovereignty over their territories inherited. This Castilian monopoly had a decisive influence on the political and economic developments of the new territories, being crucial the factor that was precisely the Castilian monetary system, based on the silver Real, that was introduced in America.
The fact that Seville controlled exclusively the American trade did not mean that the entire maritime traffic were made through its river port located upstream of the river Guadalquivir. Although for the draft of ships of the time its depth were enough, the means for  docking and harnesses of the port of Seville were not sufficient to secure the cargo and unload of the goods quickly. That is why the ports of Cadiz and Sanlucar shared with Seville the materiality of the reception and shipment of goods. The fact of the establishment precisely in Seville of the administrative center of the control of the commerce was due to the fact that it already existed in this city a well-established bureaucracy through which the kings controlled the charging mechanisms and production of Andalusia, especially in its western part.
The fact that Valencia, Barcelona, La Coruña and Bilbao that were important ports at that time were excluded from this trade is not only due to political motivations, but geographical conditions of those who had a bigger role for the election of the ports of western Andalusia. In fact, the American convoys crossing was sufficiently long and perilous as not to complicate it with the crossing of the Strait of Gibraltar, not only because of its often contrary currents, but also due to the intense action at that time of the Barbary pirates in the shadow of the growing power the Turkish Empire. This circumstance did not occur in the case of the northern ports, yet the strong Cantabrian strong northwest winds complicated the access to them.
Also, the Castilian products that were exported through the trade with America were mostly produced in the, at that time, so fertile Andalusian countryside, as it was the case of wheat, wine and oil. In any case, the Crown's interest was to be a single port that controls the trade in order to ensure the viability of the administrative control through the media of the time. So, although an edict of Charles V issued in 1529 opened the possibility of trade with America through other mainland ports, in practice the monopoly of the House of Commerce lasted almost to the end of Spanish rule in these territories.
The fact of the monopoly of Seville does not mean that other Spanish cities did not directly benefit from the American trade. Thus, the northern territories of the Crown of Castile, which already had a long tradition in shipbuilding, were responsible for the mass manufacture of ships that were part of the convoys. Given the substantial increase of trade with America during the sixteenth century and the frequent loss of ships due to French and British piracy attacks, the naval production increased dramatically in cities as Ferrol, Coruña and in the ports of Biscay, especially Bilbao.
The mechanisms of administrative control were based on the rigorous record of all incoming and outgoing goods, as well as the company that performed freight and the data for the control of ships and crew. This does not mean that there was not a significant part of fraud in the estimation of taxes to be paid in the type of material stevedore, as tax calculations had to be necessarily made approximately, being overly complicated to calculate the exact weight of all goods, especially those of less value. However, in the case of trade with precious metals, the foundation of exports, the possibility of control was greater, so the cooperation of the counting and weighing were carried out with greater thoroughness.
Piracy attacks in the Atlantic crossings were a loss of approximately fifty ships a year. From the 80’s of the sixteenth century, losses had reached such proportions that it was necessary to perform an extensive fortification of the coasts and American ports, especially in the Caribbean area, what came to an expense that covered a substantial part of the defense budget, set at five million dicats a regard to the Indies. In the mid-century most of the pirates were of French nationality and received carte blanche of this country, in war with Spain during the reign of Charles V. Since 1557, the British origin piracy replaced the French one with greater effectiveness, since the attacks were not limited to the Caribbean area but also they frequently occurred near the western ports of Andalusia.
In the same way that took place in the Second World War, traffic protection system in the Atlantic had to be done through the convoy system whereby a group of vessels being escorted by warships, usually heavily armored galleons in such a way that pirate attacks were no longer so free, except in cases of ships lost as a result of storms. From 1550, traffic focused primarily, especially with regard to precious metals, in two large fleets that started from the Caribbean ports, to which the Peruvian silver had moved through coastal shipping along the Pacific coasts and road traffic across the Isthmus of Panama. The volume of precious metals that had been substantially increased through the refining process of silver by amalgamation with mercury in the Almaden mines definitely expanded since the discovery of the mercury mine of Huancavalica, which from 1576 began to supply this material to the factories of Potosí. Thus, the number of ships, of about 100 engaged in trade before this date, had been almost doubled ten years later with an increase of about 50% of turnover as Chaunu refers in his work about Seville and the Atlantic.
This traffic was extremely hurt by the losses incurred as a result of the tonnage of the disaster of the Armada materialized in 1588. Despite the effort to restore the flow of American trade, it was very important throughout the 90's. This was possible through the purchase or hire of foreign ships of northern countries and the progressive replacement of old galleons by frigates, much faster that they were able to evade their pursuers.
Almost all of the silver coin of America transported to the mainland it was in the form of "pesos" or 8 reales coins, as by this way it was minimized the cost of production and storage. Nevertheless, much of the silver transported in ingots was coined in Spanish mints in small denominations coins, so that they were more easily usable by the retail trade. Thus, both 4 reales and 2 reales coins circulating in Castile were from the peninsula and rarely accompanied by changes in these denominations coins minted in American Mints. In this post we will analyze five copies of 2 reales minted three of them in Seville and two copies in Granada and Segovia respectively.
The piece of Figure 75.1 is a 2 reales coin of Philip II, coined in Seville, no date in the period between 1566 and 1588, with the Assayer represented by a P lying, with the classic imperial coat of arms on the front and quartered lions and castles in the back. This piece is by far the most common of all peninsula coinage of 2 reales cobs, being found with a similar frequency to the entire rest of the pieces dated or not of other Mints.
The piece, therefore, receives the minimum valuation for this denomination by both Cayón and Calicó. In Calicó 1988 and 1994 receives a valuation of 4000P and 5000P that in VF conservation may be appropriate, although in the 2007 edition is priced at 90€, what we certainly consider somewhat exaggerated. Lower valuations are made by Cayón, in 1976 he valued at 800P, in 1980 at 1650P and in 1998 at 5000P, but we must remember that these prices refer to conservations G, VG and F respectively, so they can produce false sense of appreciation as in the case of 4-real pieces of this type only occurred in the first decade of 2000.This type of piece is not hard to find in auctions in conservation of XF at prices that are not disproportionate. So in the auction of Fondo Cultural Numismático of May 1967 a copy was advertised in this conservation at 1000 pesetas that did not fond a purchaser, whereas in the auction of a large collection of 2 reales carried out by Aureo in April 9, 2001 a copy in this conservation completely round from a starting price of 200€ reached a sale price of 320€.
The copy photographed here presents wear only in the upper parts of the back and although the back is somewhat lower we might classify it as VF-. The price of an undated copy we can consider it about half of those of the same Mint dated, so we would estimate a price of a piece in F in about 50€. Therefore, the value of this piece would be of 65€, to be reduced to a market price of 40€ because of the decentring and looseness of the coinage of the front that prevents the visibility of any part of the crown.
The piece of Figure 75.2 is a 2 reales of Philip II coined in Seville in 1589 with Assayer P lying. The piece has similar characteristics to the above except from the date shown in this type of issue on the right of the shield since 1588. The rarity of these pieces dated, as already indicated in the case of Seville, has a value about twice that of a non-dated with equal conservation. Calicó in his successive editions also abounds in this idea with prices that roughly double those of the previous piece, while Cayón in his 1998 edition is away this line giving a value of 5000P in F, that we think is a little below the market value even at that time.
In the Aureo auction, above mentioned, a piece of this same date in VF-conservation with a starting price of 150€ was awarded at 180€, confirming the foregoing. The present piece does not reach the F degree, because apart from its general wear, we cannot find any details in castles and lions in the front or the back, without it can be exclusively attributed to the weakness of issue. This would lead to the degree VG+ to which for a value type in F of 100€, would give an estimated value of 85€ that the lack of readability of the Mint, even its attribution to Seville is certain, would give us a market value of 72€.
In Figure 75.3 we have a 2 reales of Philip II coined in Seville in 1595 with the Assayer Ballesteros (B). The rarity of this piece is similar to that of 1591, as often found on lists of sale and auction catalogues. The price of this piece in Cayón 1998 seems again for us too low as we believe that in this edition the conservation that the price relates is F (MBC). In the aforementioned auction Aureo of April 9, 2003 a similar piece in VF- conservation with a initial price of 200€ was awarded at 240€.
The copy photographed has all its data visible being only worn the higher parts of front and back with almost complete detail in castles and lions of the back, with the pasted parts on the back and front lower area due to low pressure to the coinage. It particularly highlights the readability of the four digits of the date on which there is a pronounced relief, also present in the horizontal stripes of the flag of Habsburg and in the points that frame the flowers of lily of the imperial shield. Thus the conservation would be VF- which corresponds to a value of 130€ which would reduce to the market price of 80€ for low minting pressure in areas on the back right and left that affects the reading of the legend, but not the quartered lions and castles.
The piece pictured in Figure 75.4 corresponds to a 2 reales of Philip II coined in Granada in 1591 with assayer F. This piece is considerably rarer than those minted in Seville at a higher rate that occurs in the pieces of 4 reales between the two Mints. However, this circumstance is perhaps collecting in excess by Calicó in his editions of 1988 and 1994 with a value of 20,000P and 25,000P respectively, reaching in the 2007 edition to 300€, while Cayón values it a little higher than in the case of Seville, but not excessively with 5000P in 1976 in G and 9000P in 1998. We estimate the rarity of Granada compared with Seville in pieces of 2 reales at the double for any date from 1591 to 1597, although in the type OMMIVM may be something higher.
In the auction of April 9, 2003 of Aureo mentioned the pieces of 2 reales of Granada from 1595 to 1596 came at 300€ and 350€ in F and the first one was sold at 345€. This present piece is in F with general wear, but sufficient amount of detail in the interior of the figures on the back, thanks to the concavity that has protected this face in detriment of the front face that nonetheless allows sufficient readability of the date, in this case on the left of the shield, Mint and assayer. Therefore, we consider the value of the piece in F at 200€, although the weakness of the external parts of the identifying data would reduce its value to 72€.
Finally, Figure 75.5 shows a 2 reales of Philip II coined in Segovia in 1597 with the Assayer represented by an elongated headgear on the left of the shield. The most striking feature of this piece is that without being able to determine exactly whether or not belongs to the type OMMIVM for lack of legibility of the legend, the date is at the end of the legend on the back instead of to the right of the shield on the front.
The coarseness of the issue and the large size of the date on which we distinguish the four digits make us doubt the origin of the minting of this coin that could be the work of the Old House or instead of some other local workshop. Calicó in his last two editions published a similar copy in the art of the castles and lions on the back as a piece that incorporates the same date at the end of the legend on the back, so we believe that this coin was actually minted in the Old House, albeit with a more degenerate art in the early dated coinage of Philip II.
The conservation of the piece allows the display of sufficient details, although its wear is evident, for adjusting the piece as F. Its rarity is similar to the estimated in 2 reales pieces of Granada, so its price in F would be 200€, in this case, because of the date visibility, we would increase its market price to 215€.

 

Viernes 06 de Enero de 2012 18:03

74.Los 4 reales macuquinos de Mejico de Felipe V

74.LOS 4 REALES MACUQUINOS DE MEJICO DE FELIPE V

Aunque la llegada masiva de metales preciosos desde América a España del siglo XVI al XVIII se suele asociar a la explotación de las célebres minas del Cerro de la Plata en la ciudad entonces peruana, de Potosí, no cabe centrar exclusivamente en el Perú el foco de la producción minera de oro y plata, sino que también otros dos territorios, el Virreinato de Nueva España (Méjico) y Nueva Granada (Colombia) también exportaron cantidades sustanciales de oro y plata en forma creciente a lo largo de todo el siglo XVI.
Inicialmente, el interés en la localización de metales preciosos se centra en el oro, con la mítica búsqueda de Eldorado reflejada tanto en las crónicas de la época como en las recientes películas Aguirre o la cólera de Dios de Herzog y Eldorado de Carlos Saura. El oro en los momentos iniciales de la conquista se cotizaba en Europa en una relación 10 a 1 con respecto a la plata, por lo que era lógico que fuera buscado con mayor avidez, especialmente en un tiempo en que los medios de transporte limitaban mucho el movimiento por tierra de grandes cantidades de metal.
En la baja Edad Media la mayor parte del oro circulante en Europa procede del Sudán, desde donde rutas de caravana lo transportaban a los puertos africanos del Mediterráneo donde era cambiado por comerciantes italianos, la mayoría genoveses y venecianos por manofacturas textiles en su mayor parte. Ya en la parte final del siglo XV la falta de oro circulante comenzó a amenazar con la estrangulación del incipiente desarrollo capitalista europeo estimulado por el desarrollo demográfico, alejado el peligro de las grandes epidemias que habían asolado Europa en épocas anteriores. La progresión del Imperio Turco, tras la caída de Constantinopla y el desplazamiento del eje de la navegación del Mediterráneo al Atlántico por obra de los descubridores portugueses y españoles fueron la causa principal de este agotamiento de las fuentes principales de oro para Europa.
Es por ello que las primeras minas en ser sistemáticamente explotadas son los yacimientos de oro de Buriticá abiertos en 1550 situados en el interior del continente americano, próximos a Cartagena de Indias (Nueva Granada) pronto utilizados para la exportación del metal amarillo. El máximo de la producción de oro se alcanzó en el decenio 1550-1560 con unas 20 toneladas descendiendo a unas 10 toneladas en el período 1570-1580 a causa de la atención creciente a la producción de plata mucho más abundante en otras regiones, y volviendo a incrementarse al final del siglo con unas 20 toneladas entre 1590 y 1600.
Por el contrario, la producción de plata en Nueva Granada, a diferencia de lo acaecido en Méjico y Perú, siempre tuvo un carácter subsidiario. Así, la acuñación de oro en Cartagena de Indias y Bogotá, iniciada en 1628 fue siempre muy abundante, contrastando con la reducida acuñación de plata solamente llevada a cabo en base al aprovechamiento de las cantidades de este metal que se obtenían como subproducto del proceso de refino del oro extraído de las minas. Razón por la que las acuñaciones macuquinas colombianas en plata son escasísimas alcanzando siempre en las subastas precios muy elevados, especialmente cuando son identificables Ceca y Ensayador y sobre todo las fechas.
Méjico comprendía un territorio en el que tradicionalmente era utilizado el oro para uso ornamental, tanto en joyería como para el adorno de objetos de uso religioso. Este oro era en la mayoría de los casos de origen aluvial siendo recolectado del lecho de determinados ríos. Una vez derrotado el Imperio Azteca, los españoles procedieron a la saca de la práctica totalidad del oro existente en joyas y ornamentos, para su fundición y envío a la península dónde su escasez era mayor y por tanto su precio más elevado. Agotada esta fuente se procedió a la recogida de pepitas de oro en el cauce de los ríos y posteriormente a la detección y explotación de verdaderas minas ya que la mayor parte de los yacimientos no podían ser explotados a cielo abierto.
Existe documentación respecto a la extracción de oro en las llamadas minas de Macuiltepec dentro de los dominios personales de Hernán Cortés. De esta documentación se desprende que la explotación se efectuaba bajo el régimen de encomienda en virtud del cual la población del lugar se comprometía a suministrar la mano de obra necesaria para la extracción del metal a cuenta de los impuestos debidos a Cortés en función de los derechos territoriales que les reconocía el Monarca. En este caso concreto se puede seguir el rendimiento de la mina a través de su producción que en 1540 era del orden de 10000 pesos (cada peso equivale a cuatro gramos de oro) para pasar a la tercera parte en 1544 y a la décima parte en 1547.
Teniendo en cuenta que como media en este período cada trabajador empleaba un mes en recoger un peso, cabe deducir que los rendimientos eran decrecientes ya que cerca del principio de siglo, cada trabajador recogía del orden de un peso diario. Esta disminución del rendimiento en la explotación de oro, orientó la minería mejicana hacia la extracción de plata que si bien era un metal de menor precio, por el contrario podía ser recuperado en explotaciones a cielo abierto y ser separado de la ganga a través del procedimiento de amalgamación con mercurio.
En cuanto a su distribución geográfica los yacimientos de oro se encuentran en la zona sur de Méjico donde la mano de obra no representaba un problema por corresponder a lugares donde los indios ya se encontraban integrados en la población sedentaria. Mientras que en los yacimientos de plata, en su mayoría, se encontraban en la zona norte donde un clima más seco impedía la inundación de las galerías y posibilitaba una explotación más sistemática. Las primeras minas de plata de alto rendimiento se situaron en Zacatecas, Guanajuato y Sombrerete. Posteriormente fue posible la explotación de minas situadas más al norte como la de San Luis de Potosí en base a convenios acordados con las tribus más belicosas que poblaban estos territorios.
Este procedimiento de amalgamación con mercurio ya era conocido en el siglo anterior siendo utilizado en las minas austriacas que proporcionaban la plata para las acuñaciones venecianas. Parece que la introducción del procedimiento en Méjico se debe al alemán Lomann, estando acreditado que Bartolomé de Medina recibió un Privilegio Real para aplicarlo a partir de 1557. De la utilidad del procedimiento y el aumento de productividad a que dio lugar, nos puede dar idea el brutal incremento de las importaciones de mercurio de Almadén para la amalgamación con plata que paso del orden de 1000 quintales en el quinquenio 1555-1560 a 3000 quintales en el quinquenio 1560-1565.
Este procedimiento permitió la extracción en filones menos ricos en plata ya que el mineral de plata se trituraba y amalgamaba con el mercurio en corrales cerrados utilizando los cascos de los caballos para machacar el material tras lo cual el mercurio se asociaba con la plata sin mayor consumo energético. Posteriormente, una vez beneficiada la plata, se extraía ésta mediante la volatización del mercurio.
La composición de la mano de obra para la minería de la plata era muy diferente en Méjico de lo qué lo sería posteriormente en Potosí en el Perú. Casi la mitad de los trabajadores eran de raza blanca, especialmente los encargados de las tareas más cualificadas, mientras que el resto eran indios siendo los trabajadores africanos en régimen de esclavitud una ínfima minoría por la dificultad de su adaptación a las condiciones de clima y trabajo.
Al encontrarse las minas de plata mejicanas mas distribuidas por el territorio de Nueva España y no concentradas en un cuasi único como ocurría en Potosí, su régimen de explotación no fue tan intensivo especialmente por la dificultad de reclutamiento de mano de obra india, poco abundante en las regiones del norte, por lo que si bien la producción durante el siglo XVII fue claramente inferior a la Potosí, sin embargo durante el siglo XVIII la plata mejicana llegaría a ser la base de la exportación de metal precioso a la península. De hecho, las ciudades de la minería de la plata: Zacatecas, Guanajuato, Guadalupe y Calvo, Chillahua, Alamos, Cualicán, Real de Catorce, San Luis Potosí, Hermosillo continúan su producción en el Méjico independiente durante el siglo XIX quedando establecidas en ellas las Casas de Moneda provinciales.
De esta manera, siguiendo un camino paralelo al de la extracción de plata, las acuñaciones mejicanas en todas las denominaciones declinan a lo largo de la parte final del siglo XVII durante el reinado del último de los Austrias Carlos II, a favor de las acuñaciones en plata de Potosí así como de la reabierta Ceca de Lima en 1684. Esta es la razón básica para la extraordinaria rareza de las piezas mejicanas de Carlos II de las que prácticamente nunca se publican ejemplares en los catálogos de subastas y que difícilmente podemos contemplar fotografiadas en los catálogos a los que nos venimos refiriendo, fuera de algunos escasísimos ejemplares redondos que se reproducen sistemáticamente a falta de ejemplares macuquinos normales disponibles.
Sin embargo, al comienzo de los años 30 del siglo XVIII la situación se invierte con los primeros síntomas de agotamiento de las minas de Potosí lo que hace otra vez rentable el pleno funcionamiento de las minas mejicanas que volverán a su plena capacidad de producción, haciendo que los ejemplares de 4 y 8 Reales de esta época vuelvan a ser accesibles para el coleccionista. En esta entrada analizamos un ejemplar de 4 Reales de esta primera época, la de Carlos II y, después, 4 ejemplares de 4 Reales del primero de los Borbones, Felipe V, ya en los primeros años de los 30 próximo ya el fin de la moneda mejicana macuquina que tendrá lugar en 1733.

                                                           

FIGURA 74.1

En la FIGURA 74.1 tenemos un 4 Reales acuñado en Méjico a nombre de Carlos II dentro del período de 1666-1700 correspondiente a este rey o en forma mas limitada al intervalo 1679-1698 respecto a cuyas fechas los catálogos de CALICO y CAYON nos sitúan ejemplares existentes. La pieza podría corresponder al ensayador G o L (Martín López) dependiendo de su fecha de acuñación. La fecha no es visible en absoluto, ni la marca de Ceca aunque necesariamente tuvo que ser acuñada en Méjico como corresponde a la presencia de la cruz de Jerusalem en su reverso.
El máximo interés de la pieza radica en que son visibles tres caracteres (OLV) del nombre del rey en el anverso lo que permite atribuirla con seguridad a Carlos II. También es visible la denominación de 4 Reales a la derecha del escudo, figurando el 4 invertido. La visibilidad de estos datos es especialmente rara ya que el procedimiento de acuñación de Méjico daba especial preferencia a la lectura de Ceca y Ensayador. Pese a su pobre aspecto, el grado de la pieza llegaría a VG, ya que algún detalle interior es visible en las almenas del castillo inferior derecha. El precio de una pieza de este tipo identificable, pero con una visibilidad media en F sería de el doble de los de Felipe IV que hemos mostrado en las FIGURAS 73.4 Y 73.5 por lo que llegaría al doble de 600 €, esto es 1200 €, lo que supondría un valor de 600 € en VG que coincide aproximadamente con la valoración de KRAUSE 2002 de 600 $ en VG para una pieza identificable. También nos parece adecuado en esta ocasión el criterio de KRAUSE de dividir por seis el valor de la pieza identificable para llegar a 100 € como precio de mercado si faltan fecha Ceca y Ensayador. PELLICER 1971 asigna a estas piezas un grado de rareza R4, sin reproducir ni asignar valor a ninguna de ellas. El precio de CALICO 2008, 800 € en VF para piezas identificables nos parece extraordinariamente bajo, ya que para nosotros, ejemplares para estas características alcanzarían los 2400 €. Mas alejadas aún de su actual precio de mercado nos parecen las estimaciones de CAYON 1998 de situar el valor de algunas fechas como el 1679L y el 1685L en el orden de 70.000 P.
El resto de las piezas que mostramos en esta entrada ya corresponden a ejemplares del reinado de Felipe V acuñados en el período 1730-1733 tratándose en este caso de ejemplares completamente identificables como suelen ser todos los de este período, acuñados además en unas cantidades mucho mas altas que las correspondientes a las piezas de Carlos II, en especial las de 4 Reales.

                                                      

FIGURA 74.2

La pieza de la FIGURA 74.2 es un 4 Reales acuñado en 1630 por Felipe IV en Méjico con el ensayador G. La pieza presenta desgaste generalizado con algunos vanos de acuñación como es inevitable en este tipo de piezas, alcanzando por tanto el grado F-. La visibilidad de los datos, 4 dígitos del año Ceca y Ensayador es completa. Esta pieza es valorada en PELLICER en 100 $ en G con una rareza R4. Nosotros estamos en línea con la estimación de KRAUSE 2002 que fija 100 $ en VG, 200 $ en F, 300 $ en VF y 500 $ en XF, por lo que nos quedamos con un precio de mercado de 165 € en F-. El valor asignado por CALICO, 600 € en VF (MBC/EBC) parece demasiado alto y el asignado por CAYON  1998, 30 000 O en F aunque pudo ser algo alto para la época, en estos momentos se ajusta al valor actual de la pieza.

                                                    

FIGURA 74.3

La pieza de la FIGURA 74.3 corresponde a un 4 Reales acuñado a nombre de Felipe V en el año 1731 en Méjico con el ensayador Francisco de la Peña o Felipe Rivas (F) de acuerdo con los datos que facilita PELLICER. La pieza tiene sus datos identificativos perfectamente visibles, 4 dígitos de la fecha Ceca y Ensayador. El grado de conservación lo podemos considerar como un tercio de grado inferior al de la pieza anterior, ya que aunque los castillos y leones del anverso están igualmente empastados, el relieve de los dígitos de la fecha es algo superior. Por tanto, nos atendríamos al grado VG+ al que correspondería un precio de mercado de 145 € (200 € en F). La valoración de CALICO 2008, 400 € y de CAYON 1998 se aproximan ya en el caso de esta fecha al valor actual de la moneda.
Con objeto de poder contemplar la evolución del precio de este tipo de piezas es de interés consignar aquí las valoraciones de VICENTI 1968 y de VICENTI 1978 en su catálogo general de la Moneda Española (1700-1868) que son 7000 P en VG y 15000 P en F (MBC) respectivamente, en la línea de lo qué ya hemos señalado de estabilidad del precio de estas monedas en pesetas corrientes de 1965 a 2000 y duplicación en la última década.

                                                      

FIGURA 74.4

Las dos monedas restantes que aparecen en las FIGURAS 74.4 Y 74.5 son de un tipo equivalente a los dos anteriores con la misma Ceca (Méjico) y Ensayador (F). La primera de ellas (FIGURA 74.4) tiene como fecha 1732 estando acuñado el 2 sobre un 1, lo que aumenta algo su rareza, mientras que la siguiente (FIGURA 74.5) es un 1732 sin sobrefecha. La valoración de ambas fecha en CALICO 2008 es la misma, 400 € en VF con la que nos mostramos en completo acuerdo al estimar nosotros un precio de mercado de 200 € en F que en este caso disminuiríamos hasta 180 € como consecuencia de la presencia de ligeras manchas de alquitrán en el reverso. La sobrefecha no está catalogada en ninguna de las dos ediciones de VICENTI a las que nos hemos referidos. La catalogación de CAYON 1998 70000 P nos parece algo alta, al referirse, en nuestra opinión, a una pieza en F.

                                                       

FIGURA 74.5

Por último, la FIGURA 74.5 corresponde al año 1732 sin sobrefecha en una conservación F a la que le correspondería un valor de 200 € que disminuiríamos a un precio de mercado de 125 € a causa de defecto de cospel en el anverso.

THE MEXICAN 4 REAL COBS OF PHILIP V

Although the influx of precious metals from America to Spain from the sixteenth to the eighteenth century is usually associated with the exploitation of the celebrated mines of The Cerro de la Plata in the in that time Potosí, city of Peru, the focus is not exclusively in Peru mine production of gold and silver, but also in other two territories, the Viceroyalty of New Spain (Mexico) and New Granada (Colombia) which also exported substantial quantities of gold and silver in a growing way throughout the sixteenth century.
Initially, the interest in locating precious metals was focuses on gold, with the legendary search for Eldorado reflected both in the chronicles of that time as in the recent movies Aguirre or The Wrath of God of Herzog and Eldorado of Carlos Saura. The gold in the initial stages of the conquest was trading in Europe at a ratio 10 to 1 with respect to silver, so it was logically more avidly sought out, especially at a time when ground transportation greatly limited the movement of large amounts of metal.
In the late Middle Ages the majority of gold in circulation in Europe comes from Sudan, from where the caravan routes carried it to the African ports of the Mediterranean where it was changed by Italian merchants, most of them Genoese and Venetian, by mostly manufactured textiles. At the end of the fifteenth century, the lack of gold began to threaten current strangulation of the emerging European capitalist development stimulated by the demographic development, away from the danger of major epidemics that had ravaged Europe in the past. The progression of the Turkish Empire, after the fall of Constantinople, and the shifting of the navigation from the Mediterranean to the Atlantic Ocean through the work of the Portuguese and Spanish explorers were the main cause of this depletion of the main sources of gold for Europe.
That is why the first mines to be systematically exploited are the gold deposits of Buritica opened in 1550 located within the Americas, near Cartagena (New Granada), soon used to export the yellow metal. The maximum of gold production was reached in the decade 1550-1560 with about 20 tons going down to 10 tons in the period 1570-1580 due to the increased attention to the production of silver, far more abundant in other regions, and returning to increase at the end of the century with about 20 tons between 1590 and 1600.
By contrast, the production of silver in New Granada, unlike what happened in Mexico and Peru, has always had an alternative characteristic. Thus, the coinage of gold in Cartagena and Bogota, which began in 1628 was always in large amounts, in contrast to the reduced silver coinage which was only carried out based on the use of quantities of this metal that were obtained as a byproduct of the refining process of gold mined. That is the reason for the coinage of Colombian silver cobs to be very few, reaching always very high prices in auctions, especially when they are identified the Mint and the Assayer and over all the dates.
Mexico was a territory where gold was traditionally used for ornamental functions, both in jewelry and in ornamental objects for religious purpose. This gold was in most cases alluvial, being collected in the bed of certain rivers. Once the Aztec Empire defeated, the Spanish came to the plundering of almost all the gold in jewelry and ornaments, for smelting and shipment to the mainland where the shortage was higher and hence its price higher. Having exhausted this source, they proceeded to the collection of gold nuggets in the beds of the rivers and subsequently to the detection and exploitation of real mines because most of the deposits could not be exploited in the open air.
There is documentation about the extraction of gold in the so-called Macuiltepec mines within the personal domain of Hernán Cortés. This documentation shows that the exploitation was done under the entrusting system by which the townspeople agreed to provide the necessary manpower to extract the metal on account of taxes owned to Cortes regarding the territorial rights recognized by the monarch. In this case, you can follow the performance of the mine through its production in 1540, which was around 10000 pesos (each peso is equivalent to four grams of gold) becoming the third part of it in 1544 and the tenth in 1547.
Considering that on average in this period each worker used a month to pick up a peso, it follows that yields were decreasing since near the beginning of the century, each worker picked the order of one peso a day. This decline in the exploitating performance of gold orientated the Mexican mining toward the extraction of silver, a metal that, even less expensive, on the contrary to gold, could be recovered in open air mining exploitation and be separated from the bargain ore through the amalgamation procedure with mercury.
In terms of the geographical distribution of gold deposits, they were found in southern Mexico, where manpower was not a problem because they correspond to places where the Indians were already integrated in the sedentary population. While most of silver deposits were in the north where drier weather prevented the flooding of the galleries and made possible a more systematic exploitation. The first silver mines of high performance were in Zacatecas, Guanajuato and Sombrerete. Later it was possible mining in the further north as in San Luis of Potosí on the basis of agreements signed with the warlike tribes who inhabited these territories.
This mercury amalgamation process was already known in the previous century being used in Austrian mines that provided the silver for the coinage of Venice. It seems that the introduction of this procedure in Mexico is due to the German Lomann, being established that Bartolomé de Medina received a Royal Privilege to apply it from 1557. Of the usefulness of the procedure and from the increased productivity that resulted, we can have an idea from the brutal increase in imports of Almaden mercury for amalgamation with silver that passed from about 1000 quintals in the period 1555-1560 to 3000 quintals in the period 1560-1565.
This procedure allowed the extraction of less rich veins of silver as the silver mineral was crushed and amalgamated with mercury in closed  pens using the  hooves to crush the material after what the mercury was associated with the silver without energy consuption. Then, once the silver benefited, it was extracted by volatilization of the mercury.
La composición de la mano de obra para la minería de la plata era muy diferente en Méjico de lo qué lo sería posteriormente en Potosí en el Perú. Casi la mitad de los trabajadores eran de raza blanca, especialmente los encargados de las tareas más cualificadas, mientras que el resto eran indios siendo los trabajadores africanos en régimen de esclavitud una ínfima minoría por la dificultad de su adaptación a las condiciones de clima y trabajo.
The composition of the manpower for silver mining in Mexico was very different than it would be later in Potosí in Peru. Nearly half of the workers were white, especially those in charge of the most skilled works, while the rest were Indians being African workers in slavery conditions a tiny minority because of the difficulty in their adaptation to climate and work conditions.
As the Mexican mines were more distributed throughout most of New Spain and not concentrated in a single place as in Potosí, their exploitation regime was not so intensive, especially due to the difficulty of recruiting Indian manpower, not abundant in northern regions, so that while production during the seventeenth century was well below the Potosí one, during the eighteenth century Mexican silver became the basis of the precious metal exports to the mainland. In fact, the mining towns of Silver: Zacatecas, Guanajuato, Guadalupe and Calvo, Chillahua, Alamos, Cualican, Real de Catorce, San Luis Potosí and Hermosillo continue their production in the independent Mexico during the nineteenth century being established in them their provincial mints.
Thus, following a parallel path to the extraction of silver, the Mexican coinage of all denominations declined throughout the late seventeenth century, during the reign of the last of the Habsburg, Charles II, in favour to the coinage in Potosí silver as well as the reopened Lima Mint in 1684. This is the basic reason for the extraordinary rarity of the Mexican pieces of Charles II of which practically never are published copies in auction catalogues and we can hardly see pictured in the catalogues to which we have been referring, apart from some very few round copies that are reproduced systematically  in the absence of normal cobs copies available.
However, in the early thirties of the eighteenth century, the situation is reversed with the first symptoms of exhaustion of the mines of Potosí, making again profitable the fully operational performance of the Mexican mines which returned to full production capacity, making the copies of 4 and 8 reales of this time again accessible for collectors. In this post, we analyze a copy of 4 reales of this first period, of Charles II, and then 4 copies of 4 reales of the first of the Bourbons, Philip V, in the early years of the thirties next to the end of the Mexican cob currency, which took place in 1733.
In Figure 74.1, we have a 4 reales minted in Mexico on behalf of Charles II in the 1666-1700 period corresponding to this king, or in a more limited extent, to the interval of 1679-1698 according to the dates of Calicó and Cayón’s catalogues situated the existing copies. The piece could correspond to the Assayer G or L (Martin Lopez) depending on its date of issue. The date is not visible at all, nor the mintmark, although it had to be minted in Mexico as corresponds to the presence of the cross of Jerusalem in its back.
The highest interest of the piece is the three visible characters (OLV) of the king's name on the front, allowing surely attribute it to Charles II. It is also visible the denomination of 4 reales on the right of the shield, appearing an inverted 4. The visibility of these data is especially rare because the procedure of issue of Mexico gave special preference to the readability of the Mint and Assayer. Despite its poor appearance, the degree of the piece come to VG, as some interior detail is visible in the battlements of the lower right castle. The price of an identifiable piece of this type, but with an intermediate visibility in F would be the double of those of Philip IV we have shown in Figures 73.4 and 73.5, therefore this one reach the double of 600€, this is 1200€, implying a value of 600€ in VG that roughly coincides with the valuation of 600$ of Krause 2002 for a identifiable piece in VG. It also seems appropriate at this time the Krause criterion of dividing by six the value of the identifiable piece to reach 100€ as market price without Mint, date and Assayer. Pellicer 1971 assigned to these pieces a degree of rarity R4, without reproducing or assign value to any of them. The price of Calicó 2008, 800€ in VF for identifiable pieces seems extremely low, because for us, copies of these features would reach 2400€. It seems even more away from their current market price the estimations of Cayón 1998 for placing the value of some dates as the 1679L and 1685L in the order of 70,000P.
The rest of the pieces shown in this post correspond to copies of the reign of Philip V coined in the period 1730-1733 in this case completely identifiable as all copies of this period usually are, also minted in quantities much higher than those corresponding to pieces of Charles II, especially those of 4 reales.
The piece of Figure 74.2 is a 4 reales coined in 1630 of Philip IV in Mexico with the Assayer G. The piece presents general wear with some holes from the coinage as it is inevitable in these pieces, reaching thus the level F-. The visibility of the data, 4-digit year, Mint and Assayer is complete. This piece is valued in Pellicer at 100$ in G with a rarity of R4. We are in line with the estimation of Krause 2002 that fixes 100$ in VG, 200$ in F, 300$ in VF and 500$ in XF, so we establish a market price of 165€ in F-. The value assigned by Calicó, 600€ in VF (MBC/EBC) seems too high and the one assigned by Cayón 1998, 30 000O in F, although it could be a little high for that time, now it conforms to the current value of the piece.
The piece of Figure 74.3 corresponds to a 4 reales minted in the name of Philip V in 1731 in Mexico with the Assayer Francisco de la Pena or Felipe Rivas (F) according to the data provided by Pellicer. The piece has its identification data highly visible, 4-digit date, Mint and Assayer. The degree of conservation can be considered as a third of a degree lower than the previous piece, because although the front castles and lions are also pasted, the relief of the digits of the date is a little higher. Therefore, we would abide to the degree VG+ to which correspond market price of 145€ (200€ in F). The assessments of Calicó 2008, 400€, and the Cayón1998 one approaches in the case of this date to the current value of the coin.
In order to contemplate the evolution of the price of these pieces type, it is of interest to mention here the valuations of Vicenti 1968 and Vincenti 1978 in his General Catalogue of the Spanish Coin (1700-1868) which are 7000P in VG and 15000P in F (MBC), respectively, in line with what we have already mentioned about the price stability of these coins in current pesetas from 1965 to 2000 and doubling in the last decade.
The two remaining coins shown in Figures 74.4 and 74.5 are of a type equivalent to the previous two with the same Mint (Mexico) and Assayer (F). The first one (Figure 74.4) is dated in 1732, being coined the 2 on the 1, increasing somewhat its rarity, while the next one (Figure 74.5) is a non over-dated of 1732. The assessment of both dates by Calicó 2008 is the same, 400€ in VF with which we show in complete agreement when we estimate a market price of 200€ in F, which in this case it decreases to 180€ as a result of the presence of slight traces of tar on the back. The over-date is not listed in any of the two editions of Vicenti to which we have referred. The cataloguing of Cayón 1998, 70000P, seems us rather high, referring, in our opinion, to a piece in F.
Finally, Figure 74.5 corresponds to the year 1732 without over-date in conservation F, which would correspond to a value of 200€, that falls to a market price of 125€ because of the default on the front blank.

 

 

Miércoles 07 de Septiembre de 2011 21:00

73. El cambio de diseño de la moneda castellana

Aunque ya la Real Cedula de 1475 y las Ordenanzas de Toledo de 1480 se habían ocupado de establecer las equivalencias entre las distintas monedas de oro y plata circulantes en Castilla, así como su valor expresado en maravedís como unidades de cuenta, sería finalmente la Pragmática de Medina del Campo de 13 de junio de 1497 la que fijaría con carácter estable las características de las monedas de oro y plata a acuñar en las distintas Cecas peninsulares, así como sus diseños y tipos de cambio con el numerario de otros países europeos, en especial con los comprendidos en el área del ducado que nacido en Venecia que se había convertido en la moneda franca del área mediterránea.
La Pragmática establecería una relación entre pesos equivalentes de oro y plata de 10´44 a 1 elevando algo la cotización del oro que en disposiciones anteriores se encontraba en una proporción de 10´11 a 1 respecto a la plata. Las monedas que debían acuñarse desde aquel momento eran el Medio Excelente de 1477 con un valor de 375 maravedís equivalente a un Ducado con un peso de 3´52 gramos y una relación de cambio de 11 reales y 1 maravedís, el Cuarto Excelente de 1497 con un valor 187´5 maravedís equivalente a Medio Ducado y el Real de plata con 3´43 gramos de peso y una equivalencia de 34 maravedís.
La Pragmática de Medina del Campo no establece acuñaciones en plata de valores superiores al Real, aunque tampoco prohíbe su producción. Así, con la misma metrología y ley se empezarían a acuñar múltiplos del Real en América, primero en Méjico a nombre de Carlos y Juana, y después en Méjico y en Potosí ya con Felipe II.
De esta manera, a partir del momento del descubrimiento de ricos nacimientos de plata en Potosí en 1545 y la apertura de su Casa de Moneda con sus primeras emisiones en 1574, la acuñación de plata americana se orienta fundamentalmente a los 8 Reales con un valor de 272 maravedís y un peso de 27´44 gramos.
Paralelamente, en torno a 1534 de acuerdo con las investigaciones publicadas por DASí comenzarán las acuñaciones de piezas de 2,4 y 8 Reales en Cecas peninsulares de acuerdo con la metrología autorizada en la Pragmática de 1497 para el Real, y el mismo diseño de estas piezas a nombre de Isabel y Fernando, establecido en esta disposición.
Este tipo de leyendas a nombre de los Reyes Católicos, largo tiempo atrás fallecidos, evitaba la espinosa cuestión de tener que decidir si estas piezas se acuñaban a nombre de  Juana, de su hijo Carlos o de ambos. También en estos momentos comienza la acuñación de Escudos de oro a nombre de Juana y Carlos en las Cecas castellanas. Estas monedas tenían un valor equivalente al llamado escudo de plata con un valor de 10 reales que nunca llegó a acuñarse y cuyo valor de cambio era de 350 maravedís.
Estas monedas realmente circulantes del Escudo y sus múltiplos y del Real y sus múltiplos, cuyo valor de cambio se expresaba en maravedís, así como la moneda de cobre expresada en maravedís, tras las vicisitudes monetarias del siglo XVII con las sucesivas crisis del vellón, seria las que compondrían la base del sistema monetario español en la época de los Borbones desde 1700 a 1833, año de la muerte de Fernando VII. Dentro de este sistema, las monedas acuñadas en oro eran el Medio Escudo o durillo con un peso de 1´69 gramos y un valor de 8 Reales equivalente a 272 maravedís, el Escudo con 3´38 gramos y un valor de 16 reales equivalente a 544 maravedís, el Doble Escudo, la Media Onza o 4 Escudos de 13´5 gramos y la Onza o 8 Escudos, de 27 gramos. Los pesos y ley de estas piezas oscilan algo a lo largo del siglo XVIII pero en términos generales podemos hablar de una ley de 22 quilates (916 milésimas) y una relación de oro a plata de 16 a 1. En la orden de Felipe II de 1566 el valor del Escudo se fija en 400 maravedís, el de Ducado a 340 maravedís y el del real en 34 maravedís.
Los envíos de plata americana se realizarán en cantidades crecientes a lo largo de todo el siglo XVI. Así, en el periodo 1511 a 1535 tenemos una media de 1 millón de pesos anuales (el peso aquí referido equivalía a 350 maravedís, siendo por tanto, el llamado de minas, con un peso muy superior al Peso ordinario, equivalente a 8 Reales de plata), en torno a 1550 se llegaba a 9 millones de pesos y a fin de siglo, en el periodo 1590-1600, a 35 millones de pesos.
Este aumento espectacular en la cantidad de plata importada no tuvo parangón con la de oro que a partir de 1571 se estabilizó en un 3% aproximadamente de la producción de plata. Ésto determinó una importante revaluación de oro que ya a finales del reinado de Carlos I se situaba en una relación 12´12 a 1 respecto a la plata.
En cuanto al diseño de la moneda de plata, la Orden de Felipe II de 23 de noviembre de 1566 impuso el tipo de escudo imperial coronado en el anverso y cruz en el reverso, ocupando los huecos entre los brazos de la cruz, los castillos y leones del reino castellano en cuanto a las acuñaciones en plata, y este mismo escudo en el anverso y cruz potenzada en el reverso con adornos entre los brazos de la cruz en el reverso. En oro se debían acuñar piezas de 4, 2 y 1 escudo, y el plata, de 8, 4, 2 y 1 real. En cuanto a las leyendas, desaparecen las alusiones a Fernando e Isabel, siendo substituidas por la leyenda “Felipe II por la Gracia de Dios Rey de las Españas”, expresada en latín. Las emisiones en oro y plata no serán fechadas hasta el año 1589, y la leyenda se mantendrá invariable hasta 1597 cuando se cambie por la de OMNIVM HISP REGNORVM REX enmarcada por una circunferencia en anverso y reverso. Ya con Felipe III en un periodo que va de 1610 a 1604  la llamada leyenda OMNIVM va desapareciendo, antes o después, dependiendo de los distintos Ensayadores y Cecas en favor de la leyenda anterior. La cruz potenzada en oro, y los leones y castillos en la plata van enmarcados por 4 lóbulos en oro, y por 8 lóbulos, 4 de ellos terminados en punta, en la plata.
En cuanto a la abundancia de metal preciso, a mediados del siglo XVI era muy grande, por lo que las monedas de oro y plata utilizadas en el tráfico mercantil eran muy numerosas. Esta abundancia va disminuyendo a medida que el siglo avanza´, por lo que llegando a su final prácticamente había desaparecido. Este efecto se debía fundamentalmente a dos factores. Por una parte el oro y la plata tendían a atesorarse como se evidencia en su utilización en la fabricación de utilería en oro y plata, como forma de disponer de un valor refugio frente a las continuas subidas de precio y las 4 bancarrotas que tiene lugar durante el reinado de Felipe II. Por otra parte la mayor porción del numerario en oro y plata eran exportada bien ilegalmente o bien legalmente como medio utilizado por la corona para hacer frente a sus pagos en el extranjero. A finales del siglo XVII podía estimarse en unos 10 millones de ducados el valor del metal precioso importando de América, mientras que las salidas hacia al exterior podían evaluarse en 3 millones por cuanta del Estado y 3 millones con cuenta de particulares, por lo que el fantasma de la escasez de capital circulante empezó otra vez a aparecer en la misma forma que en 1470 al comenzar el reinado de los Reyes Católicos.
En 1928 se publicó el primero trabajo de Hamilton dedicado a la evolución de los precios en España entre los siglos XV y XVII. El objetivo de este trabajo era estudiar la correlación entre la llegada a Sevilla de metal americano y el nivel de los precios en la misma Sevilla, sus alrededores y España en general. Era natural que en 1928, en pleno el periodo de entreguerras, se pensara que la investigación histórica podía aportar importante luz sobre la conveniencia o no, de ligar la circulación monetaria a las reservas de oro y plata, recuérdese la vuelta de Gran Bretaña al patron oro en 1925, tras la tremenda inflación que siguió a la Gran Guerra en Europa. Así, mediante la superposición de la curva de importación de metal americano, y la del nivel de precios en España, podía concluirse que, en efecto, la subida de los precios se había producido en proporción semejante a la de la llegada de remesas de oro, y especialmente de plata.

FIGURA 73.1


Sin embargo, las teorías de Hamilton entran en crisis a partir de los años 50 del siglo XX como consecuencia de los trabajos de Pierre Vilar y Jorge Nadal que evidencian que el incremento de los precios en Castilla había sido mas importante en la primera mitad del siglo XVI, mientras que el incremento mas notable en la importación de metal americano había tenido lugar sobre todo en la segunda mitad del siglo.
Actualmente, se considera que la causa fundamental de la salida de la moneda hacia otros países europeos fue la progresiva substitución de la exportación de materias primas y manufacturas que llevó a cabo Castilla en el siglo XV, por remesas de oro y plata procedentes de América, lo que implicó algo mas importante que el crecimiento de los precios, como fue el hundimiento de la producción de productos transformados que experimentó la economía castellana en el siglo XVI.
La FIGURA 73.1 muestra un 4 Reales de Potosí acuñado en 1738 a nombre de Felipe V con el Ensayador M. La pieza tiene un diseño similar al de las que aparecen en las FIGURAS 72.4 y 72.5 de la entrada anterior, si bien en la fecha de la parte baja del reverso, los dígitos acuñados son 3 (738) con objeto de indicar la centuria, circunstancia necesaria después de 1700.
La pieza tiene una visibilidad media, ya que se pueden apreciar 2 fechas (la del reverso, solo en su último dígito), dos marcas de Ceca (P,P) en el anverso, 1 marca de Ensayador (M, en la parte superior derecha del anverso)y las dos marcas de valor (4 y 4) en las partes superiores del anverso y reverso. La superficie de la pieza tiene también una calidad media, ya que los vanos de acuñación aunque son grandes solo afectan a los laterales de la moneda. También aunque la pieza esta limpiada aún retiene una parte substancial de su oxido original probablemente por provenir de un naufragio.
La pieza presenta desgaste generalizado, con toda probabilidad anterior a su depósito en el mar, pero todas sus partes substanciales son reconocibles y tiene relieve suficiente pese al desgate. Por tanto la pieza se encuentra claramente en un grado F estándar. En estas condiciones creemos que su precio de mercado debe ser de 100€ en la línea de lo indicado en PELLICER 1971, creyendo excesivamente altas las estimaciones de KRAUSE 2002 (325$ en F), de CALICÓ 2008 (300€ en VF) y de CAYON 1998 (30.000 P).

FIGURA 73.2


La FIGURA 73.2 reproduce la fotografía de un 4 Reales acuñado en Méjico a nombre de Juana y Carlos I, hija y nieto de los Reyes Católicos, acuñada con el Ensayador O, durante el reinado de este último cuya madre aunque victima de enfermedad mental y recluida en un convento en la ciudad castellana de Tordesillas desde poco después de la muerte de su esposo Felipe, nunca llegó a perder “de iure” su título de reina de Castilla, aunque compartió nominalmente el trono con su hijo.
Estas piezas fueron acuñadas en gran cantidad por la Casa de Moneda de Méjico a partir de 1536,con denominaciones de 4,3,2,1, medio y cuarto real con un diseño con columnas de Hércules que fue imitado posteriormente en las primeras acuñaciones de Lima en el periodo 1568-1570 con Rincón como Ensayador. De esta serie son muy raras las primeras acuñaciones en las que las columnas de Hércules son mucho mas gruesas y el 4 del valor está situado encima de la leyenda PLVS VTRA.

FIGURA 73.3


Estas monedas, especialmente los 4 Reales, son muy comunes y suelen encontrarse en muy buen estado de conservación. La pieza mostrada tiene buena acuñación pero desgaste generalizado, con buena apariencia debido a la conservación de su pátina original. Su grado es VF-. Creemos exagerada la valoración de este tipo en CALICÓ 2008 con 500€ (VF), siendo mas afinada la de CAYON 1998 (30.000 P en F) y KRAUSE 2002 (200$ en F). Nosotros consideraremos un precio de mercado de 200€.
La pieza de la FIGURA 73.3  corresponde a los primeros 4 Reales acuñados en Méjico a nombre de Felipe II o Felipe III con escudo coronado en anverso y cruz de Jerusalén en reverso con castillos y leones entre sus brazos, y con el Ensayador F, de acuerdo con los términos establecidos por la orden de Felipe II de 23 de noviembre de 1566. Estas piezas con la leyenda PHILIPPVS II DEI GRATIA (anverso) HISPANIARVM ET INDIARVM REX (reverso) no están fechadas hasta 1607, ya en el reinado de Felipe III. De ellas se conocen dos Ensayadores, el O que acuñó en primer lugar, y el F que acuñó en la parte final del reinado de Felipe II y en la primera del de Felipe III, por lo que en las piezas no fechadas anteriores a 1607, si no es visible el numeral del rey, como en este caso, no es posible determinar a nombre de cuál Felipe, II o III están acuñadas. Ceca y Ensayador aparecen a la izquierda del escudo y el valor (4) en reales, a la derecha, frecuentemente en cifra arábiga.
La pieza tiene buen relieve pese a los fallos de acuñación, aunque su desgaste es generalizado y su limpieza muy probable, por lo que su grado sería F. Estas piezas no fechadas de Méjico son bastantes comunes aunque algo mas las del Ensayador O que las de F. Creemos que PELLICER 1971  la asigna acertadamente la rareza R2 y el precio de 80$ en G, así como CAYON 1998  que la valora en 10.000 P. Nosotros creemos que su precio de mercado en F es 50€, siendo excesivamente alta la valoración de CALICÓ (500€ en VF) incluso la de KRAUSE 2002 (375$ en VF).

FIGURA 73.4


La pieza de la FIGURA 73.4  corresponde a un 4 Reales acuñado en Méjico en 1639 a nombre de Felipe IV con nombre de Ensayador D, único que operaba en esta época en esta Ceca, aunque su inicial no es visible por caer fuera del cospel. Las piezas de 4 Reales de Méjico correspondientes al periodo 1612-1729 son todas ellas muy raras y algunas de ellas rarísimas, como las acuñadas durante los años 30 y 40 del siglo XVII. Llama la atención el buen ojo de PELLICER que ya en 1971 asignaba a estas piezas rareza R4 y sobre todo un precio de 500€. En esta misma línea se sitúa CAYON 1998 que fija a esta pieza un valor de 85.000 en F (aproximadamente 500€), mientras que las valoraciones de CALICÓ 2008 (250€ en lo que estimamos como VF) y de KRAUSE 2002 (375$ en F) nos parecen excesivamente bajas y lejos de la realidad del mercado.
Es especialmente significativo que en la subasta de SEDWICK de 7-9 de abril de 2010 en la que se remató la importante colección de John Pullin con 212 lotes de monedas Macuquinas de Méjico del periodo 1536 a 1733, solamente figuraran 15 piezas fechadas de 4 Reales, de las cuales ninguna pertenecía al periodo 1522-1651. La pieza presenta un aspecto deficiente debido a los defectuosos procedimientos de acuñación de esta Ceca en esos años, así como a las oxidaciones en su superficie por inmersión en agua marina. No obstante, creemos que su grado es F con un valor de 600€, aunque la no visibilidad de la Ceca y lo flojo de la acuñación de 2 dígitos de la fecha reduciría su precio de mercado a 300€.

FIGURA 73.5


La pieza fotografiada en la FIGURA 73.5 corresponde a un 4 Reales acuñado en Méjico en 1658 a nombre de Felipe IV con el Ensayador P. Las piezas de 4 Reales así como las de 8 Reales de Méjico de esta década son muy raras  pero con todo, son las mas fáciles de encontrar de todas las de Méjico comprendidas entre 1621 a 1729, excluidas las de 8 Reales de 1712 a 1714 de las que se han recuperado cierto número de ejemplares con corrosiones marinas al extraer restos de naufragio ocurrido en 1715. Baste decir que en la subasta SEDWICK 2010 a la que acabamos de hacer referencia, de 15 piezas fechadas de 4 Reales Macuquinos de Méjico, 6 de ellas pertenecían a la década de los 50 del siglo XVII.
Estas piezas así como la mayor parte de las supervivientes de la década de los 50 tienen una acuñación muy esquemática en la que no se presta atención a los detalles de las figuras, sino a que la fecha, la Ceca y la sigla del Ensayador queden bien marcadas, por lo que el golpe de martillo de acuñar se centra en ellas. Esta circunstancia puede deberse a la necesidad de que los datos identificativos hicieran posible  la localización de responsables de posibles alteraciones de peso y ley, como había tenido lugar en Potosí, como se demostró en los procesos de 1652. La rareza y el valor de esta moneda son por tanto algo inferiores al de la anterior. Nosotros tendremos en cuanta un valor de 300€ de esta pieza en F, conservación que estimamos que reduciría su precio de mercado hasta 300€, a causa de no ser visible la parte superior de los 4 dígitos de la fecha.

73. CHANGE CURRENCY DESIGN CASTELLANA

Although the Royal Cell of 1475 and the Ordinances of Toledo in 1480 were in charge of establishing the equivalences between the various gold and silver coins circulating in Castile, as well as its value expressed in maravedis as units of account it was eventually Pragmatic Medina del Campo of June 13, 1497 which would set in a stable characteristic of gold and silver coins to mint in different peninsular mints and their designs and exchange with cash from other European countries, especially the area covered by the Ducado born in Venice that had become the currency franca of the Mediterranean area.
The Pragmatic establish a relationship between equivalent weights of gold and silver from 10'44 to 1 by raising a little the price of gold that was in previous provisions at the rate of 10'11 to 1 compared to the silver. The coins that had to be minted from then were the Medio Excelente in 1477 with a value equivalent to 375 maravedis equivalent to the Ducado with a weigh of 3'52 grams and an exchange rate of 11 reales and 1 maravedi, the Cuarto Excelente of 1497 with a value of 187'5 maravedis equivalent to the Medio Ducado and the real of silver with 3'43 grams and an equivalence of 34 maravedis.
The Pragmatics of Medina del Campo does not set silver coinage of values superior the Real, but it does not prohibit their production. Thus, with the same metrology and fineness begin to coin multiples of the Real in America, first in Mexico in the name of Charles and Joanna, and then in Mexico and in Potosi with Philip II.
Thus, from the time of the discovery of rich silver births in Potosí in 1545 and the opening of its Mint with its first issues in 1574, the coinage American of silver is aimed primarily at 8 reales with a value of 272 mrs and weighing 27'44 grams.
Similarly, around 1534 according to the research published by Dasi, the coinage of pieces of 2.4 and 8 reales started in peninsular Mints according to the metrology authorized in the Pragmatic of 1497 for the Real and the same design of these pieces in the name of Ferdinand and Isabella in this provision.
Such type of legends on behalf of the Catholic Monarchs, who died long ago, avoided the thorny issue of having to decide whether these pieces were minted in the name of Joanna, of her son Carlos, or of both. Also at this time the minting of gold Escudos began on behalf of Joanna and Charles in Castilian mints. These coins have a value equivalent to the so-called silver Escudo with a value of 10 reales that was never coined, and whose exchange value was 350 mrs.
These coins actually circulating of the Escudo and its multiples and the real and its multiples, whose exchange value was expressed in maravedis, as well as the copper coin expressed in maravedis, following the monetary vicissitudes of the seventeenth century with the successive crises of the vellon, would be which compose the base of the Spanish monetary system at the time of the Bourbons from 1700 to 1833, the year of death of Ferdinand VII. Within this system, the gold coins which were minted were in the Middle Escudo or durillo, 1'69 weighing grams and a value of 8 reales equivalent to 272 maravedis, the Escudo with 3'38 grams and a value equivalent to 16 reales equivalent to 544 maravedis, the Doble Escudo, the Media Onza or 4 Escudos of 13'5 grams and the Onza or 8 Escudos of 27 grams. The weight and fineness of these pieces vary something throughout the eighteenth century, but in general we can talk about a fineness of 22 carat (916 mils) and a relation between gold and silver of 16 to 1. In order of Philip II of 1566 the value of the Escudo is fixed at 400 mrs, the Ducado at 340 mrs and the Real at 34 mrs.
American silver shipments will be made in increasing numbers over the sixteenth century. Thus, in the period from 1511 to 1535 there an average of 1 million pesos per year (the peso here referred was equivalent to 350 maravedis, being therefore called of the mine, with a weight well above the normal weight, equivalent to 8 reales of silver), around 1550, it reached 9 million pesos and at the end of the century, in the period 1590-1600, 35 million pesos.
This dramatic increase in the amount of imported silver was not comparable with the gold one that from 1571 remained stable at about 3% of silver production. This led to a significant revaluation of gold that by the end of the reign of Charles I stood in a relationship of 12'12 to 1 compared to the silver.
In the design of the silver coin, the Order of Philip II of November 23, 1566 imposed a type of imperial crowned shield on the front and the back cross, occupying the spaces between the arms of the cross, castles and lions of the Castilian kingdom as to the coinage of silver, and this shield on the front and potent cross on the back adorned the arms of the cross on the back. In that gold were coining pieces of 4, 2 and 1 escudo, and in silver, 8, 4, 2 and 1 real. As for the legends, it disappear the allusions to Ferdinand and Isabella, being replaced by the words "Philip II by the Grace of God King of Spain", expressed in Latin. Issues in gold and silver will not be dated until 1589, and the legend will remain unchanged until 1597 when it changed to that of OMNIVM HISP REGNORVM REX framed by a circle in the front and back. But with Philip III in a period from 1610 to 1604 the so-called legend OMNIVM disappears, sooner or later, depending on the various assayers and Mints for the legend above. The gold potent cross, and the lions and castles are framed in silver with 4 lobules of gold, and 8 lobules, 4 of them pointed, in silver.
As for the precise metal abundance, in the mid-sixteenth century was very large, so the gold and silver coins used in the trade were very numerous. This abundance is declining as the century progresses, so coming to an end it had almost disappeared. This effect was due mainly to two factors. On one hand, the gold and silver tended to be treasured as evidenced by its use in the manufacture of props in gold and silver, as a way to have a safe haven on the ongoing price increases and the 4 bankruptcy that occurs during the reign of Philip II. Moreover, the greater portion of cash in gold and silver were exported illegally or legally as a mean used by the Crown to meet its payments abroad. At the end of the seventeenth century, it could be estimated at 10 million ducados the value of precious metals imported from America, while the outputs to the outside could be assessed by 3 million by the state and 3 million by private account, so the phantom of the shortage of capital began once more to appear in the same way as in 1470 at the beginning of the reign of Ferdinand and Isabella.
In 1928, it was published the first work of Hamilton dedicated to the evolution of prices in Spain between the fifteenth and sixteenth century. The aim of this work was to study the correlation between the arrival in Seville of the American metal and the level of prices in the same Seville, its surroundings and Spain in general. It was natural that in 1928, right in the interwar period, it was thought that historical research could provide important light on whether or not to link the money supply to reserves of gold and silver, remember that in Britain the pattern gold in 1925, after the tremendous inflation that followed the Great War in Europe. Thus, by superimposing the import curve of American metal, and the price level in Spain, it could be concluded that, in effect, the rise in prices had occurred in similar proportion to the arrival of shipments of gold and especially silver.
However, the theories of Hamilton enter into crisis from the 50s of the twentieth century as a result of the work of Pierre Vilar and Jorge Nadal showing that the increase in prices in Castile had been more important in the first half of the sixteenth century, while the most notable increase in the import of American metal had taken place mostly in the second half of the century.
It is now considered that the root cause of the output of the coin to other European countries was the progressive replacement of the export of raw materials and manufacturing conducted in the fifteenth century of Castile, by remittance of gold and silver from America, which meant something more important than the price growth, as the sinking of the production of processed products that experienced the Spanish economy in the sixteenth century.
Figure 73.1 shows a 4 Real of Potosi coined in 1738 in the name of Philip V with the Assayer M. The piece has a design similar to that shown in Figures 72.4 and 72.5 in the previous post, although the date of the lower part in the back, the digits coined are 3 (738) to indicate the century, a circumstance necessary after 1700.
The piece has an average visibility, as 2 dates can be seen (one on the back, alone with its last digit), two Mintmarks (P, P) on the front, an Assayer mark (M, at the top right of the front) and the two value marks (4 and 4) in the upper parts of the front and back. The surface of the piece also has an average quality, because the openings of coinage are large, but only affect the sides of the coin. Also, although the piece is cleaned it still retains a substantial part of its original oxide probably coming from a shipwreck.
The piece presents a general wear, in all probability previous to its deposit in the sea, but all substantial parts are recognizable and it has enough relief despite the wear. So the piece is clearly in a standard F degree. Under these conditions we believe that its market price should be 100€ in the line indicated by Pellicer 1971, believing excessively high the estimations of Krause 2002 (325$ in F), Calico 2008 (300€ in VF) and Cayon 1998 (30.000P).
Figure 73.2 reproduces a photograph of a 4 Reales minted in Mexico on behalf of Joanna and Charles I, daughter and grandson of Ferdinand and Isabella, stamped by the Assayer O, during the reign of the latter whose mother, though victim of a mental illness and detained in a convent in the Castillian city of Tordesillas shortly after the death of her husband Philip, never lost "de jure" the title of Queen of Castile, although she nominally shared the throne with her son.
These pieces were minted in large quantities by the Mint of Mexico in 1536, with denominations of 4, 3, 2, 1, half and a quarter of a real with a design with columns of Hercules which was later imitated in the early coinage of Lima in the period 1568-1570 with Rincon as Assayer. In this series, they are very rare the first coinages in which the columns of Hercules are much thicker and the 4 of the value is above the legend PLVS VTRA.
These currencies, especially the 4 reales, are very common and are usually in very good conservation. The piece shown is well minted but with general wear and good appearance due to the preservation of its original patina. Its grade is VF-. We inflated the valuation of its type in Calico 2008 with 500€ (VF), being more in tune Cayon of 1998 (30,000P in F) and Krause 2002 (200$ in F). We consider a market price of 200€.
The piece of the Figure 73.3 corresponds to the first 4 Reales minted in Mexico on behalf of Philip II and Philip III crowned shield in the front and cross of Jerusalem in the back with castles and lions in its arms, and the Assayer F, according to the terms established by order of Philip II of November 23, 1566. These pieces legend PHILIPPVS II DEI GRATIA (front) and HISPANIARVM INDIARVMET REX (back) are not dated until 1607, as well as in the reign of Philip III. Of these, two assayers are known, the O, who coined first and F, who coined at the end of the reign of Philip II and in the first of Philip III, so that in the pieces dated earlier than 1607, It is not visible the numeral of the king, as in this case, it is not possible to determine the name of which Philip II or III are minted. Mint and assayer appear on the left of the shield and the value (4) in real, in the right, often in Arabic numeral.
The piece has good relief despite the failure of issue, although widespread wear and cleaning is very likely, so that its degree would be F. These pieces not dated in Mexico are quite common but a little more those of the Assayer O than of F. We believe that Pellicer 1971 accurately assigns an R2 rarity and a price of 80$ in G, as Cayon 1998 that values it at 10,000P. We believe that its market price is 50€ in F, with the excessively high valuation of Calico (500 € in VF) and even Krause 2002 (375$ in VF).
The piece of the Figure 73.4 corresponds to a 4 Reales minted in Mexico in 1639 on behalf of Philip IV named Tester D, one operating at this time in the Mint, though its initial fall is not visible outside of the blank. 4 Reales parts of Mexico for the period 1612-1729 are all very rare and some of them rare, and those minted during the years 30 and 40 of the seventeenth century. Of note is the good eye in 1971 Pellicer already assigned to these rare pieces R4 and above all a price of 500 €. In the same vein is located Cayon 1998 that attaches to this piece a value of 85,000 in F (about 500 €), while valuations Calico 2008 (250€ in what we believe as VF) and Krause 2002 ($ 375 in F) seem too low and far from market reality.
It is especially significant that in the auction Sedgwick of April 7th -9th, 2010 in which topped the large collection of John Pullin with 212 lots of coins cobs from Mexico 1536-1733 period, it only included 15 dated pieces of 4 reales, none of which belonged to the period 1522-1651. The piece presents a poor appearance due to flawed procedures of issue of this Mint in those years, as well as oxidation on its surface by immersion in sea water. However, we believe that its grade is F with a value of 600€, although the no visibility of the Mint and loose coinage of the 2-digit date would reduce its market price at 300€.
The piece pictured in Figure 73.5 corresponds to a 4 reales minted in Mexico in 1658 on behalf of Philip IV with the Assayer P. The 4 reales pieces, as well as the 8 reales of Mexico of this decade, are very rare but yet they are the easiest to find of all of the Mexican between 1621 to 1729, excluding the 8 reales from 1712 to 1714, of which they have recovered a number of copies with marine corrosion by removing the wreck occurred in 1715. Suffice to say that 2010 Sedgwick in the auction to that we just referred to, of 15 pieces dating from Mexico of 4 reales cobs, 6 of them belonged to the decade of the 50 of the seventeenth century.
These pieces, as well as most of the survivors of the decade of the 50 have a very schematic coinage in which there is no attention paid to the details of the figures, but to well marked date, the mint and assayer, so the hammer to coin focuses on them. This may be due to the need for identifying data that make it possible to locate responsible for possible changes in weight and fineness, as it had taken place in Potosí, as shown in process of 1652. The rarity and value of this coin are therefore a little lower than the previous one. We will take into account a value of 300€ of this piece in F, we estimate that conservation would reduce its market price to 300€, because of not being visible at the top the 4-digit date.

 

Miércoles 07 de Septiembre de 2011 19:41

72. La moneda de cuenta castellana: el Maravedí

El comercio marítimo y el asentamiento de las ciudades situadas en las riberas del Mediterráneo fue una constante en las últimas décadas de la Edad Moderna  conformando un proceso de desarrollo centrado en el eje del Mar Mediterráneo. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XV esta orientación comienza a cambiar, no solo debido al descubrimiento de América que tendrá lugar al final de la centuria. Los descubrimientos africanos de Portugal buscando la ruta marítima hacia la India, el inicio del poder naval de Inglaterra y el fortalecimiento de una industria textil en Flandes de carácter aún artesanal ya hacen que Castilla no vaya a estar sola en el traslado del punto focal de la economía europea del Mediterráneo al Atlántico.
Así, la conquista de la Canarias y el establecimiento de pesquerías en la costa noroccidental africana, procesos iniciados por Castilla ya en 1450 vienen acompañados de empresas mercantiles de gran envergadura llevada a cabo por Inglaterra, Portugal y los Países Bajos con un desarrollo que el avance tecnológico en los sistemas de navegación y en la construcción marítima hicieron posible. Afortunadamente para España el incipiente estado moderno, con ejército y burocracia permanente, creado por los Reyes Católicos aún no había alcanzado un desarrollo suficiente como para exigir una elevación de las cargas fiscales, lo que hubiera dificultado en gran medida la participación castellana en el proceso de desplazamiento del eje del crecimiento económico del Mediterráneo al Atlántico.
A lo largo del periodo 1350-1450, la cantidad de oro y sobre todo de plata acuñada y circulante se reduce drásticamente en Europa. La disminución del comercio con Oriente provocado por la práctica desaparición del Imperio Bizantino y la expansión turca en el Mediterráneo dificultó el suministro de metales preciosos a Occidente que pudieran ser acuñados. Así, en Cataluña, el territorio mas conectado con el resto de los países europeos, la cantidad de oro acuñado se redujo a la quinta parte de la producción media anual en el siglo anterior. Como consecuencia de ello todos los piases inician una escalada de medidas restrictivas para impedir la salida de metales preciosos de su territorio.
En el momento del auge del movimiento económico conocido como Mercantilismo impulsor de la idea de que la riqueza de un país dependía fundamentalmente del volumen de su capital amonedado circulante y en reserva. Como el comercio internacional se basaba en un sistema de pagos en oro y plata amonedados, los países con capacidad exportadora de mercancías tenían la posibilidad de aumentar sus reservas y como efecto derivado, él de incrementar su liquidez interna, lo que permitió un capitalismo inicial que propiciaba el progreso de las ciudades y la mejora del nivel de vida de la población agraria a través de un trasvase de los campesinos hacia las villas, con lo que los ingresos de los labradores y sobre todo de las poderosas organizaciones ganaderas, como la Mesta, se incrementaron  substancialmente.
En Castilla al contrario que en otros reinos europeos, a lo largo de los siglos XIV y XV el número de las Cecas que acuñaban oro aumentó extraordinariamente así como las cantidades amonedadas anualmente en oro y plata. Sin embargo, la imposibilidad de obtener rentas de los territorios de señorío reservados a la nobleza, que sería una de las características de los reinados de los últimos Trastamara determinó que la hacienda real tuviera que hacer frente a sus obligaciones a través de una alteración del contenido metálico de las monedas de oro y plata, admitiendo solo moneda de mejor calidad para el pago de impuestos y realizando sus abonos en monedas de menor peso y ley.
A poco de comenzar el reinado de los Reyes Católicos, mediante Real Célula de 1475 se fijan unas equivalencias estables entre las monedas de oro circulantes expresando su valor en maravedís, moneda de cuenta que habiendo sido inicialmente acuñada en oro a imitación del numerario musulmán acabó constituyendo una moneda imaginaria que aunque no se acuñaba, era empleada para expresar derechos y obligaciones en los contratos y para facilitar los cambios entre las variadísimas moneda circulantes, en base a la fijación del valor de cambio de cada una en función del número de maravedís a los que equivalía.
Esta utilización del maravedí como moneda de cuenta permitió que a lo largo de los siglos XVI y XVII, las monedas de oro y plata realmente circulantes no tuvieran que ser alteradas en peso y ley con objeto de evitar que el valor del metal superara el valor nominal de la denominación acuñada, con el consiguiente efecto de su fundición y exportación inmediata, con objeto de materializar el beneficio derivado de la diferencia entre su valor intrínseco y su valor nominativo. Así, la subida de los precios en maravedís, con la consiguiente disminución de su valor adquisitivo, se compensaba con la subida del precio de las monedas de oro y plata en una proporción semejante, expresada en una cantidad superior de maravedís para obtenerlas.
La única moneda cuyo valor expresaba una cantidad fija de maravedís era la moneda de cobre acuñada en piezas de a 8, 4 y 2 maravedís, durante los reinados de Felipe III y Felipe IV en las Cecas de: Sevilla, Madrid, Toledo, Segovia, Granada, Cuenca y Valladolid. Al subir los precios era necesario acuñar mas moneda de cobre para proporcionar mayor circulante. A su vez, el Estado emitía este tipo de moneda para adquirir con ella moneda de oro y plata en el mercado nacional para satisfacer las cantidades adeudadas a la Banca internacional de la época, debido en gran parte a los gastos de sostenimiento de los ejércitos.
Lógicamente ésto creaba una espiral inflacionaria en la que las propias monedas de cobre circulante fueron a su vez redenominadas en maravedís, aumentando en algunos casos su valor mediante el resello y en otras, disminuyéndolo por este mismo procedimiento, con objeto de tratar de estabilizar los precios mediante una reducción del capital circulante. Puede llamarnos a engaño que toda esta moneda de cobre que componía el circulante normal en la época de los Austrias sea denominada como moneda de vellón o simplemente “vellón”. Ello es debido a que la denominación del menor valor entre las  monedas realmente circulantes, ya en el tiempo de los Reyes Católicos, era la Blanca, pequeña moneda de cobre recubierta con un ligero baño de plata (vellón) con un peso y ley decreciente en el tiempo, llegando a pesar poco mas de un gramo, con una ley de 50 milésimas.
La citada Real Cedula de 1475 fijaba el valor del Enrique de oro en 435 maravedís y el de la Dobla de la Banda en 335 maravedís, y en cuanto a la plata o vellón, el del Real de plata en 30 maravedís y el de la Blanca en un tercio de maravedí.
La segunda ordenación monetaria de los Reyes Católicos se establece en las llamadas Ordenanzas de Toledo de 28 de enero de 1480, en las que se fijan los pesos y equivalencias de las nuevas monedas Castellanas de oro: el Excelente y sus divisores. Eran éstas el Excelente de 1480 o Doble Castellano con un peso de 9´2 gramos que se valora en 960 maravedís, el Medio Excelente de 1480 o Castellano con un peso de 4´6 gramos y un valor de 480 maravedís y el Cuarto Excelente o Medio Castellano con un peso de 2´3 gramos y un valor de 240 maravedís. Respecto a otras monedas de oro de circulación efectiva en Castilla, la Dobla de la Banda se valora en 365 maravedís y el Ducado en 375 maravedís. En cuanto a la moneda de plata  el Real de plata se valora en 31 maravedís. En el periodo comprendido entre 1480 y 1495, el Real llega a cambiarse por 32 maravedís, emitiéndose monedas de cobre de un Cuarto de Real (8 maravedís) y de un Octavo de Real (4 maravedís) con castillo en el anverso y león en el reverso, con la leyenda usual de los Reyes Católicos. Esta moneda se emitió en las ocho Cecas castellanas que acuñaban cobre en estos momentos. Unas piezas de diseño similar, pero a nombre de Felipe II, fueron acuñadas durante su reinado, en las Cecas castellanas.
El cambio mas menudo continuó reservado a las Blancas que fueron acuñadas en gran número en todas las Cecas de Castilla, llegando a alcanzar un valor de medio maravedí. Las Blancas, al principio del periodo, a semejanza de los Follis romanos de la época de la Tetrarquía, conservaban un baño de plata lo que les daba un aspecto semejante al de los Dineros medievales que continuaban circulando, por lo que su aceptación en las pequeñas transacciones entraba dentro de las costumbres de la población.

 FIGURA 72.1

Las cinco monedas a analizar en esta entrada corresponden a ejemplares fechados de 4 Reales acuñados en Potosí, aunque en los dos primeros no es visible ni un dígito de la fecha por caer ésta fuera del cospel. Las dos primeras piezas pertenecen al tipo de escudo coronado en el anverso y leones y castillos en el reverso, semejante al empleado en este tiempo en las acuñaciones peninsulares, mientras que las tres últimas piezas corresponden al tipo con columnas de Hércules en el anverso y cruz griega potenzada en el reverso, con castillos y leones situados entre los brazos de la cruz. En cuanto a leyendas, aunque en ninguna de ellas resulta visible prácticamente ningún carácter, en las dos primeras en el anverso figura del nombre del rey, D G HISPANIARVM y en el reverso ET INDIARVM REX debiendo ser seguida por la fecha, mientras que en las tres últimas, la leyenda del anverso es POTOSÍ ANNO XXXX EL PERV y la del reverso el nombre del Rey D G HISPANIARVM ET INDIARVM REX.
En las piezas de escudo coronado la Ceca y el Ensayador se sitúan a la izquierda del escudo, y el valor a la derecha en romano en las piezas que mostramos, y con 0 encima, mientras que en las piezas con las columnas de Hércules cruzada por la leyenda PLVS VLTRA en el anverso, el valor se sitúa en el centro sobre la leyenda, las marcas de Ceca en las partes superior izquierda e inferior derecha, y las del Ensayador en las partes superior derecha y inferior izquierda, con las marcas de Ceca y Ensayador repetidas por tercera vez a izquierda y derecha de los brazos de la cruz del reverso. La fecha también se inscribe en sus dos últimos dígitos, en el centro bajo la leyenda PLVS VLTRA del anverso y también con dos dígitos bajo la cruz del reverso.
La piezas de 1652 con el Ensayador Elgueta (E) se acuñan ya con el nuevo diseño, impuesto por la necesidad de diferenciar a primera vista las piezas emitidas con el debido peso y ley, después del proceso al que fueron sometidos los responsables de la Ceca, como consecuencia de las  alteraciones fraudulentas en peso y ley de las piezas acuñadas en Potosí antes de 1652.
La pieza de la FIGURA 72.1 es un 4 Reales acuñado a nombre de Felipe III o Felipe IV en Potosí durante el periodo 1618 a 1628 con el Ensayador P identificado en PAOLETTI 1999 como Martín de Palencia. El Ensayador P actuó en Potosí durante este periodo exclusivamente, por lo que la presencia de su sigla en esta moneda limita el intervalo de años en los que pudo ser acuñada. Las piezas de Potosí acuñadas entre 1618 y 1630 con los Ensayadores Martín de Palancia (P) y Juan Ximenez de Tapia (T) con el año identificable son rarísimas siendo imposible encontrar ejemplares con fecha segura reproducidos en las obras de referencia como las de CAYON, CALICÓ, PELLICER, SELLSCHOPP y KRAUSE. Es difícil encontrar ejemplares de 8 Reales de este periodo con fecha segura, pero en el caso de los 4 Reales es prácticamente imposible. La causa es el reducido tamaño de los cospeles en relación al de los escudos de anverso y reverso, lo que hace que prácticamente siempre la fecha quede fuera del cospel.

 FIGURA 72.2

CALICÓ 2008 incluye una sola referencia a estas piezas, el 1621P al que asigna un precio de 500 €, mientras que CAYON 1998  no incluye referencia alguna, mas allá del 1617M al que asigna un precio de 15.000 P. Nosotros estimamos un precio de referencia de 600€ en F para un ejemplar con estas características cuyo año pudiera ser identificado con seguridad. El ejemplar aquí reproducido podemos considerarlo en grado F ya que su aparente desgaste se debe mas bien a flojedad de acuñación. KRAUSE  2002 no incluye referencia a ejemplar alguno con fecha, y para los ejemplares fuera del cospel fija un precio de 60$ en G, 80$ en VG, 140$ en F y 200$ en VF que creemos exagerado. Por tanto, siguiendo el criterio de dividir por 9 el valor de una pieza Macuquina de escudo coronado cuando su fecha no es identificable en modo alguno, fijaremos en este caso el precio de mercado de esta pieza en 50€.
Todo lo anteriormente dicho es aplicable a la pieza cuya fotografía aparece en la FIGURA 72.2. Se trata de un 4 Reales acuñado en Potosí a nombre de Felipe III o Felipe IV en el periodo comprendido entre 1618 y 1630 con el Ensayador Juan Ximenez de Tapia identificado por la letra T de acuerdo con lo señalado en PAOLETTI 1999. La pieza es enteramente similar a la anterior en cuanto a la visibilidad de sus datos identificativos y su conservación (grado F). La sigla P de Potosí figura en el anverso a la derecha del escudo y la sigla T del Ensayador debajo de la marca de Ceca. Aunque el Ensayador T actúa en Potosí hasta 1628 según PAOLETTI, el arte de la pieza la sitúa como acuñada antes de 1630.

FIGURA 72.3


PELLICER 1971 incluye una sola referencia a estas piezas, la del 1624T a la que asigna una rareza R4 y un precio de 250$. CAYON 1998 solamente indica como conocida, la existencia de una pieza, el 1624T. CALICÓ 2008 incluye referencias del 1624 y 1628 con el Ensayador T, a las que asigna (asumimos que en VF) un precio de 250€. KRAUSE 2002 con fecha fuera de cospel las valora igual que las piezas de 4 Reales con el Ensayador P. Nosotros aplicamos el mismo criterio que en el caso de la pieza anterior. Por tanto, el valor de la moneda sería de 600€, pero al no poderse identificar en modo alguno el año de emisión, lo dividiríamos por 9, quedándonos con un precio aproximado de mercado de 50€.

FIGURA 72.4


Las piezas de las FIGURAS 72.3 y 72.5 corresponden a 4 Reales acuñados en Potosí a nombre de Carlos II en los años 1698 y 1694 respectivamente con el Ensayador Pedro Villar (VR). Estas piezas corresponden ya al diseño con la columnas de Hércules por lo que prácticamente siempre son identificables Ceca, Ensayador y año, ya que aparecen tres veces impresos en la moneda, cada uno de ellos. PELLICER 1971 considera estas piezas con rareza entre R2 y R3 con unos precios que oscilan entre 100 y 200$. CAYON 1998 las valora entre 22.000 P y 24.000 P en F y CALICÓ 2008 en 300€ (asumimos que en VF). Nosotros consideramos que el valor de este tipos de piezas de 4 Reales de Potosí posteriores a 1651 con visibilidad media de los datos y grado F, es de 100€, por lo que el precio de mercado de la primera pieza sería de 50€ en VG y el de la segunda, 35€ en F, una vez dividido su valor por 3 como consecuencia del agujero que atraviesa la pieza.

FIGURA 72.5


Por último, la FIGURA 72.5 muestra un 4 Reales de Carlos II acuñado en Lima, en 1697 con el Ensayador H. Las piezas de Lima con este diseño se empiezan a emitir en 1694 y la última pieza conocida es de 1748 ya con Fernando VI. La pieza es valorada por debajo de las de Potosí por PELLICER 1971 y un 50% por encima por CAYON 1998, mientras que CALICÓ 2008 le asigna el mismo valor que a las de Potosí. Nosotros creemos que el valor de las piezas de Lima (identificadas por una L en lugar de una P como Ceca y ondas hacia abajo, bajo la fecha principal en lugar de hacia arriba como en las que Potosí) de 4 Reales es el doble que el de las de Potosí. En estas condiciones el precio de mercado de esta pieza en VG- sería 72€.

Miércoles 07 de Septiembre de 2011 19:18

71. Llega a Europa la plata americana

En las entradas precedentes hemos venido introduciendo los conceptos de moneda Macuquina, cuáles son las características que la definen, cuáles son los criterios que se pueden emplear para su valoración, cuál es la rareza relativa de las diferentes Cecas que acuñaron este tipo de moneda, cuáles fueron los Ensayadores mas caracterizados de cada una de las Cecas peninsulares, cuáles son las publicaciones de mayor interés donde podemos encontrar información sobre estas monedas, cuál ha sido la evolución de los precios de las Macuquinas a lo largo de los últimos 50 años y cuáles han sido las ventas públicas mas significativas en la que los 4 Reales peninsulares han sido ofrecidos.
Precisamente a la par que aportamos información sobre todos estos aspectos, hemos ido analizando un tipo particular de piezas Macuquinas como los 4 Reales peninsulares de mas fácil accesibilidad, en especial las emisiones de Sevilla y Toledo, para el coleccionista medio. De esta manera a través del estudio de piezas concretas hemos tenido ocasión de aplicar de forma práctica la información suministrada sobre los aspectos enumerados anteriormente.
Las monedas producidas en un país y una época determinada son producto de las circunstancias por las que atravesaba un país durante un cierto periodo de tiempo. Esto se refiere no solo a lo que los estudiosos llaman la metrología, ésto es el peso y la cantidad de metal precioso que viene asociada a la moneda, así como los diseños empleados, los procedimientos de fabricación y las disposiciones que regulaban la emisión y la admisión de las monedas con expresión de su valor liberatorio para efectuar pagos y consignar derechos y obligaciones en los contratos mercantiles.
Por ello, si tenemos como aspiración el llegar realmente a amar a las monedas, lo que nos retribuirá sobradamente el sacrificio de coleccionarla, debemos tener los elementos necesarios para apreciar las monedas en su contexto, lo que exige un conocimiento siguiera somero de los hechos mas significativos que tuvieron lugar en su país de emisión durante el tiempo en que éstas estuvieron circulando es decir entregadas y recibidas como medio de pago. Esta contextualización de las monedas la realizábamos en nuestro volumen sobre El Valor de los Sestercios a través de una breve síntesis de las circunstancias mas sobresalientes que jalonaron el reinado de cada emperador, haciendo especial hincapié en aquellas que tuvieron una influencia mas importante en la producción y en el diseño de los Sestercios.
La emisión de moneda Macuquina tiene lugar en España para las denominaciones superiores al Real, en los siglos XVI al XVIII, centrándose la producción por lo que respecta a las Cecas peninsulares en los reinados de Carlos I, Felipe II, Felipe III y Carlos II, ésto es durante el asiento de la Casa de Austria en la Monarquía Hispánica. Con posterioridad a Carlos II solo se acuñaron a martillo en tiempos de la Casa de Borbón contados ejemplares de Felipe V en Madrid y Sevilla en los primeros años del siglo XVIII, siendo el resto de las Macuquinas acuñadas por Fernando VI y Carlos III solamente en las Cecas Hispanoamericanas, principalmente Méjico hasta 1733, Lima hasta 1751 y Potosí hasta 1773.
De esta manera, el análisis del resto de las monedas Macuquinas divisionarias a las que pasaremos revista en estas páginas en las entradas 71 a 80, irá precedido de reflexiones sobre la evolución de las circunstancias por la que atravesó el Imperio Español en esta época, especialmente en los siglos XVI y XVII, haciendo especial hincapié mas que en los acontecimientos políticos de los cuáles podemos encontrar información exhaustiva en los libros de historia, en los fenómenos de carácter económico que influyeron en estos acontecimientos y a través de ellos en la abundante producción de instrumentos legislativos que regularon la producción y el curso de las monedas, en especial las de plata, y su expresión en unidades de cuenta cuyo elemento esencial tanto para el oro como la plata, continuó siendo el maravedí castellano.
Queramos verlo de una u otra manera, la realidad es que la unión de los Reinos de Castilla y de Aragón en las personas que conocemos como Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, tuvo un carácter personal, sin que en modo alguno se produjera una unificación de las instituciones de gobierno no solo ni de Castilla y Aragón, sino tampoco de cada uno de los Reinos que componían las llamadas Coronas de Castilla y de Aragón, conjunto cada una de ellas de los llamados reinos históricos como los de Galicia, León, Castilla y Granada dentro de la Monarquía Castellana, y de Aragón, Valencia, Mallorca, Nápoles y Principado de Cataluña de la Monarquía Aragonesa. Incorporaciones posteriores como la del Reino de Navarra y los virreinatos que se van creando en los países de América ya se enmarcaron en lo que podemos llamar Monarquía Hispánica, concepto que toma carta de naturaleza, aunque no institucional, con la subida al trono de Juana como hija Isabel y Fernando, y que se asienta definitivamente con las asociación al trono de su hijo Carlos I como “HISPANIARVM REX” es decir Rey de las Españas, título con el cual aparece reflejado junto con su madre ya en las monedas de 4,2,1 y medios Reales de Méjico, título que ya será distintivo de los reyes españoles desde de Felipe II hasta Isabel II.
Esta diversidad de instituciones de gobierno, muchas de ellas en el caso de los reinos de la Corona de Aragón, incorporando Cortes propias, tuvo un reflejo paralelo en las monedas, que continuaron siendo emitidas tanto en el sistema aragonés, con el Ducado, el Principat y el Croat catalanes, como el Florin mallorquín o valenciano, el Real navarro en las emisiones de oro y plata, y el Dobler catalán y el Cornado navarro en las de cobre. No obstante, el mayor peso económico y demográfico de Castilla determinó que la mayoría de las emisiones en plata fueran realizadas en Reales castellanos, especialmente a partir del momento en que el monopolio de Castilla en cuanto a la recepción de la plata americana tomo carta de naturaleza a través de la Casa de Contratación de Sevilla.

FIGURA 71.1

 


El desarrollo y el aumento del nivel de vida que se produjo en todos los reinos hispánicos en el tramo final del reinado de los Reyes Católicos, así como la bonanza económica que siguió a la recepción de las primeras llegadas de plata americana, y el creciente papel de España como potencia hegemónica en Europa hizo que a lo largo del siglo XVI, este pluralismo institucional no fuera visto como una rémora para el bienestar económico sino como un sistema de defensa de los derechos tradicionales de los habitantes de cada territorio que, en definitiva, habían experimentado una mejora general del bienestar en todos los reinos peninsulares. Sin embargo, al ir cambiando substancialmente las circunstancias económicas debido al empobrecimiento económico y demográfico de Castilla como consecuencia del mantenimiento casi permanente de un clima de conflicto bélico, lo que antes era mirado como una potencialidad, a lo largo del siglo XVII pasó a ser considerado como algo que tenía que ser uniformizado para restituir la riqueza al país, lo que en cierta medida una agotada Casa de Austria ya no se encontraba en condiciones de realizar, y que en cierta medida fue un papel que sería asumido por la dinastía borbónica a la muerte de Carlos II.
Realmente, el periodo 1500-1600 no fue en modo alguno un periodo uniforme en el que España se consolidaría como lo que hoy llamamos una Monarquía moderna con un ejército y una burocracia al servicio de los reyes. Es claro que la situación, optimista, al principio del siglo, y pesimista, a su final, eran claramente diferentes. Lo que ya no es tan claro para la mayor parte de los historiadores es en qué momento se da el punto de inflexión entre una u otra visión de la realidad nacional. Desde luego, este punto no tiene directamente que ver con el cambio de reinado, de Carlos I a Felipe II, que se da en 1556. Hay para unos u otros determinadas fechas, todas ellas en tiempo de Felipe II, que se consideran mas significativas para un cambio de tendencia, como 1559, 1567 o 1580. En todo caso, los testimonios de los autores contemporáneos coinciden en considerar que al final del reinado de Felipe II en 1598, ya que barruntaba la extrema dificultad de mantener el papel hegemónico de España entre las potencias europeas y de proporcionar a la población el incremento y aún el mantenimiento, de su nivel de vida.

FIGURA 71.2

 


En todo caso, es indudable que España constituye lo que hoy llamaríamos una experiencia de éxito en el denominado en la historia económica como capitalismo mercantil. En este modelo de crecimiento previo a la revolución industrial solo se divisaban dos procedimientos de incrementar la riqueza de una nación: la incorporación de nuevos territorios y la apropiación de recursos mediante la actividad militar. América sería el ámbito que permitiría que España se beneficiara de ambos procedimientos, aunque posteriormente, sobre todo en la segunda mitad del siglo XVII, ello acarreara finalmente el hundimiento de su economía.
La pieza de la FIGURA 71.1 es un 2 Reales acuñado en Sevilla a nombre de Fernando e Isabel sin marca de Ensayador. Esta moneda , como todo los múltiplos de Real acuñados a nombre de los Reyes Católicos, según la totalidad de las autoridades en materia de numismática española, no fueron emitidas en tiempo de su reinado, sino posteriormente desde mediados de los años 30 el siglo XV con Carlos I hasta 1566 con Felipe II, momento en que cambia el diseño de los Reales, pasando de escudo de los Reyes Católicos en anverso y yugo y flechas en reverso a escudo imperial de la Casa de Austria en anverso y leones y castillos en el reverso. Por tanto, la leyenda alusiva a Fernando e Isabel como Reyes de Castilla, León y Aragón es meramente figurativa, a imitación de la de las piezas de Real y divisores que se venían emitiendo con idénticas características, en virtud de la Pragmática de Medina del Campo de 1497.
Desde el punto de vista de su valoración, los precios de los Reales de a 2 y de a 4 de Sevilla con este diseño, depende fundamentalmente del tamaño de su módulo según éste permita o no la completa legibilidad de las leyendas de anverso y reverso. Así cabe entender que la valoración de este tipo de piezas en CALICÓ 2008 (130€) se refiere a ejemplares con legibilidad completa de su leyenda, como es éste el caso. La pieza es muy redonda y con una acuñación muy cuidada. La existencia o no de marcas de Ensayador y el tipo de éstas, en nuestra opinión, no altera excesivamente el valor comercial de estas piezas.
La conservación es VF, ya que el desgaste afecta exclusivamente a las partes altas de la moneda. En esta condiciones considerando que la pieza conserva gran parte de su pátina original, su precio de mercado sería de 159€.
La pieza cuya fotografía se muestra en la FIGURA 71.2 corresponde a un 2 Reales acuñado en Burgos a nombre de Isabel y Fernando emitido en el mismo periodo que la pieza anterior. El ejemplar presenta un módulo de menor  tamaño que el de la FIGURA 71.1, pero aún así la leyenda puede ser leída en su integridad, aunque al ser mayor el tamaño relativo de sus caracteres no quedó espacio para la mención a Aragón en el reverso. La marca de Ceca es una B situada en el reverso junto a la punta de las flechas, mientras que la del Ensayador se encuentra a la derecha del escudo.
Estas piezas de Burgos son muy raras en comparación con las correspondientes de Sevilla como la mostrada anteriormente. Creemos, por tanto, que su valor es del orden de 4 veces el de las de Sevilla. En este sentido estimamos que su valoración en CALICÓ 2008 (600€ en VF) es acertada, habiendo permanecido claramente minusvalorada en las ediciones de 1994 (22.000 P) y 1988 (18.000 P) en la misma forma en que lo hace CAYON 1998(20.000 P en F) y CAYON 1980 (15.000 P, en VG según nuestra opinión).

FIGURA 71.3

 


La pieza está notablemente circulada pero mantiene aún la visibilidad de los elementos básicos de su diseño: castillos, leones, yugo y flechas, aunque sin detalle alguno. Ello nos conduce al grado VG+ con un valor algo superior en este grado, al que da CALICÓ 2008 en VF, que correspondería a un valor de 150€ en VG, por lo que fijaremos un precio de mercado de 180€.
La pieza de la FIGURA 71.3 es un 2 Reales de Granada acuñado a nombre de Isabel y Fernando emitido en las mismas circunstancias que las de las dos monedas anteriores, sin que puede apreciarse en ella marca de Ensayador. La pieza se encuentra en un grado XF sin que pueda reconocerse en ella, sin ayuda de lupa, desgaste alguno producido por su circulación. Además la pieza conserva prácticamente el apresto y el brillo mate original impreso en su acuñación. En estas condiciones, si la moneda tuviera un módulo de las misma características que las de la FIGURA 71.1, su precio sería del orden de 300€.
No obstante, la pieza presenta dos características que disminuyen su valor notablemente: lo recortado de su módulo y la existencia de doble acuñación en el escudo del anverso, lo que minora su precio de mercado hasta casi un tercio de su valor, ésto es 115€.

FIGURA 71.4

 

La FIGURA 71.4 muestra una difícil pieza de 2 Reales acuñada en Granada en 1597 a nombre de Felipe II  con el Ensayador identificado con la letra C. Este mismo ejemplar, en concreto, ha supuesto a lo largo del tiempo una cierta dificultad para su clasificación, fundamentalmente debido a que no se conocían otros ejemplares de otras denominaciones de Granada con este Ensayador, en esta época.
Así, CALICÓ en sus ediciones de 1981 y 1988 consideraba esta pieza como acuñada en Cuenca con el Ensayador G y fecha invisible. Posteriormente, la importante subasta de Reales de a 2 rematada por AUREO el 9 de Abril de 2003  incluyó un ejemplar de este mismo tipo de 2 Reales de Granada de 1597 con el Ensayador M con un módulo muy grande que permitía la visibilidad de todos sus datos identificativos. Esta pieza tenía circunferencia entre leyenda y escudo en el anverso, pero no en el reverso. La pieza fue adjudicada en 420€.
Este tipo con fecha 1597 parece existir tanto con Ensayador M como con Ensayador G y tanto con circunferencia enmarcando la leyenda como sin ella, ya sea en anverso como en reverso o en ambos.
Esta misma pieza ya aparece fotografiada y clasificada correctamente tanto en CALICÓ 2008 (300€ en VF) como en CAYON 1980 (10.000 en F). Su conservación es F+ ya que presenta desgaste generalizado, pero no muy fuerte aunque la tosquedad de las acuñaciones de Granada de la época la haga parecer en peor conservación. Pese a la extrema rareza de la pieza de la que no conocemos otro ejemplar publicado, la falta de visibilidad de sus datos identificativos, limitados a la parte baja de los 4 dígitos (1597), aunque suficiente para su clasificación, reduce su precio de mercado a 200€.

FIGURA 71.5

 

La fotografía mostrada en la FIGURA 71.5 reproduce un 4 Reales de Felipe II o Felipe III acuñado en Potosí dentro de los periodos 1578-1586, o 1589-1602 con el Ensayador Juan de Ballesteros que de acuerdo con la investigaciones publicadas por PAOLETTI en su obra sobre los 4 Reales de Potosí (PAOLETTI 1999) ensayó en este Ceca durante estos periodos, marcando sus piezas con la sigla, B en este caso acuñada sobre la huella de  otra inicial no completamente discernible.
Las piezas de Potosí de esta época con Ensayador B son las mas comunes, siendo imposibles distinguir si son de Felipe II o de Felipe III al no estar fechadas y caer fuera del cospel, en la mayor parte de los casos, el numeral del rey. Esta pieza es la mas corriente de todos los 4 Reales Macuquinos acuñados en Cecas americanas. Los precios de estas monedas señalados tanto por CALICÓ como por CAYON  en sus últimas ediciones son básicamente coincidentes con los de las adjudicaciones en las subastas de los últimos años, con un valor en CALICÓ 2008 de 250€ (en VF según nuestra opinión) y en CAYON 1998 (16.000 P en F en nuestra opinión). La presente pieza se encuentra en un grado VG con desgaste sobre toda la moneda y zonas totalmente borradas en la parte central del anverso y del reverso. También la leyenda tiene pocos caracteres identificables, entre los que no se encuentra el numeral del rey. Por todo ello, estimamos un precio de mercado de 65€.

 

A nadie que haya ojeado con asiduidad catálogos de subasta donde aparezca suficiente número de piezas de 4 Reales peninsulares correspondientes a los reinados de Felipe III y Felipe IV le puede pasar desapercibido el hecho de las muy diferentes frecuencias con las que aparecen las piezas de cada uno de estos reyes. La misma impresión se obtiene si hacemos un recorrido por convenciones numismáticas en España, Europa, o América. Por cada ejemplar de Felipe IV que encontremos habremos visto varios de Felipe III y, en general, la conservación media de éstos es aproximadamente de un grado mas, y además los módulos de las piezas de Felipe IV suelen ser mas pequeños y su acuñación, en especial la de Sevilla, está mucho mas descuidada, por lo que la probabilidad de que la fecha sea visible es bastante mas pequeña que en el caso de las piezas de Felipe III.
Para poder aportar algún dato que contraste empíricamente esta situación podemos acudir una vez mas a la subasta CAYON 2000 en la cual se ofreció en venta una colección muy numerosa de piezas de 4 Reales de la Casa de Austria, en la cual figuraban 125 ejemplares de 4 Reales peninsulares de Felipe III y solamente 30 ejemplares de Felipe IV. Es decir que la proporción era aproximadamente de 4 a 1. También en el catálogo de la colección Casanovas, especializadas en piezas de Felipe IV rematada por AUREO en 14 de enero de 1982 podemos observar el escasísimo número de ejemplares de 4 Reales peninsulares incluidos en la colección totalizando menos piezas que las de 8 Reales peninsulares.
Es por ello que no podemos estar de acuerdo con la valoración de las piezas de 4 Reales peninsulares de Felipe IV que en las ediciones de CALICÓ tienden a alcanzar precios mas bajos que las piezas correspondientes de Felipe III. En las ediciones de CAYON  se corrige algo esta tendencia en base a fijar valores medios entre ambos tipos de piezas. Probablemente esta subestimación del valor de las piezas de 4 Reales peninsulares de Felipe IV proviene de las estimaciones de rareza y precios que realizó PELLICER en 1971, quizá por haber tenido ocasión de observar colecciones en las que las piezas de Felipe III se encontraban subrepresentadas.
Esta situación es especialmente llamativa en el caso del KRAUSE 2002  que a nuestro juicio valora muy ajustadamente las piezas de Felipe III acuñadas en las diferentes Cecas peninsulares que operan en este reinado, en 4 grados de conservación de VG a XF, pero que en el caso de las piezas correspondientes de Felipe IV, fija unos valores del orden de la mitad, en cualquier grado  de conservación.
Así, como tenemos que piezas como el 1627 o el 1634 de Sevilla (FIGURAS 64.4 y 64.2) se valoran en 50$ en VG, 100 $ en F, 185$ en VF y 350$ en XF; o sea que se está suponiendo que es posible, o al menos lo era en 2002, el obtener una pieza como éstas en XF por un precio aproximado de 250€, lo que en verdad parece difícil, cuando la mayor parte de los coleccionistas y de los comerciantes numismáticos especializados en Macuquinas han tenido ocasión de observar muy raramente una moneda de este tipo en esta conservación, en cualquier circunstancia de tiempo o lugar.
Ciertamente, existen piezas de 4 Reales de Felipe IV que no son difíciles de encontrar, en concreto las fechas de Toledo de 1622 a 1624, pero ésto no es mas que una excepción que confirma la regla. Nosotros estimamos que, en efecto, la rareza de las piezas de Toledo de 4 Reales de Felipe III y Felipe IV son equivalentes, alcanzando un valor en F del orden de 200€, pero éste no es el caso de las piezas de Sevilla donde estimamos que el valor de las de 4 Reales de Felipe IV es de unos 400€ en F, frente a las de Felipe III, mas fáciles de encontrar en especial las del Ensayador V, con un valor de unos 200€ en F.
En cuanto a las piezas de Madrid y Segovia mas fáciles de encontrar: el 1621V de Felipe III y el 1651A de Felipe IV para Madrid y el 1611A de Felipe III y el 1625R de Felipe IV para Segovia, estimamos que su valor es equivalente, ésto es, unos 400€ en F, es decir el mismo valor de las piezas de Sevilla de Felipe IV y el doble del valor de las de Toledo de Felipe III y Felipe IV.
Respecto a las piezas de Granada, relativamente fáciles de encontrar las de Felipe III y muy difíciles las de Felipe IV, consideraremos las primeras como raras, con un valor de 400€ en F, y las segundas como muy raras, con un valor de 800€ en F, mismo valor que estimamos para la única pieza fechada de Burgos conocida, el 1651BR de Felipe IV, una de las grandes rarezas de la serie de los 4 Reales Macuquinos peninsulares. Este valor, 800€, también lo asignaremos a la escasas piezas conocidas de Valladolid de Felipe III, todas ellas anteriores a 1616.
En cuanto a piezas de Valladolid fechadas en 1651, durante el reinado de Felipe IV, aunque es posible que existan, probablemente con un arte similar al de las piezas de 8 Reales, no podemos afirmar que efectivamente fueron acuñadas por no haber tenido ocasión de poder observar ninguna con Ceca segura, ya que los ejemplares reproducidos en algunos catálogos en los que no se puede leer la marca de Ceca, el tipo de diseño de la fecha y de los leones y castillos es muy distinto del empleado en el grabado de los 8 Reales de Valladolid de 1651, por lo que creemos que no fueron acuñados en esta Ceca.
La pieza mostrada en la FIGURA 70.1 corresponde a un 4 Reales de Felipe III acuñado en Segovia en 1611 con el Ensayador Andrés Pedrera identificado por la sigla A. Las acuñaciones de Segovia de 1611 y 1612 con el Ensayador A tienen una factura de grabado extremadamente cuidadosa que nos recuerda el arte empleado en las emisiones coetáneas efectuadas  en esta misma época en el Ingenio de Segovia mediante la producción por el sistema de rodillos en la Casa de Moneda situada a orillas de rio Eresma.

                                          

FIGURA 70.1


Aunque estas monedas, los 4 Reales Macuquinos de 1611 y 1612, fueron acuñados a martillo en la llamada Casa Vieja, si observamos un ejemplar en suficientemente buena conservación, podremos apreciar en el anverso todos los detalles de las figuras que aparecen en los distintos cuarteles. Igualmente, la marca de Ceca, ascendente en vertical con 3 arcos, es enteramente semejante a la de las piezas acuñadas a rodillo. También los caracteres empleados en las leyendas de anverso y reverso son de un acentuado clasicismo enteramente semejante al de los ejemplares de Ingenio. Particular identidad con éstos, se da en el tipo empleado para los castillos y leones que se pueden observar perfectamente en la pieza de la FIGURA 70.1, ya que el estado de conservación del reverso, lo permite. Los leones son rampantes y con las garras delanteras en la misma vertical y las traseras en la misma horizontal, mientras que los castillos tienen un frente en dos planos y ventanas en la parte central, en forma similar a los utilizados en piezas como el 8 Reales de Madrid de 1620 y los ejemplares del Ingenio de la época, así como el de los Cincuentines.
La pieza mostrada en la FIGURA 70.1, tiene un desgaste producido por la circulación limitado exclusivamente a las partes mas altas de la moneda, como el escudete de Portugal y la parte central de la corona sobre el escudo, mientras que el aparente desgaste del león inferior izquierdo del reverso, corresponde a falta de presión en la acuñación y no al uso de la moneda. La calidad de la acuñación de las fechas 1611 y 1612, no se da en fechas anteriores y posteriores de Felipe III de otros Ensayadores, por lo que no debe extrañarnos que corresponda al Ensayador Andrés Pedrera que posteriormente actuaria como  tal en el Ingenio Segoviano desde 1617 a 1621 cuando éste produce piezas con diseño de grabado similar.

                                          

FIGURA 70.2


La pieza que aparece en la FIGURA 70.2 es un 4 Reales acuñado en Burgos en 1651 a nombre de Felipe IV con el Ensayador Bernardo de Pedrera (BR entrelazadas). Esta es, quizá, la pieza mas rara de los 4 Reales peninsulares de Felipe IV con la posible excepción de 1621 de Granada del cual conocemos un único ejemplar, con la fecha y el Ensayador muy claros, pero tal como puede apreciarse contemplando su fotografía, con las dos primeras cifras romanas del numeral del rey (II) no legibles, por lo que aunque en los catálogos se suele atribuir a Felipe IV, creemos que no es posible realizar la asignación a Felipe III o a Felipe IV problema  que siempre se plantea con el año 1621 en el que cambia el monarca, cuando el numeral del rey no es visible en su integridad.
La pieza de 1621 de Granada se adjudicó en 290.000 P en la subasta CAYON 2000, habiendo formado parte de la venta pública de la colección CAYON de 4 Reales peninsulares de los Austrias. Esta pieza es reflejada en fotografía tanto en CALICÓ como en las diferentes ediciones de CAYON.
En cuanto al 1651 de Burgos, esta misma pieza fue adjudicada en la subasta de CAYON del 13 de diciembre de 2001 por un precio de 200.000 P, advirtiéndose en el catálogo que no figuraba en la colección CAYON y que sus autores solo conocían la existencia de otro ejemplar. Este otro ejemplar, con los 4 dígitos de la fecha visibles, es el que tras su publicación en PELLICER 1971 viene apareciendo en las sucesivas ediciones de CALICÓ y CAYON, con la excepción de CALICÓ 2008  en la que ya se recoge la reproducción fotográfica que, cedida por su actual poseedor, mostramos en la FIGURA 70.2. Nosotros consideramos esta pieza como muy rara, pero no como rarísima (con valor doble), categoría que reservaríamos para el 4 Reales no fechado de Felipe II de Cuenca o las acuñaciones de 4 Reales de Segovia tipo OMNIVM.
La pieza tiene visibles todas las partes substanciales de diseño, incluyendo cierto detalle del escudete de Portugal, las ventanas de los castillos y las cabezas de los leones del reverso, por lo que la consideraremos como VF-, ya que el vano que afecta a la corona en el anverso y la parte superior izquierda del reverso es producto de poca presión de acuñación y no a desgaste. Por tanto, el valor que le correspondería conforme a la escala usual que venimos empleando seria de 340€ como VF- multiplicado por 4, como pieza muy rara, dando un valor de 1.260€.

                                      

FIGURA 70.3


La visibilidad de los datos identificativos de la pieza, consideramos que es un claro ejemplo de los que venimos llamando visibilidad normal, visibilidad para la que venimos aplicando la escala de 100€ en VG a 800€ en XF para las piezas comunes de 4 Reales Macuquinos peninsulares. En este caso son completamente visibles Ceca, Ensayador, el tercer dígito de la fecha (5) y la mitad inferior del último (1). Por tanto, su precio de mercado sería también de 1.260€.
La FIGURA 70.3 muestra un 4 Reales acuñado en Sevilla a nombre de Carlos II con el Ensayador Manuel Manso, representado por la sigla M. Esta moneda pertenece a la serie de las llamadas “Marias” a causa de presentar en su anverso un monograma consistente en una M y una A enlazadas, sobre el que se sitúa una cruz que lleva a la izquierda la letra R (reales) y a la derecha la denominación en reales (8). En la parte inferior izquierda figura la fecha (de 1687 a 1694) que en la mayor parte de los ejemplares conservados no es visible a cause del escaso tamaño del cospel. En el reverso figura escudo coronado cuartelado con los castillos y leones característicos del Reino de Castilla y León, figurando en el pie del escudo una granada, emblema de ese Reino. Alrededor de todo ello, figura la inscripción CAROLVS II D G HISPANIAR REX / PROTECTIONE VIRTVTE que prácticamente nunca presenta ningún carácter visible.
Estas piezas son autorizadas por la Pragmática  de 14 de octubre de 1686 que da un paso mas en la devaluación de la moneda llamada de vellón (acuñaciones en cobre, cuyo valor se expresa en maravedís)  haciendo corresponder a esta nueva serie acuñada en plata, expresada en reales, un peso inferior al de los antiguos Reales (bajando el Real de a 8, de 27´6 gramos a 22´08 gramos). De esta manera el Real de a  8 tradicional de evaluaba en 12 reales de vellón, con un valor de 34 maravedís cada real de vellón, lo que antes representaba un Real de plata. Al propio tiempo, el nuevo Real a 8 tipo “María” se evaluaba en 15 reales de vellón o sea 510 maravedís. Esta disposición supuso  el establecimiento del maravedí como una auténtica moneda de cuenta que, aunque no se acuñaba, era utilizada en la mayor parte de los contratos entre particulares y cuentas públicas, siendo variable dependiendo de las circunstancias económicas, la cotización en maravedís de los Reales de a 8, tanto antiguos como nuevos, que continuaron acuñándose en España como en América (solo los de tipo antiguo).
La atribución de la pieza a Sevilla en lugar de a Madrid, podemos hacerla ya que en las de Madrid, la R y el 8 ocupan posiciones cambiadas respecto a la cruz (8 R, en lugar de R 8). De la fecha puede apreciarse la parte inferior del tercer dígito y la práctica totalidad del último. La difícil visibilidad de la fecha hace que estas piezas alcancen altas valoraciones, siendo inédita la fecha 1691 y valorándose en CALICÓ 2008 la fecha 1689 en 1.200€ y en CAYON 1998 en 90.000 P. Nosotros consideraremos a la pieza como muy rara por la citada difícil identificabilidad de los datos.

                                         

FIGURA 70.4


En cuanto a la conservación, aunque la pieza conserva la totalidad de la pátina original, lo cual hace agradable su aspecto, el desgaste afecta a la generalidad de su relieve (en especial a los leones y castillos) por lo que consideraremos  la pieza como F-, con un valor por tanto de 4 veces 170€, o sea 680€, aunque la escasa visibilidad de los datos (justo al límite para poder identificar la pieza) y el fallo de acuñación en el anverso baja su precio de mercado a 350€.
La pieza mostrada en la fotografía de la FIGURA 70.4 corresponde a un 4 Reales de Felipe II acuñado en Segovia en 1593 con el Ensayador Juan de Ortega, representado por la letra I. La marca de Ceca está constituida por un acueducto de factura muy tosca, situado en la parte inferior izquierda del escudo del anverso, justo debajo de la sigla del Ensayador, una I con un pequeño 0 encima. La fecha está indicada exclusivamente por sus 2 últimos dígitos, en este caso 93, de los cuales solo es visible su parte superior. Estos dígitos se sitúan en vertical en la parte superior derecha del escudo.
Estas piezas presentan generalmente defectos de acuñación, como en este caso, que dificultan la visibilidad de la fecha, contrastando estas acuñaciones de la llamada Casa Vieja con las acuñaciones a rodillo, de extraordinaria calidad, producidas en el llamado Ingenio de Segovia.
Pese a los defectos de acuñación, esta pieza tiene un desgaste muy pequeño, conservando incluso parte del brillo original, prácticamente sin gastaje en el reverso, y afectando solo a la parte alta de los leones y castillos y las flores de lis del dibujo del anverso, por lo que graduaremos a la pieza como VF-. La valoración de estas piezas CALICÓ 2008 (1.000€) y CAYON  1998 (80.000 P) es muy alta, opinión que no compartimos, considerándolas de una rareza similar a las de Sevilla o Toledo de la época, con un valor de 340€ en VF- que reduciríamos a 100€ como precio de mercado, por los problemas de visibilidad y defectuosa acuñación que hemos apuntado.

                                          

FIGURA 70.5


La FIGURA  70.5 muestra un 4 Reales de Felipe II acuñado en Valladolid en 1592 con el Ensayador identificado por la letra D con un pequeño 0 encima. Estas piezas de Valladolid son de una factura bastante semejante a las de Segovia de esta época, si bien con una acuñación algo mas cuidada. Las piezas de Valladolid no fechadas son bastantes mas raras que las de Sevilla y Toledo de este tipo, aunque no se puede decir lo mismo de las monedas fechadas, que en nuestra opinión son de una rareza prácticamente equivalente a las piezas comunes de Sevilla, Toledo o el 1595 de Granada.
En esta moneda, la fecha del anverso (ya que algunas de ellas también incorporan los 2 últimos dígitos de la fecha al final de la leyenda del reverso) formada por sus dos últimos dígitos, se sitúa en vertical en la parte superior a la izquierda del escudo del anverso. La Ceca, identificada por 2, 3 o 4 jirones horizontales (3, en este caso), se sitúa debajo de la fecha  y la denominación, a la derecha del escudo. La pieza tiene desgaste generalizado pero suficiente relieve, por lo que la consideraremos como F+. El ejemplar tiene doble acuñación lo que dificulta la visibilidad de la marca de la Ceca que para apreciarla hay que tener en cuenta que la fecha 92 corresponde la primera acuñación, y la marca de Ceca, a la segunda. A F+ le corresponderá un valor de 270€ considerando a la pieza como usual. Este valor debemos bajarle en un 40% aproximadamente, a causa de la doble acuñación y a las oxidaciones del reverso, lo que nos daría un precio de mercado de 165€

En esta entrada nos dedicaremos al estudio de los precios de los 4 Reales peninsulares de Felipe III, así como al de su evolución en las últimas décadas, realizando un análisis crítico de las valoraciones realizadas en diferentes momentos por los autores que mas se han esforzado en guiar al coleccionista en cuanto a la situación de los precios en el mercado. También continuaremos nuestro análisis pormenorizado de piezas concretas de esta denominación acuñadas en este reinado en Cecas no usuales que emitieron en este periodo como son las de  Granada ( 3 ejemplares) Valladolid (2 ejemplares).
Antes de cualquier otra consideración, diremos que en nuestra opinión un ejemplar de 4 Reales de Felipe III es básicamente (salvo para fechas específicas) mas corriente que un ejemplar de Felipe IV para cualquiera de las Cecas que estudiemos. Esto puede chocarnos un poco, porque estamos acostumbrados a que con los 8 Reales peninsulares ocurra justamente lo contrario. Un 8 Reales de Felipe III es siempre mas raro (con la salvedad hecha anteriormente) que un 8 Reales de Felipe IV para cualquiera de las Cecas.
Una explicación a este fenómeno puede establecerse en base a que la exportación de plata acuñada durante el reinado de Felipe III desde América a España, experimentó un crecimiento muy importante como consecuencia del sistema de extracción mediante amalgama con mercurio, y además, al hecho de que la inmensa mayoría de esta plata se acuñaba en piezas de 8 Reales que eran la que permitían un mayor rendimiento y una disminución de los costes de producción. Por tanto en este periodo las necesidades del comercio en la península, lo que exigían era la circulación de piezas con denominaciones menores como las de 4 Reales que fueron las que se emitieron en mayor cantidad en este reinado.
La situación varía substancialmente en el reinado de Felipe IV en el que por una parte el volumen de los envíos a la península de plata americana se reduce y por otra parte la mayoría de la piezas de 8 Reales americanas se reenvían de inmediato hacia los banqueros flamencos, alemanes o italianos que facilitan los créditos para el sostenimiento de las continuas guerras interiores y exteriores que jalonan el tiempo de Felipe IV. Por ello, esta falta de pesos americanos tuvo que ser suplida por un incremento en la producción de 8 Reales peninsulares, principalmente en Sevilla, Toledo y Madrid, en especial en determinadas fechas como en 1651 (en la que emitieron moneda de plata, las 8 Cecas peninsulares) cuando la falta de confianza en la moneda potosina por falta de peso y ley, exigió su fundición y reacuñación en la Casas de Moneda españolas. De otro lado, la sobreproducción de moneda de cobre expresada en maravedís y la existencia de un remanente importante de moneda de plata de 2 y 4 Reales acuñado en los reinados de Felipe II y Felipe III, hizo innecesaria la emisión de cantidades importantes de moneda divisionaria en plata.
La primera impresión que nos producen los precios de 4 Reales peninsulares de Felipe III que aparecen en las distintas ediciones de CALICÓ es la de ser excesivamente altos. Efectivamente, si comparamos los precios de CALICÓ  con los de CAYON en ediciones aproximadamente de la misma época, vemos que los precios del primero son casi 4 veces los del segundo. Esto no nos debe sorprender si tenemos en cuenta lo que ya hemos venido señalando en el sentido de que así como en todas las ediciones de CALICÓ los precios de las Macuquinas siempre corresponden a una conservación VF, sin embargo en las distintas ediciones de CAYON las conservaciones de las Macuquinas han ido tendiendo a hacerse mas exigentes, ya que en la primera los precios que hemos ido deduciendo a falta de indicación en el propio catálogo corresponden a una conservación G, conservación que en ediciones mas avanzadas llega a VG, y en las últimas a F.
Así, podemos explicarnos que un ejemplar común de Felipe III de 1613 de Sevilla con el Ensayador V se valore en CAYON 1980 en 8.000 P y este mismo ejemplar se valore en CALICÓ 1981 en 30.000 P. Estas diferencia resulta lógica si tenemos en cuenta que en un caso (CAYON) nos referimos a una pieza en conservación VG y en el otro (CALICÓ) a una pieza en conservación VF, cuya diferencia de precio, por conservación, es del orden de 4 veces el de la anterior.
En cuanto a la visibilidad de los datos identificativos, nuestra opinión es que tanto en CALICÓ como en CAYON  las valoraciones se refieren a visibilidades medias tal como las hemos definidos en entradas anteriores, ésto es la de aquellos ejemplares para los cuales se puede efectuar en forma segura la atribución de la Ceca, el Ensayador y la fecha, en función de los datos identificativos que aún sean visibles, el arte o estilo de diseño de la pieza, en particular los detalles del escudo del anverso y los leones y castillos del reverso, así como de los datos publicados en obras de referencia en las que constan en qué fechas y Cecas se acuñaron determinadas denominaciones y que Ensayador o Ensayadores operaban en ese momento en cada Casa de Moneda. Cuando este tipo de piezas aparecen en subastas lo usual es que los datos que son atribuibles en forma segura aparezcan entre paréntesis ya sean Ensayador, Ceca o algún dígito del año, con objeto de diferenciarlos de los datos legibles directamente.
Los índices de rareza asignados por PELLICER 1971 a los 4 Reales de Felipe III de Sevilla y Toledo que hemos mostrado, oscilan desde R1 para 1611 de Sevilla con Ensayador B, hasta el R4 para el 1618 de Sevilla con Ensayador G. La mayor parte de las piezas tienen asignada una rareza R2 o R3. Los grados R4 y R5 son, en general, reservados para los ejemplares acuñados en el resto de las Cecas. Así, el 1621 de Madrid y las piezas de Granada reciben el R4, y el 1620 de Madrid y los ejemplares de Valladolid, el R5.
Es de destacar la extraordinaria influencia de PELLICER 1971 en los catálogos posteriores en los cuales se referencian los 4 Reales de los Austrias. Esta es, cronológicamente, la primara obra que se ocupa de su catalogación, por lo que en nuestra opinión debemos darle una importancia equivalente al que en su momento supuso el HERRERA para los Reales de a 8. Las estimaciones de rareza e incluso los ejemplares reproducidos en PELLICER 1971 han ejercido una influencia directa, especialmente en las distintas ediciones de CALICÓ desde la primera hasta la de 2008 por lo que se refiere a la valoración de los 4 Reales peninsulares de la Casa de Austria.
Mención aparte respecto a la evolución de los precios de los 4 Reales peninsulares del siglo XVII, merece el KRAUSE 2002 dedicado en exclusiva a las monedas de España, Portugal y del Nuevo Mundo, posteriores a 1600. Su antecedente inmediato cabe situarlo en el KRAUSE, editado en 1994 sobre Coronas y Talers emitidos desde 1600 hasta nuestros días. En él se recogen por primera vez estimaciones de precios de los 8 Reales españoles de Cecas peninsulares e iberoamericanas posteriores a 1600, en 4 grados de conservación, de VG a XF, siguiendo la tipología y el sistema de numeración del DAVENPORT. El segundo paso en este sentido, es proporcionado por la publicación de KRAUSE de 1996 en la que se catalogan todas la monedas a nivel  mundial emitidas en el siglo XVII, completando de esta manera, el sistema de catalogación por siglos desde el XVII en distintos volumenes, ante la imposibilidad de referenciar todas las monedas emitidas desde 1800 en un único volumen, práctica que tuvo que ser abandonada después de la publicación de la 20 edición “de Monedas del Mundo”, a favor de la publicación en  varios tomos, cada uno dedicado a un siglo. En la edición correspondiente al siglo XVII ya se referenciaban todas las denominaciones de Macuquinas, y no solamente las piezas de 8 Reales.

                                         

FIGURA 69.1


Los precios de KRAUSE 2002 para los 4 Reales Macuquinos se inspiran directamente en la edición 1994 de CALICÓ. Si bien los precios se expresan para 4 conservaciones: VG, F, VF y XF, es fácilmente constatable que el salto de grado, supone aproximadamente la duplicación de valor, aunque no en una forma completamente automática. Es también fácilmente perceptible que los precios del CALICÓ corresponden a los de la columna VF de KRAUSE, al menos respecto a las piezas que hasta ahora hemos analizado, como los 4 Reales peninsulares de Felipe III. Así, las piezas de Madrid y Granada son valoradas en Krause 2002 aproximadamente al doble que los ejemplares de Sevilla y Toledo, y los de Valladolid a unas 4 veces mas que estos últimos. En general, creemos que esta publicación supone una guía realista para los precios de los 4 Reales Macuquinos peninsulares de Felipe III, una vez que hagamos los inevitables ajustes que procedan en función de la paridad €/$.
Los precios del KRAUSE 2002 son muy similares a los de los 4 Reales Macuquinos peninsulares en el KRAUSE 1996, correspondiendo al hecho de no haberse producido elevación del valor de las Macuquinas en el periodo intermedio entre la publicación de ambas obras. Sin embrago, CALICÓ 2008 ya sí registra un incremento importante en el valor de estas monedas, que como en el caso de todas las Macuquinas ya sí se inicia en 2000, habiendo seguido una tendencia creciente, llegando a la práctica duplicación en términos de euros corrientes, en 2011 respecto a 2000.
La FIGURA 69.1 muestra un 4 Reales de Felipe III acuñado en Granada en 1611  con el Ensayador Francisco Minguez (M). Las piezas de Granada de 4 Reales acuñadas desde 1600 a 1609 corresponden al tipo OMNIVM, apareciendo ya en PELLICER 1971 las piezas de 1610 y posteriores, referenciadas con la leyenda usual D.G. HISPANIARVM REX. Pese a ello, en 1611 y quizá también en 1610 debieron continuar acuñándose ejemplares con la leyenda OMNIVM como da fe la pieza reproducida en la FIGURA 68.5.
Esta pieza tiene una extraordinaria legibilidad en cuanto a su fecha, apareciendo sus 4 dígitos en caracteres góticos, Ceca, Ensayador, denominación (IIII) y numeral del rey (III). La moneda tiene algunos vanos en ambas superficies, inevitables en la acuñación a martillo. El escudo tiene una forma que le diferencia claramente del empleado en Granada en fechas anteriores, siendo mucho mas corto y ancho, con forma casi cuadrada. El cuartel correspondiente a la bandera de Austria esta atípicamente constituido por dos líneas inclinadas y una horizontal.
La pieza se encuentra en una conservación agradable, con un buen aspecto debido mas a su visibilidad de datos que a la ausencia de gastaje, que es generalizado aunque no intenso, por lo que su grado es F, al que le corresponde un valor de 400€ ya que las piezas de Granada son raras. También en consideración a la oxidación en los bordes y los vanos de acuñación, así como su alta legibilidad , fijamos su precio de mercado en 900€.

                                        

FIGURA 69.2


La FIGURA 69.2 reproduce la fotografía de otro ejemplar de 4 Reales de Felipe III acuñado en Granada en 1611 con el Ensayador Francisco Minguez (M). La pieza lleva la fecha en caracteres góticos, y su leyenda en anverso y reverso es la misma que la de la pieza anterior.
Sin embargo, esta pieza es inmediatamente distinguible de la reproducida en la FIGURA 69.1, ya que el escudo tiene una forma rectangular y no cuadrada, siendo mucho mas largo que ancho, con las dimensiones usuales en las piezas de Granada anteriores a 1610. La forma del escudo dificulta la visibilidad de la corona que a diferencia de la pieza anterior, apenas es perceptible. También es de destacar la forma de la bandera de Austria, representada en este caso por dos líneas horizontales, completamente diferente de la de la pieza de la FIGURA 69.1.
En la subasta CAYON 2000, todas las piezas de Granada de 1611 ofertadas tenían la enseña de Austria dispuesta de esta misma manera. El ejemplar mejor conservado con un grado equivalente al de esta pieza, pero con doble acuñación, se adjudicó en 75.000 P. La pieza se encuentra algo peor conservada que la anterior por lo que la consideraremos como F-. Su valoración en CALICÓ 2008  es 900€ y en CAYON 1998, 60.000 P. Para nosotros su valor es de 400€ y su precio de mercado de 700€ por tener menor visibilidad (numeral del rey) y módulo mas irregular que el de la pieza anterior.

                                           

FIGURA 69.3


La FIGURA 69.3 muestra un 4 Reales de Felipe III acuñado en Granada con el Ensayador D. PELLICER 1971 no recoge la existencia de ninguna pieza de Granada emitida en 1614 por ningún Ensayador. Sin embrago, las sucesivas ediciones de CAYON  en 1976, 1980 y 1998  sí incluyen referencia del 4 Reales de Granada de 1614, si bien con el Ensayador M que es el usual en esta Ceca dentro de la década de los 10. CAYON valora esta pieza aproximadamente al doble del resto de los 4 Reales de Granada de esta década.
CALICÓ, por el contrario, no registra la existencia de esta fecha hasta su edición de 2008, y aun entonces, con el Ensayador M en lugar de D. En KRAUSE 2002 tampoco aparece la fecha 1614 entre los 4 Reales de Granada. La atribución de la fecha a 1614 es segura, ya que en el reverso se pueden apreciar con claridad las partes bajas de los 2 últimos dígitos (14). Además, en la subasta CAYON 2000 se adjudicó un ejemplar de 1614 de 4 Reales de Granada con Ensayador D en 90.000 P. Esta pieza tiene exactamente la misma representación de la bandera de Austria y la misma banda de la corona sobre el escudo, en base a eslabones encadenados, que las de la presente moneda. La conservación es similar a la de la pieza anterior, con desgaste bastante generalizado, por lo que su grado es F-. Por las circunstancias apuntadas consideramos a la pieza como muy rara, por lo que su valor sería de 800€. No obstante, la escasísima visibilidad de la fecha, reduciría su precio de mercado hasta la novena parte de este valor, ésto es 90€.

                                          

FIGURA 69.4


La fotografía de la FIGURA 39.4 corresponde a una pieza de 4 Reales de Valladolid acuñada a nombre de Felipe III en 1600 con el Ensayador D con un pequeño 0 encima. La Ceca de Valladolid  se encuentra representa por 3 jirones alineados verticalmente. Todas las piezas de Valladolid posteriores a 1596 son muy raras, tanto de 8 Reales como de 4 Reales. En este caso, los 2 últimos dígitos de la fecha, no son en absoluto visibles por lo que la atribución a 1600 debemos hacerla en base a que la única fecha conocida de 4 Reales de Valladolid con 16 al comienzo de la fecha, y leyenda tipo OMNIVM, con círculo entre la leyenda del anverso y el escudo, es la de 1600, tanto en 4 como en 8 Reales.
Por otra parte, ayuda a la identificación el examen de una pieza con idéntico arte reproducida en CAYON 2000, adjudicada en 200.000 P en la que la fecha es plenamente legible, 1600. En ambas piezas son característicos los leones con corona y el diseño descuidado de los castillos que también aparecen dan en las piezas de 8 Reales de esta época en esta Ceca.
Las piezas de 4 Reales de Valladolid de Felipe III las consideraremos como muy raras, por lo que sus valores serían los de la escala usual que venimos aplicando, multiplicados por 4. En este caso, consideraremos a la pieza como VG- ya que aunque la acuñación es fuerte, la moneda esta notablemente gastada por su circulación, apareciendo borradas partes notables de su diseño. Su valor, por tanto, sería de 340€ que debemos reducir a un precio de mercado de 110€, por la no visibilidad de los 2 últimos dígitos de la fecha.

                                         

FIGURA 69.5


La FIGURA 69.5 muestra un 4 Reales acuñado en Valladolid a nombre de Felipe III con el Ensayador H. En CAYON 1980  se referencia una pieza de este tipo con el Ensayador H fechada en 1611, no en 1610, y en CAYON 1998 aparecen las piezas de Valladolid de 1611 con el Ensayador H, de 1609 con el Ensayador V (sic) y 1612 con el Ensayador F. Las distintas ediciones de CALICÓ señalan la existencia del 1611 con el Ensayador H, pero no la de 1610. En la subasta CAYON 2000 se adjudicó un 4 Reales de Valladolid de 1611 con el Ensayador H, pieza que es reproducida tanto en PELLICER, como en distintas ediciones de CALICÓ.
El examen visual de la pieza muestra con claridad los 3 jirones horizontales característicos de la Ceca de Valladolid, así como los 2 primeros dígitos de la fecha (16) y la sigla del Ensayador (H). Del tercer dígito solo es visible su base que tiene un trazo grueso  algo inclinado hacia a la derecha, que eliminando el resto de los dígitos solo podríamos identificar como un 1. La cuarta cifra es muy difícilmente visible aunque entre la atribución a un 0 o a un 1, los dos únicos dígitos posibles con el Ensayador H, nos quedamos con la primera.
El estado general de la pieza es VG+ al que le correspondería un valor de 130€ que multiplicamos por 4 al tratarse de una pieza de Valladolid, y por tanto considerada como muy rara, dando un total de 520€. Sin embargo, la escasa visibilidad del último dígito de la fecha disminuiría su precio de mercado hasta 150€.

En la presente entrada, continuaremos analizando ejemplares de 4 Reales de Felipe IV de la Ceca de Madrid correspondientes a las décadas de los 40, 50 y 60 del siglo XVII (FIGURAS 68.1,68.2 Y 68.3), así como ejemplares de Granada de Felipe II (FIGURA 68.4) y de Felipe III ( FIGURA 68.5), determinando y justificando los grados de rareza de estas piezas para su valoración con relación a la escala de precios de 4 Reales peninsulares comunes de Felipe II a Felipe IV que venimos utilizando, recordemos una vez mas, que para ejemplares con una visibilidad de datos de identificación normal, es: 100€ en VG, 200€ en F, 400€ en VF y 800€ en XF.
Como indicamos en la entrada anterior antes de estudiar pormenorizadamente estas piezas, nos detendremos en establecer la evolución de los precios y del significado real de la denominación de los grados de conservación en los distintos catálogos que incluyen este tipo de piezas, distinguiendo entre Ceca y año de acuñación. Baste ahora recordar la hipótesis que hemos formulado en las entradas iniciales dedicadas a los 4 Reales peninsulares Macuquinos. En general los precios de este tipo de piezas, en particular los de las mas comunes de Sevilla y Toledo, se han mantenido prácticamente invariables en moneda corriente de 1965 a 2000, mientras que en la última década se han duplicado.
El PELLICER 1971 es la primara obra que se ocupa con detalle de los 4 Reales Macuquinos, no solo peninsulares sino de Cecas Hispanoamericanas y del Imperio Español en Europa. En la Introducción a esta obra no se formula indicación de a qué conservación se refieren los precios que se consignan en la Guía de Valoraciones que acompañan al libro sobre “El Medio Duro”. Debemos entender, por tanto, que los precios se refieren a la conservación y visibilidad media que tenían la mayor parte de los ejemplares que salían al mercado en esos años.
Siendo su publicación aún no muy lejana, el YRIARTE 1965 sobre 8 Reales, indica en su Introducción que los precios que se consignan en el catálogo se refieren a piezas en buena conservación. Si atendemos a la conservación real de los ejemplares cuya fotografía se muestra en el catálogo, apreciamos de inmediato su diferencia radical en cuanto a la conservación de los ejemplares reproducidos que fueron producidos por el sistema de acuñación a molino (en general posteriores a 1728), de las acuñaciones a martillo (Macuquinas). En el primer caso podemos apreciar que la conservación media pode llegar a EBC (XF), mientras que en el caso de las Macuquinas, en especial de las peninsulares, la conservación media es solo BC (G), y la visibilidad media en la mayoría de los casos es solo la suficiente para identificar las monedas.
Es circunstancia, junto con la comparación de los precios del PELLICER 1971 (con el dólar a 70 P) con los de adjudicación de este tipo de piezas en las subastas que tienen lugar en esta época, nos lleva al convencimiento de que en el caso de los 4 Reales Macuquinos peninsulares los precios se están refiriendo a ejemplares de lo que se consideraba en esos años como ejemplares en buena conservación (BC o G) que es evidente que no tiene nada que ver con lo que actualmente en el lenguaje coloquial llamamos ejemplares en buena conservación que sin duda, todos reconocemos que solo lo empleamos para calidades MBC/EBC, equivalente al VF o superior.
Este cambio, presente en un modo u otro en todos los países, sobre lo que quiere decir que un ejemplar de una moneda que ha sido acuñada a martillo se encuentra en buena conservación es lo que nos puede dar la impresión, completamente falsa, de que en los últimos 45 años se ha producido una elevación de valor, en términos reales, de este tipo de monedas que al menos ha ido acompañando a la inflación, cuando la realidad es que su valor real se ha dividido por 10 aproximadamente, pese a duplicarse, en términos corrientes, en la última década.
La tendencia actual respecto a las entidades de mayor solvencia que actúan en el campo de los estándares en la definición de los grados de conservación de las monedas, como la asociación Americana de Numismática (ANA) o la Corporación de Garantía Numismática (NGC), es considerar la definición del grado de una moneda, atendiendo a la circulación que se estima ha tenido, siempre que no se considere defectuosa, con independencia de que sea una pieza que se encuentre fácil o difícilmente en el mercado en una determinada conservación. Por ello, a la hora graduar una moneda Macuquina debemos tener presente la escala estándar de definición de grados, evitando tener en mente ideas como “La conservación es F para este tipo de piezas”. La conservación será o no F, pero no por consideración especiales aplicables a este tipo de piezas.
Hechas estas consideraciones, nos encontramos que el PELLICER asigna unos grados de rareza altos (R3 o R4) a los 4 Reales de Sevilla de 1589 a 1591, con precios de 150$ mientras que considera a las piezas de 1592 (R1) y 1593 (C) como mucho mas comunes, con precios de 50 y 40$ respectivamente. Con respecto a las piezas posteriores a 1594 vuelve a elevar los índices de rareza pero no demasiado los precios, que se sitúan en un intervalo de 70 a 100$. La cotización media de estas piezas nos parece correcta en términos generales, para la época, si bien hemos de tener en cuenta que en nuestra opinión, de acuerdo con las cotizaciones en subasta, estos precios eran válidos en 1971 siempre que se tratara de piezas en la conservación que ahora llamaríamos BC o G, según utilicemos el sistema español o americano de graduación. En cuanto a las piezas de la Ceca de Toledo de Felipe II, PELLICER asigna rareza R5 a las anteriores a 1593 y rareza R3 a las de 1593 y posteriores, aunque los precios que asigna a todas ellas son bastante homogéneos.
En general, creemos que las cotizaciones medias de piezas de Sevilla fechadas en grado G se sitúa en unos 70$ de 1981 que equivalían a unas 4.000 P de la época, por lo que su precio actual, de unos 50€ aproximadamente, equivalentes a 8.000 P, supone un incremento de 100%, localizado a nuestro juicio de 2000 a 2010. PELLICER señala una rareza superior a las piezas de Toledo, criterio que salvo para las piezas de fechas diferentes de 1592 y 1595, no creemos que corresponda a la apreciación actual.
En cuanto a CAYON  1976, al proporcionar 3 columnas de precios, especificidad  no frecuente en los catálogos de piezas españolas anteriores 1869, la comparación de estos precios con los de adjudicación en subastas de la época, nos hace suponer que lo que en la versión en inglés de la Introducción se describe como primera, segunda y tercera conservación (a falta de esta descripción en la versión en castellano de la Introducción) se refiere en realidad a RC/BC (AG), BC (G) y BC/MBC (VG) por lo que se refiere a las Macuquinas, aunque es evidente que el criterio es otro, cuando se trata de piezas producidas a máquina.
Con esta salvedad, vemos que los precios siguen una tendencia semejante a los del PELLICER 1971, con una valoración claramente mas alta para la fechas anteriores a 1593 y mas baja (del orden de la tercera parte) para el 1593 de Sevilla y fechas posteriores, hasta la aparición del tipo OMNIVM. Cabe destacar que CAYON  siempre incluye en sus catálogos el 1594 de los 4 Reales de Sevilla, lo que no hace CALICÓ en ninguna de sus ediciones. Nosotros no hemos visto ningún 1594 que pueda afirmarse con seguridad que sea de la Ceca de Sevilla. Algunos ejemplares ofrecidos en subastas como de Sevilla, estimamos que en realidad son de Toledo, como puede deducirse por el estilo de los castillos enladrillados en su reverso.
En CAYON 1976, el precio de las fechas de Felipe II tipo OMNIVM, así como el 1591 con el Ensayador C aparece multiplicado por 4, con lo que estamos en completo acuerdo por considerar a ambos como muy raros. Igual que en PELLICER 1971, en CAYON 1976 en nuestra opinión aparecen sobrepreciados los ejemplares comunes de Toledo como el 1592 o el 1595 que no son mas difíciles de encontrar que los de Sevilla. En las ediciones de 1980 y 1998 de CAYON se continúan estas tendencias, por lo que solo nos queda recalcar que los precios de la primera columna en nuestra opinión, para este tipo de piezas, se refieren al grado VG (BC/MBC) y de la segunda en F (MBC).

                                          

FIGURA 68.1


En cuanto a las ediciones de CALICÓ, en la de 1988 se fijan unos precios aproximadamente dobles que los establecidos en las ediciones coetáneas de CAYON, lo que es absolutamente consistente con la tesis que venimos defendiendo y que el propio autor reafirma en las Introducciones a sus catálogos, en el sentido de que los precios se refieren a piezas en conservación de lo que él llama MBC, y que nosotros, de acuerdo con el criterio de correlación entre la escala española y americana de graduación, llamaremos VF (MBC/EBC).
Los precios señalados por CALICÓ para las piezas sevillanas de 4 Reales de Felipe II de Toledo son del mismo orden de magnitud que los de las piezas de Sevilla, con lo que estamos en completo acuerdo por lo en nuestra escala de valoraciones, no diferenciaremos entre los precios de las piezas comunes de Sevilla y Toledo. Aunque creemos que los puntos de partida en los 80, y de llagada en 2008, de los precios de CALICÓ son realistas, sin embargo estimamos que el crecimiento de los precios en términos corrientes no ha sido uniforme, sino que éstos se mantuvieron constantes hasta el 2000, y posteriormente se duplicaron.
La FIGURA 68.1 muestra una pieza de 4 Reales de Felipe IV acuñada en Madrid en 1644 con el Ensayador B. Las piezas de Madrid acuñadas entre 1638 y 1645 así como en 1651 son considerablemente menos raras que las de la década de los 30, que hemos analizado en la entrada anterior. Por tanto, así como a estas últimas  las hemos considerado como muy raras, las anteriores las consideraremos únicamente como raras, utilizando por tanto para su valoración la escala usual para los 4 Reales mas comunes de Sevilla y Toledo, multiplicando los precios por 2.

                                         

FIGURA 68.2


Esta pieza presenta la particularidad de incorporar la sigla del Ensayador B como las de los años anteriores, en lugar de la BI que caracteriza a las piezas usuales de 1644 y 1645. CALICÓ en sus distintas ediciones reconoce la existencia de dos piezas de Madrid, fechadas en 1644, con Ensayador B y con Ensayador BI, estableciendo un precio ligeramente mas alto para la primera, mientras que las distintas ediciones de CAYON no recogen la existencia del año 1644 con el Ensayador B. La pieza tiene desgaste generalizado, pero poco intenso, por lo que le asignaremos un grado F-, al que le correspondería un valor de 340€. La visibilidad de los datos es muy buena, con los 4 dígitos de la fecha, Ceca y Ensayador. No obstante, la pieza presenta oxidaciones que penetran profundamente en la moneda, por lo que reduciríamos su valor en un 20%, llegando a un precio de mercado de 275€.
La FIGURA 68.2 muestra una pieza de 4 Reales acuñada en Madrid en 1651 con el Ensayador A, sigla que corresponde a Agustín Mayens. Como ya hemos indicado, consideraremos esta pieza rara, pero no como muy rara, siendo aplicable por tanto, la usual escala de valores multiplicándolos por 2. Lo 4 Reales de esta fecha suelen estar acuñados en un cospel algo mayor que los de la década de los 40, por lo que es frecuente que sus 4 dígitos sea claramente visibles, como es éste el caso.
Las piezas de 1651, tanto de 4 Reales como de 8 Reales de Madrid, conservan el diseño de los castillos en el anverso, de forma claramente cuadrada, empleados en las acuñaciones de Madrid de los años 40. La pieza analizada tiene una alta visibilidad de datos por lo que se refiere al Ensayador, los 4 Dígitos de la fecha, la denominación en reales (IIII) y el numeral del rey (IIII). El único dato esencial no visible por caer fuera del cospel, es la Ceca que en esta fecha estaba constituida por las dos letras MD alineadas verticalmente.

                                           

FIGURA 68.3


No obstante, su asignación a la Ceca de Madrid es absolutamente segura tanto por la no existencia de piezas de otras Cecas con el Ensayador A en este año, como por su arte, con la enseña de Austria en el cuartel intermedio izquierda del escudo, sin tocar sus bordes y con una única fila de flores de lis en el de Bolgoña. La pieza se encuentra en grado F con desgaste generalizado pero suficiente relieve aún. Por tanto, su valor sería de 400 €, que reduciríamos en un 25% hasta un precio de mercado de 300€, por  falta de visibilidad de la Ceca.
En la FIGURA 68.3 tenemos la fotografía de un 4 Reales de Madrid acuñado en 1662 a nombre de Felipe IV con el ensayador A. Este tipo de pieza con esta fecha es referenciada en todas ediciones de CAYON y CALICÓ que hemos tenido ocasión de consultar. Nosotros no hemos visto directamente ninguna pieza en la que la fecha sea suficientemente legible para afirmar con seguridad que se trata de 1662. No obstante, creemos que efectivamente en esta fecha se acuñaron Reales de a 4 en Madrid, ya que sí hemos tenido ocasión  de analizar varias piezas de 8 Reales de esta fecha con una visibilidad, al menos en sus 2 últimos dígitos, suficiente.
En este caso, el problema para la visibilidad de los datos, es el gran tamaño del escudo que se come casi todo el cospel, que además es grueso y pequeño. No obstante, en esta pieza podemos observar, aunque con dificultad, en la parte superior izquierda del reverso la zona baja de los 4 dígitos (1662) siendo algo mas clara la horizontalidad de la base del 2 como último dígito. La pieza tiene una acuñación muy deficiente que junto con su uso, no permite calificarla mas allá de VG. La pieza tiene una rareza similar a la de las dos anteriores de Madrid, 1644 y 1651, por lo que en ese grado, le correspondería un valor de 400€. La atribución de Ensayador y Ceca ha de hacerse exclusivamente por el arte de la pieza, lo que la asigna necesariamente a Madrid. Por ello, pese a su rareza, su precio de mercado, no puede superar los 100€.

                                          

FIGURA 68.4


Con la pieza de la FIGURA 68.4 iniciamos el análisis de cinco ejemplares de Granada de Felipe II y Felipe III. Los 4 Reales de Granada fechados tienen una pieza muy común que CALICÓ valora acertadamente con un precio mucho mas bajo que el resto, el 1595 de Felipe II. Todas las piezas de 4 Reales de Granada de Felipe III, así como el resto de las piezas fechadas de Felipe II debe de ser consideradas como raras, mientras que las de Felipe IV son todas ellas muy raras, apareciendo muy pocas veces en ventas públicas donde siempre alcanzan altos precios.
La pieza de la FIGURA 68.4 es un 4 Reales de Granada de Felipe II con el Ensayador F. La pieza tiene una acuñación realizada con mucha presión que hace resaltar su relieve, pese a que como consecuencia de una inclinación defectuosa del martillo de acuñar, tanto en el anverso como en el reverso aparecen grandes vanos sin impresión del grabado. En esta pieza, como en todas las de Granada de Felipe II, la fecha siempre aparece verticalmente a la izquierda del escudo, mientras que Ensayador, Ceca y valor aparecen a la derecha.
La marca de Ceca no es visible, pero tanto el arte como el Ensayador F (Francisco Tellez) hacen que la atribución a Granada sea segura. Aunque conserva relieve la pieza está bastante circulada por lo que la calificaremos como F-, con un valor de 170€ al ser la pieza común. Su precio de mercado sería también de 170€, por considerar  que la pieza tiene una visibilidad media de datos identificativos.

                                          

FIGURA 68.5


Las piezas de Granda de Felipe II tipo OMNIVM son todas muy raras ya que el tipo de acuñación produce casi en todos los casos que la fecha no sea visible prácticamente en ninguno de sus dígitos. Las piezas de Felipe III de 4 Reales tipo OMNIVM de la primera década del siglo XVII son ya algo mas fáciles de encontrar aunque debemos considerarlas como raras.
La pieza mostrada en la fotografía de la FIGURA 68.5 corresponde a un 4 Reales de Felipe III acuñado en Granada con el Ensayador M (Francisco Minguez). La especificidad de la moneda es su carácter inédito, ya que tanto CALICÓ como CAYON, PELLICER y KRAUSE no conocen la existencia de 4 Reales de Granada tipo OMNIVM fechados en 1611, terminado todas las fechas de este tipo en 1610. La atribución de la pieza a Granda debemos hacerla por comparación por su arte o estilo de grabado con el de las de 1609 o 1610 de Granada de los que existen numerosas fotografías en las obras generalmente disponibles. La fecha es muy visible aunque no la Ceca y el Ensayador. Los dígitos de la fecha son del tipo arábigo normal, mientras que las piezas normales de 1611 de Granada tienen la fecha expresada en números góticos.
La pieza no llega al grado F por lo que la calificaremos por VG+. Su valor, al considerarse muy rara, llegará a 520€, mientras que su precio de mercado solo alcanzará un tercio de esta cifra, como consecuencia de la no legibilidad de Ceca y Ensayador, ésto es 170€.

 

Sábado 03 de Septiembre de 2011 15:59

67. Principales factores en el precio de las Macuquinas

En esta entrada tras analizar una última pieza de 4 Reales de Toledo de Felipe IV, pasamos al estudio de cuatro piezas de 4 Reales de Madrid, una de ellas de Felipe III y tres de Felipe IV, una de ellas perteneciente al año 1621, lo que nos exigirá el examen detenido de numeral del rey para encuadrarlo en uno u otro reinado, y las otras dos comprendidas en la década de los treinta del siglo XVII, periodo en que las acuñaciones en plata en Madrid son mínimas, por lo que el número de ejemplares supervivientes es muy escoso, especialmente con los datos suficientes del año, Ceca y/ o Ensayador, tal que permitan su correcta identificación.
Por tanto, a lo largo de estas 8 primeras entradas dedicadas al análisis de las emisiones de los 4 Reales Macuquinos de Felipe II, Felipe III y Felipe IV efectuadas en las Cecas de Sevilla, Toledo y Madrid ya hemos podido contrastar la escala de precios aplicable a los ejemplares mas usuales de piezas de 4 Reales Macuquinas peninsulares acuñadas en un periodo 1589-1666, consistente en valorar a 100€ los ejemplares en grado VG, 200€ en grado F, 400€ en grado VF y 800€ en grado XF. En efecto, es sorprendente el elevadísimo de ejemplares cuyos valores en un determinado grado de conservación son los mismos, con independencia de que cada valor sea necesario modularlo posteriormente en función de las características concretas de cada ejemplar, como legibilidad de los datos identificativos, sobreimpresiones, defectos de acuñación, tamaño del módulo, centraje o pátina, para llegar  al que se considera como precio de mercado. De 35 ejemplares estudiados en estas primeras 7 entradas, en 27 se considera que sus valores se ajustan a los recogidos en esta escala según sus grados de conservación y en 8 se considera que no se ajusta, por lo que sus valores a igualdad de conservación han de multiplicarse por 2 al considerar a 5  de estas piezas como raras, y por 4 al considerarse a 3 de estas piezas como muy raras.
Dada la procedencia de estas piezas, de colecciones muy diversas, en una primera aproximación podemos considerar que esta mismas proporciones, 75% de piezas corrientes, 15% de monedas raras y 10% de muy raras, no son muy distintas de las que puedan darse entre el total de los ejemplares supervivientes de 4 Reales acuñados en esta tres Cecas: Sevilla, Toledo y Madrid, entre 1589 y 1648. Ésto nos hace ver que la visibilidad de los datos identificativos y la conservación son elementos mucho mas determinantes en las formación de los precios de mercado, que la rareza de una Ceca, de un Ensayador o de una Ceca dentro de estas tres.
Efectivamente en cuanto a la variación de precio por conservación ya nos encontramos con un intervalo de 1 a 8 desde una pieza en grado VG, mínimo en el que suelen encontrarse este tipo de piezas y una pieza en estado XF que raramente se excede en los 4 Reales Macuquinos. También respecto a la variación de precio de acuerdo con la visibilidad de los datos identificativos, las diferencias son mucho mas significativas que la variaciones que puedan ser producto de las diferencias de rareza.
Así, como ya hemos manifestado en anteriores entradas, los diferentes extremos en cuanto a visibilidad de datos, serán entre una pieza de la que pueda establecerse su Ceca, Ensayador y año de emisión por observación directa de todos estos datos sobre la superficie de la moneda, y de otra pieza en la que la no visibilidad de algunos de estos datos (muy frecuentemente el último dígito de la fecha) impide realizar esta atribución con seguridad. En este caso, nuestra opinión es que la diferencia de precio, al igualdad del resto de características, es de 1 a 9 de acuerdo con la realidad del mercado.
Entre ambos extremos, en cuanto a la legibilidad de datos identificativos tenemos aquellas piezas en las que sí podemos establecer con un margen  razonable de seguridad cuál es su Ceca, Ensayador y año de emisión, en base a otras características, como el arte empleado en su acuñación o el conocimiento de una única Ceca, Ensayador o año en que esta moneda a la que le falta algunos de estos datos, pudo ser producida. En este caso, del cuál obviamente resulta difícil establecer sus límites, estimamos que la diferencia de precio entre esta moneda y otra en la que todos sus datos de identificación san legibles, puede oscilar de 1 a 3. Como vimos en los dos casos anteriores, la diferencia de precio respecto a conservación (1 a 8) o a legibilidad (1 a 9) siempre prevalece respecto a la diferencia de rareza (1 a 4) en el caso de este tipo de piezas.
Es por ello que para la determinación del precio de una Macuquina resulta esencial definir cuando establecemos su precio, no solo para qué grado de conservación le estamos estimando, sino también, y esto es mas importante aún para qué combinación de legibilidad de datos, evaluamos su precio. Es decir que el papel de la legibilidad representa un rol no muy distinto de que representa la pátina en la determinación del precio de un Sestercio determinado, siendo incluso mas decisivo ya que aquí hablamos de diferencias de 1 a 9 en lugar de 1 a 4.
En nuestro volumen sobre el Valor de los Sestercios, establecíamos precios base para la pieza mas común de cada emperador, con una pátina que llamábamos intermedia, tipo de pátina que definíamos en qué consistía para nosotros. En este caso, la visibilidad media de datos identificativos sería aquella que permita establecer sin ambigüedad a qué Ceca, Ensayador y año corresponden, aunque alguno de estos datos no sea visible. Esta visibilidad comprende en la mayoría de los casos la de los 2 últimos dígitos de la fecha aunque uno de ellos podría estar poco definido, y al menos, uno de los otros dos datos, la Ceca o el Ensayador.
A este tipo de visibilidad es a la que nos estamos refiriendo cuando utilizamos la escala de precios de 100€ en VG a 800€ en XF para las piezas corrientes de 4 Reales Macuquinos. Visibilidades inferiores tendrían precios inferiores, llegando a un tercio de este valor, cuando la visibilidad no permita en absoluto la identificación, mientras que visibilidades mas altas aumentan el valor, llegando al caso extremo de multiplicarlo por tres, cuando la visibilidad de los datos es total, alcanzando incluso al numeral del rey y a la expresión del valor de la denominación.
Estas consideraciones, pueden parecer obviedades para un coleccionista o comerciante con amplia experiencia en el campo de las Macuquinas, pero a alguien que comienza a adquirirlas, sin duda le supondrán una ayuda para no incurrir en errores de bulto  a la  hora de interpretar los precios señalados en los catálogos, algunos de los cuales se referirán al tema de la legibilidad con expresiones tan difíciles de interpretar como “ el precio de las monedas Macuquinas depende de la legibilidad de sus datos “ o el hecho de difícil explicación como que la publicación de la edición de 2002 del KRAUSE, especializada en moneda iberoamericana, nos indique que el precio de un 8 Reales de Potosí del periodo 1622 a 1649 varía solo en un 30% dependiendo de que la fecha se encuentre dentro o fuera del cospel, cuando de todos es conocido el hecho de la gran dificultad de encontrar piezas de Potosí de este periodo, con la fecha sencillamente, interpretable.

                                            

FIGURA 67.1


Por todo ello, en las tres próximas entradas trataremos de proporcionar datos adicionales que nos ayuden a interpretar las indicaciones de precios de las ediciones de 1981, 1988, 1994 y 2008 de CALICÓ, las de 1976, 1980 y 1988 de CAYON, así como las de PELLICER 1971 y KRAUSE 2002 de Moneda Iberoamericana. Estas consideraciones estarán dirigidas especialmente a las monedas de 4 Reales Macuquinas a la que hasta ahora nos estamos refiriendo. Muchas de nuestras opiniones serán también aplicables a las Macuquinas de denominaciones menores, así como a las de 8 Reales, aunque en este último caso procederemos a realizar el análisis de las estimaciones de precios, ejemplar a ejemplar, ayudados por las descripciones de otros autores sobre piezas que tuvieron a su disposición en el momento de escribir sus obras, como YRIARTE, CALBETÓ, SELLSCHOPP o PAOLETTI.
Esta es la única manera en que la podrá entenderse como es que en dos catálogos editados en fechas tan próximas como CAYON 1980 y CALICÓ 1981, por ejemplo, el 4 Reales de Sevilla de 1611 de Felipe III con Ensayador B se valore en el primer caso en 7.000 P,  y en el segundo en 40.000 P o que en CALICÓ 1981 el 4 Reales de Toledo de 1619 con el Ensayador P se valore en 40.000 P y el de 1622 con la misma fecha y Ensayador, en 18.000 P, mientras que en CAYON 1980 se proceda justamente al contrario, valorando el 16.000 P la primera moneda,  y en 8.000 P, la segunda.

                                          

FIGURA 67.2


Para explicarnos todo ello debemos tener en cuenta lo establecido por gran parte de los autores de catálogos de monedas de todo tipo en las Introducciones a sus obras, en el sentido de señalar que los precios han sido consignados para ayudar en lo posible a los coleccionistas y su variabilidad en el mercado puede ser tal, que no deben ser utilizados mas que como índice de la rareza relativa de cada pieza. A tratar de reducir este margen de variabilidad, especialmente notable en las Macuquinas, es a lo que dedicaremos las próximas entradas.
La FIGURA 67.1 muestra la fotografía de una pieza de 4 Reales acuñada en Toledo a nombre de Felipe IV en 1624 con el Ensayador P. Después de haber establecido en la parte inicial de esta entrada las características respecto a legibilidad de los datos identificativos que deben reunir las monedas a las que sea aplicable la escala de precios que venimos utilizando para las emisiones comunes de 4 Reales Macuquinos de Sevilla y Toledo, se ha considerado necesario reproducir una pieza que reúne en su integridad estos requisitos.
En efecto, en esta pieza son visibles, aunque no especialmente resaltados, los 4 dígitos de la fecha. En el anverso cumple este requisito la P del Ensayador, pero no la marca de Ceca que es muy difícilmente legible, aunque con toda seguridad la pieza puede ser atribuida a Toledo, tanto por su arte como por el hecho de no existir en otra Ceca, emisiones de este Ensayador, con esta fecha,. La pieza tiene pátina original, aunque no atractiva, el numeral del rey no es visible, pero sí la denominación (IIII). Es decir que es el típico ejemplar para el cual podemos aplicar tal cuál la escala de precios que venimos utilizando. La pieza se encuentra en grado F- por presentar desgaste generalizado que no permite ver ninguno de los dos escudetes del anverso. Por ello, su valor es de 175€, completamente coincidente con el precio de mercado, al ser el resto de sus características las estándares en las piezas de esta emisión.

                                         

FIGURA 67.3


Una vez analizados suficientes ejemplares de 4 Reales producidos en las Cecas de Sevilla y Toledo en el periodo 1589-1649, pasamos a analizar ejemplares producidos en el resto de las Cecas, indicando ya por adelantado que todas las piezas fechadas en Madrid, Segovia, Granada, Valladolid o Burgos tendrán la consideración de raras (multiplicándose los valores de nuestra escala por 2) o muy raras (multiplicándose los valores de nuestra escala por 4). No conocemos ejemplares de Cuenca fechados con datos suficientemente claros para atribuirlos a esta Ceca, por lo que no incluimos ninguno en nuestro estudio.
Comenzamos con una esplendida pieza de 4 Reales de Madrid (FIGURA 67.2) emitida a nombre de Felipe III en 1620 con el Ensayador G adquirida por su actual poseedor en la subasta CAYON 2000. Esta misma pieza viene siendo reproducida en las sucesivas ediciones de CALICÓ al menos desde 1981. La pieza no presenta desgaste que limite la visibilidad del diseño, excepto en el león de Bramante en el cuartel inferior derecha del escudo del anverso. Conserva brillo original con pátina tornasolada. Por ello, su conservación llega a XF-, lo que es excepcional para una Macuquina. Al ser la Ceca Madrid, su valor sería 2 veces el de la escala que venimos aplicando para Sevilla y Toledo, esto es 1.340€. No obstante, se estima que su precio de mercado solo llegaría a 950€ por caer fuera del cospel los 2 primeros dígitos de la fecha (16) y el numeral del rey (IIII).
La pieza de la FIGURA 67.3 corresponde a un 4 Reales de Felipe IV emitido en Madrid en 1621 con el Ensayador V. La primera cuestión que suscita esta pieza, como todas las fechadas en 1621, es la de su atribución a Felipe III o a Felipe IV. De hecho en la subasta CAYON 2000  en la que se adjudica esta pieza, figura atribuida a Felipe III. Creemos que el equívoco viene de que el cuarto I del numeral del rey en romano, se encuentra recubierto casi completamente por la fuerte pátina negra que cubre casi completamente la pieza, mientras que los otros tres dígitos (III) aparecen sin pátina. Con un detenido examen con lupa o binocular, puede afirmarse que la presencia del cuarto I es indudable, especialmente teniendo en cuenta el amplio espacio existente entre los dos puntos que enmarcan el numeral en el caso de las piezas de Felipe III.

                                          

FIGURA 67.4


La pieza la consideraremos como rara por ser de Madrid, sin motivo de rareza especial sea de Felipe III o Felipe IV. Es de notar el radical cambio de diseño de los castillos del reverso de 1620 a 1621, apareciendo ahora con dos pisos claramente diferenciados, arrancando las almenas del segundo piso. El último dígito de la fecha tiene doble acuñación, posiblemente por falta de relieve de la primera en el cuño. El grado de conservación es VF- con desgaste casi exclusivamente en las partes altas del relieve. Por tanto su valor sería del doble de los 340€ que le corresponderían en la escala aplicable a Toledo y Sevilla, siendo por tanto de 680€. Este valor lo reduciríamos en un tercio por falta de visibilidad de los 2 primeros dígitos de la fecha y falta de claridad en el último.
Los dos ejemplares que nos restan por analizar en esta entrada son dos piezas muy raras, ambas de la década de los 30 del reinado de Felipe IV con los Ensayadores A sobre V y M. Todas las piezas de esta década, en cualquier denominación, excepto las de 1639 son de gran rareza, por lo que es de suponer que las labores de la Ceca de Madrid estuvieran centradas en este tiempo en la acuñación de oro, ya que la rareza relativa de las emisiones en este metal no es tan grande.
De hecho, CALICÓ en ninguna de sus ediciones conoce la existencia de ejemplares fechados de Madrid de 4 Reales en esta década anteriores a 1639, existencia que PELLICER 1971 da como posible, pero sin reconocer haber visto ninguna. También KRAUSE 2002 omite la existencia de ejemplares fechados en esta época, anteriores a 1639 en la Ceca de Madrid. En cuanto a las ediciones de CAYON de 1998 y anteriores, en ellas se admite las existencia de ejemplares de este tipo fechados en 1633, pero no en 1635.
La FIGURA 67.4 presenta la fotografía de un 4 Reales de Felipe IV de Madrid acuñado en 1633 con el Ensayador A sobre V. La sigla del Ensayador con sobreimpresión es suficientemente visible en su parte baja, mientras que no es legible en modo alguno la Ceca, aunque por su arte, comparándolo con la pieza de 8 Reales de Madrid de esta década, fotografiada por CALICÓ, es indudable que debemos atribuirlo a ésta Ceca. El cuarto dígito de la fecha es claramente un 3 aunque el tercero (3) no puede ser leído. Sin embargo, las mismas consideraciones referidas al arte empleado en su grabado y la sigla del Ensayador con sobrefecha hacen que necesariamente deba de ser atribuido a esta década, ya que a partir de 1639, el Ensayador cambia para todo el resto del periodo de Felipe IV en Madrid.

                                         

FIGURA 67.5


Aunque parte de la pieza no es visible por falta de presión en la acuñación, detalles como es aspecto de los castillos en el reverso permite encuadrar la pieza como VF a lo  que correspondería un valor de 4 veces 400€ o sea 1.600€, por la consideración de muy rara de la pieza. No obstante, la falta de absoluta seguridad en sus datos identificativos, reduce su precio de mercado a 200€.
Parecida circunstancia se da en la pieza de la FIGURA 67.5  que corresponde a un 4 Reales de Felipe IV, acuñado en Madrid en 1635 con el Ensayador M. En este caso, tanpoco la sigla de la Ceca es visible en absoluto, debiéndose hacer la atribución a Madrid, en función del Ensayador M y el arte de la pieza. Ahora, sin embrago, sí son visibles los 2 últimos dígitos, 35, de la fecha de 1635, situada en la parte superior izquierda de la leyenda del anverso. También ayuda para la atribución a Madrid el diseño de los castillos, muy similar a los empleados en esta Ceca en 1621. La identificación de los dos últimos dígitos de la fecha, dada  la similitud de forma entre el 3 y el 5, se hace en función del diseño de 3 y del 5 tanto en Madrid como en otras Cecas, en las que el 5 tiene siempre una curvatura menor en su tramo curvo. El grado es F-, especialmente por la baja calidad del reverso, y al ser considerada la pieza como muy rara, su valor sería  4 veces el que le correspondería por la escala de precios para Sevilla y Toledo, ésto es, unos 700€. No obstante, el precio de mercado, por falta de visibilidad, sería solo de la tercera parte, 240€.

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